sábado, 27 de octubre de 2012

LA DIOSA, LA BESTIA Y EL BASTARDO 7

El tiempo seguía su marcha y con el paso de éste, aumentaba la belleza de Andrea y lastimosamente también aumentaba la fealdad en Graciela pero quien estaba convertido en un auténtico caos era Manolo; sentía en ocasiones que la cabeza le iba a explotar de tanto pensar y de pensar dar paso a atormentarse con tantas cuestiones relativas a su loca pasión por los pies de Andrea.

El principal problema para Manolo lo representaba esa contradictoria situación que lo envolvía y absorbía por completo pues el pobre no podía negar que se excitaba con el olor de los pies y de los zapatos de Andrea; le excitaba pero también lo hacía sentirse miserable, ofendido; en concreto, humillado y eso le dolía profundamente.

Él sabía del derecho y del revés cómo era Andrea; por lo tanto, sabía que no podía confiarle tal asunto tan delicado para él pues la reacción inmediata de la muchacha, sería sin duda, reírse de él hasta más no poder.

Manolo sentía que ya no podía lidiar mas con lo que tanto le atormentaba pero igual y no podía plantarse simplemente frente a Andrea y platicarle lo suyo; continuaba pese a todo, hurtando las prendas y el calzado de la chica y desahogándose en el baño, el único lugar de mayor seguridad e intimidad para aplacar sus placeres fetichistas.

Ya cuando de plano no podía quitarse de la mente la imagen de Andrea y de sus pies, ni podía refugiarse en el baño con alguna prenda de ésta; entonces, encontraba un fugaz escape en el alcohol y justamente en uno de esos días; Andrea, muy temprano había regresado a la casa hasta cierto punto extrañada y preocupada pues a Manolo no se le había visto ni la sombra, por lo tanto, la chica no tenía a quien fastidiar pues con Graciela existía el riesgo de llevarse una paliza.

Transcurrió la tarde y llegó la noche y de Manolo nada. Andrea almorzó en casa de Nersy pues sin Manolo presente, nadie la servía en la mesa como ella se merecía. Andrea estaba malhumorada en su habitación, ella sola se había descalzado; suerte que no le habían entrado ganas de ir al baño o entonces sí que se encontraría en aprietos.

Una llamada de Nersy le devolvió la alegría; irían al antro a lo que no le dio mas tiempo a sus berrinches y se apresuró a alistarse y ya cuando se disponía a salir con una minifalda negra, blusa a rayas de mangas largas y unas preciosas zapatillas al igual negras de largos tacones le pareció oír algunos ruidos por el pasillo, tan solo se asomó por la puerta de su cuarto y a nada que Manolo se le cae encima.

El joven tropezó producto del abuso del alcohol consumido y torpemente cayó a los pies de la señorita Andrea quien con los brazos en la cintura, lo contemplaba más que divertida.

— ¡Vaya con el Manolito!— exclamó riendo la chica.

— ¡No es de tu incumbencia, no me cuestiones!— hablaba torpemente el joven.

— ¡Ja ahora resulta!— se quejó indignada Andrea— ¡Oye Manolo, si sirves para algo, demuéstramelo, dame dinero!— le comentó pateándolo suavemente en su costado.

— ¡AL DEMONIO SI QUIERES DINERO GÁNATELO MALDITA PERRA!;

— ¡Ahhh Ma…! ¿Qué? ¡Ma…!— balbuceaba Andrea sin lograr terminar la frase— ¿Qué dijiste Manolo?— y no la terminó; permaneció con la boca abierta, incrédula por alrededor de cinco minutos y no tenía para cuando reaccionar pero Manolo estaba verdaderamente mal y sin razón alguna salvo el efecto del alcohol, rompió a llorar acurrucado en el piso.

— ¡NO VALGO NADA, SOY UN PERRO, UN BASTARDO, UN POBRE PERRO!— gritaba completamente perdido.

— ¡Ehhhhhh sí qué le vamos a hacer!— comentó Andrea risueña— Pero así y todo se te quiere, venga, levántate ya estúpido Manolo— le dijo ayudándolo a incorporarse hasta lograr que el joven quedara sentado en el mueble.

— ¡A donde diablos vas vestida de puta!;

Andrea no le contestó. El comportamiento de Manolo tan solo le causaba gracia.

— ¡Dame dinero!— le exigió.

— ¡Gánatelo como una puta!;

— ¿Manolo estuviste con una puta?— preguntó graciosa e inocente su hermanita.

— ¡Puede ser, es mi puto problema!;

— ¡Claro, solo eso explica que no hagas otra cosa mas que hablar de putas!;

— ¡Báilame!— le pidió Manolo.

— ¡Bueno!— contestó Andrea que a todo eso encontró un buen pretexto para seducirlo pues Manolo solo así, borracho, era como se atrevía a proponerle tales tratos a Andrea. No sería la primera vez que la chica le bailara a cambio de dinero, a ella le divertía hacerlo pues Manolo solo borracho era atrevido con ella y Andrea no negaba el interés que tenía por aquel joven a lo que aprovechaba esas ocasiones para tener un contacto mas intimo con él pues era la única forma de que no la rechazara producto de echarle en cara la moral, que eran hermanos y todo ese rollo que Andrea se sabía de memoria.

Sin perder tiempo, la chica, emocionada corrió a ponerle seguro a la puerta, localizó música adecuada para la ocasión y sin mas se le montó encima a Manolo, mas que para bailarle, para abrazarlo y besarlo. El sabor de los labios de Manolo no le resultó tan agradable tras haber bebido y fumado.

Andrea, decepcionada optó por morderle el cuello, quitarle la camisa y rasguñarlo maliciosamente por la espalda y los pechos; seguido bajó de él y por puro gusto inició una serie de sensuales movimientos al ritmo de la música alrededor de Manolo.

A la chica le gustaba tanto actuar de esa forma frente a Manolo que no se percató de que éste hacía rato que dormía. Andrea terminó en ropa interior y sus zapatillas; la blusa y la minifalda se las había arrojado a la cara a Manolo y solo cuando terminó su sensual y excitante baile cayó en cuenta que Manolo dormía.

Molesta y sobretodo sintiéndose ridícula se vistió y revisó a Manolo hasta dar con su cartera; menuda sorpresa se llevó al abrirla y ver que solo quedaban en el interior una que otra moneda sin considerable valor.

— ¡Ahhhhhhhh!— se quejó berrinchuda Andrea— ¡ESTÚPIDO MANOLO!— exclamó abofeteando al joven que se encontraba en otra dimensión.

— ¡Asssshhhhh no debí hacerte mi número estelar!— comentaba graciosa, sentada nuevamente sobre las piernas del joven y hablándole con los brazos en la cintura ligeramente enfadada— Bueno, ni hablar, para la otra cobro por adelantado— se rió de su propio comentario arrojándole la cartera en el pecho a Manolo y retirándose para encontrarse con Nersy.

— ¿Qué tal la resaca Manolete?— le preguntaba chocantona al otro día mientras devoraba una barra de cereal y su gatorade.

Manolo, bostezando y resintiendo aun los estragos de la noche anterior no apartaba la vista de las piernas de Andrea; dirigía la mirada a los pies de ésta, la subía de nuevo a sus piernas, a sus pechos; Manolo meneó la cabeza para controlarse y sacarse tantos pensamientos inmorales.

— Pásame la cajetilla— le dijo cambiando de tema.

— No tienes cigarros Manolo, ni dinero, ni perro que te ladre— se burló la chica.

— ¡Demonios!— exclamó alarmado el joven— ¡De seguro tú me robaste!;

— ¡Bájale Manolo eso te pasa por andar con putas!;

Manolo quedó rojo, no se acordaba de nada pero intuía que la había cagado con Andrea. La miró suplicante, con esa mirada de cachorro que a Andrea le encantaba.

— ¡Olvídalo Manolete, tampoco te excediste y mamá y la Bestia no se enteraron de nada pues no estaban acá!;

Manolo respiró aliviado y ciertamente asombrado ante la benevolencia mostrada por Andrea.

— ¡Me muero de hambre!— comentó Manolo.

— ¡Uy pues no hay nada Manolete, Nersy me invitó esto!— dijo alzando los brazos y enseñándole su gatorade y su barra de cereal— ¿Qué harás Manolo? Por que no tienes un puto peso y mamá llega hasta alrato para el almuerzo o sea que morirás de hambre— lo cuestionó burlona.

— ¡Mierda! Y hasta mañana cobro— se dijo el joven para sí mismo en voz alta.

— ¡Descuida tonto, vístete que te invito a desayunar!; Manolo la miró incrédulo.

— ¡Venga, date prisa antes de que me arrepienta, hoy amanecí de buenas contigo!— le afirmó— ¡Dale, muévete!;

— ¿Y tú como tienes dinero?;

— ¡No te importa, igual y anduve de puta toda la noche!;

El joven ya no habló; sus tripas le exigieron que obedeciera a la hermosa Andrea.

— ¿Pero pero pero tú estás loca Andrea? ¡Este restaurante es carísimo!— le reclamaba Manolo a la entrada de un exclusivo y lujoso restaurante. Andrea lo miró divertida y segura de sí misma.

— ¿Tú pagarás?;

— ¡No pero es que este lugar, bueno, dicen que….!

— ¡Cállate y sígueme!— lo cortó Andrea dirigiéndose a la puerta. Manolo titubeó pero al final corrió detrás de la chica.

Andrea nada mas entrar, se sonrió orgullosa de sí misma al sentirse el centro de muchas miradas de los ahí presentes. Era claro que su belleza resaltaba e imponía respeto y admiración.

El mesero en turno le sonrió no sin antes dedicarle una exagerada reverencia; era un lugar exclusivo, por lo tanto, la gente que lo frecuentaba estaba excesivamente podrida en dinero. Andrea ignoró al mesero y con una expresión despectiva le indicó lo que deseaba ordenar.

El chico, unos años mayor que ella, no se sorprendió; estaba acostumbrado a recibir ese trato de los estirados clientes y Andrea con poco lucía sensacional, elegante y sofisticada. Su belleza era natural en ella y marcaba diferencia en donde sea que se presentara, mención aparte de que la chica siempre lucía impecable con prendas caras que a Manolo le costaban un ojo de la cara, mas que eso, se partía el lomo para complacer a la jovencita pero ahí estaba la gratificación para Manolo, el contemplar lo bien que lucía la condenada Andrea con aquellas exclusivas prendas de vestir.

Andrea y Manolo devoraron como nunca en su vida.

— ¿Rico?— se burlaba Andrea de Manolo para hacerlo sentir aun mas incómodo de lo que se encontraba; tanto así, que la misma Andrea ordenó por él.

Manolo satisfecho se ausentó un momento al baño y al regresar se encontró con Andrea discutiendo con la dueña del restaurante y en medio de ellas, un apenado mesero. Manolo intentó intervenir pero quedó fulminado ante una penetrante mirada de Andrea que le indicó: ¡Solo quédate ahí!;

— ¡ES UN IMBÉCIL, UN INEPTO!— prosiguió Andrea en ofender al mesero que tan solo deseaba que la tierra se lo tragara. La dueña de alguna manera se lo estaba tragando con la mirada.

Andrea, en un acto de pura y gratuita maldad al igual que magníficamente muy bien ideado, estiró tantito el pie al momento que un mesero pasaba cerca de ella con una bandeja en ausencia de Manolo; ¿El resultado? El mesero terminó en el piso y la bandeja y su contenido sobre la mesa de Andrea que tan estudiado tenía su plan que ni siquiera se manchó la ropa pero montó en cólera hasta reclamar la atención y la presencia de la dueña que no se lo pensó mucho para tomar una decisión al deducir por la fina presencia de Andrea que se trataba de una de aquellas niñas mimadas de mami; ¡Ja! Si supiera que Andrea no formaba parte de ese círculo otro gallo le hubiera cantado al pobre mesero.

— ¡Le ruego perdone la torpeza de mi empleado señorita…!

— ¡SEÑORITA MENDOZA!— le aclaró Andrea de malos modos.

— ¡Señorita Mendoza le suplico acepte como enmienda que no le cobremos su consumo!;

— ¡ESE NO ES EL CASO, ME ESTROPEÓ MI DESAYUNO!;

— ¡Si así lo desea lo despediré ahora mismo!— le ofreció la señora ante la cara desesperada del chico.

— ¡No será necesario….Si se disculpa en este momento!— opinó Andrea mirando con desdén al muchacho que al instante se dirigió a ella con humildad.

— ¡Le suplico me perdone, no fue mi intención importunarla!;

Andrea se dio por satisfecha tomando su bolso y retirándose del lugar, ignorando a la mismísima dueña que insistía en que por favor olvidara el incidente y volviera a acudir al restaurante.

Antes de salir, Andrea le dedicó una cínica sonrisa al mesero que no tuvo de otra que humillar la mirada ante aquella altanera muchacha y resignarse a pagar con su miserable sueldo el consumo de ésta, lo cual lograría en unos meses de trabajo y lo que implicaba pasar mas penas con su familia pero eso a Andrea no le interesaba. El mesero bien sabía que la chica había actuado y lo había perjudicado a propósito pero era su palabra contra la de la estirada señorita a lo que no podía hacer nada mejor que callar y callar.

— ¿ME QUIERES DECIR DE QUÉ DEMONIOS TE RÍES?— abordó Manolo muy enojado a Andrea al alejarse del lugar y ver que ésta no paraba de reír y reír.

— ¡Pues que todo salió perfecto Manolo perfecto mmmmmm a poco no estuvo delicioso todo!;

— ¿De que hablas?;

— ¡Pues de qué mas burro, que todo fue fingido, actuado!;

— ¿Queeeeeeeeee?;

— ¡Así es Manolito! A ver, pues de donde voy a tener yo para pagarme un desayuno aquí y encima el tuyo; ¡Ni que ande de puta Manolo! Pregunta, ¡No veo putas por aquí jajajajajajaja! ¡Ya coño quita esa cara, no vas a negar que comimos delicioso!;

Manolo poco a poco fue asimilando el cruel comportamiento de Andrea y se sintió muy decepcionado de ella, en especial al pensar en el mesero quien fue finalmente quien pagó los platos rotos. Andrea excediéndose en hacerse la graciosa le mostró su bolso a Manolo para que éste comprobara que efectivamente un solo peso no cargaba en el bolso.

— ¡Nada Manolo nada de dinero pero ehhhhhhh que rico comimos!;

Manolo prefirió ignorarla. Andrea lo empujó.

— ¡Bájale Manolo, deberías agradecerme que te maté el hambre y en un lugar exclusivo!;

— ¡ESO NO SE HACE ANDREA, NO ES CORRECTO, ERES MALA EN VERDAD!;

— ¡Bah gran cosa, Divanny lo hace cada semana!;

— ¿QUIEN DEMONIOS ES DIVANNY?;

— ¡Divanny Torres; la prima de Rubí Torres Panty! Ellas me dieron la idea, mejor dicho, me la pasaron; ellas tienen un chorro de lana pero se divierten cada semana con sus familias atormentando a un mesero y nunca pagan su consumo sino que joden al desgraciado en turno tal y como lo hicimos hoy o sea, ¡Ya están acostumbrados Manolo! ¿Regresamos mañana? ¡Bueno! ¿La otra semana?; Manolo la ignoró.

— ¡Idiota! ¿Oye Manolo te apetece un cigarro? A ver, déjame revisar— se burlaba de Manolo moviendo su bolso para hacerle ver de nueva cuenta que no llevaba nada de dinero— ¡Nada Manolo ni un puto peso!— exclamó graciosamente ante un enfadado Manolo— ¡No importa Manolín igual y los conseguimos gratis!;


Antes de llegar a casa; Andrea como siempre, con caricias y berrinches logró sacarle una sonrisa a Manolo y aunque prometió no volver a jugar con el personal de aquel lugar, ambos sabían que no cumpliría, solo que Manolo ya no se prestó para esos juegos.

Andrea repitió su mismo plan en varios lujosos comercios en compañía de Nersy y una que otra ocasión con la familia de Rubí y la prima de ésta.

El tiempo transcurría y con éste, diversos acontecimientos que invariablemente hacían a Manolo formularse la siguiente cuestión: ¿Así sería siempre su vida? Con enfados, con tristezas, una que otra alegría producto de ver sonreír a Andrea y de ese excesivo amor que le profesaba pero con más recuerdos amargos que siempre le pisoteaban sin piedad cualquier alegría que se le presentara.

Andrea era cruel en una sola palabra. ¿Qué si era hermosa? ¿Una auténtica Diosa? ¡Lo era!; ¿Imprevisible? ¿Obsesiva? ¿Vanidosa? ¡Lo era!; Eso y mas lo era pero descrita en una sola palabra, era cruel.

Para Andrea no bastaba con molestar y humillar a una persona, no culminaba con aquel o aquella infortunada hasta que no la pisoteaba en absoluto moral y físicamente. Andrea era feliz si hacía sufrir a alguien causándole dolor moral, arruinándole sus sentimientos, orgullo y dignidad y si se presentaba la ocasión de torturarla como se pudiera físicamente, la chica lo gozaba.

Manolo se formulaba varias cuestiones y nunca podía llegar a algo en concreto, nunca llegaba a tener la certeza de lo que pasaría o podía pasar. El pobre continuaba viviendo con sus raros e inmorales placeres ocultos a la vista de la gente que se considera “Normal”.

Continuaba viviendo soportando las burlas y humillaciones de Andrea que lo consideraba un mero objeto de diversión, alguien que solo debería existir para vivir y sufrir por ella; eso es lo que hacía Andrea con aquel joven, hacerlo sufrir y cuando mas Manolo se sentía asfixiado, cuando mas sentía que no toleraría mas llevar aquella carga, cuando pensaba que solo a él le sucedían aquellas tristes anécdotas; el destino, la vida se encargó de darle otra bofetada en su difícil existir sin que el pobre siquiera soñara con que tan solo iniciaba el principio de una nueva vida para él, una vida aun mucho mas dura, pesada, penosa y que no tenía para cuando finalizar en cuanto a sufrimiento y dolor moral se refiere.

Una mañana de un sábado, la cual Manolo siempre recordaría pues marcó el inicio de una nueva etapa en su vida, el joven hubiese deseado como lo deseó en su momento, no dirigirse al cuarto de Andrea, el cual seguían compartiendo.

Solo él y la chica se encontraban en casa; Manolo se vistió y se despidió para salir pero por circunstancias del destino se entretuvo solo en la puerta platicando con uno que otro vecino, al considerar que por cuestiones de tiempo ya no llegaría a donde supuestamente debía haber llegado desde hacía rato, desistió en continuar con lo planeado para ese día y se decidió a descansar unos momentos mientras su madre y Graciela retornaban a casa.

En principio, estuvo tentado para echarse en el mueble, mirar qué había de novedoso en la tv y sobretodo escaparse por ese lapso de la odiosa muchacha a quien por cierto, también adoraba y consideraba su verdadera hermanita pero fue mas fuerte la tentación de estar junto a Andrea aunque ésta tan solo se la pasaba fastidiándolo a lo que finalmente optó por subir las escaleras y dirigirse a la habitación. Lo que presenció lo dejó atónito y a la soberana voluntad de la muchacha que de por sí ya gobernaba gran parte de su existir.

Manolo no se lo pensó mucho y empujó la puerta; aquellos gemidos y jadeos provenientes del interior de la habitación le hicieron imaginarse muchas cosas excepto lo que era, lo que lo ocasionaba, lo que en sí era su verdadero origen.

— ¡MAAAA….!— fue todo lo que Andrea alcanzó a pronunciar ante la sorpresiva presencia del joven.

Andrea estaba bañada en sudor, temblaba de placer y ahora de ciertos nervios ocasionados por tener en frente a Manolo. Andrea estaba paralizada, no sabía qué hacer, qué decir; la mano continuaba sobre su sexo, acariciándoselo, masturbándose, su ser no entendió de razones y ante Manolo la chica se convulsionó, la excitación fue mayor y superó cualquier otra alternativa.

¡Andrea acababa de tener un orgasmo frente a Manolo!;

Continuará……………………………………


viernes, 12 de octubre de 2012

LA DIOSA, LA BESTIA Y EL BASTARDO 6

— ¡Maaaaaaanooooolo mas cacahuates!— gritó Andrea enfadada por tercera vez. Segundos después de ese tercer grito el joven hacía acto de presencia en la sala con los mentados cacahuates.

— ¿Por qué demonios te tardas tanto?;

— Quizás por que ando por ahí perdiendo el tiempo como ciertas personas— respondió el joven con sarcasmo a su hermanita y a Nersy que efectivamente tan solo mataban el tiempo platicando de asuntos sin interés en la sala; por lo contrario Manolo no paraba con tantas labores, labores del hogar que correspondían a la señorita Andrea realizar a lo que sudoroso les dejó el plato y se marchó pero tan solo había avanzado a lo mucho unos pasos en cuanto la voz de su adorada hermanita lo detuvo.

— ¡Ehhhh Manolo! ¿Nos traes refresco? Jijijijiji— Andrea y Nersy rieron en complicidad ante el claro enojo del joven.

— ¿Por qué carajo no me lo pediste a gritos con los cacahuates?;

— Por que en ese momento aun nos quedaba tantito— contestó risueña Nersy.

— ¡Bah! No le expliques nada y no estés de grosero Manolo— intervino Andrea.

— ¿Se les ofrece algo mas a las señoritas?— preguntó chocante Manolo después de servirles el refresco solicitado.

— ¡Sí….hielo!— contestó burlona Andrea— ¡Ahhhh coño bien Manolo, ya lo trajiste, bravo, piensas en todo!;

Una vez mas el chico optó por retirarse y una vez mas se sintió incapaz de hacerlo gracias a otra travesura de aquellas hermosas y perversas diablitas. Nersy se llevó a la boca el vaso con refresco y al hacerlo, Andrea le movió el brazo jugando con ella. ¿Resultado? El líquido terminó en el piso y los zapatos de la chica.

— ¡Assssshhhhhh Manolo cayó refresco al piso! ¿Límpialo no?— le propuso una sonriente Andrea.

— Mira Andrea— le habló el joven acercándosele y clavándole un intimidante y molesto semblante plasmado en su rostro— Solo te advierto que si tu madre llega y no ve todo en orden, a quien joderá será a ti.

— Pues apúrale a limpiar y a seguir con lo tuyo. ¡Dale mueve el culo!;

— ¡Eres odiosa cuando te lo propones!— le dijo el joven marchando en busca de un trapo húmedo.

— ¡Soy tu adoración Manolo!— se rió la malvada chica sintiéndose orgullosa de sí misma ante el control que continuaba ejerciendo sobre aquel joven.

Mientras Manolo limpiaba arrodillado el piso ante los pies de ambas chicas, recordó tiempo atrás, cuando Andrea y Nersy eran unas niñas y hacían de las suyas ensuciando toda la sala, él siempre era quien las asistía y complacía en absoluto. El tiempo había avanzado pero nada había cambiado a excepción de que Andrea y Nersy ya no eran unas niñas, eran unas preciosas señoritas.

El caso es que Manolo seguía siendo el juguete preferido de ellas, como prueba, Andrea descansaba los pies sobre la espalda de Manolo mientras que el pobre avergonzado, se apresuraba a limpiar el piso. Era incapaz de ponerle un alto a aquella chica. Nersy se encargó de incomodar mas a Manolo haciéndolo lucir más rojo que un tomate.

— ¡Wow Manolo qué servicial eres! ¡Te quiero como hermano jajajajajaja! Aunque Francisco te compite sanamente pero si sigues así, nos decidiremos por fin a nombrarte como nuestro exclusivo sirviente oficial. ¿Verdad Andrea? Jajajajajajaja— se burló descaradamente del joven acariciándole la cara, revolviéndole el cabello mientras lo contemplaba a sus pies.

— ¡Sería un grandísimo honor, podría entonces morir en paz!— respondió irónicamente Manolo.

— ¡Jajajajajajajaja ay Nersy pero qué cosas dices! ¡Mira que comparar y catalogar a Manolito con un simple sirviente!— intervino Andrea muerta de risa.

— Y si no es nuestro sirviente, entonces; ¿Qué es?— preguntó Nersy con la firme intención de fastidiar en extremo al joven.

— ¡NUESTRA MASCOTA! Manolo es como una mascota, es mas apropiado que considerarlo un mero sirviente— comentó cínicamente Andrea sin dejar de mirar con burla y despectivamente al chico que dando por terminada la limpieza quiso desaparecer de ahí pero Andrea, en dos felinos movimientos lo abrazó, lo hizo mantenerse de rodillas ante ellas, lo besó con dulzura en las mejillas; como siempre, al final, encargándose de que sus labios se encontraran con los del joven; entonces, continuó hablándole obligándolo a escucharla.

— ¡No pongas esa cara Manolo, aquí todos sabemos tus orígenes y te lo he dicho muchas veces! ¡Agradecido deberías de estar al encontrarte con nosotras y no en la calle o en un jodido orfanato o yo que se!;

— ¡ERES COMO UNA MASCOTA MANOLO!— alzó la voz Andrea, mirándolo fijamente, sin importarle que una vez mas había conseguido su propósito, hacer llorar y sufrir a la persona que sin duda mas la adoraba en este mundo— ¡Eres como una mascota por que a las mascotas se les adopta así como a ti que te encontramos en el basurero! ¡Mi madre te adoptó como si fueras un cachorro!— concluyó cruelmente.

— Jajajajajajaja— se rió Nersy con ganas— ¡Coño Andrea!; entonces, ¿Por qué no le ponemos nombre al cachorro?; más bien, ¿Por qué no se lo cambiamos? ¡Manolo como que ya aburre!— terminó por hundir al joven en la ofensa y la indignación.

Manolo temblaba de impotencia, se clavaba las uñas en las manos; era demasiado, demasiado el dominio que Andrea ejercía sobre él. Aquellas lastimosas palabras se las había dicho una y otra vez, se las había dicho encontrándose solos o en presencia de Nersy como en esta ocasión; ambos sabían que lo seguiría haciendo pues Andrea, por naturaleza era cruel e insensible y Manolo en verdad parecía haber nacido para adorarla, no para cuestionarla, mucho menos para enfrentarla.

— ¡Bájale Manolo, no hagas tanto teatro, bien sabes que me gusta recordarte tu origen para que nunca lo pierdas de vista y lo de ser nuestra mascota, debería para ti, ser motivo de orgullo!;

— ¡Si vieras cuantos mueren por ser nuestras mascotas!— comentó riéndose sin control.

Manolo la miró con los ojos llorosos, sin duda tenía mucho que reprocharle pero una vez más, no encontró ni logró armarse con los argumentos suficientes para hacerlo a lo que derrotado y humillado decidió retirarse.

— ¡Oye oye oye!— lo retuvo Nersy— ¿Y mis zapatos qué?— lo interrogó burlona, moviendo graciosamente los pies y con ellos sus favoritos zapatos de piso cerrados color arena— No se van a limpiar solos, igual se mancharon de refresco, refresco que la burra de tu hermanita tiró— concluyó sorprendiendo a Andrea al golpearla en la cabeza con la palma de su mano.

El joven miró a Andrea como preguntándole en silencio qué debía hacer.

— ¡Límpialos Manolo, limpia los zapatos de Nersy!; El joven retrocedió unos pasos con la intención de marcharse.

— ¡MANOLO!— gritó Andrea enérgicamente.

Manolo se acabó una vez mas ante la puta determinación de la chica y su clara y evidente debilidad de él que como un robot, se dejó caer de rodillas ante las penetrantes miradas de ambas jóvenes y con el trapo en mano, se dispuso resignado, a limpiarle los zapatos a la señorita Nersy. En cuestión de segundos, Manolo no resistió más y rompió a llorar como un niño ante los pies de una sorprendida Nersy.

— ¡Qué malas, ya lo hicimos llorar!— se burló Andrea.

— ¡Yo no hice nada!— fue la graciosa opinión de Nersy llevándose las manos hacia atrás de la cabeza.

— ¡Ehhh descálzate y déjale los zapatos, digo, para que estés mas cómoda!— le propuso Andrea.

— ¿Me descalzas?— le insinuó Nersy a un adolorido moralmente Manolo que tan solo se limitó a complacer a la joven.

— ¿Y no le molesta el olor de mis pies?— insistía Nersy en hacerle mas desgraciado el día al joven.

— Está acostumbrado— respondió Andrea mirando con aparente lástima al humillado joven— Recuerda que me besa los pies desde pequeña.

— ¡Entonces le gusta!— opinó Nersy.

— ¡No lo se si le gusta pero de que está acostumbrado a estar a mis pies lo está!— comentó una orgullosa y frívola Andrea— A lo que no creo que haya mucha diferencia de que ahora permanezca a tus pies, además, no sería la primera vez.

— ¡Bien!— contestó Nersy estirando indolente los pies, dejándolos a centímetros de la cara de Manolo que no paraba de llorar ni de sentir el olor que destilaba del interior de los zapatos y de los pies de la muchacha.

— Debo irme— dijo Nersy minutos después— ¡Cálzame!— le ordenó con naturalidad a Manolo, divirtiéndose en acariciarle la mejilla con los deditos de su pie a modo de secarle las lágrimas.

— ¡Jajajajajajajaja!— se carcajeó alegremente Nersy. Andrea, antes de que Manolo la calzara, lo había obligado a besarle los pies a su amiga pensando que con ello lo humillaba mas; por el contrario, a Manolo le sirvió para olvidar el trato tan déspota que le daba su adorada Andrea y se refugió siquiera por unos benditos instantes en el inofensivo y sí excitante aroma de los pies de Nersy que riendo se marchó.

— ¡Ay Manolo como eres patético, me avergüenzas y haces el ridículo ante Nersy!— lo reprendió Andrea dejándolo solo, tirado en el piso con su dolor— ¡Nos vemos luego….Bastardito!— se río Andrea de él pisándole la espalda, permaneciendo sobre él por unos segundos y alejándose silbando de la sala.

Manolo se encontraba en verdad mal como cada vez que Andrea y Nersy se burlaban de él; siendo menores en edad, lo superaban por mucho en carácter y determinación pero en especial tenía que ver y por mucho, el cariño que Manolo sentía por Andrea, cariño que dio paso al amor y este a la adoración.

Andrea por su parte, estimaba a Manolo pero no escatimaba en hacerle daño; a lo mucho lo estimaba como lo que cínicamente le había comentado y comparado: como a una mascota a lo que cruelmente se aprovechaba de la situación y de la entrega total de aquel joven hacia ella.

Así era la vida de Manolo, de Andrea, de su familia; así transcurría. Andrea pisoteaba moralmente a Manolo y en breves instantes volvía a reconstruirlo.

Con una sonrisa más bien de pena y de burla que de afecto, con una migaja de su atención era suficiente para tener a Manolo comiendo de su mano.

Manolo tan solo veía tristemente como estaba siendo absorbido por Andrea sin poder hacer algo a su favor causando la pena y el enojo de Karina y Graciela que no comprendían el excesivo amor del joven, si es que ese era el término correcto a emplear.

Días después, Andrea llegaba a casa luego de hacer ejercicio con Nersy, estaba bañada en sudor; como siempre, entró silbando y luego luego se dirigió camino a la sala al visualizar ahí a la familia reunida charlando alegremente.

— ¡Qué hubo perdedores!— exclamó burlona Andrea al no pasarle desapercibido que los tres ahí presentes temblaron al oírla y verla.

Andrea se echó encima de Manolo que se encontraba solo en un mueble; en el de enfrente descansaban Graciela y Karina. Andrea se recostó ofreciéndole los pies a Manolo.

— ¡Descálzame Manolito, debo tener los pies muy sudados!— le indicó bostezando, intentando relajarse.

Todos hicieron de verdad un gran esfuerzo por continuar la charla pero resultó imposible; Manolo tras descalzar a Andrea, le pidió con la mirada suplicante que se comportara, que no arruinara la tranquila tarde pero ésta, maliciosamente ante la vista de Karina y Graciela comenzó a acariciarle la cara a Manolo con sus sudados pies.
— ¡ANDREA, HAZ EL PUTO FAVOR DE CALMARTE!— le exigió amablemente su madre con la cara de asco al ver como su hija no paraba prácticamente de limpiarse el sudor de sus pies en la cara roja de Manolo que nada mas no hacía nada, estaba absolutamente quieto.

— ¿Por qué? ¡Si está acostumbrado! ¿Verdad Manolo?— hablaba Andrea en un plan chocante, molestoso, hiriente— Yo creo que hasta le gusta pues desde pequeña él ha sido quien me calza, me descalza, mima mis pies; en fin.

— ¿Te gusta como me huelen los pies Manolo? ¡Anda, habla coño y así salimos de dudas!— le decía riendo, encaprichada en continuar restregándole las plantas de los pies en la cara al joven que ante todo, luchaba con la terrible erección que sentía.

— ¡ANDREA!— gritó su madre pero Andrea no se detuvo.

Karina miró enérgicamente a Manolo pero éste ni se percató pues Andrea le había ocultado el rostro con ambos pies. Graciela abandonó la sala y Karina dos segundos después la siguió.

— ¿Y qué Manolo? ¿Te gusta como huelen mis pies? ¡A Mauricio le fascina! Anda coño, confiesa y en la cena le damos la sorpresa a mamá de que te encanta el olor de mis pies jajajajajajajaja— fue lo último que alcanzó a escuchar Karina al subir las escaleras sin entender como diantres, Manolo le soportaba tanto a aquella odiosa muchacha de quien se cuestionaba, a quien había heredado ese maldito carácter.

— ¡Basta ya Andrea!— la cortó Manolo apartándole los pies de su rostro rojo de vergüenza y excitación interna.

— ¿Pero por qué Manolo? Digo, sería lo mas natural, si desde niña me besas los pies a éstas alturas debería no gustarte, fascinarte como me huelen los pies— insistía Andrea en ofenderlo al restregarle los pies en el rostro.

— ¡Anda Manolo! Es más; ¿Por qué no me das mi masaje con los labios en vez de las manos? ¡Es fácil, solo me los besas! Múa múa múa jajajajajajajajaja;

— ¡Venga Manolo bésame los pies; Mauricio me los lame hasta entre los dedos cuando me pican!— se burlaba sin consideración alguna Andrea.

Manolo, lejos de otra reacción, se limitó a separar de su rostro los pies de la joven y hacerle cosquillas en sus plantas y luego por todo el cuerpo.

— ¡Jajajajajajajaja basta maldito Manolo!— se dio por vencida Andrea no sin antes sorprenderlo al acercarle una vez mas el pie a la cara, bajarlo velozmente y con ello golpearle directo en su miembro.

— ¡Auccccccchhhhhhh eso debió doler….poooooobre!— se rió Andrea hablándole en un tono que pregonaba lástima, solo ella sabía si la sentía y en qué cantidad. La chica se marchó a su habitación abandonando a Manolo que tallaba y tallaba su adolorido miembro.

Manolo y su adicción no se vieron satisfechos hasta que éste no terminó por correrse como el pervertido que era en el baño; fue cuestión de esperar que Andrea se cambiara, se bañara y abandonara el baño para que éste entrara armado con las bragas que Andrea se había quitado apenas instantes y las calcetas blancas que al igual había utilizado.

Manolo respiró las prendas con frenesí, el éxtasis se había apoderado de él y no se detuvo hasta eyacular como un loco y empaparse de la esencia de las sudadas y olorosas prendas.

Mas tarde, fumando un cigarrillo meditaba, se cuestionaba con sumo detenimiento en las palabras de Andrea, en su ironía al hablar, al expresarse.

— ¿Se me notará acaso?— se discutía Manolo— ¿Seré tan obvio? ¿Se me verá tan descarada mi atención en sus pies? ¡No lo creo! ¡Soy muy cauteloso! ¿Pero? ¿Y si se ha dado cuenta la vez cuando eyaculé oliéndole los pies?;

— ¡No! ¡Imposible, ella dormía! Pero igual y se supone que dormía cuando le robé el beso la vez que llegó borracha— continuaba atormentándose el joven— Mmmm… ¡No, definitivamente no sabe nada! Andrea es tan maldita que de sospechar algo ya me lo hubiese gritado a la cara en compañía de Nersy aun así, debo evitar mirarle los pies cuando estamos juntos. ¡Demonios, tanto a ella como a Nersy le huelen divinamente bien los pies!; en fin— concluyó Manolo sus profundos pensamientos cayendo en cuenta de que Andrea no sabía nada acerca de su fetichismo pero debía ser aun mucho mas precavido pues con Andrea el mayor pecado que se podía cometer era la confianza aunque la chica con su expresión había logrado confundir a Manolo.

Había logrado que se debatiera un buen rato atormentándose en descifrar si acaso le había descubierto algo pero por otro lado; Andrea, no había dicho mas que la verdad y lo que sabía; Manolo en cierta forma le adoraba los pies besándoselos desde muy niña, entonces, a estas alturas, el pensar de Andrea era lógico, si a Manolo no le agradaba el olor de sus pies al menos ya debería estar identificado con ellos y seguro que podría reconocerlos hasta con los ojos cerrados.

Pero el tema no quedaba ahí; a Manolo no solo le agradaba el olor de los pies de Andrea. ¡Moría por ellos! Como prueba resaltaba el apropiarse de sus prendas íntimas y su calzado y satisfacer encerrado en el baño sus ya citados raros placeres.

Esa era la mayor preocupación de Manolo; una cosa era admitir con Andrea que le gustaba besarle los pies, otra era confesarle todo aquello que hacía a sus espaldas con sus prendas, mención aparte de que le gustaba pero igual se sentía ofendido y si Andrea se enteraba segurito y se la pasaría burlándose de él, humillándolo junto con Nersy.

Manolo estaba confundido. Andrea le había sembrado la duda y lo mejor era lo que había decidido; ser más precavido, no ser tan descarado en especial cuando se dedicaba a espiar y admirar los bien cuidados pies de Andrea y de Nersy.

Continuará……………………………………………