domingo, 13 de febrero de 2011

NOCHES DE ALCOHOL Y DE PERVERSIÓN

Por tercera vez la bella Alejandra se miraba al espejo, se dio seductoramente una vuelta y su sonrisa no pudo ser mayor; era claro que se encontraba hermosa de los pies a la cabeza y estaba en lo cierto. Se sonrió de nuevo coqueta sin apartar la vista del espejo y guiñando un ojo se dispuso a tomar su bolso y salir rumbo al antro en turno en donde seguro encontraría a un nuevo afortunado que tendría la dicha de pasar una noche a su lado; claro, lo de afortunado era muy a su criterio de ella pues el término correcto sería víctima.

En cosa de una media hora mas o menos; la señorita Alejandra se estacionaba a una esquina del antro, nada mas salir del auto, encendió un cigarrillo y dándole una calada avanzó hacia la entrada de dicho antro caminando segura, despacio pero sobretodo elegante y seductora. Mostraba una leve sonrisa en su expresión; mezcla de vanidad, arrogancia y cierta altanería al sentirse centro de las miradas masculinas y hasta una que otra femenina y no precisamente de envidia.

En su interior se sonreía mucho mas, sabía que era y se sentía la mas linda, la mas hermosa y así era a sus 23 años; delgada, blanca de color, muy bien proporcionada físicamente en todos los atributos sobre los cuales los caballeros bien sabemos observar en las damas por mas que digamos: ¡No, yo no soy así!;

Alejandra le obsequió otra sonrisa al encargado de la entrada mostrándole su perfecta dentadura; esto al ser informada por el sujeto que la señorita tenía entrada y barra libre por contar con su distinguida presencia y belleza.

Alejandra se dirigió hacia el centro de la pista solo con la intención de enterar a todos los presentes de que había llegado y enseguida cruzó para la barra; mientras tanto el encargado después de hacerle toda una reverencia no dejaba de observar al igual que la mayoría de presentes el perfecto trasero de la bella Alejandra.

Mas de un caballero tropezó por fijarse en todo, menos en su camino y mas de uno sintió arder sus mejillas al clavar la mirada morbosa en la chica y provocar los celos y la rabia en sus acompañantes; pero es que, ¿Quién podría evitar o ignorar tal belleza?; quien levante la mano y diga Yo; ¡Está mintiendo!, por que Alejandra provocaba de todo excepto indiferencia.

Con total seguridad, Alejandra se acomodó de momento en la esquina de la barra y solicitó una cerveza, la primera de la noche; una XX ámbar en michelada, ¡Ya!; fue exactamente lo que dijo mientras se llenaba de orgullo al contemplar que todo mundo aun seguía al pendiente de ella.

Y es que, esos jeans negros ajustados le sentaban de maravilla, ni que decir de sus elegantes zapatillas cafés de altos y afilados tacones y culminar con una blusa a rayas de mangas largas. La chica no tenía que romperse la cabeza ni tardar horas y horas en decidir que vestir; al final, el resultado siempre era el mismo; sencillamente causaba sensación y protagonismo.

Era ya su tercera cerveza en cuanto se dio unos minutos para ir al baño y regresar por su cuarta cerveza. No había peligro; ella sabía muy bien su ritmo de beber y vaya que daba pelea y lo más importante; su plan como siempre ya estaba tejido y su plan siempre funcionaba.

Un chico moreno y apuesto se iba con la cabeza gacha al ser rechazado con un gesto despectivo por la bella Alejandra; era el cuarto que mandaba a dormir pues esa noche pensaba elegir al quinto, por eso de que no hay quinto malo y bla bla bla.

Había decidido premiar al quinto candidato a gozar de su belleza y de una noche desenfrenada de sexo, pasión y perversión; pensando como siempre en su placer, luego quizás de nuevo en su placer y solo por si daba algo de tiempo, una vez más en su placer.

A tiempo que solicitaba su quinta cerveza, también el quinto candidato hacía acto de presencia dispuesto a no marcharse hasta lograr cortejar a la chica y para su alegría, la chica aceptó su compañía y que liquidara su cuenta.
Dos, tres, cuatro piezas le concedió de baile haciéndolo enloquecer a él y a todos con el ritmo de sus caderas; entonces hablándole con la lengua ya media trabada, le propuso continuar la aventura en otro sitio.

— ¿Carlos, verdad?;

— Sí, Carlos.

— ¡Bien Carlos, verás, no quiero ser aguafiestas pero aquí como que ya me fastidié, digo, igual y podríamos ir a otro lado!; ¿No?— concluyó tropezando y yéndosele encima al chico, haciéndolo vibrar por completo al rozarle los labios con los suyos y besarlo suavemente.

— ¡Pero por supuesto!— respondió Carlos— ¡Demonios y pensaba quedarme a ver esa pinche porno que ya he devorado mas de tres veces!— se decía en su interior el chico felicitándose en cambiar de parecer al final y acudir al antro.

Con unas bebidas más para el camino; Alejandra lo convenció de ir en su auto y que él manejara para que ella recobrara energías y Carlos terminó por acceder al tener el primer contacto con el cuerpo de Alejandra justo frente al auto.

Carlos la sujetó por la cintura y la sentó en la parte trasera y sin perder tiempo comenzó a besarla, a palpar y comprobar la calidad de los atributos, comprobó que las nalgas, los pechos, todo era de ensueño. Su miembro reclamaba furioso salir de su prisión.

Carlos no se lo podía creer. La chica accedía sin pudor alguno y besándose sus lenguas se encontraron jugando a comerse una a la otra. ¡Tendría que culminar en el mejor polvo de su vida!; pensaba interiormente Carlos.

Sí a la chica se le habían pasado las copas, si después llegaba el arrepentimiento; eso era después y no sería su culpa; él solo estaría aprovechando su oportunidad al máximo y oportunidades como esa no eran todas las noches.

Bien que lo sabía el travieso y calenturiento Carlos a lo que sin rodeos le propuso culminar en un hotel lo que ya habían iniciado prácticamente en la calle ante la vista de algunos curiosos que al igual iban retirándose del antro, pero sin ninguna prisa al salir y percatarse que a una esquina, un afortunado se devoraba a una chica que ya casi y se quedaba sin blusa.

Para Carlos el panorama no podía ser mejor en el momento en que la misma Alejandra le informó que justo conocía el lugar indicado a donde ir. Un sitio acogedor, íntimo y sobretodo, reservado; exacto para pasar y disfrutar una noche pasional.

Carlos apenas y se concentró en conducir ante lo excitado que se encontraba, mas aun que en todo el trayecto Alejandra no dejó de acariciarle la polla para que ésta no perdiera condición. ¡Y cómo diablos iba a perderla estando en poder de tan delicadas manos y tan experimentada lengua!;

Alejandra se encargó de la recepción mientras que Carlos aguardaba sin poder disimular su sonrisa de triunfo que sería mayor en cuanto ejecute el acto de follarse a esa fina mujer, que por muy fina, no podía ocultar lo zorra; eso pensaba Carlos que sin ser la octava maravilla tampoco se encontraba tan mal físicamente a lo que dedujo que la chica estaba cediendo en base a que se había excedido en beber y eso para él, le venía de maravilla.

Ya en el cuarto; Alejandra le ofreció una de esas bebidas energizantes, pues le dijo que deseaba en verdad una noche salvaje a lo que en lo que ella se metió al baño a mear, Carlos se tomó la bebida de golpe y de golpe cayó fulminado, pues el contenido era todo, menos una bebida energizante.

Alejandra salió del baño silbando alegremente mientras se iba quitando los zapatos y los jeans para mostrar sus finas bragas color rosa. Su sonrisa fue en aumento al notar que Carlos estaba fuera de combate en la cama, justo como ella lo quería; indefenso, consciente pero con la mente un poco distorsionada.

Alejandra continuaba sonriente, solo que ya su sonrisa pintaba a ser cruel, perversa tan solo de pensar y saberse de memoria lo que se venía.

Con toda la calma del mundo pues la noche ahora sí empezaba para ella, extrajo de unos cajones como si de su casa se tratara, sabiendo exactamente en donde encontrar lo que requería; unas cuerdas y con ellas sujetó perfectamente manos y pies al ahora inocente Carlos.

Las manos se las ató por detrás para causarle mayor molestia y midiendo muy bien los tiempos. La verdad era que esto, para Alejandra ya era un juego aunque no de niños; había echo ingerir al joven justo la dosis necesaria de aquel anestésico, lo primordial para que ella pudiera inmovilizarlo y dejarlo a su merced a lo que sin mayor problema lo hizo reaccionar montándose encima de él y propinándole unas cuantas cachetadas.

— ¿Pero qué rayos?— fue lo que atinó a decir Carlos en cuanto recobró por completo el sentido y se observó en primer plano desnudo y en segundo atado.

— ¡Shhhhhhhhttt!— le aconsejó Alejandra que se encontraba de pie frente a él, apuntándole con un revólver.
Carlos pensó rápido y por supuesto que se asustó a lo que dedujo que todo había sido una trampa y que se trataba de un asalto. Sí, había sido una trampa y también se trataba de un asalto pero no financiero sino carnal.

— ¡Maldita puta, toma mi billetera y déjame ir pero no me lastimes, tengo familia, hijos, venga coño qué esperas!;

— ¡Cállate perro!— le exigió una segura y excitada Alejandra, hablando tranquila pero firme— ¡Ya se que tienes familia Carlitos, he revisado tu billetera y te aseguro que se mucho de ti, como por ejemplo, que te dedicas al narcomenudeo!;

— ¿Queeeeeeeeee?; ¡ESTÁS PENDEJA!; ¡De qué mierda hablas!;

— ¡Mira Carlos!, mejor dirígete a mí como Agente Especializada Alex9; es algo así como un sobrenombre— le comunicó divertida para de nuevo fruncir el rostro en clara muestra de darle seriedad al asunto.

— ¡No, esto es una equivocación, yo no vendo drogas, yo…!

— ¡Uy, eso no es lo que me dicen tus pertenencias en donde te encontré esto!— lo cortó al momento que le mostraba sus pantalones y extraía de los bolsillos varios plásticos engrampados con droga.
Carlos quedó rojo y mudo por unos instantes, el pobre chico se estaba muriendo de puro susto.

— ¡Sí Carlos, te espera un triste futuro en prisión!;

— ¡Noooooooo!— gritó ésta vez aterrado— ¡Te lo juro yo no, yo no, no se como, por Dios, créeme!;

— ¡Siiiiiii claro eso dicen todos!— se burló de él— ¡Bueno, ni hablar, llamaré a mi superior, fuiste presa fácil!;

— ¡No no no por favor espera!— le habló suplicante al ver que la chica ya marcaba un número en su celular— a todo esto; ¿Por qué diablos estás en bragas?— le preguntó de repente Carlos.

— ¡Ahhhhh es para ponerle mas picante, para darte algo de protagonismo, pues diré que el plan estuvo a punto de fallar y que por nada abusas salvajemente de mí, ya sabes, para joderte con unos cuantos años mas de prisión!— se burló sin consideración a lo que con razón el joven enfureció.

— ¡MALDITA MALDITA!;

— ¡Cáaaaaaaaallate o te vuelo los sesos!;
Enseguida la chica dejó un momento su celular para tomar una cámara y fotografiar todo; a Carlos desnudo y atado, su ropa, la droga. El muchacho se desesperó.

— ¡Por favor esto es un error por favor tiene que haber una explicación Agente Alex9, le juro que yo no soy un narcotraficante!;

Alejandra le había dado la espalda, lo estaba atormentando, aun mas, tratando a toda costa de evitar carcajearse de aquel pobre chico y restarle suspenso a la situación.

— ¡Mmmmm estás acabado chico créeme que me apena pero ni hablar!— continuaba la bella Alejandra infundiendo temor en aquel joven— ¡Bueno!, no queda mas que hablarle a tu familia, ojalá y tu esposa te visite en prisión.

— ¡Nooooo esto es un atropello, es una injusticia, no puede estar ocurriendo!— decía Carlos lloroso.

Alejandra lo ignoró. Disfrutaba lo que hacía y de alguna manera esperaba mucha mas resistencia por parte del joven como sucedía en otras ocasiones con otras victimas, pero ésta vez no fue así. Carlos era demasiado inocente en ese aspecto, incluso era un año menor que Alejandra y el chico estaba destrozado emocionalmente, aterrado al pensar que por error o lo que sea, estaba a punto de ir a prisión y por asunto de drogas.

Si no lo mataban en prisión; lo mataban su madre, esposa y suegra incluida a lo que al no encontrar otra salida, lastimosamente el chico rompió a llorar con lo cual no solo sorprendió a Alejandra sino que la divirtió y aunque tantito, también la conmovió.

— ¡Por favor no quiero ir a prisión, soy inocente te lo juro por piedad no me entregues por piedad!— le suplicaba muerto en llanto, el pobre chico era un mar de lágrimas.

— ¡Órale!— expresó Alejandra risueña al ver tan patético espectáculo, el cual el chico apenas iniciaba pues en su desesperación brincó de la cama y al estar atado de pies y manos le fue imposible controlarse a lo que torpemente cayó llevándose un fuerte golpe en la quijada justo ante los pies de la bella Alejandra.

— ¡POR PIEDAD POR PIEDAD NO ME ENTREGUES!— era el grito de guerra que emitía el angustiado Carlos.

— ¡Tendrías que cooperar conmigo!— le lanzó quisquillosamente la perversa muchacha, sonriéndole ya con cierta malicia, riendo en su interior al ver lo fácil que le estaba resultando ésta vez someter a su victima.

— ¡Sí, lo que quieras pero no me entregues!— suplicó el joven.

— ¿Lo que quiera, en verdad estás dispuesto a cooperar?;

— ¡Sí!— confirmó el chico su respuesta.

— ¡Bien, en ese caso, bésame los pies!— le habló sin rodeos una sonriente Alejandra al momento que le acercaba su pie a la cara al joven. Carlos alzó la cara y la miró molesto y extrañado.

 — Dijiste que cooperarías; bien, eso es lo que quiero; ¡Bésame los pies!, venga chico, si ya lloraste ante mí como una cenicienta qué mas da que ahora me beses los pies— se burló de él.

Carlos titubeó pero sin demorarse tanto terminó por sucumbir y aunque con cierta repulsión, besó los pies de Alejandra y no apartó los labios hasta que la chica se lo permitió y eso fue después de que se rió a gusto de él pues primero se había cubierto la boca con sus manos, tratando de contener su risa pero terminó carcajeándose al contemplar lo ridículo que lucía aquel chico miedoso, desnudo, atado y lloroso besando sus pies.

— ¡Bien!— exclamó Alejandra que las caricias de los labios de Carlos en sus pies no hicieron otra cosa que estimularla y excitarla ante la situación. Le gustaba aquella sensación de poder que experimentaba, sabía que era la dueña del momento y que al chico en turno no le quedaba de otra que someterse a sus deseos y caprichos y eso ya era motivo suficiente para excitarse.

— ¡Bien Carlitos, tranquilo, viniste aquí por una noche de sexo, de placer y la tendrás, solo que de un modo diferente!— le decía Alejandra mientras revisaba en unos cajones y seguido se dejaba caer sentada sobre la cama, levantó un poco el trasero y ante la sorpresa de Carlos, se bajó las bragas y comenzó a acariciarse su sexo con sus manos.

La chica se palpaba toda su zona íntima con su mano de arriba para abajo, con movimientos circulares, se estaba masturbando.

— ¡Esa mujer está loca, por Dios, tiene que ser una broma!— pensó Carlos mientras veía reflejada en la mirada de Alejandra el rostro de la lujuria, de la malicia, de la perversión. Solo ella sabía y sentía el placer que se proporcionaba.

— ¡Acércate Carlos!— le pidió con la voz un tantito agitada. El chico no se movió a lo que Alejandra lo llamó una vez mas golpeando en el piso con su pie.

— ¡Que te acerques te digo!; ¿No querías tu oportunidad?; ¡Bueno, pues no la desperdicies!;

El chico titubeó pero obedeció; se encontraba a escasa distancia del sexo de la muchacha; ésta sonrió y le ordenó suavemente— ¡Huele, huele chico!;

Carlos tragó saliva pero ante las extrañas expresiones de la joven, estiró el cuello y pudo apreciar y sentir todavía mejor la esencia húmeda y concentrada que provenía de aquella vagina.

Alejandra se pasó los dedos por su sexo y sin pensárselo se los metió en la boca a Carlos; éste trató de echarse para atrás pero la chica lo sujetó con firmeza por el cabello con su otra mano a lo que prácticamente lo obligó a chuparle los dedos y saborear sus fluidos mientras le explicó claramente lo que esperaba de él.

— Mira chico, si te portas bien, saldrás bien de aquí, de lo contrario, directo a prisión, ahora no quiero preguntas, no quiero que hables, quiero tu lengua aquí— le señaló su húmedo sexo— ¡Para mi placer y mas vale que me satisfagas, de lo contrario te meto una bala en el culo antes de enviarte a prisión o al panteón, venga!;

Carlos ya no esperó mas; la situación era demasiado confusa para él, demasiado pero atado y desnudo poco o nada podía alegar y la chica había sido clara así que no le quedaba de otra que aplicarse o aplicarse.

Trató de concentrarse y dio inicio a acariciar y estimular aun más a la chica con su lengua que le iba indicando lo que deseaba y cómo lo deseaba.

— ¡Despacio Carlos, bien así, no no no, despacio, eeeeeeeyyyy siiiii asiiiiiiiii!;

El chico en lo suyo. Lamió, se empleó en proporcionar placer a aquella joven que en realidad no conocía pero que en ese momento lo tenía prisionero.

— ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!; los gemidos hicieron acto de presencia. Alejandra apartó de un bofetón por un momento a Carlos y de nuevo comenzó a estimularse con sus manos, en cuanto lo deseó de nuevo usó la lengua de Carlos.

— ¡Mmmmmmm sí asiiiiiiii que delicia ahhhhhhhhhhhh!;

Alejandra logró un poderoso orgasmo, el primero de la noche. La chica disfrutaba del sexo a su manera, muy a su manera pero siempre encontrando el placer total que la satisfacía.

No había descanso, la chica se acariciaba sus pechos, su sexo, jalaba a Carlos por los cabellos para lo mismo, para pegar su rostro a su sexo y que la lengua del chico hiciera también lo propio. Gemía, sudaba, pasaba de la poderosa excitación al todavía mayor poderoso orgasmo. Estaba disfrutando su noche, la estaba gozando.

Alejandra terminó de momento estirada sobre la cama con su corazón aun latiendo aceleradamente y con la cara de Carlos aun pegada a su sexo.

— ¡Si ese era el precio a pagar para salir de ahí pues a final de cuentas no había estado nada mal!— pensaba Carlos pero Alejandra no pensaba lo mismo— ¿Me desatas?— preguntó Carlos con una expresión mezcla de temor, miedo y nervio.

Alejandra lo miraba con curiosidad, ese chico era diferente, demasiado inocente, nada que ver con lo liberal y seguro que se le veía actuar en el antro; la chica le sonreía con picardía y malicia. Aquellos orgasmos y aquel placer al que el mismo Carlos contribuyó con su lengua, apenas despertaron en Alejandra sus oscuros y perversos deseos.

Cada fin de semana, llevando ya unos meses, la chica hacía la misma trayectoria de recorrido; acudía a un antro, estudiaba a su victima, lo seducía y se lo llevaba al mismo hotel para obligarlo a que le proporcionara placer y después quebrarle su masculinidad y orgullo de hombre sodomizándolo y eso era lo que se seguía.

Generalmente por experiencia de la propia chica, sus victimas se resistían ante la estafa de llegar con la idea de tener una noche desenfrenada de sexo con aquella putilla como la catalogaban y ¡Zas!; se llevaban un golpe en las narices al reaccionar ya tarde y verse prisioneros a merced de la chica y sus deseos.

A Alejandra le encantaba jugar con sus victimas a engañarlas, la excitaba aquella sensación de poder y autoridad que ejercía al dominar a los hombres; era su forma de disfrutar y ejecutar su placer y vaya que lo disfrutaba. Ni ella sabía bien el por qué de las cosas, solo entendía a la perfección que lo disfrutaba al máximo y que desde hacía un buen tiempo que tenía el mismo sueño todas las noches a lo que de un sueño se convirtió en fantasía para culminar en volverla realidad.

— ¡Aun no Carlitos!— le contestó Alejandra ante la insistencia del chico de que lo desatara.

— ¡Si vas a robarme ya te dije que te lleves mi billetera pero ya déjame ir, ya te complací!— le reclamó el joven.

— ¡Que no voy a robarte coño, soy agente, no lo olvides y para tu información disfruté mas con mis dedos que con tu lengua!, pero no te apures, tu lengua ya me servirá para otra labor y hablando de complacer, veamos si con esto te esmeras mas, aunque aquí no hay mucho que hacer, mas bien dejarse hacer jajajajajajajajaja— se rió cruelmente la perversa chica al momento que se daba la vuelta y le mostraba a Carlos después de estar revisando en un cajón, un asombroso y poderoso arnés – consolador.

La cara de Carlos; ¡Dios!, se hizo para atrás aterrorizado, el chico temblaba, era inocente pero no imbécil a lo que al ver tremendo artefacto sabía lo que era e intuía para quien o contra quien lo usarían.

— ¡Grita si quieres Carlos, te aseguro que nadie te auxiliará pero yo que tú no lo hacía por que te aseguro que en un momento vas a gritar y mucho aunque no quieras!;

Carlos temblaba de pies a cabeza. Alejandra sensualmente se acomodó aquel arnés – consolador y ante la vista de Carlos, se encontraba imponente con el arnés puesto y las tiras de cuero rodeando las piernas y caderas, brillando ante los ojos del asustado chico.

Justo en ese momento, como si todo estuviese controlado y lo estaba, tocaron a la puerta; Carlos ahogó el grito tratando de suplicar a Alejandra que no abriera pero las palabras no le salieron de lo nervioso que estaba.

La chica abrió y para mayor sorpresa de Carlos, un jovencito presumiblemente empleado del hotel, entregaba una charola con algunos bocadillos y cervezas.

— ¡Ponlas en la mesa idiota, pareces nuevo!;

— ¡Sí ama, perdón ama!;

— ¿Ama?, ¿Qué rayos era todo esto?— se cuestionaba en su interior Carlos y mas se estremeció al ver que de la charola, por una orilla estaba tan bien acomodado un látigo.

El jovencito, que como bien lo reprendió Alejandra, no era nuevo en esto, depositó la charola en la mesita de centro y al instante se arrodilló, se postró en el piso.

— ¡ARRÁSTRATE A MIS PIES YA SUCIO ESCLAVO!— le ordenó cada vez mas excitada Alejandra mientras deslizaba su mano acariciando su polla de látex.

El jovencito sin preocuparse por la presencia de Carlos, gateó hasta llegar ante los pies de Alejandra y se los besó con humildad.

— ¡Ahora adora mi polla!— fue la siguiente orden. El joven actuando como robot, alzó la cara pero sin mirar a Alejandra y se aplicó a abrir la boca, a chupar aquella polla, a meterse los aproximadamente 22 centímetros en la boca, besó la polla, la lamió; hizo lo que su ama le ordenó, ¡Adoró su polla!; mientras la bella Alejandra se reía de él.

— ¡Bien perro bien, vas mejorando, muy pronto te podré expedir tu diploma de experto chupapollas, ahora largo que tengo carne fresca y virgen!; de dos patadas en el culo Alejandra despidió al joven. Enseguida tomó una cerveza y con la otra mano se armó con el látigo, lo agitó en el aire y ¡Zas!, impactó contra la cama.

— ¡Ayyyyy!— gritó Carlos jurando que el golpe iba para él.

— Jajajajajajajajajajajajaja— se rió a gusto Alejandra del pobre chico.

— ¡No Carlitos éste era de prueba, éste sí va para ti, zasssssss!— lo dicho, le propinó el primero de muchos latigazos que cayeron inmisericordes sobre la desnuda e indefensa piel del chico que de nueva cuenta lloraba intensamente.

— ¡DETENTE POR PIEDAD DETENTE NO HE HECHO NADA MALO POR PIEDAD!;

— ¡Bien, buen chico entonces quietecito y cooperando si no quieres probar de nuevo el látigo!— le dijo malvadamente Alejandra mientras se terminaba su cerveza y se preparaba para cerrar con broche de oro su noche, una noche mas de alcohol y de perversión.

Solo Alejandra sabía y sentía el grado de excitación y placer al actuar de la manera que le gustaba ser, tomando en cuenta que para su placer contribuía notoriamente su doble arnés – consolador puesto que el vibrador que contenía le estimulaba el clítoris y la haría disfrutar aun mas de la penetración mientras sodomizara al inocente Carlos.

Carlos desde el momento en que salió del antro acompañado de la bella Alejandra no pensaba mas que en vivir una noche de ensueño y ya se frotaba las manos de lo orgulloso que se sentiría al presumirle a sus amigos tal aventura, sin embargo el pobre experimentó la mayor humillación física, moral y mental en su vida.

Alejandra fue cruel y perversa, jugó y se divirtió con él destrozándolo en todos los aspectos, en especial atacó sin piedad su orgullo, su masculinidad, su hombría.

La malvada muchacha dio inicio jugando con su ano de Carlos al introducirle los dedos de la mano enfundada en guante de látex y lubricante, lo violó salvajemente sin piedad, lo sodomizó por detrás y con las piernas abiertas, lo sodomizó tumbado sobre su espalda y con las rodillas semiflexionadas sobre su cabeza; esa postura a ella le encantaba pues podía verlo a la cara y él a ella mientras lo humillaba sodomizándolo y haciéndole ver cuanto placer le producía a ella ejecutar tal acto.

Lo peor es que Carlos no supo la razón pero el caso fue que el pobre contra su voluntad llegó al orgasmo debido a que el arnés – consolador excitó su próstata. Cada empujón de las caderas de la muchacha equivalió a una violación al ano de Carlos.

Alejandra lo usó, lo penetró con lujuria y pasión por que en verdad se volvía loca y se excitaba tremendamente al gozar, al ejercer tal posición, al dominarlo y someterlo sabiendo que lo dañaba física y psicológicamente. Era toda una mezcla de sensaciones diferentes; la amarga experiencia terminó para Carlos hasta que Alejandra consideró que ya era suficiente por esa noche.

Carlos sufrió por que fue forzado contra su voluntad y eso era lo que tanto excitaba a Alejandra, le encantaba y por lo tanto a ella le resultaba erótico y perverso. La chica concluyó su noche follándoselo bocabajo, sujetando su cabello y de nuevo le dejó ir los 22 centímetros en su culo sin preocupaciones, sin dudar; lo violó con profundas y penetrantes envestidas hasta que ella misma intentó asimilar lo que le debía doler el culo al pobre Carlos que a esas instancias ya había empapado las sábanas con su sudor y sus lágrimas.

— Jajajajajajaja, ¡Así perro para eso me gustan los hombres, para verlos llorar como niñitas!; ¿Dolió Carlitos?; ¡Uy ese culito te va a doler algunos días!— se burló de él sintiéndose atrapada aun por la lujuria que despertaba en ella tal acto y se sentía orgullosa por que cada vez disfrutaba mas y las cosas salían de maravilla.

— ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh queeee bieeeeeeeeennnn!— gritó Alejandra que masajeándose el coño había logrado otro fabuloso orgasmo mientras Carlos seguía tumbado en la cama llorando amargamente de dolor y humillación, mirando aterrado el arnés – consolador, su longitud y grosor; apenas y creía que con aquel artefacto le hayan destrozado el culo por alguien tan inocente y dócil como aparentaba ser Alejandra.

Tan mal estaba el pobre Carlos que no se veía para cuando reponerse mientras que Alejandra ya se había fumado un cigarrillo, ya había disfrutado de otra cerveza, ya se había dado un refrescante baño y ahora se acomodaba de nuevo la ropa, se sentó cómodamente en un mueble después de ajustarse los jeans y cruzando una pierna sobre la otra elegantemente, miró con burla y a la vez con cierta pena al chico.

— ¡Acércate Carlos, venga carajo!; ¿No quieres que te desate?;

El joven verdaderamente causaba pena al seguir llorando como un niño, se armó de fuerza y bajó torpemente de la cama.

— ¡De paso alcánzame mis zapatos!;

— ¡Cómo coño que estoy amarrado!— le reclamó lloroso el joven.

— ¡Los tomas con los dientes y te acercas arrastrándote así como si fueras un gusanito!— le propuso divertida Alejandra.

El chico la miró con rabia pero ante el ademán de la muchacha de pretender tomar el látigo, Carlos optó por complacerla; total, si ya le habían dado por el culo; ¡Qué mas daba humillarse ante la misma hermosa muchacha llevándole sus zapatos colgando entre sus dientes! Y así lo hizo.

Alejandra se sonreía y se levantó después de ponerse los zapatos para contemplar mejor a Carlos a cuatro patas, humillado ante sus pies; entonces se fijó en que estos se encontraban ligeramente empolvados y a ella le gustaba que sus zapatos brillaran de limpios.

— ¡Chico!— le habló firme y burlona— ¡Limpia mis zapatos con la lengua!; te dije que no me complaciste como yo esperaba, así que cuando menos espero que tu puta lengua sirva para limpiar mis zapatos, venga, quiero ver trabajar tu lengua a menos que quieras experimentar de nuevo el dolor en tu traserito.

El chico la miró ofendido pero a medida que Alejandra le advirtió, sintiendo pena de sí mismo, se humilló y luciendo ridículamente a cuatro patas, postrado a sus pies pegó el rostro sobre los zapatos de la joven y se dispuso a lamerlos una y otra vez.

— ¡Bien chico, te tengo buenas noticias, primero, no soy detective ni agente ni nada que se le parezca!;
Carlos levantó el rostro sorprendido y al instante Alejandra le cruzó la cara de un latigazo.

— ¡CONTINÚA LAMIENDO MIS ZAPATOS PERRO!; la cruel chica se sonrió al verse obedecida, inclusive un temeroso Carlos incrementó el ritmo de trabajo con su lengua.

— ¡Bien, segundo, tú eres tan solo uno mas que ha caído en mi juego, el cual llevo ya un tiempo considerable ejerciéndolo, te aseguro que lo que me sobra es experiencia en esto!;

— ¿Recuerdas el chico de la barra?; ¡Es mi esclavo!, él se encarga de controlar y cambiar mis bebidas para aparentar que ya estoy ebria y lograr fácilmente que imbéciles como tú se acerquen confiados.

— El recepcionista, el chico de la entrada del antro y el chico de servicio, el que trajo las cervezas; también han pasado por lo mismo que tú, o sea, ¡También son mis fieles esclavos! Y ahora tú lo eres también.

— ¡Así es Carlos, colecciono esclavos y créeme que es muy divertido para mí, no para ustedes!— se rió de él— Y para que lo vayas asimilando, todo está grabado, todo, desde que entramos a la habitación hay una cámara que guarda todo, súmale a eso las fotos que te he tomado así que ándate con cuidado y no te quieras pasar de listo pues una estupidez y todos; familia, amigos y trabajo se enterarán de cómo lloras mas fuerte que un recién nacido oh y de cómo gemías mientras te perforaba el culo.

— ¡Aparta!— le dijo pateándole la cara— Bueno Carlos, debo irme; ¡Abre la boca!;

El chico quiso maldecir, insultar pero tal era su asombro que no lograba articular palabra. Abrió la boca y Alejandra sacó de su bolso una polla de hule, se la metió en la boca y se la aseguró con cinta.

— ¡Bien chico no te apures, ya vendrá uno de mis esclavos a liberarte, a consolarte y adentrarte mas en tu nuevo rol por que te aseguro que soy muy exigente, bien bye y pronto tendrás noticias de mí!— dicho esto encendió un cigarro y se marchó de la habitación, cruzó el pasillo y al salir del hotel le sonrió al recepcionista guiñándole un ojo; el chico le sonrió con el debido respeto y bajó la mirada al ver pasar y salir a su ama.

Alejandra abordó su auto feliz, había sido una noche perfecta, una mas; sabía que al otro día de nuevo sería a sus 23 años la hija de papi y mami, sabía que de nuevo se vería enrolada a obedecer ciertos lineamientos impuestos por sus padres, conservadores y firmes en según ellos, educar correctamente a su hijita, a la todavía inocente niña de sus ojos.

Alejandra sabía que a media semana, de nueva cuenta se encontraría asqueada de tantas lecciones de moral y rectitud por parte de sus padres pero no le importaba y se sonreía por que cada vez sus esclavos aumentaban y los controlaba de una manera fabulosa.

Tan solo deseaba que llegase otro fin de semana para dar rienda suelta a su imaginación; para ser otra, para convertirse en quien quería ser y como era en realidad; esos días rompía y quebrantaba toda regla iniciando con unas frías cervezas y terminando extasiada de placer, pasión y lujuria después de lograr poderosos orgasmos que le producía el poder que ejercía al dominar a sus victimas, en especial lo que disfrutaba destrozando culos y dignidades.

¡Sí!; esa noche había llegado a su fin y la verdad le pareció extremadamente corta. ¿O sería acaso que cada vez exigía mas a sus victimas?; mejor dicho según ella, afortunados; el caso era que esa noche había finalizado y podría sin duda dormir tranquila, como un angelito pensando en que pronto llegaría otra noche, otra mas y la aprovecharía al máximo.

Se excitaba de nuevo al pensar en ello y lo perversa y traviesa que se sentía al comportarse de aquella manera. La bella Alejandra sonreía feliz anhelando pronto en ver llegar otra noche para disfrutar tal y como disfrutaba todas sus noches de alcohol y de perversión.

FIN.

BLACK.

sábado, 5 de febrero de 2011

CAMBIANDO EL DESTINO 21

EL DESTINO DE YOLANDA.

Los momentos de placer que Rebeca hizo vivir a Sarahi la hicieron romper la rutina y mas bien romper el mal humor, la amargura que traía por dentro; pero que haciendo gala de ese espíritu indomable y demoledor que la caracterizaba, Sari estaba ocultando muy bien dichos amargos sentimientos que eran producto de la conversación que había tenido con su madre justo antes de que Rebeca se presentara en su habitación.

Sarahi había acudido a ver a su madre que continuaba prisionera en un cuarto; no esposada, no en calidad de esclava como Norma pero a final de cuentas no era libre; estaba encerrada entre cuatro paredes y la señora seguía firme en hacerle la guerra a su propia hija.

Ese día, por fin hablaron sin gritos, al menos por unos instantes no hubieron gritos, al menos por unos instantes intentaron sincerarse; no fue así, no fue posible; Sarahi montó en cólera, sus ojos se vieron bañados en lágrimas en el momento en el que su madre le soltó en plena cara que increíblemente ella siempre estuvo consciente del daño físico y emocional que a Sari le fue provocado por cortesía de Norma y su madre en aquella época.

Pero eso no fue el meollo del asunto, eso no fue lo que hizo por un momento enloquecer a Sarahi; ¡NO!, la cosa iba mucho mas de eso, el asunto era mucho mas profundo.

Sarahi entró dispuesta a sincerarse con su madre, incluso a buscar su perdón; ¡Sí!, pero Sarahi también esperaba una disculpa por parte de su madre, era lo justo para ella, que su madre se disculpara por no haber tenido la valentía de luchar a su lado, de haber enfrentado desde ese tiempo a Rosa y su hija.

Sarahi esperaba una disculpa por parte de su madre, por no haberla defendido en su momento frente a esas arpías, por haberse quedado callada e incluso someterse como cordero al matadero a todo lo que Rosa y Norma impusieron duramente a Sarahi.

¡No la hubo!; no hubo una sola disculpa ni muestra de arrepentimiento por parte de Yolanda hacia su hija, por el contrario, luego de haber oído ésta a Sarahi exponerle su situación y el por qué fue necesario ese cambio en ella; pues a final de cuentas ahora se encontraba mucho mas confortada por Rubí y ni que decir Rebeca; Yolanda la miró fijamente por unos momentos que a Sarahi le parecieron eternos.

Entonces con toda la calma y serenidad del mundo, Yolanda habló exponiéndole claramente su pensar, aquel mismo pensar que seguía vigente en su mente sumisa desde aquel tiempo en cautiverio en la casa de Norma y sin consideración alguna le soltó que ella siempre estuvo consciente del engaño de Norma y Rosa sobre el robo de las prendas.

Y no solo no hizo nada para evitarlo sino que cooperó para desgracia de Sari; no por que la odie, no por que lo haya disfrutado pues era su hija e increíblemente la quería; pero hizo todo aquello por aferrarse a sus creencias.

Yolanda le confesó a Sarahi su origen sumiso; así la crecieron a ella, a mostrar obediencia y sumisión ante aquellos de mejor condición social. Yolanda no describió exactamente sus sentimientos pero dejó al menos a beneficio de la duda, al menos en Sarahi que a todo esto también había que tener en cuenta una rara mezcla de sentimientos encontrados entre sumisión, entrega y amor.

¿Lesbianismo?; ¡Quizás!, el caso es que Yolanda tuvo y tendría aún mas una vida difícil, de carencias; en la que en su diminuta y limitada mente se había forjado, grabado a fuego su sumisión y con Rosa y Norma se graduaría en ello y así lo hizo.

Por parte de ella se entregó en cuerpo y alma a servir a aquellas personas; el punto a discutir es que no solo pensó y decidió por ella sino también por su hija. Pretendió y aún pretendía hacer entrar en razón a Sari, haciéndola creer que ella debía seguir el mismo sendero de ella, el de la sumisión.

Yolanda a estas alturas, con todo en su contra; se aferraba a su terquedad de que Sarahi debía ser sumisa y pobre como ella, por qué ese era su destino según ella y sus creencias. “Servir y Obedecer”. Eran palabras grabadas en la mente de la señora.

Sarahi había enmudecido; deseó siquiera desmayarse para tomar un respiro pero el desmayo no llegó. La muchacha apenas y podía siquiera tratar de asimilar la loca y controvertida vida de su madre.

La señora nunca contó con que Sarahi no estaba hecha para la vida que ella se aferraba a imponerle.

Transcurrió un buen rato hasta que Sarahi ató cabos y comprendió el por qué su madre nunca la apoyó para rebelarse a Norma y agradeció ese carácter guerrero que le fue entregado, agradeció a final de cuentas al destino de haberse cruzado en su vida a Rubí y Rebeca, pues de no ser así, jamás se habría librado de la servidumbre en casa de Norma.

Al final, la muchacha montó en cólera y vio reflejado en el rostro de su madre el rostro de la amargura que había vivido por mucho tiempo, pasando penas y miserias pues Yolanda siempre pudo superarse y ofrecerle una vida mas digna a su hija pero no quiso hacerlo; ella era feliz sirviendo y viviendo de migajas.

Lo mas triste es que pretendió educar de aquella miserable manera a su hija quien vio en el rostro de su madre de todo, menos a su madre. Le soltó una impactante bofetada que tomó desprevenida a la señora y Sari marchó corriendo, llorando tristemente a su habitación y ahí se mantuvo hasta que haciendo lo que mejor sabía hacer, tomar al toro por los cuernos y enfrentarse a todo por duro e inesperado que fuere; se lavó la cara y esperó pacientemente a arreglar su situación con Rebeca tal y como lo hizo.

Ahora Sari se encontraba sola en su habitación; Rebeca se había marchado feliz al saber que continuaba con su amor. A los pies de Sarahi ahora se encontraba su fiel Nemesio besándoselos y acariciándoselos con los labios sin saber que Sari lo había salvado de ser castrado, al menos de momento pues Sari había prometido pensárselo a Rebeca.

Sarahi le daba vueltas al asunto una y otra vez, era claro que ya no había cariño, no había una sola muestra de afecto de ella hacia su madre. Yolanda le había jodido parte de su vida y Sarahi a su corta edad y con el carácter inestable pensaba y estaba dispuesta a tomar venganza aún tratándose de ser su propia madre sobre quien debía descargar su ira.

¡Yo soy su hija y no le importó, pues ahora me toca golpear y no tiene por que dolerme que sea mi madre quien se lleve los golpes!— pensaba Sarahi con determinación, uniendo todo lo dicho por Yolanda en su mente, sacando conclusiones y sacando conclusiones cayó en cuenta de que Yolanda le había dejado en claro que siempre la vería a ella como una hija y persona de origen humilde, nunca como una elegante señorita.

Sarahi dio en el clavo; había pensado hasta en matar a su madre pero se decidió por no hacerlo y enfocarse en vengarse de ella, pues Norma ya no le importaba; Norma estaba aplastada, muerta en vida y encima la infeliz se rompía la cabeza tratando de vivir con ese loco amor que increíblemente ahora sentía por su ama y que obviamente Sarahi se divertía con ello, despreciándola y haciéndola sentir cada día mas miserable burlándose al haberla dejado con un solo ojo.

Norma ya no contaba en los planes de Sarahi; a Nemesio le tenía afecto, Nemesio le recordaba su lado tierno; entonces solo quedaba alguien sobre quien llevar toda su ira, desgraciadamente ese alguien era su madre a lo que Sarahi en parte por decisión propia y en parte por sabio consejo de Rubí, decidió esclavizar a su propia madre aunque Sarahi ya no la veía como tal sino como la persona que siempre estuvo en contra de ella aun sin querer estarlo.

Sarahi decidió mantener desde ese momento a su madre como una vulgar sirvienta, como su sirvienta; había pensado en tantas barbaridades, incluso hasta en dejarla muda pero dedujo que su lengua le sería muy útil para limpiar su multitud de zapatos.

Nemesio se horrorizó al ver tal extremo de crueldad en Sarahi y valientemente le pidió pensarlo mejor pero estaba decidido. Sarahi no se retractó ni lo pensó mas, así como tampoco dudó en azotar a Nemesio por meterse en sus asuntos, lo cual le tenía prohibido.

¿CASTRACIÓN?

Rebeca y Sarahi se encontraban desayunando en la habitación de Sarahi; la noche anterior había sido una noche intensa, una mas de sexo y placer entre aquellas jóvenes hermosas.

Con la luz del sol en un nuevo día y aun continuando acariciándose y llenándose de mimos y besos, decidieron no salir de la cama y desayunar ahí. A una esquina de la habitación, con lágrimas en los ojos se encontraba Yolanda miserablemente cubierta a su alrededor de una cantidad considerable de todos los estilos y colores de zapatos a los que la pobre señora se encargaba de limpiar uno por uno, utilizando para ello su lengua.

Sarahi sin un solo indicio de comprensión, mucho menos amor; la miraba de vez en cuando para inspeccionarla y lo hacía maliciosamente, contemplando su sufrir.

¡Acércate Yolanda!— le ordenó de pronto Sarahi. Ya no la llamaba madre, jamás la volvería a llamar así, ahora no era más que su sirvienta Yolanda, su esclava, tal como Norma y entre ellas no había diferencias; el único afortunado continuaba siendo el buen Nemesio.

La infeliz Yolanda avanzó gateando, como nada más se le tenía autorizado desplazarse; la pobre estaba esposada de pies y manos, en su cuerpo se podían apreciar las marcas decorativas propias del látigo y quemaduras.

A diario principalmente se encontraba con batallar con la infinidad de zapatos de su hija, Rubí, Rebeca y Peque y al no poder utilizar del todo sus manos por tenerlas aprisionadas; la señora humillantemente se veía obligada a tener que postrarse prácticamente en el piso a pasarles una y otra vez la lengua, incluso a restregar la cara para poder limpiar y sacar brillo a tantos zapatos, uno por uno.

Yolanda avanzaba penosamente ante el llamado de su hija cubierta por la vergüenza. Yolanda ahora sí estaba experimentando lo que era sentirse humillada en su rara vida; nunca le había importado someterse, ahora sí; por que se estaba sometiendo ante su hija, su propia hija la humillaba y Yolanda estaba sufriendo verdaderamente todo ese pesar pues nunca, nunca siquiera soñó con esa horrible realidad.

Y a Yolanda no le importaba comportarse como la sumisa que llevaba dentro ante todo el mundo, excepto ante su hija, ante ella no lo veía correcto ni mucho menos lograba asimilarlo a lo que en verdad Sarahi dio en el clavo.

No pudo haber castigado a su madre de peor manera; en verdad la estaba haciendo sufrir y Sarahi disfrutaba y su madre sufría la humillación latente de ser la esclava de su propia hija.

¡Bésame los pies Yolanda, a mí y a mi amor!— exclamó Sarahi con una perversa sonrisa, sabiendo de antemano que le estaba partiendo el corazón a su madre; una al ordenarle tal acto tan humillante y otra al tenerla presente mientras que ella se acariciaba descaradamente con otra chica.

¡Bésanos los pies Yolanda, me encanta que me los besen y laman mientras desayuno y me dejo consentir por mi amorcito!— le dejó mas que clara Sarahi su relación con Rebeca.

¡Hija!— exclamó angustiada Yolanda, buscando compasión en ella pero enseguida Sarahi montó en cólera casi tirando su bandeja de desayuno al avanzar de un brinco sobre la cama, acercarse a su madre y estamparle una insultante bofetada que le dejó la mejilla ardiendo a Yolanda con los cinco dedos de Sari marcados en su mejilla.

¡Estúpida, que no me llames hija, MISERABLE SIRVIENTA!— la humilló Sarahi dejándole cínicamente la mano estirada con la que la había abofeteado para que se la besara.

Tristemente Yolanda obedeció humillándose, degradándose al besar la mano de su hija; no le quedaba mas, el proceso para ella estaba siendo muy rápido, no había mucho que aprender, toda su vida se la había pasado sirviendo y ahora ante sus nuevas amas encantadas de enseñarle y recordarle las reglas; la pobre tenía que esmerarse si quería evitarse castigos y aun así la castigaban; en especial Rubí, en especial su hija, en especial todas.

¡Ahora lámenos los pies perra!— ordenó Sarahi sin dar tregua a su madre.

Rebeca observaba morbosamente la escena mientras contemplaba a la señora tan humillada lamiendo ya las plantas de los pies de su hija y enseguida continuando en lamerle los pies a ella mientras continuaba disfrutando de su exquisito desayuno en compañía de Sari.

Las dos jóvenes siguieron disfrutando su momento desayunando y acariciándose sin prisa alguna mientras que a sus pies se mantuvo la infeliz señora, lamiéndole las plantas a ambas en todo momento.

¿Haz desayunado Yolanda?— preguntó Rebeca con malicia y en complicidad con Sarahi mientras reunía las escasas sobras de ambas en un solo plato.

¡No mi ama!— apenas y se oyó la respuesta de Yolanda.

¡Uy pues anda, agasájate!— le dijo la bella huerita Padilla al momento que le obsequiaba un asqueroso salivazo al plato que contenía las sobras y se lo depositaba en el piso.

La pobre señora rompió a llorar de manera todavía mas intensa. Sarahi aprobó el comportamiento de Rebeca escupiendo al igual sobre dicho plato y vistiéndose se marcharon del cuarto, observando como la pobre señora lamía una y otra vez aquel plato y una vez terminado, regresaba de nueva cuenta gateando a sus ocupaciones de limpieza de calzado.

Momentos más tarde, se encontraban las señoritas charlando y bebiendo cerveza alegremente en la sala. Yolanda se encontraba a los pies de su hija, Norma sirviendo a Rebeca y Nemesio a los pies de Rubí.

Julio; el pobre Julio se encontraba en un rincón, de rodillas, sin que nadie le prestara atención pues Peque se hacía servir por Isabel quien por capricho de Rebeca, se la llevaba últimamente a todos lados.

En eso que Rebeca recuerda la promesa de Sarahi de al menos pensar en sí castrar o no a Nemesio.

¡Mi amor!— se expresó melosamente Rebeca a Sarahi quien tan solo le correspondió con una bella sonrisa.

¿Ya pensaste lo de Mantecoso?;

¿Qué?— se hizo la desentendida Sari y enseguida añadió— ¡Oh y es Mantegroso maldita sea!;

Rebeca le sonrió y sin más le aclaró la memoria haciendo reír a Rubí y a Peque al expresarse; pues al momento que lo hizo, el pobre Nemesio brincó de susto y pánico.

¡Que si ya te decidiste por castrar a Nemesio!— le soltó sin mas Rebeca.

¡Coño quédate quieto!— le recriminó Rubí al chico dándole una suave patadita en la cara al notar sus nervios reflejados al oír tal cosa.

¡Ahhhhhhhhhh!— expresó Sari a quien como a todas, ya se le veía afectada por el alcohol— ¡Mmmmmm no, pero que diablos aaaaaauuuummmm!— bostezó— ¡Hazle como quieras!;

¡Wow!; ¿Serio?— preguntó feliz Rebeca.

Nemesio miró con ojos suplicantes a Rubí pues últimamente pasaba mucho tiempo sirviéndole y el joven a pesar de estar muy nervioso, no pudo evitar sentirse dichoso al contemplar en el rostro de Rubí, una clara mirada de comprensión y mas que nada, de protección, dándole a entender con esa mirada— ¡Tranquilo conmigo estás a salvo!;

¡Ajá!— exclamó Sarahi prácticamente borracha.

Rebeca no perdió tiempo y de un brinco se levantó y sin piedad le propinó una fuerte patada a Nemesio en sus testículos haciendo que éste se revuelque de dolor ante los pies de Rubí.

¡Jajajajajajajajajaja!— se rió cruelmente Rebeca— ¡No te preocupes maldito perro, pronto los extrañarás, jajajajajajajajajajajaja, venga, vete a ver a Vetzaida, esto va a ser sensacional, ahhhh diablos, Vetzaida está en mi casa, bien le llamaré!;

¿Le llamarás para qué?— intervino Rubí visiblemente molesta por que el chico se había encargado hasta antes de ser pateado por Rebeca, de acariciarle los pies con sus labios; ahora Rubí le acariciaba a él la cara con los dedos de su pie.

¿Qué no oíste a Sari?; ¡Castraremos a Nemesio, ya lo habíamos hablado, era cuestión de tiempo!;

¡Vamos perro, andando!— presionó Rebeca al chico dándole otra patada, ésta vez en su costado.

¡BASTA!— le gritó Rubí— Nemesio no va a ninguna parte por que me está sirviendo a mí.

¡Ayyyyyyyyyyyyyyy bueno!— exclamó Rebeca de mala gana— Bien coño, en cuanto ya no lo ocupes entonces yo misma me encargaré de él.

¡No lo vas a castrar!— expresó claramente Rubí con esa mirada penetrante que infundía respeto y admiración.

¿Qué?— atinó a decir una sorprendida Rebeca.

¡Lo que oíste Padilla, me importa una mierda lo que tú y Sari hayan o estén planeando; a Nemesio no lo castran por que a mí no se me da la real gana y se acabó, no quiero oír una puta palabra mas al respecto!;

Dicho esto, Rebeca montó en cólera pero aún algo pasada y lo que sea, asimiló que discusión ante Rubí era discusión perdida. Miró a Sari y ésta dormía profundamente en el mueble.

Rebeca conocía muy bien a Sari y bien sabía que sí ésta accedió, fue producto del alcohol a lo que pasado el efecto, difícilmente volvería a acceder a favor de ella; era su oportunidad, la única que tendría y estaba perdida para beneplácito de Nemesio gracias a Rubí.

Rebeca entre triste, molesta, frustrada, histérica; comenzó a llorar al entercarse en hacerle la vida desgraciada a aquel joven y verse detenida por Rubí quien era aún mucho mas caprichosa que ella y que evidentemente, su palabra pesaba mas que la de ella, así se lo estaba haciendo ver y eso hizo sentir humillada a Rebeca.

Nemesio se abrazó a los pies de Rubí y comenzó como un loco a besárselos de agradecimiento.

¡Gracias ama gracias ama Rubí!— repetía el chico una y otra vez llorando de felicidad.

¡Oh no es nada Mantecoso aunque reza para que no cambie de opinión jajajajajajajaja!— le comentó burlona— ¡Uhhhhhhhh Mantecoso, me estoy orinando!— expresó la hermosa Rubí llevándose un dedo de la mano a su boca, actuando chistosamente.

En segundos tenía a Nemesio a su disposición; de rodillas, con la boca abierta; más que dispuesto a servirle de inodoro.

¿Puedo?— preguntó Rubí con malicia, burlándose por completo del muchacho, riendo orgullosa de sí misma sabiendo que podía hacer con ese desgraciado lo que quisiera, incluido el someterlo a tan degradantes labores, todo con tal de ver cumplidos hasta el mas insignificante de sus perversos caprichos.

Nemesio tan solo parpadeó dos veces los ojos a modo de respuesta afirmativa.

¡Claro que puedo!— se respondió al igual Rubí su propia pregunta y sin perder tiempo se hizo a un lado como pudo la ropa y bragas y le obsequió al chico un potente y concentrado chorro de orina; el cual Nemesio se tragó sin desperdiciar una sola gota, casi con una sonrisa con tal de agradar aún mas a Rubí.

Rubí aún orinando en la boca de Mantegroso comentó a Rebeca al verla marchar abatida— ¡Eyyyyyy Padilla, tranquila mujer, si tanto quieres castrar a alguien pues coño, castra a Julio jajajajajajajaja!;

Al instante Rebeca se volteó mirando a Rubí que apenas y terminaba de orinar permitiéndole a Nemesio limpiarle el sexo de algunas gotitas con su lengua.

Enseguida Rebeca miró con maldad a un mas que temeroso Julio que temblaba de los pies a la cabeza al oír hablar a su linda disque noviecita.

¿Hablas en serio?— preguntó Rebeca dispuesta a aceptar el premio de consolación.

¡Sí, desde luego!— fue la respuesta de Rubí— ¡LARGO PERRO!— despidió la orgullosa señorita Panty a Nemesio con un gesto despectivo y pateándole el trasero.

El chico obedeció y en un acto de humildad, lamió el piso ante los pies de Rubí; no le besó los pies pues acababa justamente de ingerir los orines de la frívola señorita.

Rubí le sonrió aunque claro está; con desprecio y cierta lástima, el chico le agradaba pero para ella, no era más que lo que era al igual para Sarahi; un sirviente, un vil y miserable sirviente que ninguna diferencia tenía en ser considerado como el esclavo que veían en él.

Apenas y se marchaba Nemesio gateando; Rubí ya tenía a Julio llorando e implorando clemencia a sus pies.

¡NO AMA, NO MI HERMOSA AMA, POR PIEDAD ESO NO!;

¡Ohhhhhhhhhhhh sí!— exclamó Rubí— Y encima que te azoten por que no recuerdo haberte ordenado que vengas a babearme los pies.


Continuará……………………………………….

CAMBIANDO EL DESTINO 20

¡Ayúdame Rubí ayúdame, te lo imploro, no voy a soportar ésta vida de nuevo!; ¡ES DEMASIADA HUMILLACIÓN RUBÍ, DEMASIADA!; ¡Por piedad, si alguna vez en verdad me estimaste o me estuviste agradecida, te lo suplico, ayúdame o mátame pero no me entregues en éstas condiciones a Rebeca, POR PIEDAD!;

A Sarahi apenas y se le entendían las palabras; lloraba intensamente mientras bañaba con sus lágrimas y besos los pies de Rubí.

¡Mmmmm no se!— se expresó una sonriente y orgullosa Rubí— ¡Déjame pensarlo aunque mmmmm, bueno, ya me conoces, siempre permito súplicas, me encanta que me supliquen pero no siempre accedo a conceder lo que me ruegan, pero en fin, sigue intentando, a ver, lámeme las plantas, eso funciona!— concluyó arrogante.

La pobre Sarahi no cesaba de llorar; se encontraba postrada en el piso y sin pensárselo, arriesgando lo que de dignidad le quedaba ante Rubí, se humilló lamiéndole las plantas de sus pies. Rubí se tomó su tiempo y al final increíblemente le hizo saber su decisión a Sarahi después de una fuerte carcajada.

¡Bien Sirvientita, muy bien, ya estuvo bueno, me has demostrado que sabes comportarte como una verdadera perra sumisa cuando la situación así lo amerita, venga coño, de rodillas, deja ya de babearme los pies!;

¿Qué, qué dijiste?— preguntó Sarahi llorosa, incorporándose y quedando de nuevo de rodillas al escuchar tales palabras de Rubí y sintiendo el presentimiento de que no todo estaba perdido, de que no se había humillado en vano ante la arrogante y estirada señorita Panty.

¡Lo que oíste Sirvientita!— continuó Rubí— ¡Nunca pensé en apoyar a Rebeca! O sea, nunca estuve de acuerdo con su loca idea de esclavizarte con tal de mantenerte a su lado; ¿Por qué?; ¡Sencillo!, me caes bien y eso debe ser para ti todo un privilegio, me gusta tu actitud retadora a veces salvaje y es cierto, si no has llegado mas lejos es por que careces del poder.

¡No Sari, no voy a cortarte las alas aunque me enorgullece saber que si ese fuese mi deseo, podría hacerlo, sí, yo puedo dejarte continuar tu vuelo o cortarte las alas pero estate tranquila, lo dicho, me caes bien!— Rubí hizo una pausa y enseguida añadió para concluir— además para ser honesta igual Mantecoso me agrada.

¡MANTEGROSO!— la corrigió Sarahi— ¡Es Mantegroso!;

¡Sí coño, eso, el caso es que Mantecoso me agrada!;

¡M-A-N-T-E-G-R-O-S-O!— insistió Sarahi, lo que provocó que Rubí se riera.

¡Sí coño eso!; ¡Ay Sari, tú no cambias, mira que ponerte en ese plan tan exigente conmigo y estando de rodillas y después de tenerte a mis pies jajaja!; ¡Cómo rayos tienes valor todavía de mirarme a la cara!;

¿Por qué lo hiciste Rubí?— preguntó Sari un poco mas tranquila— Si dices que te caigo bien, si vas a ayudarme; ¿Por qué me has humillado de tal forma?;

¡Por que me siento aburrida, vamos, no lo tomes a mal!— le contestó Rubí haciendo unos pucheros de niña pequeña— En serio Sari, últimamente ando muy aburrida, por eso uso a Mantecoso para mi diversión y no se, se me antojó jugarte una broma jajajajaja, te la creíste, casi y te cagas de miedo.

¡Yaaaaaaa Rubí, si vas a ayudarme quítame éstas malditas esposas!;

¡Ahhhhhhhhhhhhhh sí, las esposas, claro, bésame los pies y te las quito!;

¡Noooooooooooo!— gritó Sarahi berrinchudamente pero si de berrinches se trataba, Rubí lo hizo más fuerte.

¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, vamos Sirvientita consiénteme será nuestro secreto!;

¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!— se quejó Sarahi besando el pie de Rubí quien maliciosamente le dijo— ¡El otro pie, bésamelo, bésame la planta!;

Sarahi la miró un tanto desafiante y Rubí risueña le comentó— ¡Vamos coño, son dos esposas y tengo dos pies, bésamelos y te quitaré las esposas!;

Sarahi accedió y Rubí la liberó de las esposas. Enseguida Sarahi se abrazó a Rubí en agradecimiento.

¡Aparta Sari hueles a pies!;

Sarahi se apenó y tan solo comentó— Rubí, Rebeca va a enloquecer en cuanto sepa tu decisión.

¡Bah, me tiene sin cuidado!, en fin, pienso divertirme también con ella jajajaja.

¿Qué le harás?— preguntó curiosa Sarahi.

¡Lo mismo que a ti, herirla en su orgullo para que no ande tan estirada ante mí!;

¡Eres mala y perversa Rubí!;

¡Uy gracias, jajajajajajajajajajajajaja!— ambas rieron y de nuevo se abrazaron; entonces Rubí le aclaró a Sarahi— ¡Eso sí Sari!, también se aquello de tu independencia económica pero eso tendrás que lograrlo con Rebeca por que yo no pienso regalarte un solo peso.

Sarahi quedó seria. Rubí continuó— ¡Tranquila, te apoyaré, será pan comido, tan solo tienes que jugar con los sentimientos de Rebeca!;

¡Esto haremos!; Sarahi escuchó atentamente cada una de las palabras de Rubí.

¡Yo le diré a Rebeca que no pienso ayudarla con joderte y que lo mas sano es que tú te marches, entonces le haré creer que efectivamente estás empacando y que no juegue a detenerte a la fuerza por que no se lo permitiré!;

¡Vamos, la convenceré de que doble las manitas y que te pida perdón, te lo garantizo, te la dejaré comiendo de tu mano, entonces aprovecharás ese momento de debilidad y harás que te otorgue un poder económico para que ya no dependas de ella!; ¿Qué te parece?; ¡A que soy genial!; ¿Verdad?;

¡Gracias Rubí, bueno, voy a visitar a mi madre y a quedarme luego en mi habitación haciéndome la ofendida hasta que llegue Rebeca!;

¡Perfecto!— exclamó Rubí— ¡Llégale, justo ahora le llamaré a Rebeca diciéndole que estás por marcharte jajajajajajaja!— ambas rieron y cada quien se dispuso a hacer lo propio.

REBECA HUMILLADA POR AMOR.

Transcurrían apenas unas horas en cuanto Rebeca entraba corriendo presurosa a la casa de Rubí dirigiéndose a su habitación y justo así entró, desesperada y cesando. Rubí la esperaba cómodamente en su mueble, dispuesta a divertirse ahora a costa de los sentimientos de su amiga.

¡Rubí!— le habló cesando Rebeca— ¡Cómo está eso que Sari se marcha, coño!; ¿Que no quedamos en que tú lo impedirías?; ¿Por qué rayos no mandas a Camelia o a alguien para que la espose? O pásame tu revólver, yo misma la detendré.

¡No quiero!— respondió Rubí altanera— por eso te avisé, para que después no hayan malos entendidos, pero como te dije, no pienso ni quiero detenerla, por el contrario, le he ofrecido mi apoyo, así que no intentes hacerle daño ni a ella ni a Mantecoso; además, Rebe, no te queda amenazarla, te mueres por ella.

¡Peeeeeeeeeero!; ¿Por qué Rubí coño?; ¡No me jodas, vete al diablo, voy a impedir que se largue!;

¡TE LO ADVIERTO PADILLA, NO JUEGUES CON EL DIABLO POR QUE VAS A PERDER!;

Rebe interpretó muy bien la clara amenaza de Rubí y a pesar de encontrarse tan desesperada, asimiló muy bien la situación y entendió que no podía ir en contra de Rubí a lo que acercándosele completamente perdida, tal y como Rubí pensaba tenerla para moldearla a su antojo; Rebeca le habló con la voz entrecortada.

¡Vamos Pingüino, no me hagas esto, por lo que mas quieras Pingüino!;

¡Jajajajajajajaja, uyyyyyyyy alguien aquí está jodidamente enamorada jajajajajajajajajaja!;

¡Por favor amiga!— suplicó Rebeca.

¡Mmmmmmmm!— Rubí se hizo la interesante y como que no quiere la cosa, preguntó— Oye Padilla y a todo esto, ¿Yo ya no te gusto?, digo, recuerdo que antes te babeabas por mí, por un beso mío; ¿Y ahora?;

¡Vamos Rubí, en tu vida yo no tengo cabida como tu pareja!; ambas somos crueles, ambas somos perversas pero a Sarahi la amo, no pienso hacerle daño y te prometo no tocar a ese infeliz Mantecoso pero permite que la retenga a mi lado; ¡No quiero perderla, me niego a perderla, por favor ayúdame!;

¡NO!— contestó riendo Rubí— Sari ha tomado ya su decisión y yo la respetaré; ni modos Padilla— concluyó mirándola con lástima.

Rubí esperaba mucha más rebeldía y resistencia por parte de Rebeca; para su sorpresa, Rebeca cedió mucho más rápido que Sarahi.

A la huerita se le veía deshecha, dispuesta a todo con tal de retener a Sarahi y viendo que a la fuerza no le sería posible al contar ésta con la protección de Rubí; optó por rogarle a su amiga por sí misma, sin sentirse presionada por Rubí a lo que increíblemente se dejó caer de rodillas y casi pegando el rostro en el piso, le suplicó.

¡Te lo suplico Rubí, ayúdame a retenerla, vamos, nos conocemos, es lo que quieres, divertirte con nosotras, pues bien, aquí me tienes, a tus pies, justo cómo te gusta ver a todos, vamos Rubí, haz lo que quieras pero ayúdame!;

¡Te juro que me estoy muriendo de la vergüenza de estar ridículamente ante tus pies, se que me llamarás débil pero esa debilidad es producto del amor!— concluyó llorosa Rebeca con la esperanza de ablandar a la que consideraba su confidente y mejor amiga.

Rubí se sonrió al contemplar a su amiga, a la cruel y estirada Rebeca Padilla rota, desesperada y tan humillada ante sus pies; lentamente Rubí deslizó su pie hacia delante y Rebeca no esperó orden alguna; inclinó el rostro y se humilló, le besó el pie demostrándole a Rubí que estaba dispuesta a todo con tal de que la apoye y no pierda a Sarahi.

Desafortunadamente para el orgullo de Rebeca, era precisamente ante Sarahi ante quien debería someterse y humillarse por amor y así justamente se lo hizo ver Rubí.

¡Lástima Padilla pero no es ante mí ante quien debes llorar y congraciarte!— le dijo Rubí risueña ante la cara roja de vergüenza de la joven, pues Rubí le estaba acariciando la mejilla con los dedos de su pie mientras continuaba hablando— ¡Así es Padilla, es sencillo, quien quiere mas, sufre mas!; Tú quieres mas, Sari está a punto de marcharse, no hay de otra, tú puedes evitarlo, solo es cuestión de comerte el orgullo e ir a pedirle perdón y rogarle que no se marche y claro, acceder a sus caprichos.

¡Vamos Padilla, no hay que pensar nada, hay que actuar, recuerda que el corazón solo entiende de emociones, venga, mueve el culo!— la animó Rubí dándole suaves pataditas en el rostro.

Rebeca permaneció clavada en sus pensamientos por unos instantes y al final se secó las lágrimas, besó los pies de Rubí y se marchó en dirección al cuarto de Sarahi. En el camino se encontró con Mantegroso y lo fulminó con su mirada de desprecio.

Sin perder tiempo, empujó la puerta y entró a la habitación, ahí se encontró justamente a Sarahi de espaldas, cruzada de brazos, serena y firme en sus decisiones. Rebeca no habló, actuó; se echó a los pies de Sarahi, se abrazó, se refugió en aquellos pies cubriéndolos de besos y declaró una vez mas, su amor a Sarahi.

¡NO ME ABANDONES AMOR MÍO!; ¡AQUÍ ME TIENES A TUS PIES AMOR MÍO, ME TIENES A TUS PIES!;

La sonrisa en el rostro de Sarahi no pudo ser mayor, se dio su tiempo para contemplar a la muchacha que mendigaba su atención y antes de que hable; Rebeca cedió en todos los aspectos mientras que no dejaba de besarle los pies al amor de su vida.

¡Sí Sari, haré lo que quieras, se lo que estás pensando y sí, haz todos los tramites, el abogado de la mamá de Rubí se puede encargar, no habrá trampas ni nada sucio, todo será legal, tendrás independencia económica y serás libre de largarte en cualquier momento con todos tus bienes al igual que podrás disponer de ellos como tú quieras!;

¡Todo así será entre nosotras Sari, como tú digas, te lo juro aunque eso signifique que yo tenga que vivir a diario con el Jesús en la boca implorando por que no me abandones!;

Sarahi sonrió y calmadamente le dijo— ¡Levanta boba, jamás te abandonaré, tienes mi palabra!;

Enseguida Rebeca se abalanzó sobre Sarahi para fundirse ambas en un profundo beso, ambas pretendían devorarse con los labios, de los besos pasaron a las caricias desenfrenadas, Rebeca tumbó a Sarahi en la cama, la desvistió, se desvistieron tan rápido como su excitación se los permitió; de nueva cuenta dio inicio otra serie de abrazos, besos y caricias mientras jugaban a rodar sobre la mas que amplia y reconfortable cama.

Se palparon, se acariciaron los pechos, Rebeca actuaba como si fuera la última ocasión en que ejecutaría el acto de amor con Sarahi; buscó su preciado sexo y se dispuso hasta lograr llevarla a un verdadero poderoso orgasmo.

Lamió con frenesí, con entrega, con devoción; en ese momento el sexo de Sarahi para Rebeca era un altar, el altar de su Diosa Sarahi quien amablemente cooperó masturbando a Rebeca con la ayuda de sus delicados dedos que le introdujo en su vagina haciéndola gozar al igual que ella.

Sarahi se concentró no solo en sus genitales sino también en los senos y hasta en el ombligo de la huerita Padilla; le acarició el clítoris primero por un lado, después por otro, variando el ritmo y la presión, cuidando de que esas presiones sean pequeñas con lo cual logró que la estimulación no se reduzca en ningún momento. Al final ambas quedaron tendidas sobre la cama; los rostros de ambas reflejaban las mismas sensaciones de placer, gozo, lujuria, pasión y amor.

Rebeca se relamía aún los labios gustosa de los fluidos de Sarahi, los cuales la huerita aceptó como si de un preciado manjar se tratase y para ella así había sido.

Sarahi con el cabello revuelto, satisfecha, prendió un cigarrillo y rodeó con el otro brazo abrazando por el hombro a Rebeca quien se había aconchonado a ella feliz como nunca en su vida. Por unos instantes todo fue silencio en la habitación e intercambio de sonrisas, pero transcurridos dichos instantes, de nueva cuenta Rebeca volvió a la carga contraatacando ésta vez de una manera un tanto mas astuta y estudiada.

¿Me quieres Sari?— preguntó de repente— ¿Me amas tanto como yo a ti?;

¡Sí!— le respondió Sarahi de inmediato.

¡Mmmmmmm!— se expresó Rebeca coquetamente, acomodándose de lado y mirando a Sarahi le plantó un tierno beso en la boca; entonces prosiguió— ¿Y de verdad que no sientes nada por ese tal por cual?, me refiero a que si en verdad no lo amas siquiera tantito.

Sarahi sonrió alegremente y con seguridad le contestó— ¡En verdad Rebe!, puedes dormir tranquila que Nemesio no representa un solo problema entre nosotras, vamos, no te llega ni a los pies.

¡Bien!— expresó Rebeca tronándose los dedos— ¡Entonces cástralo!— añadió al final, así, como si le hubiese pedido que lo rapara.

La expresión de Sarahi fue la que se esperaba; de asombro y sorpresa más que nada.

¿Queeeeeeeeee?— expresó al fin Sarahi.

Lo que oíste; si en verdad dices que es un cero a la izquierda pues no veo problema alguno para que no puedas complacerme dándome el gusto de castrarlo, no vas a matarlo por castrarlo pero sí nos demostrarás a ambos que lugar ocupamos en tu corazón; es mas, económicamente yo también puedo apoyarlo, pero cástralo— reafirmó Rebeca.

Sarahi no se lo pensó mucho y le contestó sin titubear— ¡No no y no; no lo amo pero tampoco voy a castrarlo, no quiero y punto!;

¡ENTONCES NO ME AMAS, MENTÍAS, SOLO JUEGAS CONMIGO!— explotó de nuevo Rebeca en llanto.

Sarahi tan solo se sonrió y le apartó las manos al querer cubrirse ésta el rostro con ellas. Sarahi fue ahora quien le plantó un beso en los labios y le dijo dulcemente— ¡Ay Rebe estás bien loca de celos, eso está bien, pero ya me oíste y ya hablamos así que no me salgas con éste nuevo teatro, no voy a castrar a Mantegroso y punto!;

Rebeca calmó su llanto y abrazándose a Sarahi añadió como último intento para dar fin a la discusión— ¡Promete que al menos lo pensarás, que lo discutirás interiormente, hazlo por el amor que dices tenerme si es que……!

¡BUEEEEEEENO COÑO LO PENSARÉ!— la cortó Sarahi para fundirse nuevamente en besos y caricias y otra nueva ola de gemidos y orgasmos.


Continuará…………………………………..

martes, 1 de febrero de 2011

CAMBIANDO EL DESTINO 19

DEFINIENDO SU RELACIÓN, REBECA Y SARAHI.

Nada mas llegar a la propiedad de Rubí, luego luego mandaron a Nemesio a asearse proporcionándole una muda de ropa que Sari le compró en la plaza, sabiendo de antemano que lo ayudaría y que él aceptaría sus condiciones. Nemesio se lavaba a fondo en cuanto pegó un brinco al oír y ver abrirse la puerta; Rubí entró sin previo aviso y descaradamente lo inspeccionaba de pies a cabeza.

¡Órale pero que guapo, pero si feo no eres jajaja, lo que pasa es que estabas sucio, mmmm, Mantegroso!— se quedó meditando Rubí, permaneciendo en silencio por unos instantes mientras no dejaba de mirar morbosamente al joven— ¡Maldita Sarahi, vamos nene no te apenes!— le dijo finalmente Rubí riendo al ver que el chico se cubría su enorme miembro.

Sarahi ya te aclaró cómo es esto, ¿no?; Nemesio asintió con la cabeza.

Entonces sabrás que cuando se nos da la gana que suele ser casi siempre, todos nuestros sirvientes van desnuditos; ¡Así que sin penas y arrodíllate cuando estés frente a mí!;

Nemesio se arrodilló, estaba muy nervioso ante la imponente presencia de Rubí y su polla no tardó en responderle. Rubí se sonrió altiva y acercándose le acomodó un collar al cuello. Nemesio en un principio se resistió preguntando de qué se trataba al ver que no era un collar común, pero al hablar se llevó una bofetada.

Rubí le habló calmadamente a pesar del bofetón que le había propinado.

¡Sin preguntas Mantegroso, mmmmm, veo que sí habrá que educarte!; ¡No hables si no te lo autorizo pero por ser tu primera vez te lo diré, mas bien te aconsejo que tengas cuidado por que yo no perdono una sola falla!, aunque aquí entre nos— le habló sonriente, acercándose y susurrándole al oído— ¡Me caíste bien maldito, si me obedeces sin rechistar nos llevaremos bien, ya verás!— hizo una ligera pausa mientras lo contemplaba a placer para al final comentar burlona, con toda la intención de divertirse a causa del sufrimiento de aquél joven— ¡Oh y ese collar produce descargas, te muestro!— concluyó hablándole en un tono que simulaba lástima cuando en realidad la señorita Panty se estaba divirtiendo de lo lindo y el dolor que provocaba al joven no le producía otra cosa que placer y risa.

¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!;

Mantegroso quedó en el piso retorciéndose de dolor; la malvada Rubí le obsequió una terrible descarga y se reía descaradamente contemplándolo a sus pies.

¡Eso por no educar a tu polla, te advertí que no perdono fallas, pero ánimo coño, me caes bien y mira que es extraño por que no dejas de ser un pobre diablo, bien, oh no trates de quitártelo por que se activa su seguro o sea, te estrangularás, ah y éste imbécil es Julio!— comentó finalmente señalando al joven que se encontraba justo detrás de ella y que entre sus dientes le sostenía sus sandalias.

¡Bueno, mas les vale llevarse bien!; ¿Viste su polla Julio?; ¡Es el doble de grande que la tuya jajajajajajajajajajajaja, chúpasela a ver si te pasa un poco de su tamaño jajajajajajajajajaja!— humilló Rubí a Julio que se miró con Nemesio y ambos se saludaron con la mirada, admitiendo que tan solo eran instrumentos de diversión y placer para las señoritas.

En ellos no había ni tenían derecho de indignarse ni discutir; tan solo debían emplearse a fondo por servir a sus amas para llevar la vida en paz y aún así corrían el riesgo de ser objeto de las señoritas para descargar en ellos su estrés o malhumor y castigarlos y hacerlos sufrir sin motivo alguno.

Nemesio se dedicó en cuerpo y alma a servir a Sarahi y a acoplarse a su nuevo y complicado estilo de vida, implicando en ello complacer a Rubí que al parecer se había encaprichado con él, olvidándose de Julio y aunque Nemesio no pudo ni podría adaptarse al 100 %; en especial al presenciar lo aberrante e insultante que lucía Norma con un solo ojo, producto y reflejo de la crueldad de Sarahi; el chico casi vomita pero aún así, se hizo de tripas corazón y se armó en verdad con cuanto pudo para ignorarla.

Norma también lo comprendió; ahora ambos pertenecían a Sarahi aunque en distintas situaciones. Nemesio tomaba fuerzas y ánimo al ver que Sarahi se encargaba por medio de terceras personas del cuidado de su madre.

A pesar de todo, Nemesio pronto probó el látigo y los bofetones de Sarahi por meras tonterías, mas bien por capricho y malicia de Sarahi, mostrándole que aunque lo estimaba y por ello lo había ayudado, no dejaba de verlo y por lo mismo tratarlo como lo que era, su sirviente, su esclavo y Sarahi se lo recordaba a diario llevándolo por la cadena como su perro, ordenándole permanecer ante su presencia siempre de rodillas, mirada al piso, besarle los pies al presentarse y despedirse de ella; en fin. Aunque el joven no podía negar que Sarahi seguía mostrándole de vez en cuando su lado tierno y gracioso.

Con Rubí también Nemesio no podía quejarse; la arrogante Rubí parecía otra al menos de momento, se volvía pura sonrisa con el chico. El problema para Nemesio y para Sarahi lo representó Rebeca al enterarse de todo lo acontecido, la chica llegó echa una auténtica furia y si no se le fue encima a Sarahi fue por que ésta de nueva cuenta supo retenerla.

¡No lo quiero junto a ti Sarahi, te exijo una explicación!; ¿Qué eres, derechos humanos o que demonios?;

¡No tengo que explicarte nada!— contestó con seguridad Sarahi— Bien sabes mi relación con Nemesio; ¡No lo amo y si así fuera, qué!;

¡Vaya!— exclamó Rebeca— ¿Se te olvida que días antes suplicabas por mi ayuda, por tu independencia económica?; ¡Pues adelante Sari, síguele que vas muy bien!;

¡Vete al diablo Padilla, no me intimidas y cree y piensa lo que quieras pero Nemesio se queda conmigo y punto!;

Sarahi se marchaba a su cuarto. Rebeca la jaló por su cabello y le soltó una bofetada con todas sus fuerzas. Sarahi se safó como pudo, toleró el impacto del golpe y sin pensarlo le propinó un puñetazo en el estómago a la Padilla que la hizo aullar de dolor y luego le soltó no una, dos humillantes bofetadas aclarándole de una vez por todas la complicada relación que se había generado entre ellas.

¡LO NUESTRO SE ACABÓ REBECA!; es lógico que no me ayudarás y por última vez te aclaro que no estoy dispuesta a ceder en nada contigo, te estás encerrando tú sola, Nemesio no tiene que ver nada en esto pero a la vez lo estimo, solo que tú y tus estúpidos celos no lo quieren entender; ¡Te quiero a ti!, pero ya te he dicho mis condiciones y como veo el plan en el que estás pues no hay mas; ¡LO NUESTRO SE ACABÓ!;

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!— clamó Rebeca— ¡TE AMO SARAHI TE AMO!;

¡Entonces cede!— le dijo fríamente Sarahi pero Rebeca se levantó tallándose aún sus mejillas y se tomó su tiempo para gritarle furiosa su respuesta a Sarahi.

¡NO MI AMOR!; ¡Cederás tú, ya lo verás, te vas a arrepentir y con tu actitud te garantizo que lo que has logrado es que le haga daño a ese desgraciado y con ello sufrirás tú!;

¡Te lo aseguro Sarahi, serás tú y solo tú quien vendrá arrastrándose ante mis pies a suplicar mi perdón y te perdonaré por que te amo pero te daré una valiosa lección!— la hermosa huerita hizo una pausa y mirando fijamente a Sarahi, continuó hablándole con resentimiento— ¡Voy a acabar con tus aires de princesa y te mantendré a mi lado cómo mi pareja pero a la vez sometida ante mí, serás mi eterno amor al igual que serás mi eterna esclava y te aseguro que habrá momentos felices pero por imbécil volverás a experimentar amargos sufrimientos, haré que de nuevo te sientas miserable y no te quedará de otra que humillarte ante mis pies hasta lograr causarme lástima, quizás entonces me conmuevas y me compadezca de ti!— dicho esto, Rebeca se marchó justo cómo había llegado, echa una auténtica furia.

Sarahi sintió temor ante la amenaza y se sentó en el mueble muy nerviosa; Nemesio se echó a sus pies y descalzándola comenzó a besarle y a lamerle las plantas de los pies.

Sarahi se soltó a llorar. Recordó gran parte de su corta vida; su miseria, su infierno en casa de Norma, cómo gozó vengándose de ella y de su madre, el tiempo de ensueño que había vivido en casa de Rubí y con Rebeca. Su mente era un caos, se encerró en sus pensamientos y no concluyó en otra cosa más que en el miedo de verse sometida ante Rebeca sin poder hacer nada y recordó a Isabel y su negro destino.

Sarahi se levantó, miró a Nemesio y le preguntó con determinación— ¿Conmigo hasta la muerte?;

El chico le respondió con un profundo beso en sus pies.

¡Bien!— pensó Sarahi en silencio— ¡Primero muerta que verme de nuevo prisionera de alguien, no me importa comenzar de cero pero libre y con gente que me adore de verdad cómo éste pobre imbécil!;

¡Espérame en mi habitación!— le ordenó Sarahi a Nemesio; éste se marchó enseguida.

Sarahi respiró profundo y se encaminó a buscar a la única persona que podía apoyarla o podía terminarla de hundir, se encaminó y en segundos tocaba a la puerta de la habitación de Rubí.

LA DECISIÓN DE RUBÍ.

¡LO SE TODO SIRVIENTITA!; ¡Con esos gritos coño quien no se va a enterar!— le habló burlonamente Rubí a Sarahi apenas entró a su cuarto y le comunicó angustiada su preocupación.

¡LARGO PERRO, YA NO ME SIRVES NI PARA BESARME LOS PIES Y ÉSTA NOCHE TE QUEDAS SIN CENAR!— gritó Rubí dándole una patada en plena cara al pobre Julio que no hacía otra cosa que esmerarse en besar y lamer los pies de su ama, pero Rubí desde que conoció a Mantegroso se había vuelto muy despiadada, mas de lo normal con Julio quien estaba pagando los platos rotos.

El joven se talló la cara y murmuró— ¡Perdóname ama!;

¡QUÉ TE LARGUES HE DICHO! Y entérate, también te haré azotar. Julio se marchó a gatas, presuroso con tal de no desencadenar aún más la ira de su ama sobre él.

¡Rebeca se ha vuelto loca!; Se está ahogando en un vaso de agua y mientras me está jodiendo a mí.

¡Es el amor Sirvientita, es el amor jajajajajajajajajaja!— comentó bromista Rubí; solo que Sari no estaba para bromas.

¡Coño no me llames Sirvientita! Y dime; ¿Me ayudarás?;

¿Cómo?— preguntó risueña Rubí.

¡Tú misma la oíste, piensa retenerme a la fuerza y hacerle daño a Nemesio!— le recordó Sarahi.

¡Está en su derecho!— contestó seria Rubí.

Sarahi intuyó que no podía confiar del todo en Rubí, pues dedujo que contaba y mucho los años de amistad que ésta tenía con Rebeca a lo que no se anduvo con rodeos.

¡Bien Rubí, me queda claro de lado de quien estás, pues a la mierda, yo me largo de aquí!;

¿A dónde?, ¿A tu gallinero?; Sería el primer lugar a revisar— se burló Rubí.

¡Carajo Rubí ayúdame, habla con Rebeca, hazla entrar en razón!— le pidió desesperadamente Sarahi.

¡NO!— fue la seca respuesta de Rubí— ¡Arréglense entre ustedes, no es mi problema aunque no veo de donde puedas evitar que Rebeca se salga con la suya, sin mi ayuda estás jodida Sirvientita!— insistió Rubí en burlarse de ella.

Sarahi la miró molesta y a la vez nerviosa y finalmente le habló con determinación— ¡Entonces no hay mas que hablar; iré por mi madre, Nemesio y nos largamos de acá!; a Norma te la regalo, ya no me sirve, tan solo me estorbaría.

¡A Norma la mataré tan pronto te largues!— contestó Rubí— Pero a todo ello— se expresó al ver avanzar a Sari hacia la puerta— Técnicamente debería detenerte, de echo, Rebeca me pidió que te vigilara y que por nada del mundo te permitiera marcharte.

¡INTÉNTALO SOLO INTÉNTALO!— gritó Sarahi retadora a Rubí y al ver que ésta no se movía de su mueble, se giró orgullosa dispuesta a marcharse y comenzar de cero, pero tan solo había dado dos pasos en cuanto le pareció oír un sonido característico de cargar un arma para su uso.

¡Bueno lo intentaré!— se expresó burlona Rubí, con esa hermosa sonrisa exclusiva de ella— ¡Un paso mas y te dejo coja Sirvientita!;

Sarahi se fue dando la vuelta muy lentamente hasta quedar de frente a Rubí y mirar miedosa, con pánico; cómo ésta efectivamente la apuntaba con un revólver y por la expresión mostrada; Sarahi supo interpretar muy bien que Rubí no estaba bromeando.

¡NO NO NO RUBÍ POR FAVOR!— se expresó sollozando Sarahi.

¡PEEEEEEEEEEEEEQUEEEEE!— gritó Rubí. En instantes Peque empujó la puerta armada con unas esposas.

¡Arrodíllate Sari!— le ordenó clara y tranquilamente Rubí al momento que elegantemente cruzaba una pierna sobre la otra y se sonreía altanera.

Sarahi intentó hacerse la fuerte; ¡Pero no pudo!, no le quedaba ante tal escena; las lágrimas hicieron acto de presencia en su bello rostro.

¡Vamos Peque espósala!— ordenó Rubí a Peque— ¡Venga, adelante, Sari no va a hacerte un solo rasguño por que sí lo hace, lo dicho, la dejo coja!— concluyó Rubí totalmente dispuesta a cumplir sus palabras sí Sarahi intentaba siquiera el mínimo movimiento de escape.

¡Vamos Sari, de rodillas!— le susurró Peque expresándole cierta pena como muestra de apoyo pero nada mas; al no reaccionar fue Peque quien haciendo presión sobre los hombros de Sarahi, se encargó de hacerla arrodillarse.

¡Sí!, una vez más, Sarahi se encontraba humillada, de rodillas; en ésta ocasión ante la hermosa Rubí. Peque rápidamente le aprisionó las manos por detrás de la espalda con las esposas, dejándola a merced de Rubí que no dejaba de sonreírle cínicamente.

Sarahi mostraba un semblante perdido, lloroso; Sarahi sentía miedo y tenía todo el derecho de sentirlo.

¡Bravo Peque!— bromeó Rubí— Ya puedes retirarte, debo aclarar tantito la mente de Sari— comentó mirando con lástima a Sarahi.

Peque tan solo sonrió levemente a Rubí y se marchó enseguida. Rubí entonces le habló con toda tranquilidad a Sarahi.

¡Acércate Sirvientita, venga, ya sabes, camina sobre tus rodillas!; Sarahi comenzó a lloriquear.

¡ACÉRCATE DIJE CARAJO!— gritó Rubí golpeando el piso con la suela de su sandalia.

Sarahi actuando precavidamente accedió con mucha pena y coraje; avanzó hasta situarse cerquísima, frente a Rubí, la miró y lo hizo con rencor. Rubí se burló de ella.

¡Uy no sabes como me encanta esa expresión, me recuerda a Isabel, a Julio, incluso a Norma!; ¿Qué será que sucede con ellos que justo al paso de unos días se vuelven mas dóciles que los perros?, ¿Qué crees que les pase Sari?;

Ésta no contestó. Rubí se descalzó un pie y lo fue levantando pausadamente hasta dejarlo justo a centímetros de la cara de Sarahi, entonces intentó acariciarle la mejilla con los dedos de su pie; Sarahi inmediatamente apartó la cara totalmente ofendida.

¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!— se carcajeó Rubí alegremente— ¡Vamos Sari, no te conviene actuar así y mucho menos conmigo, ya sabes que la paciencia no se lleva muy bien conmigo!— dicho esto, frunció la ceja y un tanto mas seria volvió a levantar el pie y le ordenó claramente, con una cínica sonrisa— ¡Bésamelo, bésame mi pie, los deditos!— le dijo moviendo graciosamente sus deditos con las uñas luciendo un tono rojo muy sensual. Sarahi rompió a llorar.

¡NOOOOOOOO RUBÍ NOOOOOOOOO POR FAVOR!— lloriqueó Sarahi.

Rubí sin esperar más, le ofreció el pie estirándolo un poquito mas, lo justo para que la pobre Sari comprendiendo que nada podía hacer, se humillara doblando el rostro y besando los deditos de Rubí.

¡Bien Sari bien!; ¿Ves qué fácil?; ¡Coño, apuesto que hasta lo extrañabas jajajajajajajajaja, ahora chúpalos, chúpame los dedos, ándale!;

De nuevo Sari rompió a llorar y Rubí no esperó mas, le introdujo los dedos de su pie en la boca a Sarahi, soltando a carcajearse como una loca y en un movimiento en verdad insultante, retiró el pie por un momento, solo para levantar enseguida ambos pies y metiéndole los dedos gordos de ambos pies, se dispuso a jugar aberrantemente haciendo muecas con la cara de Sari con la ayuda de sus dedos.

La pobre Sari era un mar de llantos y Rubí reía histéricamente sin parar, sin control. Hasta que quiso retiró sus pies de la boca de Sari, acomodó el revólver sobre la cama y se dedicó a observar risueña a Sarahi.

Ésta no se controló, se desmoronó por completo arrojándose a los pies de Rubí y quemó su última carta: ¡Tratar de ablandar el corazón de Rubí!, algo en verdad difícil.


Continuará…………………………………………..