lunes, 22 de noviembre de 2010

CAMBIANDO EL DESTINO 12

EDUCANDO A CAMELIA.

El tiempo que era lo único que no ofrecía tregua, seguía su curso y así dio inicio un nuevo día; Sarahi bostezaba y se estiraba feliz de la vida después de haber dormido como toda una princesa en un confortable cuarto ella sola. En ese momento como adivinando que precisamente se despertaba, tocaron a la puerta y ante la autorización de Sarahi expresándose con una voz asoñada entró Camelia con una bandeja que precisamente contenía su desayuno; tostadas, hot cakes, café, jugo de naranja; en fin, algo que la sola esencia de aquella bandeja al llegar a respirarlo hizo que Sarahi sonriera feliz y contenta por sentir tanta hambre aunque se dio su tiempo para desayunar.

¿Y tú quien diablos eres?— le preguntó burlona Sarahi a Camelia con ánimo de ofenderla y con una voz de flojera absoluta.

¡Yo soy la asistente personal de mi señorita Rubí!;

¡Jajajajajajaja!— la carcajada que se soltó Sarahi no pudo ser mas ofensiva— ¿la asistente personal?; querrás decir una vulgar sirvienta, ¡la vulgar sirvienta de Rubí! Y además eso ya lo se, ¡estúpida!, me refiero a tu puto nombre.

Camelia se puso roja de indignación, ella bien sabía el origen de Sarahi a lo que se sintió terriblemente humillada en su orgullo, ¡que sí tenía!, al ser tratada con tanto desdén por parte de esa mocosa, aún así se contuvo y se limitó a responder.

¡Camelia, mi nombre es Camelia!;

¡Ohhhh claro!— prosiguió Sarahi con sarcasmo— ¡Camelia!; lindo nombre para una vulgar sirvienta, bien Camelia, la sirvienta, ¿no es así?;

¡Así es señorita, sirvienta al igual que lo fue o lo sigue siendo usted y su madre!— fue la respuesta tajante de Camelia que ésta vez explotó dejando a Sarahi con la boca abierta por unos segundos, nunca se esperó esa respuesta a lo que en cuanto pudo articular palabra, totalmente ofendida se fue sobre Camelia quien intentó protegerse pero el llevar la bandeja en sus manos se lo impidió, aparte de que creyó que una niña como Sarahi tan solo le daría un empujón o a lo mucho una cachetada, ¡oh sorpresa!; Sarahi le conectó un espectacular puñetazo en plena cara, rompiéndole la nariz y haciéndola caer de nalgas al piso con la bandeja y su contenido sobre ella.

¡Escúchame bien maldita negra!— le gritó Sarahi con un absoluto desprecio; cabe destacar que Camelia en realidad no era negra, era morenita, pero ante la blanca piel como la leche de Sarahi pues era mas fácil llamarla negra con tal de ofenderla que morenita— ¡te juro que te haré tragar cada una de tus palabras, no tienes idea de lo que acabas de provocar en mí pues soy como Rubí, por lo tanto, tú me debes obediencia y respeto!— le aclaró una ofendida y furiosa Sarahi.

¡No niña!— le dijo Camelia levantándose amenazadora con soltarle un bofetón a Sarahi que al ver que la señora aún tenía resistencia optó correctamente en hacerse para atrás— ¡yo no tengo por que obedecerte!— prosiguió Camelia— eres tan solo una pobretona igual o mas que yo.

¡Caaaaaaaaaaaallate!— gritó histérica Sarahi— ¡te vas a enterar maldita negra quien soy, ya verás en cuanto le diga a mi amiga Rubí!;

¡No es necesario, yo misma le diré!— expresó Camelia con una sonrisa burlesca, muy segura de sí misma— ¿te olvidas que soy la empleada de confianza de la señorita?; yo la vi nacer y no solo de ella, también soy muy bien recomendada por la señora Gloria; en cuanto a ti, ya veremos en cuanto Rubí se harte de ti, a lo mejor y me toca verte encerrada en el mismo cuartucho en el que está la otra pobre desgraciada; oh y por favor— le dijo Camelia antes de disponerse a salir de la habitación— no digas que eres como mi señorita Rubí, ¡ella sí tiene clase!; sí te mueres de hambre puedes desayunar abajo, no creas que iré por otra bandeja para traértela corriendo y no, no eres como ella— se despidió Camelia con una enorme sonrisa de satisfacción.

¡SOY COMO ELLA!— gritó Sarahi rompiendo a llorar; pues sí había algo que la destrozara moralmente, era el ser rechazada como alguien de renombre en la sociedad, le dolía ser discriminada por su condición social, pero claro, a ella no le importaba ofender ni denigrar a todo aquel con quien pudiera hacerlo.

¡Soy como ella!— clamó en voz baja llorando tumbada sobre la cama— ¡soy bella, hermosa, joven, inteligente y audaz, solo necesito el poder y el dinero y juro que pronto me armaré de ellos!;

Sarahi se la pasó lloriqueando por un momento pero pronto reaccionó y se sintió un tanto afectada por las palabras de Camelia.

¡Dios!; ¿y si Rubí se pone de su lado?, ¿no me puede esclavizar?, ¡pero sí joder!, ¡mierda!— pensó Sarahi para después rectificarse— ¡no, yo le salvé el culo y ésta negra es solo eso, una puta sirvienta!; bueno, nadie muere en la víspera— y diciendo esto, la bella Sarahi se dispuso a quitarse la pijama que Rubí le dio para dormir y al haberse ido con ella sin pensarlo pues no tenía ahí mas ropa que su uniforme a lo que poniéndoselo de nuevo, se dejó el cabello suelto, se miró al espejo y se gustó a sí misma posando tan sexi como solía jugar cuando estaba a solas— ¡siiiii Sari eres única, que el mundo se postre a tus pies jijijiji!— se animaba en verdad creyéndose sus palabras y como no le apeteció ponerse sus zapatos escolares optó por presentarse descalza al comedor, al llegar ahí se percató que Rubí y Peque ya se encontraban devorando su desayuno.

¡Eyyyyyyyyyyy!— se quejó Sarahi a Rubí— ¿Por qué no me esperaron?;

Rubí tan solo le subió los hombros y continuó tragando.

¿Y el mío?— preguntó Sarahi exigiendo ser servida al ver que Camelia la miraba retadora.
¡Palabras mágicas!— le exigió Rubí.

¡No estoy de humor idiota!— le contestó grosera Sari haciendo que Camelia cambiara de color, nunca había oído a alguien hablarle así a su señorita Rubí, ni siquiera a Rebeca, ni mucho menos en sus buenos tiempos al joven Julio. Para mayor sorpresa de Camelia, Rubí ni se inmutó.

¡Si no hay palabras mágicas no hay desayuno!— jugaba Rubí con Sarahi y mas al imitarla con los clásicos ademanes— ¡quiero quiero quiero, jajajajajajaja!— se rió Rubí de su propio chiste y haciendo unas muecas en verdad graciosas.

Sarahi de mala gana la complació expresándose algo incómoda por la presencia de Camelia— ¡quiero quiero quiero!— dijo al final Sarahi sin reírse.

¡Jeje no está mal, Camelia, su desayuno de Sari!— ordenó riendo Rubí.

Apenas Camelia se retiró por un instante; Sarahi abordó el tema— Rubí, tengo que hablar contigo sobre tu sirvienta.

¡Ni te apures Sari, ya lo se, ella me dijo y mira, que pena contigo pero Camelia es la favorita de mamá y mía!— añadió Rubí haciéndole entender a Sarahi con su expresión que no iba a permitirle malos tratos a Camelia.

Sarahi se quedó quieta, sin hablar, incómoda, se sintió ridícula en solo pensar en que Rubí prefería a su sirvienta por encima de ella y lo que mas la ofendió fue la sonrisa cínica de Camelia al dejarle el desayuno y haber escuchado lo mas relevante de las palabras de Rubí. Sarahi se dispuso a comer en silencio hasta que Rubí tomó de nuevo la palabra.

¡Venga, no me gustan esas caras largas, a ver Sari, vamos a arreglar esto ahora mismo!; Sarahi la miró sin entender.

¡Sí, venga!— dijo Rubí riendo— ¡esto se arregla con una disculpa!, ¿Qué dices Sarahi?;

¿Queeeeeeee?— gritó Sarahi dando un brinco y poniéndose de pie— ¡nooooooooo eso nooooooooooo!— gritó angustiada y horrorizada— ¡no Rubí, yo no me humillo ante una puta sirvienta!— expresó Sarahi con odio, conteniendo sus lágrimas al ver que la maldita de Camelia estaba disfrutando como nunca en su vida— ¡yo no le voy a pedir perdón a tu sirvienta!;

¡Jajajajaja!— se rió con ganas Rubí— no querida, claro que no, ¡serás imbécil Sarahi!; yo dije que una disculpa lo arregla todo y te pregunté que te parecía, pero jamás aclaré quien se disculparía, ¿verdad?;

Sarahi tan solo la quedó mirando de nuevo sin entender. Rubí volteó a ver a Camelia con malicia; ésta ya no sonreía mucho, algo presentía y Rubí la despejó de toda duda.

¡Camelia, pídele perdón a Sarahi por ser una insolente y antes de que quieras alegar a tu favor, lo cual te prohíbo, sí, yo dije que eras la favorita pero de las sirvientas y Sarahi es mi huésped de honor y tú una sirvienta o sea que te jodes Camelia!— Rubí no dejaba de reír cínicamente al ver lo angustiada que ahora se encontraba su sirvienta favorita y así sonriente se dirigió a Sarahi— ¡venga Sari, toma asiento, esto va a ser divertido, te voy a demostrar mi hospitalidad!;

¡Muy divertido!— exclamó Sarahi mirando desafiante a Camelia mientras tomaba asiento.

¡Señorita!— suplicó Camelia. Rubí se burló de ella.

¡Camelia, Camelia; ya sabes que no me gusta repetir las cosas y también sabes que siempre me ha importado una mierda lo que piensen y sientan las sirvientas como tú, así que esmérate en complacerme y mas que nada, en complacer a Sari!; ¿quieres?;

La señora respiró profundamente, quizás sí la señora Gloria hubiese estado presente otro gallo le cantaría, quizás, pero la señora Gloria no estaba ahí a lo que armándose de valor y haciendo a un lado su disque orgullo de sirvienta preguntó sabiendo de antemano que obedecería fielmente a su señorita— ¿Qué quiere que haga exactamente señorita Rubí?;

Ésta sonrió en complicidad con Sarahi y sin prisa alguna le respondió— ¡quiero que gatees hasta llegar junto a Sarahi, le beses los pies y le pidas perdón por tu insolencia, ya ella decidirá que medidas tomar contigo, venga!;

Camelia no perdió tiempo ni quiso demorar su humillación, se arrodilló penosamente a su edad, gateó hasta llegar a los pies de Sarahi que los movía graciosamente; Camelia los contempló por unos segundos mirando las uñas pintadas en color rosa mientras pensaba lo poco o nada que le importaba a su señorita, los años de servicio y de vida que ella le había ofrecido ciegamente, miró a Sarahi; ésta le sonreía enormemente.

¡Perdóneme señorita Sarahi!— dijo muy humillada Camelia y en ese momento, con asco postró la cara al piso y le besó los pies a Sarahi que se sintió en la gloria y miró a Rubí que le correspondió su sonrisa y la animó.

¡Tú decides Sari hasta cuando perdonarla!— hizo una pausa y añadió sin dejar de sonreírle— ¡sorpréndeme!;

Sarahi enseguida contempló como una sumisa Camelia continuaba cubriendo de besos sus pies hasta que no se le indicara lo contrario.

¿Quieres ganarte mi perdón Perra Negra?; jajajajajajajaja; sí, ¡así te llamaré!, no serás mas Camelia, para mí serás la Perra Negra; ¡responde Perra Negra!— la insultó Sarahi pateándola en la cara.

¡Sí señorita Sarahi perdóneme por favor no volverá a ocurrir!;

¡Mmmmmm!— se hizo Sarahi la interesante— bueno, veamos, ¡lame las plantas de mis pies!, están sucias por andar ya un rato descalza, venga, lámemelas y cómete todo lo sucio que encuentres en ellas, te vendrá bien para irte convenciendo que, ¡las sirvientas, la gente como tú siempre viven a los pies de la gente como yo!, a quien debes respetar por igual que a tu patrona, que digo patrona, ¡a tu dueña Rubí!;

Camelia no soportó mas aquel indigno trato y sollozando se humilló maldiciéndose por subestimar a aquella malvada muchacha y sintiendo mucha pena, le lamió los pies hasta dejárselos limpiecitos teniéndose que tragar todo lo sucio de las plantas de los pies de Sarahi que cómodamente apoyaba los pies en el piso por sus talones.

¡Entre los dedos Perra Negra, lámeme entre los dedos!; la pobre Camelia obedeció. Sarahi ignorándola le preguntó a Rubí— ¿cómo sueles castigar a Julio o a ésta?;

Rubí sonriendo se levantó la blusa y le mostró su cinturón aunque enseguida le complementó su respuesta hablando con la boca llena— por ahí hay un látigo.

¡Mmmmm un látigo!— exclamó excitada Sarahi— ¡eso es!, quiero azotar a ésta perra para irme familiarizando; ¡aparta puta asquerosa!— le gritó con desprecio a Camelia pateándola sin consideración, justo en la nariz, la cual le había echo sangrar apenas hacía un rato.

¡Mmmmmm buena elección!— festejó Rubí satisfecha ante el desenvolvimiento de la que ya consideraba su discípula. Enseguida se tronó los dedos y al instante una muchacha, un tanto mayor que ella, de condición fuerte, se acercó respetuosamente, incluso sin mirarla a la cara.

¡Ata a Camelia de los brazos en algún árbol, desnúdala y deja ahí mismo, o mejor, déjale entre sus dientes el látigo para que Sarahi disponga de ella cuando así lo desee!— le ordenó Rubí sin voltearla a ver. La muchacha se acercó hacia Camelia y ésta sin oponerse la siguió.

¡Solo átala, yo misma la desnudaré a latigazos!— le aclaró Sarahi a la muchacha, sirvienta igual de la propiedad de la excéntrica doña Gloria; la sirvienta tan solo asintió con la cabeza.

¡Bien Sari, yo y Peque saldremos!— le comentó Rubí a Sarahi— de paso arreglaremos detalles en el Instituto, pues no pensamos ir por un buen tiempo mientras tengamos con quienes divertirnos, ya nos encargaremos de todo detalle, ¡oh y consiéntete mejor que en tu casa!, mira, con toda confianza, toma lo que quieras en mi cuarto de ropa y zapatos.

¡Claro!— respondió no muy convencida Sarahi al vestirse con ropa usada, cara pero usada. Rubí bromeó con ella.

¡Yaaaaaa sirvientita, te prometo que iremos de compras para surtirte y yo invito como otra muestra de mi hospitalidad!, pero, por lo pronto, no creo que prefieras andar descalza y con el puto uniforme.

¡Gracias Rubí!— respondió una sincera Sarahi. Rubí le guiñó un ojo y se retiró con Peque.

VISITANDO A NORMA.

En un parpadeo Sarahi se vistió y la verdad lucía divina con una falda cortísima azul de Rubí que le quedó a la perfección, blusa blanca sin mangas y se decidió por unas imponentes altas botas negras que le llegaban hasta las rodillas, entonces sonrió perversa y sin demorarse mas se dirigió a visitar a su esclava Norma; ya después se encargaría de Camelia, ¡cuanta diversión para la bella Sarahi!;

En tan solo unos instantes, Sarahi entraba a aquél cuartucho en el que tenían a Norma desnuda y encadenada de pies y manos con una cadena al cuello enganchada a un extremo de la pared. Sarahi entró a paso firme y veloz, retadora, en verdad con una expresión y mirada penetrante por qué precisamente Sarahi pensó encontrarse con una Norma enfurecida, indignada; pensó encontrarse con una Norma dispuesta a darle pelea, dispuesta a luchar y a rebelarse en contra de ella; ¡no fue así!;

Sarahi sonrió levemente y poco a poco aumentó su sonrisa de placer al leer claramente la expresión de derrota en el rostro de Norma; se veía rota, la muchacha simplemente se veía rota, aniquilada, muerta de nervios y miedo; el tenerla desde el momento en que la encerraron en el baño de la escuela a base tan solo de líquidos contó y mucho para que ahora mostrase esa expresión, lo poco o mucho que logró contemplar en la casa de Rebeca Padilla sirvió para que se haga una idea de lo que eran capaces de hacer aquellas crueles chicas y que no eran chiquilladas ni travesuras de cualquier adolescente de su edad.

¡No señor!; Rubí y Rebeca jugaban cruelmente con la vulnerabilidad y los sentimientos de las personas que por una u otra razón caían en su poder, jugaban llevando su juego hasta el extremo de esclavizar a seres humanos, a aniquilar sus voluntades a base de emplearse a fondo en hacerlas padecer las mas degradantes y humillantes situaciones que uno pudiera imaginarse, comportándose en la mayoría de las ocasiones crueles, asquerosas, sin un solo indicio de piedad, considerando a aquellos infelices como seres en verdad inferiores muy por debajo de hasta algún animal.

Rubí y Rebeca a su edad no cometían precisamente travesuras y por ello Peque en muchas ocasiones terminaba histérica y rezando al comprobar el grado de maldad al que llegaban sus compañeras, protegiendo Peque siempre a Rubí y encerrándose con su idea de que Rebeca era la malvada y Rubí no; ¡pobre Peque!, ¡Cuánto adoraba a su querida Rubí!, al grado de no aceptar que Rubí era el motor de todo y que la hermosa pero horrible en muchas ocasiones en su comportamiento señorita Panty, no tenía piedad, ni siquiera con ella, pero bastaba un ligero gesto, una miserable caricia mas a modo de pena que de otra cosa por parte de Rubí para tener a Peque comiendo de su mano aunque los verdaderos sentimientos de Rubí hacia Peque solo ella los sabía.

Norma había sufrido y estaba sufriendo hambre, mención aparte de que no toleraba el mínimo dolor físico, por ello le había temido lo poco de su corta vida a Sarahi a lo que teniendo todo el tiempo que había pasado ya ligeramente esclavizada pensó y asimiló en el daño que Sarahi podía llegar a hacerle al darse cuenta que Sarahi pintaba y demostraba ser como Rubí y Rebeca y si no había dado ese salto era por que carecía del poder, poder que ahora acariciaba al estar del lado de sus nuevas amistades.

Para Norma no había mas, estaba decidida a comportarse como una verdadera perra amaestrada con tal de evitarse dolor y sufrimiento aunque en su interior rezaba por que alguien llegara a su rescate; su mamá, su fiel Dolores, incluso Mantegroso, ¿Por qué no?, no la quería, eso era cierto, pero tampoco permitiría verla en esa situación, de eso estaba segura, soñaba con esa posibilidad pues aún quedaba algo, una pizca de orgullo y dignidad en ella; orgullo y dignidad que Sarahi se veía dispuesta a romper por completo. Norma temblaba de nervios y hasta producto del hambre que sentía, miró a Sarahi más bien con una expresión de incertidumbre, por que así se sentía, en ascuas, no sabía ya a esas alturas que tanto le podía suceder.

¡Hola Normis!— habló Sarahi con esa voz dulce, melosa y burlona que la caracterizaba.

¡Por fin rompió el silencio Sarahi!, después de que permaneció unos instantes de estar cruzada de brazos tan solo sonriente, ahora se paseaba de lado a lado observando a su presa, a la que tanto había ansiado y soñado por verla así ante ella, después de todo lo que le había echo pasar en su casa; ¡se le había echo realidad!, sus mas bellos sueños poco a poco iban encajando, para muestras un botón, Norma, estaba ya a su merced, de domarla se encargaría ella.

¿No dices nada?— continuó Sarahi disfrutando su momento, el primero de muchos en atormentar a Norma sabiendo y sintiéndose la dueña absoluta de la situación— ¿o es que acaso no puedes hablar a causa del hambre atroz que debes sentir?— se burló aún mas de ella.

Norma comenzó a lloriquear y a suplicar, era consciente de la situación y aunque deseaba no ser tan pesimista, bien sabía que no había de donde, no le quedaba pensar con optimismo a lo que actuando sensatamente comenzó por darle por su lado a Sarahi adulándola, rebajándose ante ella.

¡Sari Sari!— exclamó angustiada— ¿Qué me vas a hacer, que van a hacer conmigo?;

¡Uy!— le respondió risueña Sarahi— ¡ya lo verás Normis mmmm!, para qué te la hago de emoción, ¡te voy a destrozar física y moralmente!— la amenazó aumentando el tono de su voz.

¡Te voy a convertir en un verdadero guiñapo, en mi títere, el cual romperé justo cuando se me pegue la gana!— continuaba Sarahi atormentando a Norma y disfrutando cada una de sus palabras— ¿por qué sabes?; Rubí ya no se interesa por ti o sea que, ¡yo soy tu dueña absoluta!;

¡Por Dios Sarahi reacciona!— exclamó Norma horrorizada— ¿cómo puedes hablar así?, no soy un objeto, ¡SOY UN SER HUMANO!, ¡no puedes ser mi dueña!;

¡Ohhhhhhh, eras un ser humano!, a todo caso, ahora eres menos que un objeto y te garantizo que envidiarás a los perros por que yo haré que te sientas menos que una vulgar perra, te haré pagar una a una todas las humillaciones que me hiciste sufrir en tu casa junto a mi madre, ¡te lo advertí!, no debiste propasarte conmigo, ¡claro!, en aquel entonces te reíste de Sarahi la pobretona, la infeliz, la miserable; ¿pero que tal?, los sueños se cumplen, los milagros se dan, aunque no para todos, ¡solo para las niñas lindas como yo!— bromeó Sarahi, mas bien con la intención de esconder y evitar las lágrimas que la quisieron traicionar al recordar todo lo que sufrió en manos de Norma y en especial le dolió recordar que su madre, su propia madre no solo no la había apoyado, sino que increíblemente obedeció sumisamente cada mandato de Norma.

¡Maldita sensible!— reflexionó en silencio Sarahi con cierto desprecio hacia su madre.

¿Me harás pagar?— se defendió Norma interrumpiendo las profundas reflexiones de Sarahi— ¿no te parece suficiente todo lo que tú y esas arpías me han hecho padecer en el baño?; ¡no me han tenido consideración alguna!, no Sarahi, no solo estamos a mano sino que te haz cobrado con creces sobre mí.

¡Pero mira, te lo ruego Sarahi!— continuaba Norma su defensa como si fuese el momento justo de jugar su última carta— ¿me oyes bien?, ¡TE LO RUEGO, TE LO IMPLORO!; ahora estamos solas tú y yo y no me estás sometiendo con golpes ni nada, ¡créeme que no es necesario!, ¡te juro que me muero de hambre y es horrible como no te imaginas!;

¡Ja!— se burló Sarahi— ¡cómo si no supiera qué se siente que te chillen las tripas!— pensaba en silencio mientras sonreía y escuchaba atentamente a Norma.

¡Te lo suplico Sarahi!— continuó Norma— ¡déjame ir por piedad déjame ir!, te juro que no tomaré una sola represalia contigo, por lo contrario te estaré agradecida, ¡haré lo que tú quieras!, me iré lejos de tu vida, desapareceré por completo, no volverás a saber de mí ni de mi madre.

¡Tú madre, la perra de tú madre!— meditó Sarahi al igual en silencio.

¿Qué te cuesta?; ya te haz vengado como se te ha antojado y aunque yo quiera demandarte o algo por el estilo, poco podré hacer al lado del poder que tienen quienes crees tus amigas, ¡vamos Sari!, dentro de ti sabes bien como son ellas y sabes bien que en cuanto ya no les sirvas te pueden dar una patada por el culo traicionándote.

¡No Sari!, ni con todo el odio que te tuve, ¡por que te lo tuve!, pero te juro que ahora lo que te tengo es temor y respeto, pero ni con todo el odio te juro que hubiese llegado a hacerte tanto daño como el que hacen Rubí y su amiga a aquellas personas que mantienen esclavizadas, ¡ESCLAVIZADAS!— confirmó Norma su temor— venga, ni tú ni yo somos como ellas por que venimos desde abajo y tenemos sentimientos, en cambio ellas no sienten tantita pena hacia seres como nosotras, te pueden hacer daño, mucho daño Sari, mira vámonos, vámonos de aquí y…….

¡Ay ya cállate qué patética te ves!— la cortó Sarahi— y haces bien en temerme y respetarme, pero no es suficiente, ¡yo me encargaré de que tiembles con tan solo oír mis pasos acercándome a ti, te haré que en verdad te cagues de miedo con tan solo oír mi nombre! Y no estamos a mano, nunca estaremos a mano, por que nunca me voy a hartar de verte sufrir y llorar humillada ante mis pies y no te preocupes por lo que pueda pasarme aunque no te creo una sola de tus palabras, aún así, quédate tranquila que yo y mi hermoso trasero— complementó sus palabras dándose una ligera palmadita graciosa en su trasero— ¡sabemos cuidarnos muy bien!, pues ya ves como me las ingenié hasta lograr tenerte sometida ante mí.

¡No Sari, no entiendes, mira, ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!;

Sarahi la tironeó por su cabello y violentamente le estaba moviendo la cabeza de lado a lado haciéndole daño, incluso quedándose entre sus manos un mechón de cabello de Norma al jalarla con todas sus fuerzas.

¡Dije que te calles yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!;

¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Sarahi ya me callo, ya, pero no me hagas daño, por piedad, no me lastimes, no me golpees por lo que mas quieras!;

¡Jajajajajajajajajajajaja!— se carcajeó en verdad cruel la bella Sarahi— ¡ay pero que miserable eres Norma!; ¿tanto miedo me tienes puta?; ¡sí!— se respondió a sí misma Sarahi— ¡puedo ver en tu rostro el temor reflejado, el miedo al dolor jajajajajajajajajaja!;

¡Haré lo que quieras Sarahi lo que quieras pero ahhhhhhhh!— se quejó penosamente Norma. Sarahi le cruzó la cara con un bofetón.

¡Por supuesto que lo harás estúpida, claro que harás lo que yo quiera!— le dijo muy excitada Sarahi.

¡Ya no me pegues Sari, no me pegues!; Norma lloraba a moco tendido.

¿Qué no te pegue?; ¡pero si disfruto golpeándote!; Plaffffffff, Plaffffffffffff; dos nuevas bofetadas se impactaron en el bello rostro de Norma que comenzaba poco a poco a hincharse considerablemente.

Sarahi golpeaba y golpeaba fuerte, lo hacía con maldad, con crueldad y con placer al tratarse de castigar a Norma que intentó continuar con sus ruegos pero los golpes le ahogaron hasta sus gritos; una tercera bofetada llegó, aún mas fuerte y humillante que las anteriores, entonces Sarahi cruzada de brazos, luciendo divinamente sádica, perversa; le ordenó con una sonrisa en sus labios— ¡bésame los pies puta, mil veces puta, vamos Norma, humíllate a mis pies, quiero ver pasar tu lengua sobre mis botas, te quiero ver lamer mis botas hasta que te quedes sin saliva, venga y de momento no te llevarás mas golpes!;

La respuesta de Norma fue inmediata, en segundos se encontraba humillada, lamiendo, besando desesperadamente las botas de Sarahi haciéndose sorda a las carcajadas de ésta.

¡Jajajajajaja, sí, así, ya le iremos dando buen uso a esa lengua, así Norma, así, lámelas como si en ello se te fuera la vida!— después de unos instantes que a Norma le parecieron eternos Sarahi por fin se dio por satisfecha— mmmmmm bien, ya está bien, ya irás mejorando con el paso de los días— le dijo apartándola de una patada no tan fuerte. Sarahi se dio la vuelta para marcharse. Norma le imploró.

¡POR PIEDAD SARAHI ME MUERO DE HAMBRE!;

¡No, no te morirás, no lo permitiré, al menos de hambre no!— le respondió con cinismo Sarahi— ¡tan solo sufrirás hambre, eso sí, pero te aseguro que no te morirás!, te mantendré a pan y agua, por lo que sufrirás pero no morirás; mírame a mí, luzco hermosa y mucho tiempo me mantuve a pan y agua jajajajajaja— se rió Sari recordando viejos tiempos.

¡Mmmmmm!— reflexionó de pronto y regresando de nuevo en dirección a Norma desenganchó su cadena de la pared y le comentó sensualmente aunque Norma no percibió nada de sensual en las palabras de Sarahi— ¡ven, me acompañarás, será bueno que presencies algo que te aseguro que muy pronto vivirás en tus propias carnes, venga, camina, gatea como la perra en la que te juro que te convertiré!;

Norma gimió de dolor; Sarahi tiró de la cadena con fuerza, casi ahogándola a lo que Norma se vio obligada a seguirla penosamente tal como se lo habían indicado, ¡cómo una perra!; ¡cuanta humillación sufría la pobre Norma al desplazarse a gatas, desnuda, por los amplios terrenos de la propiedad de la señorita Rubí!, expuesta ante sirvientes, mujeres en su mayoría; estaba pálida y aquella palidez opacaba su belleza, por que era bella, ¡no más que Sarahi!, pero lo era y ahora la seguía con la vista clavada en las botas negras de Sari, las cuales ya le había abrillantado con su lengua.

¡NO EVITES EL CHARCO!— le ordenó secamente Sarahi al pasar por un charco de lodo que se había formado por el patio producto de la lluvia y ver que Norma trató de pasar a un lado; Norma enderezó el camino y sollozando avanzó gateando sobre el charco.

Sarahi se detuvo tan solo para observarla satisfecha como lucía con las manos y rodillas clavadas en el lodo. Sarahi se veía hermosa y radiante y así se sentía al estar de pie observando justamente a sus pies a su mayor enemiga tan humillada ante ella y así se lo reflejó a Norma, humillándola si cabe aún mas, hundió la suela de su bota sobre el lodo restregándola para después embarrársela en la desnuda piel de Norma, lo hizo varias veces cubriéndole el cuerpo con lodo.

Sarahi se divertía a sus anchas a costa del sufrimiento moral de Norma, le embarró lodo en la espalda, pechos y sexo; ya para rematar le ofreció la suela de su bota dejándosela a casi nada de su rostro— ¡lame!— le indicó en voz baja; no fue necesario alzar la voz, Norma interpretó lo que su cruel ama deseaba y lamió aquella suciedad.

Sarahi terminó de limpiarse la suela de su bota en el rostro de Norma. Enseguida avanzaron un tanto mas hasta llegar justo enfrente de Camelia; Norma abrió muy bien los ojos y si ya estaba alterada, se alteró mucho mas al ver a Camelia; una señora que ya pasaba la cuarentena, de rodillas, esposada con las manos por detrás de la espalda, cabeza gacha, sosteniendo un látigo entre sus dientes, mirada mas que dócil y sumisa, esperando con angustia el castigo inminente que le proporcionaría Sarahi quien con autoridad se tronó los dedos y en segundos tenía frente a ella de rodillas a una sirvienta, la misma que le había preparado a Camelia. Con desprecio le ordenó que se encargara de Norma, que se la llevara enfrente y que la hiciera observar el castigo y ya después, asearla a manguerazos y regresarla a la bodega a pan y agua.

Norma no dejó de temblar y llorar ni un solo momento. Sarahi se comportó brutal con Camelia, la destrozó, le reventó la piel a latigazos con una maestría ejemplar, como si lo hiciera a diario. Camelia chilló, bramó como un animal, ni su señorita Rubí la había castigado de aquella infame forma.

Sarahi perdió el numero de latigazos con los que incluso rasgó y desapareció las pobres y desgastadas vestimentas de la infeliz señora que a su vez perdió el conocimiento en el momento en el que su ser fue incapaz de seguir consciente ante tal paliza. Al final Sarahi arrojó el látigo al suelo, a su señal se llevaron a Camelia inconsciente para realizar el milagro de curarla.

Sarahi se dio la vuelta y desafió a Norma mirándola con una sonrisa producida por el placer que le había dado el aplicar su poder en azotar a Camelia; a otra señal de Sarahi se llevaron a Norma ya aseada, muerta cada vez mas de nervios, quizás ya con los nervios destrozados, a nada estuvo de orinarse ahí mismo del miedo que sentía.

Sarahi no dejó de sonreírle, indicándole con dicha sonrisa lo que le esperaba, el infierno que le esperaba, pues para Sarahi, su cruel venganza sobre Norma apenas iniciaba, apenas andaba en pañales y se regocijaba al ver el verdadero terror y pánico que a Norma le producía recibir siquiera una bofetada, ya no se diga los latigazos; Sarahi le haría daño en verdad, como bien le dijo, la destrozaría física y moralmente, algo que no se veía ni lejano ni difícil pues Norma ya se veía rota moralmente y lo físico se daría con tan solo unos latigazos, pero Sarahi no se conformaría con tan solo aplicar el látigo sobre la piel de Norma, ya se lo pensaría con calma, pues no tenía prisa alguna en someterla y menos aún al verla tan acabada, tan miedosa, tan reducida a la nada.

Rubí cumplió su palabra y justo en una de esas tardes salieron las cuatro chicas; Peque, Rubí, Rebeca y su nueva aliada, Sarahi. Rubí consintió a Sarahi surtiéndole un guardarropa de lo mas envidiable para cualquier chica de esa edad, Rubí no escatimó en gastos y Sarahi feliz de la vida se dejó consentir armándose de todo; ropa, zapatos, una que otra joya; en fin, se sintió en una dicha total cuando solo se limitaba a señalar tal cosa y Rubí asentía para que se lo empacaran.

En unas cuantas horas, las chicas, en especial Sarahi, no habían parado de comprar y hacerse de bolsas y mas bolsas, acomodaron como pudieron todo en el carro y se dirigieron rumbo a casa de Rubí; ahí indicaron a Camelia que se encargara de acomodar todo en las habitaciones respectivas, excepto las pertenencias de Rebeca, pues ella seguía viviendo en su casa.

La pobre Camelia prácticamente besó el piso ante Sarahi producto de la exagerada reverencia que le hacía cada vez que se la cruzaba. Sarahi le sonrió con desprecio y burla viendo apoyada su sonrisa por Rubí y es que la pobre señora a casi nada temblaba de solo oír el nombre de Sarahi, le temía enormemente después de la manera tan violenta en que ésta la había azotado a lo que se andaba con ella mas que con cuidado.


Continuará………………………………………………..

CAMBIANDO EL DESTINO 11

CAMINO A CASA DE RUBÍ.

Rubí charlaba algunos detalles alegremente con Sarahi fumándose unos cigarros a punto de partir hacia la casa de la señorita Panty; de pronto Sarahi soltó una alegre carcajada tapándose incluso la boca con una mano y señalando con la otra hacia detrás de Rubí; ésta se volteó curiosa y tan solo sonrió con una mezcla de pena, diversión y lástima.

¡Se trataba de Julio que patéticamente avanzaba hacia Rubí gateando llevando colgando en su boca una bella flor!; Julio llegó justo a los pies de Rubí, ahí se detuvo y pegó la frente en sus zapatos, enseguida se arrodilló y comenzó a dar cómicos brincos sobre sus rodillas y con los brazos semidoblados como a modo de imitar a un perrito, incluso simulando algunos gruñidos, ¡triste y ridículo en verdad!, todo con tal de sacarle una sonrisa siquiera de pena a la hermosa Rubí.

Julio estaba más que metido en su papel y ¡vaya!, que Rubí también.

¡Oh!; ¿para mí?— preguntó Rubí fingiendo asombro, tocándose chistosamente con las manos sobre su pecho. Julio continuaba con el espectáculo hasta que Rubí tomó la flor con su mano; el joven de nueva cuenta se arrojó a los pies de Rubí para comenzar a cubrirlos de besos; Rubí lo contempló humillarse por unos instantes.

Rubí sencillamente se veía preciosa con el uniforme de colegiala, falda a cuadros azules y amarillos, blusa blanca, corbata negra y zapatos negros de mediando tacón y calcetas blancas; ¡preciosa y divina con Julio postrado a sus pies!;

¿Qué pasa amor?, ¿Qué te aflige?— se dirigió a él, permitiéndole hablar pues de ésa manera, restregando el rostro sobre sus pies era como Julio debía pedirle permiso para hablarle a lo que apenas lo obtuvo comenzó a hablarle desesperadamente.

¡Ama Rubí, ama Rubí llévame contigo a tu casa, te lo imploro, por piedad ama llévame contigo!;

Rubí se puso un tanto colorada tras la risita burlona de Sarahi que observaba mas que divertida la escena pero a Rubí no le importaba lo que opinara Sarahi, ella vivía su mundo, su vida como se le pegara la puta gana a lo que se dirigió melosa a Julio hablándole con un tono de lástima.

¡Julio, amor, ya sabes los tratos que hago con tu hermana o sea, sabes que aún te falta pasar unas semanas aquí para regresar de nueva cuenta conmigo!; además, vamos, vengo a verte casi a diario.

¡No ama!— insistió Julio— esto es un infierno, mi hermana me odia y mi madre también; ¡por piedad llévame contigo!;

¡NO JULIO, TE QUEDAS Y PUNTO!;

Rubí se dio la vuelta para dirigirse a su auto pero Julio lo evitó arrojándose de nueva cuenta a sus pies; Rubí se encontraba de excelente humor, de no ser así, a esas alturas ya lo hubiese mínimo pateado por todo su cuerpo, pero Rubí de nuevo lo miró tiernamente a sus pies, en un descuido dejó caer la flor al piso, Julio la levantó con los dientes y quedando de rodillas se la volvió a ofrecer. Rubí se sonrojó.

¡Ah la flor, claro, diablos, ahora también te tengo que hacer un cumplido!— le dijo risueña al momento que tomaba de nuevo la flor y se la acomodaba sobre su oreja, haciendo a un lado su hermoso cabello.

¡Uy!— siguió bromeando— pero no tengo nada, ni un caramelo siquiera— decía riendo mientras se revisaba sus ropas— ¡no Julio, nada!, tan solo ésta pastilla de menta que justo estoy saboreando, ¿la quieres?;

Julio, para sorpresa de Sarahi respondió afirmativamente dando un fuerte ladrido. Al instante Rubí se hizo de nuevo a un lado su largo y hermoso cabello y avanzando unos pasos abrió la boca y dejó caer la pastilla, lo que quedaba de ella llena de sus babas, la escupió directamente a la boca de Julio que la mantenía abierta todo lo que podía esperando tan preciado manjar; enseguida la disfrutaba ahora él en su paladar.

¡Jajaja!— se rió Rubí— ¿rica?; venga Julio, puedes hablar y tutearme, ¿está rica?;

¡Sí Rubí!— respondió cabizbajo.

¡Claro!— comentó Rubí con la intención de burlarse de el— sobretodo por que mis babas la dejaron mucho más rica jajajajaja bueno, en fin, bye amor, hasta mañana.

De nueva cuenta, Rubí hizo por marcharse y de nueva cuenta Julio lo evitó ésta vez tomándola de la mano pero permaneciendo de rodillas.

¡Rubí, amor, te lo ruego, no me dejes aquí, si tú quieres puedes llevarme contigo ahorita mismo!;

¡Mmmmmm!— se hizo Rubí la interesante— a ver Julio, ¿no estás engañándome verdad?, no me estás tomando por burra para que te lleve, no se, a lo mejor para librarte de un castigo, ¿verdad?;

¡No Rubí, no!— le dijo besándole la mano— ¡por piedad!, tú conoces a Rebeca, me desprecia y me hace sufrir sin motivo alguno y mi madre la apoya, además te lo imploro por que me duele mucho ver sufrir a mi padre, además soy tuyo, no de mi hermana.

¡Mmmmm!; ¿eso te enorgullece Julio?, ¿ser mío?— le preguntó interesada Rubí.

¡SÍ AMA, SOY TUYO!;

Rubí se la seguía pensando— pero Julio, bien sabes que en mi casa no tienes vida de rey, ¿Por qué el afán de seguirme?;

¡Por que al menos estoy a tu lado todo el tiempo que tú quieres!;

¡Jeje!— se sonrojó Rubí— ¡sí, es cierto, también a mí me gusta que estés a mi lado!; Rubí estaba a punto de ceder en cuanto Rebeca apareció.

¡Aquí estás maldito infeliz!;

¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!— se quejó Julio. Rebeca le había propinado un certero cintarazo con la hebilla en su desnuda espalda.

Por deseos de Rubí, solo ella podía castigarlo con el látigo, después de ella, tan solo podían usar con Julio el cinturón y eso incluía hasta Rebeca quien con el cinturón se bastaba para lastimar a su hermanito.

¿Qué pasa Rebe?, ¿Julio te la debe?;

¡Claro!, el imbécil no terminó de limpiar las botas de mamá, ¿recuerdas?, por lo tanto está castigado.

¡Claro!— exclamó Rubí tronándose los dedos y mirando peligrosamente a Julio que estaba aún lamentándose del correazo.

¡Maldito tramposo!— le dijo Rubí acompañando sus palabras con una bofetada. Julio la toleró y se quedó de rodillas resignado a lo que viniera de Rubí.

¡Sí quieres llevártelo no hay problema Rubí!— comentó Rebeca— por que a decir verdad no me importa, tan solo castígalo en tu casa y listo.

¡Ok!— respondió Rubí. Le dio una calada mas a su cigarro y sin previo aviso lo apagó en la espalda de Julio justo donde se había comenzado a dibujar una línea roja producto del golpe con el cinturón; el pobre chico ahogó el grito pues sabía que eso enojaba aún mas a su linda novia.

Rebeca se marchó de nuevo entrando a su casa complacida al ver que Rubí no hacía excepciones con Julio. Rubí le propinó otra bofetada al joven ordenándole— ¡ve a vestirte un tanto decente, corre y ten en cuenta que me haz mentido lo cual sabes que odio, así que no te andes quejando después!;

Julio salió disparado para regresar con unos jeans azules, playera económica pero limpia, blanca; feliz por el hecho de que pasaría unos días con Rubí que no lo trataba mejor que Rebeca pero había que reconocer que sí mostraba algunos momentos de dulzura, los cuales a Julio le sabían a Gloria y justo en ese momento se dio la primera sorpresa, pequeña pero agradable.

¡Maneja!— le ordenó en seco Rubí arrojándole las llaves al piso.

Julio no contestó, no hacía falta y sabía interpretar muy bien a rubí, todos tomaron asiento y se dispusieron en marcha; Rubí delante a lado de Julio, Peque y Sari atrás ah y Norma desnuda en la cajuela. Julio miró ligeramente a Rubí y por el gesto de ésta interpretó que no debía articular palabra tan solo conducir, lo cual a Julio le encantaba.

Peque rompió el silencio con su voz tierna, un tanto distorsionada por el alcohol— Rubí, ¿yo también puedo pasar la noche en tu casa?;

¿Por qué, no tienes casa?— se burló Rubí de ella.

¿Y como Sari?;

¡Pues por que Sari no tiene casa, es una miserable!;

¡Ooooooooooooooye!— se quejó Sarahi.

¡Por fa Rubí!— insistió Peque— es que me siento ebria, además no te daré lata y además recuerda que…..,

¡Bueeeeeeno!— le contestó Rubí de mala gana haciendo feliz a Peque.

Y así llegaron y nada mas hacerlo, Julio sin preguntar se marchó a una bodega a acondicionarla pues le servía de morada siempre que estaba con Rubí y ésta no deseaba dejarlo dormir en su habitación. Rubí fue presurosa a buscar entre sus cosas para regresar con un collar y una cadena para perros que le acomodaron al cuello a Norma que temblaba de miedo, desnuda, a cuatro patas vigilada por Sari y Peque.

Fue Rubí quien le acomodó el collar y le tendió la cadena a Sarahi quien gustosa la tomó y solo para ponerla mucho mas nerviosa, solo para alargar aún mas su agonía, no le dijo absolutamente nada, ni una sola palabra, la entregó a su vez a Peque y ésta la llevó obligándola desde ese momento a desplazarse como un animal, a cuatro patas y la dejó encerrada en un cuartito a oscuras un poco apartada de la casa, casi en el patio.

Norma estaba cada vez mas destrozada de los nervios por no saber aún exactamente que era lo que le esperaba en manos de esas perversas chicas, mas bien, ¿Qué pensaba hacer Sarahi con ella?;

En instantes anocheció y Rubí se disponía a cenar tan solo galletas de nuez con leche en compañía de Peque y Sarahi. A los pies de Rubí se encontraba echado como un perro el joven Julio; su fiel y eterna Camelia se limitó a servirles en la mesa y ante un gesto despectivo de Rubí, se marchó.

Enseguida Rubí cambió el semblante despectivo por uno divertido al momento que se llevaba a la boca una galleta y con la boca llena le habló a Julio— ¡mira mi amor mmmm son de nuez, como a ti te gustan mmmmmm!— Rubí miraba burlonamente al joven que en verdad babeaba ante la idea de disfrutar de alguna galleta.

¡Mmmmmm, sí, a el le encantan las galletas de nuez!— le explicó Rubí a Sarahi que tan solo observaba divertida.

Rubí continuó divirtiéndose tomando una galleta, partiéndola en dos y arrojándola al piso; a su señal, Julio humildemente le besó los pies y devoró la galleta. Rubí de nuevo tomó otra pero ésta vez la hizo pedacitos sobre la mesa con sus manos, tomó los restos y los esparció sobre sus pies, lo mismo, Julio le lamió los pies hasta entre los dedos, hasta llevarse a su boca el último pedacito de galleta.

Rubí se sintió complacida y a la vez conmovida ante la sumisión de Julio y como fruto de su compasión le obsequió a Julio su tazón de leche repleto de galletas permitiéndole usar sus manos y cenar como una persona normal y decente, eso sí, en el piso, a sus pies, pero Julio brincó y el pobre hasta ladró de alegría ante las carcajadas de Rubí y compañía; Julio lo devoró todo, en verdad le encantaban las galletas de nuez pero sobretodo se moría de hambre.

Tan solo quedaba una galleta sobre la mesa y pertenecía a Peque; Rubí se la arrebató.

¡Ten Julio!; ¿te entra una mas?;

¡Nooooooooo!— replicó Peque que era otra glotona de galletas— ¡es mía Rubí, solo queda una y es mía!— insistió berrinchuda.

¡Uy!— expresó burlona Rubí— ¡era!; y al momento la hermosa Rubí ante el rostro de molestia de Peque lamió la galleta, la recorrió toda por su lengua y añadió risueña— ahora es de mi lindo novio, ten Julio— y se la arrojó al piso; éste intentó sumisamente como siempre comérsela pero tembló ante el sorprendente grito amenazador de Peque.

¡Juuuuuuuuulio tráeme esa galleta inmediatamente aquí a mis pies o te juro que te pateo las bolas hasta reventártelas!;

Julio a pesar de la amenaza se limitó a mirar a su ama Rubí, esperando de ella que debía hacer; ésta más bien por morbo en averiguar hasta donde llegaría Peque le indicó que obedeciera. El joven gateó con la galleta sobre su mano hasta llegar a los pies de Peque y justo ahí depositó la galleta; ésta sonrió retadora y ante la mirada de todos los presentes levantó el pie y con una mirada un tanto cruel, muy extraña en ella, ¡plaf!, aplastó hasta machacar la galleta haciéndola trizas, entonces añadió al momento de apoyar la suela de su sandalia de andar por casa ligeramente en el piso permitiendo ver parte de restos de galleta que se habían adherido a ella— ¡ahora puedes comértela completita Julio!;

Rubí sonrió burlona; en realidad no le hizo mucha gracia la acción de Peque que al no poder enfrentarse a su amiga, era más que claro que se la estaba cobrando con el joven, pero por otra parte, Rubí no pensaba intervenir por Julio pues Peque era su consentida.

¿A que esperas perro?— gritó Peque visiblemente molesta.

Julio miró a Rubí; ésta lo ignoró. Julio obedeció tragándose directamente con su boca del piso todos los pedacitos de galleta para terminar lamiendo la suela de la sandalia de Peque pues ahí también habían restos.

¡Buenas noches!— exclamó ofendida Peque no sin antes propinarle una fuerte patada a Julio en su estómago tomándolo por sorpresa— ¡por no obedecerme al instante!;

¡Auuuuuuuuuuuuuu!— se quejó Julio.

Peque pasó por el lado de Rubí sacándole la lengua y retirándose a dormir.

¡Que delicadita!— se burló Rubí que tan solo por demostrarle a Sarahi quien era la que mandaba, decidió humillar a Peque.

¡Peque!— la llamó; ésta la ignoró.

¡Peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeque!— gritó Rubí, entonces ésta vez Mayra se volteó quieta y un tanto incómoda.

¡Quiero que te largues ahora mismo de mi casa!;

¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?— gritaron tanto Peque como Sarahi. Rubí ignoró a Sarahi y se enfocó en Peque.

¡Dale!— le dijo tronándole los dedos— sabes que odio que me retes y mucho mas que me saques la lengua.

¡Pepepepepero Rubí no, por fa, no quiero irme!— se expresó la tierna Mayra muy angustiada.

¡Ay ya Mayra, no comiences y ándale, llégale, vete!;

¡Noooooooooo!— Mayra rompió a llorar y ante la perversa sonrisa de Rubí, Mayra se arrodilló pegando su rostro sobre las piernas de Rubí suplicándole perdón— ¡por fa Rubí perdóname amiga perdóname!;

¡Oh no Peque!— Rubí se expresaba con malicia, jugando con su pobre amiga— ya sabes que una simple disculpa no va conmigo ni aunque estés de rodillas.

¡Haré lo que quieras amiga, lo que quieras!;

¡Uy bueno así ya cambia!— le dijo risueña Rubí— ¿lo que quiera a cambio de contentarme?;

¡Sí amiga, lo que quieras!— afirmó Mayra sorbiendo sus mocos— pero no te molestes conmigo.

¡Bueeeeeeeno!— se expresó Rubí quisquillosa— veamos, quédate ahí, así, de rodillas junto a mí y ya que te gusta sacar mucho la lengua, a ver, enséñamela, anda, sácala.

Mayra la miró extrañada pero obedeció.

¡Bien!— se burló Rubí de ella— ¡así quédate y no metas la lengua hasta que yo no te lo diga, vamos a ver si te van a dar ganas de volverme a sacar la lengua después de un buen rato que te haga tenerla de fuera!;

Sarahi meneó la cabeza sorprendida con lo cruel que llegaba a ser Rubí con Mayra que la adoraba y que no tenía por que aguantar los bochornosos momentos que Rubí le hacía pasar, pero Peque adoraba a Rubí con una devoción única y por ello se sometía siempre sin rechistar. Y ahí se quedó humillada ridículamente de rodillas con la boca abierta y la lengua de fuera, tan solo por divertir a su amiga, para ganarse el perdón de la señorita Rubí que no contenta aún comenzó a tirarle a la cara pedacitos de pan y servilleta y luego asquerosamente le escupió dejando caer su saliva sobre la lengua de Mayra que ni se inmutó pero su cara reflejaba que pronto comenzaría a chillar por tan incómoda posición en la que se encontraba.

¡Toma Peque, por si se te reseca la lengüita!— se burló rubí de ella al momento que le escupía; enseguida miró a Sarahi— ¿y tú que me ves sirvientita?, ¿Cuál es tú problema?;

Sarahi bostezó y tranquilamente le respondió— ¿me vas a contar la historia de Julio o me retiro a dormir?; por que la verdad, ¡que flojera observar tan solo a Mayra!;

Rubí subió los hombros graciosamente y contestó— ¡no es gran cosa lo que tengo que contarte sobre Julio!, pero igual, ya que quieres te lo platico mientras Peque cumple su castigo.

¡Camelia!— gritó Rubí un tanto irritada.

¿Me llamó la señorita?; aparecía Camelia casi al instante.

¡Ay no y a quien mas, eres una puta mula, dale coño, tráenos mas galletas y leche!;

¡Sí señorita!— respondió en voz baja la servicial señora.

A continuación Rubí tan solo se tronó los dedos y sin mirar a Julio, éste interpretó los deseos de su dueña a lo que se apresuró a echarse al piso junto a sus pies; Rubí levantó las piernas tan solo para dejarlas caer de nuevo y descansar los pies sobre la cara de Julio. Sarahi miraba asombrada como un amaestrado Julio, sin perder tiempo le acariciaba los delicados pies a Rubí con sus manos y a lo que se podía apreciar, al mismo tiempo le besaba sus plantas al tenerlas sobre sus labios.

¡Bien!— exclamó Rubí haciendo a un lado la leche y galletas que Camelia les había servido y optando por fumarse mejor un cigarrillo— verás Sari, ¡éste es Julio el terrible!, bueno, ya ni tanto jijijiji— se rió Rubí mirando en dirección al joven.

¡Siempre me ha gustado y yo a el!— comentó orgullosa— pero bueno, el caso es que era igual o aún mas arrogante que Rebeca, su hermana, a lo que nuestros egos chocaban de vez en cuando produciendo entre nosotros muchas discusiones y a pesar de que nos queríamos como hasta ahora pues nos hacía distanciarnos; él era mujeriego, altanero y bueno, fíjate que una vez que me le fui a bofetadas, el muy canalla me empujó— comentó Rubí un tanto resentida.

Para no aburrirte, lo del problema del papá de Rebeca me vino como anillo al dedo a lo que decidí sacar ganancia al ayudarla, así que le propuse mi ayuda a cambio de su hermanito y déjame decirte que Rebeca aceptó encantada y como en esos días, su madre, Yadira, andaba muy sensible pues no se nos hizo nada difícil convencerla, el resto de la historia ya mas o menos la conoces.

Hemos educado a Julio entre Rebeca y yo— continuaba Rubí aclarándole detalles a Sarahi— y créeme que queda muy poco de lo que era, ahora es lo que yo quiero que sea, lo que me acomode según mi humor, mi novio, mi mascota, mi juguete o incluso mi esclavo; ahora sabe que su felicidad depende de mi humor, pero como bien lo ha comprendido, con su hermana no obtiene ni una pizca de tranquilidad a lo que en verdad reconozco que se ha esmerado en cambiar y aceptar su realidad a mi lado— ¿verdad amor?— le habló burlona dándole un ligero pisotón en la cara.

¡Wow!— ladró humillado Julio haciendo sonreír a Rubí y a Sarahi que comentó— sí, algo de eso me imaginaba, bien, buenas noches— y se levantó disponiéndose a descansar pues mas que deseosa de irse a descansar, Sarahi se sintió incómoda por la relación que llevaba Rubí con Mayra y por los lloriqueos que ya llevaba rato Mayra a causa de continuar con la lengua de fuera.

¡Ay ya ni que fuera para tanto!— se burlaba Rubí.

Mayra continuaba llorando desconsoladamente; Rubí con una enorme sonrisa decidió ponerle fin a su tormento— ¡bien, cierra el hocico!;

La pobre Peque tardó unos momentos en poder cerrar la boca y justo cuando lo hizo, la malvada Rubí le propinó una cachetada— ¡a ver Mayrita vuelve a sacarme la lengua, ándale!;

¡Ayyyyyyy!— se quejó tristemente Mayra que no terminó en el piso por el impacto del golpe por que cruelmente Rubí la sostuvo por su cabello y jalándoselo continuó retándola.

¡Venga Mayrita, sácame la lengua, vamos!;

¡Yaaaaaaa Rubí yaaaaaa perdóname yaaaaaaaaaa!;

La caprichosa Rubí se sonrió orgullosa— ¿segura que no quieres sacarme la lengua?;

¡Nooooooo Rubí noooooo ya no mas Rubí yaaaa amiga!— se deshacía Peque en súplicas y llantos con la firme intención de lograr ablandar y conmover a la altanera Rubí.

¡Bien, mas te vale por que a la otra no voy a ser tan compasiva!— se justificó una testaruda y frívola Rubí, caprichosa y terca como ella sola.

Mayra tan solo se abrazó a Rubí que se puso de pie y contemplaba con una mezcla de pena, risa y desprecio a su amiga arrodillada ante ella; luego miró a Sarahi que aún no se había marchado a descansar— ¿te preguntarás ahora por la relación entre nosotras no?— le habló una sonriente Rubí.

¡Ajá!— contestó Sarahi.

¡Uy Sari pues créeme, no lo entenderías así que bye!; Rubí se marchaba a su cuarto, para sorpresa de Sarahi, Peque en un dos por tres se levantó y abrazando a su amiga le propuso emocionada— ¡Rubí Rubí amiga!, ¿puedo dormir contigo, puedo?;

¡Claro Peque, puedes dormir conmigo!;

¡Ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!— se expresó feliz, en verdad feliz Peque brincando de alegría por haberse congraciado con su amiga aunque no pudo evitar humillar la mirada ante Sarahi al pasar junto a ella y sentir una intimidante inspección que Sarahi le hacía en silencio con un semblante un tanto despectivo, pues Sarahi tan solo le sonrió a Rubí, sonrisa que le fue correspondida y de nueva cuenta miró con dureza a Peque.

Por esa noche, las señoritas se dispusieron por fin a descansar sin importarles en lo absoluto que en un cuartucho oscuro, Norma lloraba desnuda, muerta de miedo y de hambre; ya al otro día se ocuparían sin duda de ella pues en especial Sarahi no tenía prisa alguna en hacerla ver su suerte.



Continuará…………………………………………

miércoles, 17 de noviembre de 2010

CAMBIANDO EL DESTINO 10

LA FAMILIA DE REBECA.

Y nada mas entrar a dicha casa comenzaron las sorpresas para Sarahi al ver en primer plano a un apuesto chico desnudo, ubicado al centro de la sala a cuatro patas mostrando el trasero y con la cara pegada a unas altas e imponentes botas negras; el chico les estaba sacando todo el brillo que fuera posible a esas botas y para ello tan solo utilizaba su lengua.

¡Julio mi amor!; ¿pero que haces desnudo?; ¡te me puedes resfriar!— gritó burlona Rubí provocando risas a Rebeca y Peque y sorpresa a Sarahi al momento que veía como Rubí se montaba sobre la espalda del mencionado Julio, lo tumbaba al piso y jugaba cariñosamente con el como si jugara con su mascota mas querida y es que precisamente ese era uno de los roles que llevaba muy a su pesar el joven Julio.

¡Mi amor!— continuó melosamente hablando Rubí— ¿pero que haces con esas botas?, ¿llevas rato pasándoles la lengüita?; ¡ay Rebe, pero que mala eres cuando sabes bien que la lengua de Julio me gusta reservarla para otras actividades aunque bueno, admito que ahora se esmera al usarla para limpiar calzado!;

¡Las botas no son mías!— exclamó Rebeca mirando retadora al chico.

¡Ohhhhh!— exclamó ésta vez Rubí— ¿es cierto mi amor?;

¡Sí, ama Rubí!— contestó el chico besando respetuosamente los zapatos de su ama Rubí que a esas instancias ya se había puesto en pie por lo cual observaba risueña los respetos que el joven le mostraba.

¿Y de quien son?— le preguntó dándole una leve patada en la cara, solo con la intención de hacerlo sentir mal pues ella bien sabía la respuesta.

¡Son de mi madre ama Rubí!— contestó apenado Julio que en agradecimiento por la patada besaba el pie de Rubí con el que justamente lo había golpeado.

¡Oh pero que mala es tu madre Julio, mira que ponerte a limpiar sus botas con tu lengua y con lo bueno y tierno que eres, ay Julio!; ¿te imaginas?, ¿y sí pisó popó de perro?, jajajajajajaja, bueno ya, ve a lavarte la boca y la cara Julio que me apetece pasar un rato contigo ah y ponte unas bermudas o algo que cubran tus miserias, venga mueve el culo— le dijo con burla dándole de nuevo otra patada precisamente en su trasero.

¡Sí ama Rubí!— respondió Julio pareciendo tener grabada esa frase en su mente y quiso aplicarse a obedecer el mandato de Rubí pero para eso tuvo que atravesar una parte de la sala y justo para lograrlo tuvo que pasar a lado de las otras chicas.

El indefenso Julio temblaba por completo al momento que se encontraba a los pies de Rebeca quien por pura maldad le estaba pisando la cara aprovechando para limpiarse la suela de su zapato.

¿Qué tal hermanito, me extrañaste?;

Julio no pudo responderle, tan solo emitió un leve lamento. Rebeca se había parado manteniendo una pierna al aire y con el otro pie sobre la cara del joven aplicando todo su peso sobre el, así se mantuvo por unos instantes que al chico le parecieron una eternidad; hasta que a la señorita se le antojó dejó de hacerle daño para entonces dar paso a limpiarse la otra suela de su zapato en la otra mejilla y repetir la misma dosis de dolor al pararse de nuevo sobre el y burlarse al decirle a Rubí— ¡total, sí de todas formas se va a lavar la cara!; ambas rieron.

Por fin, de nuevo Rebeca dejó de pisarlo y para sorpresa de Sarahi, el chico comenzó a lamerle los zapatos a Rebeca murmurando— ¡gracias ama Rebeca!;

¡Patético!— se expresó ésta con desprecio para patearle levemente la cara indicándole que se podía retirar y así lo hizo Julio no sin antes besar al igual con suma humildad los zapatos de Peque y los de Sarahi.

¡Vaya!— exclamó Sarahi— ¡sí que está educado jijiji!— fue lo único que atinó a decir Sari pues en realidad estaba empeñada en observar al chico pensando lo peor al ver que tenía mucho parecido con Rebeca; el cabello ondulado, huero, pecas en la cara y lo que escuchó Sarahi de Rebeca dirigiéndose a el como su hermanito pero prefirió Sari no preguntar pues dedujo por las miradas maliciosas de sus nuevas amistades que ya la pondrían al tanto de todo.

Rubí y Rebeca se dejaron caer todas desparramadas sobre un amplio y reconfortable mueble; enseguida Sarahi las imitó entrando en confianza y acomodándose junto a Peque en otro mueble justo frente a las otras dos. En unos instantes aparecía de nueva cuenta Julio con unas ridículas bermudas de flores amarillas y evidentemente con la cara limpia, incluso oliendo agradablemente.

Se acercó gateando hasta situarse ante los pies de Rubí que comenzó a revolverle el cabello jugando con el ante las risitas de Rebeca y la evidente curiosidad de Sarahi; Rubí lo abrazó y comenzó primero a pellizcarle sus mejillas y después a besarlo.

¡Julio mi amor, como te quiero condenado!; ¿tú me amas?;

¡Sí ama Rubí!— respondió éste mas bien con miedo.

¡Plafffffff!— al instante una insultante bofetada se estrelló en el rostro del joven. Sarahi no daba crédito al ver el cambio abismal que empleaba Rubí para tratar a ese pobre desgraciado.

¡Pues no te creo imbécil!— le reclamó Rubí visiblemente molesta— ¡lo dices para que te trate bien!; ¿verdad?, ¡maldito aprovechado!;

¡No no ama Rubí te juro que te amo mas que a mi vida!— respondió angustiado y lloroso.

¡Plaffffffff!; otra bofetada se estampó en su rostro acompañada de unos cuantos gritos, al parecer su respuesta tan solo enojó mas a la señorita Panty— ¡no me compares con tu vida pues tu vida no vale nada, eres un miserable esclavo, eso es lo que eres, plafffffff!— de nueva cuenta lo abofeteó mientras lo miraba con desprecio, ya no con cariño.

¡Sí Rubí, castígalo que yo tampoco le creo!— intervino maliciosamente Rebeca.

¡No ama, te juro que te digo la verdad!— insistió Julio al momento que le lamía la mano a Rubí con la que minutos antes lo había golpeado.

¡No me babees la mano coño!— le gritó Rubí ésta vez dándole de cocotazos en la cabeza; el pobre chico no se defendió, era tal el grado de sumisión en que claramente se veía que lo tenían que Julio se postró a los pies de su ama a rezar por que se detuviera antes de hacerle un daño mayor. Para su fortuna sus plegarias fueron escuchadas y la desquiciada de Rubí de nueva cuenta cambió de humor.

¿Me amas Julio?— le preguntó levantándolo insultantemente por su cabello sonriéndole coqueta.

¡Sí ama Rubí, te adoro!;

¿A pesar de que te golpeo y te trato como se me antoja?;

¡Eso no me importa ama, soy tuyo, soy tu esclavo y mi vida aunque no vale nada depende de ti no de mí!— el joven dio en el clavo; a Rubí le gustó la respuesta.

¡Ay mi amor!— expresó melosa y comenzó de nuevo a cubrirlo de besos y caricias por donde lo había golpeado.

Enseguida lo hizo darse la vuelta sobre sus rodillas y así abrazándolo, acariciándole la barbilla lo presentó oficialmente a Sarahi.

¡Ay Sari que modales, mira, te presento a mi novio!;

¿Queeeeeeeee?— gritó Sarahi pensando que se trataba de una broma y haciendo reírse muy a gusto a todas.

¡Claro!— continuó Rubí de nueva cuenta mirando con cierto desprecio al chico aunque sin dejar de abrazarlo— es un novio único y muy especial pues aparte de ser mi novio también es mi criado, mas que eso, es mi esclavo pues no tiene libertades mas las que yo le otorgue y no son muchas te lo aseguro jijiji.

En ese momento se levantó Rebeca dirigiéndose a Julio, al igual le acarició la cara y dándole suaves cachetadas volteó, le sonrió a Sari y le dijo— y eso no es todo jajajajaja, ¡te presento a mi único hermano menor!, jajajajajaja, sí, Julio es mi hermanito y novio y esclavo de Rubí; ¿Cómo te quedó el ojo Sari?;

Efectivamente, Sarahi no podía ni hablar, tan solo miraba con sus ojazos cafés al chico hasta cierto punto compadeciéndolo por tan cruel destino, ¡cuando ella muchas veces gritaba que a nadie le iba tan mal como a ella!;

¡Que bien!— expresó risueña Sarahi al final, aprobando el trato que le daban a ese infeliz.

¡Nada de que bien!— le dijo Rubí— tranquila que es una pequeña historia digna de contarte, solo que aguarda tantito, nos ponemos mas cómodas, nos tomamos el vodka y te la contamos.

¡Hecho!— respondió Sari emocionada por que la pusieran al tanto hasta del mas mínimo detalle del origen de las razones de la vida que llevaba Julio.

¡Bueno ya estuvo bien de flojear Julio, mi amor, descálzame!; ¿quieres cielo?;

¡Sí ama Rubí!— contestó como siempre solía hacerlo éste y al instante se postró en el piso y con una destreza impresionante descalzó perfectamente con la boca a Rubí tanto sus zapatos como sus calcetas llevándose enseguida las olorosas y sudadas plantas de su novia a su cara, las besó con una devoción sin igual, respiró profundamente impregnándose de aquel aroma y de nueva cuenta se las besó mostrándole sus votos de obediencia y sumisión hacia ella.

Rubí tan solo sonreía orgullosa y altiva al leer claramente envidia y admiración en sus amigas pues era claro que Sari la admiraba y se moría de ganas por ser tratada de la misma forma y Rebeca sentía un cierto recelo pues aunque Julio la obedecía ciegamente bien sabía que lo hacía por miedo, en cambio ante Rubí había una misteriosa mezcla de sentimientos encontrados en donde sin duda sobresalían el amor y la adoración que le seguía profesando.

Apenas Sarahi asimilaba la situación de aquél joven en cuanto apareció por la sala un señor de apenas unos 40 años, apuesto al igual blanco de color que gateaba al igual desnudo, luciendo en verdad aterrorizado, llegó presuroso hasta los pies de Rebeca, intentó besarlos pero lo que se llevó fue una patada.

¿Se puede saber por que demonios no te presentaste ante mis pies apenas llegué como te tengo ordenado?;

¡Perdóname hija yo….!— respondió el pobre hombre pero Rebeca no lo dejó terminar pues en un parpadeo se safó el zapato, lo giró sobre su mano y le propinó un cruel taconazo a su padre, sí, a su padre Oscar que apenas y se quejó; prefirió morderse los labios y soportar tal dolor que hacer enojar a su hija, lo cual bien sabía, sería peor.

¡No me llames hija en público grandísimo imbécil, imbécil al igual que tu puto hijo!, ¡CÁLZAME!— le gritó con desprecio arrojando su zapato al piso.

¡Sí ama perdóneme ama!— suplicó sollozando el hombre acomodándole el zapato a su hija no sin antes besarle el pie cubierto por una calceta blanca y quedándose ahí con la cara pegada a los zapatos de su hija.

Antes de que Sarahi hablara, Peque le comentó— ¡tranquila es parte de la historia!;

¡Claro!— respondió Sarahi que para esas instancias era para que saliera corriendo de ahí pero Sarahi no era común a lo que por el contrario cada vez se excitaba mas pues presentía que se encontraba en el lugar indicado y con las personas indicadas que eran tal y como ella siempre había deseado ser, cruel y poderosa pues hermosa ya lo era al igual que Rubí y Rebeca y lo cruel también lo traía desde nacimiento, tan solo le faltaba el poder y alcanzaría la gloria.

¿Y la puta de tu amante?— continuó preguntándole de improviso Rebeca con altanería a su atemorizado padre.

¡Está limpiando la habitación de tu madre auuuuuuuuuuuuuuuuuu!;

Rebeca le propinó un pisotón en la cara a su padre— ¿Cómo que de tu madre?; ya te dije que no te dirijas a mí como tú hija sino como tú ama y ¡nada de mi madre!, para ti es el ama Yadira.

¡Sí ama Rebeca, perdón perdón, está limpiando la habitación del ama Yadira!;

¡Nada de perdón, por la noche te has ganado una buena tunda de latigazos!;

¡Sí ama Rebeca!— aceptó con resignación el señor.

¡Así que eso hace esa puta!— continuó Rebeca— ¿ha lavado ya las bragas de mamá?;

¡No ama, al ama Yadira le gusta que lo haga en su presencia!;

¡Jajajajajajajajaja!— se carcajeó Rebeca— ¡exacto uy y no sabe lo que le espera, en especial unas blancas jajajajaja mamá se cagó en ellas y la muy puta de tu amante tendrá que dejarlas relucientes tan solo con su boca jajajajajaja!;

En ese momento, Rebeca sonó una campanilla de servicio y al instante aparecía una jovencita con unos ligeros rasgos orientales aunque no vestía de sirvienta, sencilla vestía pero decente.

¡Vetzaida!— la llamó suavemente Rebeca— prepara algo para botanear y dásela a éste idiota— hizo referencia a su padre pateándolo aunque suave en el pecho— oh y también hielo y todo para poder disfrutar las botellas de vodka.

¡Sí Rebeca!— respondió amigablemente y a la vez educada la joven y se llevó a don Oscar por su cadena que lucía junto con su collar de perro en el cuello.

¡Vetzaida es una joya Sari, ya verás por que te lo digo y por eso permito que me tutee pues aunque no deja de ser una sirvienta, la considero como una empleada de confianza y para mí vale mucho mas que mi padre y Julio juntos ah y claro, la puta de Isabel!;

Pasados unos instantes, don Oscar regresaba gateando cuidadosamente pues llevaba en su espalda una gran bandeja repleta de bocadillos y botanas sujeta por unas correas de piel en su cuerpo a modo de tirante; se situó justo en medio de las chicas para que todas por igual tuvieran acceso a dicha bandeja pero su hija cruelmente le ordenó— ¡no papi, a ver, Peque sáfale la bandeja y tú papi, de rodillas por que vas a mantener la bandeja en alto con los brazos y te quedas en medio, vista hacia el piso y te irás moviendo hacia quien te indique que quiere bocadillos sin descansar en ningún momento los brazos, órale!;

Oscar tan solo asintió con la cabeza tal orden ante una cruel sonrisa de su hija que evidentemente solo lo hacía para hacerlo sufrir. En minutos las chicas se encontraban cada una disfrutando del vodka atendidas por Oscar y Vetzaida y Rubí por Julio.

¡Wow!— expresó Rubí con asombro al ver a Sarahi tomarse hasta el fondo de una sola vez el contenido de su vaso— ¡vaya Sari, te creía mas inocente!— le confesó Rubí.

¿Qué esperabas?— contestó ésta bromeando— mi padre es un alcohólico, alguna herencia tenía que dejarme ¿no?;

¡Jajajajajajajaja!; rieron todas.

Poco a poco, el alcohol se encargaría de hacer subir de tono las cosas aunque la crueldad y perversidad todas las llevaban por dentro, mas bien el alcohol apoyaría mas a Peque que con unos pocos tragos comenzaba a quedar colorada.

¡Rápido Oscar quiero bocadillos!— ordenó Peque ya algo con la lengua trabada al hablar.

Éste caminó presuroso sobre sus rodillas; Peque tomó algo de papas y mirándolo con burla le ofreció una— ¿gusta?;

¡Gracias ama Mayra pero no tengo permitido comer junto a ustedes!;

¡Jijijiji!— rió Mayra estúpidamente, masticó por un rato la papa y se la escupió en la cara al señor— ¡bueno ya está, a menos para que sepa como sabe!;

Oscar no podía sentirse más humillado ante una niña imbécil como era Mayra que no contenta pidió a Rebeca que por la noche aumentara el número de latigazos a su padre.

De pronto Rebeca ordenó a Vetzaida— ¡oye Vetzaida ve por la puta de Isabel!; creo que la extraño y ella a mí jajajajajajajaja y tráela arrastrándola por los cabellos.

¡Con gusto Rebe!— contestó ésta.

No pasó mucho tiempo en cuanto efectivamente Vetzaida que era de complexión gruesa y encima sabía artes marciales se traía arrastrando por las escaleras a la infeliz de Isabel que a Sarahi le produjo morbo e interés al verla, pues al observarla tantito dedujo, como se podía apreciar, que se trataba de una jovencita de la misma edad de ellas y que tiempo atrás fue hermosa tal como Rebeca o cualquiera de ellas, lo fue, por que la pobre infeliz llevaba una horrenda cicatriz en la mejilla derecha, iba desnuda y por todo su cuerpo llevaba al igual marcas de quemaduras, latigazos, taconazos y lo peor, a la altura de su sexo lucía una braga de cuero que como le explicaron a Sarahi, era un cinturón de castidad que a la vez tenía integrado un interruptor justo en la parte que hacía contacto con su sexo y que le provocaba descargas eléctricas; evidentemente Rebeca tenía siempre en casa cerca de ella el control al igual que su madre. La chica lucía miserable, jodida, en una expresión clara, aún así, mostraba ligeros rasgos de que era o había sido muy bella.

Vetzaida disfrutando lo que hacía arrojó bruscamente a la pobre desgraciada a los pies de la señorita Rebeca.

¿Qué esperas perra?; ¡quítame los zapatos con la boca, vamos maldita puta asquerosa!;

La chica miró con cierto rencor a la huerita Padilla pero fue algo fugaz; al instante la joven Isabel se humilló obedeciendo y quitando con una practica tremenda como Julio; quitó con la boca los zapatos a Rebeca y enseguida sus calcetas. Rápidamente, Rebeca groseramente la humilló restregándole las plantas de sus pies en la cara.

¡Venga perra, chúpame los pies, te encanta chupar vergas pero no es siempre, así que ándale chupa y disfruta del sudor de mis pies jajajaja ya sabes que siempre los guardo para ti, chúpamelos, métete los dedos de mis pies en tu boca y chúpamelos!;

Isabel obedecería; sin duda, pero Rebeca no se esperó y ella misma le introdujo los pies a Isabel, le hacía muecas en la cara con la ayuda de sus pies, se carcajeaba, disfrutaba como una loca humillándola y viendo las claras muestras de repulsión y asco que Isabel reflejaba en su mirada.
Sarahi contemplaba como ambos, Oscar e Isabel lloraban en silencio; de pronto Isabel cayó al piso revolcándose y gritando de dolor; Rebeca sin previo aviso tomó el control y le obsequió unas cuantas descargas alegando su inconformidad.

¡No lo haces con devoción perrita, mis pies se adoran con devoción, anda, intenta de nuevo!;

La pobre Isabel se retorcía de dolor pero sacando fuerzas de donde difícilmente las habían, se acomodó de nuevo de rodillas y se llevó de nueva cuenta a la boca los pies de Rebeca.

¡Bueno!— exclamó Sarahi a quien como a todas el alcohol comenzaba a surtir efecto— ¡me van a contar la puta historia!; ¿o que?;

¡Claro!— exclamó Rebeca— pero tranquila— dijo al momento que se encendía un cigarrillo y con suaves pero humillantes cachetadas indicaba a Isabel postrarse en el piso y continuar ahí adorándole sus pies. De vez en cuando con una patada le indicaba alzar la cara, abrir la boca y tragarse la ceniza del cigarro, la infeliz obedecía sin rechistar.

¡Ayyyyyyyyyyyy!— gritó Isabel; Rubí que al igual fumaba le había apagado la colilla en una nalga; todas rieron. De pronto las cosas no solo subían de tono sino que se salían de control.

Julio temblaba al ver como Peque, la inocente Peque le quemaba sin piedad un pezón a Oscar con un cigarro provocando las risas en todas; Sarahi se inauró quemando a Oscar en los testículos y recordando tiempo atrás en el colegio, le acomodó cigarros encendidos en las orejas al señor como Rubí lo hizo con Peque que salió bien librada, no así Oscar que sufrió horrores con las quemaduras de los cigarros al consumirse en su totalidad sobre su piel al igual que sufría Isabel a los pies de Rebeca de nueva cuenta con descargas, cortesía de la huerita Padilla.

Rubí acariciaba la cara de Julio con la planta de su pie a modo de consuelo y éste se la besaba, se la lamía con absoluta devoción, ¡pero Isabel!, la desdichada Isabel sí que sufría, ¡lo que estaba a punto de sufrir!;

¡A ver putita!— le dijo Rebeca con desprecio y burla, casi nunca le hablaba por su nombre— ¡quédate así con el culo levantado!, por que ¡adivina que!, sí, ¡voy a meterte un cigarro por el culo!;

¡Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!— el grito de terror por parte de Isabel lo expresó todo, comenzó a lamerle los pies a Rebeca— ¡ESO NO AMA REBECA POR EL CULO NO POR PIEDAD AMA REBECA!;

¡Las putas como tú no merecen piedad!; venga Rubí, ayúdame.

Ésta enseguida se paró de un brinco y la sujetó con ayuda de Sarahi. Rebeca dio una calada al cigarro y se paró para disponerse a meterle el cigarro ardiente en el ano a aquella desgraciada que había jugado con fuego y precisamente se estaba quemando y ardiendo en las llamas de su infierno.

A punto estaba Rebeca de iniciar la inhumana tortura en cuanto oyeron abrirse la puerta, Rebeca se detuvo; Isabel respiró aliviada de momento, ¿la había salvado la campana?; ¡no!, nada de eso, el respiro fue precisamente de mero alivio, solo se retardaba su agonía.

Doña Yadira llegaba a casa lo que le indicaba a Isabel que su sufrimiento tan solo aumentaría. Sarahi quedó impresionada de Yadira, era relativamente joven, como muy joven había parido a Rebeca y a Julio; Yadira apenas pasaba los 30 años, tenía un físico imponente, de ensueño a su edad, cabello largo y lacio, huera como sus hijos, ojos verdosos; bueno, una belleza la señora y para variar extremadamente cruel.

¡Corre estúpida!— le ordenó Rebeca a Isabel dándole una patada— ¡ve a humillarte a los pies de tu dueña, a los pies de mi madre!— concluyó muy orgullosa la chica al igual que una orgullosa y arrogante Yadira aguardaba paciente como cada día, como la infeliz de Isabel se arrastraba, no gateaba, se arrastraba como un vil gusano hasta llegar a humillarse ante los pies de la hermosa Yadira.

¡A sus pies ama Yadira a sus pies!— repitió varias veces tan triste la desdichada Isabel besando, lamiendo los bonitos pies de Yadira que lucían unas preciosas sandalias plateadas de altos tacones; la pobre Isabel le lamía las uñas pintadas en rojo como si en ello se le fuera la vida.

¡Sí, ya vi que estás a mis pies jajajajajajajaja!— bromeó cínicamente Yadira provocando las risas de todas las chicas.

¡Mamá!— se expresó Rebeca en actitud caprichuda— estaba a punto de meterle un cigarro por el culo, ¿quieres ver?;

¡Mmmmm!— se expresó ésta vez una risueña Yadira— ¡con una condición!;

¿Cuál?— dijo Rebeca.

¡Pues que yo primero le meta un cigarro!, jajajajajajajajaja— de nuevo rieron todas.

¡Pero primero me va a quitar las sandalias que estos tacones me están matando, venga, hacia el mueble basura!— le ordenó la joven señora pateando en el rostro con desprecio a la infeliz muchacha que la siguió de nueva cuenta no gateando, ¡arrastrándose detrás de los pies de Yadira!, quien cómodamente se recostó en un mueble y esperó tan solo segundos para que Isabel la descalzara y al instante le alzara los pies manteniéndolos al aire para llevarse las plantas a sus labios, cubriendo su cara con dichas plantas, enterrando el rostro en ellas, degradándose de una manera tan aberrante restregando su rostro entre esas plantas, llevándose todo el sudor y olor al cual sentía que no se acostumbraría ni sirviéndoles toda su vida y lloraba tan triste por que bien sabía que les serviría a esas personas todo lo que a ellas se les antojara dejarla vivir.

De pronto Yadira la apartó con otra cruel patada en el rostro con la planta de su pie; la señora aumentó su sonrisa cruel en su rostro; su ex esposo y ahora esclavo se acercaba gateando llevándole sus sandalias de casa colgando entre sus dientes, las depositó en el piso con sumo cuidado y temeroso le besó los pies a su esposa que lo contempló altanera.

¡Ya está bien Oscar!— le dijo de pronto— ahora ve al rincón y observa como nos divertimos con la putita de tu amante.

El señor obedeció. Yadira ya disfrutaba de un vaso de vodka en cuanto le arrojó en la cara un limón a Julio— ¡tú, infeliz!; ¿tienes relucientes mis botas?;

El chico no contestó, se refugió junto a los pies de Rubí quien descaradamente contestó— ¡no lo creo Yadira, mira que le insistí pero es muy testarudo y prefirió estar haciéndola de gracioso conmigo que limpiar tus botas pero ni te apures, yo me encargo!;

¡Bien!— respondió Yadira— ¡castígalo como te apetezca pero ese será tu castigo, por mi parte se queda sin sus comidas (grandes comidas, eran mas bien sus sobras de ella y de Rebeca), oh y unos cuantos azotes no le vendrán mal!— concluyó la orgullosa señora.

Rubí miró graciosamente a Julio a sus pies como diciéndole— ¡lo intenté!; ¿Qué podía alegar Julio a su defensa?; el joven besó los pies de Rubí para tenerla relajada.

Enseguida hicieron las presentaciones entre Sari y Yadira y para dicha de Sarahi, le cayó de maravilla a la hermosa Yadira que se acomodó sus sandalias y sin hacerla de emoción le introdujo sin piedad el cigarro ardiendo en el culo a Isabel, no sin antes divertirse con ella haciéndola implorar tantita compasión. Yadira se comportó asquerosa al escupir varias veces repulsivos flemazos al piso invitando a la muchacha a tragárselos y así ganar indulgencias para al final, ¡nada!, tan solo se carcajearon de ella insultándola, llamándola cerda y encima soportando tan desagradable esencia tuvo al igual que soportar tan brutal tortura con el cigarro.

Isabel aulló, emitió unos alaridos espantosos, de ultratumba quedando casi inconsciente. Vetzaida se la llevó para revisarla y revivirla de nuevo para diversión de sus patronas y dueñas y mientras, ese tiempo fue aprovechado para por fin contar a Sarahi la ya tan ansiada historia.

¡Mami!— exclamó Rebeca— ¿le cuentas a Sari o lo hago yo?;

¡Tú, hermosa!;

¡Perfecto!;

¡Bieeeeeeen!— expresó Rubí— ¡Julio, en posición para escuchar la historia!;

¡Sí ama Rubí!— respondió humillado Julio que ya suficiente tenía con soportar una vez mas la humillación de escuchar su triste historia que lo había llevado a esas instancias para que encima tenga que hacerlo arrodillado, agachado en el piso acariciando con sus labios los pies de su novia, ahora su ama y que eso era lo que su ama esperaba de el, que le acariciara los pies con tiernas y cálidas lamidas y besos, ¡que humillante!, pero su padre lo acompañaría pues Yadira lo hizo realizar con ella lo mismo que el con Rubí.

Peque se puso mas cómoda y Rebeca dio inicio dándole una calada a su cigarro y después un sorbo a su bebida— ¡bien Sari, verás, esa putita de Isabel yo la conocí casi junto con Vetzaida, eran dos miserables!;

¡Y lo siguen siendo jijijiji!— interrumpió Peque haciendo reír a todas.

Rebeca continuó— ¡así es!, Isabel era una pobretona de mierda pero eso sí, muy bella y con un férreo carácter ¡casi como el tuyo Sari!, de reina sin corona, así que presta atención para que no te pase lo mismo— bromeó la huerita Padilla. Sari tan solo sonrió burlona.

¡Bien!; el caso es que aquí, bueno coño, ya todas saben de mi lesbianismo, el caso es que conocí a Isabel y quedé flechada por ella, bueno, cacheteaba las banquetas y torpemente le abrí las puertas de mi corazón, la muy puta me correspondió, ¡claro!, mentía, engañándome que me amaba y que al igual era lesbiana y le gustaban las mujeres; esto después de que le confesara mis sentimientos.

Fuimos grandes amigas, llegué a apreciarla y ¿Por qué no?, a quererla como a Rubí pero a Isabel la amé con locura, muchas veces terminamos enpiernadas en la cama. Yadira escuchaba muy atenta a su hija, le excitaba oírla hablar descaradamente, sin el más mínimo pudor.

El caso— continuaba Rebeca— es que la muy puta tan solo pensaba usarme como eslabón, la muy cabrona tenía ambiciones; la principal, salir de su mundo de miseria y yo representé el blanco perfecto, fui su conejillo de indias; Rebeca se pasó la mano por los ojos pues el recuerdo y el alcohol quisieron arrancarle algunas lagrimillas.

¡Después supe que la puta me despreciaba y que tan solo me usaba!; por ella conocí a Vetzaida, eran muy amigas, poco a poco la relación fue creciendo hasta que Isabel me convenció de que le buscara trabajo en la empresa de papá, ¡oh y no solo a ella!, también a Vetzaida y ahí me ven convenciendo a papá; bien, se ubicaron; a ella la ubiqué como secretaria personal de papá y pensaba ubicar a Vetzaida en un puesto similar pero la misma Isabel me pidió que la pusiera como una vulgar empleada de limpieza pues era algo zorra ¡ja!;

Accedí pues a mí Vetzaida me importaba una mierda, tan solo pensaba en complacer a mi querida Isabel, entonces sacó las uñas y se empleó a fondo en su estrategia que no fue otra que enamorar y volver loco a mi padre que bueno, ¡es hombre, la polla responde y demás!; por que el está aún, me consta, muy enamorado de mi madre que es preciosa— Yadira se sonrojó ante tal cumplido— pero claro con zorras como Isabel y ante su insistencia y su juventud, mi padre terminó cediendo; entonces fue Vetzaida quien me puso al tanto, no le creí, la abofetee; pero la chica fue astuta pues no se me presentó con las manos vacías sino con fotos como prueba.

¡Todo estaba claro!; ¿el motivo por el cual Vetzaida traicionó a Isabel?, entre algunos deduje que, como ella misma me dijo; por que la misma Isabel descaradamente le gritó que por ella la había ubicado como empleada de limpieza, le presumió sus planes e incluso sintiéndose ya la dueña del negocio, amenazó con correrla; entonces Vetzaida jugó el doble de sucio. Y otro motivo, con el tiempo me he convencido de que es mas leal y noble, por ello decidí que trabajara para mí, la hice especializarse en artes marciales, en aplicar curaciones y remedios caseros y algunos castigos y me ha respondido de maravilla aparte de que disfruta vengándose de Isabel.

¡Pero ya me desvié tantito!; estaba hecha una furia, confronté a Isabel y la muy cabrona me encaró con valentía; yo esperaba verla acorralada, temerosa; quizás, no se, ¡por estúpido amor la hubiese perdonado!, ¡pero no!, la niña me gritó a los cuatro vientos que tenía a mi padre lamiéndole la mano, que lo tenía a sus pies y que se casarían y ja, ¡sería mi madrastra!, que siempre me había despreciado y bueno, la niña tenía agallas pero no mas que yo, mamá y Rubí juntas; te lo juro Sari, ¡no querrías ser nuestra enemiga!; en un parpadeo actuamos con ayuda del abogado de la familia de Rubí y aunque a ciencia cierta mi padre también tiene influencias, las de nosotras pesaron mas y como de jugar sucio sabemos y mucho, aquí tienes el resultado— hizo mención observando con desprecio a su padre y a su hermano.

Mamá y yo con ayuda de Rubí destruimos a papá, lo arruinamos y lo condenamos a prisión y ¡lo está!, solo que no en una cárcel, sino en su propia casa y como no nos gusta lo convencional fuimos mas a fondo condenándolo a una esclavitud eterna por lo que le reste de vida jajaja al igual que a Isabel de la cual su familia no volvió a verla jamás. El amor se convirtió en odio y el odio en cierta lástima; la chica era una fiera pero encadenada poco podía hacer, la molimos a palos, latigazos, patadas, quemaduras; le quebramos el orgullo cagándonos en su cara tanto mamá y yo orinándonos en ella, haciéndola comer desperdicios; ahora sabe que depende de nuestros crueles caprichos y que vivirá lo que le dejemos vivir siempre a nuestros pies; ¡infeliz, hasta la hago limpiarme y beberse mi menstruación!;

Su dignidad está destrozada, no es ni la sombra de lo que algún día fue; ¡destrozada al igual que su belleza!, pues desde el primer día en que la tuvimos prisionera, mamá le partió la cara con el tacón de su zapatilla; entre Vetzaida y yo la hicimos permanecer en el piso postrada a los pies de mamá y ella con el fino y afilado tacón le rayó la cara; ¡ah mírala ahí viene!— se rió cínicamente Rebeca.

Todas voltearon y presenciaron como penosamente Isabel se arrastraba hasta detenerse a besar los pies de Rebeca y Yadira. La huerita Padilla la humilló sin piedad.

¿Qué tal Isa?; ¿aún sigues soñando con ser mi madrastra?, ¡anda!, arrástrate a los pies de mis amigas, la nueva es Sari, les besas los pies a cada una y les muestras de nuevo tu hermosa cicatriz.

Isabel estaba hecha una piltrafa, se arrastró miserablemente en primera instancia a los pies de Mayra, los besó y alzó el rostro, Mayra le escupió la cara; continuó su calvario sin limpiarse el rostro, besó los pies de Sarahi, ofreció el rostro, Sarahi le estampó una cruel bofetada; culminó con Rubí quien le rasguñó el rostro y cruelmente añadió— ¡Yadira!; ¿Por qué no nos muestras como le rayaste la cara?, así le pones en sintonía las dos mejillas jajajajaja.

¡NO AMA ESO NO!— imploró Isabel.

¡CÁLLATE!— le gritó Rubí dándole un puñetazo en sus maltratados pechos haciéndola aullar de dolor a sus pies, mención aparte que al implorar, Rebeca le obsequió una descarga. Yadira sonrió sádicamente.

¡Oscar, ve por mis zapatillas, las mismas con que le arreglé el rostro a ésta puta!;

Oscar obedeció tembloroso pero Rebeca comenzó con sus inocentes berrinches— ¡no mamá, tú ya le jodiste una mejilla, déjame a mí la otra, déjame ésta vez ser yo la que muestre como lo hiciste, además yo estoy contando la historia y además quiero quiero quiero!;

¡Jajajajajajajajajaja!— todas se rieron. Yadira accedió con una bella y cruel sonrisa.

Oscar llegó y calzó a Rebeca con las mismas zapatillas de su madre. Vetzaida sola se valió para acomodar a Isabel que se deshacía en ruegos y la dejó a merced a los pies de la huerita Padilla pisándole la espalda.

Rebeca se agachó, pegó casi el rostro al de Isabel y con total desprecio le escupió la cara contemplando como un abundante salivazo se plasmaba grosero en su mejilla, la cual estaba a punto de destrozarle— ¡pudiste ser feliz Isa, pudimos ser felices, tú en especial pudiste gobernar junto a mí y llevar una vida de ensueño, ahora púdrete!— y volvió a escupirle la cara tras haberle hablado íntimamente; se levantó y hablando mas alto para todas exclamó ignorando las súplicas de Isabel— ¡esto por querer arruinar mi hogar y quitarme a mi papi!; ¿en donde está ahora tu altanería Isabel?, ¿recuerdas cuando te atreviste a llamar a mi madre vieja?; jajajajajajajaja, ¡mi madre es una Diosa y tú eres menos que la mierda que cagamos!;

¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!;

¡El alarido fue espantoso!; la expresión en el rostro de Rebeca: ¡sádico!; el movimiento: ¡rapidísimo!; Rebeca levantó el pie con elegancia y seguido le clavó el tacón en la cara, lo mantuvo ahí; Isabel sangraba abundantemente, la fina punta del tacón se le había clavado sin piedad en la cara, entonces Rebeca ejecutó la segunda parte aún mas cruel, hizo presión con el tacón y ¡zas!, le rayó la cara deslizándole el tacón por todo el rostro. Isabel casi queda de nuevo inconsciente.

¡Jajajajajajajajaja!— se rió a gusto Yadira— ¡vamos mejorando, cuando se lo hice, hasta se orinó!;

¿O quizás no se lo han hecho bien ésta vez?— intervino una quisquillosa Rubí.

Rebeca no contestó, sabía que se había aplicado a fondo y no tenía caso repetir la tortura, no tenía caso jugar a matarla en cuanto les servía viva. Vetzaida de nuevo se llevó a Isabel y Rebeca le habló a Sarahi.

¿Y bien Sari, que tal la historia?; sí omití algunos detalles pues disculpa pero ya me siento algo ebria además pues después si los recuerdo te los comento.

¡Emmmmm sí!— contestó Sarahi— lo de tu padre e Isabel lo entiendo perfecto, están pagando su traición; pero ¿y Julio?, nunca lo mencionaste, ¿el que tuvo que ver con todo esto?;

¡Jajajajajajajaja!; todas se carcajearon y hasta que Rebeca pudo hablar sin reír le respondió cínicamente, descaradamente— ¡NADA!, Julio nada tiene que ver, esa fue idea de Rubí y por lo tanto será ella quien te cuente.

Sarahi de nuevo no entendía y tan solo observaba como Rubí melosamente le acariciaba el cabello a Julio con sus manos. Peque le adelantó algo a Sarahi susurrándole al oído— ¡Julio fue el precio a pagar, Rubí ayudó a Rebeca a joder a su padre, al final pidió como recompensa a Julio y Rebe y su mamá accedieron mas que gustosas, la verdad ni lo extrañan jijijijiji!; Sarahi quedó un tanto impresionada.

¡Sí emmmm!— comentó Rubí— ya después te platico Sarahi, tan solo pues, amo a Julio, ¡lo juro!;

¡Jajajajajajajajajajaja!; todas rieron. El pobre joven se encontraba totalmente avergonzado, en la cúspide de su humillación pues Rubí que ligeramente lo había acomodado de rodillas para acariciarle la cara, lentamente lo fue reduciendo y bajándolo hasta acomodarle la cara debajo de sus pies y groseramente descansaba sus delicadas y finas plantas en la cara de Julio sintiendo aún los cálidos besos que éste le depositaba.

Por el momento, la amena reunión llegaba a su fin, al parecer las chicas resistieron dignamente al vodka y desistieron en seguir la parranda pues cada quien tenía sus actividades. Sarahi se sintió dichosa al momento en que Rubí le ofreció alojamiento en su casa para ella y su esclava Norma; pues de momento su madre Gloria, estaba de viaje a lo que la señorita Panty se encontraba tan solo rodeada de sirvientes, lo cual no le caía muy en gracia y como Sarahi estaba aún resentida con su madre, ¡pues que se jodiera! Y aceptó encantada saliendo un tanto transformada de aquella casa de la huerita Padilla que se había quedado dormida en el mueble a lado de su madre.

Peque y Vetzaida estaban entretenidas en acomodar a Norma en la cajuela del auto de Rubí; Norma miraba aterrorizada a Sarahi, ésta le dedicó una perversa sonrisa.


Continuará…………………………………..