viernes, 8 de abril de 2011

CAROL 3

— ¿Qué esperas prima?; ¡DE RODILLAS ANTE NOSOTRAS!— le ordenó ésta vez Ruth.

Lentamente, Carmen se dejó caer hasta complacerlas. Se arrodilló frente a sus primas doliéndole en lo mas profundo de su ser al verlas carcajearse a ambas.

Vianey se levantó, la contempló humillada pero como siempre, no estaba satisfecha; alzó su mano moviendo el sobre y despacio como a cámara lenta, lo dejó caer al piso.

Carmen intentó tomarlo y largarse de ahí pero Vianey aplastó el sobre, poniéndole el pie encima.

— ¡Si lo quieres, bésame los pies!— le dijo cruelmente.

Carmen la miró y moviendo la cabeza a los lados, le contestó— ¿Por qué por qué eres tan maldita?, ¿Yo qué te he hecho?; ¡Eres tú quien se empeña en joderme!;

— ¡Venga prima, no entremos en detalles y no me haz hecho nada, tan solo se me da la gana joderte oh y esto te pasa por tapar a Carol por que bien que se que entre tú y tu madre la solaparon para que no caiga en nuestras manos, así que jódete!;

Carmen entendió mejor el comportamiento de su prima. A ella le estaban cobrando el no poderse divertir a costa de Carol.

— ¡Venga prima, coño, la vida es así, a unos les toca vivir a los pies de otros y jajajajajajaja a ti te tocó vivir a mis pies así que anda, bésamelos jajajajajajaja coño, donde diablos se metieron Roberto y mamá, seguro que les haría mucha gracia ver como me muestras tus respetos!;

Carmen se dio por vencida, se humilló, con asco besó los blancos pies de su prima.

— ¡Pídeme perdón y agradéceme que le mate el hambre a tu familia!;

— ¡Perdón y gracias Vianey!— se humilló de nuevo Carmen besándole los pies.

Vianey se arrimó tantito y enseguida Carmen tenía frente a ella los pies de Ruth. Lo mismo; ¡Perdón y gracias Ruth!— exclamó tristemente Carmen al momento de besarle los pies a su otra prima. Ruth pateó el sobre varias veces hasta que lo levantó y lo arrojó fuera de la casa.

— ¡Ve por él perra!— le gritó riendo.

Carmen salió corriendo de ahí muerta de llanto y humillación, haciéndose sorda a las crueles carcajadas de sus primas.

En todo el camino no paró de llorar. Al llegar a su casa contó lo ocurrido y con ello tan solo contagió de llanto a su madre quien tristemente le comunicó que a pesar de todo, no les quedaba de otra que seguir humillándose ante esas personas que siendo sus familiares las trataban tan miserablemente por que no tenían otra opción y por que Rocío había echo firmar unos papeles a Sagrario jodiéndola aun mas al tener de donde pescarla para que ésta y su hija continuaran viéndose obligadas a pagarle trabajando como sus sirvientas.

Carol se mostraba preocupada pero al menos a ella le volvió la alegría en cuanto su hermana le hizo saber en qué emplearía parte del dinero.

— ¡Carol!; ¿Aun quieres comprar un cachorro?;

— ¿Ahhhhhhhhhhh?— reaccionó Carol al instante— ¡Pues claro que sí, quiero un salchicha pero no alcanzará con tu sueldo de sirvienta jejejejejejeje!— bromeó la hermosa Carol.

— Descuida Princesa, tengo algo en el cochinito.

— ¡No tienes nada!— le comentó Carol muy segura.

— ¡No en el que tú conoces!— le dijo burlona Carmen, revolviéndole el cabello.

— ¡Maldita!— se quejó Carol.

— ¡Venga!— habló Carmen— ¡Vamos por un cachorro salchicha, verte feliz te juro que me alegrará el día!;

— ¡Hecho!— respondió Carol y se marcharon ante la sonrisa de su madre que le daba gusto el ver cuanto quería Carmen a su hermanita, la adoraba al igual que también Sagrario la adoraba y por complacerla estaban dispuestas a seguir soportando los degradantes tratos de Rocío y sus hijas.

Muestra de ello fue que Sagrario se endeudó aun mas con su hermana al aceptar un préstamo que pagaría con su trabajo y con ello liquidaron algunos pendientes, utilizando su primer sueldo intacto y algunos ahorros de Carmen para comprarle una mascota a Carol que tanta ilusión le hacía y en sí Carmen consintió a su hermanita utilizando todo su sueldo en ella, todo con tal de verla sonreír aunque ella y su madre continuaran amargándose, una sonrisa de Carol les hacía olvidar todas las humillaciones sufridas.

El tiempo seguía su marcha y los días seguían pasando y claro, Carol continuaba feliz con su cachorro salchicha al cual llevaba a todos lados y la hacía tan feliz tanto como a Liliana quien también se había encaprichado con el cachorro.

A todo eso, a quien le llegó su hora muy rápido fue a Roberto. Vianey se hartó de él, era claro que no lo quería, nunca lo quiso, tan solo lo utilizó para fastidiar a Carmen y como últimamente Vianey se dio cuenta que Carmen había superado ya su antigua relación y no parecía ya dañarle el ver a Roberto con ella, dedujo que el joven ya no le servía a lo que decidió mandarlo al diablo.

Para su sorpresa; Roberto se indignó y le hizo ver que no se libraría tan fácil de él, en fin; Roberto al saber de antemano que a Carmen ni en su mas fantasioso sueño la volvería a tener a su lado, decidió trabajar la ambición a lo que exigió a Vianey dinero para que la deje en paz; la retó simplemente y así de simple Vianey lo acabó.

¡Pobre chico!; pecó de ingenuidad aunque bien se lo merecía por jugarle tan sucio a Carmen. El caso fue que Sagrario supo por ahí que un mal día para Roberto fue detenido por intento de violación a la señorita Vianey Cosgalla y desde ese día no se supo mas del joven Roberto.

Sagrario le contó lo que supo a su hija y en el fondo compadecieron al joven quien a final de cuentas, por sus carencias, tan solo había sido un juguete y una víctima mas de Vianey que al ya no servirle, sin piedad alguna y con el apoyo incondicional de su madre y sus buenas relaciones y amistades, hundieron al pobre joven en prisión sin importarles en lo absoluto su desgraciada suerte.

La conclusión y la enseñanza para Sagrario y sus hijas fue que debían tener mucho cuidado de Rocío y sus hijas en especial de Vianey quien cada vez se volvía mas peligrosa y despiadada y que seguía mostrando un especial desprecio por sus primas, en especial por Carol, en especial por Carmen a quien no se cansaba de humillar todos los días en su casa.

La abofeteaba por cualquier estupidez sonriéndole cínicamente al saber de antemano que ésta se tragaría la humillación y claro estaba que Ruth no había olvidado la paliza, cortesía de Carol y Liliana y la chica se lo hacía pagar de momento a Carmen mientras su adorable hermana ideaba algo para molestar y dañar directamente a Carol.

En cuestión de días Vianey y Ruth sabían como joder a Carol y la interceptaron justo cuando ésta paseaba alegremente con su cachorro. ¡Malditas!; entre Vianey y su hermanita persiguieron a Carol varias cuadras; al final lograron su objetivo, asustar al cachorro.

Carol soltó la cadena al ser empujada por Vianey y caer violentamente al piso; el pobre cachorro cruzó asustado la calle y al hacerlo fue atropellado por un auto cuyo conductor nada pudo hacer para evitarlo.

Las crueles hermanas se marcharon riendo alegres y satisfechas al oír gritar histérica a su prima que corrió desesperada a levantar a su cachorro.

¡Pobrecilla!; adoraba a ese cachorro. Sus primas supieron donde golpearla. Una lamentable pérdida para la hermosa Carol. Lo rescatable a todo esto, la chispa de luz entre tanta oscuridad de ese día fue que gracias a ese triste acontecimiento fue como la conocí.

Lo recuerdo bien, era una mañana calurosa, me encontraba como siempre en mi local, el cual tengo acondicionado un poco revuelto pues al mismo tiempo que me funciona como una sex – shop y promotora musical me sirve igual de veterinaria; rama en la cual poseo algunos conocimientos.

Justo a unas cuadras de mi local ocurrió el incidente; alguien debió hablarle de mí, me encontraba navegando en la red cuando de repente empujaron la puerta.

Una hermosa joven, delgada, de piel blanca como la leche, ojos verdosos, cabello largo y lacio que llevaba recogido en una cola de caballo hacía acto de presencia; llorosa mantenía entre sus brazos a un cachorro salchicha herido de gravedad.

— ¡Sálvalo te lo suplico te lo suplico sálvalo!— me dijo muerta de llanto.

La blusa verde que llevaba estaba cubierta de la sangre del animal. Reaccioné tan rápido como pude apartar la vista de sus bien formadas piernas y su corta falda de mezclilla azul, tomé al cachorro y me apresuré a depositarlo en la mesa acondicionada al fondo del local, no había tiempo que perder y por lo tanto olvidé apagar al menos el monitor de la PC.

Desgraciadamente, para el cachorro no había mas; la joven me lo había entregado agonizando, demasiado tarde, apenas y me disponía a actuar en cuanto el cachorro había emprendido el viaje eterno; me sentí mal como me sucede cada vez que pierdo a algún ejemplar, me quedé contemplándolo y sobretodo pensando en cómo enfrentar a la joven que se veía deshecha al entrar y que se había quedado adelante.

— ¡Diablos!— pensé— ¡Pobre chica, ahora aumentaré su dolor!;

Me tomé mi tiempo, después de todo no había sido mi culpa, al final respiré profundo y avancé decidido a darle la terrible noticia, para mi sorpresa al correr la cortina me la encontré con otro semblante, totalmente distinto, relajada, mas que relajada embelesadamente clavada e interesada frente a la PC.

— ¡Lo lamento, se ha muerto!— le dije desconcertado y aun mas al no obtener respuesta.

No esperé mas, avancé, le apagué el monitor y volví a decirle— ¡Tu cachorro está muerto!;

— ¡Mmmmmm!— se expresó desilusionada pero tranquila— ¿Qué se le va a hacer?— comentó tristona.

De ahí, volvió a ignorarme y como si estuviera en su casa, encendió de nuevo el monitor mientras me miraba sonriéndome pícaramente. Ahora yo era el desesperado. Nerviosamente observé cómo la pantalla mostraba la página principal de Young – Goddess justo donde la había dejado y cómo la chica movía el mouse para mostrarme las otras páginas abiertas; la de Woman Worship y la de European Femdom.

Me señaló la última diciéndome con una maldita risita burlona— ¡Ésta me gusta mas, siempre muestran imágenes mas atrevidas y también asquerosas!;

Me sentí perdido pero no se lo demostré; haciéndome el desentendido intenté despedirla.

— ¡Ehhhh bueno, ahí está tu cachorro, te lo puedes llevar y darle canina sepultura ah y no me debes nada!;

— ¡Claro que no te debo nada!— me contestó sin mirarme, seguía hurgando en la PC.

— ¡No lo salvaste, además, aunque lo hubieses hecho, no tenía cómo pagarte!— me dijo subiendo graciosamente los hombros.

No sabía que contestarle. Risueña me mostró su bolso; era cierto, no tenía un solo peso.

Reí nerviosamente al oírla decirme, cambiando el tema— ¡Lo tuyo es el Foot Fetish, el Foot Worship!; ¿Verdad?; ¡Vaya que sí por que tienes muchísimas fotos guardadas en tu PC!; de nueva cuenta intenté hacerme el desentendido.

— ¡Ehhhh mira, no entenderías y no es lo que crees, por favor, tengo muchas ocupaciones, te rogaría que te retiraras!;

— ¡Ohhhhh sí claro desde luego!— comentó burlona— ¡Ocupaciones como masturbarte frente a la pantalla jajajajajajajajajaja!; ¿No es así?; ¡De seguro y estabas a punto de acabar en cuanto te interrumpí ohhhhhhh pooooooooobre!— exclamó mirándome con lástima.

Su reacción me hizo enojar a lo que sin abusar pero con determinación, la jalé del brazo levantándola y apartándola de la PC.

— ¡Ayyyyyyyy ooooooooooooye!— se quejó berrinchuda.

— ¡Vete solo vete!— le dije un tanto alterado.

— ¡Carol, me llamo Carol!— me comunicó divertida.

— ¡Cómo sea!— le contesté. Se quedó quieta, no paraba de sonreír y era obvio que no se reía conmigo sino de mí.

— ¿No te piensas ir?— le hablé alterado.

— ¡Aparte de pervertido eres un histérico!— me respondió riendo. Avancé decidido a acompañarla a la puerta pero ella me habló tranquila y divertida.

— ¡Eyeyeyeyeyeyeyeyey cálmate que mira que si me sacas a la fuerza soy capaz de pegar en cada poste todas las fotos de tu PC, incluidas las tuyas donde sales oliendo unas zapatillas!;

Ahora sí me quedé pasmado, inmóvil; sin darme tregua me mostró insolente su USB.

— ¡Tardaste algo ahí atrás, guardé mucha de tu información, te conviene ser amable!;

Se me acercó al verme quieto, se volvió a sentar, movió de nuevo el mouse con una calma impresionante, abrió Mis documentos y me preguntó— ¿Quién es Black?, ¿Por qué dice todo documentos, fotos y todo de Black?;

Respiré profundo para tratar de calmarme y cortante le respondí— ¿Por qué mas?; ¡Yo soy Black, así me llaman mis colegas!— le dije, no tenía caso mentirle ni hablarle con rodeos. Tenía mucha información confidencial en su USB, el cual había guardado cuidadosamente al verme que no le quitaba la vista de encima.

De pronto soltó una alegre carcajada y me comentó— ¿Black?; ¡Vaya, así se llamaba mi perro, te lo juro, revísale el collar!;

Era cierto, ya lo había visto al intentar salvarle la vida y no me hizo nada de gracia y así se lo hice ver.

— ¡No le encuentro lo gracioso, tu perro ni siquiera es negro!;

— ¡No lo es pero le puse Black y punto mmmmm si quieres te regalo el collar, solo límpialo de la sangre!, ¿Ehhh?;

Esa última broma me sacó de quicio, no era bueno para lidiar con jovencitas.

— ¡Bueno señorita Carol se acabó, haz el favor de salir de aquí!— le dije de nueva cuenta dispuesto a sacarla.

— ¡Ohhhhh de nuevo, relájate Black, podemos llegar a un buen trato!, ¡Me encanta hacer negocios!— comentó risueña.

— ¡No me intimidas niña!— le dije burlón y era verdad— ¿Qué tal si te arrebato y destruyo tu USB y te saco por tu cabello?;

— ¡Mmmmm sí, podrías!— me contestó tranquilamente— ¡Pero entonces volverías a tu amarga rutina de seguir soñando con besar y lamer unos pies femeninos, yo podría cambiar eso!;

— ¡Mierda!— pensé en mis adentros. Había leído mis escritos personales, su sonrisa de oreja a oreja así me lo hacía ver. Antes de hablar; ella lo hizo.

— ¡Mira Black, sin rodeos!; ¿Te preguntarás por qué estoy tan tranquila con todo esto y no alarmada y por qué no he salido corriendo de aquí?;

— ¡Sencillo!, ¡Yo conozco bien todos estos sitios, te lo juro!;

Al principio no le creí pero al oírla describirme infinidad de sitios relacionados con el Fetichismo, Femdom y BDSM cambié de opinión.

— ¡Así es, a mí también me encanta y comparto el fetichismo por los pies!;

— ¿Te gusta oler los pies a alguien?— pregunté torpemente pecando de inocencia.

— ¡No grandísimo idiota!— me respondió burlona— ¡Me gusta que a mí me besen y me laman los pies, eso es lo que me gusta!;

— ¡Mira no te creo nada y cómo te dije, no me importa lo que hagas o pienses y ahora largo de aquí, te aseguro que no tengo fama de educado ni cortés!;

Carol sonrió, se movió para atrás con la silla giratoria y subió los pies a la mesa mostrándome sus divinos pies calzados con unas bonitas sandalias negras.

— ¡Mmmmmm eso es por que no te han educado y es raro, recorriendo tantos sitios femdom ya deberías saber cómo comportarte ante una Princesa cómo yo!;

— ¡Lo mío es el fetichismo y nada mas!— le advertí claramente y sin pena alguna— ¡Es verdad, así soy y qué, disfruto adorando los pies de una mujer, por ello me la paso horas y horas en la red y en dichos sitios pero las demás variantes no van conmigo!;

— ¡No te confundas, no soy sumiso ni nada que se le parezca, soy fetichista de los pies femeninos, es todo!;

— ¿Y lo haz echo?;

— ¿Qué?;

— ¡Pues que mas, adorarle los pies a una chica!;

— ¡Pues claro!— contesté orgulloso.

— ¡A prostitutas!— me respondió con total seguridad— ¡Solo así satisfaces tus pasiones y no es la mejor manera, de seguro te tachan de loco y demás!;

— ¡Yo te ofrezco algo distinto, te ofrezco conocer el verdadero placer de entregarte a los pies de una mujer!;

Me sonrojé, lo se por la expresión de risa que vi en su rostro.

— ¡No sabes lo que dices y no confío en ti, tan solo vete y llévate el cadáver de tu perro!;

— ¡Bah!— expresó con fastidio— Te lo regalo, ocúpate de tirarlo, ya no quiero verlo— me dijo dando por zanjado el tema del perro.

— ¿Por qué no pruebas y así te desengañas?— me propuso coqueta.

Pasados unos instantes en los que ambos nos mantuvimos callados; Carol movía frente a mí graciosamente sus pies, invitándome a hacer con ellos lo que me apeteciera en términos de adoración.

No me resistí mucho, era una tentación y oportunidad única en mi vida; así lo entendí y ella así me lo hizo ver.

— ¡Venga Black, tienes una cara que bueeeeeeno, te estás babeando por besarme los pies, ándale date gusto, si después de ello aun quieres que me marche, lo haré!;

¡Fue suficiente!; temblaba de los pies a la cabeza, siguiendo el protocolo que repetidas veces he observado en infinidad de videos en la red, me arrodillé frente a esa belleza, con sumo cuidado la descalcé, lo cual me costó pues en verdad que todo mi ser temblaba mientras ella reía.

Dejé sus sandalias en el piso no sin antes olerlas ligeramente. Eso no fue nada; lo asombroso, lo excitante llegó en el siguiente acto pues nada mas dejar sus sandalias y mirarla ligeramente buscando su aprobación y al obtenerla, rápidamente pegué mi rostro sobre las plantas de sus pies.

¡Por Abraxas!; ¡Qué exquisito olor!; jamás olvidaré ese sagrado momento. Prácticamente restregué mi cara sobre sus plantas, respiré profundo llevándome toda aquella fragancia hacia mis pulmones.

¡Dios!; era una esencia exquisita, embriagadora, penetrante pero verdaderamente cautivadora. Di gracias a los creadores por haber nacido y haberme formado como fetichista y adorador de los pies de las mujeres. Fue una experiencia única que borró todas mis antiguas vivencias con profesionales del sexo con quienes tenía de todo tipo de relaciones, excepto sexuales.

Mi relación con ellas era mecánica, me limitaba a pagarles lo que me pidieran y seguido les devoraba sus pies sin importarme lo que pensaran de mí; la mayoría de ellas reprobaba mi adicción.

Con Carol fue diferente; ligeramente la miré y la chica sonreía, disfrutaba sin duda alguna tanto como yo el momento; le besé y lamí de principio a fin ambos pies, deseé que el tiempo se detuviera y me detuve solo cuando Carol me privó de sus divinos pies apartándolos de mi rostro.

— ¿Verdad que tenía razón?— me preguntó burlona como siempre mientras yo regresaba a la realidad un tanto apenado. Después de todo, me encontraba ante una completa desconocida, menor que yo y ¡Diablos!, ya le había adorado los pies y ella había disfrutado.

— ¡Un momento mas un poco mas!— le rogué al ver que se acomodaba sus sandalias.

— ¡Mmmmmmm bueno!— me contestó— Pero escúchame antes.

— ¡Soy todo oídos!— le respondí mientras me volvía a echar a sus pies y se los cubría de besos.

— ¡Bien Black!; no negarás que hay química entre nosotros. Lo cual era muy cierto.

— Ambos hemos dejado en claro nuestras pasiones pero comprenderás que nada en ésta vida es gratis, mucho menos los placeres mas oscuros que uno no puede mostrar al mundo, en fin, si quieres que esto se repita, tendrás que aceptar mis condiciones.

— ¿Cuánto?— le pregunté sangrón— Te advierto que se de precios.

— ¡No me hables en ese tono!— me dijo pateándome ligeramente con la planta de su pie— ¡Sí, es cuestión de efectivo pero mas que eso, tendrás que acceder a todo cuanto yo te pida!;

— ¡No soy sumiso!— le aclaré.

— ¡Pues yo te convertiré en el mas fiel y devoto sumiso!— me aseguró, inocentemente pensé que bromeaba.

Me quedé pensativo, tratando de aclarar en mi mente toda ésta desenfrenada situación pero Carol no me dio mucho tiempo para pensar. En un parpadeo se secó los pies en mi playera de mi saliva y ágilmente se acomodó sus sandalias, se levantó, me miró altanera; yo continuaba arrodillado en el piso.

Y cruzando sus brazos, me dijo— ¡Bien, sin rodeos!, como te comenté, creo que nos vamos entendiendo, tú disfrutas como un loco con mis pies, yo obtengo ciertas satisfacciones que ya irás descubriendo, entre ellas, que me encanta ser obedecida sin una sola queja, tan solo ser obedecida ciegamente, así que; ¿Qué opinas Black?; ¿Sales del cascarón o continúas en él?;

— ¿Cuánto?— volví a insistirle pensando que de tanto rollo tan solo me pediría dinero y en parte así fue.

— ¡Quiero ese bolso y ese cinturón de piel!— me señaló ambos productos que al igual distribuía y me generaban buenas ganancias.

— ¡Hecho!— le contesté.

— ¡Aguarda, no soy nada barata, valgo mucho mas mmmmmm éstas pulseras!;

— ¡Hecho!— contesté de nuevo. Ella sonrió.

— ¡Bien Black, para empezar esto bastará pero comprenderás que no me vas a engañar con estos artículos!; ¿Verdad?;

La miré fijamente. Ella continuó.

— ¡Quiero que me pagues una membrecía en el gimnasio que está a la vuelta!— me soltó al final muy emocionada.

— ¡Olvídalo!— respondí al instante— Ese gimnasio es carísimo por que es exclusivo para damas, no, eso no.

— ¡Sí es estupendo ahí van mis odiadas primas!— me comentaba sin prestar atención a mi respuesta hasta que al final me respondió— ¿Ah, qué?, ¿Dijiste que no?, ¿Bromeas?;

— ¡No te voy a pagar esa membrecía!;

— ¡OYE PERO TENEMOS UN TRATO!;

— ¡Sí y tú estás abusando!;

Sonrió ligeramente, tomó mi cajetilla del aparador, extrajo un cigarro, lo encendió y después de dos largas caladas me dijo burlona— ¡Sí me voy tú sales perdiendo, bien lo sabes, puedes seguir en tu escondite o disfrutar y explorar a mi lado, si bien no eres millonario pero ambos sabemos que no te llevará a la quiebra pagarme una puta membrecía, créeme, valdrá la pena!;

Enseguida dio otra larga calada a su cigarro e increíblemente en ese lapso accedí. No se por qué, aun en día a veces me detengo a pensar que rayos pasó. ¿Fue su sonrisa?, ¿Su expresión picante y refinada?; ¡No lo se!, solo se que estaba frente a una belleza, una Diosa de carne y hueso, perfecta de los pies a la cabeza y que lo mejor de todo, compartía y no se alarmaba por mi pasión hacia los pies femeninos.

No iba a perderla, mención aparte de que desde el primer instante fluyó una tremenda comunicación entre nosotros, como si nos conociéramos de años; como bien ella misma lo mencionó, hubo química, en sí, me bastó con sentirme emocionado y como el corazón solo entiende de emociones, me dejé guiar por él.

— ¡Hecho!— contesté finalmente.

— ¡Vaya!— bromeó conmigo mientras me abrazaba y me besaba en la mejilla. ¡Dios Abraxas!, ¡Qué delicia!, sentí que me volvía seda ante esa encantadora caricia.

— ¿Eres Gay?;

— ¡Claro que no!— contesté asustado.

— ¡Jajajajajajajajajajajajaja!— rió alegremente— ¡Coño es que como que te cohíbes!— se burló de mí.

— ¡No es nada!— me defendí.

— Recuerda que tienes que acceder en todo Black.

No le contesté, tan solo la miré también burlón.

— ¡Ja, ya aprenderás!— comentó— ¡Bueno, ya se me hizo tarde!; ¿Me llevas a mi casa?; supongo que el auto de afuera es tuyo.

— ¡Ehhhh sí!— le dije— Es solo que mira, que pena, aun no cierro y caray, no quisiera perder ventas, con eso ahora de tu membrecía— bromeé con ella pero una tierna y a la vez seductora miradita que me regaló, me hizo cambiar de opinión y presuroso cerré el negocio.

En el trayecto a su casa; Carol me comentó lo mas relevante de la situación por la que pasaba su familia; sentí pena por ella, en ese corto tiempo le había ya tomado mas que cariño, le ofrecí mi apoyo y ella me agradeció gentilmente el gesto aunque también me dijo que tendríamos que irnos con cuidado pues en especial, la famosa prima Vianey era en verdad de cuidado.

Volví a reiterarles mi apoyo al llegar a su casa, ya en presencia de su madre; una señora relativamente joven y de muy buen ver a pesar de la dura jornada de trabajo a la cual estaba acostumbrada y de la señorita Carmen, la hermana mayor de mi ama, con la que simplemente quedé sin palabras.

Era un tanto más bajita que Carol, ¡Pero que bella era!; cachetoncita mmmmm en verdad tenía al igual su encanto como lo tenía mi ama quien incluso bromeó que al tomar confianza con su familia, ella se encargaría de que yo disfrutara con los pies de su hermana y hasta de su madre y cumplió su palabra.

El caso fue que la respuesta también fue la misma por parte de doña Sagrario ante el ofrecimiento de mi apoyo, debíamos andarnos con mucho cuidado.

Los días pasaban; por mi parte pagué la bendita membrecía y Carol feliz en el gimnasio. Al paso de unos días me llevé otra tremenda sorpresa, cortesía de mi bella ama.

Continuará……………………………………………….

viernes, 1 de abril de 2011

CAROL 2

La familia de Carol había pasado y padecido en mucho tiempo sus mas y sus menos. Su madre; Sagrario, la mayor de dos hermanas, las había parido muy joven teniendo buena venta y malas ganancias. El padre de Carol y Carmen tan solo se había servido de Sagrario en dos ocasiones dejándole aquellos dos retoños y abandonándola a su suerte a lo que lo poco o mucho que de educación y sustento se tratara había corrido siempre por cuenta de su madre que agradeció que sus padres antes de fallecer, por ser la mayor, le heredaran un pequeño e insignificante rancho que en algo la ayudaba pero lo dicho, no era la gran cosa.

No era propiamente lo que uno se imagina al oír la frase: “Le heredaron un rancho”. Rocío; la menor, había tenido mejor suerte al contraer matrimonio con un importante empresario a lo que no le importó la mísera herencia de la que se hizo acreedora su hermana.

Sagrario y Rocío nunca habían congeniado, nunca se habían llevado bien a lo que cada quien hacía su vida pero en una época de verdaderas penas y miserias que Sagrario sufría junto con sus hijas se vio mas que obligada a recurrir y solicitar la ayuda de su hermana menor quien prácticamente vivía en un palacio, repleta de lujos y todo tipo de caprichos que se daban ella y sus hijas y ahí se empieza a coser la historia.

Rocío se dio el gusto de tratar no mal, fatal a su hermana; en conclusión, le hizo ver que se jodiera y que no la molestara con sus tristezas y miserias. Sagrario indignada trató de salir adelante pero le resultaba imposible, en especial por qué quienes se fajaban con el trabajo eran ella y Carmen.

Carol era la consentida, tanto su madre y su hermana la adoraban, la llamaban cómo hasta la actualidad, cariñosamente: “Princesa”. Y la hacían vivir como tal, a la medida de sus posibilidades a lo cual Carol se acostumbró a verse complacida siempre y a no mover un solo dedo en la casa sino limitarse a ser servida a sus anchas.

El caso es que la desesperación invadió de nuevo a Sagrario; no tenía a quien mas recurrir a lo que volviendo a tragarse su honra, volvió a caer en las garras de su estirada hermana y volvió ya no a pedirle, a rogarle que la ayudara ante las risitas estúpidas de sus sobrinas que en ese entonces rondaban Vianey en los 18 años y Ruth en los 15 pero nada, a pesar de ruegos y mas ruegos; Rocío se volvió a despachar a su hermana que abatida se disponía a marcharse de la lujosa mansión hasta que repentinamente se vio detenida al oír hablar muy animada a la mayor de sus sobrinas que la veía como todo, menos como su tía ni mucho menos con respeto.

— ¡Oye mami!, a todo esto; ¡Aún no nos mandan a la nueva sirvienta!— comentó Vianey con sarcasmo a su madre, lanzándole una clara indirecta a su tía.

— ¡No aun no!— le contestó su madre.

— ¡Bueeeeeeeno pues si mi tía anda taaaaan urgida!— dejó la frase al aire hablando sin rodeos.

Por unos instantes todas permanecieron en silencio asimilando la propuesta de la joven; Sagrario sentía erizada la piel. Vianey concluyó.

— ¿Por qué no?, ¿Qué dices tía?; nada en esta vida es gratis, estás urgida, quieres ayuda, bueno, gánatela trabajando para nosotras, claro está, necesitamos una sirvienta y no promesas de que nos pagarás hasta el último peso de un préstamo o sea, gánatelo, digo, si en verdad necesitas el apoyo pues ahí está.

Rocío no habló pero se sonrió con su hija satisfecha de su intervención al oír contestar resignada y triste, con la mirada clavada en el piso a su hermana.

— ¡Acepto!;

La cosa no quedó ahí, tan solo era el principio de muchos acontecimientos que se darían producto de un plan muy bien trazado por parte de Vianey, en el cual implicaba la participación forzada de sus primas con las que no solo no se llevaba bien sino que se odiaban y Sagrario lo sabía bien, todas lo sabían.

Y apenas y Sagrario estaba meditando la mejor o menos vergonzosa manera de decirles a sus hijas que trabajaría como sirvienta en casa de su hermana en cuanto Vianey le soltó la siguiente y mas pesada parte de su plan como condición primordial para otorgarle el trabajo.

— ¡Solo queda un detallito querida tía!— le comunicó a Sagrario la arrogante Vianey en tono irónico— Y ese detalle es que necesitamos dos empleadas mas aparte de ti a lo que veo de maravilla que nuestras nuevas sirvientas sean tú y tus hijas; ¿Qué dices mami?;

— ¡Perfecto!— contestó feliz Rocío— ¡Muy buena idea y servirá para pulir un poco ese carácter y esos aires de superioridad que siempre ha tenido Carol!; ¿No te parece Sagrario?;

Ésta no contestó. Lo hizo después de unos instantes de profunda meditación.

— ¡No puedo hablar por mis hijas, por favor Rocío ayúdame, dame el trabajo aunque sea solo a mí!;

— ¡Mmmmmm!— expresó Vianey contestando a su tía en vez de su madre— ¡Ya veremos, por ahora ya te puedes retirar, tenemos actividades mucho mas importantes que estar hablando de nuestras nuevas sirvientas!— se burló la joven viéndose apoyada por su madre y su hermanita.

— ¡Te esperamos mañana a primera hora con tus hijas tía oh y aprovecho para pedirte que me las saludes, en especial a Carmen!; ¿No hay rencores verdad?;

Su tía no le contestó; se limitó a marcharse. Pasado un rato, Sagrario llegaba a su casa, sus hijas la esperaban con la expectativa de saber sí ésta vez había tenido suerte en su visita a su hermana. Carol y Carmen querían al menos saber si ésta vez valió la pena que su madre se rebajara de nueva cuenta ante su hermana menor y sus estiradas hijas pero lo que oyeron de viva voz de su madre fue la honorable oferta de trabajo que le había echo en especial Vianey.

— ¡MIERDA!— exclamó furiosa Carol— ¡Malditas perras!, siempre te lo he dicho madre, nos odian nos odian a las tres y por mi parte son correspondidas.

— ¡Sí hija qué le vamos a hacer!— le respondió angustiada Sagrario— La vida ha sido así; consentida con Rocío; su tía y sus primas y malvada con nosotras; el caso es que estamos hasta el cuello de deudas, no tengo mas opciones, el problema Princesa es que cómo te dije, tu prima fue clara al decirme que solo me darán el trabajo sí ustedes también trabajan para ellas o sea las tres o ninguna.

— ¡Nos quieren humillar!; ¿Es que acaso no han tenido suficiente?— habló ésta vez Carmen con lágrimas en los ojos.

— ¡Créanme que me duele en el alma!— confesó Sagrario.

— ¡Lo se mamá, no te preocupes!— le respondió Carmen que al ser la mayor se tomaba siempre mas responsabilidades aparte de ser igual mas comprensible y sencilla y así lo demostró.

Con su expresión le hizo entender a su madre que estaba dispuesta a cooperar aun a costa de seguir comiéndose el orgullo ante su odiada prima Vianey. Carmen y Sagrario se quedaron mirando a Carol pidiéndole su decisión y ésta al sentirse presionada rompió a llorar desconsoladamente.

— ¡No no quiero por favor mamá no quiero nunca he trabajado y no lo haré ahora como una vulgar sirvienta y menos de las putas de mis primas!;

Las palabras expresadas con sentimiento y amargura por Carol contagiaron a su madre que al igual comenzó a llorar. Carmen se hizo la fuerte y abrazó a su hermanita.

— ¡No llores Princesa, sabes que odiamos verte llorar, cálmate, tú nunca trabajarás siquiera un segundo al servicio de esas malditas, trabajaremos yo y mamá, con eso tendrán suficiente!;

— ¡PERO ES A TI A QUIEN QUIEREN CARMEN!— le gritó Carol histérica— Vianey seguirá humillándote y restregándote en la cara que anda con Roberto.

— ¡Ya lo se pero no hay mas Princesa en ésta jodida vida no tenemos de donde mas agarrarnos!— se expresó con amargura Carmen— ¡Pero no les daremos el gusto de que te vean humillada a ti ante ellas, eso nunca!, pues conociendo a Vianey y a Ruth deben estar frotándose las manos para tratarte como se les venga en gana.

— ¡Nos quieren a las dos, no creo que Ruth haya olvidado la paliza que le dieron tú y Liliana, no se hable mas mamá, mañana a ti y a mí nos espera un duro día pero a ti no Princesa así que tranquila!;

Carol se refugió en su hermana abrazándola con todas sus fuerzas como muestra de su agradecimiento.

— ¡Pero hija!; Vianey fue muy clara, las tres o ninguna.

— ¡Ya verás que aceptarán, si es cierto que a quien mas disfrutarían lastimando es a Carol pero conmigo a tu lado tendrán para restregarnos en la cara sus grandezas!;

Un nuevo día llegó y a sus primeras horas Carmen y su madre tras suspirar y persignarse tocaron el timbre de la residencia de la señora Rocío quien en compañía de sus hijas salieron a darle la bienvenida a su nuevo personal doméstico llevándose la desilusión las tres al no ver por ningún lado a la hermosa Carol.

Tras discutir, alegar y unas cuantas rabietas tanto de Vianey y Ruth; éstas y su madre decidieron al final darles el empleo.

— ¡Por eso esa mocosa no escarmienta por qué ustedes la hacen soñar!— le dijo Rocío a su sobrina y a su hermana en referencia a Carol.

— ¡No importa!— comentó Vianey— ¡Aprovechemos lo que tenemos!— y al momento de cruzar su mirada con la de Carmen le susurró— ¡Te espera un infierno primita, eso te lo garantizo!;

Carmen prefirió ignorarla y seguir a su madre aunque a partir de ese instante comenzaba en efecto, su infierno en esa casa.

Siendo Vianey la mayor y con la completa aprobación de su madre, fue quien se hizo oficialmente cargo de la supervisión del servicio doméstico, lo cual estaba mas que gustosa en hacerlo por la sencilla razón de que despreciaba en absoluto a su prima y aprovecharía cualquier detalle, cualquiera, para hacerla sentir mal, mucho mas de lo mal que ya la había echo sentir al volarle descaradamente al novio.

¡Sí!; ese era el motivo principal por el cual las primas se odiaban. Todo había sucedido apenas unos meses en que Carmen andaba perdidamente enamorada de su novio Roberto y el chico de ella y tanta dulzura y felicidad no le hizo gracia a su prima Vianey con la que de por sí nunca se habían llevado bien producto de la enemistad que también se daba entre sus madres.

El caso es que Vianey sedujo con todos sus encantos y su dinero al joven Roberto que cayó redondito, al ser de bajos recursos prefirió el vivir un tanto mejor por encima del amor.

Carmen era y es todo un bombón, gruesa, blanca, un tanto cachetona; eso sí, un tanto bajita pero con unos pechos y un trasero que a cualquiera se le antoja saludar y Roberto la amaba pero lo dicho, el joven harto de pasar miserias, vio la luz directa al paraíso en cuanto Vianey le coqueteó descaradamente con la única intención de destruir la relación de su prima.

En todo esto, no hay duda que el ganón al menos al principio fue Roberto pues la señorita Vianey era hermosa por describirla en una sola palabra; tenía el cabello largo y ondulado, era alta y delgada y se caracterizaba especialmente por ese carácter déspota y arrogante hacia los demás a quienes consideraba inferiores a ella por el hecho de no ser de su misma condición social.

Total que Roberto obedeció al pie de la letra a Vianey y en presencia de ella rompió su relación con Carmen quien se volvió un mar de lágrimas ante la humillación a la que su prima la sometió al gritarle que Roberto finalizaba dicha relación para iniciar una nueva con ella y que incluso ya salían y se veían mientras que Carmen continuaba creyéndose el amor de Roberto.

El condenado patán cooperó y actuó a la perfección todo cuanto Vianey le impuso a cambio de una considerable cantidad de dinero; lo había comprado y él se había dejado comprar ignorando su dignidad pues bien sabía que Vianey no lo quería pero a él no le importó al igual que tampoco valoró el sincero amor de Carmen. Todo le pareció nada al ver la cantidad de dinero que Vianey le ofreció.

Fueron días difíciles para la familia de Carol. La pobre Carmen no comía, se estaba dejando morir; siempre había rivalizado con Vianey al ser de la misma edad y Carol con Ruth al coincidir igual en edades pero ésta parecía ser la última batalla y Vianey la había ganado; se había burlado de su prima, la había destrozado moralmente.

Carmen amaba a Roberto con todas sus fuerzas y la pobre se quería morir al no poder salir ni a la esquina y verse interceptada por la nueva pareja besándose frente a ella. Carmen se abandonó; siendo siempre de un carácter pasivo no veía cómo salir de esa terrible depresión y Vianey parecía no cansarse de arruinarle la vida.

Siempre lo había echo, a decir verdad, era Vianey quien siempre comenzaba los problemas y a pesar de que Carmen siempre trataba de evitarla, nada; Vianey siempre la fastidiaba.

Carol era lo contrario; a pesar de ser la menor era la más dominante en carácter y valientemente se enfrentó a sus primas y defendió a su hermana pero no fue suficiente.

Una tarde, Carol se encontró a la pareja; sin mediar palabra, le escupió la cara a Roberto e intentó hacerlo con Vianey pero el patán trató de golpearla; suerte que Carol corrió como nunca y no lograron alcanzarla.

El último incidente se produjo entre Carol y Ruth. Carol siempre andaba con su mejor amiga; Liliana, una chica de su misma edad, ambas a punto de cumplir los 16. Liliana era al igual de origen humilde y por la amistad de Carol, compartía con ella el odio hacia sus primas.

El caso fue que Carol y Liliana andaban en uno de esos días muy emocionadas pues participarían en un desfile carnavalesco; tenían ya listo su carro alegórico para lo cual trabajaron muy duro y nomás no se les hizo.

Ruth y Vianey pagaron a unos delincuentes para alterar el carro y así lo hicieron; alteraron el carro y justo al momento en que Carol y Liliana y unas cuantas chicas mas se subían al carro, éste se les vino encima con todo y su escenario de dragones cubriéndolas por completo.

Al lograr salir asustadas y con algunos raspones; suerte que no se hicieron daños severos; se encontraron con las carcajadas de sus primas haciéndoles ver claramente que habían sido ellas las causantes, con el único fin de ridiculizarlas frente a la gente y arruinarles su desfile.

Carol y Liliana se le quisieron ir encima a éstas pero Vianey que pensaba en todo, remató su lindo día llamando a las autoridades y haciendo detener a su prima y a la amiga de ésta. Carol y Liliana lloraron las dos horas que se pasaron detenidas hasta que gente de la comunidad que habían presenciado el incidente y sabían de la injusticia cometida por la joven Vianey, pagaron la multa para que dejaran salir a las menores.

Pero Carol era astuta y a la semana ella y Liliana interceptaron a Ruth y se la surtieron a golpes. Carol ríe aún cuando recuerda cómo abofeteó hasta hartarse a su odiada prima con ayuda de su amiga Liliana.

Extrañamente no hubo represalias por parte de la familia de Ruth.

Pero bueno; volviendo a la época en que Carmen y su madre trabajaron al servicio de la señora Rocío; nada mas ultimar detalles, Vianey con una sonrisa de oreja a oreja les dio la primera desagradable sorpresa al hacerles entrega de sus uniformes clásicos de sirvienta, poniendo especial atención en Carmen, disfrutando degradándola en cuanto le comunicó que su madre se encargaría de servir a la madre de ella y a su hermanita y Carmen la serviría a ella, a la estirada señorita Vianey aparte de cooperar con su madre en cuanto ésta no la ocupara.

¡Pobre Carmen, cuanto la humilló y la hizo sufrir la malvada Vianey!; la verdad que el odio que Carmen generó en su interior hacia su prima, bien ganado se lo tenía; aun así, en la actualidad, Vianey no inspira otro sentimiento que el de pena y lástima ajena.

Vianey no le perdonó una sola falla ni a su prima ni a su tía desde el primer día que las tuvo a su disposición.

— ¡EL PISO NO BRILLA, NO QUIERO QUE ESTÉ LIMPIO, QUIERO QUE BRILLE!— le gritó en una ocasión a su tía con la única intención de humillarla al patearle el cubo de agua sucia, volviendo a manchar el piso.

La señora no pudo evitar llorar de impotencia al tener que tragarse las insultantes palabras de la arrogante joven y con pena de sí misma, Sagrario fue por otro cubo de agua y ante la presencia de sus sobrinas, se arrodilló de nuevo ante las claras risitas burlonas de éstas a fregar de nuevo el piso.

Con Carmen era lo mismo. Vianey la hacía repetir todo; planchado, lavado, limpieza en general. ¡Todo se lo hacía repetir y por todo la ofendía!;

Carmen toleraba y sufría y maldecía en silencio pero le fue imposible tolerar y hacerse la fuerte un día en el que tocaron a la puerta; su madre abrió. Carmen se encontraba fregando el piso de la sala, en ese momento tembló al oír claramente la voz de Roberto.

Vianey, quien ya lo esperaba, bajó a recibirlo.

Sagrario sin más, compadeciendo a su hija, regresó a sus obligaciones. Carmen trató de marcharse de la sala pero Vianey se lo impidió comentándole clara y cruelmente— ¡No te preocupes Carmen, no nos molesta tu presencia, por el contrario, nos sirves de compañía!; ¿Verdad mi amor?; ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!;

El maldito Roberto sonrió apoyando lo dicho por su novia.

— ¡Venga sirvienta, continúa fregando el piso!— le ordenó Vianey a su prima observando con desprecio cómo ésta humillada y arrodillada la obedecía llorando en silencio mientras que ella y su novio se acomodaban en el mueble frente a Carmen para acariciarse y besarse.

Después de unos minutos, Vianey ordenó a Carmen que les llevara algo de tomar. Así lo hizo Carmen llevándoles a cada quien un vaso de limonada; recibiendo en su rostro un asqueroso salivazo por parte de su prima.

— ¡Estúpida, le falta azúcar, eres una inepta!— le gritó Vianey después de escupirle el líquido a la cara y no contenta terminó por arrojar todo el contenido del vaso al rostro de la muchacha.

Carmen no soportó la humillación y rompió a llorar pero eso no logró que Vianey se compadeciera.

— ¡No te quedes ahí parada estúpida, mira cómo me han quedado mis zapatos, rápido, ve por un trapo y límpiamelos antes de que te corra junto con tu madre y termines por limpiarme los zapatos con la lengua, lo cual no estaría para nada mal jajajajajajajajajaja!— se carcajeó la joven mientras que Carmen corría presurosa por un trapo y trataba de mentalizarse de que pronto pasaría el día.

¡Pobre!; cuanta humillación estaba sufriendo y sufrió al tener que arrodillarse a los pies de su prima y de su ex novio para tener que limpiarle los zapatos mientras que estos se besaban.

Al final Vianey la humilló aun mas obligándola a limpiar también los zapatos del joven, con el pretexto de que también se habían salpicado de limonada. Roberto al principio se negó pero terminó por complacer a su novia.

— ¿Así están bien amor?; Por qué Carmen se puede pasar todo el día limpiando tus zapatos hasta que brillen si así se lo ordeno; ¡Para eso es mi sirvienta!— recalcó lo último mirando con desprecio y altanería a su humillada prima.

— ¡Ya están bien!— comentó Roberto.

Ese día, por la noche; Carmen llegó muerta mas moral que físicamente a su casa y con justa razón. En el camino se la había pasado llorando y suplicando a su madre de ya no regresar pero al final aceptando que no les quedaba de otra, al menos hasta que les pagaran su primer sueldo ya verían que hacer aunque el panorama se les seguía pintando oscuro.

Pero a pesar de todo, Carmen al llegar a su casa, le brindaba siempre la mejor de sus sonrisas a Carol y ésta que hasta ahora no alcanzo a comprender el excesivo amor de su hermana que se desvive por servir a su hermanita; se aprovechaba de la situación.

Esa noche, Carol escuchó con atención la triste anécdota del día de Carmen contada por su propia hermana mientras le daba su masaje de todas las noches a sus pies. Carol permanecía estirada en su mueble favorito leyendo, al oír a su hermana soltó su revista y le comentó apenada— ¡Ay Carmen perdona, no sabía, maldita Vianey maldita sea, mira y encima yo te tengo a mis pies masajeándomelos, con lo molida y abatida que debes estar!;

— ¡Oh no no Princesa para nada, bien sabes que lo hago con gusto, venga hermanita, que mis tormentos no te aflijan, venga relájate!— le decía Carmen como siempre, llevándose los pies de Carol a sus labios y besándole las plantas sin sentirse para nada humillada.

¡Era amor!; amor sincero hacia su hermanita y se lo demostraba en extremo al besarle con humildad las plantas de sus pies. Así la habían acostumbrado y Carol se sentía dichosa y para ella era de lo más normal que tanto su madre como su hermana le besaran los pies.

— ¡Jijijijijiji bueno burra, si tú lo dices!— se rió Carol sonrojándose ante tal muestra de entrega por parte de su hermana— ¡Ay Carmen, si tuviera en este momento enfrente a esas perras, las mato, te lo juro!;

— ¡No lo dudo Princesa, no lo dudo!— le contestó sonriente Carmen.

Así pasaron otros días hasta que llegó el día en que les pagaban, lo cual esperaban con ansias aunque Carmen no imaginó que ese día, la puta de Vianey, la sometería a otra humillante actuación para divertirse con su desgracia.

Caía la tarde; ese día saldrían más temprano. Sagrario se adelantó y Carmen iba camino a la sala en donde sus primas la esperaban con el sobre de su sueldo. Carmen tan solo pensaba que le darían el sobre y enseguida alcanzaría a su madre, no fue así, antes se burlarían de ella.

Vianey y Ruth se encontraban cómodamente en un mueble sonriendo en complicidad mientras que Vianey se pasaba de una mano a la otra el sobre que contenía el dinero, fruto del trabajo de Carmen y Sagrario.

— ¡Mira prima, justo aquí tengo su dinero!— le dijo con una maliciosa sonrisa Vianey al momento que le mostraba a Carmen el sobre— ¡Dinero que no se merecen!— añadió de pronto— ¡Por qué tú y tu madre son unas ineptas, nada hacen bien, por lo tanto, no les pagaré y háganle como quieran!;

— ¿Queeeeeeeeeeeeeeeee?; ¡NO NO PUEDES HACER ESO!— gritó Carmen indignada y asustada a la vez.

— ¡Puedo y lo haré!; ¿No es así hermanita?;

— ¡Sí, así es!— exclamó Ruth alucinada como siempre con el comportamiento de su hermana.

Carmen se vio desarmada. Vianey tenía razón. Podía y quería hacerlo; si se negaba a pagarles, ¿Ella que podía hacer?, ¡Nada!; tan solo marcharse.

— ¡Por favor!— exclamó angustiada Carmen— ¿Qué no has tenido suficiente?— le habló con lágrimas en los ojos la pobre Carmen.

— ¡Mmmmmmm no!, ¿Vieras que no?— le contestó riéndose su prima— ¡Bueno, largo, vete, mañana me buscaré otras sirvientas menos brutas que tú y tu madre oh y me saludas a Carol!;

Carmen no controló sus sentimientos y rompió a llorar aun más fuerte.

— ¿Lo quieres?— le preguntó ésta vez, quisquillosa; Ruth quien había tomado de pronto el sobre de la mano de su hermana.

Carmen tan solo suplicó lloriqueando— ¡Sí, por favor, se los suplico, lo he trabajado con mi madre, ese dinero es nuestro!;

— ¡Sí pero no lo han trabajado del todo bien!, pero coño, para que veas que estoy de caritativa; ¿Lo quieres?— volvió a hacer la misma pregunta ésta vez Vianey y sin esperar respuesta, le ordenó— ¡Arrodíllate y suplícame que te lo entregue!;

¡Pobre Carmen!; temblaba de pies a cabeza ante tal injusticia, temblaba y lloraba de rabia e impotencia.

Continuará………………………………………………….