sábado, 8 de enero de 2011

CAMBIANDO EL DESTINO 18

REBECA Y SARAHI.

Todo lo acontecido entre Sarahi y su madre tenía a la pobre Sari completamente confundida y sensible sobretodo muy sensible, su mente no paraba de reproducirle distintos pensamientos que terminaban por confundirla mas acerca de su situación a raíz desde todo lo sucedido en casa de Norma hasta la actualidad y ello repercutió a que Sari anduviese bastante irritable y quien mas lidió con esto fue Rebeca quien justo por la noche después de toda la escena ocurrida llegó muy alegre y mimosa a la casa de Rubí, dispuesta a pasar una velada de ensueño a lado de su amada.

¡No estoy de humor Padilla!— le habló en seco Sarahi en cuanto ésta entró a su habitación y luego luego se le quiso ir encima a besos.

¿Pero qué coño te traes Sari?; ¡No me hables así!;

¡Pues no me molestes!; ¡LARGO DE MI HABITACIÓN!— le gritó enérgicamente Sarahi señalándole la puerta.

¡A ver a ver Sari!; ¿sí?, mas despacio y piensa bien cómo me estás hablando.

Sarahi la miró fijamente y enseguida le contestó— no tengo que pensar nada, no estoy de humor para estar contigo, ¡quiero estar sola!, es todo.

¿Pero amor?; ¡Yo quiero estar a tu lado!;

¡COÑO QUE TE VAYAS!— empujó Sarahi a Rebeca en cuanto ésta pretendió abrazarla.

¡SARI!— exclamó extrañada la huerita Padilla— ¡tranquila Sari amor, tranquila!, ¿qué te pasa, yo qué te he hecho?;

¡NADA!; solo es lo que te digo, no me apetece estar contigo, no en este momento, ¡me siento miserable!, tal y como me gritó mi propia madre.

Rebeca respiró profundamente e intentó consolar a Sarahi.

¡Mira amor, no me lo tomes a mal, pero si tu madre prácticamente está encerrada es por que tú así lo quieres!;

¡No hablo de eso Padilla!; lo de mi madre no es lo que me preocupa, me preocupa mi situación personal, justo lo que me jode es pensar qué es cierto, ¡Soy una miserable!, no tengo poder, no tengo un patrimonio, tan solo sigo siendo una pobretona que recibe las migajas de ustedes.

¡Eso no es cierto Sari!— le dijo Rebeca conmovida— bien sabes que Rubí te estima y que yo te amo, ¡Vamos Sari!, ¿Qué me has pedido que yo te niegue?, ¡Vamos, pídeme lo que quieras y te complaceré hasta hacerte sentir dichosa!;

¿Segura?— preguntó Sarahi.

¡Sí amor, lo que quieras!;

¡Pueeeeeeessssss!— murmuró Sarahi mostrando una leve sonrisa— pues justo lo que quiero es sencillo y a la vez complicado— hizo una ligera pausa y enseguida se expresó emocionada— ¡QUIERO SENTIRME ADORADA!, ¡Eso quiero estúpida Padilla!;

¡Ay mi amor pero si yo te adoro condenada, ahora mismo te devoro a besos!;

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!— gritó Sarahi volviendo a empujar a Rebeca— es que no entiendes coño, hablo en serio, piénsale tantito, ustedes todo el tiempo se la pasan llamándome Sirvientita y siempre tienen que hacer un comentario burlesco hacia mí, aparte que hasta para un chicle tengo que hacerles una payasada para que me obsequien una moneda y si tú me consientes es por que me amas con locura y no por que me estimes.

¿Y acaso no es suficiente ese loco amor?— preguntó coqueta la huerita Padilla.

¡NO, NO LO ES!— contestó Sarahi molesta y cruzada de brazos— ¡No es suficiente Rebeca!, no veo mucha diferencia a cómo era y a cómo soy; ¡Quiero por una vez sentirme adorada, servida y respetada por alguien de clase y no por alguien aún mas miserable que yo!;

¡No pues no entiendo!— se expresó Rebeca en verdad confundida.

¡Quiero que tú me adores!— le habló Sarahi sin rodeos— quiero que me demuestres que en verdad me amas con locura, hasta el grado de someterte a mis caprichos, hasta el grado de estar dispuesta a postrarte a mis pies, de rendirte ante mi belleza.

¡Jajajajaja!— se rió nerviosamente Rebeca— ¡Ay Sari que cosas dices!, pues para eso ya tienes a Norma quien vive a tus pies todo el tiempo.

¡NO!— dijo Sari en voz alta— ¡NORMA ES BASURA! Y Camelia y los demás sirvientes lo son aún mas; ¡Yo quiero ser venerada por alguien de mejor postura!; ¡Rebeca!— le habló Sari mirándola con una expresión felina, sin rodeos— ¡Hoy te toca ganarte mis besos, mis caricias; hoy te toca suplicar por mi amor!; ¿Estás dispuesta? O debo pensar que no me amas lo suficiente como para entregarte a tal altura.

¡Jajaja, vamos Sari, bájale!— comentó Rebeca a quien se le veía cada vez mas nerviosa.

¡Lárgate!;

¡Pero Sari, yo, vamos, ya………!

¡LÁRGATE!;

¡No Sari no quiero, yo quiero estar a tu lado!— comentó ésta vez algo llorosa Rebeca quien se abalanzó hacia Sarahi para aferrarse a abrazarla pero de nueva cuenta lo que se llevó fue un empujón, ésta vez mas violento que los anteriores que la hizo quedar tirada en el piso.

Rebeca se levantó indignadísima tan rápido como pudo y se le fue encima a Sarahi, pero fue interceptada por ésta quien la sujetó de los brazos, forcejearon, pero nada; Sarahi controló muy bien a Rebeca y volvió a empujarla, seguido volvió a sujetarle un brazo y se lo dobló por detrás y pretendía sacarla de su cuarto.

Rebeca perdió el control de sus actos y en su desesperación al verse rechazada por Sarahi, exclamó— ¡Detente Sari, espera espera por favor, te lo suplico!;

Sarahi se detuvo, la soltó y la quedó mirando. Rebeca le habló sin rodeos.

¡Te amo Sarahi te amo con locura y lo que menos quiero es tener problemas contigo!; ¿Qué quieres que haga exactamente?;

Sarahi sonrió de pronto un tanto alegre y orgullosa le dijo mas a modo de exigencia que de petición— ¡Quiero que te arrodilles y me beses los pies!;

¡QUEEEEEEEEEEEEEEÉ!; ¡NO SARI!; ¿POR QUÉ?;

¿Lo haces o no?;

¡Saaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaari!;

Sarahi no le quitó la mirada de encima a Rebeca y ésta poco a poco fue cediendo en voluntad, justo cuando Sari la animó— ¡Venga y después haremos el amor como nunca lo hemos hecho!;

¡Fue suficiente!; poco a poco, Rebeca Padilla cedió hasta quedar de rodillas ante la hermosa Sarahi que sonrió dichosa al contemplar a la orgullosa y altiva Rebeca Padilla postrada ridículamente en el piso, besándole los pies.

¡Jijijijijiji!— se sonrió maliciosamente Sarahi, levantando ligeramente un pie, apoyándolo con el talón en el piso— ¡Lámeme la planta de mi pie Padilla, jajajajajajajaja, la orgullosa y berrinchuda huerita Padilla le lame la planta del pie a la miserable Sarahi jajajajajajajajaja!— comentó Sarahi bromista y carcajeándose a placer.

¡BASTA SARI POR FAVOR!— exclamó llorando Rebeca, pero ante la insistencia de Sarahi, se humilló ante su amor y quedó con la cara roja, encendida de vergüenza al sentirse acariciada, abrazada por la humillación, pues Sari, después de darse por satisfecha teniendo a Rebeca lamiéndole el pie, le introdujo los dedos de su pie dentro de su boca y le ordenó chupárselos.

Rebeca no resistió, rompió a llorar con mayor intensidad, era demasiado para ella y sí cedía era por que en verdad estaba perdidamente enamorada de la joven Sarahi que tan solo estaba probándola justo para asestarle otro golpe perfectamente estudiado.

Enseguida Sarahi permitió a Rebeca levantarse al ver cumplido su primer objetivo; había humillado a Rebeca quien no era cualquier miserable sino alguien de la clase estirada como solía llamarle Sarahi a los ricos y poderosos.

Sarahi se sentía dichosa al ver a Rebeca derrumbarse moralmente ante ella y refugiarse a llorar en sus brazos. Sarahi la abrazó igual y le acarició el cabello susurrándole— ¡Bien Padilla bien, ya veo que tu amor es sincero!;

¡Lo es amor mío, te juro que lo es!— respondió entre llantos sinceramente la huerita Padilla para enseguida intentar besarla en los labios pero Sarahi estaba tan segura de sí misma, se sentía y era la dueña de la situación a lo que burlonamente se lo impidió diciéndole— ¡Eyyyyyyyyyyyyy a ti no te gustaría que te besara en la boca si acabara de babearte los pies!, ¿Verdad?, ¡No, a nadie le gusta, así que llégale, ve a lavar tu huero y fino hocico!;

Rebeca volvió a enrojecer y contestó riendo nerviosamente— ¡Bieeeeeen Sirvientita, tan solo quiero perderme contigo haciendo el amor!;

¡Ya no me apetece!— le dijo Sarahi aparentando seriedad pero ante la cara de desilusión y tristeza de Rebeca, Sarahi rompió a reírse.

La huerita volvió en un parpadeo y en segundos se encontraba complaciendo a su amada, la hizo llegar a un poderoso orgasmo, le proporcionó un verdadero y desenfrenado placer con la lengua, ambas se acariciaron, se besaron, se masturbaron, se devoraron dando rienda suelta a sus placeres y perversiones para al final quedar sobre la cama abrazadas completamente desnudas.

Rebeca irradiaba felicidad; Sarahi aprovechó el momento para preguntarle coquetona— ¿A que valió la pena complacerme?;

¡Sí mi amor!, aunque admito que es muy denigrante besarle los pies a alguien.

¿Aunque sea yo?;

¡Siiiiiiiiiiiiiiiiii!— se quejó graciosamente Rebeca.

¡Uy pues yo lo hice muchas veces con Norma y hasta con Rubí!;

¡Pero ya pasó amor, ahora te mereces lo mejor y yo te lo daré Sari, te he demostrado con tal acto de sumisión que no tengo límites a la hora de amarte pues ya ves que he pasado por encima de mi orgullo con tal de verte feliz!;

Sarahi oyó y miró atentamente a Rebeca mientras ésta hablaba y en cuanto terminó de hacerlo, entonces fue el turno de Sarahi que estaba más que lista para dar el siguiente paso en sus planes.

¡Sí, Rebe, que bueno que haces mención a todo esto por que precisamente de eso quería hablarte!— hizo una pausa y enseguida añadió— ¡De mi situación frente a ti, frente a Rubí!;

¡Habla, soy todo oídos!— le dijo Rebeca risueña, apoyada sobre el hombro de Sarahi; ésta estiró la mano para alcanzar su cajetilla que se encontraba en la mesita a lado de la cama, se encendió un cigarrillo y sin mas se aplicó a lo suyo.

¡Quiero tener mi propio patrimonio aunque pequeño pero propio, que sea mío, quiero tener independencia económica!;

Rebeca la miró intrigada y con su mirada le preguntó cómo pretendía alcanzar u obtener dicha independencia económica. Sarahi le leyó el pensamiento y continuó aclarándole su plan, su decisión.

¡Fácil, quiero una parte de tu fortuna!; no negarás que eres asquerosamente rica y no te pido todo pero tampoco una miseria, lo justo para que yo pueda valerme sola económicamente hablando.

¡Vamos Padilla!, quizás suene duro pero ambas sabemos que no te quedarás en la calle por acceder a mi petición— Sarahi sonrió de la manera cómo solo ella sabía hacerlo y sabía que hechizaba a Rebeca y melosa añadió— ¡Va a ser cómo quitarle un pelo a un gato!;

¡Será cómo quitarle la cabeza a un gato conociéndote Sari!— comentó asombradísima Rebeca ante el descaro y la determinación de Sarahi.

¡Jijijijijiji!— se rió Sari guiñándole un ojo y plantándole un beso en la boca a Rebeca y aunque el beso llevaba magia, no fue suficiente para encantar a Rebeca quien tras pensar y meditar tantito en silencio habló dudosa, justificándose— ¡Vamos Sari no es tan fácil!;

¿Me amas?— jugó con ella Sari.

¡Claro que te amo, te lo he demostrado rebajándome ante ti pero esto es otra cosa! Y dejemos a un lado el concepto económico por que no le temo; ¡Te juro que no me importaría perderlo todo a cambio de seguir a tu lado!;

¿Entonces?— preguntó entusiasmada y orgullosa de sí misma Sarahi.

¡Temo perderte Sarahi!; Si yo te heredo parte de mi fortuna, la cual me pertenece pues mi madre no intervendría, prácticamente te estaría otorgando libertad financiera; ¿Cómo asegurarme que no te irías de mi lado al ya no depender económicamente de mí?;

¡Tendrás que confiar en mí!— le dijo Sarahi fríamente— ¡Pero tranquila!, mira que he demostrado que se ser agradecida, pregúntale a Rubí.

¡Es muy arriesgado Sari, muy arriesgado!— opinó Rebeca saliéndose de la cama para vestirse, entendiendo que la velada había terminado y prefería volver a su casa para evadir el tema con Sarahi.

¿Me dejas amor mío?— le comentó Sarahi a Rebeca con sarcasmo— Tal parece que solo me tomaste, te diste por bien servida y ahora me abandonas; ¿Ves por qué soy precavida?;

¡No es así Sari!— exclamó de nueva cuenta llorosa Rebeca— ¡Bien sabes que no es así!, pero lo que me pides no es poco; ¿Por qué ese afán Sari, por qué?;

¡Por que quiero sentirme segura, tú dices que cómo te aseguras de que yo no te abandone!, bien; ¡A mí quien diablos me asegura que no te hartarás de mí, que no buscarás a otra y te gustará mas que yo y entonces me abandonarás a mi suerte, quien me dice que Rubí no haga otros planes y me corra de su casa, NO QUIERO REGRESAR A LA MISERIA, eso es todo Rebeca, por ello me aferro a mis planes!;

¡Tendré que pensarlo!— comentó finalmente Rebeca a punto de marcharse— Y mientras lo pienso, te conviene consentirme— concluyó risueña.

Sarahi también le habló claro— ¡No te garantizo nada!, esto me tiene en verdad obsesionada, así que no lo pienses mucho y no estoy obligada a adularte para que accedas, simplemente te entenderé sí no lo haces, pero entonces olvídate de mí pues como te dije, no quiero regresar a la miseria y tampoco me veo todo lo que me queda de vida viviendo en la espera de lo que tú y Rubí me arrojen al piso; ¡NO NACÍ PARA ELLO!, soy joven y bella, puedo ingeniármelas yo sola hasta lograr tener al mundo a mis pies.

¿Es una amenaza Sari?;

¡Son mis planes Rebeca y tú decides si sigues en ellos y en mi vida por que te he correspondido, te he jugado limpio, pero me puedo cansar!— le advirtió Sarahi sin temor alguno.

Rebeca se acercó a Sarahi y quiso intimidarla— ¡Es peligroso jugar conmigo Sarahi, mírate en el espejo de Isabel!;

¿Es una amenaza?— preguntó ahora Sarahi.

¡Son mis planes! Y cómo bien dices; ¡Yo soy el poder junto con Rubí y tú sigues siendo según tu punto de vista, una miserable, te amo demasiado pero ándate con cuidado, hoy te he demostrado humillándome ante ti cuanto te amo pero tampoco quieras jugar con fuego por que seguro y te quemarás, no quieras verme la cara por que como te digo, Yo soy el poder, chao preciosa!— concluyó besándola en la boca, despidiéndose y añadiendo antes de irse— pero contra todo pronóstico, no estoy dispuesta a perderte amorcito; ¡Te retendré Sari, a las buenas o a las malas así que cuidado con tus actos!;

Rebeca se marchó y Sari se quedó pensativa y sin conciliar el sueño por el resto de la noche, pensando en las palabras de Rebeca y en que efectivamente ella era el poder y sí de jugar sucio se trataba, ella podía perder fácilmente ante Rebeca aunque Sari cada vez era mas astuta pero aún así sintió temor ante el verse doblegada por Rebeca y Rubí, pues en ese momento cayó en cuenta en que Rubí era una pieza fundamental de apoyo.

Pues en dado caso de una ruptura entre su relación con Rebeca, contaría siendo definitivo el apoyo de Rubí que aunque a primera vista se podría deducir que ésta apoyaría a Rebeca por sus años de amistad, en realidad no se podía asegurar. Sarahi presentía en su interior que ella le caía muy bien a Rubí, sentía el sincero aprecio de parte de ésta hacia ella, pero era eso, tan solo un presentimiento, por sobre todas las cosas Sarahi dedujo que debía irse con mucho cuidado poniendo toda su astucia hasta en el mínimo movimiento a ejecutar por su parte en los planes de su vida.

SALVANDO A MANTEGROSO.

La relación entre Sari y Rebeca se había puesto más que tensa desde su última charla; Sarahi se portaba indiferente y fría con Rebeca y eso a la huerita Padilla le dolía en el alma. Sarahi le estaba dando justo en donde mas daño le podía hacer pero aún así Rebeca no estaba dispuesta a volver a rebajarse ante su amor por lo que luchaba con todas sus fuerzas por aparentar ocultar su desesperación ante los rechazos de Sarahi.

Pero la situación entre éstas estaba por empeorar aún mas a raíz de que en una tarde en la cual Sarahi y Rubí salieron de compras se fueron encontrando en el estacionamiento nada más y nada menos que con el mismísimo Mantegroso.

Apenas llegaban al centro comercial, Rubí estacionaba el auto y a punto de bajar se encontraban en cuanto un joven más o menos de su edad, con aspecto lamentable, se acercaba presuroso con su franela y unos cubos.

¡Diablos, mira nada mas a ese pordiosero, mándalo al demonio Sari!— comentó con desprecio Rubí bajando del auto.

Sarahi ignoró las palabras de Rubí quedándose unos segundos en el auto, mirando muy interesada al joven.

¿Me permite la señorita lavar su auto?— propuso, mas bien suplicó el joven.

¡NO, JODIDO PORDIOSERO!— fueron las amables palabras que Rubí le respondió.

¿Nemesio?— habló de repente Sarahi a espaldas del joven una vez que se bajó del auto.

El joven se dio la vuelta lentamente para poder encarar a la persona que le había hablado, al instante el joven sintió cómo si le hubieran arrojado un balde de agua fría. Hubiese preferido que la tierra lo tragara con tal de que Sarahi no lo viera en tal estado.

¡Sí!, era Nemesio quien de inmediato humilló la mirada muerto de vergüenza; estaba vestido con unos harapos, tenía incluso la cara y las manos algo sucias de polvo, el muchacho en verdad daba pena y el pobre estaba a punto de llorar al verse ante el amor de su vida, ante Sarahi que lucía mas que impecable con unas elegantes sandalias plateadas de finos tacones, una falda negra y blusa blanca, las uñas de pies y manos perfectamente arregladas luciendo un tono rosa.

Sarahi se le acercó y le hizo alzar el rostro sujetándole la barbilla con su delicada mano— ¡Dios!— exclamó la chica algo apenada— ¿Pero que mierda te pasó?; entonces, es cierto, Nemesio, esto eres ahora; ¡UN POBRE MISERABLE!, ¡QUÉ PENA!;

¡Sari!; ¿Conoces al pordiosero? O sea; ¿A cuantos Nemesios conoces?, pues siempre me has platicado de un Nemesio un tanto mmm, con mejor posición.

¡Es él!— respondió Sarahi en voz baja.

¡Ahhhhh!— exclamó Rubí— ¡Bueno, andando!— propuso Rubí avanzando hacia el lugar aunque leyendo el pensamiento de Sarahi arrojó las llaves al piso.

Sarahi le habló a Nemesio con un tono un tanto extraño, mezcla de pena pero a la vez con desprecio— ¡Lava bien el auto pero sobretodo lávate la cara que das asco, ya hablaremos en cuanto terminemos de comprar!— Sarahi se dio la vuelta un tanto confundida; mientras se encaminaba al lugar, no pudo evitar ver que Nemesio lloraba como un niño mientras se agachaba a tomar las llaves.

Mientras las chicas compraban y luego se tomaban un café; Sarahi platicó a Rubí parte de lo que sabía de la nueva vida de Nemesio y con la mirada le pidió su apoyo.

¡Está mono, es una lástima que ahora sea un pobre diablo!— fue lo único que comentó Rubí entre risas ante Sarahi.

Enseguida se encaminaron de nueva cuenta hacia el estacionamiento. Nemesio repasaba una y otra vez todo el auto dejándolo en verdad rechinando de limpio; el joven estuvo a punto de marcharse con tal de no volver a encarar a Sarahi, era demasiada la vergüenza que sentía al verse en tal estado ante su amada, pero al final el amor lo convenció a quedarse y soportar, sí ese fuera el caso, una humillación y burla por parte de Sarahi quien sin rodeos pidió a Rubí un momento a solas con el chico y enseguida éste le contó llorando a Sarahi su desgracia.

Desgracia que en resumen era que sus padres habían sufrido un lamentable accidente; el señor murió, la señora quedó paralítica, el no pudo lidiar con tantos problemas y deudas y al final, lo perdió todo. Vivía en una mas que modesta vivienda con su madre enferma y el ya no podía ni mantenerle las medicinas a pesar de tocar y tocar puertas, no daba una y al final había terminado de lavaautos.

¡Qué pena!— comentó Sarahi dándole una calada a su cigarrillo mientras veía llorar a Nemesio después de contarle su desgraciada historia.

¡En cambio a mí me va muy bien!— exclamó Sarahi risueña con tal de darle otro giro a la conversación al sentirse incómoda por el joven que en segundos ante la sorpresa de Sarahi, éste se arrojó a sus pies y cubriéndoselos de besos y lágrimas le suplicó— ¡Ayúdame Sarahi, te lo imploro, te lo imploro, por piedad ayúdame!;

El chico no paraba de llorar ni de cubrir de besos los pies de Sarahi y la verdad fue que la muchacha se conmovió.

¿Por qué no me habías buscado eh Nemesio?; Sí tú mismo le dijiste a mi madre en donde me podía encontrar; ¿Por qué no habías corrido a mi auxilio?; ¿Qué tanto le dijiste a mi madre, qué tanto sabes de mí?;

¡TODO SARAHI!— le respondió Nemesio mirándola con los ojos cubiertos de lágrimas— Los cuentos vienen y van y me enteré de todo por unos sirvientes; de la muerte de doña Rosa y Dolores, de las atrocidades y lo peligrosas que son las personas con quienes andas, pero a todo esto, no recurrí a ti por miedo, por temor a que me rechaces como si fuera un pobre perro.

¡Pueeeeessssss eso eres jejejeje!— se burló Sarahi aunque a modo de broma.

¡Ayúdame, te lo ruego con el corazón!— le imploró Nemesio lloroso, tomándole una mano.

¿Qué piensas de todo lo que te han dicho de mí?; ¡Dime la verdad!— le exigió Sarahi.

Nemesio respiró profundo y contestó— ¡Te suplico que mejor no toquemos ese tema, TE AMO SARAHI, esa no es ninguna sorpresa, te amo y te amaré siempre y ese amor no me permite juzgarte!; La vida da vueltas y solo se que en tus manos está ayudarme, pero también se que tú no me amas como yo a ti, por ello me pongo a tus pies y te suplico tu ayuda— dicho esto, el joven volvió a postrarse en el piso manteniendo la cara pegada sobre los pies de Sarahi.

La chica no se lo pensó mucho; le gustó la actitud respetuosa y sumisa adoptada por el joven a lo que levantándole el rostro por la barbilla con el pie, le dijo— ¡Bien, te ayudaré pero no será tan fácil, tendrás que acatar todo lo que te indique y cuando digo todo, me refiero a todo!;

¡Trabajarás para mí!, bueno, mas bien para mi amiga, el caso es que solo te pido que te andes con cuidado, por qué a la primera que la cagues, te reboto a la calle, mmmmm— Sarahi permaneció en silencio por unos segundos mientras asimilaba mejor la situación para luego continuar— ¡En serio Mantegroso, piénsatelo bien!; Yo estoy dispuesta a cubrir todos los gastos que genere la enfermedad de tu madre a quien te permitiré ver de vez en cuando; dile que trabajarás fuera.

Yo pondré a una persona capacitada para cuidarla— le explicaba Sarahi al chico con tal de dejarle las cosas bien claras— ¡En fin!, ella estará bien, pero a cambio exijo de ti, sumisión y obediencia absoluta hacia mí y también para mis amigas pero en especial hacia mí y te digo esto, por qué piensa que te encontrarás con Norma y no acepto ni toleraré un solo reproche en la relación que llevo con ella.

¡Hazte a la idea de que Norma no existe!, pues al igual que ella, tú también serás mi sirviente de tiempo completo, mas que eso; ¡Considérate mi esclavito jijijiji! Y te lo aseguro, si me haces enojar, la vas a pasar muy mal, he cambiado mucho Nemesio pero también se ser agradecida y no puedo negar que siempre te portaste genial conmigo, eres bueno y sensible Mantegroso y me recuerdas viejos tiempos, por ello te ayudaré pero esa ayuda lleva un precio y ese precio es tu libertad y con ella tu dignidad, orgullo y voluntad; por qué vamos, parezco un ángel pero no lo soy y menos Rubí; ¿Qué dices?;

¡ACEPTO!— contestó Nemesio sin pensarlo; ¿Qué mas le quedaba sino aferrarse a la suerte que decidiera darle su amada?;

¡Entonces besa mis pies!; Ya más o menos tienes idea de que va esto pues siempre te he tratado como se me da la gana y por lo demás no te preocupes, ya me encargaré de enseñártelo.

El chico obedeció y siguió a Sarahi hacia el auto. Rubí ya la esperaba impaciente y con una sonrisa asintió haciéndole ver a Sarahi que la apoyaría.

Abordaron el auto pero al querer subir Nemesio a la parte trasera, Rubí se lo impidió al decirle entre risas, dedicándole la primera de muchas de sus exclusivas sonrisas hermosas pero a la vez cargadas de burla y desprecio— ¡Eh, chico, tú en la cajuela!;

Nemesio quedó rojo de pena pero ante las risitas de Sarahi y Rubí, optó por esconderse en la cajuela. Y así dio inicio una etapa más, inimaginable para Nemesio al servicio de Sarahi y compañía, como uno más de sus sirvientes y esclavos.


Continuará…………………………………………….

CAMBIANDO EL DESTINO 17

INEVITABLES SENSACIONES.

¿Pero qué coño?— se expresó Sarahi con un semblante que reflejaba asco, sorpresa y hasta diversión.

Apenas tenía cosa de una media hora que habían llegado de casa de Rebeca en que Sarahi salió por un momento de su habitación vistiéndose ya con su pijama y sandalias de casa; momento que Norma aprovechó cómo solía hacer cada noche desde hacía ya muchos días; encerrarse en el baño y calmar sus necesidades, ansiedades; masturbándose hasta proporcionarse un placentero orgasmo con la esencia de alguna prenda íntima de Sarahi.

La pobre Norma había caído tan bajo hasta el punto de llegar a aceptar ese loco y condenable sentimiento qué la atraía hacia Sarahi y lo único que no discernía era quien estaba mas depravada; pues esa noche Norma se encontraba masturbándose desenfrenadamente en el baño mientras con la mano que le quedaba libre sostenía la zapatilla que había llevado Sarahi a casa de Rebeca.

Norma respiraba profundamente el interior de aquella zapatilla mientras se otorgaba a sí misma el placer que tanto ansiaba obtener.

¡PERO QUÉ COÑO!— había expresado Sarahi al momento que la sorprendió empujando la puerta, producto de los nervios y la desesperación de Norma por cumplir con su sagrado rito nocturno y haber olvidado esa noche ponerle seguro a la puerta.

Norma estaba inmóvil, temerosa, con su mano sobre su sexo acariciándoselo y en la otra mano sostenía la zapatilla. Sarahi se paseaba a su alrededor contemplándola en verdad sorprendida pero a la vez ya un tanto burlona al ir asimilando las cosas.

¿Me quieres decir qué coño es exactamente lo que hacías? Y no me salgas con la estupidez de que te masturbabas por que no estoy ciega, mas bien quiero oír ya, sin rodeos, ¿por qué y desde cuando?— le exigió Sarahi con un interés morboso en escuchar las respuestas a sus interrogantes.

Norma se echó a sus pies llorando— ¡ama perdóname, perdóname ama!;

¿Por qué y desde cuando?— insistió Sarahi dándole una patada en la cara.

Norma dejó el zapato en el piso, era tanta su vergüenza al ser descubierta que ni sintió el impacto de la patada, entonces habló sin atreverse a mirar a Sarahi.

¡No lo se ama, no se por qué, se lo juro, solo se que ya llevo muchas noches haciéndolo, es algo que va en contra de todos mis sentidos, no lo se, no lo se!— repetía Norma intensificando su llanto.

Sarahi tomó asiento sobre la tapa del inodoro, cruzó una pierna sobre la otra, tomó y prendió un cigarrillo de la cajetilla que llevaba siempre consigo y sonriendo con malicia le ordenó— ¡termina!;

¿Perdón?— se expresó Norma confusa.

¡Que termines sucia perra, quiero ver cómo culminas tu obra!;

¡No ama eso no, por favor, me da mucha vergüenza, no puedo enfrentarlo frente a usted!;

¿Ya no me odias Norma?— le preguntó de pronto Sarahi.

Ésta la miró y al instante respondió con seguridad, tuteándola pues entendió que Sarahi se lo permitiría— ¡no Sarahi, te juro que ya no!;

¿Por qué?;

¡No lo se pero te juro que ya no te odio, me haz destrozado tal como me prometiste hacerlo, no tengo a nadie y estoy consciente que soy tuya, no se, no puedo darte mas razones, te juro que quisiera arrancar de mí tantas cosas pero simplemente no puedo!;

El caso es que estoy obsesionada contigo, te veo tal como eres, ¡una Diosa! Y en cambio me veo a mí inspirándome pena a mí misma; luego, luego me vienen estas malditas sensaciones de embrujo y placer y sin darme cuenta termino aquí, cada noche con un calzado tuyo o una de tus prendas íntimas— finalizó Norma avergonzada.

¡Jajajajajajajajajajajajaja!— Sarahi se rió con ganas— no esperarás a que yo corresponda esa obsesión, ¿o sí?; ¡sucia perra!— le habló mirándola con una expresión que simulaba sentir lástima por ella cuando en realidad lo que Norma le producía en ese momento a Sari era asco y risa.

¡No Sarahi, desde luego que no!— respondió Norma humildemente.

¡Bueno!— continuó Sarahi— una cosa más quiero saber, ¿Qué pensabas hacer conmigo Norma?, ¿hasta donde pensabas llegar conmigo si el tiempo y el destino te lo hubiesen permitido?; por que lo único que recuerdo es que me amenazabas con que mi cara sería lo último a destrozar. Norma respiró profundo y tomándose su tiempo para responder mientras Sarahi ya iba por su segundo cigarrillo.

¡No lo se Sarahi!, a ciencia cierta tú me sacaste de mis casillas, no sabía que hacer contigo, eras indomable, no sabía ya que hacer contigo, mi última carta era amenazarte con cortarte la cara y bajo esa amenaza tenerte bajo control pero tal como se dieron las cosas ahora solo se que quizás estoy mas loca que tú y tus amistades— concluyó Norma en sincerarse con Sarahi.

¡Jajaja, sí, puede ser, bueno Normis, no está mal que te hayas sincerado conmigo!— Sarahi hizo una pausa sin dejar de sonreír con malicia y al final se decidió a obligar a Norma a culminar lo que había iniciado— ¡ahora venga, acaríciate, mastúrbate como la sucia perra que eres y hazlo tal cómo lo pretendías hacer, respirando el interior de mi zapato jajajajajaja!;

¡NO SARAHI POR FAVOR ESTO NO ES ASÍ!, ¡me da mucha vergüenza contigo mirando, observando!— imploró Norma en un principio con voz clara y potente y al final sollozando y con un hilo de voz.

¡OBEDECE PERRA! Y se acabaron las confiancitas.

Norma no resistió la felina mirada de Sarahi y muy a su pesar, sin comprender por qué demonios hacía lo que hacía, llorosa comenzó a estimularse, acariciarse con su mano su vagina, introduciendo delicadamente sus dedos en ella, pronto tales movimientos hicieron efecto y para evitarse la vergüenza se ocultó la cara cubriéndosela con la zapatilla. Lo único que no pudo evitar fueron las crueles carcajadas de Sarahi al verla estremecerse y doblarse acabando en un orgasmo, tal como cada noche pero ésta vez con la pena de hacerlo frente a su ama.

Norma quedó exhausta en el piso, sin atreverse a incorporarse. Sarahi se levantó, la pateó ligeramente para hacerla quedar de rodillas, le acarició insultantemente el sexo con los dedos de su pie recogiendo sus fluidos y ofreciéndoselos a la propia Norma, acercándole el pie para que le chupara los dedos. La infeliz obedeció.

A esas instancias Sarahi ya iba por su tercer cigarrillo; todo parecía haber culminado ahí, pero no; Sarahi quien cada día se igualaba más a Rubí, hizo gala precisamente de ese humor con repentinos cambios y sorprendiendo a Norma le propinó una espectacular bofetada.

¡Escúchame bien sucia, te prohíbo que vuelvas a proporcionarte placer a mis espaldas!; ¡me rogarás a diario que te autorice desahogarte y yo decidiré cuando sí y cuando no y lo harás frente a mí!;

¡Ya hablaré con Rebeca para que me consiga un cinturón de castidad como el de Isabel y ahora aparta las manos!;

¡NO AMA ESO NO POR PIEDAD!— gritó asustada Norma al ver lo que su ama pretendía hacerle.

Sarahi de nueva cuenta la abofeteó y al final cruelmente le restregó el cigarro encendido sobre su sexo hasta apagárselo ya cuando el cigarro estaba casi consumido en su totalidad.

Norma bramó y al final quedó inconsciente; sus gritos fueron más espeluznantes que los de otras ocasiones, tanto que Rubí se acercó a la habitación; Sarahi le explicó lo sucedido y Rubí soltó a carcajearse.

Norma sufrió como nunca para recuperarse y lo hizo gracias a las atenciones de Camelia con autorización de Sarahi quien tal y cómo le dijo, cuando ya estuvo recuperada, la liberaba de vez en cuando del cinturón de castidad permitiéndole desahogarse.

Solo que Norma jamás volvió a gozar. Su sexo resintió la tortura con el cigarro y Sarahi la humillaba haciéndola llegar al orgasmo no solo en presencia de ella sino también de Rubí y de Peque burlándola sin consideración al comentarle a Rubí que Norma estaba obsesionada con ella y que lo hacía por y con amor.

Al final Sarahi obtuvo un motivo más para sentirse victoriosa sobre Norma, para aplastarla aún mas moralmente al descubrir en otra charla íntima que Norma esperaba de ella su lástima y su compasión con tal de que no la hiciera sufrir.

Sarahi se sintió dichosa y aunque en un principio llegó a sentirse un tantito conmovida al ver a Norma echada a sus pies besándoselos; implorándole que no la castigara, que no la sometiera al dolor, que ella la obedecería ciegamente, que ya no había odio en ella, tan solo sumisión y entrega, que por todas las cosas le temía al dolor y al sufrimiento; Sarahi mostrando su lado humano le dio por su lado y la animó al decirle que mientras la obedeciera no le haría daño, pero no fue así.

Sarahi al lado de Rebeca y Rubí no hacía otra cosa día a día que volverse y comportarse mas cruel y despiadada y la victima siempre era Norma, sin motivo alguno Sarahi la castigaba y la maltrataba por placer y lo hacía con malicia al saber de antemano el terror que le provocaba a Norma quien aún así se esmeraba a cada instante de su vida en complacer a su ama en cuerpo y alma, resignándose poco a poco que seguiría sufriendo a lado de Sarahi aún sin merecerlo.

YOLANDA ENCUENTRA A SARAHI.

Transcurrido cierto tiempo, una mañana en la cual Sarahi se encontraba relajándose con Rubí en la sala manteniendo a Norma de rodillas frente a ellas con las manos extendidas, la atormentaban haciéndola tragarse la ceniza de sus cigarros; eso Norma lo toleraba, la razón por la cual lloraba tan tristemente era que de vez en cuando le quemaban las palmas de sus manos haciéndola chillar como un animal.

De pronto la diversión se vio interrumpida; se oyeron gritos, discusiones; hasta que Sarahi contempló cómo Yolanda, su madre, forcejeaba con una sirvienta y lograba entrar hasta la sala. La señora estaba alterada y casi se desmaya al ver a quien le pareció recordar a la señorita Norma.

¡Dios mío!— exclamó Yolanda llevándose las manos a la boca al contemplar y reconocer a la señorita Norma en tan lamentable estado.

Rubí se levantó y le estampó una bofetada a la sirvienta que se vio incapaz de evitarle la entrada a Yolanda.

¡Estúpida!— le gritó Rubí— ¡haré que te azoten!; ¡imagínate si nos buscaran para matarnos!;

¡Perdón señorita nos tomó por sorpresa!;

¡SAQUEN A ESTA JODIDA PORDIOSERA!— ordenó Rubí que para eso dos empleadas mas tenían ya muy bien sujeta a la señora.

¡Esa jodida pordiosera es mi madre!— comentó de pronto Sarahi.

Rubí la miró incrédula y al final expresó— ¡ah, vaya, no sabía!;

¡No te preocupes!— continuó Sarahi— tienes razón, es una jodida pordiosera.

¡Sí, pero tú, tú eres un monstruo Sarahi, eres un monstruo, verdad que no puedo creerlo, no puedo asimilarlo!— habló Yolanda sumamente alterada.

¿Cómo diablos diste conmigo y por que me llamas monstruo?, ¿no ves lo hermosa que luzco?; ¡no hay monstruos hermosos, mmm tan solo ese tal Shrek pero no era hermoso sino simpático, mas bien baboso como Mantegroso, oye, rimó jajajajaja, aquí el único monstruo es Norma jajajajajaja!— comentó Sarahi haciéndose la graciosa para lo cual no le costaba esforzarse mucho al mismo tiempo que le pedía a su madre explicarle como dio con su paradero.

Yolanda lloraba con verdadero sentimiento y hasta que logró controlarse le explicó— ¡se todo lo que haz echo Sarahi, se el destino de Rosa y Dolores!— la señora hizo una pausa y a continuación con voz potente y cargada de resentimiento le gritó— ¡ERES UNA ASESINA!;

Sarahi y Rubí se sorprendieron. Yolanda apenas y tomó fuerza y valor para continuar enfrentando a su hija.

¡Los chismes Sarahi, se filtran y muchos saben todo lo acontecido aunque al igual saben del poder con el que cuentas a tu lado!— dijo haciendo referencia a Rubí quien se sonrió por tal cumplido.

¡Nemesio me contó todo y al igual está echo un caos con todo esto!;

¡Nemesio!— exclamó Sarahi sonriente, relamiéndose los labios con sensualidad y picardía— ¡vaya, había estado pensando justamente en el bobo de Mantegroso!; ¿Qué fue de él?— preguntó Sarahi con cierto interés.

¡Nemesio!; Sarahi, Nemesio está pasando por una etapa muy difícil con sus padres, lo han perdido todo por causa de la crisis.

¿Sí?; jajajajajajajajajajajajajajajaja— se carcajeó Sarahi alegremente— ¿Nemesio pobre?; jajajajajajajajajajajaja, ¡miserable!— se expresó con desprecio.

¡Pero no vine hasta aquí por él!— continuó Yolanda— muchos saben todo lo ocurrido y por fin logré dar con tu paradero, ¡vas a dejar en libertad en este instante a la señorita Norma y vas a enfrentar todas tus faltas!, lo siento hija pero te esperan muchos años de cárcel, eres una asesina Sarahi.

¡Jajajajajajajajajajajajajajajajajajaja!; Sarahi y Rubí echaron a reírse.

¡Pero qué coño te crees!— le gritó Sarahi— por muy mi madre que seas no puedes venir aquí, invadir propiedad ajena y encima intentar ordenarme lo que tengo que hacer, ¡que decepción madre, te desprecio, ahora te desprecio mas, me importa una mierda lo que pienses de mí!; pero sobretodo, ¿cómo coño eres capaz solo de venir aquí para restregarme en la cara que aún estás de lado de Norma y no del mío que soy tu hija?;

¡No entiendes Sarahi y nunca lo harás!, hablo en serio, ¡deja libre a Norma ya!— diciendo esto la señora comenzó a forcejear para liberarse pero le fue imposible, las dos sirvientas la tenían mas que bien sujeta.

Tras unos instantes en los cuales Yolanda siguió aferrada amenazando increíblemente a su hija y en defensa de Norma; Sarahi decidió ponerle fin a la situación de momento mostrándole a su madre que comprobara por ella misma que sí, que era verdad todo lo que le habían dicho sobre ella, sobre la nueva Sarahi.

Sujetó a Norma por el cabello quien no reaccionaba ni reaccionó a pesar de que Yolanda trató de darle ánimo y esperanza; Norma bien comprendió que Sarahi era capaz primero de pasar sobre su madre con quien de por sí, ya no mantenía buena relación qué dejarla en libertad y sinceramente, Yolanda no representaba ningún peligro.

La única arma con la que se sintió segura para ir a la casa de Rubí, fue creer que Sarahi sucumbiría ante su amor maternal, ante el sentimentalismo y ante la negativa de hacerle daño a ella que era su madre, ¡no!, Yolanda ya no conocía a su hija y ante su cara de horror presenció como Sarahi le quemó sin piedad la cara a Norma quien hasta casi pierde el sentido.

Sarahi le mostró a su madre cómo era ahora y le mostró lo que hacía a cada instante con Norma, la hacía sufrir y por lo tanto, la quemó en la mejilla sin ninguna consideración. Yolanda lloraba alterada e incrédula, se negaba a ver la realidad, se negaba a aceptar en lo qué se había convertido su hija.

¡Lárgate madre lárgate ya!— le gritó Sarahi.

Las sirvientas se vieron dispuestas a sacar a Yolanda de la propiedad pero Rubí intervino al oír gritar a Yolanda que iría directo a las autoridades y que no quitaría el dedo del renglón hasta aclarecer todo, sin importarle quien cayera, incluso su hija.

¡Emmm, Sari!— se expresó Rubí tranquila, sin temor alguno— no tengo miedo de lo que tu madre pueda ocasionar que no será gran cosa, pero verás, preferiría que no anduviera por ahí, ya sabes, incomodándonos.

¡Haz lo que tengas que hacer!— fue la respuesta de Sarahi quien miraba a su madre llorosa y a la vez furiosa, sus preciosos ojos cafés estaban inyectados de rabia al oírle gritar a su madre que para ella, ya no tenía hija.

¡PARA MÍ ESTÁS MUERTA SARAHI, MUERTA, ASESINA!, ¡Ya no eres mi hija, yo no engendré un monstruo, debieron matarte a ti, al menos habrías salvado tu alma y no te estarías condenando cómo ahora, no tienes perdón Sarahi, no lo tienes!;

¡Es tu madre Sari, decide tú, no quiero lloriqueos después!— le advirtió muy seria Rubí.

A Sarahi la traicionaron con mayor intensidad las lágrimas y mirando llorosa a su madre le dijo con la voz entrecortada— ¡mira cómo me condeno aún mas!;

Yolanda ahogó el grito quedándose sin habla por unos momentos; Rubí al igual se sorprendió sonriendo sádicamente, aprobando el comportamiento de Sarahi.

Se escuchó un bramido cómo de un cerdo al matadero. Sarahi perdió los estribos, se puso como loca tras los hirientes comentarios de su madre y como siempre fue Norma la victima, Sarahi le mostró a su madre que en crueldad no tenía límites y tomando un cigarro encendido, el cual era de Rubí, sin previo aviso, en un movimiento rápido, se lo introdujo a Norma en el ojo.

Eso sí fue monstruoso; Sarahi no apartó el cigarro hasta que éste se consumió en su totalidad, lo hundió en el ojo de Norma quien perdió el conocimiento, su cuerpo cayó al piso inconsciente. Sarahi miró retadora a su madre y ésta le sostuvo la mirada aunque sin atreverse a hablar.

Quizás, quizás el ojo de la desgraciada de Norma aún no estaba perdido pero Sarahi le dio el taconazo de gracia al levantar el pie y sin misericordia le clavó el fino tacón de su sandalia con tal puntería directamente en el ojo.

No hubo mas; Yolanda se desmayó ante tal acto aberrante; al menos Norma estaba inconsciente, su cuerpo tuvo que ser removido pues Sarahi se descalzó quedando la sandalia incrustada por el tacón en el ojo de Norma que al ser removida dicha sandalia, fue mas que evidente que perdiera el ojo.

Camelia y unas cuantas más fueron las encargadas de salvarle la vida más no la vista a la desgraciada Norma que en adelante serviría solo con un ojo a su ama llevando cubierto el otro lado con un parche.

Sarahi pidió a Rubí que de momento mantuvieran prisionera a su madre en alguna habitación pero no en calidad de esclava, ya después decidiría que pasaría con ella e increíblemente enseguida, Sarahi se desmoronó a llorar sobre el pecho de Rubí quien la abrazó, le acarició el cabello, le levantó el rostro haciendo que sus miradas se cruzaran y le habló claro y firme.

¡Ánimo Sirvientita, ánimo, tienes que ser fuerte, ya no puedes claudicar ni mirar hacia atrás, venga Sirvientita, tienes todo mi puto apoyo!;

¡Gracias Rubí!— respondió entre llantos Sarahi perdiéndose en su llanto pero alcanzando a escuchar decir a Rubí cuando ella seguía refugiada en sus pechos— ¡tienes todo mi apoyo y el amor de Rebeca jijijiji!— concluyó Rubí sonriendo burlona pues en realidad Rubí le estaba demostrando a Sari qué tan fuerte era ella y lo era.

Rubí no se intimidaba tan fácilmente, ni frente a la escena ocurrida ni ante el llanto de Sarahi; Rubí era aún mucho mas cruel al igual que hermosa y aunque hablaba con la verdad al ofrecerle su apoyo a Sarahi, no perdía tiempo jugándole una broma sabiendo de antemano que entre Rebeca y Sarahi ya se daba mas que una relación amorosa en la cual, Rebeca era a quien se le veía totalmente flechada y rendida de amor ante Sarahi.



Continuará……………………………………………..

domingo, 2 de enero de 2011

CAMBIANDO EL DESTINO 16

NUEVOS SENTIMIENTOS.

Norma se vio en verdad afectada durante ese tiempo, a poco estuvo de enloquecer, lo que hubiese sido lo más sano. La chica estaba aniquilada y día a día tenía que enfrentarse a su calvario de servir y complacer a su ama y de contemplar lo que de su madre quedaba convertida en alfombra pues en el piso había quedado adaptada y plasmada la viva imagen de la pobre Rosa justo para que Sarahi descansara ahí los pies, justo para que la usara para lo que servía una alfombra, para pararse justo sobre ella.

Y también durante ese tiempo en el que Rubí se dedicó de lleno a su experimento con Dolores; Sarahi no perdió tiempo y cómo con el proceso de Norma no tenía prisa alguna, en una de esas noches, varias de esas noches para qué quede mas claro se dedicó a servirse sexualmente del apuesto Julio; esto tras amenazarlo y dejarle mas que claro qué solo lo utilizaba para su placer y pobre de él que no la complaciera o no la dejara satisfecha.

En pocas palabras, el placer de Julio no importaba ni mucho menos lo que sintiera, tan solo importaba Sarahi y sus necesidades aunque de vez en cuando Julio no pudo negar verse recompensado por brindarle tan buenos y placenteros servicios a Sarahi, en especial al hacerla llegar a tan poderosos orgasmos.

Entonces, después venía la recompensa para Julio, permitiéndole Sarahi que se aliviara y que acabara aunque en realidad muchas veces Sarahi tan solo lo humillaba masturbándolo con sus pies para que el joven se viera obligado después a lamérselos y así limpiar su propio semen; un juego sin duda malicioso pero para el pobre Julio, esos momentos eran momentos de alegría.

A todo esto, Sarahi nunca supo, ni siquiera imaginó que Rubí estuvo al tanto de todo; Peque se encargó de informarla y vigilar a Sarahi que para su suerte qué cada vez iba en aumento, a Rubí no le importó, por el contrario, le dio gusto que Julio le fuera de utilidad a Sarahi pues Rubí sí quería al joven y sí le tenía cariño, pero se lo tenía tal cómo sí de una mascota se tratara y Rubí dedujo que no pasaba nada por compartir a su mascota.

El tiempo seguía su marcha y para Norma no había mas, la pobre estaba muerta en vida pero la crueldad de Sarahi cada día florecía mas a lo qué a ella no le importaba en absoluto el estado ni físico ni mental de Norma y a cada día aplicaba la misma página de dolor en la vida de Norma. Sarahi simplemente se divertía y le divertía hacerle daño.

¡Vamos perra ve, ve por mi sandalia!— solía ordenarle entre risas Sarahi a Norma en una de esas tardes después de almorzar en que Sarahi aprovechaba para divertirse humillando a Norma haciéndola sentir toda una perra amaestrada.

Sarahi le arrojaba su sandalia a distintas partes de la sala y Norma salía disparada tan rápido como podía avanzar gateando para regresar con la sandalia colgando entre sus dientes, la depositaba en el piso y besaba los pies de su ama.

Durante su trayecto, la malvada Rubí tomaba el tiempo que Norma tardaba en regresar con la sandalia y tardase o no, Rubí la azotaba sin piedad aunque para suerte de Norma, Rubí se aburría rápido al ver que no había resistencia en ella.

Rubí pretendía humillarla pero no encontraba gracia al ver que Norma simplemente accedía cómo un robot a obedecer la orden que le imponían, lo hacía sin rechistar. Rubí así lo comprobó una vez al ordenarle abrir la boca, pegarla a su sexo y tragarse sus orines; Norma obedeció y Rubí se decepcionó pues ella esperaba siquiera cierta rebeldía o en su caso, ruegos por parte de la joven para que así ella pudiera divertirse atormentándola, pero nada, Norma no era ni la sombra de la que fue alguna vez.

Así avanzaba el tiempo y al igual se fortalecía la entrega y la sumisión de Norma hacia Sarahi que en uno de esos días regresaba a la casa en compañía de Rubí ya casi al anochecer y las señoritas llegaban un tanto ebrias.

Sarahi entró a su habitación y a casi nada se tropieza con Norma quien la esperaba postrada con la frente humillada al piso, justo detrás de la puerta.

¡Estúpida, casi me tiras pedazo de imbécil!— gritó Sarahi acompañando sus palabras con una brutal patada que le dio en el estómago a Norma. La pobre se contuvo cuanto pudo, no se acostumbraba al dolor, jamás se acostumbraría, pero trataba de vivir con él por qué sabía que era inevitable.

Norma se retorció conteniendo su dolor y en cuanto fue capaz, miserablemente se arrastró hasta pegar sus labios en las lujosas zapatillas negras de altos tacones que lucía Sarahi; su infeliz esclava las besó con devoción. Sarahi la miraba desde su posición, mas que altanera estaba hermosa con una blusa negra y unos pantalones cortos de mezclilla azul, se sonreía producto del alcohol y el placer que le producía contemplar a Norma tan humillada, tan acabada ante ella.

De pronto, mientras Norma continuaba cubriendo de besos las zapatillas de Sarahi, ésta se agarró del estómago al sentir náuseas— ¡descálzame!— murmuró apenas Sarahi tratando de contener sus náuseas, pero no le fue posible.

Justo al momento en el que Norma alzó el rostro para pronunciar un sumiso— ¡sí ama!— fue recibida por una abundante cantidad de vómito, cortesía de Sarahi que al ver la expresión de la pobre Norma que no se lo esperaba; alzar la cara justo para recibir los calientes y ya no digamos repulsivos vómitos de Sarahi; la pobre se soltó a llorar y Sarahi a carcajearse pues tampoco se lo esperaba, a decir verdad, nunca fue su intención vomitarle en la cara a Norma aunque tampoco le disgustó, pero le salió espontáneo.

¡Jajajajajaja, mira nada mas!— comentó burlesca Sarahi— bueno perra, ve a lavarte que das asco, dale, mueve el culo para que me descalces.

Norma se desplazó gateando penosamente a cumplir con los mandatos de su ama, al cabo de unos minutos regresó y Sarahi la esperaba sentada en su sofá, apenas la vio estiró los pies. Norma estaba a punto de quitarle los zapatos en cuanto Sarahi se lo impidió al percatarse de que sus zapatos estaban ligeramente manchados de vómito.

¡Espera perra, lame, lame mis zapatos, venga, primero límpialos y ya después me los quitas!;

¡Grandioso!— pensó en silencio Norma— me manda a lavarme la cara tan solo para que ahora le lama los zapatos— pensaba Norma al mismo tiempo que completamente entregada ya se encontraba limpiando con su lengua algunos restos de vómitos que habían quedado en los zapatos de Sarahi que la contemplaba arrogante y orgullosa de sí misma al ver qué tan sometida tenía a Norma.

Enseguida Norma la descalzó y se llevó una patada en el rostro al intentar besarle los pies a Sarahi.

¡Pero mira que eres imbécil coño, cómo pretendes besarme los pies después de lamer vómito de mis zapatos!;

¡Perdóname ama!— fue todo lo que respondió Norma humillada.

¡PERDÓNAME NADA, ACERCA TU PUTA CARA!;

Norma obedeció y ¡Plaffffffffffffffffffffff!; se llevó una cruel bofetada, la infeliz se limitó a pedirle humildemente perdón de nueva cuenta a su ama.

Sarahi la mandó a lavarse la boca y cara de nuevo, pero antes le ordenó quitarle los pantalones y justo cuando Norma ya se retiraba a enjuagarse, de nuevo Sarahi se lo impidió diciéndole entre risas— ¡espera perra, ya que te vas a enjuagar, ven, quiero orinar en tu puto hocico!;

Norma no pudo evitar que una lágrima corriera por su mejilla; el hecho de que se sometiera sin oponerse no quería decir que no le doliera, le dolía en el alma, pero mas le dolían los latigazos y los castigos físicos. Por la sola pronunciación de las palabras: dolor, castigo, tortura; Norma temblaba y se orinaba ella sola, por ello le temía a Sarahi, por ello le obedecía sin rechistar y por ello una vez mas se acercó sumisa dispuesta a tragarse tal cómo lo hizo, un potente chorro de orina, cortesía de Sarahi que al final le restregó la cara a Norma sobre su sexo y a patadas la mandó a asearse.

A pesar de todo, se podría pensar que el mayor problema para Norma era precisamente el sufrimiento diario que recibía por parte de Sarahi pero no, no era así. Al igual se podía pensar que la infeliz de Norma soñaba día a día con la muerte para verse por fin liberada de su miserable existencia pero tampoco era así, aunque lo fue en un principio y sobretodo después de la muerte de su madre, pero ahora Norma se aferraba a la vida resignada a vivirla según el capricho de su cruel ama Sarahi.

El detalle, lo que no la dejaba dormir todas las noches era que inexplicablemente Norma estaba perdiendo el odio hacia Sarahi, incluso el odio lo había cambiado por temor y respeto, pero ahora un nuevo sentimiento se apoderaba de su ser; ¿amor?, ¿acaso la amaba?;

¡Noooooooooooooooooooooooooooo!— gritaba Norma cada noche brincando en el duro y frío piso del baño donde dormía, pegado a la habitación de Sarahi y rezando por no despertar a su ama con sus pesadillas.

Era algo grotesco y grosero de pensar a la vez que confuso pero precisamente así es como estaba Norma, completamente confundida; se rompía la cabeza pensando, pero nada, ni una sola coherente explicación llegaba a su mente por más que le daba vueltas y vueltas al asunto.

Lo claro, lo único claro quizás, era deducir que Norma estaba echa un caos, se había quedado sola y desamparada, a merced de Sarahi, de una u otra manera así era, Sarahi era su dueña, quien la maltrataba pero que llegado el caso también podía protegerla, incluso portarse cariñosa con ella, por algo era su mascota y Sarahi la quería viva no muerta pensaba Norma, pero, ¿y sí llegara a fastidiarse?;

Ese fue uno de los principales causantes en el pensar de Norma que la confundió enormemente pues desde que lo pensó no pudo ya quitarse de su mente qué sería de ella sí Sarahi llegaba a fastidiarse, ¿y sí la echaba a la calle?; no tenía idea de cómo sobrevivir ella sola, Norma en muchos aspectos era ingenua, muy ingenua e inexplicablemente su mente se encerró y se aferró a creer firmemente en que su única opción era ganarse la lástima de Sarahi para qué ésta no la echara nunca.

Y la pobre eso hizo, al ya no tener ni una pizca de dignidad se aferró a ser la perra mas sumisa y devota de Sarahi y de ahí dio otro paso al contemplarla y mirarla con otros ojos, dispuesta a congraciarse internamente con su ama nació el amor qué de pronto ni la misma Norma le daba ese nombre, simplemente día a día sentía la necesidad de estar cerca de Sarahi, a sus pies, justo ahí era su lugar y justo ahí se sentía protegida y justo ahí rezaba para no provocar el enojo de su ama y ser castigada, pero no era necesario, Sarahi la castigaba y la maltrataba por placer.

¡Pobre Norma!; su vida era un verdadero laberinto sin salida y con sus ingenuos y hasta inocentes pensamientos terminó por encerrarse cometiendo aún una mayor estupidez en su ya difícil existir; enamorarse inexplicablemente de Sarahi y mas tarde confesárselo con lo cual aumentó el ego y la perversión de la bella Sarahi que tuvo un motivo mas para hacerla sufrir.

¿Qué me miras idiota?— le gritó Sarahi irritada a Norma un día en el que se disponían a visitar a Rebeca.

Sarahi se miraba en el espejo y Norma embelesadamente la admiraba con la boca abierta. Ya eran completamente distintas. Sarahi era una auténtica belleza, con una falda café cómo sus ojos, blusa a cuadros y sus altas y finas zapatillas cafés y Norma alguna vez fue bella, lo fue, ahora aún conservaba algunos rasgos pero la mala alimentación y el maltrato constante que recibía le estaban pasando factura por lo que desnuda y demacrada era una verdadera pena al lado de la belleza de Sarahi.

La observaba en un rincón. Sarahi se percató por el espejo y montó en cólera pues le tenía prohibido mirarla a la cara.

¡Te hice una pregunta, por qué coño me estabas mirando, qué coño me mirabas!;

¡Lo bella que eres!— murmuró inconscientemente Norma a tiempo que Sarahi se le acercaba. Algo confuso alcanzó a escuchar Sarahi mientras se le acercaba.

¿Qué haz dicho?— le preguntó extrañada, sin hacer caso de lo que pretendió escuchar.

¡Nada ama, perdóname ama!— contestó llorosa Norma pues Sarahi le estaba clavando las uñas en su oreja.

Murmuraste algo perra; ¿qué fue?;

¡No ama te juro que no, perdóname ama, no me hagas daño, te lo suplico!;

Sarahi la levantó violentamente sin soltarle la oreja y con la otra mano la abofeteó sin piedad.

Norma lloraba tristemente suplicándole a Sarahi que se detuviera pero Sarahi era muy fácil de enojarse y difícil de contentarse a lo que arrojándola al piso, hizo caso omiso de las súplicas de Norma, se safó ella misma una zapatilla y obligó a Norma a permanecer de rodillas y le propinó tres fuertes bofetadas con la dura suela de dicha zapatilla.

¡Pobre Norma!, en verdad, pobre; sufría, gritaba histéricamente ante tal dolor. Sarahi después de los tres golpes le propinó aún un taconazo en sus pechos; Norma aulló de dolor. Sarahi se acomodó la zapatilla y le pisó una mano haciéndole de nueva cuenta un terrible daño al hacer presión con su zapato ante los quejidos y bramidos de Norma.

¡Ándate con cuidado perra, mira que me puedo esmerar en hacer tu vida mucho mas miserable! Y ahora andando que vamos a casa de Rebeca.

Y en un dos por tres le acomodó la cadena al cuello y se la llevó cómo lo que era, su perra; Norma la siguió gateando como pudo pues le dolía la cara, pechos y mano, aún así se lo contuvo y siguió a su dueña lloriqueando tras ella.

VISITANDO A REBECA.

Después de transcurrido un tiempo considerable, Sarahi y Rubí en compañía de sus esclavos, Julio y Norma; llegaban a la casa de Rebeca. Peque optó por no ir. Tan solo entrar, Rubí y Sarahi se soltaron a reírse con ganas.

¡Venga, adelante, llegan justo a la hora de la merienda!— les dijo Rebeca entre risas.

Caía la tarde y justo después de almorzar, ese día Rebeca y su madre se encontraban descansando en la sala mientras se hacían la pedicure por Isabel quien cada vez que hacía tal actividad terminaba llorando por los constantes golpes que se llevaba, según sus amas a causa de su ineptitud.

Tan solo Isabel concluyó su deber debía divertir a sus amas humillándose ella misma miserablemente al suplicarles que le permitieran comerse todos los recortes de las uñas de los pies de madre e hija que se carcajeaban a placer cada vez que se hacían arreglar los pies y recortar las uñas, sabiendo de antemano que Isabel tenía mas que grabada la triste ceremonia que tenía que ofrecerles para su diversión.

La escena era en verdad grosera y humillante para la pobre muchacha y mas al ver entrar y oír reírse a Rubí y a Sarahi pues eso fue el motivo de sus risas, el entrar y presenciar cómo Yadira y Rebeca cómodamente en sus muebles contemplaban a sus pies a Isabel tragándose uno a uno, cada recorte de uña de los pies de Rebeca y Oscar lo hacía a los pies de su esposa gustando al igual de los recortes de uñas de ésta.

Sarahi y Rubí tomaron asiento y Sarahi miraba con asco tanto a Isabel cómo a Oscar— ¡serán cerdos!— expresó con desprecio Sarahi.

¡Pues sí Sari, lo son!— comentó Yadira— pues ellos mismos nos ruegan siempre que les dejemos nuestros recortes de uñas, ¿verdad Rebe?;

¡Sí, creo que ya es costumbre jajajajajajaja!— contestó la malvada huerita Padilla— ¿y tú no gustas hermanito?— le preguntó maliciosamente Rebeca a Julio que se encontraba refugiado a los pies de Rubí, incapaz siquiera de hablar. Para su fortuna, Rubí salió a su defensa.

¡Oh no, ya en otra ocasión será, está a dieta jejeje!— intervino Rubí para alivio del joven.

¡Bien!— comentó Rebeca— aunque créeme que ha compartido gustoso nuestras uñas junto a este par de miserables.

La reunión para suerte de los esclavos transcurrió tranquila. Rebeca y su madre charlaron sobre diversos temas de su interés con Rubí y Sarahi y pasadas unas horas éstas se despidieron para retornar a la casa de Rubí.

Ya al marcharse, Sarahi observó con morbo cómo Rebeca orinaba descaradamente en la boca de Isabel.

¡Trágatelo todo perrita, todo y despacito cómo a mí me gusta que lo hagas!— se burlaba Rebeca dándole sus insultantes indicaciones a su esclava acompañadas de suaves cachetadas, no con la intención de lastimarla físicamente sino tan solo de humillarla aún mas si cabe.


Continuará…………………………………………..