viernes, 28 de mayo de 2010

RUBÍ 18

En todo ese tiempo Rubí no había mostrado interés por Luisito, ella personalmente no lo había tratado aunque esto también cambió un día en el que los niños jugaban a las escondidas y Luisito se lo tomó tan en serio que se escondió de verdad de Divany pues a su lado sufría mas que divertirse y por lo tanto era normal que le huyera.

Para su mala suerte como lo creyó en un principio; Rubí andaba dando una caminata justo por donde Luisito se hallaba oculto y justo cuando salió tratando de ocultarse aún mejor ¡zas!, chocó con las piernas de Rubí asustándose ambos y terminando Luisito sentado en el piso muerto de miedo pues la presencia de Rubí lo impactó y era normal con sus altas botas negras, sus pantalones azules y la blusa blanca que eran parte de su atuendo preferido, impactaba a cualquiera hasta alguien de la edad de Luisito que quiso huir enseguida de ahí.

¡Alto pequeño idiota!— le gritó Rubí entre seria y divertida. Luisito se quedó paralizado al oír éstas palabras; Rubí se le acercó y le clavó las uñas en su oreja aunque no con la intención de hacerle tanto daño mas bien de intimidarlo aún mas— ¿Qué no te han dicho por tu padre como debes comportarte ante mi?— le preguntó Rubí mirándolo fijamente. El niño la miraba tembloroso pues en sus casi 8 años de vida era la primera vez que se encontraba de frente a Rubí a lo que movió la cabeza negando sin saber que hacer.

Rubí le sonrió despectivamente al momento que le dio una ligera palmada en su cabeza para decirle en un tono áspero y cortante pero sobre todo con una expresión de absoluto desprecio en su rostro— ¡arrodíllate!; el niño obedeció.

¿Qué haces por acá?— lo interrogó Rubí sin dejar de mirarlo despreciativamente.

¡Me escondo de Divany!;

¿De quien?— le gritó Rubí a modo de regaño al ver que no la había llamado ama algo que Luisito comprendió enseguida— ¡juego con mi ama Divany a las escondidas y espero que nunca me encuentre!— se retractó con total inocencia.

¿Y eso?— le preguntó interesada Rubí.

¡Por que en cuanto acabe el juego me hará olerle los pies y huelen feo!;

Rubí hizo una mueca de enojo para enseguida expresarle molesta— ¡pues en éste momento vas y te presentas ante ella y entérate de una vez que hoy dormirás con la cara pegada entre las plantas de sus pies!, ¿entiendes mocoso?— concluyó mirándolo despectiva y burlona al observar la mirada de resignación y desagrado en el niño ante su inminente orden.

¡Sí!— contestó Luisito con los ojos bien abiertos al percatarse del enojo de Rubí, enseguida intentó irse pero Rubí que al parecer cambió de opinión le dijo— ¡espera!, ¿tampoco sabes como despedirte de mi?, por que a decir verdad jamás te dije que te podrías levantar y marcharte.

¡Perdón!— expresó Luisito con la cabeza gacha y antes de que Rubí le dijera algo mas Luisito se arrodilló a sus pies y comenzó a pasarle la lengua a las polvorientas botas de Rubí lo cual provocó un ligero cosquilleo en todo su ser pues por una parte no pudo evitar sentir placer al ver a ese niño hijo de Susana humillarse ante ella pero por otro lado la enterneció saber que ese niño era hijo de Luis.

¡Ya está bien ve con tu ama!— le dijo de pronto Rubí apartando los pies pero Luisito con una tierna y sobretodo sincera sonrisa le contestó— ¡tus botas están sucias mejor me quedo a limpiarlas!— y continuó lamiendo las botas de Rubí quién estuvo a punto de golpearlo al haberla tratado con tanta confianza pero en realidad le causó gracia y decidió pasar un rato agradable con Luisito y quizás castigar mas tarde a su padre con unas cuantas bofetadas.

¡Bueno, vamos a descansar junto a ese árbol y así me las limpias mejor!— le dijo Rubí con una ligera sonrisa y así lo hicieron. Luisito le quitó las botas y al hacerlo ésta se partió de risa al ver como el niño respiraba profundamente el interior de sus botas embriagándose de su olor.

¿Qué haces?— le preguntó Rubí mirándolo con asco.

¡Tus pies huelen rico!— contestó el niño que por si mismo en ese momento parecía el mas feliz del mundo al restregar su cara en las sudadas plantas de los pies de Rubí.

¡Jajajajaja!— Rubí se carcajeó con ganas— ¡lo que me faltaba!— pensó Rubí para si misma— ¡disfrutará de mis pies al igual que su padre!;

¿Pero como dices eso?, los llevo metidos en las botas hace horas— le dijo mirándolo con pena al ver que el niño en ningún momento había dejado de respirar profundamente la esencia de sus pies.

Luisito subió los hombros y le respondió con una sinceridad tremenda— ¡no se, pero huelen rico, no como los de Divany, perdón, mi ama Divany!;

¡Es normal, ella no tiene tantos cuidados en su higiene aunque por tu bien, pobrecito de ti que ella note que te dan asco sus pies por que mira que la pasarás mal!— le respondió Rubí. Luisito terminó de limpiarle con un trapo húmedo las botas y se las volvió a poner no sin antes en verdad esmerarse en besarle los pies a Rubí ante la mirada arrogante aunque también con algo de pena por parte de ésta; entonces regresaron a la casa y Rubí lo llevó a la cocina en donde pidió a Camelia unas galletas y se las ofreció a Luisito que al verlas se puso en posición de correr.

¿Y ahora que coño te pasa?— le expresó Rubí burlona.
¡Espero que me la tire para que corra por ella, eso hace Divany!— contestó el niño emocionado que no veía el momento en que la galleta volara por los aires y el pudiera devorarla y disfrutarla aunque eso implique comerla en el suelo sin tocarla con las manos, como un vil perro, lo cual siempre era garantía de lograr una sonrisa en el rostro de Divany.

Rubí se rió con algo de pena y lástima por el pobre niño y le respondió— ¡bueno, yo no lo haré!;

¡Ahhhhh!— expresó Luisito como si de adivinar el pensamiento de Rubí se tratara— ¡me la escupirá después de morderla!;

Rubí puso cara de asco y sin más le alargó la bandeja dejándole las galletas. Luisito ¡no se la podía creer!, se devoró ahí mismo todas las galletas y al final le expresó a Rubí casi con lágrimas en sus ojos— ¡Gracias, usted es muy buena!;

¿Mas que tu madre?— le preguntó Rubí maliciosamente y muy interesada en oír su respuesta.

¡Claro!— respondió Luisito— ¡mi madre no me quiere, no se por que, pero no me quiere, además es una esclava!— expresó desilusionado al hablar sobre su madre todo lo contrario al dibujarse una sonrisa y una expresión de admiración al momento que habló de la propia Rubí— ¡en cambio usted es hermosa y poderosa por que es ama al igual que mi ama Divany!;

Rubí sonrió soberbia y le propuso— ¡hagamos un trato, me obedecerás en todo y yo a cambio te protegeré de tu ama pero haz de llamarme siempre de usted como lo haz estado haciendo ahorita o dime ama Rubí simplemente!, ¿de acuerdo?;

¡Sí ama Rubí!— contestó Luisito feliz en el momento que aparecía Divany— ¡ajá, acá estás perro!— le expresó con desprecio al momento que le daba un latigazo en la desnuda piel de Luisito que enseguida lo hizo chillar y a punto estaba de darle otro cuando Rubí lo impidió.

¡Divany ve a jugar a otra parte, estoy ocupando a tu esclavo!;

¡Pero mami, es mío!— fueron las palabras de una ofendida Divany.

¡Sí, es tuyo, alrato te lo mando, ahora obedece!;

¡Maaaaaaami!— gritó indignada Divany.

¡Divaaaaaaaaaaaany!— gritó aún más fuerte Rubí a lo que ésta molesta le dio una patada a Luisito y se marchó. El niño temblaba de miedo y dolor; se arrastró y comenzó a lamer las botas a Rubí que le dijo— ¿lo ves?, pudo ser peor pero intervine y lo haré siempre que tú me demuestres amor y obediencia y rechazo hacia tu madre. El niño aceptó y desde ese momento Rubí se encargaba de vigilar mas la relación entre Divany y Luisito que por supuesto hacía enojar a Divany que ya de por sí tenía con que no podía sin entender ¿Por qué no usar a Luis a su antojo? y ahora tenía limitaciones con Luisito.

Divany al ver que ahora su madre intercedía en ocasiones por Luisito se dedicó a arruinar aún mas la existencia de Rocío y Susana pero un día en el que Rubí salió y se llevó a Luisito con ella Divany andaba que no se soportaba ni ella misma sabiendo que tampoco podía golpear a Luis se lo cruzó por la sala. Luis trató de pasar desapercibido pero Divany le gritó con una expresión en su rostro de coraje y desprecio— ¡alto perro, por que eres un perro, aunque no se porqué mi madre tiene algunas preferencias contigo pero bueno!; Luis se quedó quieto y Divany sin pensárselo le cruzó la cara con un latigazo— ¡a mis pies esclavo, el que no tenga autorizado castigarte no quiere decir que pase por alto tus insolencias!— le gritó con una autoridad en verdad asombrosa.

Luis dolido y a punto de soltarse a llorar, se contuvo y se humilló ante los pies de su hija y se los besó, le besó sus lindos pies que lucían unas sandalias rosadas. Divany le levantó ligeramente la cara con la punta de su sandalia para decirle— ¡escúchame bien esclavo, tu no me simpatizas y yo a ti tampoco!;

¡Nooo!— dijo Luis interrumpiéndola— ¡yo a ti te quiero!— le expresó sin medir sus palabras lo que le costó otro latigazo en el rostro— ¡cállate!— le gritó histérica Divany— ¿Cómo te atreves a hablarme con tanta confianza?, le diré a mi madre, ¡pídeme perdón!— le exigió furiosa.

Luis sin tallarse la cara le besó de nuevo sus pies a eso que Mayra llegaba— ¡Divany!, ¿Qué te ha dicho tu madre sobre Luis?;

Esta saltó y asustada respondió— ¡tía no, por favor, no le digas!— enseguida miró con rabia a Luis y le dijo— ¡largo maldito!; Luis enseguida intentó marcharse pero no contaba con los planes de Mayra.

¡Espera Luis, no tan de prisa!— se expresó Mayra maliciosamente para enseguida dirigirse a Divany— ¡tranquila amor, tu mami no está y no pienso decirle nada de lo que hagas!, a ver ¿quieres divertirte?;

¡Claro!— contestó una sonriente Divany.

¡Bueno!— prosiguió Mayra— ¿pues dime que pensabas hacer?;

¡Quería golpear a éste imbécil por que me faltó al respeto pero si lo hago lo marcaré con el látigo y no se que decir a mi madre!;

Mayra le sonrió cruelmente a Luis y tras tomar asiento en el mueble le dio su aprobación a Divany— ¡adelante, hazlo y diviérteme y le diré a tu madre que fui yo quien lo golpeó!;

¡Ohhh!, ¿en serio tía?— preguntó Divany emocionada.

¡Sí!— contestó Mayra.

¡Ya oíste esclavo!— expresó feliz Divany— ¡de rodillas!— concluyó su orden mirándolo con desprecio. Luis suplicó a Mayra con la mirada y ésta también le hizo saber que más le valía callar y obedecer. Divany le gritó— ¡cuenta los latigazos y me pides perdón por faltarme al respeto! y así se hizo; Luis recibió unos 15 latigazos cortesía de Divany y pidió perdón y agradeció y contó cada uno de ellos haciendo sentir toda una divinidad a Divany que ya para terminar le dijo a Mayra— tía ¿y tu perra?, ¡quiero orinar!;

Mayra hizo una pausa, suspiró y al final le respondió mientras no dejaba de mirar con lástima a Luis— ¿siempre has querido usar a Luis como inodoro no?;

¡Ajá!— respondió Divany intrigada.

¡Bueno, pues tu madre no está, aprovecha!— concluyó Mayra sonriéndole burlona a Luis.

Divany se llevó las manos a la boca y abrazó fuertemente a Mayra. Luis lloraba e intentó implorar pero Mayra fue mas que clara con el— ¡quieto esclavo y complace a tu ama Divany o de lo contrario yo sí que te haré daño!;

¡Ya oíste Luis!— le dijo riendo Divany— ¡hoy sí que vas a saber como saben mis meados y creo que hasta mi caca jajajaja!; Luis lloró muerto de pena y de humillación pero mas por lo que significaba Divany para el y por lo que estaba a punto de suceder y que sucedió. Divany, su propia hija sin saberlo orinó y cagó en la boca de su padre obligándolo a tragárselo todo por completo ante la mirada de satisfacción de ella y de Mayra así hasta que al final Mayra mandó a Luis a ducharse y a ver a Camelia para que le curara las heridas del látigo.

Divany de nuevo se abrazó a Mayra y cambiando esa expresión de maldad en su rostro que se había dibujado en ella en el momento en el que humillaba a Luis por una en verdad tierna y conmovedora preguntó a Mayra— tía, ¿Por qué mi mamá no me quiere?;

¿Pero que dices?— le contestó Mayra— ¡claro que te quiere!;

¡No y por que prefiere en ocasiones a Luis y a Luisito y a mi me reprende!;

¡Bueno!— expresó Mayra— ¡no lo se pero de que te quiere, te quiere, anda ya ve a bañarte para salir un rato!, ¿quieres?;

¡Sí tía, después del gran momento que me haz echo pasar haciendo que el esclavo me respete pídeme lo que quieras!— exclamó feliz Divany.

¡Mmmmm, pues te pido un beso y un abrazo!;

¡Concedido las veces que quieras!— le respondió Divany abrazándola y besándola.

Ya en la noche Rubí regresaba de la calle y descansaba en la sala manteniendo a Luisito a sus pies dándole un masaje en ellos y disfrutando al ver como el niño por raro que parezca en verdad disfrutaba oliendo el interior de los zapatos de Rubí a eso que Divany llegaba igual con Mayra que subió a su cuarto y Divany se quedó en la sala para ir hacia su madre comiendo un helado de chocolate.

¡Hola mami, mi tía me compró mucha ropa y zapatos!;

¡Bien!— le contestó Rubí con un tono de fastidio en su voz— y de camino tragaste para engordar más.

¡Noooooo!— gritó Divany indignada— ¡no estoy gorda!— y no lo estaba pero Rubí sin darse cuenta solía ser cruel con su hija.

¡Pero lo estarás si sigues tragando tanta cosa te encuentres en tu camino!— le dijo Rubí burlona.

Divany lamió con ganas su helado para después decirle a su madre— ¡me voy a mi cuarto con mi esclavo!;

¡Después!, ¿Qué no ves que lo tengo ocupado?;

¡Sí, pero es mío tu tienes a Luis!— le recriminó a su madre.

¡Y tú a Rocío o a Susana!— fue la respuesta de Rubí.

¡Bah no son divertidas!— expresó Divany molesta y comenzó a patear aunque suave a Luisito que ya estaba muy nervioso. Rubí la miró seria a lo que Divany graciosamente le sacó la lengua y se marchó pero tras unos segundos regresó gritando sorprendiendo por completo a Rubí— ¡sorpresa no me fui!— y que se le tira encima a Rubí sin calcular bien y por lo tanto arruinándole la ropa con el helado.

¡Divaaaaaany!— gritó furiosa Rubí; ésta se quedó inmóvil a lo que Rubí la empujó y la hizo caer al suelo y comenzar a llorar— ¿pero que estás loca?, ¡coño mira como me dejaste la ropa!— concluyó Rubí muy molesta.

¡Y queeeee!— gritó Divany llorando— es solo chocolate ¡cómprate otro maldito vestido y ya, yo como diantres le hago para comprar tu cariño!;

Rubí quedó inmóvil y muda por unos instantes ante las fuertes e inesperadas palabras de su hija y olvidó lo de su vestido para meditar esas fuertes palabras dichas por su hija.

¿Por qué dices eso?— le preguntó muy seria Rubí.

¿Por qué mas?, ¿será acaso por que tú no me quieres?;

¡A ver, a ver!— exclamó Rubí levantándose, Divany hizo lo propio y quiso correr pero Rubí la sujetó— ¡suéltame!— le gritó Divany que continuaba llorando pero Rubí no lo hizo; con un gesto indicó a Luisito que se marchara y quedando ellas solas la abrazó y le susurró dulcemente al oído— ¿Quién te dijo eso enana?, ¡claro que te quiero!;

¡No, no me quieres, siempre me regañas y me dices gorda o vulgar!— se expresó Divany en verdad resentida lo cual enterneció a Rubí.

¡Bueno ya!— la calmó Rubí— ¡olvídalo, anda!, ¿Qué quieres hacer?;

Divany la miró llorosa y le preguntó— ¿en serio?— ¡sí!— le contestó Rubí, anda, ¿Qué quieres hacer?;

¡Quiero, quiero!— se expresó Divany suspirando de alegría— ¡comer un pedazo de pastel contigo!;

¡Diablos solo piensas en comer!— le dijo riendo Rubí.

¡Sí!— contestó Divany— y en jugar, eso tú me lo enseñaste.

¡Bueno ya, ve con Camelia a ver que tiene!; Divany salió disparada para enseguida volver con un gran pedazo de pastel que se devoraron madre e hija. Rubí al ver que tenía el control de la situación le salió lo maternal muy a su manera y decidió jugar y probar los sentimientos de su hija— ¡bueno enana ya hice algo por ti!, ¿tu que haces por tu mami eh?;

Divany le sonrió y la abrazó diciéndole— ¡yo te quiero mucho!;

¡Sí!, pero ¿Cuánto es tu mucho?;

¡Muchísimo!;

¿Tanto como para hacer lo que mami te pida?;

¡Claro!— respondió inquieta Divany.

¡Mmmmm!— expresó risueña Rubí— ¿y que si te digo que quiero convertirte en mi esclava?— por que eso hubiese pasado si hubieras nacido varón— pensó esto último Rubí divertida para si misma.

¡Mamá, no me digas eso, tu me recuerdas siempre que ser esclavo es triste y miserable!— le dijo Divany con una expresión de repulsión en su rostro.

¡Jajajaja!— Rubí se rió con ganas— ¡sí, pero que tal ser la esclava de mami entonces estarías junto a mi todo el tiempo ocupándote de que no me falte nada!;

¡No!— le respondió Divany moviendo la cabeza a los lados.

¿Entonces no me quieres?;

¡Claro!— contestó de nuevo Divany— ¡pero no me puedes convertir en esclava!;

¡Sí puedo pero no quiero a menos que tú me lo pidas!— le expresó Rubí cariñosamente.

¡Maaaaami!— gritó Divany a modo de berrinche.

¡Anda, así me demuestras que me quieres, quizás solo como esclava logre educarte y hacer que comas menos!; Divany solo se abrazó a ella apoyándose en su pecho. Rubí dio por terminada la charla cuando en eso su hija la miró y de pronto y sin mas le preguntó— ¿y como esclava me golpearás?;

¡No mucho!— le contestó Rubí divertida.

¡Y solo seré tu esclava!, ¿verdad?, de nadie mas— continuó Divany muy inquieta con sus interrogantes.

¡Así es!— le respondió Rubí aguantándose la risa.

¡Bueno si es así acepto pero si no me gusta no lo haré mas!— expresó la aún inocente Divany.

¡Jajajaja!— fue la respuesta de Rubí, una alegre carcajada al comprobar que fácil era envolver a su hija en lo que ella quisiera a cambio de que ésta consiguiera su cariño.

Así pasaban los días y Rubí en ocasiones consentía de más a su hija y en ocasiones la reprendía por salir a la defensiva de Luis o Luisito; a todo eso Divany tenía ya cumplidos los doce años; a Rubí le daba vueltas en la mente una y otra vez al igual que al atormentado Luis pues había llegado el momento y la edad de que Divany supiera la verdad y a Luis le dolía en lo mas profundo de su ser ver que cada día su hija lo aborrecía mas a raíz de que Rubí salía a su defensa sin dar ninguna explicación del porqué defendía a su esclavo y justo cuando Rubí no sabía como abordar el tema Divany la ayudó.

En un día en el como comúnmente solía suceder Divany intentó humillar a Luis dándole de comer sus sobras a lo que Rubí lo impidió entonces Divany se comportaba aún mas cruel con Luisito cosa que sabía muy bien que a Rubí desagradaba pero no podía defender a los dos al mismo tiempo o entonces sí se le volvía un caos la relación con su hija. Después del almuerzo Divany abordó en su cuarto a su madre y en seco le preguntó con un tono mas que sarcástico y despectivo en su voz— ¿mamá amas a tu esclavo?, ¿es eso?;

¡Divany, que carajo dices!— se expresó molesta y nerviosa Rubí.

¡Es que es la única puta explicación que le busco para que lo defiendas como lo haces!; ¡ahhh, te comento Luisito está con Camelia me enojé por capricho y le dí unas cuantas patadas creo que le tumbé dos dientes pues cada día se vuelve mas imbécil!, ¿quizás por que tú lo defiendes de mas?— concluyó Divany mirando con burla a su madre.

Rubí respiró profundo y supo que era el momento indicado a lo que mirando fijamente a su hija le dijo— ¡Divany, hay una explicación mucho mas coherente a todo esto!, ¿quieres saberla?, ¡te la diré y después juzga como tengas que hacerlo ya que si presumes tener madurez me lo demostrarás ahora!; Divany le mantuvo la mirada a su madre esperando la explicación y Rubí se la dio sin mas preámbulos.

Divany se quedó muda por unos instantes tras oír atenta la extensa historia que su madre le contó sobre Luis, Susana y parte de Rocío que ya conocía al igual que le habló del origen de Luisito y del lazo familiar que los unía. Rubí esperaba cualquier reacción de su hija, la entendería pero no pensó oír jamás lo primero que ésta le dijo— ¡madre o sea que he orinado y cagado en la boca de mi padre!— exclamó horrorizada Divany.

¿Queeeeeeeeeeee?— gritó Rubí dando un brinco— ¡Divany, dime que solo es una mas de tus malditas bromas!;

¡No, no es ninguna broma!— contestó muy seria Divany y le contó que lo hizo con apoyo de Mayra. Rubí no tuvo nada que reprocharle ni a ella ni a Mayra, no era el momento y ya no tenía caso, después de quedar ambas calladas Divany se marchó tras tomar una decisión con su madre y estando muy conciente de la relación entre ella, su padre y Luisito.

Luis no durmió por esa noche pues Rubí le dijo que su hija estaba por fin enterada de todo y que a partir del otro día si ella lo deseaba el pasaría a ser propiedad oficial de su hija. Luis lloró por toda la noche pues ni Rubí misma sabía a ciencia cierta la decisión que tomaría su hija, solo le suplicó no ser tan cruel con su padre y a Luis portarse lo mas sumiso posible y olvidarse que era su hija y verla como lo que era, su ama.

Y amaneció, Luis todo tembloroso y nervioso caminaba pasando por el comedor y ahí encontró a Divany sola desayunando, éste quiso seguir su camino pero Divany se lo impidió— ¡esclavo acércate inmediatamente!— le ordenó con dureza en el tono de su voz.

Luis no tuvo más opciones, una lágrima corrió por su mejilla, se postró ante ella y con suma humildad le besó sus lindos pies descalzos. Así lo mantuvo Divany por unos momentos contemplándolo a sus pies con la diferencia de que ya estaba mas que conciente de que el pobre hombre que se encontraba en ese momento lamiéndole humildemente sus pies no era cualquier hombre ¡era su padre!— y Divany lo contempló sin prisa alguna hasta que al final le dijo al igual con un tono cortante y un tanto despectivo— ¿sabes que a partir de hoy puedo hacer sin ocultar nada lo que me plazca contigo?;

¡Sí ama!— respondió Luis manteniendo el rostro humillado sin dejar un solo momento de besarle los pies a su hija.

¡Bueno, quiero que olvides por un momento que eres un esclavo y te sientes en la silla como una persona, quiero hablarte pero muéstrame respeto!;

¡Sí ama!— era lo único que atinaba a decir Luis y tomó asiento nervioso.

¿Ya desayunaste?— lo interrogó Divany mirándolo un tanto mas alegre digamos burlonamente disfrutando el nerviosismo y quizás hasta el miedo que intuía que su padre sentía en ese momento ante ella.

¡No ama!— contestó Luis con la mirada clavada en el piso, en los pies de Divany.

Divany le tendió su plato ofreciéndole prácticamente las sobras de su desayuno las cuales Luis comió y le agradeció ante una sonrisa de satisfacción y de triunfo en el rostro de la jovencita pues desde que tiempo se moría por ver como Luis se tragara sus miserables sobras y por fin se había deleitado con ello aunque cabe aclarar que si se sintió un tanto afectada sabiendo ya que era su padre al que le había dado de comer sus sobras.

Luis se terminó por completo las sobras de Divany y con miedo se atrevió a mirarla a la cara arriesgándose a llevarse mínimo una bofetada pero cual fue su sorpresa al encontrarse con una sonrisa en el rostro de ésta y que en un momento histórico para Luis, Divany extendió los brazos y aunque con una sonrisa burlona en su rostro que a Luis no le importó para nada al oír las palabras que ésta pronunció— ¡bueno, supongo que quieres darme un abrazo, anda, te lo permito!— hizo una pausa y añadió— ¡PADRE!;

Luis se sintió morir de dicha y alegría, lloró como nunca lo había echo pero ésta vez lloraba de felicidad y tras ver de nuevo en el rostro de Divany su aprobación se levantó para que al instante abrazara y besara con todas sus fuerzas a su hija; algo que solo lo había echo con ella de reciénnacida casi once años tuvieron que pasar para que por primera vez ¡la oyera llamarlo padre de sus propios labios y pedirle que la abrazara!; Luis deseó que ese momento no terminara jamás pero sabía que no era posible, se separaron, Luis aún lloraba cada vez mas emocionado y besaba las manos de su hija con amor mientras que ésta en cambio permanecía serena y así con esa expresión le explicó la situación.

¡Mira padre seré clara!— comenzó a comentarle Divany a Luis— mi madre me ha explicado todo y tras meditarlo, los entiendo, entonces hablé con ella para determinar una decisión sobre tu futuro y el de Luisito y llegamos a una conclusión ¿quieres saber cual es?;

¡Sí!— respondió Luis después de controlar su llanto.

¡Bueno!— expresó Divany quien después de un profundo suspiro continuó— seré clara, le dije a mi madre que por mi parte estaba dispuesta a tratarte como a un padre, a respetarte y a verte como a un hombre libre, ¡pero!, solo si ella hacía lo mismo o sea seríamos una familia normal ¿sabes que me dijo?;

Luis solo negó con la cabeza, temblaba todo su cuerpo, ¡soñaba con oír la respuesta que le diera felicidad total y absoluta en su vida al lado de la mujer que amaba y de su hija que adoraba al igual que a Luisito!;

Divany le sonrió con mucha pena, una pena y una desilusión que en verdad en ese momento se vio reflejada en su bello y tierno rostro lo cual era evidencia de que era un sentimiento muy sincero lo que sentía al momento de responderle— ¡lo siento padre, mamá no aceptó, me dijo que yo podía hacer lo que quisiera contigo, tratarte con cariño y como un padre si así lo quería pero ella siempre te tratará como a un esclavo a veces consintiéndote a veces humillándote pero como lo que eres, su esclavo, por lo tanto he tomado la decisión de seguir su ejemplo pues no puedo verte con respeto ni mucho menos obedecerte o tratarte como a una persona si al rato de estar conmigo te veo lamer los zapatos de mi madre!— Divany hizo una pausa a lo que Luis humilló cuanto pudo la mirada ante su hija al notar una expresión de desprecio y coraje reflejada en su rostro y en el tono de su voz al decirle esto último, después de unos instantes que a Luis le parecieron eternos en los que Divany le mantuvo la mirada clavada en el con la misma expresión de desprecio tal parecía que en cualquier momento se le lanzaría a darle de bofetadas, pero no, tan solo respiró profundo y decepcionada y elevando el tono de su voz continuó.

¿O como coño me podrías reprender o siquiera aconsejar?, si después te veo recibir bofetadas por parte de mi madre ¡y tu como respuesta le lames la mano con la que te golpeó!; ¡eso es imposible!— concluyó Divany en verdad mirando con cierto rencor y decepción a su padre como recriminándole que su carácter tan pasivo y sumiso sea el principal responsable de que las cosas estuviesen como lo estaban sin contar el loco amor y adoración que el profesor sentía por Rubí y el cual sí era el verdadero motivo por el cual Luis haya permitido ser absorbido por completo en vida y ofrecer su cuerpo y alma a los pies de Rubí.

¡Hija…., yo!— intentó congraciarse Luis con su hija.

¡CALLA ESCLAVO!— le gritó Divany despectivamente y amenazándolo con darle una bofetada pero al final se contuvo, respiró profundo repetidas veces para calmarse aún mas y ya con una expresión mucho mas tranquila en su rostro le dijo a Luis— ¡la charla ha terminado, como muestra de mi cariño te permito pasar el día de hoy a mi lado como padre e hija y te prometo no ser tan cruel contigo de aquí en adelante, oh y por Luisito, ya veremos, es obvio que ya no lo miro con los mismos ojos pero mira que es muy bobo!— se expresó Divany sobre su hermano con una sonrisa de burla y hasta algo de pena— y me saca de quicio; he decidido con mamá de que nunca sepa la verdad del lazo que nos une al menos no por ahora, así será menos infeliz y bueno ¡andando para no perder el día que mañana casi todo será de nuevo normal!;

Y así lo hicieron, pasaron un día inolvidable en especial para Luis, montaron a caballo, Luis le enseñó parte de sus gustos, se bañaron en el río y ya en la noche la arropó culminando el acto con un profundo beso en la frente de su hija y recibiendo un fuerte, fuerte abrazo por parte de Divany, deseando Luis de nuevo que el tiempo se detuviera y quedarse ahí pegado a su hija para siempre pues sabía muy bien dentro de el que esa escena difícilmente se volvería a repetir.

Al otro día en el almuerzo Luis comía en el piso a los pies de Rubí las sobras que ésta gentilmente le escupía; Luisito torpemente no se acomodó bien e hizo enfadar a Divany que a nada estuvo de soltarle un bofetón pero al ver la mirada afligida de su padre le sonrió burlona guiñándole un ojo y se limitó a reprender a su hermano menor— ¡ten mas cuidado idiota!; Luisito le agradeció lamiéndole los pies. Lo mismo sucedió al alimentarlo Divany escupía sus sobras al piso pero al tener en cuenta que Luisito era su hermano por parte de padre al final ordenaba a Rocío comer esa asquerosidad y a Luisito le daba una porción de su plato; Luis respiraba tranquilo y Luisito resultaba ahora el ganón.

Así transcurría el tiempo y la rutina en el hogar de esa peculiar familia ubicada en el rancho de Tania. Rubí felicitó a su hija por el cambio en el trato en especial a Luisito y en uno de esos días le dijo a modo de broma— ¿ves?, además a ¿Qué está tipo Luisito?, digo, bien arreglado a lo mejor y terminan como pareja.

¡Maaaaaaaaaaami!— gritó alterada Divany ante tales palabras— ¡es mi hermano!;

¿Y?— le contestó Rubí muy quitada de la pena.

¡Bueno!— le respondió Divany— no está bien por la moral y todo eso que mi padre me enseñó en las pocas clases que recuerdo que le permití que me diera.

Rubí se carcajeó con ganas y al final le dijo burlona— ¡con unas bofetadas le haré olvidar a tu padre lo que es la moral, al diablo, aquí se hace lo que yo digo y lo que a ti se te antoje!;

¡Jajajajaja!— se rieron ambas hasta que Divany se expresó conmovida— ¡pobrecito, no le pegues!;

¿Y que?— le contestó Rubí con malicia— la otra vez vi como le diste unas buenas cachetadas.

¡Sí bueno, andaba de malas!— confesó Divany apenada— ¡pero después lo dejé saciarse con unos deliciosos bocadillos!— concluyó orgullosa.

¡Eso está bien!— le respondió Rubí concluyendo al igual la agradable charla con su hija.

Así pasaba el tiempo que era lo único que no se detenía. Divany era una hermosa señorita a punto de cumplir los catorce años cada vez mas bella y berrinchuda luciendo el cabello ondulado y rubio pero comprensible también hacia su padre y Luisito y lo que le había dicho su madre no pasó desapercibido para ella pues Luisito no era para nada feo solo un tanto flaco a causa de la escasa alimentación que se le proporcionaba y siempre dependiendo del capricho y el humor de su hermana. Divany llevaba una relación un tanto especial con el; Luisito prácticamente era su perro, andaba siempre gateando detrás de ella, las normas no habían cambiado tanto para el, si quería hablarla tenía que restregar su cara como el perro que era sobre las botas de Divany, lo mismo si quería agradecerle le lamía los pies pero a todo esto Divany le fue tomando cariño y algo mas y un buen día decidió probar el cariño y el amor que a leguas se notaba que Luisito le tenía y mas que nada Divany siguiendo los pasos de su madre quiso llenarse de dicha al saberse que era deseada por el jovencito.

Luisito permanecía postrado a los pies de Divany que se encontraba recostada en el mueble de la sala observando orgullosa como su hermano le lamía los pies con absoluta devoción y de pronto le dijo— ¡arrodíllate Luis!; éste se sorprendió que lo llamara por su nombre pues casi nunca lo hacía y en su sorpresa no solo se arrodilló sino que la miró a la cara lo cual lo tenía prohibido.

Divany le sonrió con malicia y le dijo con toda la intención de intimidarlo— ¿acaso he dicho que podías mirarme a la cara?;

¡No ama, perdóname!— respondió Luisito inclinándose al instante hasta humillar la mirada y pegar el rostro de nuevo en el piso ante los pies de su ama.

¡Bueno pues!— le contestó Divany sin ocultar una risita burlona— ¡mírame pero conste que te has ganado una bofetada!— concluyó altanera. Luisito obedeció mirándola detenidamente, la recorrió con la vista de los pies a la cabeza quedando como un autentico bobo embelesado ante su hermana.

¿Soy bella?— le preguntó Divany picarona.mientras se acariciaba su cabello— ¿dime Luis, te parezco bonita?;

¡Eres hermosa ama!— respondió el sinceramente.

¡Jijijiji!— se rió Divany en verdad feliz— ¿mucho muy hermosa?— insistió.

¡Sí!— contestó el jovencito con seguridad.

¿Dime algo Luis?, ¿yo te gusto verdad?; éste enrojeció por completo e intentó inclinarse pero Divany le sujetó la cara con sus manos y volvió a insistirle— ¿estás enamorado de mi?;

¡Sí ama, te amo y te adoro!— fue la respuesta del jovencito Luis. Divany se sintió dichosa y olvidó el parentesco con el y continuó— ¿y estarías dispuesto a sufrir por mi amor?, digo, ¡de por si te trato como un perro pero quisiera saber si estarías dispuesto aún mas a sufrir por mi con tal de obtener no se, una caricia, un mimo, un beso!— le decía mirándolo coquetona— a ver ¿me guardas rencor?;

¡No ama!— respondió Luisito— he entendido algunas cosas, mi padre es esclavo de tu madre y no por eso la odia sino que la adora y ella es buena con el, a veces…. — expresó Luisito pendiente de no haberse expresado con insolencia sobre Rubí y al ver que Divany ni se inmutó continuó— ¡y yo soy tu esclavo y tu eres mi ama y eres hermosa y también te quiero!— le expresó aún con la cara enrojecida.

¡Demuéstralo!— le dijo maliciosamente Divany al momento que sujetaba en su mano su sandalia.

¿Cómo?— le preguntó muy inquieto Luisito.

¡Veamos, mmmm, por mirarme a la cara sin mi permiso te has ganado una bofetada, eso dalo por echo, ahora yo te propongo que si te dejas que yo te de de bofetadas con la suela de mi sandalia cuantas veces quiera a cambio mmmmm!— hizo una pausa y con una bella sonrisa añadió— ¡prometo darte un beso!;

Luisito alucinó con esas últimas palabras y sin pensar en el castigo que se le venía respondió— ¡acepto!;

¡No serán pocas Luisito!— le dijo Divany mirándolo por un momento con lástima— ¡serán muchas bofetadas y con la dura suela de mi sandalia!— concluyó risueña. Como respuesta su hermano le ofreció la cara para que comenzara.

Divany tomó su distancia y le dio la primera bofetada que Luisito resistió y enseguida le dijo— ¡bueno, esa era la de castigo!, ¿Qué dices?, ¿continúo?; el asintió con su mirada.

¿Listo?— volvió a interrogarlo muy divertida Divany. El contestó afirmativamente, entonces Divany comenzó de nuevo a darle lentas y durísimas bofetadas con la suela de su sandalia a Luisito que no tardó mucho y comenzó a lloriquear.

¿Me detengo?— le preguntaba burlona Divany con una enorme sonrisa en su rostro.

¡No ama, hasta que tu quieras!— fue la respuesta de Luisito soportando en verdad con valentía el dolor y el ardor en su rostro.

¡Perfecto!— exclamó Divany orgullosa de si misma y continuó haciéndole daño a su hermano.

Luis y Rubí habían estado observando todo de cerca sin que se percataran de su presencia y Luis estuvo a punto de intervenir de no ser por que Rubí lo convenció de no hacerlo al aconsejarle— ¡alto Luis, solo lograrás que te castigue también a ti!;

¡Pero Luisito llora, le está haciendo mucho daño!— exclamó muy preocupado Luis por su hijo.

¡Sí!— respondió Rubí emocionada— ¡pero bajo su consentimiento, tú mismo los escuchaste, está sufriendo por su amor y aceptaría incluso la muerte con tal de ganarse un beso de su ama!; ¿o que?, ¿se te olvida cuantos golpes te llevaste por una migaja de mi amor?— le expresó con burla al tiempo que abrazaba por el cuello a Luis y lo besaba en los labios. Luis correspondió al beso para después contestarle mas que sincero— ¡y sabes que aún estoy dispuesto a darlo todo por ti!;

¡Entonces solo observemos!— le respondió Rubí contemplando orgullosa la escena que se daba entre Divany y Luisito.

No se sabe cuanto tiempo pasó solo que Luisito tenía la cara ya muy hinchada y lloraba fuertemente hasta que Divany se compadeció no sin antes darle la última y quizás la mas fuerte bofetada estrellándole la suela en la frente y nariz de Luisito; entonces arrojó su sandalia al piso. Luisito llorando sin tallarse la cara fue como su perro que era por la sandalia, la sujetó con los dientes y enseguida se la ofreció a su ama; ésta la tomó y le ofreció la suela, Luisito la lamió.

Entonces Divany la arrojó de nuevo, le secó las lágrimas con sus manos y cariñosamente le expresó— ¡bueno ya deja de llorar que ahora viene lo mas lindo! y a continuación la escena conmovió a Rubí y a Luis pues Divany se la pasó dando suaves y tiernos besos por un buen rato en las mejillas a Luisito que si golpeándolo tardó, consolándolo se tardó aún mas, después le acarició con sus suaves y delicadas manos y al final remató con un profundo beso en sus labios.

Luisito a su corta edad tocó y entró al cielo o eso creyó el, al término de ese beso Luisito se sentía el mas feliz del mundo, su expresión así lo delataba. Divany se cubrió la cara con sus manos riéndose de el y le preguntó altanera— ¿a que vale la pena sufrir por mi?;

¡Sí ama!— contestó orgulloso Luisito al haber resistido hasta el final y sobretodo lograr complacer a su ama.

¿Lo harías de nuevo?— le expresó quisquillosa Divany.

¡Las veces que tu quieras!— respondió sinceramente a lo que Divany lo dejó descansar por ese día que fue estupendo para Luisito pero ¡claro!, tuvo mucho que ver con el buen humor de Divany pues al otro día la señorita amaneció de malas y por una tontería que ni ella misma después recordaba azotó cruelmente con el látigo a su padre y en lugar de mandarlo a curar como le pidió su madre ¡lo mantuvo a sus pies por un buen rato haciendo que le lamiera sus botas y le pidiera perdón por ser estúpido y no contenta con ello de vez en cuando le clavaba los tacones de sus botas en la espalda!;

Y con Luisito pasó lo mismo pues lo mantuvo ese día alimentándolo exclusivamente con sus orines y durante la cena le pisoteó sus sobras y lo humilló al decirle— ¡come perro, tu cena está servida a ver si así se te quita lo imbécil!— le expresó con desprecio y ahí se quedó contemplándolo hasta que el pobre de su hermano se comió por completo todo lo que ella le había pisoteado ante sus pies. Ni que decir que después se arrepintió y apenada abrazó y besó a su hermano lo cual fue suficiente para que éste volviera a quedar loco de amor por ella sin saber el lazo familiar que los unía.

Ese era el destino de Luis y de su hijo esclavizados de por vida ante Rubí y su hija, resignados a recibir de ellas golpes, humillaciones e insultos cuando estaban enojadas y unas cuantas caricias y sobras de su amor mas de pena y lástima que de otra cosa pero aunque cueste creerlo, ¡sí!, ¡así eran felices!;

El tiempo seguía su curso. Rubí tomaba el fresco abrazada a Luis junto a un árbol; Divany de pronto aparecía corriendo como una loca hecha un asco repleta de lodo, al parecer se había caído del caballo pero nada serio que le impidiera seguirse divirtiendo. Rubí la miró con asco y la reprendió— ¡maldita sea, tú nunca aprendes o que, mírate como estás!;

¡Si bueno!— contestó agitada Divany por llegar corriendo— ¡me caí, pequeño descuido jijijiji!;

¡Pues ve a cambiarte, hazte limpiar siquiera las botas que mira que un esclavo luce mejor que tú!— la regañó fuertemente Rubí al ver que su hija seguía creciendo sin respetar ciertos modales clásicos de comportamientos básicos en gente de su clase como lo eran ellas.

¡Maaaaamá!— gritó ofendida Divany— ¡no me compares con un vulgar esclavo que eso es repugnante!— se expresó con desprecio para que enseguida volteara a mirar a su padre y con otra expresión muy distinta graciosamente le dijo sonriéndole y regalándole un hermosa sonrisa y mostrándole sus perfectos dientes blancos— ¡no te ofendas Luis!— éste tan solo se limitó a humillar la mirada humildemente ante su hija y ama.

¡Bueno pues ve por tu esclavo y que te limpie las botas ya!— le dijo Rubí.

¿Quién?, ¿Luisito?— comentó burlonamente Divany— ¡oh no mami, no creo que pueda, está castigado, verás, al quitarme los zapatos hizo una mueca que no me agradó, lo hice lamerme entre los dedos de mis pies y su expresión tampoco me agradó por lo que decidí sujetarle mis zapatos en su cara con cinta para que así se acostumbre de una vez a ese exquisito aroma o sea que se la pasará respirando todo el tiempo que se me de mi regalada gana el interior de mis zapatos y lo mejor jajaja, dentro de la boca le metí mis calcetines sucios, míralo ahí viene!;

Rubí miró divertida y Luis apenado al ver que Luisito a duras penas aparecía gateando y adivinando su camino, se guiaba por las voces pues los zapatos le cubrían toda la cara y no podía ver.

¿A que luce patético, verdad?, jajajaja— se burló Divany para después añadir— ¡quizás después lo perdone pero eso sí, para que aprenda ya se ganó unas buenas bofetadas!— concluyó indignada y cruzada de brazos.

Rubí tan solo se limitó a contestarle— ¡bueno pues ve por Rocío o por Susana!;

Divany se sonrió y tronándose los dedos expresó arrogante mirando a Luis con una risita burlona— ¡padre límpiame las botas!— hizo una pausa y con toda la intención de humillar a su padre, de dejarle en claro su posición ante ella y como podía al igual que su madre cambiar drásticamente de humor con el añadió— ¡y hazlo con la lengua!;

Este carraspeó ante la infame orden de su hija pero reaccionó para no llevarse un castigo extra y justo se disponía a obedecerla cuando Rubí intervino.

¡Divany, sabes bien que no me gusta que trates a tu padre de ésta forma y menos que lo humilles cuando yo estoy presente, tienes a Susana o a Rocío incluso a Luisito así que deja en paz a tu padre!;

¡A ver mamá!— se expresó Divany altanera— esto no es personal, aquí el asunto es que tengo las botas sucias ¿no?, o sea necesito un esclavo para que me las limpie y Luis antes de ser mi padre es un esclavo y si la memoria no me falla, es mi esclavo o sea y por lo tanto ¡Luis límpiame mis botas!; Luis estaba sumamente nervioso y con toda la razón de estarlo, de nuevo trató de complacer a su hija pero Rubí sin perder esa arrogancia y soberbia que siempre la caracterizó y que había transmitido muy bien a su hija respondió— ¡no lo hagas Luis, si lo haces te juro que te azotaré sin piedad, va en serio, te haré daño hasta que te desmayes de dolor!;

Esta vez Luis si tembló ante la amenaza de Rubí pero el producto de ese temblor mas bien fue por que Divany se carcajeó con ganas ante lo dicho por su madre, Divany se carcajeó cuanto quiso mirando a ambos para que al final se centrara en mirar divertida a su padre, puso sus manos en la cintura y con una bella sonrisa y una determinación envidiable le dijo— ¡Luis, si no caes a lamer mis botas como el perro que eres mío y de mi madre, te diré lo que haré!— hizo una pausa y tras mirar con lástima a su padre y hacia donde se encontraba Luisito continuó— ¡iré por Luisito, lo ataré desnudo a éste árbol, le untaré miel por todo el cuerpo en especial en sus pelotitas y su soldadito y dejaré que las hormigas y las abejas hagan el resto!— concluyó con una mirada y una sonrisa en verdad deliciosamente sádica en su rostro.

Rubí y Luis se quedaron con la boca abierta ante tales palabras de Divany. Luis respiró profundamente y tomó una acertada decisión en realidad la única que podía tomar; se arrodilló ante Rubí, besó sus botas con suma humildad y le expresó dulcemente— ¡hermosa Rubí será un privilegio recibir esos latigazos y prometo agradecerte cada uno de ellos!— enseguida gateó hasta postrarse a los pies de su hija, besó aquella suciedad que cubrían sus botas y al igual en un tono mas que dulce le dijo— ¡hermosa Divany es todo un honor que me permitas lamer la suciedad de tus botas por que como bien dices soy tu esclavo y lo seré gustoso siempre!— y de inmediato comenzó a limpiar y quitar el lodo de sus botas con la lengua.

Luis no había echo nada mas que cumplir como siempre lo había echo aceptando su destino y su suerte que dependía ya no solo del humor y repentinos caprichos de Rubí sino ahora también de su hija Divany y el no tenía nada mas que hacer que humillarse ante los pies de su hija y del amor, del loco amor de su vida, Rubí. Divany sintió un poder y orgullo impresionante y soberbia miró burlona a su madre con una sonrisa de triunfo en su rostro al tiempo que observaba como su padre se humillaba ante ella.

Rubí meneó la cabeza aceptando que de tal palo tal astilla y acercándose abrazó a su hija y le acercó una bota a la cara a Luis diciéndole mientras le sonreía un tanto apenada— ¡ya que estás en lo tuyo!; Luis besó ambas botas, una de Divany y una de Rubí; en ese momento Luisito llegaba chocando accidentalmente con las piernas de Divany que muerta de risa le quitó los zapatos de su cara reprendiéndolo aparentando estar molesta algo que en realidad no sentía tan solo seguía la bonita costumbre y el único modo de dirigirse a el— ¡idiota, fíjate en tu camino!— le dijo entre risas mientras le daba una palmada en su cabeza que la hizo reírse aún mas y después añadir— ¡ay perrito si vieras como te echo de menos jajajaja, anda, limpia mi otra bota con tu lengua y así ayudas a tu padre!;

¡Sí ama, gracias ama!— contestó agradecido Luisito después de escupir los olorosos calcetines que habían permanecido dentro de su boca por un buen rato.

¡Cállate bobo!— le dijo Divany riendo de nuevo al momento que le daba otra palmada en su cabeza que hizo que Luisito torpe y patéticamente terminara a sus pies lo que ocasionó que Divany y Rubí se carcajearan sin control alguno sintiendo tanto pena como lástima pero al igual placer en el trato que le daban a esos seres que ellas presumían querer y al tiempo en que ellas felices se reían Luis y su hijo se esmeraban en la limpieza de esas botas con la lengua no sin antes besarlas con absoluta devoción sellando con esos besos su esclavitud para siempre, esclavitud permitida por ellos, por amor a sus amas y aguardando su partida hacia su nuevo hogar aquel en el cual un día Luis entró llevando en su mente y su corazón solo sentimientos de odio y rencor sin imaginar siquiera hasta que extremo cambiaria o mejor dicho le cambiarían su pensar, ese hogar era la casa de Rubí a donde regresarían de nuevo para según Rubí llevar una vida mas íntima solo ella y su querido profesor pero con la sorpresa de ahora regresar con su hermosa hija Divany y a lado de ella su fiel mascota y hermano Luisito y solo quedaba por concluir en la mente de Rubí si dejarle dos rebanadas del pastel a Tania y a Mayra que serían Rocío y Susana o cargar con el pastel completo.


FIN.

BLACK.

RUBÍ 17

¡Perdóname ama!— expresó Luis después de respirar profundo y haber meditado muy bien lo que tenía que decirle a Rubí a modo de que ésta no se sintiera desairada sino por lo contrario sintiera el apoyo incondicional de su querido profesor a lo que éste tomando valor continuó— y perdón también por lo que te diré pero es que ¿no crees que es algo lindo y conmovedor esperar un ser dentro de ti, un ser que ha sido formado fruto de nuestra relación?, ¡sí!, no estaba en tus planes pero ahora puedes iniciar una nueva etapa en tu vida y sobra decir que tendrás todo mi apoyo y lo que desees de mi— concluyó el profesor muy seguro de si mismo.

Rubí le alzó la cara a Luis después de que éste optara por inclinarla y tras una leve sonrisa un tanto despectiva le dijo— ¡tu nunca entiendes animal!, Luis, tu a mi mamá no le agradas, serías el último en el que se fijaría para convertirlo en su yerno y como ya te dije esto no estaba en mis planes por lo tanto al confirmarlo pensé en abortar— Rubí hizo una pausa para sonreír burlonamente al contemplar la mirada de horror que se había dibujado en el rostro de Luis y luego añadió— ¡oh no, ni pongas esa cara, no lo haré!; como te dije para mi madre no eres santo de su devoción sin embargo para serte sincera tampoco te odia por lo tanto tras discutirlo ha decidido castigarme con desheredarme si aborto ¡o sea está alucinada con la llegada de un nieto y olvidándose de todo el pasado le importa una mierda que tú seas el padre!— le explicó Rubí expresándose burlesca en referencia a su madre por la ilusión que ésta sentía de por fin tener un nieto al ser Rubí su única hija— y mas al verme histérica— continuó Rubí— decidió que ese sería mi castigo ¡tener un hijo tuyo y pagar y tragarme mis propias palabras mira que convertirte en mi esclavo, reducir tu dignidad de ser humano para pasar a tratarte como a un perro y ahora tener un hijo tuyo o sea que la jodida soy yo pues mi madre no pudo elegir mayor tortura para mi que obligarme a tener éste hijo tuyo!— concluyó Rubí con un semblante serio.

Luis la abrazó de nuevo y le expresó feliz tras estar seguro que con la intervención de doña Gloria, Rubí tendría a la criatura— ¡hermosa Rubí, no tiene por que ser así ya verás que tu también llegarás a adorar a ese ser que saldrá de ti, no tiene por que ser un castigo!— la reconfortaba Luis.

¡Así es Luis, muy bien dicho!— le respondió Rubí de pronto con una hermosa pero sobra decirlo perversa sonrisa en su rostro, inexplicable el cambio que había dado en su expresión pero enseguida le hizo saber el motivo de ese cambio.

¿Sabes Luis?— prosiguió Rubí a explicarle al profesor el motivo de esa perversa sonrisa y ahora expresándose en una posición mucho mas cómoda al hablar— ¡mi madre es una zorra astuta pero yo siendo su única hija siempre le llevo un paso adelante jajaja y como te dije ya que ella decidió castigarme obligándome a tener éste hijo por que vieras como se puso que casi hasta viene a darte las gracias por ser tu el responsable de darle el nieto que tanto esperaba pero bueno, como te digo, me gritó como nunca lo había echo y hasta amenazó con golpearme!, ¿lo puedes creer?— de nuevo Rubí se expresaba a modo de burla hacia su madre— pero al grano, yo he revertido las cosas ¡y como soy genial seré yo quien la castigue con el nacimiento de ese hijo aunque bueno!— Rubí hizo de nuevo una pausa para quedarse mirando por unos instantes con mucha lástima a Luis mientras tiernamente le pellizcaba sus mejillas y enseguida continuó— ¡también tu sufrirás con ésta decisión!— concluyó Rubí con una expresión cruel en su rostro haciéndole ver al profesor que no estaba bromeando con la situación.

Luis estaba más que nervioso esperando la genial decisión de Rubí pero ésta ya mas tranquila le explicó como pensaba hacer las cosas al momento que se levantaba del sofá— ¡te quiero en 20 minutos en la sala y dile a Tania que también la quiero ver ahí yo iré a hablar con Mayra, pobrecita, me he pasado con ella; ya en la sala les dejaré muy en claro mi decisión pues lo diré solo una vez y mas te vale que no me hagas un solo reproche mientras adelántale a Tania la buena nueva!— dicho esto se marchó al cuarto de Mayra dejando a Luis muy preocupado.

Rubí entró sin tocar en la habitación de Mayra y ahí se la encontró llorando desconsolada en su cama. Rubí suspiró profundamente y exclamó melosa— ¡Pequeña!, ¿podemos hablar?; Mayra no le contestó solo intensificó aún mas el llanto a lo que Rubí que la conocía a la perfección se le acercó, se acomodó en la cama junto a ella y le susurró dulcemente al oído— ¡vamos Peque, no me la hagas mas difícil!,

Enseguida Mayra le respondió, mas bien le gritó entre llantos pues apenas se le entendía lo que decía— ¡claro, hablemos por que si me niego me golpearas de nuevo!, ¿no?;

¡Nooo!— le contestó Rubí apenada aunque interiormente no podía ocultar sentirse satisfecha pues a partir del día en que Mayra jugó a serla de ama con ella como bien Rubí le había dicho en realidad nunca lo olvidó y a partir de ese momento quería sacarse esa espinita y desquitarse de alguna forma con Mayra lo cual había logrado al abofetearla, humillarla y retarla y comprobar que ésta aún le temía demasiado como para enfrentarla pues no era la primera vez que Rubí golpeaba y hacía llorar a Mayra ¡on no!, pues desde tiempo atrás ya Rubí controlaba hasta los mas mínimos detalles en la vida de Mayra y hasta era algo común que siempre Mayra terminara llorando en los brazos de Rubí mientras ésta la consolaba y se sonreía burlona pues a pesar de muchas de esas escenas Mayra la seguía adorando y respetando pues también tenía y mucho de que agradecerle a Rubí pero el caso es que ésta vez Rubí también reconoció que en verdad si se había pasado con ella, con su adorable y tierna Peque a lo que sujetándole con sus manos el rostro a Mayra la miró fijamente y le explicó el porqué de su comportamiento.

¡Mira, esto es difícil para mi así que lo haré rápido, sí, me comporté no solo como una estúpida contigo, fui cruel, lo acepto y te pido perdón!;

¡No te creo!— le gritó Mayra ofendida— en cuanto vuelvas a enojarte vendrás de nuevo a cobrártela conmigo.

¡No, te juro que no!— le contestó Rubí al momento que la abrazaba y se sonreía orgullosa al comprobar que como tiempo atrás también ésta vez lograba que Mayra sucumbiera con ese abrazo y con las primeras lágrimas— ¡eso sí muy bien actuadas!— que corrían por las mejillas de Rubí.

¿Rubí, que coño te pasa?— le preguntó Mayra enternecida— si me explicaras y confiaras en mi como antes todo estaría genial.

¡Estoy embarazada!— exclamó Rubí en seco.

Mayra rió incrédula negando con la cabeza— ¡no, eso no!;

¡Sí!— le confirmó Rubí— obviamente no estaba en mis planes y bueno, entré furiosa, me perdí por unos momentos incluso contigo y Tania, de nuevo te pido perdón.

Mayra meditó por unos momentos las palabras de Rubí y tras concluir que todo tenía sentido le expresó risueña— ¿te disculpas de nuevo?;

¡Sí Peque, cuantas veces quieras!— fue la respuesta de Rubí regalándole una de sus mejores y mas bellas sonrisas.

¡No se, no es suficiente!— contestó Mayra jugando a hacerse la difícil entonces Rubí le respondió burlona— pues lo siento pero no estoy para consentirte por que tengo algo importante que decir así que andando, vamos a la sala.

Mayra a modo de berrinche insistió— ¡al menos podrías abrazarme de nuevo tal como lo hice contigo cuando estabas adolorida por las bofetadas!;

Rubí se sonrió, se abrazó a ella y después de besarla tiernamente y repetidas veces en las mejillas de nuevo le dijo— ¡andando!— Mayra intrigada la siguió.

Ya en la sala Tania y Luis aguardaban impacientes y éste ya le había explicado a Tania el comportamiento de Rubí hacia ellas. Rubí fiel a su carácter no se las hizo de emoción y tras tomar asiento y dedicarles una sonrisa a su audiencia les explicó— ¡sí, estoy embarazada, el caso es que mi madre me prohibió abortar y me ordenó tener al hijo como castigo por lo idiota que soy pero como le dije a Luis, también soy genial y he revertido las cosas, por lo tanto he decidido castigar a mi propia madre que en última instancia se muere por tener un nieto sin importarle que el padre sea Luis y como consecuencia de lo mismo también he decidido castigar a Luis que aunque en realidad no es el culpable directo para mi lo es y punto!; ahora la pregunta es ¿Cómo?, pues, muy sencillo.

Rubí hizo una larga pausa al ver que todos la observaban con suma atención y añadió al final sonriente— ¡HE DECIDIDO ESCLAVIZAR A MI PROPIO HIJO!;

Todos enmudecieron; Luis sintió que se desmayaba, todo le daba vueltas y mínimo estaba luchando por no vomitar y Rubí muy quitada de la pena continuó soberbia— ¡como lo oyen, de ésta manera tanto mi madre como Luis sufrirán al ver una a su nieto y el otro a su hijo siendo tratado como un miserable perro!— concluyó Rubí totalmente desorbitada y fuera de control alguno.

Tania intervino nerviosa— ¡a ver Rubí!, ¿tu te volviste loca o que?, ¡no puedes hacer eso!— concluyó Tania casi gritándole por lo nerviosa que se sentía al haber escuchado la cruel y firme decisión de Rubí.

¡Claro que puedo y lo haré!— le contestó Rubí cínicamente en una actitud mas que déspota y soberbia.

¡Bueno, genial Rubí!— insistió Tania tratando por todos los medios de hacer entrar en razón a la despiadada joven— supongamos que lo hagas, ¿dime?, si tu madre te obligó a tener el hijo, en cuanto éste nazca y ella se encariñe aún mas con el, ¿crees que no intervendrá para evitar tu perversa idea?;

Rubí se carcajeó todo lo que quiso para después darle respuesta a la pregunta de Tania— ¡sí, eso será lo mas lindo, mi madre me ordenó tener al hijo y eso haré pues hicimos un trato, yo le di mi palabra de cuidarme y tenerlo y ella a cambio firmó las escrituras heredándome todo por completo pues como saben yo siempre he sido la única heredera pero la que controlaba todo legalmente hasta hace unos días era ella de manera que antes de que firme si se le pegaba la gana si me podía dejar en la calle pero al estar tan ilusionada con su futuro nieto no asimiló bien las cosas y pensó con el corazón y no con el cerebro o sea que en éste momento mi madre es una pobre en verdad pobre persona que no tiene ni una sola propiedad mas que la ropa de encima, está mas que jodida y yo tengo absoluto control de todo por lo tanto en cuanto le haga saber mi decisión poco o mejor dicho nada podrá hacer pues no tiene una sola oportunidad con que amenazarme!— concluyó para que inmediatamente mirara burlona y con aires de desprecio y superioridad a Luis— ¡y tu Luis, haz lo que mejor te conviene, obedecerme y tragarte tu patético orgullo si es que acaso te atreves a decir que todavía te queda, sí, trágatelo una vez mas ante mi!— concluyó carcajeándose de nuevo ante el silencio absoluto de todos que por primera vez compadecieron en verdad la humillación que Luis sufría en ese momento ante las crueles palabras de Rubí.

¡No podrás Rubí, es tu hijo demonios, no puedes hablar así!— intervino Mayra horrorizada que hasta por fin se había atrevido a hablar— lo dices por que estás dolida y resentida y te entiendo, tu vida cambiará al tenerlo pero por lo mismo cuando eso suceda te encariñarás con el, ya parece que lo estoy viendo.

¡Sí bonita!— le contestó Rubí burlesca— no creas que no pensé en eso, le di vueltas y ello me llevó a tomar otra decisión definitiva— de nuevo hizo otra pausa para mantenerlos aún mas intrigados hasta que continuó— esto es lo que haré y es en verdad mi decisión final e inamovible:

¡Sí la criatura nace varón lo haré esclavo, no tendrá contacto con el mundo exterior pues pienso permanecer mucho tiempo en éste rancho, total si se me antoja te lo compro!— expresó mirando altanera a Tania— y si no quieres o no convences a tus padres de vendérmelo pues no me vuelves a ver— de nuevo la miró burlona sabedora del amor que ésta sentía por ella a lo que Tania un tanto avergonzada por la presencia de Mayra y de Luis se limitó a humillar la mirada ante Rubí que continuó— ¡Luis, tu te encargarás de su cuidado y de la poca educación que decida y autorice que tenga prácticamente si lo educarás pero para que sea un buen esclavo jajaja!— se rió maliciosamente— ¡en cuanto a ustedes lo verán y lo tratarán como a un perro así como lo hacemos con Susana y compañía, el estará conciente de quien es su padre y su madre, yo misma me encargaré en decirle cuando así lo considere el porqué de mi decisión, así que ya está será mi propio esclavo y de ustedes!; de ti no Luis— se dirigió a éste con burla— ¡pues tu eres esclavo y por lo tanto no puedes tener un esclavo!; ¡ahhhhhhhh!— exclamó sorpresivamente Rubí pero si nace una niña— sonrió y continuó— entonces mi querido Luis— hizo una breve pausa y sin piedad alguna le expresó a Luis una frase que se le quedaría tatuada en el corazón para siempre a partir de ese momento— ¡TU SERAS ESCLAVO DE TU PROPIA HIJA!;

Luis temblaba por completo y las otras chicas sentían chinita la piel mientras Rubí continuó hablando como si les contara feliz sus próximas vacaciones y no el cruel y en verdad espantoso destino que estaba decidiendo sobre su futuro hijo y Luis— ¡así es, si es niña llevará una vida normal y placentera; Luis, tu eres profesor es cuestión de que te actualices y serás el encargado de su educación pues ella no irá a escuelas ni nada de eso, tendrá de todo aquí hasta esclavos a los que podrá considerar como sus mascotas humanas!, ¿Quién no desea eso? y ella lo tendrá, ¡la haré cruel incluso mas que yo y ustedes juntas, ella de momento no sabrá que tu eres su padre, la haré que te trate como lo que eres, un perro y yo misma le diré la verdad cuando cumpla los doce años entonces dejaré que decida que trato tener contigo y creo que eso es todo lo que tenía que decirles!— Rubí suspiró y al final exclamó satisfecha— ¡sí, ya me siento mejor!— y sin mas se marchó dejando preocupados a todos.

Ni que decir que todos insistieron en hacer ver a Rubí lo monstruoso de su idea. Luis lloró y lloró a sus pies pero lo único que consiguió de Rubí cada vez que lo hacía era que ésta lo dejara de rodillas y le diera de bofetadas con la suela de su sandalia todo el rato que ella quisiera. Tania y Mayra al igual que Camelia casi se le arrodillaban de vez en cuando por la misma causa pero Rubí se mostró inflexible e implacable y todos desistieron aceptando el destino cruel o placentero del nuevo ser que se formaba dentro de Rubí, dependiendo su suerte de su sexo, del sexo que tuviera.

Luis en esos días se sentía aún mas humillado y denigrado y Rubí sin piedad lo mantenía cerca de ella haciendo que le lamiera las plantas de sus pies aplastando por completo su dignidad y su vida. Los meses pasaron; doña Gloria se instaló en el rancho primero histérica y al final resignada a rezar para que tuviera una niña como nieta. Rubí gozó perversamente la angustia de su madre que entre ella y mas bien Camelia se encargaron de sus cuidados durante el embarazo ¡y llegó el momento, el gran momento esperado y por influencias del destino fue niña!;

Rubí tuvo como hija una preciosa niña a la que llamó Divany y fue la absoluta adoración de doña Gloria pero no así de Rubí, todos pensaron que al verla nacer Rubí cambiaría de sentimientos pero no fue así, no la aborrecía, ¡claro que no!, pero tampoco sentía ese amor maternal que hubiese sido lo mas normal; prácticamente Camelia y doña Gloria se encargaron de crecer a esa niña Rubí tan solo se limitaba a cooperar en lo mas esencial de sus funciones como madre y llegaron aquellas noches en que la niña no la dejaba dormir y era Luis quien lo pagaba, Rubí le daba de cintarazos, taconazos y con lo que se encontrara al pobre Luis y hasta a Camelia para que calmaran a la mocosa como la solía llamar Rubí que a pesar de no deshacerse de amor por su propia hija sí se sentía orgullosa al ver que era una réplica idéntica de ella y su objetivo en ella era moldearla tal y como había dicho, hacerla déspota y cruel aún mas que ella, no en vano sería una nueva y la mas joven Torres Panty pues así lo decidió ella, que conservara sus apellidos y no el de el profesor, el no contaba para nada.

Con todo y eso Divany ya casi cumplía los tres años y entonces Rubí tuvo otra genial idea que hundió de nuevo en la tristeza y sufrimiento moral a Luis pues un buen día en que se encontraba Rubí observando jugar a la pequeña Divany con Luis de cerca le dijo— ¿sabes Luis?, nuestra hija está creciendo muy rápido y creo que le hace falta algo mas que los juguetes y entretenimientos que tiene, creo que le vendría bien relacionarse con alguien mas o menos de su edad.

Luis como siempre interpretaba muy a su manera las palabras de Rubí a lo que emocionado le contestó— ¡claro!, ¿Por qué no?, digo, si te parece la ingresamos a un colegio o no se ella podría interactuar con otros niños— concluyó sonriente el profesor.

Rubí le devolvió la sonrisa aunque a modo de burla y le respondió— no me has entendido, lo que quiero decir es que a pesar de que ella tiene como esclavos a Susana, Rocío y a ti, lo entenderá y le sacará provecho hasta que tenga mas edad por lo tanto creo que le vendría bien tener alguien como ella para practicar— concluyó Rubí con una sádica sonrisa en su rostro.

Luis sintió un escalofrío recorrer su piel y Rubí mirándolo fijamente le dejó mas que claro lo que pretendía— ¡QUIERO QUE MI HIJA TENGA UN ESCLAVO MAS!— Luis seguía sin entender a lo que Rubí gustosa continuó explicándole hasta resolverle todas sus dudas— ¡Y TU ME LO DARAS!— ahora Luis si no entendía nada a lo que Rubí después de pegarse una fuerte y cruel carcajada concluyó en explicarle su macabro plan— ¡QUIERO QUE EMBARACES A SUSANA, QUE FOLLES CON ELLA HASTA EMBARAZARLA Y QUE DE AHÍ NAZCA EL ESCLAVO PARA MI HIJA!;

Luis sintió nauseas y tan pronto logró reaccionar se dejó caer de rodillas besando las finas zapatillas negras de Rubí implorándole que no siguiera adelante.

¡Mi querido profesor!— le expresó sonriendo maliciosamente Rubí al contemplarlo una vez mas postrado ante ella— ¡ya me conoces o cuando menos deberías ya conocerme así que para qué rogar, pero continúa, estaba a punto de decirte que le pasaras la lengua a mis zapatos pero grábatelo de una buena vez, quiero que embaraces a Susana, esa será tu principal tarea a partir de ya y la criatura que nazca de esa relación sea varón o mujer será esclavo de mi hija y por supuesto mío también y por supuesto que sabrá quienes son sus padres!;

Luis quedó deshecho en el piso llorando mientras veía a Rubí alejarse ¡no lo podía creer!, después del embarazo y con el pasar de los años Rubí lucía aún mas espectacular, hermosa pues había recuperado incluso se podía presumir que tenía un mejor físico, ¡sí!, lo que se quiera opinar de ella y de su especial y divina belleza pero también conforme los años se había vuelto mucho mas despiadada y cruel como se lo estaba demostrando a Luis a cada momento y lo que Rubí deseaba se cumplía y Luis no tuvo mas elección ni siquiera matarse ¡porqué lo deseó!, deseó la muerte antes de cometer un acto tan vil pero recordó que Rubí era la dueña hasta de su vida y de sus pensamientos y estuvo al pendiente de el.

Luis se sentía completamente miserable todas las veces que a la fuerza con la ayuda del látigo folló y penetró a la infeliz de Susana hasta cumplir con embarazarla y lo que mas le dolía y lo humillaba por completo ni que decir a Susana es que todas esas malditas veces Rubí estuvo presente disfrutando de la humillación de ambos pues queda claro que Luis no disfrutó ni tantito en cometer aquella crueldad ni mucho menos Susana por lo que Rubí los animaba a latigazos y como fruto de esa relación llegó a ver la luz del mundo ¿o la luz de su infierno?, el pequeño Luisito, ¡sí!, fue varón y Rubí que no dejó a Susana ni siquiera elegir el nombre de su propio hijo fue ella quien decidió que se llamara como su padre aunque a decir verdad Susana odió a su propio hijo por la forma en que se había dado su nacimiento, lo odió tanto como odiaba a Luis y de nueva cuenta a la propia Rubí, pero su triste y desgraciado destino tal parecía que estaba escrito y que su infierno cada vez era mayor.

El tiempo seguía su marcha y la pequeña Divany tenía ya diez años cumplidos; Luisito estaba a nada de cumplir los ocho y vivía ya un pequeño tal como el pero infame infierno al lado de su también pequeña ama que al mismo tiempo era así con sus diez años ama de Susana, Rocío y de su propio padre que ella no lo sabía pues Rubí estaba cumpliendo con creces lo que quería ver reflejado en su hija; era a su edad el doble de déspota, grosera, altanera y asquerosa de lo que su madre había sido y ¡sí!, también perfilaba a ser el doble de hermosa tanto que al pobre Luisito le habían costado muchas cachetadas que la pequeña Divany le daba con la suela de su sandalia cada vez que sorprendía a Luisito admirándola embelesadamente.

Pero a todo esto había un límite para Divany y ese límite se llamaba Luis y es que Rubí curiosamente como había sido habitual en ella no le importaba destrozar ni física ni moralmente a su esclavo pero sí le afectaba siquiera ver que alguien mas siquiera lo rasguñara y aunque había decidido desde un principio darle a Divany autoridad absoluta sobre su padre-esclavo, con el tiempo cambió de parecer y le prohibió que lo tratara tal como hacía con Luisito, Rocío y Susana y eso generó algunos percances en la mente de la pequeña Divany que en verdad era odiosa y todos hasta la propia Rubí estaban pagando sus pecados con ella al tener que soportarla y consentirla.

Todas adoraban a Divany hasta Rubí aunque lo negara y las verdaderas atrocidades de ésta se vieron aún más precisamente a los diez años. Rubí y sus amigas ya no eran unas jovencitas y lo mas importante en ellas era que parecían por fin maduras en su comportamiento, aunque no Rubí, para ella habían avanzado los años pero sus berrinches y caprichos al igual que su belleza seguían intactos aunque eso no quería decir que no estuviera al pendiente y consciente de la situación y de todo lo que pasaba por lo que algunos aspectos en su vida habían cambiado o mas bien se los reservaba principalmente su relación con Tania que cada vez se daba menos tan solo en algunos momentos muy íntimos y privados y solo cuando Rubí así lo decidía nunca cuando Tania lo deseaba y sobra aclarar que Luis supo siempre de esa relación mas nunca se atrevió siquiera de opinar sobre dicha relación a Rubí pues a pesar de que ésta lo seguía consintiendo Luis con el tiempo si algo tenía mas que claro era que nunca se podía estar seguro de que humorcito andaba Rubí por lo que optó en mentalizarse de que nunca tocaría ese tema con su adorada Rubí.

Pero quienes en verdad deseaban cada día morir eran Susana y Rocío; Rocío que a estas alturas ya lucía con la piel mas que marcada como una res, había sido rápido y circunstancial pues a pesar de que Mayra siempre la amenazaba con marcarla nunca se lo cumplía y la pobre de Rocío se había llegado a creer que al menos se escaparía de ese tormento pero en uno de esos días en que Mayra andaba con un humor de perros gentilmente pidió a Rubí que sea ella quien se encargara de marcarla frente a ella e infligiéndole todo el dolor posible a lo que Rubí accedió gustosa cumpliendo exactamente con lo que Mayra deseaba provocándole un espantoso dolor a Rocío que por unos momentos le pareció eterno mientras bramaba como una perra para al final lucir en sus pechos una “M” de Mayra y lo mejorcito idea de Rubí en su frente y mejillas se podía apreciar la frase “Perra de Rubí”, llevando “perra” en la frente y “de” y “Rubí” en cada mejilla y ya de pasadita Rubí también se encargó de recordarle a Susana por si acaso se le había olvidado ese espantoso sufrimiento de ser marcada al rojo vivo y la volvió a marcar ésta vez en los pechos para que de alguna forma acompañara a Rocío en su calvario luciendo también al final las iniciales de Rubí y de Mayra en sus atormentados pechos.

Susana y Rocío vivían día a día un verdadero infierno pues encima que ya tenían con soportar los crueles tratos de sus amas ahora tenían que lidiar con la cruel imaginación de Divany en especial Rocío pues Rubí había manipulado a su hija a que mostrara un especial y mayor desprecio por ella y así lo sufrió Rocío al encontrarse con lo que se podía llamar su primer encuentro oficial con su nueva ama.

¡Hola perra!— fueron las amables palabras clásicas, chillonas y mimadas de una hermosa niña de diez años como Divany.

A Rocío le entraron ganas de darle mínimo un bofetón pero se contuvo asimilando que eso solo le ocasionaría severos problemas.
¡Sí!— continuó Divany— ¡mi mami dice que antes eras como ella pero ahora eres una perra y eres mi perra!— y así se lo hizo ver pues Rocío era el transporte humano de Divany llevándola sobre su espalda a la que le habían acomodado una almohada para que su joven ama fuera mas que cómoda a todos lados. Rocío no podía sentirse mas humillada y desgraciada, sirviéndole prácticamente de caballito a esa niña odiosa y mas cuando sabía que al presentarse ante ella lo primero que tenía que hacer era lamerle sus olorosos pies pues Divany no tenía tantos cuidados que digamos en su higiene personal, mucho menos en sus pies, era glotona como nadie mas y Rocío tan solo respiraba aliviada los días en que la cruel hija de Rubí elegía a Susana para usarla de caballito por ese día.

Para Luisito las cosas eran un tanto distintas pues Divany mas que su esclavo lo veía por ratos como su compañero de juegos aunque a su corta edad ya disfrutaba al ver la abismal diferencia que había entre ellos al vestir Lusito tan solo unos pequeños calzoncillos y descalzo tal como su padre mientras ella lucía los mas lujosos y finos vestidos y zapatos aunque de calzado sus preferidas eran unas botas altas regalo de su tía Tania y un pequeño látigo del cual no se separaba casi nunca. El problema lo tenía Luis pues a pesar que respiraba tranquilo al ver que Divany no trataba tan cruel a Luisito al menos no como lo hacía con Rocío a raíz de que Rubí no le permitió a su hija que lo utilizara a el como su esclavo esto originó que a la niña le cayera mal su padre aunque claro, ella no lo sabía.

Así transcurrían los días y el tiempo y Rubí lo que mas gozaba de su hija era su cruel y despiadado comportamiento como sucedió un día en el que estaban reunidas en la sala; Rubí descansando los pies en la espalda de Luis y la pobre Rocío postrada en el piso miserablemente lamiendo los pies de Mayra que disfrutaba de unas galletas y de vez en cuando se compadecía tirándole una al piso a Rocío, se la aplastaba y ésta humillantemente se la comía lamiéndola de la planta de su pie incapaz de poder ocultar su humillación interior por que por fuera tenía que agradecerle a la cruel Mayra con una sonrisa en el rostro si no quería llevarse una buena serie de latigazos y una semana mínimo de castigo en la que Mayra la reducía a alimentarla exclusivamente con sus heces.

A eso entró como una loca corriendo Divany seguida de Luisito aunque claro, el gateando. Divany llevaba una botella llena de orín y expresó feliz a Mayra— ¡tía, es hora de que alimente a tu perra!;

¡Claro!— le respondió risueña Mayra al momento que despedía a Rocío obsequiándole una patada en la cara.

Entonces iniciaba la tortura, una más y quizás de las más humillantes para Rocío.

¡A ver perra!— le decía con la voz chillona Divany— adivina si te daré o no hoy de beber pipí. Rocío en verdad luchaba por contenerse ante la mocosa pues era mas que obvio al tener la botella en su mano a lo que Divany muy astuta intentó confundirla— ¡por que podría dársela a Luisito!, ¿verdad?— le dijo al pequeño dándole un ligera patada en su costado obteniendo como respuesta un ladrido que hizo reír de lo lindo a todas pues Luisito estaba perfectamente entrenado por Divany a base de latigazos había aprendido a complacer a su pequeña ama.

¡Anda perra, adivina!— insistió Divany a lo que Rocío completamente humillada contestó— ¡sí ama, me darás de beber!;

¡Uffffff!— expresó Divany graciosamente divirtiendo en especial a su madre— ¡que lástima pues pensaba dársela a Lusito pero bueno, no está bien burlarnos de los esclavos y como me dijiste que sí te daría de beber pues eso haré!, ¿está bien mami?— concluyó mirando alegre a Rubí que muerta de risa asintió con la cabeza haciendo sentir orgullosa a Divany como cada vez que hacía sonreír a su madre. Entonces como siempre ordenó a Rocío estirarse en el piso bocarriba para que ella muy divertida se le acomodara sentándose sobre su estómago y poniéndole en plena cara las suelas de sus sandalias las cuales Rocío tenía que esmerarse en dejarlas como nuevas pasándole una y otra vez la lengua mientras Rubí y compañía gozaban como unas locas con la humillación de la infeliz, enseguida descalzaba a Divany con la boca y se disponía a lamerle las olorosas plantas de sus pies hasta que la cruel niña se diera por satisfecha entonces como premio según Divany se le acercaba, le ordenaba abrir la boca y después de que le escupiera dentro repetidas veces hasta casi quedarse sin saliva entonces le empujaba la botella y le hacía tragarse todo el apestoso líquido muchas veces casi haciéndola atragantarse.

Esos solían ser momentos agradables para Rubí con su hija pero no siempre era así; para Rubí disfrutar de la compañía de su hija era eso, observar como ella despreciaba y humillaba a los esclavos pero nada mas, después de eso no quería ni tenía ni un trato mas con su hija y eso naturalmente la niña lo resentía y justo al otro día en que Rubí se disponía a salir pasaba por la sala luciendo maravillosa con una blusa tejida morada, falda café y unas zapatillas negras de fino tacón, ¡maravillosa se veía!, en verdad que sobran las palabras para describirla y justo cuando lo hacía apareció Divany.

¡Mami, mami!— gritaba feliz al momento que se abrazaba a su madre. Rubí no iba precisamente de buen humor y trató de ignorarla pero Divany se aferró a ella a lo que Rubí le dijo en un tono incómodo— ¡llevo prisa lo que quieras decirme será cuando regrese!;

Pero al tratar de empujarla sucedió algo gracioso; Divany se quedó sujeta a la blusa de Rubí pues usaba unos frenillos en sus dientes y estos se aprensaron a la tela tejida.

¡Diablos, Divany!— expresó Rubí mas que molesta— me estás retrasando, apártate.

¡Agggggggggghhhhhhh!— se quejó Divany pues Rubí la lastimó al empujarla pero no logró apartarla; Rubí lucía cada vez mas molesta y Divany muy divertida abrazada a su madre sin poderse safar de ella.

¡Camelia!— gritó Rubí; ésta enseguida apareció y al percatarse de lo ocurrido rápidamente auxilió a Rubí después que ésta la riñera— ¡rápido estúpida!, ¿de que diablos te ríes?; enseguida Camelia safó a Divany y se marchó para no contrariar mas a Rubí pero cosa de niños, justo cuando Rubí se disponía de nuevo a salir Divany se fue sobre ella gritando— ¡no te vayas mami, llévame contigo!— y de nuevo se afianzó sobre ella mordiéndole ésta vez la blusa.

¡Divaaaaaany!— gritó histérica Rubí; ¡sí!, de nuevo se habían enganchado sus frenillos en la blusa y de nuevo Rubí tuvo que gritar para llamar a una divertida Camelia cuando vio de que se trataba, que se arrodilló para de nuevo safar los frenos de Divany ya sin sonreír pues la pobre Camelia ésta vez si se llevó un par de bofetadas producto del enojo de Rubí.

Y eso era de lo mas ligero que tenía que soportarle a Divany pues justo ese mismo día en el almuerzo dio lugar otra escena similar pues Luis era el encargado y responsable de la educación de su ama e hija y lo fue hasta que ésta cumplió los diez años y se negó rotundamente a obedecer a un esclavo pues demasiado tenía con que su madre inexplicablemente para su pensar de ella le había prohibido tratar mal a Luis, entonces Divany perdió todos los estribos y lo poco o mucho que Luis había logrado enseñarle e hizo sus propias reglas ¡o sea que no tenía reglas!, andaba siempre descalza, total, detrás de ella siempre iba Luisito para tragarse la suciedad de sus pies, comía de todo en exceso y no utilizaba cubiertos justo como lo hizo ese día.

Rubí miraba con asco como su hija tragaba el sabroso asado y lo devoraba con verdadero apetito solo usando sus manos y lo peor, hablando y bromeando con sus tías con la boca abierta. Todas reían excepto Rubí.

¡Divany, haz el favor de comer con la boca cerrada!— le ordenó Rubí con un semblante serio en su rostro.

Divany subió los hombros y como respuesta le mostró a su madre los alimentos que masticaba.

Rubí golpeó molesta sobre la mesa con la palma de su mano y en un tono nada amigable le expresó— ¡no estoy jugando Divany, mastica con la boca cerrada y utiliza los malditos cubiertos!— enseguida Rubí miró a Luis y furiosa le gritó— ¿Por qué diablos come de esa forma?, ¡tú eres el responsable!;

Luis en verdad tembló ante el enojo de Rubí pero ya varias veces le había dicho que Divany se negaba a hacerle caso, solo que Rubí no le había dado tanta importancia. Rubí observó de nuevo a Divany y ésta como burla sujetó con su mano una pierna de asado, la mordisqueó y masticó por un momento para después mirar retadora a su madre y escupir los trozos en el piso permitiendo gentilmente a Luisito que se los comiera y que lo hizo gustoso pues estaba mas que acostumbrado a ser alimentado de esa forma y no era que le gustara sino que a veces Divany por capricho decidía castigarlo no dándole de comer siquiera sus sobras escupidas, entonces Lusito prefería comer esa bazofia a sufrir al sentir chillar sus tripas.

Rubí intensificó su enojo ante tal comportamiento de su hija y mas al notar que todas las miradas se dirigían a ella, entonces le dijo ya a modo de amenaza— ¡obedéceme o te golpearé!;

¡Jajajajaja!— Divany se rió graciosamente— ¡no puedes golpearme, solo se golpea a los esclavos, tú me lo has dicho siempre!— le dijo a su madre en un tono burlón.

¡Yo golpeo a quien se me de la gana incluso a ti si me haces enojar!— fue la respuesta de una encolerizada Rubí hacia su hija.

¡Vete al diablo madre!— le respondió riendo Divany mas interesada en continuar con su almuerzo que en escuchar lo que su madre le había dicho.

Rubí se levantó furiosa y a nada estuvo de darle una bofetada a su hija de no ser por que intervino Tania deteniéndola— ¡no Rubí!, ¿Cómo vas a golpearla?,

Rubí se contuvo y volvió a sentarse muy molesta pero la intención había sido suficiente. Divany se aconchonó sobre la mesa y se puso a llorar; Mayra la abrazó para consolarla pero no contaban con que la niña tenía su carácter y justo cuando todas pensaron en que lloraría y lloraría hasta desahogarse y punto, ésta les demostró que no en vano era hija de Rubí.

Divany se levantó y con lo ojos llorosos miró a todos lados y encontró a su victima ¡la infeliz de Rocío!, que se encontraba a los pies de Mayra. Divany furiosa se fue sobre ella, todo fue muy rápido, le gritó— ¡tú, te estás riendo de mi, perra!— al momento que le metió una brutal patada con la suela de su bota en la cara a Rocío que no se lo esperaba, nadie se lo esperaba. Fue una patada ejemplar y brutal que dejó a Rocío fuera de combate, inmóvil en el piso sangrando por la nariz y los labios.

¡Levántate perra que aún no termino contigo!— se expresó altanera Divany.

¡Siento desilusionarte cariño pero no creo que logre levantarse!— le dijo Mayra sonriéndole al ver que Rocío seguía inmóvil en el piso.

¿Tú crees?— le respondió Divany con una sonrisa perversa que recordó perfectamente a Camelia cuando Rubí tenía su misma edad.

¡Tía, prende un cigarrillo!— dijo de pronto Divany muy segura de si misma. Mayra accedió interesada al igual que lo estaban todas por ver la demostración y actuación de Divany. Mayra prendió el cigarro y se lo ofreció a Divany; ésta lo tomó y después de recorrer con suma calma a su alrededor a rocío se agachó y cruelmente le quemó con el cigarro detrás de la oreja ante la mirada incrédula de todas.

¡Ayyyyyyyyyyyyyyyy!— gritó tristemente Rocío que por supuesto como un resorte reaccionó quedando de rodillas ante la sonrisa perversa de Divany que no contenta le pidió a Mayra— ahora tía sujeta a tu perra. Mayra de nuevo accedió por la curiosidad de ver hasta donde llegaría la crueldad de Divany ¡y hasta donde llegó!, teniendo a su merced a Rocío sujeta por Mayra sin previo aviso le dio una patada ésta vez en el estómago. Rocío aulló de dolor y cayó a los pies de su cruel y joven verdugo que expresó maliciosamente— ¡mmmm!, ¿no deberías agradecérmelo?;

Y al ver que Rocío no le besó las botas de nuevo se agachó y la quemó con el cigarro y eso dio inicio a un verdadero e infame tortura pues Mayra sujetaba a Rocío a continuación Divany le daba una patada, ésta caía llorando y retorciéndose de dolor y a pesar de que con un esfuerzo sobrehumano le lamía las botas a Divany, ésta la quemaba en cualquier parte del cuerpo y de nuevo repetía el cruel castigo, así hasta que despiadadamente le ordenó— ¡saca la lengua perra!;

Rocío sin articular palabra, con la mirada le suplicó pero fue inútil, obedeció y al hacerlo Divany ¡le apagó el cigarro en la lengua ante los gritos de horror de Rocío y la mirada atónita de todas en especial de Rubí!;

¡Listo!— se expresó tranquila Divany como si nada especial hubiese hecho— a seguir comiendo— concluyó con una sonrisa y justo se disponía a hacerlo cuando rubí intervino diciéndole de nuevo en un tono áspero y cortante— ¡no Divany, estupenda actuación pero recuerda que me has gritado por lo tanto, te quedas sin almorzar!— la sentenció Rubí.

¿Peeeero mamaaaaa?— gritó ofendida Divany— ¡me muero de hambre, además eso no lo puedes hacer, solo se deja sin comer a los esclavos, tú siempre me lo dices!— concluyó Divany desesperada.

¡Yo te digo muchas cosas!— le respondió Rubí— y una de ellas es que hoy te quedas sin almorzar, ¡lárgate a tu cuarto!— concluyó gritándole.

Divany dio la vuelta hasta quedar frente a su madre mirándola retadora por un momento hasta que las lágrimas le ganaron, aún así sacó fuerzas y le dijo llorosa— ¡mientes, tu nunca me castigas y no vas a hacerlo hoy!— y al decir esto intentó tomar una presa de asado del plato de Rubí pero ésta le apretó la mano con la suya a lo que Divany se quejó.

¡Ayyyyy mami, me lastimas!— quedando de rodillas y pegando su tierno rostro sobre la mano de Rubí llorando aún mas.

¡Rubí, mas que castigarla habla con ella pero después!— intervino Mayra— ahora déjala en paz y déjala almorzar de lo contrario te aviso que yo misma le subiré a su cuarto su comida. Rubí se sonrió y miró a Divany muerta de llanto sobre sus piernas, le soltó la mano y le dijo ya mucho mas tranquila— ¡termina de almorzar y lárgate a tu cuarto!— Rubí en realidad solo quería darle una pequeña lección a su hija y lo había conseguido.

Divany al igual que la mayoría de los niños se alegraba y olvidaba fácilmente y en un brinco se secó las lágrimas y ante la sorpresa y risa de todas se trepó sobre las piernas de Rubí.

¡Ahhhhggggg, Divany!— se expresó Rubí incómoda— ve a tu lugar.

¡Nooo!— contestó ella melosa— ¡dame de comer tú!;

¿Queeeeee?— respondió de nuevo incómoda Rubí.

¡Sí mami!— prosiguió Divany emocionada— así como cuando era mas chica, Camelia lo hacía así y mi abuela pero no recuerdo que tú lo hayas echo, así que anda— y diciendo esto abrió su boca cuanto pudo ante la risa de todas y la pena e inconformidad de Rubí que no tuvo de otra que prepararle sus bocados a Divany y dárselos en la boca.

¡Mmmmm!— expresó Divany— ¡que sabroso, está mas rico que lo de mi plato!;

¡No seas boba!— le contestó Rubí sonriéndole burlona— es el mismo asado.

¡Puede!— le respondió Divany— ¡pero a mi me sabe mas rico por que me lo preparas tú!;

¡Bueno ya!— se expresó colorada Rubí— traga y punto.

¡Espera!— dijo de pronto muy sonriente Divany al momento que se tronaba los dedos, enseguida tenía a sus pies a Luisito— ¡mi esclavo también come mama!— se expresó de nuevo riendo y con la boca abierta para que enseguida escupiera en el piso lo que masticaba para que Lusito de alguna manera saciara también su apetito, así hasta que la niña se dio por satisfecha enterneciendo a todas al ver que en realidad de lo que Divany moría era de un poco de atención de su madre, se abrazó a ella y después de darle un largo beso en su mejilla le dijo tiernamente— ¡gracias mami y perdóname no volveré a gritarte!, ¿me perdonas?— le expresó con esa voz dulce que deshacía a todas incluso ésta vez a Rubí que la besó en su frente respondiéndole— ¡sí, ya anda, deja descansar un rato a tu mami!;

¡Claro!— le respondió Divany— ¡vámonos perrito!— le dijo a Luisito— tenemos perdida la tarde pues la pasaré castigada en el cuarto— concluyó afligida.

¡No Divany!— exclamó de pronto Rubí— ¡no estás castigada, tu esclavo no se, recuerda que es tu perro y puedes castigarlo solo por capricho las veces que tu quieras pero tu no, tu haz lo que te de la gana!; Divany de nuevo abrazó a su madre y se marchó feliz a jugar por el rancho seguida a gatas por Luisito.

Pasado un rato se encontraban corriendo por la parte de los establos cerca del corral de Susana a eso que Mayra andaba por ahí y curiosa se acercó al ver lo que ocurría pues Divany se entretenía obligando a Luisito a comer hormigas y en consecuencia con ellas a tragarse unos buenos puños de tierra.

¿Qué haces boba?— la interrogó Mayra.

¡Compruebo cuantas hormigas es capaz de comerse mi esclavo!— le contestó orgullosa Divany.
¡Ahhhhh!— expresó Mayra con una expresión en su cara entre asco y burla— o sea que ¿quieres matar a tu esclavo?;

¡Claro que no!— respondió asustada Divany.

¡Uy pues a ese paso no dudo que muera si lo sigues alimentando tan solo con tierra y hormigas y una que otra sobra tuya!— le dijo risueña Mayra. Divany subió graciosa los hombros y obligó todavía a Luisito a tragarse dos puños mas de tierra con hormigas incluidas y hasta entonces lo dejó en paz.

Así transcurrían los días y el tiempo en el rancho de Tania que se había vuelto el hogar por tiempo indefinido de éstas chicas (ya no tan chicas) y ahora de la pequeña Divany y curiosamente también en todo éste tiempo Rubí no había mostrado interés por Luisito, tan solo se limitaba a comprobar que viva y sea tratado como un perro en especial por su hija pero ella personalmente no lo había tratado aunque esto también estaba a punto de cambiar.

Continuará……………………………

RUBÍ 16

Mayra se marchó a lo suyo y Rubí se tomó su tiempo para dar inicio al adiestramiento de Rocío aunque ya la mantenía desde ese día en la bodega tan solo a pan y agua y a Susana la había vuelto a encerrar en el corral junto con dos ratones que se veían deseosos de ser sus compañeros de juego y su única compañía en aquel lugar. Ya en su habitación en donde se encontraba en ese momento con Luis, Rubí se echó sobre los brazos del profesor y comenzó a sollozar melosa.

¡Oh Luis fue horrible, todo lo que Mayra me hizo sufrir, no te lo imaginas, se comportó tan cruel conmigo!— se desahogaba Rubí hasta que en un momento miró a Luis y se sonrió al ver que éste la miraba serio y hasta cierto punto indignado— ¡bueno, si te lo imaginas!— le dijo ya riendo y teniendo en cuenta que todo lo que ella había pasado con Mayra no era nada comparado con lo que ella le había echo a Susana y sobretodo a Luis y prosiguió melosa para conmover mas a Luis— ¡el caso es que sufrí y aprendí mi lección!;

¿En verdad?— le preguntó ilusionado Luis.

¡Sí!— le contestó Rubí con una bella sonrisa que hizo feliz al profesor pues el al igual que todos pensaron en que ya nunca volverían a ver a Rubí sonreír feliz al creer que en verdad Mayra la haría su esclava.

¡Entonces!— prosiguió Luis como era su costumbre guiándose por su buen corazón y sus nobles sentimientos— si has aprendido la lección tal vez deberías considerar lo de esclavizar a Rocío y perdonarla ¿no crees?;

¡Oh Luis, eso no está en mis manos, eso es cosa de Mayra!— le respondió Rubí comenzando a emplear ese tonito burlón que tanto incomodaba al profesor.

¡Vamos Rubí!— le dijo Luis mirándola fijamente y con mucha seguridad en sus palabras— ¡ambos sabemos que la que tiene el control en todo esto y absolutamente en todos los que habitamos ésta casa eres tú!, además ¿no que has aprendido tu lección?;

Como respuesta Rubí se carcajeó de Luis todo lo que quiso logrando que éste se volviera a sentir de nuevo humillado ante el trato que ella le daba algo que ya extrañaba el pobre Luis; se rió de el hasta que se le dio la gana y entonces con un semblante mas serio le dijo— ¡sí, la aprendí y a eso iba Luis, la lección es que no debo ceder en nada y últimamente andaba muy suave y bondadosa contigo quizás me afectó al igual que mi relación con Tania por lo cual he tomado la determinación de que no me sucederá mas por lo tanto trataré de recuperar mi verdadero carácter o sea solo amor para mi y nada mas para mi y crueldad y desprecios para los demás en especial para aquellos que se han puesto en mi contra!;

Enseguida miró con lástima y algo de ternura a Luis y prosiguió— ¡lo siento por ti pues a pesar de todo no puedo negar que seas toda lindura conmigo pero ahora te exigiré mas así que grábate dos palabras que serán la esencia de tu vida de aquí en adelante: adoración y entrega, mientras me muestres ambas cosas no creo que tengas mayor problema aunque ya deberías saber que si se me da la gana te castigo solo por capricho o sea que no te confíes! y tras aviso no hay engaño así que esmérate en servirme y no meterte en donde no debes por que la pasarás muy mal pues casi casi estamos regresando a los días en que te tuve en mi casa— concluyó Rubí haciéndole ver al profesor que en verdad pensaba cumplir cada una de sus palabras; Luis quiso profundizar mas el tema pero Rubí no se lo permitió— ¡basta Luis!— lo cortó en seco— se acabó la plática, voy a ver a Rocío porque solo tengo dos semanas para domarla, por cierto no te metas en esa relación, no es lo tuyo— concluyó dejando como siempre afectado y confundido al profesor aunque cabe mencionar que a pesar de todo lo que Rubí le dijo en sus momentos de intimidad ésta se olvidaba de todo y se entregaba apasionadamente a su querido profesor haciendo sentir a Luis el ser mas dichoso del planeta cada vez que gozaba al poseerla diciéndole siempre al final de hacer el amor y de haber gozado como un loco de pasión— ¡ya por esto vale la pena soportar el trato que me das, ya por éste gozo en verdad que vale la pena ser tu perro mi hermosa Diosa Rubí!;

¡Jajajaja!— Rubí se carcajeaba de lo lindo sin ocultar lo feliz y orgullosa que la hacían sentir las palabras de halago y adoración de Luis— ¿verdad que si, a que soy genial?— es lo único que atinaba a comentar Rubí en esos momentos de placer respirando aún agitada en la cama mientras disfrutaba de un cigarrillo.

Enseguida Rubí abrió la puerta de la bodega para encontrarse con la mirada furiosa de Rocío aunque incapaz de representarle peligro alguno por estar esposada y pasando hambre. Rubí la jaló de la cadena y como a un perro se la llevó hasta la sala ahí la dejó en el piso mientras ella se acomodó en el mueble cruzando una pierna y moviendo su preciosa sandalia café de fino tacón— ¿tienes algo que decir?— le preguntó Rubí con el semblante serio— ya que de aquí en adelante solo me limitaré a ordenarte cosas y a castigarte si no me obedeces.

¡Solo que te odio al igual que tu me odias!— fue la respuesta de Rocío mirando retadora a Rubí.

Rubí negó con la cabeza y le contestó— ¡error, yo no te odio, te lo juro, ni a éstas alturas sabiendo lo que pretendías hacer, te aseguro que no te odio lo cual tampoco quiere decir que esté dispuesta a perdonarte ya que de nada serviría pues te repito todo esto de tu esclavitud ha sido idea de Mayra!;

Rocío la miraba incrédula y en su penosa y triste situación mas que nada arrepentida atinó a decir— ¡Rubí, es que tú me sacaste de mis casillas por la maldita relación que tienes con Luis!;

Rubí elevó el tono de voz al contestarle— ¿Por qué diablos nunca me lo dijiste?, te aseguro que si una sola vez me hubieses hablado de frente con lo que te gustaba y lo que te desagradaba sobre Luis y Susana hubiésemos llegado a un arreglo, te lo juro, a Luis nunca le hice caso sobre el trato cruel que le doy a Susana por que a el lo considero también como a un esclavo y es lo que es pero contigo hubiera sido distinto pues eras igual que yo y creía que éramos buenas amigas ¡nos faltó comunicación!— concluyó Rubí.

Rocío la miró de nuevo arrepentida a punto de llorar pero antes de que pudiera articular palabra fue Rubí la que continuó hablando— ¡ahora ya es tarde Rocío, todo está perdido para ti, tú tenías en mente muchas cosas y al final te ha salido todo mal así que si no quieres que te vaya peor haz lo único que te queda por hacer, humillarte ante mi y en especial ante Mayra que está obsesionada contigo!;

¡Nooo Rubí!— le suplicó Rocío esmerándose en emplear un tono más que humilde y respetuoso— ¡dame la oportunidad de enmendar mis errores, mira, yo…..!— ¡A CALLAR ESCLAVA!— se acabó la conversación— le dijo Rubí al momento que intentó ponerle la suela de su sandalia en la boca pero Rocío se echó para atrás todo cuanto pudo a lo que Rubí sonriéndole maliciosamente añadió— por cierto, ¡claro que tendrás la oportunidad de enmendar tus errores!, ¿Cómo?, pues obedeciéndonos en todo lo que te digamos y sirviéndonos de diversión y ya veo que estamos empezando mal y solo tenemos dos semanas así que….., dicho esto se levantó y para sorpresa y terror de Rocío regresó con el cinturón y que diera gracias que no trajo el látigo.

Rubí de nuevo se acomodó en el mueble y tras mirarse por unos instantes con Rocío fue clara al decirle al momento que le sonreía con desprecio— ¡bésame los pies!— hizo una pausa para al final añadir aún con mas desprecio y elevando el tono en su voz— ¡esclava!;

Pero Rocío con una mirada de asco y teniendo en cuenta que tenia perdida la mas mínima esperanza de que Rubí la perdonara o que mínimo intercediera por ella ante Mayra le contestó ofendida— ¡vete al diablo!; la respuesta no se hizo esperar por mas que Rocío se hizo para atrás Rubí alcanzó a darle un certero cintarazo en la espalda.

¡Ayyyyyyy!— gritó Rocío retorciéndose de dolor.

¡Esto dependerá de ti!— le dejó en claro Rubí sonriéndole perversamente— nos podemos pasar todo el día o solo un breve momento así que anda, obedece, ¡BESA MIS PIES!— concluyó gritándole con desprecio para humillarla.

Rocío no lo hizo y enseguida otro cintarazo cayó sobre su espalda pero ésta vez fue con la hebilla haciéndola gritar aún mas fuerte. Rocío solo resistió un tercer cintarazo y no tuvo mas que arrastrarse hasta llegar a pegar sus labios y besarle los pies a Rubí con asco y rápido pero se los había besado y la vergüenza que sintió no se puede describir, ¡cuantas veces había ella sentido pena y compasión por Susana al verla degradarse de esa infame manera, besándole los pies a Rubí y ahora ella lo acababa de hacer, se había humillado ante Rubí; circunstancias de la vida!; enseguida apartó la cara y Rubí le soltó una cruel bofetada— ¡no dije que te detengas!— le dijo Rubí sin ocultarle una perversa sonrisa.

Rocío apenas y reaccionó, se contuvo su llanto y volvió a besarle los pies; Rubí sin perder tiempo avanzó aún mas al decirle con toda la intención de humillarla, de irle lentamente destrozando su orgullo y su dignidad— ¡lámeme entre los dedos!;

Rocío en lugar de obedecerla levantó la cara y sacando fuerzas de donde intuía que quizás muy pronto ya no habrían la miró de nuevo retadora a lo que Rubí se sonrió, soltó el cinturón y tras un movimiento rápido se safó la sandalia y con la suela le dio una fuertísima cachetada a Rocío que terminó en el piso llorando pero insultando a Rubí— ¡eres una maldita perra, perra desgraciada!— le gritaba Rocío con todo el odio que sentía hacia ella y tratando tanto como era capaz de resistir el castigo que Rubí le estaba imponiendo.

Rubí se levantó, se volvió a poner la sandalia y tras contemplar unos instantes a una inofensiva Rocío a sus pies le acomodó la suela de su sandalia en la cara y sin piedad alguna comenzó a pisársela; Rocío se quejó amargamente pero Rubí nisiquiera la escuchó pues le tenía prácticamente sellada la boca con su sandalia y tan solo se limitó a decirle ya no a modo de amenaza sino simplemente como un aviso de rutina, como algo que ambas sabían que era inevitable— ¡mas tarde aprenderás a quitarme y a acomodarme los zapatos con tu boca como debe de hacerlo una esclava!, ¿Qué si no lo harás? O ¿Cómo le haré para que termines obedeciendo?, ¡Ya lo verás!— y se marchó a su cuarto para que en un momento mas tarde volviera a bajar. Rocío la vio alejarse pues Rubí saldría por un rato y se iba muy elegante con un vestido café y unas zapatillas negras de alto y fino tacón y tal como le había prometido ya regresaría en la tarde pues Rocío era la encargada de estar lista con sus sandalias y quitarle con los dientes esas preciosas zapatillas y ¡claro!, embriagarse del aroma de dichas zapatillas y de sus pies que sin duda estarían sudados tras estar encerrados casi toda la mañana en esas zapatillas.

Rubí regresó al caer la tarde y sonrió arrogantemente al entrar y ver a Rocío llorando en la sala aguardando su llegada con sus sandalias colgando entre sus dientes que Tania le había acomodado y amenazado con azotarla si las soltaba. Enseguida Rubí se dejó caer en el mueble y levantó los pies para que su esclava la descalzara tras dejar sus sandalias con sumo cuidado en el piso. Rocío muerta de humillación sujetó con los dientes los tacones y con ayuda de estos se apresuró a descalzarla; entonces Rubí tomo uno de sus zapatos y de una manera grosera se lo pego en la cara para que la desdichada de Rocío lo oliera; ésta apartó la cara y Rubí se comportó excesivamente cruel con ella tomando en cuenta que solo la tendría dos semanas para domarla y estaba dispuesta a lograrlo a base de infligirle todo el sufrimiento posible a lo que sin piedad ¡la golpeó dándole un taconazo en plena cara, mas exacto, en la mejilla!;

¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!— gritó fuerte y tristemente Rocío cayendo al piso; Rubí sin decirle nada ésta vez le ofreció las plantas de sus pies para que Rocío entendiera que quería que restregara su cara en ellas ¡pero era imposible!, el dolor del cruel taconazo la había dejado molida; Rubí se sonrió a eso que Rocío haciendo un esfuerzo sobrehumano se arrastró para intentar besarle los pies pero Rubí los apartó y sin sentir siquiera tantita lástima por la que alguna vez fue su amiga que aunque a final de cuentas sí, la había traicionado pero eso no borraba algunos buenos recuerdos que tenían tiempo atrás le dijo sonriéndole despectivamente— ¡demasiado tarde, pero no te preocupes ya que veo que empiezas a cambiar de opinión y que quieres obedecerme te daré otra oportunidad!— enseguida llamó a Camelia y tras dedicarle una perversa sonrisa que ésta entendió muy bien muy apenada regresó con una botella refrigerada de orina.

Esta vez Rocío se sintió morir y sinceramente de inmediato ¡no besó sino que lamió con absoluta humildad los pies a Rubí implorándole piedad!, pero ésta rompiendo a reír le contestó— ¡descuida, a lo mejor y es tu propia orina la que te tomaras jajajajaja!— a eso que Tania pasaba por ahí y al notar lo que se venía ¡por supuesto que no iba a perderse tal escena!;

Rubí dejó la botella abierta en el piso ante la mirada perdida y desencajada de Rocío y claramente le dijo— ¡tómatela toda pero despacito que quiero gozar al máximo tu humillación y tu desgracia!— concluyó cruelmente.

Rocío permanecía inmóvil, ni siquiera había captado las palabras de Rubí tan solo miraba desconcertadamente la botella llena de orina que se encontraba en el piso frente a ella hasta que Tania intervino diciendo— ¡yo puedo obligarla!— expresó maliciosa al momento que levantaba el látigo que llevaba amenazando con azotar a Rocío.

¡No, así que chiste!— le respondió Rubí— ¡lo hará por ella misma!, aunque bueno, sí la presionaré tantito por que no tengo todo el día para esto— ¡vamos bebe!— le insistió a Rocío al momento que le soltaba una cachetada en la misma mejilla en donde le había dado el taconazo. Tania tomó asiento para divertirse con la humillación de Rocío que ya ni los golpes sentía ¡pero nada, no obedeció!, entonces Rubí que en verdad esos días andaba fuera de sí se acomodó de nuevo sus zapatillas y ordenó a Rocío apoyar las manos en el piso y ante sorpresa de ésta ¡comenzó a pisarle las manos con sus finos tacones!; Rocío gritaba histérica en verdad pegaba unos gritos espantosos que casi ¡hasta se orina encima!, pero Rubí no le liberaba las manos de sus finos tacones y no lo hizo hasta ver a Rocío deshecha en llanto y ya no digamos moralmente.

¡Bebe!— le volvió a ordenar tranquilamente como si nada hubiese pasado y como en realidad para Rubí nada había pasado pues en su malévola mente ni siquiera pasaba la remota imaginación del espantoso dolor que Rocío estaba sufriendo ni siquiera le dio tiempo para comprobar si tal vez Rocío la hubiese obedecido pues de nueva cuenta con ayuda de Tania le hicieron extender las manos palmas arriba y Rubí tras encender un cigarrillo en verdad en un acto cruel y con una expresión sádica en su rostro que delataba que en verdad estaba disfrutando con el sufrimiento de la desgraciada de Rocío ¡se dedicó a quemarle las palmas de las manos, dedo por dedo!, ante los aullidos horrorosos de Rocío que a éstas alturas nadie entendía como diablos es que no se había desmayado.

Después de tan cruel tortura pues Rubí le dejo de quemar las manos hasta el momento que se sintió satisfecha pues en verdad jamás se compadeció de ella a pesar que Rocío bramaba como una perra, a pesar que incluso Tania le pidió en mas de una ocasión que ya se detuviera ¡pero no!, Rubí le dejo de quemar las manos solo hasta que ella lo consideró oportuno y al hacerlo una hermosa pero en verdad sádica sonrisa se dibujó en su rostro al observar arrogante y soberbia como esa pobre desgraciada a la que ella había torturado sin piedad tan solo por placer sin necesidad de decirle una sola palabra mas Rocío había ya sujetado como pudo con las manos quemadas la botella y si sintió nauseas se las escondió muy bien pues sin una sola mueca de asco se tragó casi toda la orina, casi toda pues al tener las manos en el estado en que las tenía no soporto el contacto con la botella y terminó tirándola acabando todavía una parte considerable de orina en el piso y en verdad se escondió las nauseas y el asco pues deveras que el dolor es un cruel y eficaz maestro pues sin esperar orden alguna la infeliz de Rocío al instante se limitó a lamer lo que quedaba de orina en el piso y lo hizo sin detenerse hasta dejar mas que reluciente el piso y ante las fuertes carcajadas de Rubí y ¡claro!, también de Tania que tenia que quedar bien ante el amor de su vida y ante una sonrisa cínica de Rubí que se encontraba muy divertida observando como poco a poco Rocío iba desapareciendo para convertirse en un despojo humano, uno mas al igual que Susana y Luis aunque a comparación de Susana y ahora Rocío, Luis se podría considerar mas que afortunado de tener la dicha de que Rubí lo quisiera aunque como siempre le aclaraba “te quiero como se quiere a un perro por que eso es lo que eres para mi”.

Rubí sin ocultarle a Rocío esa cínica sonrisa decidió que aún no se sentía satisfecha ¿sería que en verdad estaba recuperando su verdadero carácter?, probablemente; el caso es que para desgracia de Rocío, la cruel y hermosa Rubí no se sentía satisfecha a lo que de nuevo con ayuda de Tania hicieron estirarse a Rocío en el piso y en un abrir y cerrar de ojos la desnudaron haciéndole añicos lo poco de ropa que conservaba incluida su ropa interior la dejaron en verdad completamente humillada, Rubí la estaba aplastando por completo al dejarla y hacerle ver que desde ese momento no llevaría absolutamente nada de ropa, se vería expuesta a estar frente a ellas completamente desnuda; Rubí le estaba pisoteando lo que de dignidad y orgullo le quedara para que ello diera como resultado la perdida absoluta de su voluntad y como de pisotear se trataba Rubí continuó clavándole por todo su desnudo cuerpo los finos tacones de sus zapatos a eso que Luis observaba en silencio doliéndole en lo mas profundo de su ser la actitud que veía que Rubí había adoptado de nuevo.

Rubí que lo conocía a la perfección y le leía el pensamiento hasta durmiendo le dijo al momento que lo miraba con burla— ¿Qué pasa esclavo?, ¿Crees que ya es demasiado tormento?,

Luis humilló la mirada pero Rubí insistió— ¡te hice una pregunta y por Tania no te preocupes!— le dijo al ver que ésta se reía de Luis— ¡ella no intervendrá en esto!;

Luis entonces asintió con la cabeza en el momento en que Rubí le dijo— ¿me detengo? y al ver la reacción del profesor le dio un último pisotón a Rocío pero quizás el mas despiadado y cruel al aplastarle por completo sus pechos hasta hundirle todo lo que pudo sus finos tacones en esos lindos y ahora torturados pechos.

¡Largo perra y dale las gracias a Luis!— le gritó Rubí con un desprecio absoluto mientras que la pobre de Rocío se retorcía de dolor ante sus pies pero aún así hacía un esfuerzo por lamerle a Rubí sus finas zapatillas pues Rocío empezaba a entender lo que tantas veces oyó decir a Rubí a Luis y a Susana. “siempre puede ser peor”.

Enseguida Rocío sin tener muy en cuenta lo que había pasado miró con agradecimiento a Luis pues tuvo que reconocer que en verdad éste era una buena persona pues de no serlo jamás hubiera intervenido a su favor después de todo lo que ella le hizo pasar y peor aún ¡lo que tenía pensado hacerle si sus planes hubiesen salido bien!;

Rocío se marchó penosamente casi arrastrándose pues por las quemaduras no podía apoyar las manos para gatear entonces vino lo inesperado para Luis.

¡Acércate y estírate en el piso tal y como estaba Rocío!— fue la orden que le dio Rubí a Luis en un tono áspero y cortante que hizo sonreír maliciosamente a Tania. Luis inquieto lo hizo y Rubí tras darle una calada a su cigarrillo le acomodó los tacones en su desnuda piel y comenzó a clavárselos tal y como lo había estado haciendo con Rocío; los quejidos de Luis no se hicieron esperar y Rubí cruelmente ¡le dio un tremendo pisotón en la cara!;

¡CAAAALLATE!— le gritó enfurecida Rubí; Luis en cuanto pudo la miró dolido buscando una explicación y Rubí se la dio— ¿no querías que ya no castigue a Rocío?, ¡bueno, pues ya cumplí, ahora tú terminarás su castigo y así será cada vez que intercedas por ella o por Susana, las dejaré en paz pero tú terminarás lo que haya empezado con ellas! y sin piedad alguna continuó pisándole ésta vez torturándolo en sus testículos a lo que Luis volvió a quejarse amargamente y como consecuencia de sus lamentos Rubí lo quemó en la cara.

¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy!, ¡auuuuuuuuuuuuuuuuu!— gritó Luis revolcándose de dolor y tallándose la mejilla para tratar de aliviarse el dolor pero para su desgracia estos gritos lo único que lograron fue despertar aún mas el sadismo en Rubí, ese sadismo que al menos con el hacía ya mucho tiempo que se encontraba dormido y en verdad de una manera infame, inhumana, expresamente sádica y cruel Rubí le ordenó a Luis que se volviera a acomodar y que no se moviera o le iría aún peor y ante la mirada de horror de éste Rubí ¡le quemó todo alrededor de los labios y fue espantoso e imposible de que Luis no gritara!, pero tras unos latigazos cortesía de Tania quien ayudó a sujetarlo Rubí ésta vez no mostró un solo indicio de piedad hacia su querido profesor al castigarlo sin consideración alguna cuanto quiso quemándolo en los labios con el cigarrillo hasta que después de unos minutos interminables decidió dejarlo en paz pues solo hasta el final consideró que ya le había hecho bastante daño y fue hasta el final que se sintió un tanto conmovida al ver al pobre Luis implorando su compasión mientras lloraba como un niño a sus pies, fue entonces que lo mandó con Camelia para que ésta se encargara de hacer lo que tuviera que hacer para curarlo pero el daño ¡ya se lo había echo y lo había torturado y echo sufrir como pocas veces se había comportado con el!, pero desafortunadamente para Luis contra eso tenía que lidiar contra los inexplicables cambios de humor y de sentimientos de Rubí hacia el y el pobre bien lo sabía a lo que a todo caso si había alguien que tenía que sentirse culpable por lo sucedido ese era el y no Rubí pues ésta a cada momento le dejaba mas que clara su situación ante ella.

Pero lo peor para Luis por ese día llegó en la noche al aguardar esperando a Rubí en su cuarto como debía hacerlo con sus sandalias en la boca ¡no pudo!, le resultaba imposible con los labios destrozados como los tenía apenas y podía tener contacto con los alimentos de hecho solo había saciado su apetito con unos jugos que Camelia gentilmente le ofreció y los había tomado con popote y había llorado tan triste al ingerirlos que hasta había logrado contagiar a Camelia con su llanto y si esto le pasaba con los alimentos ¡como diablos iba a ser capaz de sujetar las sandalias de Rubí con los dientes!; desgraciadamente la cruel Rubí no lo vio de esa manera y al entrar a su cuarto y ver lo que éste estaba sufriendo estuvo a punto de consolarlo pero antes se cruzaron por su mente una mezcla de sentimientos confusos lo que dio como resultado de que le sonriera con malicia al profesor y sin reñirlo se dejó caer en la cama pues aunque ya había decidido muy a su pensar perdonarlo por haber intercedido a favor de Rocío primero se divertiría tantito mas con el y aunque Luis pudo pensar que Rubí se había comportado excesivamente cruel con el la verdad es que “pudo ser peor”, así que sin saberlo le debió haber dado las gracias a esa joven que decía quererlo pero muy a su manera y esa noche para infortunio de Luis aún no terminaba.

¡Casi no tengo sueño así que mientras me duermo bésame los pies, lámeme las plantas como solo tú sabes que me gusta!— le dijo dulcemente al mismo tiempo que no dejaba de sonreírle burlona.

Luis cerró los ojos ¡no podía ser peor la tortura!, y vaya que lo intentó a el para nada le disgustaba adorarle los pies a su ama al contrario por la manera en que lo hacía se podría afirmar que consideraba un verdadero privilegio el poder besar y lamer los pies de Rubí pero en el estado en el que se encontraba le resultaba imposible y tras unas cuantas caricias y contactos de sus labios con los pies de Rubí rompió a llorar.

¿Qué pasa esclavo?— le preguntó Rubí indignada.

Luis la miró con lágrimas en los ojos suplicándole y haciéndole ver con la expresión de su triste mirada que se compadeciera de el pero Rubí irónicamente le dijo— ¡ah ya veo!, ¿te resulta doloroso cumplir mi deseo por tener los labios quemados?;
Luis respiró aliviado al creer el pobre que Rubí lo había entendido pues no había captado el sarcasmo en sus palabras desafortunadamente para el no fue así.

¡Pues no me interesa!— le gritó Rubí en una actitud mas que déspota y soberbia— ¡eso debiste pensar antes, en las consecuencias que te podía traer ayudar a Rocío, ahora no me jodas con tus estupideces y lámeme los pies por que eso es lo que se me antoja en especial quiero que restriegues tu cara de perro en las plantas de mis pies, quiero sentir el contacto de tus labios en mis plantas así que a obedecer miserable esclavo!— concluyó arrogante y orgullosa de ver a Luis tan humillado ante ella sin otra salida mas que obedecerla en todos y cada uno de sus crueles deseos.

Luis rompió a llorar desconsolado y aunque dispuesto y resignado estuvo a cumplir con el deseo de su ama de nuevo le resultó imposible a lo que Rubí volvió a enfurecer.

¡Estírate en el piso bocarriba!— le ordenó haciéndole entender a Luis que no esperaba nada mas de el que el que se limitara a obedecerla, nada de súplicas ni lloriqueos, solo obedecerla.

¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhgggggggggghhhhhhhh!, ¡auuuuuuuuuuuuuuuu!— Luis temeroso había obedecido a lo que al instante de hacerlo había pegado unos gritos mas que gritos unos alaridos espantosos que se oyeron casi por toda la casa. Rubí se dedicó a pisarle los labios con las plantas de sus pies, le daba de pisotones haciendo sufrir en verdad a Luis que casi queda al borde del desmayo, Rubí en verdad le estaba mostrando su lado mas cruel a Luis incluso mas que los primeros días en que permaneció esclavizado en su casa al final Rubí aún no contenta le dio de patadas a Luis por todo el cuerpo cobrándose así el que haya intervenido por Rocío y si por si acaso le quedaba a Luis dudas el porque de tanta crueldad de Rubí hacia el ésta se lo dejó mas que claro al agacharse junto a el que permanecía acurrucado en el piso y decirle con cierto desprecio en su voz:

¡Luis, eres mío, eres mi esclavo por lo que te quede de vida! y ¿sabes una cosa?, ¡te quiero mucho pero igual y te desprecio por ser tan débil, odio que intercedas a favor de otras personas, demonios Luis tu solo vives para adorarme y es por mi por la única persona por la que debes estar dispuesto a luchar hasta morir si fuese necesario por nadie mas todo lo que ocurra a tu alrededor no te incumbe, tan solo yo por que yo soy tu único mundo soy lo que le da sentido a tu vida así que por todos los diablos no vuelvas a interceder por nadie por que te juro que cada vez te irá peor incluso estoy dispuesta a destrozarte aún mas en vida después de todo te guste o no soy la dueña de tu vida, ya sabes lo que odio de ti y lo que me gusta de ti así que no voy a permitirte un solo error, estas advertido!— concluyó al momento que le soltaba un asqueroso salivazo en su cara y lo miraba ofendida pues así es como se sentía Rubí cada vez que veía a Luis desviar siquiera tantito sus pensamientos y sentimientos a cualquier persona que no sea ella, ofendida.

Enseguida se recostó en la cama para tratar de conciliar el sueño sin importarle dejar a Luis en el piso quejándose por el daño que le había echo pero Rubí no logró dormirse de nuevo algo en su mente le repicaba que debía consolar a Luis lo cual no era nada difícil pues por mas daño del que le hiciera siempre un beso y una caricia por parte de ella era mas que suficiente para volver a tenerlo rendido de amor a sus pies y así lo hizo fue junto a el, le secó con su blusa los restos de saliva que aún tenía en la cara, le acarició tan suavemente los labios con sus finas y delicadas manos, todo sin dejarlo pronunciar una sola palabra, no hacía falta así hasta que se abrazó a el y delicadamente pegó sus labios a los de Luis entonces le dio a elegir si quería ir con Camelia a que lo curara o quedarse con ella así pegados el uno al otro en la alfombra de su habitación y la decisión de Luis era mas que obvia decidió quedarse con ella pues no necesitaba las atenciones de Camelia para sentirse mejor, ¡no!, el pobre tan solo necesitaba un poco de atención y amor por parte de rubí aunque fueran solo las sobras lo que ésta siempre le daba de su cariño pero era mas que suficiente para curar y hacer cicatrizar cualquier herida de Luis por lo que se quedó abrazado a su Diosa hasta dormirse con Rubí por primera vez velando su sueño y cuidando tiernamente de el aunque ya al otro día a primera hora haría que Camelia se encargara como siempre de hacerlo quedar como nuevo.

Apenas había pasado una semana y ya Rubí había cambiado por completo la voluntad de Rocío y era de entenderse Rubí le había mostrado lo cruel y despiadada que podía ser con quien sea cuando se lo proponía pues la misma Rocío comprobó el daño y el sufrimiento que Rubí le provocó a Luis por haber intercedido por ella y Rocío moral y físicamente estaba hecha añicos pues con permanecer desnuda ante sus examigas a sus pies todo el tiempo ya tenía suficiente encima Tania se había encargado de maquillarla cada día de una forma tan triste y patética que con todo respeto una prostituta se hubiera ofendido de que la compararan con Rocío; tanto Tania como Rubí se orinaban y cagaban en su boca obligándola no precisamente con mimos y caricias a que se lo comiera todo y aún faltaba que la marcaran como a una res pero eso por decisión de Rubí había concluido que sería Mayra quien la marcara pues seguro y lo haría mas que gustosa.

Pero lo peor y más aberrante para Rocío lo que cada vez le dolía más y lloraba tristemente era cuando Rubí y Tania descaradamente se besaban y acariciaban en la sala o en su habitación manteniendo a Rocío postrada en el piso a los pies de ellas lamiéndoselos, le dolía en el alma a Rocío y mas cuando Tania perversamente excitada gozaba humillándola— ¡lame mas rápido y con devoción, Rubí ésta perra no me tiene ni devoción ni respeto!— solía decirle Tania a Rubí mientras no dejaba de reírse al ver a Rocío tan humillada ante ella.

Entonces Rubí despiadadamente iniciaba una serie de latigazos sobre la ya mas que lastimada piel de Rocío mientras que ésta tenía que continuar lamiendo los pies a Tania y encima al final pedirles perdón por su ineptitud y darle las gracias por educarla lo que lejos de lograr que éstas crueles chicas sintieran siquiera un solo indicio de lástima por ella, las excitaba mas en especial a Tania que después de darle una patada en plena cara a Rocío le gritaba— ¡no perra, no te perdono, si quieres que te perdone, humíllate mas, humíllate a mis pies y trágate toda la suciedad y el sudor que encuentres en ellos!— Rocío sintiéndose el ser mas miserable sobre la tierra, deseando con toda su alma morirse se arrastraba hasta llegar a postrarse de nuevo a los pies de Tania y comenzaba de nuevo la cruel y humillante tarea de lamérselos incluso entre los dedos haciéndose mas que sorda ante las burlas y carcajadas de ésta que en una de esas ocasiones la levantó sin piedad del cabello y arrimándose como pudo la falda y bragas le restregó insultantemente la cara a Rocío en su sexo todo lo que quiso hasta que de nuevo la empujó al piso buscando la aprobación en Rubí.

Rubí le sonrió pero como siempre ella llegaba mas lejos tal parecía que competían en ver quien era la que hacía sufrir mas a Rocío y la hacía sentirse mas miserable a lo que Rubí acomodándose de rodillas y de espaldas sobre el mueble imitó a Tania haciéndose a un lado falda y bragas y a una señal de ella que Tania interpretó a la perfección Tania levantó de nuevo a Rocío del cabello y sin piedad con una perversa sonrisa le pego la cara de terror de Rocío al trasero de Rubí y riendo como unas locas Tania le restregó la cara en el culo de Rubí mientras ésta la humillaba cruelmente— ¿Qué tal Chío, seguro a que esto se lo envidiabas a Susana eh?, mira que tener la dicha de besarme, olerme y lamerme el culo mira que no a cualquiera se lo permito jajajajaja— se carcajeaba Rubí mientras Tania no paraba de restregarle la cara a Rocío y asegurarse que precisamente ésta le besara el culo a Rubí todo el rato que a ésta le dio la gana hasta que Tania le dejo bien pegada la cara a ese hermoso trasero y se carcajeó aún mas al oír por Rubí lo que se venía— ¡bien Chío, muy bien!, ¿no estás orgullosa de estar en el lugar que te mereces?, yo pienso que sí, ¡que mejor lugar para ti que teniéndote cuando yo quiera besándome el culo oh y aguarda que viene lo mejor jajajaja!— a continuación lo que acaso quedara de cordura y dignidad en Rocío, Rubí se encargó de aniquilarlo pues se acababa de soltar un oloroso pedo en la cara de Rocío teniendo ésta que respirarlo profundamente al tener la cara pegada a su trasero, ¿humillante y asqueroso?, ¡sí!, pero faltaba lo peor.

Tania no quitó para nada la cara de Rocío del lugar que según Rubí se había ganado con creces y Rubí sin mucho esfuerzo ¡se cagó en su cara!, dejándola en verdad un asco algo en verdad repugnante y triste tirada en el piso. Rubí graciosamente viró a verla sin bajar del mueble y sonriéndole a Tania le dijo mientras que de nuevo miraba orgullosa el aspecto mas que miserable en el que había dejado a Rocío— ¡dile a Camelia que le lave la cara para que después me limpie el culo quiero cambiarle esos dientes blancos por el color de mis heces!;

Tania le sonrió y le contestó al momento que cuidadosamente se acomodaba junto a Rocío muy atenta para no mancharse— ¡descuida, yo la limpio, después de todo me estoy orinando!— y entre risotadas de ambas Tania gentilmente le lavó la cara a Rocío orinándose en ella para que a continuación la sujetara del cabello y sin importarle en lo mas mínimo al extremo en el que habían llegado a comportarse con la que alguna vez fue parte de ese selecto club iba decidida a volver a hundirle la cara a Rocío para que le limpiara el trasero de Rubí lamiéndoselo en cuanto ésta le dijo— ¿no se Tania?, ahora su cara lleva tus orines y no me vas a pegar parte de tus orines en mi fino trasero— concluyó déspotamente Rubí.

¡Solucionado, que te limpie la mierda con su cabello!— sugirió sin escrúpulos Tania— ¡así sirve para que de una vez se lo cortemos! y ¿Por qué no?, ¡hacer que se lo coma!;

¡Dale!— respondió Rubí tratando de no reírse— que me lo limpie con su cabello y que se quede así hasta la noche entonces que Camelia se lo lave por que no se lo cortaremos quiero dejarle algunos lindos detalles a Mayra por que no sabe de lo que se está perdiendo precisamente se fue en lo mas lindo del adiestramiento.

¡Entendido!— respondió Tania dando inicio a la aberrante tarea que le esperaba a Rocío ignorando por completo como ésta se desgarraba la garganta en implorar con todas sus fuerzas una migaja de compasión y lástima que desafortunadamente para ella no existía en esas sádicas chicas mas exacto, no existía en la hermosa y cruel Rubí.

Rocío estaba deshecha cada vez más y justo en la noche que faltaba pues al otro día llegaba Mayra. Rubí acababa de llegar de la calle y apenas se acomodó en el mueble contempló soberbia como Rocío miserablemente se arrastraba presurosa con sus sandalias pues no podía gatear al tener las manos quemadas pues de nuevo Rubí la había torturado de esa infame manera; Rocío dejó con mucho cuidado las sandalias y tras descalzar a Rubí restregó su cara en esos pies sudados para después lamérselos pero Rubí sonriéndole con burla le dijo— ¡no estoy satisfecha, mañana llega Mayra y como que siento que aún no comprendes como lamer unos pies con humildad!, a ver, extiende las manos en el piso, palmas arriba— concluyó sin piedad Rubí mirando fijamente a Rocío haciéndole entender que en ese momento su vida dependía de ella y que si la hacía sufrir y la torturaba tan inhumanamente era solo por capricho tan solo por que se le antojaba hacerlo.

Rocío apenas oyó esas crueles palabras rompió a llorar y mirando a Rubí entre lágrimas le suplicó con el corazón en la mano, se humilló ante ella de la manera mas ruin y miserable con tal de evitarse mas dolor— ¡por piedad ama Rubí las manos no, no me tortures mas en las manos apenas en la mañana me las volviste a quemar, soy tu perra Rubí, te lo juro que lo he aceptado seré tu perra y también de Mayra y de quien tu quieras que lo sea pero por piedad, por misericordia no me hagas mas daño en las manos!— se humillaba Rocío al momento que se esmeraba en lamer la suela de la sandalia de Rubí que había levantado ligeramente el pie después de acomodarse la sandalia y que sonreía arrogante sin mostrar ninguna prisa para que Rocío dejara de limpiarle la sandalia con su lengua así hasta que decidió cortarle la inspiración y la mas mínima esperanza a Rocío de que sus súplicas habían surtido efecto.

¡Y te las quemaré de nuevo si no me obedeces!— le contestó Rubí cruelmente sin mostrarle un solo indicio de compasión— ¡extiéndelas te he dicho!;

Rocío no tuvo opción y tras hacerlo al menos debió agradecer que Rubí se quitara de nuevo las sandalias pues enseguida con una hermosa y sádica sonrisa le acomodó encima las plantas de sus pies y frotándoselas sobre las manos de Rocío tan solo bastó un ligero contacto para que Rocío se sintiera morir de dolor.

¡Anda!— le ordenó Rubí con una cruel sonrisa— ¡continúa besando mis pies en cuanto considere que lo haces como debe ser quitaré mis pies de tus manos de lo contrario me volveré a poner los zapatos y te las seguiré pisando con los tacones y si aún así no me convences te las volveré a quemar! y ni se te ocurra desmayarte por que esperaré pacientemente a que recobres el sentido para continuar torturándote— concluyó la despiadada joven.

Rocío haciendo un esfuerzo sobrehumano lamió los pies a Rubí sin saber a causa del dolor si seguía viva o acaso había muerto y aún en algún otro lugar continuaba sufriendo a manos y en poder de Rubí así hasta que ésta decidió dejarla en paz pero solo hasta que en verdad se fastidió de observar a Rocío postrada a sus pies completamente humillada, aplastada y encima sufriendo cruelmente al tener las manos prisioneras debajo de sus lindos pies.

Así amaneció y a eso del medio día Mayra de nuevo llegaba al rancho para fundirse de nuevo en un largo abrazo con Rubí y Tania apenas y terminaban un tema y rápidamente iniciaban otro tenían mucho de que hablar y justo cuando Mayra estaba a punto de preguntar a Rubí por su nueva esclava sintió un contacto en sus pies— ¡oh por Dios!— exclamó Mayra alucinada al mirar hacia el suelo y contemplar por ella misma al despojo humano en que habían convertido a Rocío, desnuda, marcada de latigazos y quemaduras de cigarro por todo el cuerpo, maquillada de esa forma tan especial por Tania en sí, convertida en lo que quería, una autentica perra dócil y sumisa que en ese momento temblaba ante ella y le lamía los pies y parte de sus sandalias con verdadera devoción y que no representaba un solo indicio de dignidad ni mucho menos rebeldía como la misma Mayra comprobó al decirle que se pusiera de rodillas y abriera la boca y tras hacerlo Mayra dejara caer un buen salivazo dentro de su boca que Rocío tragó al instante para enseguida postrarse de nuevo a sus pies y expresar claramente— ¡gracias ama Mayra! y continuar lamiéndole los pies.

Mayra sonrió perversa a Rubí y a Tania no hacía falta decir mas ni mucho menos preguntar los detalles, todo era fácil de imaginarse. En esos días las tres amigas vivieron en la rutina que representaba su placentera vida en especial Mayra que se emocionaba cada vez mas al ver que por mas degradante y ruin que fuera la orden que diera a Rocío ésta la cumplía sin un solo reproche y aún así Mayra la castigaba solo por placer encontrando en Rocío esa misma entrega y humildad que aunque Mayra bien sabía que no le quedaba de otra y que quizás obedecía por miedo y temor aún así estaba mas que satisfecha por el trabajo de Rubí.

Pero la rutina siempre se ve rota por que siempre hay algo que interviene para romperla y justo en uno de esos días rutinarios Rubí regresaba de la calle, había ido a ver a su madre tras varios días en los que se había sentido enferma, mareada y con vómitos y regresaba furiosa a la casa, nada mas entrar se topó con la infeliz de Rocío que limpiaba del piso con la lengua parte de un refresco que Mayra accidentalmente había tirado. Rocío al percatarse de la presencia de Rubí sabía lo que tenía que hacer y tras ir presurosa a besarle los pies se llevó la sorpresa de que Rubí la levantó del cabello y cruelmente le aporreó la cara en el piso haciéndola sangrar pues le había logrado dañar seriamente la nariz— ¡fuera de mi vista estúpida!— le gritó furiosa Rubí que enseguida miró aún mas furiosa a Luis que permanecía en la sala aguardando con sus sandalias en la boca como siempre.

¡Largo, no quiero verte miserable perro!— le gritó Rubí fuera de sí a Luis con las palabras llenas de desprecio. Luis la miró totalmente incrédulo a lo que Rubí avanzó hacia el dándole una tremenda patada en la cara a Luis que hicieron volar las sandalias que éste sujetaba y que no tuvo ni tiempo de quejarse al ver a una desconocida Rubí; Luis salió huyendo de ahí, Rubí miró para todos lados y al ver a Rocío llorando con la nariz destrozada se le acercó y le dio un terrible pisotón con el tacón de su zapato en su cabeza y le clavó sin piedad el tacón en la cara. Rocío gritaba espantosamente hasta que Mayra intervino gritándole nerviosa a Rubí al momento que la empujaba para que dejara de hacerle daño a Rocío— ¡oye vas a matar a mi esclava!, ¿estás loca o que?, ¡si quieres matar a alguien que sea Luis o Susana pero a la mía déjala en paz!— concluyó Mayra mirando molesta a Rubí, exigiéndole que se disculpara ante ella.

Rubí observó a Mayra de pies a cabeza con una mirada perdida y para sorpresa de ésta sin mas le dijo— ¿Qué tal tú? y al momento ¡que le suelta un bofetón a Mayra que la hizo caer sentada al piso!, apenas y se tallaba la mejilla cuando Rubí le expresó a modo de reclamo— ¡por cierto, verás que no se me ha olvidado como me trataste cuando según tú jugabas a serla de ama!— Mayra se quedó muda ante Rubí que mirando a Tania le gritó— ¡lárgate esto es entre ella y yo!— Tania quiso hablarle, calmarla pero Rubí la fulminó con su mirada y tras marcharse Tania, Rubí se acercó lentamente a Mayra que nerviosa intentó levantarse pero la cruel Rubí lo impidió dándole una patada en el estómago con la punta de su zapato negro cerrado de mediano tacón a lo que Mayra se acurrucó en el piso y comenzó a lloriquear y a rogarle a Rubí que se detuviera— ¡nooo, nooo!, ¿Qué te pasa?, ¡somos amigas, por favor no me hagas daño, perdón perdón, duele, duele mucho!;

Rubí le sonrió altanera y mirándola con lástima le dijo— ¡vas a besarme los pies y a arrastrarte ante mi como una perra a menos que tengas el valor y estés dispuesta a levantarte y enfrentarme con la diferencia de que ahora no estoy esposada!;

¿Pero por que?, ¿Qué te pasa?— le suplicaba Mayra una explicación a Rubí que al encontrarse totalmente fuera de control de nuevo le hizo daño ésta vez pisándole la mano con su tacón.

¡Ayyyyyyyyyyy!— volvió tristemente a quejarse Mayra a lo que Rubí claramente le dijo lo que esperaba de ella— ¡levántate y enfréntame o de lo contrario te va a ir peor de lo que crees!;
Mayra por su parte muerta de nervios y llanto se acomodó de rodillas ante Rubí y tras intentar de nuevo hablar con ella solo se llevó una dolorosa bofetada entonces optó por lo que pensó que era lo mejor y sin mas acercó su bello rostro y ¡besó los zapatos de Rubí manchados de polvo!, Mayra no sintió asco ni se sintió humillada ante su amiga aunque si dolida porque no entendía su comportamiento pero rogando al cielo que Rubí entrara en razón continuó besándole los zapatos como haciéndole ver que se rendía ante ella; Rubí altanera y grosera levantó ligeramente un pie y le mostró la sucia suela; Mayra lloró pero no la desairó, de nuevo acercó el rostro y pegó los labios besando aquella suciedad.

¡Eres una perra miserable y una cobarde!— le dijo Rubí despectivamente con toda la intención de humillarla.

¿Por qué me haces esto?— le contestó Mayra entre llantos— ¡ya te pedí perdón, no quiero pelear contigo!, ¿Por qué Rubí, por que tú si eres cruel conmigo?, ¡tu me aseguraste que todo estaba olvidado pero si no es así de nuevo te pido perdón!— y diciendo esto se humilló de nuevo ante Rubí lamiéndole los zapatos.

Rubí levantó el pie y le dijo mientras la miraba como si no la conociera, como si no estuviera frente a la que consideraba desde hace mucho tiempo no solo su mejor amiga sino una hermana menor a la que siempre estaba dispuesta a proteger— ¡perfecto, ahí quédate!— y la amenazó con darle un pisotón en plena cara. Mayra la miraba horrorizada y lloraba cada vez mas fuerte ¡pero tal era el temor que le tuvo a Rubí al verla tan enojada que no se atrevió a apartar la cara!;

Rubí estuvo a nada de descargar su furia en ella, sobre su adorada Peque, pero tras contemplarla tan humillada ante ella, invadida por el llanto, la hizo entrar en razón y decirle despectivamente tras decidir no hacerle mas daño— ¡lárgate Mayra, no te quiero ver!; ésta la miró suplicante a lo que Rubí le gritó histérica— ¿QUE NO OISTE?, ¡LARGATE O TE MATO A PATADAS!;

Mayra se levantó y llorosa abrazó a Rubí, ésta la quiso empujar pero Mayra se aferró a ella fuertemente al momento que le decía— ¡no pasa nada amiga, sí aún no me has perdonado solo dime que tengo que hacer, no me importa ni me indigna humillarme ante ti con tal de que todo sea como antes!— dicho esto se marchó triste a su cuarto como nunca antes se le había visto. Rubí quedó con un semblante furioso y también se dirigió a su cuarto ahí se encontró con Luis que solo al verla se postró por completo tembloroso en el piso para que Rubí tal como lo hizo le pasara por encima caminando sobre el y deteniéndose en el dejándole sentir por un momento todo su peso encima y clavándole los tacones en su espalda, ya después se acomodó en su sofá y tras prender un cigarrillo le dijo— ¡acércate y quédate de rodillas frente a mi y mírame a la cara!;

Luis a pesar de que se moría de miedo obedeció y Rubí no se la hizo de emoción pues en seco le dijo lo que tenía que decirle— ¡ESTOY EMBARAZADA, ESTOY ESPERANDO UN HIJO TUYO!;

Luis abrió la boca por completo, no podía articular palabra pensó muchas cosas entre ellas que se trataba de una broma, de una cruel broma, pero rápido dedujo que tras el comportamiento de Rubí ésta le decía la verdad solo que algo no andaba bien y así se lo hizo saber— ¡ni se te ocurra gritar de emoción o salirme con una de tus babosadas por que te juro que te quemo la lengua!— lo amenazó Rubí— ¡sí, estoy embarazada y no es motivo para festejar, mi vida está arruinada, tengo 19 años y esto no estaba en mis planes, maldito esto es culpa tuya!— y tras decir esto se deshizo en lágrimas cubriendo su hermoso rostro con sus manos sintiéndose completamente abatida.

Luis no sabía que hacer, lo intuía pero no se atrevía, ahora comprendía el enojo y la frustración de Rubí con sus amigas pero Rubí que estaba tan sensible le gritó— ¡ES AHORA CUANDO DEBERIAS ABRAZARME GRANDISIMO IDIOTA!, ¿POR QUE DEMONIOS NO LO HACES?;

Luis como un robot caminó hacia ella de rodillas y la abrazó fuertemente para después ir descendiendo hasta llegar a sus pies y besárselos mientras tomaba valor para enfrentar la situación mas concreto para enfrentar el temible carácter de Rubí.

Continuará…………………..