jueves, 25 de marzo de 2010

AMARGO DESPERTAR

La familia Morales Delgado era si no la mas influyente sí una de las mas mencionadas e importantes de un conocido fraccionamiento; estaba conformada por el padre y cabeza de dicha familia, don Ernesto; su bella esposa, doña Marlene; ambos rondándole en los 45 años; su hijo mayor, Ricardo, orgullo de su padre, 18 años tenía el muchacho mas que simpático y de físico atlético y por supuesto, ¡Dianita!, de 17 años completaba la mencionada familia; joven mas que hermosa, sobra decirlo, delgada, de piel clara, cabello lacio que le llegaba hasta la altura de los hombros, ojos pispiretos y sonrisa angelical. Cabe hacer mención aunque de manera informal de la joven Karina, una chica de la misma edad que la señorita Diana, no tan hermosa como la señorita pero de que era bella lo era al igual que era la sirvienta de la familia y por ello su mención a lo último y de manera informal al no formar parte legalmente de la familia.

La familia Morales Delgado aparentaba muy bien ser una familia normal a los ojos del mundo pero su historia comienza a raíz que desde la adolescencia doña Marlene fue y lo es actualmente una feminista radical, feminista en extremo, de hueso colorado como dicen por ahí, de esas que simplemente sin dar detalles ni motivos se ven a ellas mismas como Diosas (y nadie duda que lo sean) y a los hombres nos consideran menos que microbios. Ahora el ¿Por qué se casó con Ernesto?; ¡sencillo!, por ser uno de los hombres mas populares y triunfadores en los negocios por lo cual ya no lo hacía verlo como un microbio y que al contraer matrimonio con ella dio como resultado el aumento considerable de su fortuna y estilo de vida de la altanera y estirada señora.

Todo esto se fue dando sin contar que por un buen tiempo Marlene mantuvo al pobre Ernesto detrás de ella, al joven en aquel entonces se le veía seguir a todos lados a la chica de sus sueños yendo siempre detrás de ella como un perro infeliz, babeando y festejando siquiera una miserable muestra de atención de la arrogante Marlene hacia el; así lo mantuvo implorando por su amor el tiempo que se le dio la regalada gana hasta que astutamente se dignó a aceptarlo sabiendo de antemano que fácilmente lo controlaría en todos los aspectos de su vida.

Pero doña Marlene al paso del tiempo había llevado esa superioridad de la mujer por encima del hombre en extremo, al grado que había infundido en Diana el desprecio por su hermano, la había echo creerse que ella era superior a Ricardo; solo que esto a la joven no le servía de mucho pues al ser Ricardo el mayor y el varón tenía las preferencias de su padre dejando siempre en segundo plano a Diana; esto enfurecía a su madre aunque no lo demostraba en su totalidad pues el del poder era Ernesto y aunque su esposa mayormente era quien decidía y lo manipulaba sabía que su limite en ese control se llamaba Ricardo y no es que ella no lo quisiera, el caso era que quería dejar mas que claro que primero Diana y después solo después de ella, Ricardo.

Así era la vida de ésta familia que a pesar que presagiaban todo derroche de amor en una charla familiar Ricardo sabía muy bien que el era la adoración de su padre y Diana la de su madre y esto provocaba a menudo ese pique y choque que se da comúnmente entre los hermanos resultando muchas veces Dianita llorando por alguna grosería de su hermano y su madre enfurecida al querer infligir sobre el un castigo ejemplar y verse frustrada por la intervención de Ernesto al comentar— ¡vamos no es para tanto!— excluyendo por completo a Ricardo y contentando a Dianita con algún regalo.

Curiosamente este pique creció mas al hacerse Ricardo novio de Alma, la mejor e inseparable amiga de Diana; Alma, sin ningún temor a exagerar, era una belleza en toda la extensión de la palabra; hablar de Alma es hablar de una señorita con los 18 años recién cumplidos con la piel blanca como la leche, ojitos cafés, de conflexión gruesa sin llegar a ser gorda pero algo gruesa digamos caderona, cabello ondulado y una mirada que deshace a cualquiera en especial cuando te sonríe, una belleza sin lugar a dudas era la señorita Alma.

Y ¡claro!, al principio de su relación con el joven Ricardo todo era miel sobre hojuelas pero su relación comenzó a verse afectada por los constantes problemas entre los hermanos saliendo Alma siempre a la defensiva de su amiga lo que hacía enfurecer a Ricardo, el caso es que en los últimos días discutieron terriblemente arrojándose cada quien hasta el sombrero por decir algo, odiándose a muerte y amenazándose el uno al otro quien sería el primero en arrastrarse ante el otro. Pasaron los días y la relación se acabó por completo pero Alma seguía frecuentando a la familia Morales Delgado por insistencia de Diana y de la madre de ésta, doña Marlene y en parte también por decisión propia, solo por fastidiar a Ricardo que era obvio que se babeaba por ella pero su orgullo de hombre le impedía pedirle perdón lo que significaría no solo rebajarse y arrastrarse ante ella sino también ante su fastidiosa hermana menor, Diana.

Y Alma sabedora de sus atributos y encantos se esmeró aún mas bajando de peso dándole como resultado que luciera cada día más espectacular con jeans ajustados o preciosas minifaldas cada vez que visitaba a su amiga rematando con elegantes sandalias de altos y finos tacones. Ricardo al sentirse frustrado de contemplar lo que había perdido y extrañar como un loco los besos y caricias de su hermosa ex novia se ponía furioso y les hacía la vida imposible cuando éstas trataban de convivir en la casa provocando siempre la indignación de Alma y las lágrimas de Diana.

Lamentablemente don Ernesto murió en un accidente automovilístico y tras la pena de su partida y todo lo que incumbe un acontecimiento desagradable como tal para la familia llegó el momento de confrontar y conocer algo que picaba tanto a Ricardo como a Diana, “La Herencia”, Ricardo había hablado muchas veces con su padre de ello pues al ser el mayor y el varón le correspondía la máxima parte de la fortuna y su padre siempre le confió que sin dudarlo así sería, que sería a el a quien le dejaría lo mejor de su patrimonio; prueba de ello era que Ricardo tenía mayor despilfarro de dinero con chicas y noches de copas lo cual también le ocasionó muchos problemas en su relación con Alma pues ésta al ser de una condición social y económica mas inestable se sentía ofendida cuando Ricardo le hacía ver que quizás andaba con el por interés y que cuando el quisiera la mandaba a volar.

Por ésta parte Ricardo estaba quisquilloso en saber ya cuando podía disponer de la fortuna pero se llevó la enorme y desagradable sorpresa al oír de labios de su madre que su padre lo había dejado todo a nombre y en poder de ella, ni de el ni de Diana; de ella, confiando totalmente Ernesto en que su linda y fiel esposa dividiría racionalmente las partes correspondientes entre Diana y Ricardo.

Doña Marlene al ver el rostro desencajado de su hijo le mostró las escrituras y a continuación increíblemente se burló de el diciéndole— ¿te preguntarás como sucedió?; bueno, ¡un buen acostón de vez en cuando con tu padre lo dejaba al borde de cometer benditas locuras como ésta jajaja!— concluyó riéndose con ganas la alegre viuda de su propio hijo habiéndole dado respuesta a la interrogante planteada por ella misma.

Con todo aquello era evidente que las cosas cambiarían, esto así lo pensaban tanto Ricardo como su madre al saber el primero que la preferida era Diana y que su padre ya no estaba y la controladora total, quien había quedado al frente era doña Marlene quien fue quien sin rodeos le soltó la nueva realidad a su hijo estando reunidos los tres en la sala y el muchacho no se desmayó de puro milagro después de oír las palabras de su madre.

¡Bueno!— se expresó algo burlona doña Marlene infundiendo la intriga en sus hijos— es evidente que las reglas en ésta familia cambiarán a partir de ¡ya!, la señora respiró profundo, se tomó su tiempo hasta que mirando a su hijo le dijo con un tono que expresaba lástima y burla— ¡Ricardo, a partir de éste momento quiero que te olvides de tu hermana, ya no la volverás a ver como a tal ni a dirigirte mucho menos a ella como has estado acostumbrado hasta el día de hoy!; ambos miraron con asombro a su madre quien hizo otra pausa para luego continuar sin ocultar una bellísima pero perversa sonrisa— ¡así es Ricardo!— continuó la señora disfrutando en verdad cada una de sus palabras— ¡por que a partir de éste momento dejas de ser su hermano para convertirte en su esclavo!— finalizó la señora la buena nueva a su hijo totalmente excitada.

¿Queeeeeeeeee?— gritaron ambos al mismo tiempo lo cual provocó una buena carcajada a doña Marlene al ver el impacto que había logrado causar su decisión en sus hijos, decisión que no, no era ninguna broma, todos sabían que las reglas cambiarían, eso seguro; pero ni Ricardo ni Diana pensaron un solo segundo en que cambiarían de una manera tan abismal, era algo que en verdad nunca siquiera se lo imaginaron, era algo insólito, ¿Cómo su propia madre era capaz de esclavizar a un hijo entregándole en vida por completo a merced de la otra?; en éste caso Diana siendo incluso la menor y que continuaba aún con la boca abierta a lo que su madre le dijo sonriente— ¡bueno mi amor a menos que no estés de acuerdo en esto pues no lo llevaría a cabo aunque créeme que me decepcionarías!;

Diana movió a los lados la cabeza hasta que articuló palabra balbuceando— ¡no no no mamá claro que sí, impresionante solo déjame asimilarlo!;

¡Que asimilarlo ni que demonios!— gritó echo una furia Ricardo terminando en el piso pues no contaba con que al instante su madre le respondiera con una fuertísima cachetada.

¡Como lo oíste estúpido!— gritó mas fuerte doña Marlene— ya basta de machismos o como se le quiera llamar el caso es que no volverás jamás a comportarte como un cretino ante mi princesa; además animal ¿Qué te extraña?, sí tan solo estoy ajustando todo como en realidad debe de ser, tan solo estoy haciendo que cada uno ocupe el lugar que en verdad le corresponde y que se merece; ¡Dianita!— continuó la señora después de hacer una ligerísima pausa— a ti te toca vivir y disfrutar de los placeres de éste mundo y tú— le dijo mirando con desprecio a Ricardo a pesar de que se trataba al igual de su propio hijo y a pesar de que al igual salió de sus entrañas y era sangre de su sangre aún y con todo eso le dejaba mas que claro cuanto lo menospreciaba en comparación con Diana— ¡tú ocuparás el único lugar que te mereces ante tu hermana pasando a ser su sirviente, su perro, su esclavo o lo que coño ella decida hacer contigo y mas te vale obedecerla ciegamente, yo misma me ocuparé de que así sea!— concluyó de momento la señora mirando con una expresión de excitación y depravación a su hijo.

Diana se encontraba cómodamente sentada en un mueble con una pierna cruzada sobre la otra jugando a mover coqueta su linda sandalia café con un pequeño taconcito mirando embelesada y oyendo con suma atención a su madre al igual que observando a su hermano en el piso que continuaba todavía tallándose la mejilla; de pronto Ricardo se levantó y furioso gritó a su madre— ¡a la mierda yo me largo de aquí y ya veré en quien buscar apoyo!;

¡Ohhhhhhhh no!— le contestó su madre mientras lo miraba con lástima— ¿te crees muy listo no?, ¡jajajaja pobre de ti!, pues no creas que no pensé en eso, si te marchas en éste momento pondré una demanda por abuso sexual contra tu hermana menor.

Ricardo quedó rojo e inmóvil por completo pero oyendo atentamente a su madre que continuó de momento dirigiéndose a Diana— ¡tú ya sabes mi amor, solo unas lagrimillas bastarán y claro mi apoyo incondicional!— enseguida miró a su hijo y le dijo— piénsalo Ricardo, bueno eso de Ricardo ya lo irá decidiendo tu ama como llamarte, el caso es que si te vas a donde quiera que huyas te encontrarán y te detendrán y será tu palabra contra la mía y mira que la coartada es perfecta, tu padre muere, nuestra vida es un caos, tu aprovechas mi ausencia y tratas de abusar de tu noble e indefensa hermana oh y no te extrañe, en tu cuarto, que ya no lo será mas, he puesto algunas pornos y demás, previamente las fotografié como una prueba de que eres un depravado— puntualizó finalmente muy satisfecha la señora.

Ricardo temblaba; la expresión de su madre le avecinaba que en verdad lo había desterrado de la familia reduciéndolo a un ser sin libertad para vivir según el capricho de su hermana.

¡No se diga mas!— expresó risueña doña Marlene— ¡Diana, levántate!— ésta lo hizo intrigada y enseguida mirando doña Marlene a su hijo Ricardo le habló despectivamente— ¡tú de rodillas ante tu hermana!, vas a comenzar a demostrarle tus respetos y tu servilismo ahora mismo— la señora hizo una pausa sin dejar de mirar sonriente y excitada a su hijo y finalmente concluyó ordenándole— ¡arrodillándote ante ella y besándole humildemente los pies!;

¡Wow!— exclamó alucinada Diana. Ricardo permanecía inmóvil.

¿Qué no te quedó claro idiota?— le recriminó su madre al momento que comenzó a propinarle de bofetadas a su hijo; éste se cubrió lloroso pero Diana ágilmente le ofreció a su madre su cinturón y ésta sonriéndole le asestó un certero golpe con la hebilla en la espalda a Ricardo que gritó inconsolablemente— ¡no mamá ya no por favor, te lo ruego!— el muchacho cayó de rodillas lloroso muerto de miedo ante su hermana y su madre.

¡Pues obedece animal!— le indicó amablemente su madre— ¡vamos, quiero ver como te esmeras en adorarle los pies a tu hermana! Y tú Diana no te detengas ni te limites, haz lo que quieras con el, desde éste instante tú ya no tienes hermano, bueno, si lo tienes solo que ahora también tienes en el a tu mas devoto y humilde servidor jajaja— doña Marlene había dejado mas que clara la situación y diferencia entre sus dos hijos.

Ricardo lloraba cada vez mas fuerte y ante el impacto en su cuerpo de un nuevo hebillazo se acercó presuroso sin tener mas a donde elegir besó con repulsión los pies a Diana quien sintió un cosquilleo tremendo que provocó en ella tal excitación como que estaba acariciando el poder, un poder sin limites que ahora ella ejercía ante su odiado hermano por cortesía de su madre Marlene.

¡Vamos hija, por Dios dí algo, haz algo!— la animó su madre al ver que Diana no pasaba de una enorme sonrisa en su rostro pero nada mas.

¿Pero que?— se expresó Diana algo confundida ante tal situación pero a la vez muy entusiasmada en aprender.

¡Carajo Diana lo que quieras, no me digas que nunca soñaste todas las veces que éste imbécil te hacía algo con tenerlo algún día así justo ante tus pies besándotelos bueno, pues felicidades hija, tienes un esclavo!— fue la atinada respuesta de su madre y sus palabras surtieron efecto en la malévola pero hasta ese momento dormida mente de Diana, pues era muy cierto, muy en su interior muchas veces se había imaginado esto y hasta se había masturbado representando muchas veces escenas en su mente en donde ella dominaba y humillaba a su hermano sin consideración alguna.

¡Mas rápido perro, no los beses lámemelos eso es lámeme los pies y hazlo con una sonrisa, sí, quiero ver una puta sonrisa en tu rostro mientras me lames los pies!— Diana había reaccionado, no tuvo que darle muchas vueltas al asunto, lo tenía todo a su favor, principalmente el respaldo de su madre— ¡mamá dame el cinturón!— exigió Diana.

Marlene le tendió a su hija el cinturón con una enorme sonrisa de satisfacción en su rostro al percatarse de que su hija, su princesa iba por muy buen camino y que en realidad no era nada diferente a ella. En instantes Ricardo recibió por parte de su hermana menor la primera de muchas palizas de su vida; desde el principio Diana no mostró piedad por su hermano, la emprendió contra el a cintarazos tanto con la piel como con la hebilla hasta que quiso y hasta que su sádica mentecita se dio por satisfecha ante la aprobación de su madre y un Ricardo acorralado, hecho un ovillo en el piso gritando terroríficamente.

¡Ya no hermanita, ya no Dianita por piedad, por piedad hermanita!— le imploraba el pobre infeliz.

¡Jajajajajajajaja!— se rió cruelmente la joven Diana al momento que con una expresión perversa, sádica; le propinaba otro y otro mas terrible cintarazo mientras se burlaba de el— ¡uy ahora si soy Dianita pues no marica soy tu ama!; a ver, ¿Quién soy?;

¡MI AMA!— gritó llorando fuertemente Ricardo con tal de lograr ablandar a su hermanita.

¡Jajajajaja, repítelo nunca me cansaré de oírlo!;

Y ante la humillación de Ricardo, Diana con ayuda del cinturón y orden e intervención de su madre despojaron de sus ropas al joven casi rompiéndoselas hasta dejarlo desnudo en su totalidad y aclarándole por si acaso alguna duda le quedaba al pobre chico que en adelante permanecería desnudo ante ellas, dejaría de ir a la escuela pues ya no lo consideraban una persona y por supuesto su madre Marlene no pensaba invertir un solo peso en el y eso mientras a las retorcidas y creativas mentes de ella y su hija se les ocurrían mas reglas que imponer sobre la nueva educación del desafortunado Ricardo.

El pobre Ricardo lloraba tristemente, tenía todo el cuerpo molido y en especial la cara la sentía y la tenía hinchadísima pues justo ahí había sufrido algunos cintarazos y el chico al tratar de cubrirse el rostro tan solo logró que Diana le pisara la cara y le hiciera mas daño al apoyar su tacón en ella y hacer fuerza hasta dejarle marcado en el rostro la forma de su ligero taconcito.

Ricardo quedó deshecho física y moralmente en el piso pero eso no impidió que escuchara y quedaran grabadas a fuego en su mente dos nuevas advertencias mejor dicho ocurrencias de Diana que agachándose junto a el le acarició con sus largas uñas las marcas rojas que se habían dibujado y resaltaban en la piel del joven; la malvada y bella muchacha sonrió con malicia al contemplar tan cerca la hinchazón de la piel y el dolor que le había provocado a su hermano, pegó su rostro al de su hermano y con una hermosa sonrisa le susurró dulcemente al oído disfrutando cada palabra dicha al igual que su madre que también algo alcanzó a escuchar e interpretar— ¡a partir de hoy te llamarás Microbio, que no se te olvide!, ah y lo mejor— Diana no se rió, se carcajeó groseramente ante su deshecho hermano tomándose su tiempo hasta que concluyó diciéndole aún riendo— ¡uy cuando Alma se entere Microbio, mmmm, cuando Alma se entere de tu nuevo estilo de vida jajaja!;

Ricardo a pesar de estar muy dolido no pudo evitar captar perfectamente las crueles frases de su hermana e intuir que esto apenas era el inicio de un amargo despertar para el en su nueva vida y ni tardo ni perezosa Diana platicó la buena nueva para ella con lujos de detalle a Alma que fue clara al decirle— ¡hasta no ver no creer!— a pesar de que comprobó que por los lugares donde se le solía ver a Ricardo éste ya no aparecía ni mucho menos en la escuela, tal parecía que la tierra se lo había tragado, ¡pero no!, tan solo estaba prisionero en su propia casa esclavizado tanto por su madre como por su hermana; desnudo, completaba su único vestuario un collar y una larga cadena para perros que adornaba su cuello con el nombre “MICROBIO” grabado en el collar; no estaba esposado, no había necesidad, entre su madre y su hermana le habían bajado a punta de cintarazos y bofetadas buena parte de su orgullo y con la latente amenaza de denunciarlo por abusar de la inocente y tierna Diana.

Ricardo se encontraba en verdad temeroso y en lo último que pensaba era en escapar de su casa y un día, el menos pensado y esperado para el angustiado joven, éste se percató de que estaban por empujar la puerta, lo que significaba que su hermana había llegado de la escuela y que el debía postrarse en el piso para que ella se limpiara los zapatos en su cuerpo o el hiciera lo propio con su lengua y enseguida seguirla gateando e ir por sus sandalias y traérselas sujetas con la boca pero ese día fue distinto, Ricardo tembló al oír una segunda voz y tembló aún mas al reconocerla, estaba seguro; ¡era Alma!, su ex novia; en ese momento se abrió la puerta y apenas y pudo postrarse por completo quedando con la cara pegada de lado en el piso justo como le encantaba a Diana para que si le daba la gana le acariciara la mejilla con la sucia suela de su zapato y así aprovechaba para limpiársela pero al quedar Ricardo en esa posición pudo contemplar ésta vez unos zapatos escolares similares a los de su hermana pero que reconoció que no eran los de ella sino los de Alma, esto al tenerla de cerca y con ello poder ser capaz de identificar y recordar su fragancia.

¡Amiga te presento a Microbio!— expresó la señorita Diana con una sonrisa de oreja a oreja al momento que le pisaba la cara a su hermano cruelmente clavándole el tacón de su zapato— ¡a ver estúpido a cuatro patas ya!— fue la orden de Diana para su hermano.

Ricardo tembloroso obedeció quedando a gatas, el pobre joven no dejaba de temblar, mantenía la mirada totalmente clavada en el piso admirando solo ambos pares de pies, los de su hermana y los de Alma, era consciente de que su ex novia estaba disfrutando de lo lindo mirándolo desnudo y en esa situación tan lamentable en la que se encontraba; ¡vaya!, ni siquiera de novios lo vio desnudo y por lo tanto Ricardo anhelaba en ese momento que la tierra se lo tragase y lo último que deseaba era tener que darle la cara a su ex chica.

Alma al ver que Ricardo permanecía inmóvil y aún temblando expresó con malicia a su amiga— ¡sí Diana, lo que quieras pero tú me prometiste que tan solo al abrirse la puerta yo tendría a este cerdo humillándose a mis pies y no, no veo que haga nada tan solo tiembla como un buen marica!— concluyó la chica con una sonrisita burlona.

Diana tan solo oyó pronunciar tales palabras a su amiga reaccionó furiosa haciéndole daño a su hermano al darle una patada en el estómago— ¿Qué no oíste animal?— le llamó la atención amablemente— ¡como debes saludar a mis invitadas!— le exigió una encolerizada Diana.

El desdichado Ricardo se dobló ante la cruel patada de su hermana; ¡quien lo dijera!, el altivo, rebelde y orgulloso Ricardo Morales en esa situación tan penosa pero de ese Ricardo quedaba muy poco pues temblaba como tal hoja de papel ante un solo grito de su madre o de su hermana a lo que actuando como el nuevo Ricardo lo cual no indicaba que no sintiera lástima y hasta náuseas de sí mismo se acomodó de nuevo a cuatro patas y a continuación casi con lágrimas en los ojos inclinó el rostro hasta posar sus labios en los lindos zapatos escolares de la que alguna vez fue su hermosa novia, la misma que el tuvo entre sus brazos y ahora posiblemente pasaría a ser también su ama, eso si era el deseo de Diana y todo indicaba que así sería.

Hubo un momento de silencio en el que Ricardo muerto de nervios no pudo evitar por más que lo intentó, alzar la cara y comprobar por sí mismo la malévola sonrisa en el bello rostro de Alma que al cruzarse la mirada de Ricardo con la de ella soltó una fuerte y en verdad cruel carcajada sintiendo Ricardo una puñalada en el corazón aunque lo que su cuerpo resintió fue otra patada de su hermanita gritándole— ¡tú no entiendes animal, sabes que te tengo prohibido mirar a la cara a cualquiera en ésta casa!;

¡Descuida!— intervino sonriente Alma— ¡yo quiero que me mire a la cara quiero que esté consciente que estoy disfrutando al máximo la situación en la que se encuentra!;

¡Bueno pues como quieras!— le respondió Diana al momento que le ofrecía la cadena a Alma y ella avanzaba para ponerse cómoda en uno de los muebles de la sala. Alma tomó con mucha calma la cadena contemplando con burla a Ricardo; éste no le soportó la mirada y la humilló pero Alma de nuevo lo obligó a mirarla y el joven tras enfrentar de nuevo la perversa sonrisa de la chica que en verdad estaba disfrutando como nunca; el joven Ricardo no pudo evitar que una lágrima corriera por su mejilla lo cual Alma disfrutó aún mas y así se lo demostró al ordenarle con una voz melosa, dulce y a la vez burlona— ¡vuelve a besarme los pies!— le dijo la chica totalmente excitada con la situación, con una enorme sonrisa y añadiendo— ¡pero ésta vez lámelos, lame el polvo de mis zapatos!; Ricardo ya no se rebeló, resignado se limitó a humillarse haciéndose sordo a otra cruel carcajada de la chica al momento que veía a su ex novio lamer sus zapatos; justo entonces Alma se agachó y mientras le acariciaba el cabello le susurró burlonamente— ¡vaya Ricardo que obediente te haz vuelto, mira que nuestra primera relación fracasó pero quizás ahora funcione solo que como ama y esclavo jajajaja!— la maliciosa chica no pudo evitar reírse a sus anchas por que en verdad cada vez que se detenía a pensar en la nueva situación que vivía su ex novio como esclavo de su madre y hermana y en breve también de ella siempre terminaba muerta de risa y ésta vez no fue la excepción, tras unos segundos la chica añadió aún entre risas— ¡por que Diana me ha prometido que tendré control absoluto sobre ti así que andando!— hizo de nuevo una pausa y de nueva cuenta no pudo evitar volver a carcajearse hasta que logró por fin volver a hablarle— ¡Microbio!, vaya con Diana no se quebró mucho la cabeza, ¡vamos Microbio!— volvió a decirle entre risas al momento que lo llevaba de la cadena muerta de risa pues le hacía mucha gracia su nuevo nombre: “Microbio”.

Enseguida alcanzó a Diana en la sala y tras acomodarse a lado de ella ambas se sonrieron al ver como el pobre Ricardo le quitaba los zapatos a su hermana valiéndose solamente con la ayuda de su boca y dientes, inmediatamente prosiguió del mismo modo a quitarle las calcetas y a continuación le acercó sus sandalias llevándoselas entre sus dientes y depositándoselas con sumo cuidado en el piso a un lado de sus pies, ¡tanto le temía Ricardo a los castigos de su hermana que en verdad lo maltrataba sin consideración alguna que el pobre obedecía ya casi cualquier orden de ésta sin rechistar y tal y como sabía que a Diana le gustaba!;

Tras quitarle los zapatos y teniendo Diana los pies sudados; Ricardo se los besó aunque siempre lo hacía con asco y ésta vez se le notó mas al tener a Alma presenciando su humillación y por lo tanto lo hacía sentirse mas ofendido y desgraciado y eso para su mala suerte provocó el enojo de su hermana menor que cruelmente no dudó en castigarlo con una patada en plena cara con la planta de su pie.

¿Qué sucede imbécil?— le gritó furiosa Diana— ¿acaso te ofende el olor de mis pies?;

¡No ama!— murmuró Ricardo totalmente abatido tallándose la cara luchando por no llorar.

¿Entonces por queeeee esa puta mueca?— volvió a gritarle al momento que lo sorprendía con otra patada.

¡Perdón perdóname ama!— le imploró Ricardo comenzando tristemente a llorar después de que su hermanita se ensañara en volver a patearle la cara.

¿Qué dices?— preguntó de pronto muy divertida y excitada Diana a su amiga— ¿continúo castigándolo o ya está bien?;

¡Dale una patada mas!— contestó cruelmente la hermosa Alma sin pensárselo mientras observaba morbosamente como el desdichado joven lloriqueaba ante tal castigo.

¡Ya oíste Microbio acerca la puta cara!— le ordenó su hermanita intercambiando una malévola sonrisa con su amiga Alma.

Ricardo trató de mirar con rencor a Alma pero tan solo lo hizo por un segundo pues Diana sin perder tiempo le asestó una tercera patada en su rostro; Ricardo se quejaba y se revolcaba patéticamente en el piso cubriéndose la cara ante los pies de aquellas señoritas que no paraban de reírse y que se les veía dispuestas a continuar humillándolo y divirtiéndose a costa de su dolor y sufrimiento.

¿Entonces te ofende el olor de mis pies?— le preguntó Diana entre risas a Ricardo con toda la intención de humillarlo y guiñándole un ojo en complicidad con Alma.

¡No ama!— apenas alcanzó a murmurar muerto de llanto su humillado hermano.

¡Mmmmm!— se expresó burlona Diana para enseguida añadir mientras miraba con desprecio al joven Ricardo— ¡entonces restriega tu cara entre las plantas de mis pies para que te crea!; digo, a menos que prefieras recibir mas patadas, yo encantada— concluyó sonriéndose orgullosa de sí misma.

Ricardo se estiró tan pronto el dolor en su rostro se lo permitió y sintiendo una terrible repulsión y asco comenzó como un perro a restregar rápidamente su rostro sobre las olorosas y sudadas plantas de los pies de su hermanita; el joven se moría de vergüenza e indignación pero lo prefería ante la amenaza de llevarse mas patadas; así lo mantuvo Diana todo el tiempo que quiso hasta que de nuevo lo apartó castigándolo con otra patada en el rostro pues en ese momento aparecía Karina, su sirvienta con una bandeja repleta de bocadillos; la jovencita no pudo evitar sonreír al presenciar el trato tan ruin y degradante que la señorita Diana le daba a su hermano y antiguo patrón de ella, dejó la bandeja y se retiró.

¡Rápido ponte a cuatro patas, nos vas a servir de mesa!— ordenó Diana a su hermano hablándole como lo hacía la mayoría de las veces que se dirigía a el, con desprecio, con la voz dura y cortante. Ricardo se dispuso a obedecer inmediatamente pero la bella Alma intervino— no, mejor deja la bandeja en aquella mesita y que Microbio nos sirva de alfombra— concluyó la joven sin disimular su sonrisa.

¡Bueno!— respondió sonriente Diana— ¡ya oíste Microbio, estírate en el piso!;

Ricardo roto moralmente lo hizo, quedando de tal forma para que Diana descansara las plantas de los pies sobre su cara y Alma se entretuviera en torturarle su miembro con los tacones de sus zapatos mientras se disponían a disfrutar de los bocadillos; ambas chicas comieron hasta saciarse y mientras lo hacían Diana de vez en cuando dejaba caer una galleta al piso, la aplastaba con su pie hasta triturarla y con sus dedos graciosamente recogía cuanto podía de las partecitas de la galleta y de ésta humillante forma alimentaba a su hermano haciendo que éste casi se atragante cuando le introducía casi todo el pie en la boca partiéndose cruelmente ambas de la risa al ver la desesperación de Ricardo.

Alma también hizo lo propio solo que ésta se comportó aún mas asquerosa pues después de masticar las galletas, se acercaba a Ricardo, lo abofeteaba indicándole de esa infame manera que abriera la boca y con una bella pero malvada sonrisa le dejaba caer los restos masticados y escupidos de galletas ante un destrozado Ricardo provocando las carcajadas de Diana.

¡Jajajajaja, sí, así lo alimenta mi mamá!— comentó muy divertida Diana— yo prefiero hacerlo con los pies.

¡Sí!— le contestó Alma— es fácil y divertido de ambas formas. En ese momento Karina aparecía de nueva cuenta para retirar la bandeja y preguntar a las señoritas si deseaban algo mas; Diana la miró curiosa y de pronto así, sin mas le preguntó— ¡oye Karina!, ¿Cómo vas con lo tuyo?, ¿mucho trabajo?;

Ésta tras sorprenderse por tanta familiaridad en el tono empleado por la señorita atinó a responderle— ¡puessssss sí señorita Diana pero descuide no es nada con lo que no pueda batallar además trabajo con mucho gusto para usted y para su madre!— respondió esto último con dos fines, adular a Diana y mirando con aires de superioridad a Ricardo haciéndole ver que ya no estaba obligada a dirigirse a el con respeto ni mucho menos a tratarlo como cuando era su patrón. Diana tomó partido de la expresión de Karina y maliciosamente le dijo— ¡bueno!, por que si quieres tómate un descanso, ¡éste perro puede continuar mientras con tus labores!— se expresó con burla y desprecio señalándole a su hermano.

La chica se llevó las manos a la boca de la emoción y justamente emocionada exclamó— ¡oh señorita en serio, vaya, muchas muchas muchas gracias!;

¡Sí!— le contestó divertida Diana— y no me digas señorita, tenemos la misma edad y me caes muy bien, podemos llegar a ser muy buenas amigas pero ¡claro!, si tu aceptas mi propuesta— le soltó Diana infundiendo cierta intriga en sus palabras.

Karina se mostró mas que interesada en oír dicha propuesta y Diana no se la hizo de emoción para decírsela— ¡es sencillo, solo quiero que le des el mismo trato a éste imbécil tal y como lo hacemos mi madre y yo o incluso peor, si lo tratas peor por mi encantada jajajajajajaja!, ¿Qué te parece?; esa será tu nueva responsabilidad, a cambio de eso seguirás recibiendo tu mismo sueldo y mi hermano— dijo esto último suspirando con lástima mirando fijamente a Ricardo— se encargará de realizar todo lo que tú hacías antes, ¡claro!, bajo tu supervisión y no te limites en castigarlo si su comportamiento o actitud no te satisfacen.

¡Será un placer Diana!— respondió Karina frotándose las manos apenas Diana dejó de hablar y mientras contemplaba la cara de terror de Ricardo.

¡Bueno pues no se diga mas!— expresó Diana con una sonrisa de oreja a oreja satisfecha al ver que por la expresión de Ricardo había dado en el clavo, si ya de por sí era humillante vivir a los pies de su madre y de su hermana menor para el joven cuanto mas lo era ahora, ¡pasar a vivir esclavizado por la chica que era la sirvienta de su casa!; eso sí que era cruel y humillante.

¡Llévatelo para que aprenda sus nuevos deberes!— ordenó tajantemente Diana.

Al instante Karina lejos, muy lejos de comportarse cortésmente como solía hacerlo anteriormente con el joven Ricardo, sin pena alguna lo jaló bruscamente por la cadena para llevárselo pero de nueva cuenta para desgracia mayor de éste, Alma intervino.

¡Espera Karina!— ésta se detuvo tras la indicación de Alma que algo le susurraba al oído a Diana lo cual inquietó a Karina al ver la perversa y maliciosa sonrisa que se dibujaba en el rostro de la hermosa Diana, sonrisa que terminó por convertirse en carcajada.

¡No pues no, no lo he hecho aunque confieso que ya lo había pensado!— comentó al final Diana a Alma tan pronto como pudo controlarse y parar de reírse. Entonces Alma se levantó y lentamente se acercó a Ricardo; miró a Karina que permanecía quieta y le dijo— ¡pero no te quedes ahí bonita, anda, ponte cómoda!, ¿Qué no oíste a Diana?, ¡ya no tienes por que preocuparte en mantener impecable ésta casa!;

Karina se sonrió en agradecimiento a Alma y a Diana y enseguida tomó asiento a lado de Diana. Ricardo temblaba de nervios y desesperadamente se hizo para atrás al ver que descaradamente Alma había quedado frente a el que se encontraba arrodillado y que justo a la altura de su cara podía observar como la malvada muchacha con una sonrisa se iba levantando la falda y sus bragas; Ricardo se temió lo peor pero al querer levantarse, Karina por orden de Diana lo detuvo propinándole una patada en su costado; el pobre joven se dolía y cínicamente Alma le dijo— ¡quieto Microbio!, ¿Qué no ves que quiero orinar?;

Ricardo se horrorizó aún mas ante el descaro de su ex novia y al continuar moviéndose Karina optó por castigarlo con otra patada en su costado al momento que Diana le pisaba la polla y haciendo presión se la aplastó aún mas fuerte sin retirarle el pie.

¡A ver Ricardito!— le habló Diana en un tono de burla absoluta mientras continuaba haciéndole daño a su sensible polla— ¡si no te quedas quieto mi amiga no puede darse el gusto de orinar en tu puto hocico y entonces me veré obligada a tener que destrozarte tu pequeñísima polla de un pisotón!— concluyó una sonriente Diana.

Lo dicho por Diana fue muy claro para Ricardo que desde ese momento permaneció inmóvil y tan humillado ante su hermana que se divertía de lo lindo pisándole su polla; entonces Alma cruelmente se fue agachando lentamente hasta sentarse prácticamente ¡en la cara de Ricardo!, pues antes de orinar se daría tiempo para divertirse aún mas con el.

Diana y Karina se partían de la risa mientras que Alma continuaba humillando al joven verbalmente— ¡siiiiiiiiii que delicia!, ¿no te parece mi amor?, ¡mira que ni de novios me satisfacías así! Y la cruel chica lo torturó dejándole el culo sobre su cara, mas exacto sobre su boca y nariz obligándolo a proporcionarle placer con la lengua, ahogándolo prácticamente, solo se levantaba tantito cuando presentía que se le podía ahogar por completo y de nuevo lo torturaba de aquella degradante manera hasta que no contenta le soltó varios pedos lo cual desató aún mas las carcajadas de todas y sin contar que Diana no le dejaba de aplastar la polla así hasta que la señorita Alma se dignó a dejar respirar por unos instantes al joven para enseguida volver a acomodarse indicándole con una bofetada que abriera la boca, fue entonces que el infeliz de Ricardo aceptó un potente chorro de orina cortesía de la que alguna vez fue su linda e inocente novia.

Después de ello Karina se lo llevó guiándolo a patadas y empujones hasta hacerlo entrar al baño y ahí para continuar con su desgracia, la chica también le obsequió una buena cantidad de orina bañándole con ella la cara por completo; Ricardo ahora si no se contuvo ¡era demasiada humillación! Pero tras ofender e insultar a la chica lo único que logró fue que ésta lo surtiera a patadas y se portara en verdad cruel y despiadada al acomodarlo a una esquina de la pared y a continuación pujando con todas sus fuerzas ¡se cagó en su cara!; dejándolo ahora sí, si cabe, deshecho por completo.

Así transcurría la nueva vida de Ricardo que a partir de la genial idea de Alma, desgraciadamente también su hermana y aunque suene duro, grosero pero ¡hasta su madre lo usaba de inodoro meando y defecando en el!; demostrándole que como hijo para ella estaba mas que muerto y que ahora solo veía en el al igual que Diana a Ricardo, su joven esclavo.

Y en una de esas tardes en la que el infeliz de Ricardo sacaba brillo al piso ante la atenta mirada de Karina tocaban a la puerta, enseguida Ricardo se apresuró a abrir no sin antes llevarse una patada en su trasero, obsequio de Karina; abrió y se fue para atrás de la emoción, era Alma y lucía en una palabra ¡ESPECTACULAR!, había quedado con Diana para ir al cine y se presentaba nada menos que con una falda negra corta y ajustada, zapatillas al igual negras de altos y finos tacones y blusa a tres cuartos de manga roja; ésta se sonrió altanera y orgullosa al ver el impacto que había causado en Ricardo y tras agacharse le pellizcó cariñosamente sus mejillas pasando por alto que el joven la había mirado a la cara y no solo eso sino que la había mirado embelesadamente de pies a cabeza por unos instantes lo cual lo tenía estrictamente prohibido por órdenes de Diana.

¡Hola mi amor!, ¿hoy no has comido caca?, jajajajajajaja— se dio su tiempo Alma para burlarse de la desgraciada vida que llevaba aquel joven que ofendido apartó el rostro y se movió hacia atrás pero la malvada Alma lo siguió y enseguida le atrapó los huevos apretándoselos con la mano, clavándole sin misericordia las uñas, haciéndole en verdad mucho daño— ¡te hice una pregunta mi amor!— insistió Alma regalándole una maliciosa sonrisa.

¡Ayyyyyyyyyy!— se quejó el pobre infeliz que terminó a los pies de la señorita, comenzando a pasarle la lengua a las relucientes zapatillas que ésta lucía mientras le suplicaba piedad— ¡te lo ruego detente por piedad detente!— suplicó el angustiado joven sufriendo la maldad de la bella Alma.

¡Jajajajajajajajaja!— se carcajeó Alma alegremente sin consideración alguna— ¡ay Ricardo pero de veras que te has vuelto patético mira que caer a lamer mis zapatos como un verdadero perro tan solo por un jaloncito!, ¡pero si no fue nada jajajajaja!;

¡Ayyyyyyyyyyy!— de nueva cuenta Ricardo se quejó aún más fuerte por que de nuevo Alma se los volvió a apretar también aún mas fuerte y seguido se acomodó en el mueble mientras no paraba de reírse.

¡Anda, pensándolo bien no está de mas una repasada, venga, a lamer mis zapatos!— le ordenó la chica aún riendo.

El pobre Ricardo no tuvo elección ni mucho menos tiempo siquiera de calmar tantito su sufrir; se arrastró como el perro en que lo habían convertido y se dispuso tristemente a lamer los zapatos de Alma a eso que la señorita se enteró por medio de Karina de que Diana aún se estaba bañando por lo cual se alegró pues pasaría un rato mas torturando a su ex novio y de pronto se levantó, lo contempló unos instantes; ella tan divinamente hermosa y altiva y el desdichado joven, desnudo y postrado a sus pies lamiendo sus zapatos.

¡De rodillas Apestoso sí, jajajaja, le diré a Diana que ya no te llamarás Microbio sino Apestoso por ingerir heces y orines!— le comunicó alegremente mientras lo miraba con desprecio y al ver que Ricardo no la había obedecido le dio una ligera patada en la cabeza a lo que éste optó por quedar arrodillado pero sin atreverse a mirarla a lo que la cruel chica lo obligó a hacerlo; Ricardo tan solo mirarla comenzó a sollozar producto de la vergüenza que sentía por la situación en la que se encontraba ante su ex novia y ésta por capricho se dio el gusto y el placer de jugar con los sentimientos del ya mas que infeliz joven Ricardo.

¿Y bien Ricardo como me veo?, ¿te parezco sexi?— se dirigió a el maliciosamente al momento que se daba una vuelta repleta de sensualidad y coquetería frente al chico que tan solo suspiró y asintió con la cabeza.

¡Anda, dime!; ¿Qué tal mis pechos?, ¿lucen bien, han evolucionado?— insistió haciendo gala de una de sus mejores sonrisas al mismo tiempo que se palpaba sus pechos y luego su apetecible trasero— ¡venga carajo, habla!— lo presionó al ver que el joven tan solo la miraba como un verdadero imbécil.

¡Sí!— respondió al fin nerviosamente Ricardo— ¡te ves hermosa!; Alma se sonrió orgullosa y continuó calando profundo en el joven— dime Ricardo, ¿me sigues amando?;

El chico no contestó, se limitó a inclinar la mirada a lo que enseguida Alma se la levantó y acercando su bello rostro al del joven le dio un tierno beso en los labios que hizo sentir a Ricardo en primera instancia esa suave, cálida y seductora fragancia que tanto extrañaba y añoraba y en segunda lo transportó siquiera por unos segundos directo al paraíso después de un tiempo de sentirse en el infierno.

¡Por que yo te sigo amando!— le susurró tan dulcemente Alma, tan cautivadora, tan sincera que hizo temblar a Ricardo de los pies a la cabeza sintiendo que su mente era taladrada por aquella frase tan vital para el en aquellos momentos de angustia por los que pasaba— ¡te sigo amando!— tan solo esa frase rondaba una y otra vez en la cabeza del joven— ¡y si tú me confiesas lo mismo!— continuó Alma sin dejar de mirarlo tiernamente— ¡trataría de ayudarte incluso podríamos escapar de las garras de tu madre y de Dianita que mira que conmigo es un amor pero la verdad es que se pasa contigo!— concluyó con una expresión tan sincera que difícilmente dejaba lugar a dudar de sus palabras.

Ricardo no pudo evitar mirarla con lágrimas en sus ojos y tras unos profundos suspiros y erróneos intentos de hablar logró decirle— ¿en verdad Alma, me sigues amando?— le preguntó completamente ilusionado el joven.

¡Ya te dije que sí!— le contestó ésta con una bella sonrisa— ahora dime tú, ¿me amas o me reprochas lo cruel que he sido contigo?, que mira que ganado te lo tenías.

¡Sí!— le respondió Ricardo recordando aquella inolvidable etapa de su vida en la que fueron novios— ¡quizás me lo merecía pero se lo han cobrado con creces y sí Alma!— continuó elevando el tono de voz y hablándole con verdadera sinceridad y seguridad en sus palabras— ¡TE AMO MAS QUE NUNCA ESTOY LOCO POR TI Y CADA DÍA QUE PASA ME JODE MAS ESTAR TAN CERCA DE TI FÍSICAMENTE Y NO PODERTE ACARICIAR MAS QUE DE LA ÚNICA FORMA EN LA QUE ME LO PERMITES QUE ES BESANDO TUS PIES!— expresó esto último sintiendo pena de sí mismo.

¡Sí!— le contestó Alma disimulando su sonrisa y cuidándose de no soltar a carcajearse sin control— ¿pero no me estás diciendo todo esto solo para que interceda por ti verdad?, ¿lo dices por que en realidad me amas con locura como yo a ti?;

¡Por supuesto que te amo!— le respondió al instante Ricardo emocionado, ilusionado y desesperado por recuperar su libertad y lo mas importante para el, recuperar a su amor, al amor de su vida— ¡tú lo sabes que siempre te he amado y reconozco mis errores pero te juro que mis sentimientos son sinceros!;

¡Entonces bésame los pies!— le sugirió de repente muy juguetonamente la chica.

¡Peeeeero Alma!; ¿Por qué?— le preguntó totalmente sorprendido y confundido el joven.

¿Por qué no?— dio continuidad Alma a su cruel juego sonriéndole a Ricardo con una sonrisa que el chico no logró interpretar que era de burla y que precisamente tan solo se estaba burlando de el— ¡hazlo por amor!; ¿o que?, ¿te da asco?, ¡como voy a creer en tu amor y en tus palabras de arrepentimiento si no te veo capaz siquiera de brindarme unos suaves, humildes y sinceros besos en mis pies!;

NI bien terminó de hablar la malvada chica en cuanto éste ya se encontraba de nuevo postrado ante ella besándole sus pies lo que la hizo sentirse mas que dichosa y así lo mantuvo cuanto quiso hasta que al fin se dignó a hablarle con la verdad y por lo tanto a matarle la inspiración a aquel desdichado.

Alma no dudó y satisfecha de haber jugado todo el tiempo que ella quiso con los sentimientos del joven decidió ponerle fin a su juego pisoteando moralmente hablando a dicho joven, de un momento a otro, Alma cambió bruscamente su humor hacia Ricardo y tras levantarlo con violencia por sus cabellos le soltó un tremendo bofetón y carcajeándose lo humilló sin sentir un solo indicio de piedad por el.

¡Jajajajajajaja pero mira si eres estúpido, jugaba contigo imbécil, hasta crees que te voy a ayudar si no hay día que no le agradezca a Diana y a tu madre por permitirme ser parte de esto, por permitirme contribuir en tu desgracia!— le dijo mientras continuaba observándolo con burla y desprecio.

¡Maldita!— le reclamó Ricardo lleno de rabia e indignación pues le hizo ver que el sí, no le había mentido, que el en realidad la seguía amando.

Alma con una cínica sonrisa se acomodó de nuevo en el mueble cruzando una pierna sobre la otra y reafirmándole su postura le habló con absoluto desprecio— ¡acércate miserable te quiero lamiéndome los pies!— le ordenó secamente al momento que se descalzaba y le acercaba su pie a la cara.

Ricardo dudó en someterse ante tan degradante orden, se encontraba sumamente ofendido y no era para menos, para su mala suerte que parecía estar adherida a el como un tatuaje; Alma se percató que aladito de ella estaba su bolso, no se lo pensó y con la punta de éste le propinó un terrible golpe en la cara a lo que Ricardo no tuvo mas remedio que humillarse y permanecer de rodillas soportando el dolor en su rostro y teniendo dentro de su boca casi la mitad del pie de Alma que le encantaba que le chupara los dedos y que después de fastidiarse de tenerlo en esa postura lo hizo estirarse en el piso bocarriba, se secó la saliva que había quedado en su pie en el cabello del joven y de nueva cuenta le ordenó que se acomodara de rodillas; se calzó el zapato y lo sorprendió con una patada en sus testículos, ¡pobre Ricardo!, ¡como se retorcía miserablemente en el piso ante los pies de Alma!; la cruel chica no se apiadó de tan triste y patética actuación a lo que de nuevo le ordenó que se arrodillara frente a ella y a continuación para sorpresa de Ricardo, ésta vez, con el tacón y con la suela de su zapato comenzó a acariciarle su adolorido miembro que a pesar de dicho tormento no tardó para asombro del propio Ricardo y en contra de su voluntad en ponerse en pie de guerra a pesar de las súplicas inútiles del joven que estaba sufriendo horrores al sentir el contacto firme de la rasposa suela y el afilado tacón de Alma en su ya mencionado adolorido y sensible miembro.

¡No por piedad Alma eso no te lo ruego!— le imploró angustiado el joven y a la vez doblándose increíblemente sobre sí mismo de excitación.

¡Ama Alma!— lo corrigió burlesca la malvada muchacha sin detenerse.

Ricardo se retorcía y no podía evitar la excitación por mas que quisiera; Alma no perdió tiempo en detalles y tras sacarse los zapatos fue cuestión de minutos en lograr que el pobre Ricardo eyaculara sobre sus pies tras haberlo masturbado endemoniadamente con ellos y justo en ese momento Diana bajaba radiante por las escaleras y se interesó al oír las crueles carcajadas de Alma que de pronto adoptó una expresión de niña inocente y burlona le dijo a Diana tapándose la cara con sus manos— ¡Diana Diana, es un cerdo, míralo!— Alma no paraba de reír y de apuntar en dirección al miembro de Ricardo.

Diana centró su atención hacia el piso y mas exactamente en su hermano y se percató del semen que permanecía parte en el piso y parte sobre los pies de la propia Alma y un avergonzado Ricardo que incluso temblaba ante las posibles consecuencias por parte de su hermanita que no se hicieron esperar aunque lejos de enojarse, Diana se encontraba superdivertida pero bueno, el caso es que era un excelente pretexto para humillar y maltratar a su hermano a lo que fingiendo enojo e indignación le dijo— ¡pero que mierda miserable perro!— y en ese momento sin compasión le propinó una patada en plena cara.

¡Rápido infeliz limpia todo y hazlo con la lengua o te juro que te vas a arrepentir!— le gritó excitada Diana disfrutando al máximo como cada vez que ordenaba lo que fuera a su hermano y lo veía someterse ante ella.

Ricardo imploró comprensión pero fue callado con otra patada y con total repulsión el infeliz terminó lamiendo su propio semen, primero de los pies de Alma que estaba muerta de risa al igual que Diana observando con burla y asco la humillación del joven que enseguida se dispuso a lamer el piso a lo que Diana lo humilló aún mas pisoteando y restregando el semen con su sandalia y obligándolo a que lo lamiera directamente de la suela de su sandalia, al final, cortesía de Diana, le obsequió una patada mas en su miembro pero Alma que no estaba del todo satisfecha le ordenó— ¡ahora ve a buscar agua en alguna cubeta o palangana y lávame los pies que los siento todavía pegajosos y no me voy a poner así los zapatos!;

El desdichado lo hizo y tras terminar, Alma le hundió con sus manos la cabeza en el agua donde le había lavado los pies mientras que Diana le dio de cintarazos en su desnudo e indefenso trasero así hasta que se marcharon para continuar divirtiéndose en el cine.

Y esa salida al cine tuvo sus consecuencias para Ricardo; pues tanto Diana como Alma no se lo pensaron mucho para tomar la genial decisión de salir a pasear con su esclavo y ese mismo fin de semana por la noche Diana le arrojó algo de su escaso guardarropa que le conservaban, unos jeans negros y una playera azul, zapatos negros cerrados; al momento que le decía— ¡ponte todo rápido, saldrás con nosotras!;

Ricardo se sintió morir pues por la sonrisita sarcástica de su hermanita todo le hacía imaginar que algo le tenían preparado, pero, ¿Qué mas le quedaba?; se vistió y al hacerlo al menos no pudo evitar sentirse un tanto digno al lucir de nuevo con ropa y partieron en busca de Alma que ya los esperaba en su casa con un elegante y ajustado vestido negro, sandalias de finos tacones plateadas y Diana con unos jeans superajustados azules que le sentaban de maravilla, blusa roja de mangas largas y unas preciosas zapatillas negras de finos tacones; estaban en verdad radiantes y ni que decir la cara de bobo con que Ricardo las miraba en especial a Alma y éstas dispusieron de el como chofer.

Y así llegaron al antro y enseguida se dedicaron a lo suyo al encontrarse en el espacio privado que previamente habían reservado, se pusieron a beber sin temor alguno dispuestas a acabarse las dos botellas de vodka que habían pedido mientras que al desgraciado de Ricardo lo mantenían con un simple vaso de agua, no necesitaban mas compañía al estar ya un tanto alegres comenzaron a bailar entre ellas pues les gustaba estar así, un tanto apartadas del montón. Había transcurrido un rato hasta que Diana se recostó en un mueble y ordenó a Ricardo que le quitara los zapatos y le proporcionara un masaje en los pies; éste se puso nervioso pero se calmó tras deducir que al menos no estaban entre la mayoría de la gente y justo se encontraba arrodillado ante Diana masajeando sus bellos pies en cuanto la puerta se abrió ante sorpresa y risa de ambas muchachas; una chica morenita de cabello largo y ondulado, delgada, con una falda cortísima blanca y blusa negra, sandalias doradas entraba con su cerveza en mano tratando de que su cuerpo dirigiera sus piernas y no lo contrario, las quedó viendo con la mirada ya un tanto alterada.

¡Ay mierda!; ¿Qué no es el baño?— dijo sin mas la chica hablando torpemente lo que hizo que Diana y Alma se carcajearan de ella y ¡claro!, pusieran a trabajar sus perversas mentes.

¡Sí lo es, pasa, siéntate!— le dijo entre risas Alma a lo que la chica titubeó.

¡Venga!; ¿Cómo te llamas?— preguntó ésta vez Diana.

¡Any!— respondió risueña y un poco apenada la muchacha.

¡Bien Any!— continuó hablándole Diana— el baño está hasta el otro lado peeeero nos caes bien, te ves muy buena onda así que puedes ir hasta el baño o desahogarte aquí mismo— concluyó confundiendo por completo a la morenita.

¡No inventes!— contestó Any carcajeándose— ¿Qué son lesbianas o que?, ¿y ese estúpido quien es?— preguntó lo último haciendo referencia a Ricardo que estaba con la cara roja de vergüenza al intentar levantarse al momento que Any entraba pero se vio obligado a quedarse a tiempo que Alma le indicó amablemente con una bofetada exigiéndole que continuara con el masaje en los pies de su hermana menor.

¡Buena pregunta!— exclamó Diana— ¡éste estúpido!— dijo al mismo tiempo que golpeaba a Ricardo en la cabeza con la palma de su mano— ¡es mi hermano y la devoción y entrega con la que ves que trata a mis pies es por deseo mío pues lejos de ser mi hermano es mi esclavo, mío y de mi madre y claro, de mi amiga!— concluyó orgullosa Diana.

¡Jajajajajajajajaja!— se rió con muchas ganas Any— ¡oye amiga estoy algo borracha pero no drogada bye, yo paso!— concluyó sin dejar de reírse tratando de dar con la puerta para marcharse.

¿No lo crees?— la retó Alma— ¡haz lo que quieras con el o mejor dicho el hará lo que tu quieras total no diario te toparás con una escena como ésta!;

El efecto del alcohol despierta al máximo los deseos mas oscuros y perversos en el ser de cualquier chica y la expresión maliciosa de Any así se lo hizo entender a Diana y Alma que como unos resortes saltaron para levantarse y tras cortésmente patear a Ricardo lo hicieron quedar de rodillas ante Any.

¡Orina en la boca de mi lindo hermano y no solo se lo tragará sino que te lo agradecerá!— fue el ofrecimiento garantizado que Diana le propuso a la morenita.

Any no se midió; en su sano juicio hubiese salido corriendo de ahí, hubiese desconfiado de esas chicas; pero estando ebria contestó— ¡pues al diablo, en su boca o en el piso yo me estoy orinando!— dicho esto, comenzó a subirse la falda y hacerse a un lado sus bragas avanzando hacia Ricardo y tropezando al caminar.

¡Espera chula!— la detuvo Alma al percatarse que el motivo por el que había tropezado era que en la suela de su zapato se encontraba pegado un chicle embarrado con un caramelo que se podía apreciar muy bien.

¡Mira Ricardo!— se expresó Alma burlona y sarcástica— ¡un refrigerio!; éste miró con asco hacia el zapato de la morenita.

¡Ayyyyyyyyyy!— gritó de pronto Ricardo; Diana lo había quemado en el cuello con su cigarro invitándolo de ésta forma a que no dudara más y miserablemente se postró a los pies de la morenita y tan rápido como pudo despegó con sus dientes tal asquerosidad ante las risas de todas.

¡Jajajajajajajaja, perro!— le habló Any mirándolo con desprecio y asco— ¿Cuánto te pagan por esto?, ¿perdiste una apuesta o algo así verdad?; Ricardo simplemente no contestó, se limitó a llorar en silencio su humillación.

¡Ya te dije, es mi esclavo!— respondió una risueña y divertida Diana al presenciar que su hermano tan solo deseaba que la tierra se lo tragara.

¡Claro claro!— expresó Any riéndose y hablando torpemente a causa del alcohol que había ingerido— ¡tú esclavo shhhhhhhh que nadie mas lo sepa!— se expresó de nuevo graciosamente llevándose incluso la mano a la boca y tras suspirar ella misma sujetó del cabello a Ricardo, le pegó el rostro a su sexo y le obsequió un potente chorro de apestosa orina que el desgraciado joven trató de tragar por completo pero le fue imposible, al menos agradeció que aún mantenía en su boca la asquerosa mezcla del chicle con el caramelo combinándose así los sabores de dicha mezcla con la orina.

Ricardo quedó a gatas en el piso al final vomitando a pesar de los múltiples esfuerzos que éste hizo por evitarlo pero las arcadas que le produjo el querer tragar tan rápido el dorado líquido fueron mas fuertes a lo que la linda Any terminó por bañarle por completo de orina su cabello y su rostro.

Alma y Diana entendieron que era momento de marcharse y así lo hicieron tras explicarle al mesero que Any estaba bien pasada y confundió el privado con el baño y el buen Ricardo al querer ayudarla en lugar de eso empeoró las cosas y terminó vomitando; total que con una generosa propina saldaron el penoso incidente para Ricardo y en parte para Any que ni siquiera vio salir a las chicas que se partían de risa por el rato divertido que habían tenido y sobre todo lo que gozaron con la humillación de Ricardo al verse obligado a salir de aquel lugar apestando a orina y con la ropa manchada de sus propios vómitos.

Así era el infierno de Ricardo, por que no se le podía llamar de otra forma y conforme pasaba el tiempo se iba resignando a esa infame manera de vivir pues candidatas tenía y de sobra para recordarle lo miserable que era su existencia dejándolo sin un solo momento de respiro; pues cuando no era Karina, su ex sirvienta quien se encargaba de humillarlo y maltratarlo vigilándolo exhaustivamente que realizara las tareas mas degradantes de limpieza incluyendo lavar a mano las bragas sucias de su hermanita y de su madre; a veces era su propia madre quien sin piedad alguna lo abofeteaba cruelmente y lo obligaba a que como un perro restregara su cara sobre sus pies y le suplicara que le permitiera comer sus sobras; para ella ya no existía su hijo Ricardo tan solo el perro de su ahora única hija Diana y por lo tanto también de ella.

No hay que olvidar a Alma que se mostraba feliz cuando pedía a Diana que le permitiera llevarse a Ricardo por días a su casa cuando sus padres se ausentaban y Diana accedía gustosa; quizás era cuando Ricardo mas sufría por el amor que aún sentía por aquella chica y las burlas y las humillaciones le dolían como nada en el mundo cada vez que Alma lo acariciaba, lo besaba, lo masturbaba a tal punto que siempre le hacía creer que lo ayudaría y el final era el mismo, una cruel carcajada por parte de Alma, un grito de dolor por parte de Ricardo cuando ésta le daba un fuerte tirón a su polla y culminando con Ricardo lamiéndole el culo a Alma que en verdad ¡como disfrutaba Alma al tener a Ricardo lamiéndole el culo! Y ella no conforme le obsequiaba unos olorosos pedos sin ocultar sus carcajadas y en varias ocasiones remataba como el colmo de la humillación tanto física como moralmente cagándose en su boca.

¡Sí!, así era el infierno de Ricardo conforme avanzaba el tiempo que justo cuando pensaba que no podía ser peor, su hermana Diana le demostraba lo contrario al hacerlo acostarse en el piso de la sala con las rodillas semiflexionadas, ella recostada sobre el, mas exacto sentada sobre su estómago apoyando su espalda en las rodillas de su hermano, se recortaba tranquilamente las uñas de los pies apoyando el pie en la boca abierta de su hermano y por lo tanto permitiendo gentilmente que Ricardo se tragara todos y cada uno de los recortes de sus uñas al ir cayendo irremediablemente dentro de su boca ante la cínica y cruel sonrisa de Diana y la completa aprobación de su madre Marlene y por si acaso el apoyo incondicional de Karina que si antes era la sirvienta de la familia ahora había ocupado por deseo de Diana el lugar de un miembro mas de la familia, ¡el lugar de Ricardo!; ¿y éste había ocupado el lugar de Karina?; ¡No!, por la sencilla razón de que Karina siempre fue una sirvienta y que nunca recibió ofensa alguna en el trato con sus patrones salvo de Ricardo, lo cual ya se había cobrado con creces y ahora Ricardo no era un sirviente ¡ERA UN ESCLAVO!, el esclavo de su hermana Diana, el esclavo de su madre Marlene, el esclavo de su ex novia la hermosa Alma y el esclavo de su ex sirvienta, su ahora ama, la linda Karina.

FIN.

BLACK.

lunes, 22 de marzo de 2010

¡QUE VACACIONES!

Ya hacia un buen tiempo que el buen Carlos llevaba ahorrando su dinero, pues soñaba con darse unas merecidas e inolvidables vacaciones y el lugar ya estaba decidido: “Cancún” , un lugar paradisíaco con antros, bares, centros nocturnos para escoger, en fin lugares de sobra para divertirse para una persona joven, soltera y aventurera como lo era Carlos a sus 30 años con un negocio propio de computadoras; pero los gastos que nunca faltan le habían impedido ya varias veces realizar este viaje pero ahora todo estaba listo y sin pensarlo mas se tomaría unos días para vacacionar con sus ahorros que logró juntar sabia que podía pasársela como rey y decidió ir solo pues la compañía femenina que era la que le importaba ya la conseguiría ahí comportándose como todo un galán.

Fue un jueves en la tarde cuando Carlos llegó a Cancún, siempre lo recordaría pues lo que le iba a suceder nunca lo olvidaría siendo la primera vez que estaba ahí solo y despistado comenzó a recorrer algunas calles y al toparse con un bar decidió tomarse unas cervezas y comer algo, ya dentro del bar se dedicó a preguntarle al mesero que lo atendió sobre lugares para salir en la noche, pero Carlos aprendería una valiosa lección que le serviría para toda su vida: ¡no confiar en desconocidos!; pues ante la vista del mesero se dispuso a contar su dinero ya que el no manejaba tarjetas de crédito, ¡no le gustaban!, no había comparación con andar su dinero en efectivo así que al sacar una nota de su billetera el mesero se dio cuenta de la cantidad de billetes que este andaba mientras Carlos se entretenía viendo los datos de la nota que eran de la única persona que conocía en Cancún.

Se trataba de Alejandra a quien tenia unos años atrás que había conocido en unas conferencias relacionadas con su trabajo en Monterrey en donde vivía Carlos y al estar en el mismo equipo de trabajo intercambiaron datos; Carlos la recordaba muy bien: blanca de color, cabello rizado negro, de la misma edad que el y bueno sin tener las medidas perfectas ni mucho menos ser una reina de belleza gozaba de una magnifica figura y hasta donde sabia era soltera y lo mejor ¡vivía sola!, ¡tenia que visitarla!; ya habría tiempo.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el mesero le habló para preguntarle:

¿Gusta algo más?; a lo que Carlos respondió: ¡no!, es todo. Pagó su cuenta y salió de aquel bar ya cuando había anochecido y algo relajado después de unas cuantas cervezas, pero apenas había avanzado unas cuadras pensando en que hacer cuando fue interceptado por dos sujetos que sin perder el tiempo lo llevaron a empujones y golpes hacia un callejón sin que nadie lo viera, todo fue muy rápido en muy poco tiempo Carlos fue machacado a golpes y patadas y despojado de su reloj, billetera, prendas; incluso su camisa quedó toda rota, los sujetos se dieron a la fuga dejando a Carlos tirado en la calle todo sucio y sangrando.

Como suele suceder en la mayoría de estos casos después de un rato fue auxiliado por una patrulla que de poco le sirvió pues al ver que no estaba herido de gravedad le dijeron que lo sentían pero no lo podían ayudar mucho y menos con dinero; Carlos estaba muy triste al borde del llanto y de la impotencia que sentía sentado en una banqueta sin un solo peso en su bolsa, sus sueños y sus lindas vacaciones se habían esfumado y lo peor ¡como coño regresaría a su casa!, si las mismas autoridades le dijeron que no había de otra que ver donde buscarse una chamba y juntar para su pasaje.

De pronto pensó en Alejandra y su mundo se le iluminó ¡claro!, ella lo ayudaría y suerte que había memorizado sus datos preguntando logró buscar la casa que al final no estaba tan lejos de donde lo habían asaltado; Carlos respiró profundo al estar frente a la casa.

¡Vaya!— exclamó Carlos a la chica le debe de ir muy bien, un auto deportivo en la puerta y una casa que desde fuera se le podía notar los lujos que debía tener por dentro. En ese momento Carlos se dio cuenta de su aspecto con la ropa sucia y rota, sin un peso y aun con la cara hinchada por los golpes, pero no había de otra tenia que presentarse así ante Alejandra se acercó y tocó el timbre, apenas amanecía después de unos tres toques le abrían la puerta.

¡Por todos los ángeles que deben haber en el cielo!— pensó Carlos ¡que belleza era Alejandra!, con una blusa blanca sin mangas, pants azules y descalza.

¿Si?— preguntó esta sin abrir bien la puerta al ver el aspecto de Carlos;

¡Alejandra, hola!, ¡soy Carlos!; pero esta casi cerró la puerta diciéndole:

¿Perdón?, ¡no te conozco!, Carlos se desesperó;

¡Oh, que si! nos conocimos en Monterrey en las conferencias ¿recuerdas?— dijo Carlos,

Alejandra lo miró sorprendida y después de meditarlo dijo:

¡Ah!, ¿Carlos?, ¿pero que te ha pasado?,

¡Por favor!, déjame explicarte ¿puedo pasar?— preguntó Carlos empujando suavemente la puerta.

¡Supongo!— le contestó Alejandra no muy convencida.

Carlos no perdió tiempo y rápidamente le explicó su situación y le pidió su ayuda y que le prestara el dinero que necesitaba para regresarse a su casa.

¡Oh, que pena contigo!— exclamó Alejandra al oír a Carlos y seguro que ¿no quieres ir a un hospital?,

¡Eres muy amable!— le respondió Carlos pero no te preocupes con que me prestes para regresarme te estaré eternamente agradecido y apenas llegue a Monterrey te deposito el dinero a tu cuenta.

Alejandra caminaba de lado a lado pensativa y al entender de Carlos pareció acceder a que lo ayudaría pero de pronto mirándolo muy interesada le preguntó:

¿Y dices que no tienes a donde ir? y ¿qué no conoces a nadie mas que a mi?;

¡Si, así es?— contestó Carlos, por eso es que estoy tan desesperado pero gracias al cielo que di contigo;

Alejandra le sonrió ¡pues si Carlos!— le dijo dudosa si podría ayudarte es solo queee;

¿Si?— preguntó Carlos algo intrigado, te digo que apenas llegue a Monterrey te depositaré el dinero,

¡Es que ese es el problema Carlos!— le contestó Alejandra, verás en realidad no te conozco; solo por intercambiar opiniones y datos en una conferencia no te puedo considerar como a un amigo.

Carlos se desmoronó, ¡oh, por favor Alejandra!, no digas eso te juro que yo te regresaré ese dinero ¡te lo juro!— le suplicó Carlos, pero no me digas esto ¡sin ti estoy perdido!;

Una sonrisa perversa se dibujó en el rostro de Alejandra al oír estas palabras ¡bueno!, quizás podría ayudarte pero tendrías que hacer algo por mi o más bien por ti— le contestó Alejandra,

¿No entiendo?— preguntó Carlos,

¡Si!, si quieres el dinero vas a tener que ganártelo— le respondió Alejandra,

¿Cómo?— preguntó aun más intrigado Carlos;

Alejandra se sentó cómodamente en un sillón cruzando las piernas y muy sonriente le dijo:

Pues para empezar ¡quiero que me ruegues para que te ayude!,

¡Queee!— gritó Carlos muy confundido ¿es una broma verdad?, ¡tiene que serlo!, ¡no puedes hacerme esto!, ¡somos amigos!,

¡Error!— le contestó Alejandra ya te dije que no somos amigos, ¡solo eres un conocido!— le dijo algo despectiva; además ¿quién me asegura que en verdad me regresarás mi dinero?, mejor me divierto contigo un rato y asunto arreglado y después de todo ¿no te veo tan desesperado?,

¡Por dios Alejandra!, pasé toda la noche sin dormir y sin comer en la calle no conozco aquí a nadie mas que a ti por eso vine aquí y dices ¿qué no estoy desesperado?— le respondió Carlos muy agitado.

Pues si lo estuvieras cuando menos ya estarías de rodillas ante mi rogándome mi ayuda— le contestó una sonriente Alejandra.

Carlos estaba a punto de llorar, ¡no pensé que fueras así!— le reprochó; pero Alejandra se burló de el diciéndole:

¿Cómo?, ¿maravillosa?, ¿atractiva?, ¡así es como soy! o ¿cómo piensas que soy?;

Carlos muy molesto le dijo: ¡así que esa es tu diversión! verme humillado ante ti sin importarte todo lo que me pasó.

¡Oye, velo de este modo!— le contestó Alejandra riendo y ¡piensa!, no conoces a nadie mas aquí y suponiendo que yo no quiera ayudarte dime ¿qué harías?, lo mas seguro es que termines mendingando por una moneda en la calle ¡si!, tendrías que pedir caridad a extraños para juntar para tu pasaje ¿qué prefieres?; denigrarte ante extraños siendo motivo de burlas y desprecios o ¡humillarte ante mi!— concluyó Alejandra soltando una carcajada; además siendo sincera contigo ¡siempre me ha excitado la idea de dominar y humillar a un hombre!, en el trabajo siempre gozo cuando doy una orden a un compañero varón que tenga un cargo inferior al mío pero no es lo mismo en cambio ¡tu eres el candidato perfecto!, ¿qué opinas?, yo satisfago un capricho y tu obtienes lo que necesitas para regresarte a casa.

Carlos no hablaba hasta que Alejandra fastidiada agarró su celular y le dijo:

¡Arrodíllate Carlos! o ¡lárgate!, pero no me hagas perder el tiempo decide o llamo a la policía.

Carlos entendió que no había de otra y lleno de rabia cayó de rodillas oyendo como cruelmente Alejandra aplaudía y reía,

¡Muy buena elección!— le dijo Alejandra sin dejar de reírse, ahora ¡ruégame que te ayude!— concluyó y se levantó del sillón para contemplar a Carlos arrodillado ante ella.

Con un hilo de voz Carlos le dijo: ¡por favor Alejandra, te lo ruego!, ¡ayúdame!;

Alejandra sonreía, el buen Carlos ¡sí, ya te recuerdo bien!, con saco y corbata en las conferencias mírate ahora ¡que patético!— se burlaba de el;

¡Bien, Carlitos!, ¡lo has hecho muy bien!; pero has de entender que este pequeño acto ¡no cubre el favorzote que yo te voy a hacer!— le comentó Alejandra.

Carlos la miró sorprendido ¿y ahora que?— le preguntó,

¡Verás!, curiosamente— continúo Alejandra hablando, hoy que tú te apareces es el día de descanso de mi sirvienta así que te propongo esto: ¡trabajar para mi solo por hoy como mi sirviente! y mañana temprano te doy el dinero para que viajes.

¡Lo que me faltaba!— contestó Carlos muy molesto, ¡bien!, acabemos con esto— concluyó Carlos intentando levantarse; pero Alejandra le dijo:

¡Espera!, ¿quién dijo que te levantes?; Carlos totalmente apenado y humillado volvió a su posición de rodillas.

¡Obediencia, Carlos!, esa es la clave recuérdalo— le dijo Alejandra burlescamente, ¡vamos a sellar el trato! ¿quieres?; Carlos asintió con la cabeza y Alejandra con una sonrisa cínica le dijo:

¡Bésame los pies y el trato quedará sellado!; Carlos se enfureció ¡ya basta Alejandra!, ¡no mas burlas!— le gritó puedo hacer las labores en tu casa como un empleado incluso ya te divertiste viéndome de rodillas ante ti pero no voy a ser parte mas de tus burlas— concluyó Carlos un poco mas calmado.

¡Bueno, Carlos!, ¡lo intenté!— le dijo Alejandra dándose la vuelta, no digas que no quise ayudarte; lleno de nervios Carlos le suplicó:

¡No, espera!, está bien lo haré si eso es lo que quieres lo haré pero promete que me ayudarás,

¡No prometo nada!, ¡tendrás que confiar en mi! y si no te conviene ¡lárgate!— le gritó Alejandra cruzada de brazos esperando ver a Carlos de nuevo humillándose ante ella y con una sonrisa de triunfo en su rostro.

Carlos se le acercó caminando de rodillas e inclinándose le besó su pie, un bonito pie con las uñas pintadas de rosa, pero que Carlos no notó al sentirse tan denigrado y con asco apartó su cara, pero Alejandra le dijo:

¿Y el otro pie Carlos?, ¿es que solo tengo uno?; Carlos la maldijo por dentro pero se volvió a humillar y aun con repulsión le besó el otro pie.

¡Muy bien!— le dijo Alejandra solo para humillarlo mas, ¡bueno!, de ahí al fondo está el baño ve a ducharte ¿traes calzoncillos?— le preguntó irónicamente como si estuviera apenada,

¡Si!— respondió Carlos algo ruborizado. ¡Bueno!— le dijo Alejandra pues tira esos trapos sucios que andas y te quedas en calzoncillos, ¡caray!, lo ves ¡hasta ropa nueva te voy a salir comprando! y solo por darme unos besos en mis lindos pies; eso en la calle no lo hubieses conseguido Carlos aunque te hubieses puesto a llorar como una magdalena ante la gente— concluyó Alejandra con su burla.

¡Si, claro!— murmuró Carlos dirigiéndose al baño,

¡Ah, Carlos!— le habló Alejandra, si no sales en cinco minutos llamo a la policía o a los vecinos para que te saquen; ¡no es necesario!— respondió Carlos indignado.

Al salir del baño Alejandra lo llevó a la cocina. ¿Sabes cocinar?— le preguntó a Carlos, el cual asintió con la cabeza.

¡Bueno!, pues esmérate ¡me muero de hambre! y por estar oyendo tu patética historia ni siquiera he desayunado, quiero tostadas, huevos con jamón, pan con mantequilla ¡ah! y agua de limón— concluyó Alejandra; Carlos resignado ni siquiera contestó y se limitó a complacer a la joven deseando que ese día pase volando.

En un rato el olor a los huevos con jamón, tostadas y mantequilla hizo que Alejandra se dirigiera al comedor, todo estaba servido incluyendo una fresca jarra de limonada sin decir nada Alejandra se dispuso a desayunar, al no invitar a Carlos este lo hizo por si solo.

¡Que diablos haces!— le gritó Alejandra al ver que Carlos se disponía a sentarse también para desayunar.

Carlos le suplicó: ¡por favor Alejandra!, me muero de hambre serias tan gentil de permitirme desayunar. ¡Si! pero después de mi— le gritó despectivamente; Carlos se quedó humillado de pie a un lado de ella observando como esta le daba gusto a su paladar devorando todo con verdadero apetito hasta saciar su hambre y ante el asombro de Carlos vio como esta fue desperdiciando lo que había quedado pues le daba pequeños mordiscos a las dos tostadas que habían sobrado dejando solo una parte de ellas, al igual que hizo con los huevos de los que casi no dejó nada y viendo a Carlos con una cara de burla le ofreció prácticamente las sobras de su desayuno;

¡Provecho!— le dijo riendo. Carlos intentó hacerse el fuerte respondiéndole:

¡Ni pienses que me voy a comer esa porquería!;

¡No estás obligado!— le contestó Alejandra, pero ni creas que te voy a dar otra cosa para comer ¡eh!, ya suficiente tengo con el dinero que te voy a dar para que encima me gastes la despensa de mi semana. Alejandra se levantó sonriente con el plato de lo que había sobrado dispuesta a tirarlo a la basura; Carlos sintió que sus tripas le reclamaban esas sobras y muy apenado con la mirada inclinada le dijo a Alejandra:

¡No las tires!;

¡Claro, como quieras!— le respondió Alejandra burlándose de el mientras escupía dentro del plato ante la mirada atónita de Carlos para después dejarlo de nuevo en la mesa. Carlos esperaba que Alejandra lo dejara solo por un momento para que no vea como el se tragaba sus sobras, pero al ver que ésta no lo pensaba hacer no tuvo mas remedio que hacerlo frente a ella y sin mirarla a la cara Carlos se devoró todo lo que había sobrado soportando las crueles palabras de Alejandra:

¡Que mas da Carlos!, total si estuvieras de vagabundo en la calle ibas a terminar hurgando en cualquier basurero para ver que comes— se burlaba de el, ¡bueno, Carlos! a ganarte tu dinero lava el baño para empezar y después friegas todos los pisos ¡anda! puedes comenzar.

Carlos no le respondió pero obedeció inmediatamente después de unas horas había quedado listo el baño y estaba fregando el último piso que era el de la sala, de rodillas con un trapo quitaba unas cuantas manchas del suelo que estaban pegadas mientras que Alejandra estaba cómodamente recostada en un mueble ojeando una revista; Carlos terminó sus labores muy agotado, Alejandra asintió con la cabeza aprobando su trabajo.

¡Muy bien Carlitos!, oye te puedo pedir un favor— le dijo Alejandra coquetamente. Carlos se sorprendió en todo el día ¡por fin!, se dignaba a hablarle gentilmente ¡si!— respondió Carlos un poco confundido por el cambio de Alejandra;

¡Mmmm!, quiero que me des un masaje en los pies, ¡me encantan los masajes en los pies!— fue la petición de Alejandra a Carlos con una bella sonrisa. Carlos quedó rojo ¡que se creía esta chica!— pensó Carlos.

Carlos, no oigo tu respuesta— le dijo Alejandra quien se encontraba de nuevo leyendo su revista,

Y supongo que si no accedo el trato se acaba— le contestó Carlos muy ofendido. ¡Supones muy bien Carlos!— le respondió Alejandra.

¡Ni hablar!— pensó Carlos quien se arrodilló junto a ella y muy incómodo y con asco se dispuso a frotarle con sus manos los delicados y bellos pies de Alejandra quien lo estaba disfrutando:

¡Sí, así Carlos!, ¡que rico se siente!; no te olvides de la parte del empeine, de pronto Alejandra soltando su revista le rozó con la planta del pie ¡la cara a Carlos!, quien ofendido apartó el rostro inmediatamente.

¿Qué pasa Carlos? ¿te ofenden mis pies?— le preguntó Alejandra melosamente a lo que Carlos respondió:

Podrías al menos evitarme las humillaciones verbales. Alejandra lo miró fijamente y le dijo:

¡Que mal por ti!, ¿no sabes que a muchos hombres les encanta el fetichismo de pies?, ¡créeme!, hay muchos que si estuvieran en tu lugar ahorita estarían babeando. ¡Pues que lástima por ti Carlitos!— le comentó Alejandra con una mueca de burla, por que lo que te voy a decir no te va a gustar, quiero que continúes con el masaje pero ya no con las manos ¡sino con los labios!;

Carlos se sobresalto ¡pero tu estás loca! ¡Alejandra, por el amor de dios!, ¡no puedes pedirme algo así!— le dijo Carlos con una mirada de súplica como si le implorara que le perdonara la vida;

¡Si puedo!, además estas en mis manos— le contestó tajantemente Alejandra soltando una cruel carcajada, ¡bueno!, mejor dicho ¡estas a mis pies! y a mi servicio así que ¡quiero que me des delicados besos por todas las partes de mis pies!, plantas, talones, empeines, uñas; por que me relaja mucho ¡me encanta que me los besen y que de vez en cuando me los laman!, en especial las plantas empieza Carlos o ¡vete al diablo!, ¡vamos!, no me veas con esa cara de estupido que tienes; ¡empieza! o grito y que mis vecinos te saquen de mi casa.

Carlos no daba crédito al modo de ser de la que creía su amiga. Alejandra lo animó:

¡Ándale ya!, anímate nadie lo va a saber, no lo eches a perder las horas pasan volando y mañana a esta hora ya estarás en tu casa sano y salvo, ¡anda!, hasta ahorita lo has hecho muy bien. Carlos se resignó y más al ver que de nuevo anochecía y pensó que si se marchaba de ahí no tenia a donde ir ni un mejor lugar para pasar la noche.

Con los ojos cerrados, tembloroso y con una mueca de asco acercó los labios y le dio un suave beso en el empeine de un pie de Alejandra, pero ésta al ver la expresión de Carlos le dio una patada en la boca con el talón de su pie indignada y le dijo:

¡Oye!, no te pido que lo hagas con una sonrisa, pero tampoco acepto esas muecas de desagrado, así que ¡empieza de nuevo! y trata de aparentar de qué lo haces con gusto sino ¡como diablos me voy a relajar! con esas muecas que haces;

¡Lo siento Alejandra!— respondió Carlos aun tallándose la boca por la patada que esta le dio, pero en verdad esto me repugna, ¡ya hago suficiente con humillarme ante ti de esta manera!, ¡nunca imaginé hacer algo tan ruin en mi vida!— concluyó Carlos inclinado totalmente denigrado haciendo una pausa para evitar que el llanto lo traicione y después continuó—pero no puedo ni siquiera intentar disimular que me gusta hacerlo.

¡Pues vas a tener que hacerlo!— le respondió cruelmente Alejandra— por que soy yo la que te va a dar el dinero y eres tu el desesperado, así que es muy claro ¡yo mando y tu obedeces!, ¡comienza!, que me estoy empezando a impacientar y no tengo por que estar aguantando tus burradas.

Carlos casi llorando sin cerrar los ojos empezó a darle suaves besos en ambos pies de Alejandra tratando de no hacer ningún gesto que pueda parecer ofensivo. ¡Mas o menos!— dijo Alejandra después de unos interminables minutos para Carlos— ahora ¡lámeme las plantas, eso me encanta!— concluyó Alejandra.

Carlos obedeció sintiéndose miserable le paso la lengua en las plantas de los pies de Alejandra quien se deleitó hasta que quiso. ¡Bien, Carlos!, ya puedes apartar la cara— le dijo Alejandra después de un buen rato de tener al pobre de Carlos lamiéndole las plantas de sus pies.

Carlos se quedó de rodillas y con la cabeza gacha ¡no podía ni quería verle la cara a Alejandra!, no después de haber caído tan bajo. Alejandra se levantó y acariciándole la cabeza le dijo:

¡Bien hecho!, apuesto que si lo haces más seguido terminará por gustarte; ¡anda!, sígueme. Carlos se puso en pie y la siguió hasta la puerta y para su sorpresa de un empujón Alejandra lo sacó de su casa.

¡Alejandra!— gritó Carlos desesperado a lo que esta se rió para después responderle:

¡No te espantes!, no es lo que crees es solo que no pienso dejarte que duermas dentro ¡no confío en ti!, puedes acomodarte en el jardín y pasar la noche ahí mañana temprano vamos a un cajero y te doy el dinero que necesitas.

¡Por favor, Alejandra!, hace un poco de frío aquí afuera te prometo que no voy a darte problemas, puedo dormir en un mueble o hasta en la cocina si quieres, ¡pero por favor!, ¡no me dejes aquí afuera!, ¡déjame pasar!;

¡No se me da la gana!— fue la respuesta de una burlesca Alejandra;

Carlos al ver que iba a ser inútil intentar convencerla le suplicó de rodillas en el jardín:

¡Por piedad!, préstame aunque sea unas sabanas para cubrirme, en verdad empieza a hacer frío,

Alejandra se asomó por la ventana y al observar a Carlos arrodillado le dedicó una de sus bellas sonrisas mostrando sus perfectos dientes blancos para decirle burlonamente:

¿Qué crees Carlos?, ¡tampoco se me da la gana! y cerró la ventana.

Ni que decir de que Carlos no durmió se la pasó sollozando acurrucado en la puerta de la casa temblando de frio y hambre fue hasta entrar la madrugada que el cansancio lo venció y pudo conciliar un poco el sueño, muy temprano unas suaves patadas en su costado lo levantaron era Alejandra vestida con una falda de tela café tipo ejecutiva, blusa blanca de mangas largas y unas elegantes zapatillas negras cerradas de tacón alto y se entretenía acariciándole la cara a Carlos con la suela de su zapato.

¡Levántate!, no que te urge viajar— le dijo y le tiró una camisa y unas bermudas ya muy usadas pero limpias que sabrá de donde las había conseguido; ¡anda, apúrate!, ¿qué pasa con la ropa?— se burló de el— querías algo de Tommy Hilfiger o de Calvin Klein.

Carlos se vistió y salieron en el auto, a unas cuadras cerca de un parque había un cajero, al bajar del auto Alejandra tiró “accidentalmente” las llaves de su auto en un charco de agua y mirando a Carlos fijamente le dijo:

¡Si quieres que vaya al cajero a sacar el dinero levántame esas llaves del charco con la boca!;

Carlos estaba furioso, pero Alejandra lo cortó gritándole:

¡Apúrate!, no estoy jugando y no se te ocurra querer hacerme algo; te aseguro que si grito cualquier persona aparecerá para auxiliarme; además Carlitos ¡no te queda ser el malo del cuento!— le dijo Alejandra burlonamente— ¡anda!, hazlo y aprovecha que nadie viene.

Carlos nervioso volteó a ver a todos lados y efectivamente comprobó que nadie venia, todo nervioso se arrodilló ante Alejandra dispuesto a complacerla aun a costa de su humillación pero al pegar la cara al charco y querer sujetar las llaves con su boca Alejandra las pisó; Carlos estaba muy asustado temiendo que alguien pasara y viera el peculiar espectáculo que estaba a punto de suceder.

¡Por favor Alejandra!— suplicó Carlos llorosamente si no quitas tus zapatos no puedo recoger las llaves, ¡por lo que mas quieras!, ¡perdóname esta humillación!;

Pero Alejandra muy sonriente le contestó:

¡Si besas mis zapatos, puede que los quite!; ni bien acabó de decirlo y Carlos ya estaba cubriendo de besos los finos zapatos de Alejandra, esta se divirtió por un instante y apartó los pies a lo que Carlos aprovechó sin pensarlo para ¡levantar con la boca las llaves del charco de agua!, quedando con la cara sucia y con las llaves colgando de sus dientes.

Alejandra riendo viéndolo con una cara de asco agarró las llaves con sumo cuidado de la boca de Carlos y las limpió en la misma camisa de este diciéndole:

¡Espérame aquí!, de pie o de rodillas ¡como quieras! y se dirigió al cajero.

Carlos recordó que aun estaba de rodillas y que alguien lo podría ver se levantó al instante pensando ¡que suerte!, que al menos nadie mas me vio mientras se limpiaba la cara. Enseguida Alejandra regresaba y le mostró a Carlos los billetes a este por fin se le iluminó la cara y levantó las manos muy contento para recibirlos; pero Alejandra le dedicó una última sonrisa y también una última burla;

¡Pues Alejandra arrugó con sus manos los billetes! y le tiró una parte en la cara a Carlos; quien apenas pudo reaccionar pues su mayor preocupación era recoger los billetes ante las burlas y risas de Alejandra quien tiró otro par de billetes que fueron a dar cerca de una alcantarilla y el resto los tiró cerca del charco de agua cayendo unos cuantos billetes dentro del charco a lo que Carlos realmente asustado se arrojo al piso para levantarlos ofreciendo un patético espectáculo y logrando que Alejandra se ría con ganas y se siguiera burlando de el;

¡Apúrate, Carlitos!— le decía carcajeándose— ¡mira, esos quedaron en el charco y se están mojando!, ¡uy! y ese ¡ya se fue por la alcantarilla! y mientras Carlos luchaba por recuperar los billetes Alejandra se subió a su auto para marcharse y ya dentro con una sonrisa le gritó a Carlos:

¡Cuídate, Carlitos!, ¡ah! y regresa cuando quieras, total ¡ya sabes como pagarme! y se marchó riendo.

FIN

Dedicado a todas aquellas personas que han establecido o desean establecer una relación Dominación/Sumisión, a los amantes del Femdom y a los que gustan del Fetichismo por los pies femeninos pero que no han podido experimentarlo realmente; quizás el personaje de Carlos no se adapte al perfil que quise expresar pero representa una situación en los que muchos se quisieran ver envueltos, encontrarse un buen día a una “Alejandra” y dejarse llevar por las emociones al igual que sucede al salir y encontrarse a una chica con unos bellos pies con las uñas pintadas y arregladas; lo que hay que luchar interiormente para contenerse y no abalanzarse sobre ella a sus pies para cubrirlos de besos y caricias.
Espero sinceramente estimados lectores que esta historia haya sido de su agrado.
BLACK.





PRESENTACIÓN

La creación de éste blog es como bien mencioné para tener tan solo un espacio en el cual se puedan contar con mis escritos ya públicos y recién por hacerlo, al igual vuelvo a hacer mención que algunos están orientados al Femdom, en otros solo envuelven a personajes femeninos, en sí, tan solo espero que a los que les apasiona esto tanto como a mi disfruten con el contenido y me hagan saber sus pensamientos mediante los comentarios; por cierto, soy Black como me hago llamar en Todorelatos aunque aquí me sobrellame:

AVE NOCTURNA.