viernes, 1 de octubre de 2010

CAMBIANDO EL DESTINO 9

REBECA PADILLA.

Al otro día y con toda la calma del mundo, Rubí pasó a buscar a Sarahi cerca de su casa pues Sari por el momento le estaba ocultando todo lo acontecido a su madre a lo que fingió amnesia a todo lo que ésta le preguntó al contarle lo preocupada que se encontraba doña Rosa al haber amanecido y no tener noticias de su Normis.

Sarahi abordó el auto de Rubí y partieron para la escuela junto con Peque; apenas llegaron se dirigieron presurosas y muy divertidas hacia el baño y la sonrisa en las tres chicas fue aún mayor al situarse justo a la puerta del baño, pegar los oídos y percatarse claramente de los débiles quejidos y lamentos de la pobre Norma en clara prueba de que estaba sufriendo horrores.

Sarahi se tomó su tiempo hasta que abrió la puerta y entró seguida de sus amigas para de nuevo quedarse por unos instantes contemplando a Norma hasta que Peque se compadeció tantito al ver las conmovedoras lágrimas que corrían por las mejillas de Norma, aún así, para mostrarse fuerte, le obsequió un salivazo en la cara a Norma rindiéndole frutos al lograr sacarles una sonrisa tanto a Rubí como a Sarahi; entonces Peque le despegó de una forma agresiva a Norma la cinta.

Al momento, una miedosa Norma lejos del orgullo y la altanería que alguna vez mostró inclusive a Rubí; escupió las bragas de Sarahi, las cuales estuvo saboreando por toda la noche, esto después de que al igual Peque la desatara dejándole libre cabello, piernas y manos. Norma quedó fulminada por un momento en el piso incapaz de mover un solo músculo pero tan pronto pudo moverse, para sorpresa de Sarahi y de todas que se esperaban mínimo unas cuantas maldiciones, Norma se arrastró hasta los pies de Sarahi y de nueva cuenta pretendió besárselos e implorarle su ayuda pero a Sarahi le dio asco el estado en el que se encontraba Norma pues inclusive la infeliz se había hasta orinado encima por la noche a lo que Sari indignada le apartó la cara con una leve patada.

¡Quita idiota, como pretendes besarme mis zapatos habiendo tenido en tu puta boca toda la noche mis bragas meadas, guacala!;

Rubí y Peque se rieron pero Norma no se dio por vencida.

¡Ayúdame Sarahi, sácame de aquí, te lo ruego, haré lo que quieras, lo que quieras pero aléjate y aléjame de ésta malnacida!;

Rubí lejos de indignarse tan solo se sonrió aún mas, hizo ademán de acercarse a Norma pero en ese momento timbró su celular, con suma elegancia lo tomó del bolsillo de su blusa, contestó y en segundos una cruel sonrisa se plasmó en su rostro dedicándoselas a todas en especial a Norma; todas estaban a la expectativa de Rubí que tan solo se limitó a decir a quien le había llamado en un tono dulce, meloso— ¡en el baño zorrita!— dicho esto colgó e intercambió sonrisas con Peque; no habló mas ni ante la insistente terquedad de Sarahi que quería saber quien le había llamado.

Tan solo transcurrieron unos cuantos minutos y la puerta del baño se abría para mostrar una hermosa figura femenina, Rebeca Padilla hacía de ésta forma su aparición. Rebeca Padilla era tal cual como Rubí en todo y congeniaban de maravilla aunque competían siempre sanamente por demostrarse siempre una a la otra quien era más cruel.

Rebeca era una huerita hermosa pero no era cualquier huerita, no era una mas, pues hueritas hermosas hay muchas; tenía el cabello precioso, ondulado que le llegaba a la altura de sus hombros, ojos verdes; pero también hay muchas hueritas con los ojos verdes y el cabello ondulado, ¡pero no como Rebeca!, ella era diferente, tenía un físico impresionante, igual de hermosa y popular como Rubí, simplemente su presencia era igual de aplastante como la de Rubí, físicamente estaba muy bien proporcionada de pechos y de todo, con una complexión mas que atlética.

Pero no era eso lo que resaltaba en Rebeca, no, lo que resaltaba de ella y que le gustaba a Rubí y aterraba a Peque, ¡era su crueldad!; Rebeca tenía esa fama de ser cruel, déspota, sádica; lo dicho, tal cual como Rubí pero claro está que al igual tenían sus diferencias y Rubí tenía ese encanto único propiedad de ella; Peque, su inocencia que cautivaba a Rubí y Rebeca su crueldad sin límites.

Tenía cosa de unas semanas que Rebeca se había ausentado de la escuela para acompañar encantada a su madre, la hermosa Yadira, a un viaje de placer y mas que nada a ordenar y dejar muy en claro la nueva situación en su hogar de la que mas adelante se hablará. Ahora de nuevo regresaba con la curiosidad en extremo desde que Rubí le contó su pequeño dolor de cabeza llamado Norma y todos sus desplantes y apenas un día anterior, esa curiosidad en Rebeca creció aún mas al ponerla Rubí al tanto de todo, de cómo la habían sometido con la ayuda de Sarahi a quien Rebeca conocía pues Sari también le hacía anteriormente los deberes a la huerita Padilla como la llamaba cariñosamente Rubí.

Sin perder tiempo, Rebeca preguntó— ¿y ésta?— haciendo referencia a Sarahi al momento que se le acercaba ignorando por completo a Norma, bueno, tan solo la miró por unos segundos con absoluto desprecio al verla en tan miserable estado.

¡Yo soy Sari!— contestó rápidamente Sarahi haciendo gala con una de sus mejores sonrisas— ¿no me recuerdas?; yo soy la que mmmmghhh….

Rebeca no la dejó terminar pues le había sujetado la cara impidiéndole hablar al clavarle sus largas uñas pintadas de rojo.

¡Ya se quien eres niña!; no te lo pregunté a ti sino a mi amiga y aunque sí te conozco no te recuerdo tanto tan solo vagamente.

¡Mmmmmmmgggghhhhhh!— Sarahi se quejaba. Rebeca la estaba lastimando pero mas que nada la miraba morbosamente como pretendiendo devorársela.

Pocos sabían, mas bien solo Rubí y Peque que Rebeca era una empedernida lesbiana y que sin duda alguna se estaba quedando flechada ante la belleza de Sarahi pero su fuerte y orgulloso carácter le impedía de momento ser mas cortés y educada con Sari que a pesar de conocerla nunca la había tenido tan cerca de ella pues sus deberes, Sari siempre se los entregó a Peque y ésta a Rebeca por lo que no había tenido esa oportunidad de tratarla.

Rubí se sonrió a gusto— ¡aquí va de nuevo ésta puta lesbiana!— pensó Rubí maliciosamente en su interior muy divertida recordando todas las veces que Rebeca le había propuesto andar como pareja para después echarle la culpa al alcohol ante llevarse siempre negativas por parte de Rubí.

¡Pues como oíste huerita Padilla, ésta es Sari y se pinta sola para patearle el culo a esa puta!— comentó alegremente Rubí señalándole a Sarahi y seguido mirando con burla a Norma.

¡Aaaaaajá claro!— se expresó de pronto Rebeca muy divertida para comentarle a Sarahi al tiempo que se tronaba los dedos— ¡claro claro ya te recuerdo Sari o mejor dicho quiero quiero quiero jajajajajajajajajajajajaja!— se rió a gusto Rebeca mientras meneaba su cabello burlándose de Sari que había enrojecido por completo y que no buscaba donde meter la cara en el momento en que Rubí contribuía haciendo mayor la burla pues se abrazó con Rebeca y ridículamente movieron la cabeza a los lados al mismo tiempo gritando y carcajeándose— ¡quiero quiero quiero!;

Sarahi permanecía con cara de boba al no poder interpretar si se expresaban hacia ella en forma de broma, de burla o de desprecio; por que con esas chicas nunca se sabía. Peque acompañaba a Sarahi en su incómoda situación al permanecer paradita detrás de Rubí; se sentía nerviosa y opacada al no ser invitada por Rubí a unirse a la burla; así permanecieron unos instantes hasta que Rebeca abrazó de nuevo a Rubí y la besó en ambas mejillas.

¡Te extrañé Pingüino!;

¡No me digas Pingüino en público maldita huera Padilla!— le gritó Rubí apenada inflando las mejillas para de paso divertir a su amiga quien al llamarla Pingüino la hacía remontarse a una entretenida y graciosa anécdota de la infancia a lo que hasta la fecha Rebeca la burlaba en ocasiones llamándola Pingüino pero ese trato era solo entre ellas y en la intimidad pues ni Peque se atrevía a llamar Pingüino a Rubí y no por que a ésta le molestara sino simplemente era un trato muy personal que le permitía a Rebeca y a la chica que precisamente la había bautizado con aquel sobrenombre, aquella chica, la única que podía presumirle al mundo de tener prácticamente hechizada a la caprichosa señorita Panty, solo ante aquella joven, Rubí se deshacía por complacerla, no ante Rebeca, menos ante Peque; solo ante aquella joven, Rubí cambiaba, no se sometía, que quede claro pero lo dicho, cambiaba y cedía.

¿Pero me extrañaste?— preguntó Rebeca con una expresión tierna en su rostro.

¡Siiiiiiiiii!— exclamó feliz Rubí.

¡Bueno pues venga, vamos al auto, traje regalitos!;

¡Ehhhhhhhhhhhhhhhhh regalitos!— gritó alegremente ésta vez Peque pues la palabra regalitos la hizo reaccionar— ¿para mí también verdad?— preguntó entre asustada y graciosa Peque al ver que Rebeca y Rubí la miraban con curiosidad ante su chistosa reacción.

¡Sí Peque, para ti también!— le contestó Rebeca burlona.

¡Ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!— volvió a festejar Peque.

¡Pues andando!— comentó Rebeca.

¡Esperen!— intervino Sarahi— ¿Qué haremos con ésta?;

¡Oh, ese es tú problema Sari, te la regalo!— le respondió burlonamente Rubí.

¡Nooooo espera Rubí, espera por favor!— le dijo preocupada Sarahi— ¡no puedes irte, no pueden irse y dejarme sola con esto, agradezco que me la regales pero yo que coño hago sola!; ¿A dónde la llevo y como me la llevo?;

¡Upss!— se expresó maliciosamente Rebeca.

¡Ay Sari no fastidies!— le dijo Rubí con expresión de aburrimiento— ¿Qué no ves que quiero mis regalos?; ¡Quiero quiero quiero!; ¡Bueeeeeeeeeeno coño!— le contestó al final de mala gana Rubí al ver que Sarahi la miraba fijamente pero ahora Rebeca se hacía la difícil.

¡Ah no Rubí sabes que odio esperar, así que ándale vamos al auto por los regalos o te juro que los dono a un bazar!;

¡Reeeeeeebe!— exclamó Rubí berrinchuda.

¡Rebe, nada!— contestó ésta cruzada de brazos.

¡Mmmmmm ni hablar, los regalos son los regalos, ay te ves Sari!— comentó Rubí burlona.

¡Por favor Rubí, yo te ayudé, por favor!— Sarahi se expresó nerviosa al saber perfectamente que en ese momento necesitaba de la ayuda de la caprichosa Rubí; que ella sola no podía lidiar con Norma, ni tenía en donde hacerla permanecer como su esclava. A todo eso, Norma permanecía a la expectativa, muy atenta, acurrucada y desnuda en el piso.

¡Bah, ya no me interesa lo que quieras hacer con esa perra, ahora es tu asunto y si no sales bien pues ni modos, quizás te visite en prisión!— le respondió groseramente Rubí a Sarahi subiendo los hombros y mirándola retadora sabedora de su posición.

Sarahi no se controló y se soltó a llorar cubriendo su cara con sus manos— ¡no puede ser!— pensaba Sarahi— ¡no de nuevo!— pues sabía que sí Rubí la abandonaba en ese momento; Norma se las podía arreglar para salir victoriosa y entonces sí que sería su perdición.

¡Uyyyyyyyy Sari está llorando ay anda regálame una foto!— se burló Rebeca de ella apartándole a la fuerza sus manos de la cara y sacando el celular para tomarle una foto. Increíblemente Peque intervino a favor de Sarahi aunque no sirvió de mucho.

¡Vamos Rubí, Sari tiene razón, no podemos dejarla sola en esto, además nos salvó el trasero y además……!

¡Cállate Peque!— gritaron Rebeca y Rubí haciendo que Mayra casi acompañara a Sarahi con su llanto.

Para fortuna de Sarahi; Rebeca se le acercó, la contempló por unos instantes conteniéndose por plantarle un beso en la boca al ver el bello y tierno rostro de Sari decorado con sus lágrimas, así se la podía pasar todo el día hasta que Rubí intervino.

¿Qué dices Padilla?, ¿crees que Sari tenga el nivel para andar con nosotras?; por que ella dice que sí.

¡Uyuyuy!; ¿eso es cierto Sari?— le habló risueña Rebeca— ¿crees estar al nivel para andar con nosotras?;

¡Ayúdenme, no se arrepentirán!— fue todo lo que Sari contestó aún llorando.

¡Mmmmm bueno coño, ven con nosotras al auto y ya después nos ocupamos de lo demás!— la reconfortó al final Rebeca.

Sarahi se sorbió los mocos y antes de acompañarlas de nueva cuenta le metieron a Norma las bragas en la boca y se la volvieron a sellar. Ya entre el auto, Rebeca y Rubí se divertían de lo lindo al ver la expresión de boba que representaba Sarahi al mirar embelesadamente como éstas se pasaban entre sí, pulseras, collares, perfumes y demás joyas; nada de baratijas, Rebeca se había esmerado en complacer a Rubí obsequiándole un buen lote de regalos al igual que a Peque pero no contaba con Sarahi, pero el caso es que Sari había flechado a Rebeca a lo que la huerita sonriendo en complicidad con Rubí le obsequió al igual a Sarahi unas buenas prendas y fragancias exquisitas de las mas prestigiosas marcas.

¿Te gustan?— le preguntó Rebeca a Sari; ésta tan solo se limitó a afirmar con la cabeza. Rebeca meneó el cabello dándole a entender lo que quería escuchar; Sarahi le sonrió y al instante la complació— ¡quiero quiero quiero!— expresó muy alegre Sarahi al momento en que Rebeca le hacía entrega de sus regalos.

Tan solo faltaba algo por compartir y eran unas botellas de vodka que al final acordaron disfrutar en casa de Rebeca; Sarahi de nueva cuenta se inquietó en saber el destino y pronto futuro de Norma a lo cual sus nuevas amigas le dijeron que no se preocupara en lo mas mínimo pues todo ya lo tenían previsto y era cierto; tanto Rebeca como Rubí estaban ya acostumbradas a llevar un estilo de vida muy diferente a los demás, en especial por que ellas no tenían ninguna diferencia en tratar a sus sirvientes como esclavos y no solo a sus sirvientes sino a cualquiera que se les viniera en gana arruinarles la vida pues si de aniquilar voluntades, dignidades y orgullos se trataba, para eso y mas Rebeca y Rubí se pintaban solas a lo que ya sabían perfectamente como proceder con Norma.

Ansiosas por ponerse mas que alegres, borrachas; regresaron al baño y así desnuda y atada al cuello se llevaron a Norma jalándola por la soga, tan solo con cuidado de que nadie se percatara y para eso Peque cuidó en el camino. Norma tan solo veía como su uniforme era arrojado al inodoro y se la llevaban desnuda incapaz de evitarlo. Peque condujo el auto de Rebeca hasta la casa de ésta y Rubí condujo en el suyo de igual manera hasta la casa de la huerita Padilla.

En la parte de atrás del auto de Rubí iban muy cómodas Rebeca y Sarahi; cómodas y divertidas por que a sus pies, en los tapetes habían acomodado a Norma, mas bien la habían echo acomodarse bocarriba; Norma viajó todo el trayecto llorando miedosa e implorando una vez mas a Sarahi que de nueva cuenta la hizo callar.

Rebeca le estaba restregando la suela de su zapato en el sexo a Norma haciéndole daño al rasparla y lo peor, jugando groseramente con ella al simular masturbarla al rozarle repetidas veces y rápidamente su suela en su sexo mientras Sarahi le pisaba sus pechos con su mediano tacón de su zapato negro escolar y para no oírla chillar le había acomodado la otra suela de su zapato en la boca.

Sarahi y Rebeca se carcajearon a gusto al sentir el temblor y estremecimiento inminente de Norma bajo sus pies, más exacto, bajo las suelas de sus zapatos.

¡Cerda, es una cerda!— exclamó Rebeca estirándose y restregándole la suela de su zapato en la cara a Norma sin dejar de reír junto con Sarahi y Rubí.

¡Pobre Norma! Y apenas era el principio y ya se sentía morir de humillación y eso que no habían aplicado el dolor, tan solo la cruel Rebeca se quiso divertir mientras llegaban a su casa y para eso no se le ocurrió mejor forma que presentarse con Norma humillándola masturbándola; ¡sí!, la había masturbado y de una forma tan aberrante como lo hizo con la suela de su zapato.

Norma luchó, se contuvo y se resistió cuanto pudo pero al final sucumbió y en contra de su voluntad y sin comprender ciertamente lo que pasó, lloró amargamente al verse y sentirse tan impotente, tan insultada cuando en contra de su voluntad cada vez se fue excitando mas ante el insistente y endemoniado ritmo que empleó Rebeca hasta lograr su objetivo: ¡hacerla llegar al orgasmo forzado!, se había corrido, Norma se corrió tan humillantemente y por eso la malvada Rebeca se carcajeaba a gusto con sus acompañantes y le restregaba sus propios fluidos en la cara a Norma que se mostraban indolentes en la suela de su zapato.

De pronto el auto se detuvo para esperar a que el portón principal se abriera y entraran a una lujosa residencia, hogar de la huerita Padilla; por fin habían llegado a donde quizás de momento sería el nuevo hogar de Norma, muchas sorpresas le esperaban ahí a Sarahi y desdichas para Norma por que en verdad que esas chicas apenas comenzaban a hacer de su vida un verdadero infierno y sin duda se ocuparían de agotar cualquier leve posibilidad con la que Norma pudiera soñar ser salvada, como era el caso de su madre que sin duda debía estar mas que angustiada al ver que ya corrían dos días sin noticias de su adorada hija. Pero esas crueles chicas pensaban en todo y era seguro que algo se les ocurriría.

Sarahi observaba con la boca abierta tan solo la entrada, el jardín y la alberca de aquella grosera mansión; Rubí la abrazó por el hombro para disponerse a invitarla a pasar y así lo hicieron mientras que Peque que ya las esperaba se llevó de momento a Norma a un árbol cerca del jardín por orden de Rebeca y ahí ató como si se tratara de un perro a la pobre Norma pues de momento no pensaban ocuparse a fondo de ella, total ahí estaba perdida, no sería nada extraño para nadie en esa casa verla en ese triste estado pues los que no eran crueles como Rebeca y compañía eran ciegos, sordos y mudos ante lo que pudiese ocurrir a su alrededor a lo que Norma podía rasgarse la garganta clamando auxilio; no tenía caso hacerlo.

Sarahi se dispuso a entrar a dicha casa sin saber las sorpresas con las que se iría encontrando y descubriendo cada vez mas el peculiar y asombroso estilo de vida que en verdad llevaban Rubí y Rebeca acompañándose siempre por Peque.


Continuará……………………………………….

CAMBIANDO EL DESTINO 8

SARI AL RESCATE.

No hubo gritos; Norma había caído como un saco de papas al piso con todo y bate, casi inconsciente, fue tan rápido que casi cae sobre Rubí quien brincó asustadísima para llevarse la enorme sorpresa al abrir los ojos tanto ella como Peque de percatarse que había sido Sarahi quien le dio ese milagroso golpe a Norma con la punta de su mochila.

Sarahi risueña le tendió la mano a Rubí para ayudarla a levantarse— ¿amigas?— le preguntó una alegre Sarahi; Rubí la quedó mirando al igual con una sonrisa de oreja a oreja observando también a Norma que parecía muerta, Rubí tomó la mano de Sarahi para levantarse y ésta al ver que Rubí no había contestado a su pregunta, insistió— ¿amigas?;

¡Mmmmmm!— se hizo Rubí la interesante— ya veremos, por lo pronto, aliadas y es un gusto verte Sari.

¡Gracias!— respondió Sarahi.

Enseguida Peque corrió hacia Rubí para arrodillarse frente a ella y abrazarse a su cintura— ¡oh Rubí perdóname amiga, perdóname, soy una bruta!— exclamó llorosa.

Rubí la miró con pena, con cierta lástima y también a la vez con ternura y justo así le habló— ¡no Peque, no ha sido culpa tuya, esa Norma es una zorra, yo tampoco me esperaba lo de la arena!; pero venga, por suerte Sari no fue sorprendida.

Enseguida Mayra se dio la vuelta y así de rodillas le expresó su gratitud a Sarahi— ¡gracias Sarahi, gracias en verdad!;

Ésta subió los hombros graciosamente haciéndole ver que no había echo gran cosa. Transcurridos unos instantes de intercambiar sonrisas y gestos de aceptación y agradecimiento entre las tres, todas las miradas se centraron en Norma y ésta vez fue Sarahi quien tomó el control.

¿Qué haremos con ésta?; ¡hay que darle una lección!— se expresaba Sari con absoluta malicia— ya se todo lo ocurrido entre ustedes y créeme Rubí, sí tú quieres yo me hago cargo.

¡Nos haremos cargo!— respondió Rubí— por lo pronto, hay cuerdas en la mochila.

¡Perfecto!— exclamó Sarahi.

¡Peque, ayuda a Sari a amarrar a ésta perra!— ordenó Rubí.

En minutos entre Peque y Sarahi tenían inmovilizada a Norma de pies y manos, entonces Rubí con una malévola sonrisa preguntó a Sarahi— ¿Qué tienes en mente?;

¡Por lo pronto la podemos colgar a un árbol, esperar pacientemente a que despierte y surtirla a cintarazos!— fue la cordial respuesta de Sarahi.

¡Hecho!— contestó satisfecha Rubí.

Entre las tres arrastraron a Norma hasta llevarla a un árbol donde pretendían colgarla con una soga en una rama como si fueran a estrangularla; ya casi la tenían lista entre Rubí y Peque en cuanto Sarahi las sorprendió— esperen se me ocurre algo mejor.

Ambas chicas se quedaron mirando muy interesadas a Sarahi que prosiguió— ¡démosle un buen uso a su largo y hermoso cabello!;

Y en efecto, Norma lucía un cabello larguísimo hasta la espalda a lo que Sarahi comenzó desde ese momento a mostrarle a Rubí la mente cruel y retorcida con la que ella contaba. Rubí silbó de admiración felicitándola al comprobar el trabajo de Sarahi que había amarrado a Norma a una rama del árbol sujetándola por su cabello y su cuerpo colgando al aire, lo cual le dolería horrores tan solo recobrara por completo el sentido.

¿Y ahora?— preguntó inquieta Peque que si de aquellas tres jóvenes alguna podría representar aún algo de inocencia y bondad era precisamente Peque.

¡Ahora vamos a desnudarla!— contestó decidida Sarahi.

¡Alto Sari!— intervino Rubí que parecía competir con ella para ver a quien se le ocurría como hacer sufrir mas a Norma— ¡la desnudaremos hasta que despierte para que la muy puta sufra mas moralmente!;

¡Jajajajajaja!— se rió con ganas Sarahi— ¡excelente!;

Las tres jóvenes sin prisa alguna por desquitarse y vengarse de Norma se recostaron en el piso a conversar alegremente, sabiendo de antemano que ya nadie había en la escuela y menos en esa parte tan retirada a donde llevaron a Norma; durante ese rato, Sarahi se sinceró con Rubí contándole todo lo acontecido entre ella y Norma y su situación frente a ella; Rubí tan solo le sonrió y Sarahi interpretó con esa sonrisa que las cosas cambiarían a favor de ella y miró con odio a Norma frotándose las manos para que ésta recobrara el sentido.

Al igual Rubí contempló a Norma aunque ella lo hizo al menos por unos segundos, con lástima, pues bien sabía que a la pobre chica le esperaba vivir un infierno por el resto de su vida, infierno al que ella contribuiría a hacerle vivir y que sin duda Sarahi y Mayra participarían gustosas; Rubí lo tenía decidido, ¡la esclavizaría!; ese sería el castigo en vida para Norma, la reduciría hasta convertirla en su esclava aunque dudando si ésa era la mejor opción o regalársela a Sarahi quien sin duda disfrutaría mas siendo la dueña de Norma— ¡oh y deja que se entere Rebeca!— se decía a sí misma en silencio Rubí conteniendo su sonrisa, sabiendo de antemano lo que le esperaba a Norma.

Y lo dicho; aún no entraba en escena su cruel amiga, Rebeca. De pronto, los pensamientos profundos de las chicas se vieron interrumpidos por unos gemidos; Norma estaba despertando, veía todo borroso, las tres chicas se pusieron en pie justo frente a ella, todas sonriendo, excitadas por la situación; poco a poco Norma fue recuperándose aunque eso implicó el inicio de su dolor por estar sujeta al árbol por su cabello.

Norma comenzó a quejarse pero se olvidó de ello por unos instantes, instantes en los que aterrada observó frente a quienes estaba ¡y lo peor!, que estaba inmóvil e indefensa; en primer plano, observó a Mayra; seguido a Rubí para que a continuación su mirada se centrara en Sarahi.

¡Tú maldita!— le gritó rabiosa al asimilar lo que había pasado, creyendo al recibir el impacto, que había sido Mayra quien la había golpeado— ¡bájame, bájenme o te pesará Sarahi a ti y a la puta de tu madre!;

¡SILENCIO PUTA, AQUÍ LA ÚNICA PUTA ERES TÚ!;

¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!— aulló fuertemente Norma; Peque le había dado un puñetazo sin consideración alguna sobre la zona de su sensible vagina.

¡Vaya Peque, me sorprendes!— le comentó bromista Rubí a modo de animarla.

¡Eso es cierto!— habló Sarahi infundiéndole temor a Norma al pasearse a su alrededor— ¡aquí la única puta eres tú y como las putas siempre van desnudas!— hizo una pausa para enseguida hablarles en tono chocante y burlón a sus nuevas amigas, mas bien aliadas como Rubí lo había mencionado— chicas, ¿me ayudan?;

¡Noooooooooooooooooooooo!— gritó impotente Norma al presenciar ya con lágrimas en los ojos como entre las tres chicas la despojaron de sus ropas, casi rompiéndoselas hasta dejarla completamente desnuda, mostrando ofendida sin otra opción sus pechos, su sexo, todo su físico.

¡Mmmmm!— se expresó divertida Sarahi empujándola suavemente, meciéndola por el aire— ahora, ¿Quién hará de piñata?, ¿te acuerdas puta?;

Norma tragó saliva y Rubí adivinando el pensamiento de Sarahi le ofreció su cinturón— ¡venga Sari, inaura esto, te lo concedo por haber intervenido y actuado a la perfección!;

¡Mmmmm gracias Rubí pero por lo contrario te cedo ese placer pero aguarda, no lo haremos con el cinturón!;

¡Te vas a enterar puta, te vas a enterar!— gritaba Peque que había comenzado a darle de bofetadas a Norma mientras Sarahi se había retirado de momento; Rubí observaba mas que divertida toda la escena. Norma ni siquiera sentía el impacto de las bofetadas por que no le temía a Mayra, tampoco sentía temor alguno hacia Rubí; ¡infeliz!, no sabía, ni siquiera creería de lo que Rubí era capaz de cometer y en su sano juicio; de Peque ni hablar, pero Rubí era cruel por naturaleza al igual que su inseparable Rebeca, quien ya entraría en el juego por ahora la niña se encontraba de viaje de placer, ¿y Sarahi?, mmmmm, Sarahi daría rienda suelta a ese cruel y arrogante carácter que siempre había permanecido prisionero en ella por no contar con el poder pero ahora el poder pintaba estar de su lado.

Sarahi regresó con una rama de árbol humedecida en su mano; Norma tembló, por ahora la ingenua Norma tan solo le temía, le temía en verdad a Sarahi y de ella sí sabía de lo que era capaz. Sarahi le tendió la rama a Rubí, ésta la agitó al aire y el sonido que produjo estremeció aun más de excitación a las tres y a Norma la hizo sudar aun más. Lentamente Rubí se le acercó a Norma, le sonrió con desprecio y burla y en cuanto ésta menos se lo esperaba, Rubí le obsequió un enorme salivazo. Norma presentía lo peor y sin poder evitarlo comenzó a llorar.

¡Pídeme perdón!— le dijo de pronto Rubí que no tenía ningún apuro en azotarla y sí quería divertirse y mucho con el sufrimiento moral de Norma.

¡Perdón!— respondió Norma al instante que si bien entendía algo, ese algo era que no tenía escapatoria más que someterse a lo que éstas locas chicas le propusieran por bajo y ruin que eso fuera.

¡Admite que eres una puta!— continuó Rubí con lo que le encantaba hacer.

¡Lo soy!; Norma no ponía resistencia.

¡Bien, muy bien!— festejó brevemente Rubí— ¡ya nos vamos entendiendo!— tomó su distancia y ¡zas!, le propinó el primer azote con la rama.

¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!— gritó fuertemente Norma retorciéndose al sentir el terrible impacto justo sobre su abdomen.

¡Eso es chilla maldita perra, eso quiero, oírte chillar!— y Rubí volvió a azotarla sin misericordia una y otra vez pareciéndole los chillidos y aullidos de Norma, música para sus oídos.

¡PIEDAD, PIEDAD!— imploraba Norma.

¡Jajajajajajajajajaja!— Rubí se carcajeó— ¿piedad?; sí, bueno, ya tendrás todo lo que te queda de vida para aceptar que no conozco esa palabra mucho menos con perras como tú.

“Ya tendrás toda la vida”. Norma escuchó esa frase pero no captó el mensaje; no importaba, ya más tarde se enteraría mejor. Apenas habían pasado escasos minutos y el cuerpo de Norma estaba decorado por líneas rojas por todas partes, aullaba como una perra, la pobre Norma no soportaba ni el mas insignificante dolor y eso que Sarahi le había enseñado lo que era recibir buenas tundas, por eso Norma la odiaba y a la vez le temía, se había confiado al tener todo bajo control pero había cometido errores imperdonables y ahora pagaría por ellos y ya había empezado sufriendo ese cruel castigo de ser azotada con una rama de árbol sobre su piel desnuda.

De Rubí, la siguió Peque que aunque no se mostró ni la mitad de cruel que Rubí, sí le hizo daño pues la piel de Norma ya pedía a gritos ser curada y no azotada pero eso a nadie le importaba, tan solo a la propia Norma que deseaba perder el sentido de nuevo pero no le fue concedido y aunque moralmente significó una terrible caída para ella, no le importó y se humilló de nuevo como en los viejos tiempos ante Sarahi al tenerla en frente, pues era su turno de castigarla.

¡Piedad Sarahi, piedad, ten piedad de mí!— apenas se alcanzaba a dar a entender Norma pues en verdad estaba muy lastimada tanto moral como físicamente.

Sarahi le sonrió cruelmente y con toda la calma del mundo le contestó— ¡tranquila Norma, te aseguro que ya llegará el momento en que te garantizo que valdrá la pena que me implores piedad!;

¡Nooooo Sarahi!— le suplicó Norma llorando— ¡nooooooo ya no me azoten mas!— Sarahi ya no la dejó hablar, la hizo bramar al azotarle con suma crueldad, con verdadero sadismo en sus pechos; se detenía lo justo para hacer que Norma asimilara el dolor y continuaba con otra cruel sesión.

¡Nooooooooooo Sarahi los pechos noooooooooo por Diosito Santo, por misericordia!— no hubo ni una sola miserable muestra de misericordia. Tanto Sarahi como Rubí se ensañaron con Norma azotándola sin piedad hasta volver a dejarla inconsciente y como las niñas aun no se daban por satisfechas pero tampoco era cosa de matarla y acabarla tan rápido tomaron la genial decisión de encerrarla en el baño; total que Rubí hacía y deshacía en esa escuela y el guardia en turno ni se enteró o prefirió no hacerlo al momento que Rubí le exigió la llave de uno de los baños, ahí encerraron a Norma, previamente se esperaron a que de nuevo despertara y la obligaron a aparentar calma y llamar a su casa avisando que no llegaría a dormir.

Norma obedeció sin rechistar, estaba muerta de miedo, se veía desde ya rota moral y físicamente y por lo tanto no se le veía de donde oponer resistencia; para su cruel desgracia también por parte de Rubí y Sarahi no se veía de donde mostraran un solo indicio de piedad. La desataron sin consideración del árbol, llevándose Norma un fuerte golpe, la arrastraron así desnuda por todo el piso hasta llevarla al baño, ahí en la puerta la humillaron haciendo que les besara los pies a las tres; entonces de una patada en el culo, cortesía de Rubí, la hicieron entrar al baño.

Estaban por cerrar la puerta en cuanto Peque advirtió— ¿no deberíamos taparle también la boca?; sí bien está amarrada de pies y manos, creo que convendría evitar que se la pase gritando.

¡Tienes mucha razón Peque!— le dijo Rubí revolviéndole el cabello; a Peque le fascinaba cuando Rubí le reconocía algo por insignificante que fuera a lo que su sonrisa no pudo ser mayor.

¡Ooooooooooye!— exclamó ésta vez Sarahi que al oír lo propuesto por Peque, justamente se disponía a revisar con que taparle la boca a Norma en cuanto se percató de que ésta lucía su pulsera, la misma que le había robado, en su brazo izquierdo.

¡Maldita, mí pulsera!— se expresó Sarahi con resentimiento dispuesta a recuperar lo suyo.

¿Tú pulsera?— dijo Rubí burlona— a ver— enseguida Rubí inspeccionó dicha pulsera y al comprobar que no se trataba de ninguna baratija se burló aún mas de Sari— ¡jajajajaja, eres una zorra Sarahi, es obvio que esa pulsera no puede ser tuya siendo hija de una sirvienta!; ¡ya coño, admite que se la quieres robar a Norma, está bien, no hay problema!;

¡Noooooooo!— gritó furiosa Sarahi— ¡es mía, lo juro, lo juro!— insistió incluso a punto de llorar— ésta maldita me la robó, ya te había dicho Rubí como nos jodió a mi madre y a mí y esa pulsera es mía, yo no soy ninguna ladrona, ella sí lo es; ¡diles maldita puta, diles que es mía!— le exigió Sarahi a Norma jalándola bruscamente por sus cabellos pero Norma no mas no podía articular palabra pues se encontraba muy molida.

¡Bah!— expresó Rubí con desgano— ¡no me interesa!; a ver— enseguida procedió a desatar a Norma de los brazos impidiendo a Sarahi quitarle la pulsera.

¿Qué haces?— preguntó Sarahi al momento en que Rubí la hacía a un lado y le contestaba— ya no hay mas cuerdas a lo que usaremos la de sus brazos para atarla del cuello y la otra punta a una base de un inodoro, ¡total está atada de pies! Y como le sellaremos la boca…..,

¡Jajajajajaja!— se rió Sarahi— ¡no seas estúpida!, por muy molida que esté, sí le dejas las manos libres se desatará y pedirá auxilio.

¡Rubí, te llamó estúpida!— recriminó Mayra muy ofendida a su amiga quien miraba fijamente a Sarahi que rápidamente hizo uso de su peculiar humor.

¡Jeeeeeeeee vamos Rubí!; ¿ya somos amigas no?— bromeó con ella dándole una palmada en el hombro y haciendo gala de su mejor sonrisa. Rubí la miraba seria pero ante el evidente nerviosismo que mostraba Sarahi no pudo disimular sonreír.

¡Te paso ésta pero aún no somos amigas, ándate con cuidado zorrita!;

¡Bueeeeeeeno!— se expresó Sarahi aliviada— ah y gracias por lo de zorrita, ¿es un cumplido?— preguntó risueña.

¡Pues claro!— respondió Rubí al igual riendo— se lo he dicho a Peque miles de veces; ay ocasiones en que conviene actuar como una zorrita; ¡en mi caso no!— aclaró al instante— pues yo no necesito quedar bien con nadie— concluyó mirando de nuevo con desdén a Sarahi.

¡Claro!— contestó ésta un tanto incómoda.

Entonces, ¿Cómo le hacemos hija de sirvienta sabelotodo?— bromeó ésta vez Rubí.

¡Oooooooooye!— respondió Sarahi haciendo un berrinche como si de una niñita se tratara, haciendo ruido en el piso con el tacón de su zapato y con unas muecas de lo más graciosas que comenzaban a encantarle a Rubí.

Entonces Sarahi se le acercó, la tomó de sus manos y le dijo a modo de súplica— ¡por fa Rubí, no me ofendas por mis orígenes!; ¿sale?, además ya te conté como están las cosas, yo no soy una sirvienta, ¡no nací para serlo!; ¿estamos?— concluyó risueña.

¡Ya veremos!— le contestó Rubí disimulando una risita burlona.

Enseguida volvieron a ocuparse de Norma tras oír decir a Sarahi— ¡ya lo tengo!; lo que pasa es que estamos desperdiciando cuerda. Seguido, Peque cortó en dos partes con una navaja que le dio Sarahi la cuerda que momentos antes sujetaba los brazos de Norma que poco a poco se iba recuperando, claro, a un nivel que no representaba ningún peligro; Sarahi le sonrió despectivamente al momento que le soltaba un bofetón— ¡puta, no tienes idea en la que te has metido!— se agachó y comenzó a quitarle su pulsera, nada mas hacerlo, Sarahi miraba embelesadamente su preciada pulsera— ¡mmmmm, siiiiiii!— exclamaba feliz de haberla recuperado mientras la observaba en el aire sujeta con su mano.

En un movimiento rápido en el que Rubí y Mayra se distrajeron al igual que Sarahi; Norma empleó sus pocas fuerzas recuperadas para hacerle pasar un mal rato a Sarahi, una última ofensa, por su mente no pasó escapar, sabía que le resultaría imposible estando desnuda y débil, mejor se empleó a fondo para lastimar el orgullo de Sarahi, como presintiendo vagamente que su vida cambiaría y que por sobre todas las cosas ya no dispondría de Sarahi como su sirvienta, ¡todo lo contrario!;

Norma saltó como una felina, le arrebató la pulsera a Sarahi y con una sonrisa de gozo arrojó la pulsera al inodoro dentro de los nauseabundos orines que se podían apreciar en el, pues la mayoría de las estiradas señoritas no se dignaban de jalarle la llave al inodoro, para eso existían los sirvientes, los de clase baja, los miserables que tenían la obligación de encargarse de la limpieza y de servirlas a ellas y a sus familias.

Norma, en parte no se arrepintió de haberlo hecho al apreciar la cara de Sarahi que se había quedado pasmada, con la boca abierta, observando su pulsera que flotaba entre orines y su reacción no se hizo esperar.

¡Puuuuuuuuuuta!— le gritó histérica ante las risitas de Rubí y Mayra que observaban muy divertidas tal escena sin prisa alguna.

¡Ah pero me la sacas inmediatamente y con los putos dientes!— dicho esto, Sarahi no dio tregua a Norma ni de maldecirla, le hundió la cabeza tomándola por su cabello en el inodoro, Norma pataleaba patéticamente ahogándose, no pudo evitar llorar de rabia al recordar que era la segunda vez que Sarahi la humillaba de esa forma, ya le había restregado la cara en un charco de lodo y ahora se la restregaba en orines.

Sarahi repitió la dosis varias veces y al final le dijo a Norma con un odio reflejado en su rostro, odio que Norma entendió a la perfección y sintió pavor— ¡mete tú misma tú puta cara allá dentro y saca mi pulsera con los dientes o te juro que te vas a arrepentir de no haberme matado cuando pudiste hacerlo!;

No hubo mas para Norma, la determinación y expresión empleada por Sarahi era aplastante para cualquiera. Rubí silbó de admiración hacia Sarahi al ver de lo que era capaz, del terror que infundía en Norma que no esperó un minuto mas, metió la cara y ante el rostro enérgico de Sarahi sujetó la pulsera tragando en consecuencia una buena cantidad de orines, pero al final lo había conseguido, sacó la pulsera con sus dientes, la escupió al piso al igual que restos de orines; Norma lucía miserable por no decir asquerosa.

Sarahi miraba con asco su tan preciada pulsera, la añoraba pero no se atrevía a levantarla. Rubí se aprovechó de ello.

¡Jajajajaja ay Sari no me digas que te la pondrás después de estar entre orines!;

¡Se puede limpiar!— expresó Sarahi angustiada.

¡Jajajajajaja ay Dios Bendito!— dijo Rubí con asco y muerta de risa— ¡ay Sari hasta donde llega tu miseria!;

Sarahi no resistió ese comentario que hirió sus sentimientos y se cubrió la cara con sus manos tratando de ocultar su llanto.

¡Ay venga coño no me salgas con esto, mira yo cuantas tengo!;

Sarahi miró muy triste y se sintió ridícula, tan inferior en ese sentido al ver como Rubí déspotamente le movía los brazos mostrándole algunas pulseritas como le llamaba ella; Rubí le sonrió mostrándole su perfecta dentadura y le dijo a modo de animarla— venga coño, de momento te presto una, la que quieras, después ya veremos pero anda, deja de lloriquear.

Rubí avanzó decidida y ordenó a Norma— ¡tú, imbécil, vuelve a levantar esa porquería con tu sucia boca y arrójala de nuevo al inodoro!;

Norma no reaccionó al instante; Rubí le propinó una brutal patada en la cara haciéndole sangrar los labios con la punta de su zapato.

¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!— gritó Norma asustada, temblorosa al ver correr la sangre en sus manos al tallarse el rostro. Rubí no repitió la orden; Norma obedeció.

Entonces Rubí abrazó a Sarahi y le dijo, mas bien le ordenó— ¡suelta la llave!;

¡Noooooooo!— suplicó Sarahi.

¡Suéltala maldita sea suelta la llave Sirvientita!— Rubí le clavó la mirada a Sarahi, era imposible descifrar quien tenía mayor determinación y en ese momento Sarahi estaba algo afectada, inclinó la mirada y sollozó, Rubí le dio una ligera palmada en su cabeza y Sarahi obedeció.

Rubí se sonrió y le dijo al momento que la pulsera desaparecía— ¡ahí se fueron tus recuerdos y tu pasado de miseria, Sirvientita!— se había dirigido a ella de nuevo con burla.

Sarahi se secó sus lágrimas y se aferró como nunca a las palabras que Rubí le había dicho, algo le decía que no se las dijo a modo de consolación, algo le decía que su vida iba cambiando a su favor a cada instante que pasaba a lo que tan solo atinó a recriminarle a Rubí— ¡no me llames Sirvientita por favor!;

¡Ya veremos Sirvientita, por ahora me urge cagar!— se expresó con desdén mirando a Norma a lo que ante la cara de asombro y repulsión de Sarahi y Norma pues Peque ya estaba acostumbrada; Rubí sin pudor alguno se bajó falda y bragas y coquetona se acomodó en el inodoro para defecar.

En segundos el baño se impregnó del fétido olor; Sarahi se sentía humillada al querer salir del baño y recibir la negativa de Rubí a lo que tuvo que soportar con Mayra y Norma aquella esencia concentrada como Rubí le llamaba y que apenas comenzaba Rubí a mostrarse tal como era, sin escrúpulos, a veces asquerosa y mas que grosera. Se levantó con el trasero sucio y sin mirar a Peque le ordenó en seco— ¿Qué esperas Peque?; ¡tengo el culo sucio, límpiamelo!;

Sarahi estaba boquiabierta, no lo podía creer; ¡como demonios era capaz Rubí de humillar de tan aberrante forma a su mejor amiga oh pero como coño era capaz Mayra de acceder!— pensaba Sarahi que se llevó las manos a la boca al oír decir y seguido actuar a Mayra.

¡No Rubí por favor, aquí no, no frente a éstas!— suplicó al momento que una lágrima resbalaba por su mejilla.

¡Peque ya sabes que odio tener el culo sucio, anda, apúrale!;

Peque intentó defenderse— ¿Por qué no haces que te lo limpie Norma?;

¡Uy, Norma ya tendrá una vida para hacerlo, venga Peque!;

Sarahi continuaba consternada, sin habla, ante sus ojazos cafés presenció como Mayra se armaba de papel higiénico, se arrodillaba escondiendo al máximo su repulsión, se dispuso a limpiarle el culo a Rubí mientras ésta cínicamente, con total descaro ignoraba a su amiga y le explicaba entretenida a Sarahi.

¿Sabes Sari?; odio limpiarme yo misma; ¿es humillante no te parece?; ¡no hay nada mas feo y asqueroso que tener contacto con heces aunque sean tuyas y lo odio!, odio tomar el papel y tener que limpiarme, suerte que Peque se encarga de eso cuando no estoy en casa; por que ¿sabes Sari?; ¡yo soy una Diosa! Y en éste mundo hay a mi alrededor tantos seres inferiores y es a ellos a quienes corresponden éstas labores, además siempre me ha parecido beneficioso no desperdiciar mis heces pues nada de mí es desperdicio, ni mis heces a lo que desde hace tiempo tomé la decisión de que el que me limpie el trasero merece besármelo, es un derecho que les otorgo, además me encanta, ¡me fascina que me besen el culo justo después de haber cagado!, pues así me demuestran respeto y entrega y se llevan un premio (el premio según Rubí era que le besen el culo por sí quedase alguna duda).

Peque es mi consentida, ¡sí vieras como la quiero!— dijo con cinismo sin mirarla mientras la pobre Mayra luchaba por no llorar ni vomitar y se apuraba a limpiarla— por ello, por que la consiento, nunca la he obligado a que me limpie con la lengua por que así es como se debe de limpiar mi trasero, ¡con la lengua!, pero a Peque le permito que use papel por que ella no es ninguna sirvienta, lo hace por que me quiere pero te aseguro que en casa mi trasero tan solo es limpiado siempre con una lengua de sirviente.

Sarahi fue incapaz de hacer algún comentario aunque en su retorcida mente se había formado ya la loca idea de experimentar esa sensación y placer extraño. Peque culminó su obra; Norma observaba muerta de miedo abrazada a un inodoro; Rubí se sonrió y ésta vez Sarahi la acompañó en su satisfacción al observar con interés como Mayra le había besado el culo a Rubí.

¡Listo amiga!— exclamó aún la pobre infeliz.

¡Sí Peque, ya te sentí, bueno, sentí tus labios jajajajajaja!— ahora tú Norma, acércate, ¿quieres?, imita a Mayra— le habló mirándola con burla.

Peque se levantó y fue incapaz de mirar a la cara a Sarahi. Norma al oír que de nuevo ella era parte del juego tembló de pies a cabeza.

¡Mmmmmm!— expresó Rubí— ¡Sari, haz que Norma me bese el culo!; por lo general me tomo mi tiempo hasta lograr que un sirviente/esclavo se someta por su voluntad y te aseguro que con Norma no será la excepción pero ahora tengo hambre, ya quiero llegar a mi casa.

Sarahi risueña se acercó decidida para llevarle a Norma y entonces sucedió algo inesperado, Sarahi nunca se lo imaginó; Norma se le arrojó a los pies y comenzó a suplicarle, según ella a tratar de hacerla entrar en razón.

¡Noooo Sarahi esto no es nuestro mundo, sí, me porté fatal contigo pero ya te haz vengado pero no eres como ésta, terminarás mal Sarahi, ésta puta no tiene corazón ni alma!; ¿Qué no ves como trata a la que presume llamar su mejor amiga?, ¡vámonos Sarahi, ayúdame y escapemos, te juro que haré lo que quieras, lo que quieras, jamás me volveré a meter contigo, te firmo y te juro lo que quieras pero recapacita, Rubí te usará en cuanto le sirvas y después te joderá, vamos Sarahi piénsalo!— le decía sin dejar de besar asustada los zapatos de Sarahi que mas que nada le sorprendió pues presintió dentro de ella que Norma no fingía, estaba aterrada y le hablaba con la verdad pero todo lo que Sarahi intentó asimilar se esfumó al oír la dulce y a la vez autoritaria voz de Rubí.

¡Sari, cielo, tengo hambre!; ¿Qué no escuchaste lo que quiero?;

Sarahi tomó por el cabello a Norma y ésta se vio incapaz de continuar hablando en cuanto Sarahi le restregó la cara en el trasero de Rubí que seguido se acomodó las bragas y falda y sin perder mas tiempo entre Mayra y Sarahi unieron las cuerdas amarrando a Norma de una manera cruel, pues le unieron sus manos con sus piernas usando su cabello como soporte, ya con la otra cuerda le ataron el cuello a la base del inodoro; entonces faltaba la boca, fácil, Sarahi recordó que llevaba cinta en la mochila pero a Sarahi no le gustaba lo fácil ni tampoco ser opacada por Rubí a lo que mirando a todas sonriente se sacó sus braguitas amarillas y las orinó, ¡se orinó en sus propias bragas!, las tomó con sus propias manos y riéndose de Norma la humilló.

¡Venga sí ya te gusta besar culos seguro que alucinarás con mis orines!— y enseguida le introdujo sus bragas dentro de la boca, la selló con la cinta y se limpió sus manos en su cabello para después lavárselas a fondo con agua y jabón; entonces dejaron a Norma en ese miserable estado para pasar toda la noche mientras su futuro era decidido por esas crueles jóvenes aunque Norma ya asimilaba lo que se le venía.

Ya saliendo del baño, Rubí de nuevo provocó a Sarahi— ¡ay Sari perdona!; ¿quizás tú también querías besarme el culo?;

¡Yo no soy Peque, Rubí!— le respondió al instante Sarahi.

¡No, no lo eres!;

¡Bien!; te respeto por que es evidente que en éste momento si quisieras me aplastarías como a una mosca pero creo que te caigo bien y además te he demostrado que estoy de tu lado a pesar de lo grosera que te has portado conmigo, bien pude haber ayudado a Norma y congraciarme con ella, ¡piénsale!, tú podrías haber estado ahorita ocupando su lugar y con la perversa mente que te aseguro que tengo, algo se me hubiese ocurrido para joderte por completo.

Rubí asimiló las palabras y no captó sarcasmo ni altanería en Sarahi tan solo sinceridad y cierto orgullo que Sari mostraba al natural a lo que le contestó— ¡bien dicho, ya vámonos, te llevo a tu casa!;

Sarahi respiró tranquila y mas confiada le dijo— ¡te recuerdo que me ofreciste una pulsera!;

Rubí estiró el brazo y Sari emocionada apuntó una— ¡ésta!— Rubí asintió con la cabeza y Sarahi se la safó y la misma Rubí se la acomodó en su brazo y avanzaron para abordar el auto de Rubí; ya del de Norma mandarían a alguien de confianza por el.

Peque confiada intentó subirse adelante, a lado del conductor pero Rubí no solo se lo impidió, la ofendió ante la risita de Sarahi.

¡Noooo Peque, recuerda, me besaste el culo, ve atrás y deja a Sarahi adelante!; ¿quieres?;

Peque no respondió, actuó como a Rubí le gustaba, obedeciendo.

¿Oh y te metiste la pastilla de menta?;

¡Siiiiiiii!— respondió Peque.

Pasados unos momentos, Rubí se estacionaba justo en la casa de Sarahi.

¡Ay Sari pero si es un gallinero!;

¡Oooooooooye!— le recriminó Sarahi indignada— ¿Qué querías, un palacio?, ¡pues no!, pero no me jodas mas con tus burlas.

¡Bueeeeeeno yo solo expreso lo que veo y es un gallinero!;

¡Baaaaaaaaaaasta!— terqueó Sarahi.

¡Jijijijijijiji!— ésta vez fue Peque quien disfrutó riéndose.

Sarahi se disponía a bajarse del auto en cuanto Rubí le recriminó— ¡eyyyyyyyy Sari, mi pulsera!;

¡Pepepepepero tú me la diste!— contestó Sarahi inquieta.

¡Sí, te la presté mas no te la regalé, dámela!;

¡Peeero Rubí no me jodas, tú tienes muchas!; Sarahi se metió de nuevo al auto, miró a Rubí con sus tiernas expresiones y le insistió— ¡anda, que te cuesta, déjamela, tú lo prometiste!;

¡Sí y te cumplí, te la presté por un momento, nunca te dije por cuanto tiempo te la dejaría!; o que, ¿acaso pretendes robármela?; ¡ay Sari, de verdad que me estoy creyendo la versión de Norma, ay Sari creo que tú y tu madre si son unas ladronzuelas!;

¡NO SOY UNA LADRONA COÑO!— gritó Sarahi llorando de nuevo pues en todos estos días por la situación con Norma andaba muy sensible, se quitó la pulsera y se la tendió a Rubí, eso sí, muy indignada pero eso a Rubí no le importó, tan solo le importaron los gritos de Sarahi hacia ella.

¡Ooooye no me grites maldita loca histérica!— le reclamó jalándole su cabello. Sarahi la miró ésta vez emputada y le advirtió— ¡no me jales del cabello Rubí, lo odio, discúlpame por los gritos y ten tú pulsera pero no me jales del cabello!;

¡Uy en serio!— se burló Rubí— ¿Qué odias, esto?— y le volvió a jalar el cabello.

¡Ayyyy!— gritó Sari apartándole las manos— ¡basta Rubí en serio, cálmate ya!;

¡Eeeeeeey!— le dijo Rubí con malicia— ¿la quieres?;

Sarahi se quedó como una boba mirando de nuevo la pulsera que la malvada Rubí movía indolente con su mano; Sarahi bajó la mirada; Rubí volvió a jalarla del cabello de ambos lados, tomó un mechón y se burló de ella aunque a modo de broma.

¡Vamos Sari, sí deseas la pulsera tienes que decir las palabras mágicas o sea quiero quiero quiero jajajajajajajajajajajaja!;

Ésta vez Sarahi enrojeció por completo— ¡Ooooooye ya Rubí no te burles así de mí!; ¿Cómo diablos me sabes eso?;

¡Jajajajajajaja!— Rubí no paraba de reír hasta que le respondió— te lo he oído decir varias veces y lo haces muy gracioso, la verdad y apuesto a que desde que estabas al servicio de Norma ya extrañabas decirlo, ¿no?;

¡Sí!— respondió Sarahi triste al recordar esos momentos— ¡esa puta!;

¡Esa puta ya no será problema!— la reconfortó Rubí.

¡Venga!; ¿quieres la pulsera?;

¡Quiero quiero quiero!— respondió Sarahi moviendo el cabello y riendo alegremente como solo ella sabía hacerlo.

¡Pues es tuya, te la regalo y ahora bye que me muero de hambre, uyyyy, sí, me muero de hambre, tanto que no resistiré, me desmayaré Sari, no llegaré a mi casa!— bromeaba la hermosa Rubí.

¡Bueno!— le dijo Sarahi un poco dudosa— tengo sopa de arroz, sí quieren las invito, digo, sí quieren.

¡Sopa de arroz, mmmmm!; ¿acompañada con qué?— preguntó Rubí relamiéndose sus labios.

¡Acompañada con nada princesita!— le contestó Sarahi burlona— ¿Qué, quieren o no?;

¡Mmmmmm quiero quiero quiero!— expresó risueña Rubí al igual con una gracia encantadora a lo que Sarahi se dispuso a abrir su puerta y a lo que Rubí la seguía acompañada de Peque.

¡Venga Peque, ésta miserable nos ofrece sopa de arroz!;

¡Yaaaaaaa Rubí!— se quejó Sarahi ante las risitas de Rubí y Mayra.


Continuará………………………….

CAMBIANDO EL DESTINO 7

EN LA BOCA DEL LOBO.

El tiempo seguía su marcha al igual que la relación de Sarahi tanto con Rubí como en casa de Norma; Sari continuaba muy resentida con su madre tanto así que casi no le dirigía la palabra, increíblemente Yolanda aunque al igual compadecía a su hija seguía mostrándose mas que firme, terca a sus creencias e intenciones de lograr formar en Sarahi un carácter dócil y obediente.

A todo eso Sarahi trataba de llevar la fiesta en paz, últimamente no había tenido problema alguno con Rubí aunque a decir verdad tampoco la había vuelto a frecuentar pues casi siempre era a Peque a quien le entregaba los deberes, ésta le pagaba y listo. Y en casa de Norma las cosas no se salían de la rutina.

Norma estaba ya asqueada y hasta cierto punto frustrada de ver que a pesar de comportarse cada vez mas cruel con Sarahi no lograba domarla; la humillaba como le venía en gana, pero nada, no lograba doblegarla mas que por la fuerza bruta empleada por Dolores o por su madre, Rosa; era el único medio por el cual podría lograr ver a Sarahi humillada a sus pies a lo que Norma enfurecía pues lo que ella deseaba era que Sarahi temblara ante ella y que la obedeciera por voluntad propia, quería aniquilar su orgullo y su dignidad y eso no se veía por donde pudiera lograrlo.

Y encima sumarle que en un principio Yolanda jugaba un punto a favor de Norma pues haciéndola sufrir a ella había logrado muchas veces lastimar en verdad a Sarahi pero desde aquel incidente entre Sari y su madre, ahora parecía que a Sari no le importaba lo que le pasara a su madre y aunque la seguía respetando, su rencor hacia ella ya no le permitía verla con ese amor que se le tiene a una madre a lo que Norma se frustraba cada vez mas al ver que hacer sufrir a Yolanda ya no surtía efecto para doblegar a Sarahi.

Norma se la pasó muchos días y noches ideando una formula mágica que le diera como resultado el ejecutar algo definitivo para aniquilar a Sarahi, hacerla pedazos y mantenerla como un ser sin voluntad, llorando día a día su derrota ante ella y en especial reconociendo su superioridad a lo que en una de esas noches en las que no lograba conciliar el sueño entre ella y su madre llegaron a una brillante idea que se oía muy atractiva y sin pensárselo mas se pusieron a trabajar sobre ello comunicándole la brillante idea al otro día al primer momento que pudieron tanto a Sarahi como a Yolanda.

Sarahi sintió un escalofrío recorrer todo su ser, aún así, trató de comportarse como siempre, manteniéndose digna y no mostrándose nerviosa ante Norma que tenía una sonrisa de oreja a oreja al momento que le gritó eufórica su nueva ocurrencia a Sarahi que no era otra que cambiarse a su escuela, así de sencillo.

¡Como diablos no se me ocurrió antes!— le decía burlona Norma a Sarahi.

Ese era el plan, Norma dejaría el Colegio Victoria para continuar sus estudios en el Instituto Morelos, el mismo en donde iba Sari; todo con la firme intención de atormentarla aún mas, por los días lo haría en la escuela y por las tardes la tendría a sus pies en su casa. Norma se frotaba las manos ideando todas las formas posibles para denigrar a Sarahi en la escuela, que nada mas para empezar, enteraría a todas sus compañeras desde el primer día que Sarahi era tan solo su miserable sirvienta, menos que eso, se engrandecería orgullosa revelando que ella y su madre trataban a Sarahi y a la madre de ésta como a dos vulgares esclavas.

La señorita Norma no cabía en felicidad y esa noche ya en su casa, Sarahi se la pasó llorando pero al igual se resignó, ¿Qué mas podía hacer?; haga lo que haga, grite y se revuelque; Norma lo tenía decidido a lo que Sarahi al menos no le dio el gusto de humillarla una vez mas en el momento en el que Norma le comunicó su fabulosa idea pues cruelmente pretendió divertirse con Sarahi proponiéndole burlona que si se arrodillaba y le lamía los zapatos, quizás cambiaba de opinión y seguiría en su misma escuela.

Por supuesto, Sarahi no accedió, dejándole en claro que no caería en su juego y que todas las veces que lograba someterla era en contra de su voluntad y tan solo por el sucio chantaje de encarcelar a su madre a eso que Sarahi estaba muy resentida con su madre, lo cual indicaba a Norma que sí no actuaba rápido; Sarahi simplemente en un momento sin pensarlo, podía abandonar a su suerte a su madre; por ello Norma astutamente se lo ideó y decidió estudiar en la misma escuela de Sarahi para sacar mayor provecho de la situación y para pisotearla moralmente frente a todas las personas que pudiera.

En tan solo tres días se cumplió lo deseado por Norma a lo que ya se encontraba como alumna del famoso Instituto Morelos en el mismo grado que Sarahi, para fortuna, al menos no en el mismo grupo y Norma trataba de aprovechar su tiempo al máximo; hacía cargar su mochila a Sarahi, la reñía siempre frente a sus otras compañeras, incluso llegó a abofetearla disfrutando al ver como Sarahi se tragaba cada humillación en especial la vez que la hizo limpiarle sus zapatos en plena entrada de la escuela con la amenaza de que si no lo hacía, haría que Dolores le dé de cintarazos a su madre hasta que se desmayara de dolor.

Pero como siempre el destino intervenía aportando acontecimientos curiosos e imprevisibles a lo que Sarahi llevaba unos cuantos días sin ser objeto de las burlas de Norma en la escuela y por las tardes pasaba lo mismo pues Norma se ausentaba casi todas las tardes; Sarahi pronto descubrió el motivo, motivo que la había intrigado desde el primer día de Norma en el Instituto pues Norma fue a dar en el mismo grupo de Rubí.

¡Sarahi se quería morir nada más enterarse!; sentía que sus piernas le temblaban y le impedían mantenerse en pie nada mas de pensar en que Norma entable amistad con Rubí y que entre ambas la destruyan por completo.

Para fortuna de la bella Sarahi a quien el destino parecía comenzar a sonreírle no fue así; por lo contrario, entre Norma y Rubí había dado inicio una tremenda rivalidad y por ello Norma ni se acordaba de Sarahi de momento, pues estaba más que ocupada en no dejarse intimidar por Rubí.

¡Pobre Norma!; lo que pensó que era su mejor jugada fue como se maldijo mas tarde reconociéndolo, su mayor estupidez. Cambiarse de escuela y haber conocido y pretender enfrentar a Rubí Torres Panty; simplemente ella misma se puso la soga al cuello.

Rubí y Norma se cayeron mal desde el principio; Norma intentó hacerse la cómica y popular desde el primer día y eso a Rubí le molestó mas al saber que Norma si bien no era una pobretona, pero no gozaba ni soñando de una posición social como la de la señorita Panty a lo que la despreció. Norma intentó competir en todo con Rubí mostrándose altiva y haciéndole ver que no le temía y que era tan bella como ella; en fin, la retó a como ella quisiera; Norma no se dejaba intimidar y menos ante una niña tonta y mimada como le gritó a Rubí que enfureció al intentar golpearla y verse vencida físicamente por Norma, que no la golpeó por miedo a represalias pero se dio el gusto de inmovilizarla doblándole la mano y contemplando la expresión de dolor en el rostro de Rubí.

Norma pretendía que Rubí se disculpara pero eso no sucedió pues Peque fue quien llegó al rescate empujando valientemente a Norma aunque después escondiéndose detrás de la falda de Rubí que lucía histérica al sentirse por primera vez amenazada y mas enfureció al ver que la mayoría del grupo festejó el momento y Norma se llevó las porras y los aplausos por hacer lo que muchas deseaban pero no se atrevían: ¡poner en su lugar a Rubí y darle una lección de humildad!;

Desde ese momento, Rubí se la pasaba ideando como desquitarse de Norma con la ayuda de su fiel Peque, pero Norma tal parecía que le adivinaba el pensamiento y le echaba a perder todos sus planes. Y es que Norma tenía lo suyo para liarse a golpes y para enfrentarse a quien sea excepto a Sarahi, por ello la odiaba tanto.

Sarahi estaba resultando la ganona con todo esto pues ni Norma ni Rubí la viraban a ver ni mucho menos la molestaban. Y la bomba explotó para Norma, más bien para Rubí un día en el comedor.

Norma se dirigía a su mesa a desayunar llevando una hamburguesa y papas en su bandeja; un tanto detrás de ella avanzaban Rubí y Peque, ambas con una maliciosa sonrisa, era el momento ideal para humillar a Norma; Rubí pretendía empujarla y tirarla al piso y ya ahí darle una tunda junto con Peque que no estaba tan decidida pero por Rubí hacía cualquier cosa. Para desgracia de Rubí; Norma le había leído el pensamiento a lo que cuando ésta pensó que se acercaba sigilosamente, Norma fue mas rápida para darse la vuelta y arrojarle el contenido de su bandeja en la cara a Rubí, ¡la empujó!, Rubí apenas y asimiló la situación y en cuanto lo hizo se encontraba de nalgas en el piso con la cara, el cabello y su fina blusa blanca manchadas de hamburguesa y papas.

Norma se carcajeó y como extra sujetó una botella de catsup y le bañó con ella la cara y la ropa a Rubí— ¡ay perdona mimada, te confundí con una papa jajaja!— Norma se marchó feliz, no solo le había dado una lección a Rubí, ¡la había humillado!;

Peque estaba con la boca abierta y miedosa se hizo a un lado en cuanto Norma la retó con la mirada; enseguida Peque levantó a su amiga que no buscaba donde ocultarse, avanzaron corriendo hacia el baño y Peque enfureció al ver llorar a su amiga.

¡Rubí amiga no llores, mira como te dejó esa perra, Rubí, te manchó por todos lados, Rubí te manchó!;

¡YA LO SE COÑO!; ¿me crees ciega o imbécil?— le gritó furiosa Rubí a Peque amenazándola con darle una bofetada.

Mayra no apartó el rostro y temerosa le dijo— ¡adelante, yo no te hice nada pero si golpearme te calmará, adelante!;

¡QUÍTATE!— le gritó Rubí que secándose sus lágrimas se dispuso a lavarse su cara y su cabello.

¡Rubí tenemos que desquitarnos, Rubí esto no puede quedar impune!;

¡Ohhhhhhhhhhhh!; ¿desquitarme?, ¿tan solo desquitarme?; ¡ohhhhh no Peque, esa perra acaba de firmar su sentencia de muerte, te lo juro Peque, será horrible, la voy a pisotear, la voy hacer añicos!— le contestó Rubí con un brillo especial en sus ojos, ese brillo que no presagiaba nada bueno para quien se esté refiriendo.

¡Bieeeeeeeen Rubí!— gritó Mayra emocionada al ver que Rubí no pensaba dejar pasar las cosas.

¡Tú blusa!— le dijo de pronto Rubí cambiando de tema y extendiendo su mano.

¿Qué, para qué o qué?— le preguntó asombrada Mayra.

¡Tú blusa he dicho!— le exigió Rubí mirándola fijamente; Peque obedeció, Rubí lavó su blusa y ¡claro!, se puso la de Peque y le ofreció la suya.

¡Nooooo Rubí está mojada y está sucia!;

¡Entonces no la uses!; venga, vamos al salón.

¡Ahhhhhhhhhhhhh!— gritó rabiosa Peque al no quedarle opción— ¡maldita maldita perra!;

Rubí sonrió levemente al ver que su fiel Peque la obedecía sin reproche alguno y se desahogaba con unas rabietas tremendas aumentando su odio hacia Norma. Rubí la tomó por los hombros, le levantó el rostro, ambas se miraron; Mayra apenada por lucir la sucia blusa de Rubí, por pagar los platos rotos pero una sonrisa y un comentario consolador de Rubí fue suficiente.

¡Vamos Peque, no mas rabietas, ya nos tocará reír!;

¡Sí Rubí!— contestó al instante Peque— ¿puedo darte un beso Rubí en la mejilla?— preguntó Peque haciendo referencia en la mejilla, ya que por lo regular Rubí la rebajaba obligándola siempre a besarle las manos o los pies ¡y decía quererla!;

¡Puedes!— le contestó Rubí ofreciéndole su mejilla; Mayra la besó con respeto, se abrazaron y Rubí al igual la besó y le pellizcó sus mejillas, lo cual sabía le encantaba a Peque y esa insignificante muestra de cariño fue suficiente para que Peque soportara las risitas de todas sus compañeras al ver que Rubí la había obligado a cambiar de blusa, llevando ella la que habían manchado; en especial Norma no dejó de reírse mirando retadora a Rubí, expresándole con la mirada— ¡ya sabes a lo que te atienes!;

Las clases terminaron por ese día a lo que Rubí salió junto con Peque un tanto antes que las demás y se dirigieron al estacionamiento para poncharle las llantas al auto de Norma.

¿Éste era el plan?— preguntó con su vocecita chillona, Mayra— ¿ponchar las llantas?; ¡que chafa Rubí!;

¡Nooooo idiota!— le contestó Rubí jalándole el cabello— esto es solo para hacerla perder el tiempo y así entretenerla.

¡Claro claro pero ya deja en paz mi cabello!— replicó Mayra— ¿Cuál es el plan?;

Rubí le sonrió con malicia y le dijo— aguarda— se retiró para pronto regresar armada con un bate de béisbol— ¡éste es el plan!— procedió Rubí a explicarle a su amiga— tú te escondes, yo la reto a golpes, ella enfurecida por lo de las llantas acepta, esto cuando la mayoría ya se haya marchado; entonces la entretengo y a mi señal tú por la espalda le das un certero golpe, lo justo para dejarla fuera de combate y poder amarrarla, entonces, mmmmm, ¡será nuestra!; ¿crees poder hacerlo?;

¿Qué sí podré?— contestó graciosamente Peque simulando como la golpearía con lo cual hizo reír a Rubí— ¡jajajajajajaja sí, así Peque, justo así quiero que la golpees!;

Transcurridos unos instantes, Peque se encontraba oculta, el estacionamiento prácticamente vacío pues Rubí bien sabía que Norma era de las últimas en marcharse siempre por cualquier motivo; Norma llegó a su auto y nada mas acercarse su expresión lo reflejó todo al igual que sus bendiciones proclamadas hacia Rubí sabiendo de antemano que era obra de ella.

¡Mierda!— se decía Norma— ¡ah pero esa maldita me las paga mañana!;

¿Por qué no ahora?— le dijo burlona Rubí haciendo acto de presencia.

¡Jajajaja!— se burló Norma— ¡uy que miedo!; ¿sola?, ¿y tú perra?;

Rubí ignoró el comentario y alzó los brazos retando a Norma a golpes que al igual no se lo pensó pero de nuevo se había adelantado a la jugada de Rubí. Norma se agachó para dejar su mochila y en un rápido movimiento del cual Rubí ni se enteró, Norma extrajo de uno de los departamentos de su mochila un puño de arena que previamente había depositado adivinando de antemano que Rubí querría desquitarse y ¡zas!, en un parpadeo, Norma le jugó sucio a Rubí; no en vano había aprendido y mucho de Sarahi y sin dudarlo le arrojó la arena directo a los ojos a Rubí.

¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy duele duele!— gritó Rubí arrojándose y revolcándose en el piso, llorando como nunca lo había echo en toda su corta y placentera vida— ¡yayayayayayayaya, maldita, maldita!— Rubí en verdad estaba sufriendo y dando un triste espectáculo, se revolcaba girando de lado a lado incapaz de calmar el ardor en sus ojos.

¡Jajajajajajajajaja!— se carcajeó cruelmente Norma— ¡eso es, diviérteme, revuélcate en el piso ante mis pies, total que tengo tiempo de sobra, revuélcate todo lo que quieras que apenas comienzo contigo!;

¡PERRA!— gritó con odio Peque que en ese momento salió disparada y armada con el bate. Norma tan solo se quedó inmóvil pero enseguida su sonrisa regresó a su rostro y fue aún mayor.

Peque tropezó y cayó torpemente justo a los pies de Norma que al instante pateó el bate; Peque intentó tomarlo pero Norma le pisó la mano.

¡Ayyyyyyyyyyy!— se quejó penosamente Mayra maldiciéndose por haberla cagado tan infantilmente; Peque no fue problema, Norma tan solo la levantó por su cabello y le propinó dos fuertes puñetazos en su estómago, ¡listo!; Peque aullaba de dolor y era incapaz de intervenir a favor de Rubí que continuaba lloriqueando amargamente en el piso.

Norma se fue acercando lentamente hasta situarse de nuevo frente a Rubí, la contempló cuanto quiso admirándola a sus pies; Rubí lloraba, se machucaba asustada los ojos y su temor fue mayor al recuperar un poco la visión y ver a Norma armada con el bate amenazándola.

¡Quieta!— le ordenó Norma con una sonrisa de triunfo en su rostro.

Rubí respiraba agitadamente— ¡ay Dios!— fue lo único que atinó a decir Rubí desde su posición en el piso, indefensa al ver que Norma había levantado un pie decidida a darle un taconazo en la cara; Rubí estaba a su merced, sí se movía quedaba latente la amenaza de golpearla con el bate.

¡Nooooo por piedad, no le hagas daño por piedad!— suplicó angustiada Peque.

Norma tan solo sonrió, en su expresión se podía reflejar que estaba a punto de golpear a Rubí que valientemente le resistió la mirada por unos segundos pero el temor fue mayor a lo que Rubí sin mas cerró los ojos esperando lo peor al igual que Mayra y en segundos se pudo apreciar el sonido de un golpe seco, letal y certero.


Continuará……………………………………