martes, 13 de julio de 2010

LA NUEVA FAMILIA DE ALFREDO 6

Entre Aceneth y Sarahi destrozaron a Oscar logrando que lo corrieran de su trabajo y esmerándose hasta lograr por igual en dejarlo tan mal parado, con una reputación por los suelos que sencillamente le evitara el ser aceptado en cualquier otra empresa. Lo inevitable en estos casos sucedió y en un abrir y cerrar de ojos Oscar se encontraba con la soga al cuello, temeroso por su situación, por la mala reputación no lograba encontrar ningún otro trabajo y en lo que corría de tiempo ya se encontraba algo endeudado a causa de haber recurrido a numerosos prestamos entre sus amistades de su antiguo trabajo aunque lo que mas le preocupaba y le apenaba era que había tenido que aceptar que durante todo ese tiempo Sarahi era quien corría con los gastos de la casa lo cual no representaba problema alguno para ella teniendo en cuenta que ganaba lo que quería pero para Oscar esto no le servía de mucho pues una que otra mueca y comentario sarcástico por parte de Sarahi le hacía suponer que pronto ésta podría cansarse de estarlos manteniendo tanto a el como a su hijo Alfredo pues por Yolanda era obvio que no había problema pues se trataba de su madre. Y lo inevitable seguía su curso y un día así sin mas Yolanda le comunicó a su esposo que Sarahi ya no lo quería en esa casa, sí, ¡lo estaba corriendo! y Yolanda le hizo ver que ella nada podía hacer pues suficiente tenía la pobre Sari con hacerse cargo de ella como para que la presione a que también siguiera cargando con su padrastro y ¡el colmo!, con su hermanastro.

Por consejo de Yolanda previamente en acuerdo con su hija, ésta convenció a su esposo de que la única solución viable a todo por el momento era que hablara con su hijastra y le pidiera su apoyo mientras que el trataba por todos los medios de buscar una nueva oportunidad laboral que le permitiera de nuevo contribuir al gasto familiar; a lo que en una tarde en la que Sarahi se encontraba cómodamente recostada en su mueble de la sala y Yolanda sentada en otro mueble Oscar se atrevió a hablarle a su hijastra en un tono mas que respetuoso.

¿Sarahi?, ¡hermosa, perdona que te interrumpa!, ¿me permites hablarte?— se expresó Oscar pasando de lo humilde a lo ridículo al encontrarse sumamente nervioso y apenado y después de estar pensando mil frases para agradar y adular a la joven algo que para Sarahi no pasó desapercibido y se esmeró en disfrutar el momento pues en realidad siempre había fingido hasta la mas insignificante muestra de afecto hacia Oscar, la cruda verdad era que nunca le había agradado, lo detestaba y ahora era el momento de sacarle provecho a la situación, Sarahi se encontraba muy excitada al tener en sus manos a Oscar y precisamente por que lo detestaba le excitaba mucho mas la situación.

¿Qué quieres?— fue la respuesta de Sarahi mirándolo de pies a cabeza mientras le sonreía altiva, soberbia, orgullosa con lo cual logró poner aún mas nervioso al pobre de Oscar.

¡Veras!— inició Oscar otro ridículo discurso— la situación por la que atravieso o sea, bueno, en la que me encuentro no es la mejor, bueno no es que…..

¡Ve al grano!— lo cortó Sarahi con una expresión de fastidio en su rostro.

¡Necesito que por favor no me corras de la casa, necesito que me permitas quedarme hasta que yo pueda de nuevo hacerme cargo de los gastos entonces todo volverá a ser como antes!— fue la angustiosa súplica de Oscar después de haber tartamudeado e intentar haberse expresado hasta que le salió la frase de un solo tirón.

¡Uy!— se expresó risueña Sarahi— ¡lo que tu necesitas es que yo te siga manteniendo al igual que al zángano de tu hijo mientras que ambos se la pasan holgazaneando a diario mientras yo trabajo!— le recriminó Sarahi con una sonrisa burlona a modo de humillarlo.

¡Solo será mientras me recupero!— insistió Oscar haciendo caso omiso del anterior comentario de su hijastra.

¡Eso va a estar aún mas difícil Oscar por que de aquí a que te recuperes no veo para cuando y sí, sí puedo seguirte manteniendo a ti y a tu hijo sin ningún problema es solo que no se me da la puta gana de hacerlo jajajaja!— le dijo Sarahi así, al natural en verdad disfrutando cada palabra dicha y el rostro angustiado de su padrastro.

¡Pero yo, hermosa, te juro que….!— Oscar tan solo tartamudeaba incongruencias de lo nervioso que estaba y mas que nada de lo sorprendido ante tal arrogancia de Sarahi. Aún así ante tal negativa de Sarahi; Oscar una vez mas le rogó que le permitiera quedarse pues aunque la casa en sí pertenecía a Yolanda era claro que quien llevaba la voz cantante era Sarahi y muestra de ello era que Yolanda era testigo de tal conversación y con su silencio aceptaba la decisión de Sarahi a lo que a Oscar solo le quedó insistirle a su hijastra de que tarde o temprano el le devolvería con creses todos los favores que ella le hiciera, en sí, que se compadeciera en ese momento de el y por lo que estaba atravesando y no lo jodiera mas echándolo a la calle.

¡No Oscar, es problema tuyo además ya hablé con mi madre y le hice ver que no se me hace justo que te estemos manteniendo así que como que vas tomando lo tuyo y te me vas desapareciendo!— le dijo Sarahi tronándose los dedos y corriéndolo en una actitud grosera.

¡Todo cuanto tuve en su momento fue para ustedes!— le reclamó Oscar ésta vez mirando ya con algo de rencor a su malagradecida hijastra.

¡Jajajajaja!— se burló Sarahi de el— ¡y se te agradeció Oscar pero creo que con el tiempo que prácticamente yo te he estado manteniendo te lo hemos pagado con todo y rédito!— le dijo Sarahi dando por terminada la charla.

Oscar miró a Yolanda buscando apoyo en ella pero ésta lo evitó pues aunque sí llegaba a sentir pena por el bien sabía que había decidido y permitido a Sarahi manejar por completo la situación.

¡Entonces no hay mas que decir!— expresó Oscar mirando a su hijo y haciéndole entender que al no lograr el apoyo que buscaba lo mejor sería que ambos se marcharan pero Alfredo ni siquiera se percató de que su padre lo miraba, se encontraba sumergido en profundos pensamientos, fue Sarahi quien de nueva cuenta se dirigió a Oscar.

¡Oh, de eso quería hablarte!— le comentó Sarahi con su habitual risita burlona— que en caso de que te marches lo harás solo por que Alfredo se queda gustoso.

Oscar se quedó con una cara de confusión y de no entender absolutamente nada. Sarahi continuó— ¡verás Oscar pensándolo un poquito no puedo negar que me das mucha pena y por lástima estoy dispuesta a ayudarte!— le dijo pronunciando muy claro y pausadamente cada palabra mirando fijamente a la cara a Oscar para humillarlo y al final añadir sin dejar de mirarlo altaneramente— pero a cambio tienes que estar dispuesto a iniciar una nueva vida. Oscar insistía con su expresión que no entendía nada de lo dicho a lo que Sarahi frunciendo una ceja en clara muestra de enojo le habló de una manera mas clara y también con una expresión de mayor desprecio hacia el.

¡Es sencillo Oscar, has demostrado con tu ineptitud en tu trabajo por que por eso te corrieron, por inepto!— puntualizó Sarahi con una hermosa sonrisa mostrándole sus perfectos dientes blancos aunque claro la sonrisa era de desprecio, de burla, pero eso no le quitaba lo hermosa— ¡que no eres capaz de mantener ésta familia lo cual yo si puedo hacer y lo seguiré haciendo siempre y cuando tu aceptes dedicarte a llevar a cabo otras obligaciones y deberes digamos mas hogareñas!— concluyó Sarahi burlona.

¿A que te refieres?— le contestó Oscar ésta vez correspondiéndole a Sarahi por igual al hablarle en un tono burlón— ¿a que prácticamente me dedique a las labores de la casa?;

¡Sí!— le respondió Sarahi muy quitada de la pena— ¡pero mas que eso lo que mi madre y yo exigimos de ti es obediencia y humildad, esa es la única condición que te ponemos para que te quedes y no me salgas con esa cara de tarado de que no entiendes lo que te digo por que es de lo mas sencillo pues simplemente unos nacen para mandar y otros para obedecer y es mas que obvio para lo que tu y tu hijo han nacido!— concluyó arrogante y con una seguridad impresionante en sus palabras.

Oscar ésta vez si que había quedado mas que confundido ¿por qué diablos había incluido a su hijo en eso de que era mas que obvio para lo que ambos habían nacido?; Sarahi al parecer captó perfectamente lo que pasaba por la mente de Oscar y sonriente le aclaró el panorama— ¡ya irás entendiendo, te mostraré como tu hijo lo hace a la perfección!— y en ese momento la hermosa Sarahi silbó como si llamara en realidad a un perro. Alfredo quien hasta ese momento había escuchado toda la conversación en silencio, sentado en otro mueble aparentando leer cuando en realidad solo esperaba nervioso el momento para mostrar a su padre en lo que se había convertido, mejor dicho, en lo que Sarahi lo había convertido pues ésta ya había hablado con el y aunque cualquiera en su sano juicio hubiese decidido marcharse con su padre y enfrentar sus problemas por mas fuertes que estos sean Alfredo ya era un ser sin voluntad, Sarahi lo había sometido a tal grado de obediencia y sumisión en verdad envidiable y sorprendente que Alfredo estaba dispuesto a dejar de respirar si su bella hermanastra así se lo ordenaba pues la base de esa obediencia era el amor que Alfredo sentía por ésta y las migajas con que la propia Sarahi hacia soñar a Alfredo que podría conseguir de su amor, pues en verdad de que Sari no necesitó en ningún momento someter al chico por la fuerza aún así lo golpeaba cuando se le antojaba al fin que con unas caricias al instante lo volvía a tener loco de amor a sus pies.

Alfredo sintió un escalofrío recorrer todo su ser pero respirando profundamente y mas que nada entendiendo y aceptando por qué había aceptado quedarse al lado de Sarahi y de su madrastra Yolanda al oír el silbido de Sarahi, sabía que había llegado el momento y que ya no había marcha atrás a lo que soltó el libro y aunque no se atrevió a mirar a su padre muy decidido se arrodilló y fue gateando como un animal hasta detenerse a un lado del mueble justo a escasa distancia de los pies de Sarahi que lucía una falda cortísima azul, blusa negra y unas sandalias plateadas de fino tacón. Alfredo ante la mirada perturbada de su padre y la sonrisa altanera de Yolanda y Sarahi, ¡besó con devoción la sucia suela de una sandalia de Sarahi! y no separó los labios dejándolos sumisamente pegados a dicha suela hasta que Sarahi con elegancia y arrogancia se tronó los dedos entonces Alfredo perfectamente acostumbrado sujetó con sus dientes los tacones de las sandalias, se las quitó a su hermanastra y las dejó con sumo cuidado en el piso y a continuación ¡comenzó a lamer, sí, a pasarle la lengua con una entrega absoluta el muchacho le lamía las plantas de los pies a Sarahi!;

¿Pero que coño?— gritó Oscar horrorizado al momento que quiso írsele encima tanto a Sarahi como a su hijo.

¡Alto!— intervino Yolanda que hasta ese momento no había hablado— ¡alto Oscar, ni se te ocurra tocarle un solo cabello a mi hija por que te juro que entonces sí estarás en problemas!— lo amenazó Yolanda empleando un tono enérgico al hablar— si bien no es algo común lo que estás viendo pero te aseguro que nadie le ha puesto una pistola en la cabeza a tu hijo para obligarlo, lo hace por que Sarahi se ha encargado de mostrarle cual es su verdadero lugar en ésta casa y el lo ha sabido interpretar a la perfección.

Sarahi sonriendo y retando a Oscar comenzó a darle unas suaves patadas con la planta de su pie en la cara a Alfredo, no con la intención de hacerle daño sino de humillarlo frente a su padre y con ello humillar también al propio Oscar.

¡Contesta perro!— le decía Sarahi a Alfredo mientras lo golpeaba en la cara con la planta de su pie y miraba de vez en cuando a Oscar— ¿te he obligado a que hagas esto frente a tu padre?, ¡venga perro quiero oír tu respuesta!— concluyó Sarahi dándole ésta vez una patada un tanto mas fuerte y centrando su mirada burlona hacia Alfredo quien patéticamente la obedeció dando como respuesta un triste ladrido pues Sarahi después de haberle hablado y preparado para éste momento le había prohibido hablar hasta nuevo aviso.
¡Jajajajajaja!— se carcajeó cruelmente Sarahi apoyada por su madre después de que Alfredo se humillara ladrando como un perro— ¡ahí tienes la respuesta Oscar!— concluyó orgullosa de si misma Sarahi para continuar hablándole a un cada vez mas aplastado Oscar— ¡como tampoco pensamos ponerte una pistola a ti para que te obliguemos a quedarte bajo estas humillantes condiciones aunque de seguro si te damos una pistola terminarías suicidándote jajajaja!— se burló cruelmente Sarahi de su padrastro— pero bueno la decisión es tuya ¡o te largas a correr tu suerte o te quedas y no solo te seguiré manteniendo a ti y a tu hijo sino que te despreocuparás de andar mendigando en cada empresa por un miserable empleo ah pero a cambio de eso pasarás a ser nuestro sirviente mas bien un miserable esclavo mío y de mi madre, decide ya!;

Oscar se quedó mudo por unos instantes, no hablaba por que no sabía que decir o pensar ni mucho menos coordinaba bien sus ideas y en ese momento crucial de su vida quizás lo mejor para el hubiese sido marcharse, ¿quizás?, no, la verdad es que como lo lloraría y se arrepentiría mas adelante cuando se encontró temblando de miedo y dolor implorando piedad y clemencia a una cruel y sádica Sarahi comprendió el garrafal error de haberse quedado y del cruel castigo al cual Sarahi lo sentenció entregándolo en manos de Lorena, si, se pudo haber evitado infortunios y desgracias fue solo que Yolanda no le dio tiempo, sabedora de antemano del gran amor que Oscar sentía por el, no lo dejó coordinar sus ideas sino que al verlo un tanto confuso se le acercó, lo abrazó cariñosamente y mientras que con una mano le acariciaba la mejilla y con la otra la polla le susurró dulcemente al oído— ¡la decisión es tuya amor pero piensa que si te quedas podremos seguir juntos pero con un rol de vida diferente, la decisión es tuya pero piénsalo bien, no tienes mejor elección que la que mi hija te ofrece!, ¿sabes por qué?, ¡por qué dentro de esa opción me encuentro yo y te juro que te amo a lo que si te marchas sufriremos ambos!— dicho esto de nueva cuenta sin darle tiempo a reaccionar fue la misma Yolanda quien después de darle un beso a la vez tierno a la vez profundo en sus labios fue haciendo presión con sus manos sobre los hombros de su esposo hasta hacerlo quedar de rodillas ante ella y en ese momento que para entonces Oscar comenzaba aunque levemente a llorar, Yolanda logró que su esposo con lágrimas en los ojos dijera en voz baja pero clara— ¡acepto!;

En ese momento Sarahi de un brinco se levantó del mueble pateando sin querer a Alfredo y se detuvo justo frente a su padrastro con los brazos en su cintura y una cruel sonrisa dibujada en su rostro mientras contemplaba y disfrutaba su triunfo sobre Oscar mirándolo con desprecio; Oscar por su parte no pudo evitar mirar a su malvada hijastra con rencor y odio pues era ella la única y principal interesada en verlo en la situación en la que se encontraba, hundido y acabado y en ese instante Sarahi al ver la manera irrespetuosa en que Oscar la miraba, sin remordimiento alguno le propinó al que alguna vez engañó haciéndolo creer que lo quería y respetaba dos fuertísimas cachetadas.

¡Esa mirada estúpido, humíllala y cuando me mires hazlo con humildad, basura!— le gritó Sarahi con desprecio al momento que le propinaba las cachetadas.

Oscar se inclinó terriblemente humillado y confundido, todo estaba pasando muy rápido para el, necesitaba pensar detenidamente en su situación y deducir si en realidad estaba actuando correctamente al quedarse en poder de Sarahi y de su esposa o si acaso no sería mejor marcharse, pero ese era el problema, que no lo dejaban pensar y de eso se encargaba Yolanda, su esposa que en ese momento lo sujetó firmemente por su cabello para decirle empleando un tono tranquilo en su voz pero a la vez firme y autoritario, empleando una autoridad que le salía al natural para ordenarle lo que deseaba a su esposo— ¡anda Oscar muestra tus respetos a mi hija, será lo mejor para ti, que te adaptes a tu nueva vida!;

Oscar sin dejar de llorar muerto de vergüenza asimilando tantito el acto al cual se disponía a someterse, el, un señor hecho y derecho, respetable en un tiempo atrás, ahora arrodillado, humillado, lloroso ante una cruel jovencita que podría ser su hija y que incluso el llegó a quererla como si fuera su verdadera hija tanto como quería a Alfredo; ahora se inclinaba y doblaba el cuerpo hasta postrarse ante los pies de esa cruel joven, se humilló ante ella besándole los pies, los bellos pies de su hijastra quien tan solo se limitaba a disfrutar el momento por que lo estaba disfrutando sonriendo perversamente hasta que le expresó arrogante— ¡ahora los de mi madre!;

¡Ahora los de mi madre!— esa frase no podría significar otra cosa para Oscar mas que lo que representaba para el— ¡ahora los de mi esposa Yolanda!— pensó en silencio Oscar mientras sentía como si le hubiesen dado una puñalada al corazón por Sarahi mientras le dejaba en claro lo dicho. Oscar amaba a Yolanda y por ello le dolía en lo mas profundo de su ser que ésta misma haya apoyado a su hija y permitiera el cruel trato que ahora le daban no solo a el sino también a Alfredo sin hacer el mínimo esfuerzo siquiera de escucharlo a el que tanto había echo a favor de ella y de su hija pero no había marcha atrás a lo que dándose la vuelta de nueva cuenta se humilló ésta vez besando las botas de su esposa quien se dirigió de nuevo para sentarse en el mueble mientras se hacía seguir por su esposo gateando jalándolo por su cabello.

¡Anda Oscar Alfredo no ha podido hoy limpiarme las botas y hazlo con la lengua por que es así como se deben limpiar mis botas!— fue la humillante orden que Oscar recibió de su esposa y que temeroso comenzó a lamer las botas de su esposa aunque pasados unos instantes y recobrando algo de confianza intentó reprocharle su actitud a su esposa— ¡Yolanda, podemos hablar a solas, no entiendo como es que…!

¡Zassssssss!— Yolanda no lo dejó terminar, lo levantó por su cabello y le propinó otras dos humillantes cachetadas— ¡ama, Oscar, soy tu ama, no se te olvide por que te va a pesar!;

Ante tal aviso Oscar prefirió callarse y limitarse a murmurar— ¡perdón ama!— para enseguida continuar lamiéndole las botas; todo esto aconteció mientras Sarahi se había retirado por un momento de la sala para regresar sonriente al mirar como Oscar continuaba concentrado en la limpieza de las botas de su madre. Sarahi regresó llevando en sus manos un collar de seguridad como portaban los esclavos de Lorena y Aceneth y en un rápido movimiento como siempre, apoyada por su madre se lo acomodó perfectamente al cuello de Oscar sonriendo en complicidad con su madre y haciéndole entender que dejaba a su elección si deseaba que llevara al igual un collar en su pene.

Sarahi le pasó el control del collar a su madre quien sonriendo cruelmente le mostró a su esposo de lo que se trataba al oprimir ligeramente el botón, en segundos Oscar se encontraba retorciéndose de dolor a los pies de Yolanda, sabiendo de ésta manera a lo que se atenía si desobedecía o hacía enfadar a su esposa o en su caso a Sarahi. Mientras Oscar aún se retorcía de dolor entre madre e hija aprovecharon para desnudarlo y ponerle también un pequeño collar, más bien un anillo en el pene al igual como el que llevaba Alfredo.

Así daba inicio una nueva vida para Alfredo y Oscar y una nueva rutina en la que en una de esas tardes precisamente rutinarias Sarahi se recostaba en el mueble y por tanto estarse moviendo sintió que la comida no le había sentado tan bien a lo que tan solo se limitó a expresarse con burla— ¡perro!— al instante Alfredo se percató de que su ama se agarraba del estómago, enseguida el chico se estiró en el piso bocarriba y permaneciendo con la boca bien abierta Sarahi tan solo lo miró por un instante con esa expresión mezcla de pena, burla, desprecio y lástima para que enseguida se inclinara para vomitar dentro de su boca, como siempre manchándole por igual la cara y su cabello con sus asquerosos vómitos. Alfredo perfectamente acostumbrado se comió los vómitos de su bella ama y hermanastra tal y como a ella le gustaba, simulando muy bien una sonrisa en sus labios; todo ante la mirada traumada de Oscar que en ese momento experimentaría algo parecido al ser llevado por su esposa al baño seguramente para defecar y permitirle gentilmente que se tragara sus heces y sus meados.

Apenas había transcurrido menos de un mes pero fue suficiente para que Oscar quedara destrozado tanto mental como físicamente, ¿el motivo?, fueron dos, el primero, que Sarahi lo detestaba enormemente por lo cual no le perdonaba ni el mas mínimo error, al contrario lo aprovechaba para castigarlo, caso contrario con Alfredo a quien sí castigaba pero al igual lo consentía cuando así lo consideraba, cuando la linda chica andaba de buen humor y el segundo motivo fue que sencillamente Oscar no cooperó, no se adaptó al cruel estilo de vida que le ofrecían su esposa y la hija de ésta a lo que no había día en que Oscar no sufriera con los cintarazos sobre su piel, bofetadas, patadas, descargas por medio de los collares y todo golpe acompañado de insultos y demás pero lo que cambió definitivamente el destino de Oscar al lado de sus amas aconteció una tarde en la que Sarahi llegaba a su casa del trabajo y como siempre se enojó al ver que como siempre Oscar no la esperaba tal y como ella le había ordenado, postrado en el piso justo para que cuando ella entre éste la reciba besándole los pies pero es que esa tarde Oscar la había tenido difícil pues Yolanda cruelmente no solo se había orinado en la boca de Alfredo sino que se había ensañado con el al reclamarle que el pobre chico había echo muecas de asco al ingerir sus orines a lo que sin un solo indicio de piedad lo agarró a cintarazos hasta que Oscar intervino en la defensa de su hijo en lo cual en parte acertó pues al menos Yolanda dejó en paz a Alfredo pero ¡claro!, continuó el castigo con Oscar al cual torturó tanto con descargas como con cintarazos por lo que al momento en que Sarahi llegaba a la casa el infeliz de Oscar aún se encontraba quejándose amargamente de tan cruel castigo.

Pero todo eso a Sarahi poco le importó a lo que enseguida comenzó a insultarlo y a obsequiarle una que otra patada. De no haber sufrido tan atroz castigo por parte de su esposa, lo mas seguro hubiese sido que oscar tolerara en santa paz todos y cada uno de los insultos por parte de Sarahi pero el caso era que se encontraba tanto nervioso como ofendido ante el trato que Yolanda le había dado a lo que sin medir sus actos y deduciendo a su criterio el peculiar trabajo al que Sarahi se dedicaba increíblemente se armó de valor para gritarle— ¡hazle como quieras maldita puta, ya todo me da igual, tu y tu madre son unas putas!, ¿Cómo fui tan estúpido de casarme con ella?, ¡sí, eso es lo que son tu y tu madre, unas putas!— puntualizó furioso Oscar al ver que Sarahi lo miraba fijamente— ¡por eso ganas lo que quieres, por que te entregas al placer de que se yo, malditos tipos pervertidos, viejos asquerosos oh pero eso sí, de dinero, de mucho dinero pero que mas fina ni que carajo, PUTA, es lo que eres, una PUTA, una maldita ayyyyyyyyyyy!— Oscar por fin se calló pues Sarahi lo había castigado con una descarga en el pene mientras que no dejaba de sonreír pues lejos de enojarse u ofenderse, los comentarios de Oscar tan solo la divirtieron ¡pero por supuesto!, que eso no significaba que lo dejaría sin castigo.

Sin perder tiempo tan solo tras unos instantes de mirar divertida a un furioso y al mismo tiempo adolorido Oscar tanto en su físico como en su orgullo; con ayuda de su madre lo esposaron de pies y manos y tras ensuavizarlo tantito mas con otra buena dosis de cintarazos entonces vino lo cruel pues según Sarahi apenas iniciaría el castigo. Yolanda sujetó firmemente a Oscar que se encontraba deshecho físicamente por su cabello y dejándolo de rodillas a merced de Sarahi que ordenó a Alfredo que había observado todo en silencio— ¡ve por mis zapatillas las de a-l-t-o-s y a-f-i-l-a-d-o-s tacones!— puntualizó Sarahi mirando sádicamente y con burla a Oscar dejándole en claro lo que le esperaba.

Alfredo titubeó ante la mirada perversa de Sarahi que no presagiaba nada bueno para su padre pero fue por cuestión de segundos pues terminó por obedecerla y pasados unos instantes Alfredo le quitaba a Sarahi sus sandalias blancas de piso que eran con las que había llegado del trabajo para enseguida calzarle unas preciosas y finas zapatillas plateadas como bien había dicho ella de altos y afilados tacones.

Lo que dio lugar en la sala de esa casa a partir de ese momento fue espantoso. Sarahi tras sonreír en verdad con sadismo, hizo gala de ese sadismo, comenzando con expresarle con burla a Oscar— ¡veamos, últimamente andas muy hablantín y precisamente vamos a educar esa boca, ya verás que después de esto no te quedarán ganas de hablar jajajaja por que sinceramente no se si podrás hacerlo!— concluyó con una carcajada de lo mas cruel que hizo temblar a Alfredo, preocupar a su madre y rezar en silencio a Oscar.

Yolanda inclinó tantito el rostro de Oscar pues ya sabía lo que se venía; Sarahi al igual se echó tantito para atrás y tomando su distancia ¡le propinó a Oscar una brutal patada golpeándolo exactamente en sus labios con el tacón!;

¡Ahhhhhhhhhhhhhhhgggggggggggg!;

El alarido fue espantoso en verdad, horroroso; la sangre fue lo primero a relucir, de un solo taconazo Sarahi le había destrozado la boca a Oscar que para su desgracia ¡la señorita apenas comenzaba!, a lo que continuó por un largo lapso de tiempo torturando a Oscar de la misma manera. Yolanda le dejaba a merced el rostro de Oscar y Sarahi pateaba atinándole todas las veces que lo hizo con el tacón sobre la boca del desdichado, sin importarle en lo mas mínimo como éste se deshacía como le era posible en suplicas, en implorarle clemencia. Sarahi se detenía por momentos tan solo con la cruel intención de que Oscar asimilara aún más el dolor y de nueva cuenta continuaba con la tortura sonriendo sádicamente ante los gritos y alaridos de Oscar que le imploraba misericordia, el pobre temblaba ante aquella malvada muchacha, temblaba de miedo y dolor. No se sabe en que número de taconazos Oscar perdió el sentido pero eso no fue suficiente para que Sarahi detuviera el castigo ni tampoco lo fue que Alfredo lloraba a sus pies pues lo único que logró el pobre chico fue que Sarahi le pisara al igual con suma crueldad la cara clavándole su tacón y seguido insultarlo y mandarlo al cuarto de ella para que no la siguiera molestando.

Esa tarde Sarahi sobrepasó los límites de su crueldad, esa tarde la cual Oscar jamás olvidaría pues en esa tarde Oscar conoció guiado por Sarahi el más cruel sufrimiento que hubiese podido imaginar en su vida. Sarahi terminó por tumbarle casi todos los dientes pues tranquilamente se esperó a que Oscar con ayuda de Yolanda recobrara el sentido entonces continuó castigándolo hasta hacer caso a la insistencia de su madre de que ya era suficiente pues de seguir Oscar moriría pues urgía que lo revisaran por un medico pero no fue necesario trasladarlo a algún hospital pues con solo una llamada se presentó una persona de confianza en la casa enviado por Aceneth y sencillamente se limitó a salvarle la vida a Oscar tras el salvaje daño que Sarahi le había echo.

Transcurridos unos días el infierno de Oscar continuaba pues aún con toda la zona afectada en su rostro no logró conmover a Sarahi quien cruelmente lo hacía estirarse en el piso, apoyar la cara de lado y con las mismas zapatillas plateadas le aplastaba sin misericordia los labios y dentro de la boca de nuevo hasta hacerlo sangrar, en ocasiones le hacía abrir la boca y lo humillaba al decirle que le mostrara cuantos dientes le habían quedado entonces prendía un cigarrillo y lo quemaba por dentro de la boca mientras se carcajeaba y disfrutaba del inhumano castigo que le infligía pareciéndole a la cruel jovencita música para sus oídos los patéticos y tristes alaridos que Oscar pegaba; ¡sádico y cruel era el tormento que Oscar sufría y que lo hacía cagarse de dolor para después desmayarse!;

Cabe mencionar que como siempre Sarahi astutamente sabía medir muy bien los tiempos lo justo para que después de cada inhumano castigo Oscar fuera atendido y no muriera por tan excesivo daño en su ser. Pero entonces Sarahi cayó en cuenta de que sin desearlo le estaba haciendo muchísimo daño a Alfredo pues el muchacho sufría con la misma intensidad que su padre, el sufría en lo mental y su padre en lo físico a lo que Sarahi tomó una decisión, ¡la cruel decisión de separarlos!; puesto que siempre había detestado a Oscar y puesto que su madre no puso objeción alguna no pudo sentenciarlo a mayor desgracia que regalarlo, sí, lo regaló a Lorena, ¡casi nada!;

¡Cómo lloró el pobre de Alfredo a sus pies, cómo se arrastró a los pies de Sarahi para que no solo no lo separara de su padre sino para que también por fin se compadeciera y ya no se comportara tan cruel con el infeliz de Oscar!;

Pero Sarahi astutamente sabía como actuar y como controlar a Alfredo y como hacia el sí mostraba cierto afecto no perdió tiempo y tras contemplar unos instantes como el pobre infeliz se humillaba y se arrastraba a sus pies le dejó las cosas en claro— ¡basta Alfredo, ya he tomado mi decisión y aunque en principio parezca cruel te aseguro que no lo es pues piensa, tu padre tan solo me produce asco y repulsión a lo que de continuar aquí en días lo saldré matando en cambio con Lorena y Aceneth, cierto, sufrirá, pues lo mas seguro es que lo conserven como inodoro jajajaja!— se burló cruelmente— ¡pero al menos vivirá eso te lo garantizo!— concluyó de momento.

¡Pero en vista de que tal parece de que no te repondrás de esto y quizás hasta llegues a odiarme!— continuaba Sarahi después de hacer una pausa y mirar con lástima al joven Alfredo— ¡he decidido regalarte también a ti!;

Alfredo miró aterrado a Sarahi a lo que ésta continuó— ¡así es Alfredo, voy a regalarte pero ni creas que irás a parar junto con tu padre, la separación es inminente, tu padre con Lorena y Aceneth y tu mmmmm, ya veremos pero te aseguro que a tu padre y a mi jamás nos volverás a ver!;

Ni bien Sarahi había dejado de hablar; Alfredo comprendió muy bien a que rogar por su padre estaba perdido, Sarahi no cambiaría de opinión ni por que el se cortara las venas a lo que rápidamente se enfocó a pensar en la terrible noticia de que al regalarlo a el no volvería a verla jamás, ¡ya había perdido a su padre, no la perdería también a ella!, a lo que abrazándose de nuevo a sus pies le imploró con el corazón en la mano— ¡no ama no me regales, perdóname por todas las veces que te haya podido fallar, perdóname por todo lo que tu así consideres que debas perdonarme pero no me regales no me separes de ti!— suplicaba Alfredo que se había empeñado en bañar con sus lágrimas los pies de Sarahi pues no dejaba ni un momento de besárselos mientras lloraba.

¡Pero me odiarás Alfredo por lo que he hecho a tu padre y yo no quiero tenerte a mi lado si me odias!— le dijo Sarahi haciéndose la victima y haciéndolo perfectamente incluso con lágrimas incluidas. Entonces Alfredo fue mas que sincero— ¡no ama, no te odio, no podría odiarte jamás, te amo Sarahi, sí siento un profundo dolor por lo que ha sido y será de mi padre y me dolerá en lo mas profundo de mi ser no volver a verlo pues es mi padre y te soy sincero con lo que siento pero a ti no te odio eso te lo juro, te lo imploro no me separes de ti!;

Al instante se dibujó en el rostro de Sarahi una enorme y hermosa sonrisa tan hermosa como ella, la muchacha sonreía maliciosamente y no cabía de dicha y felicidad, se sentía en verdad enormemente orgullosa de sí misma; su plan había funcionado a la perfección, se había deshecho de Oscar, lo había echo sufrir todo cuanto quiso, lo había visto arrastrarse y temblar ante sus pies, se había deleitado cruelmente con sus alaridos mientras le imploraba piedad y misericordia y para cerrar con broche de oro lo había condenado todo lo que le quedara de vida regalándolo como si regalara un objeto o una propiedad con mero valor físico y no moral y lo había regalado a Lorena y a Aceneth de las que bien se sabía el grado de crueldad y despotismo que empleaban hacia aquellos pobres seres que caían en su poder y para variar ahora no solo tenía controlado a Alfredo sino que lo había echo casi sentirse culpable en cuanto que la única malvada del cuento había sido ella.

Apenas pasó una semana en que Oscar había abandonado su antiguo hogar y a sus antiguas amas en cuanto se supieron noticias de el. Era Lorena quien había llamado a Sarahi, ¿la razón?, Oscar trató de escapar al verse envuelto en un ambiente por increíble que parezca todavía mucho mas cruel del que había vivido al lado de Sarahi, un ambiente mucho mas cruel y enfermizo en donde a la desalmada de Lorena poco le importó el daño que Sarahi le había ocasionado a Oscar en la boca y considerándolo peor que basura como tal lo trató pues desde el momento en que éste pasó a ser de su propiedad se dispuso a orinar y a cagarse dentro de su boca con lo cual era claro el mayor daño, sufrimiento y la infección que le provocaría, ¡de milagro seguía vivo!, sí, de milagro por que Oscar con la poca fuerza, valor y ánimo que le quedaba trató absurdamente de escapar lo cual no le fue posible, tan solo logró un castigo mayor.

¿El cruel resultado?; las piernas rotas, pues Lorena se las quebró, se las destrozó, ¡le destrozó las piernas con un bate de béisbol!, a lo que en adelante Oscar tendría que arrastrarse como un vil gusano ante los pies de su cruel ama, ante los pies de la despiadada señorita Lorena.

¡Sigue vivo Alfredo, sigue vivo!— fue el cruel comentario a modo de animarlo que Sarahi le dijo a Alfredo cuando éste supo lo ocurrido y se desplomaba a llorar desconsoladamente a los pies de su cruel y bella ama y hermanastra mientras ésta le acariciaba su cabello y lo consolaba invitándolo a ponerse de pie y besándolo en sus labios.

El tiempo seguía su marcha y pasado otro mes en el que Oscar era historia pues nadie lo recordaba excepto Alfredo; Sarahi se comportó de nuevo cruel y sin piedad con el chico al jugar con el y con sus sentimientos.

¡Ya se Alfredo, para que no sigas extrañando a tu padre, te buscaré un compañero, sí, otro esclavo, para que te amigues con el, sí, venga, ánimo, quiero tener otro esclavo y mira que así tendrás alguien con quien compartir tus obligaciones, venga venga no pongas esa cara de cachorro llorón que bien sabes que siempre serás mi favorito mas bien buscaré a alguien de la edad de tu padre quien quite y le guste a mi madre y ambos tengamos una nueva figura paterna en casa jajajaja!— se carcajeó la despiadada Sarahi mientras se abrazaba a un Alfredo roto moralmente que trataba de llorar en silencio y humillaba la mirada para no interrumpir la diversión de su ama con sus llantos.

Sarahi cumplió su palabra y al otro día muy temprano se dirigió con Aceneth a un lugar que no se puede describir que era en concreto, llámese orfanato, centro de rehabilitación, centro de apoyo a damnificados, ¿Por qué no?, o personas de bajos recursos, ¡al Diablo!, el caso es que en ese horrible lugar se encontraban presos mas bien esclavizados sería el término correcto niños, mujeres y hombres pues una vez ingresados ahí a base de engaños no volvían a ser libres, era una prisión custodiada en su mayoría por personal femenino altamente capacitado que se encargaba de someter desde al mas tierno e inocente hasta al mas rebelde hasta doblegarlos y convertirlos en los perros mas sumisos y fieles, tal cual sirviente, tal cual esclavo; pues ese era el jugoso negocio ¡venderlos como esclavos! y Aceneth era cliente frecuente de ese maravilloso lugar ¡claro!, para ella pues ahí había cerrado grandes tratos y de ahí se había conseguido algunos de los indocumentados que actualmente mantenía prisioneros en su departamento que compartía con Lorena.

Tras solo entrar y recorrer el lugar por Aceneth y Sarahi y ser vistas ligeramente por algunos internos, estos enseguida comenzaron a rezar pues ninguno quería caer en manos de esas crueles y despiadadas chicas y aunque el destino que les esperaba era difícil con cualquiera que los comprara, por comentarios entre el mismo personal e internos era bien sabido que era preferible parar con cualquiera que caer con Aceneth a quien los internos solo la conocían al haberla mirado un par de veces y de lejos pero suficiente para quedar hechizados por su belleza y traumados por su fama de crueldad que la envolvía, esto ante la prohibición que debían respetar de no mirar a la cara a cualquiera que ingresara a aquel lugar con la intención de comprar a alguno de ellos o sea no podían mirar a la cara a todo aquel que se le atribuya la condición de cliente y no solo eso, al igual tan solo se podían desplazar a cuatro patas como los animales que eran siempre bien esposados de pies y manos y completamente desnudos.

Pero el caso era que la crueldad de Aceneth era muy bien conocida y aunque a Sarahi nunca la habían visto ni mucho menos habían oído hablar de ella, suficiente era interpretar lo que saltaba a la vista: que había llegado con Aceneth y por lo tanto debía ser igual o Dios no lo quiera incluso mas maldita que la propia Aceneth pues no en vano Sari había sido instruida por ésta y por Lorena, lo dicho, era motivo suficiente para relacionarla con el grado de crueldad y sadismo que debía poseer.

Tan solo fue cuestión de minutos para que Sarahi se detuviera justo enfrente de un señor aparentemente de la misma edad de Oscar aunque en realidad era un tanto mas joven pero evidentemente por la vida llevada ahí dentro delataba mayor edad. Aceneth se extrañó al ver la reacción de Sarahi que nada mas ver a dicha persona se había puesto pálida y quedado muda de momento pues no reaccionaba ni pronunciaba palabra alguna por mas insistencia de su amiga tan solo se limitaba a observar incrédula como el pobre y desdichado hombre perfectamente acostumbrado y entrenado cumplía el humillante protocolo de besarle humildemente los pies, depositó varios besos en las puntas de los zapatos de Sarahi inclusive los lamió quitándoles todo rastro de polvo y suciedad todo con tal de congraciarse con la joven y evitarse alguna posible desgracia mayor, ¡tal era el miedo y el temor con el que éstas personas vivían, en especial cuando se encontraban enfrente de alguien como Aceneth o de alguien relacionada a ella como lo era Sarahi!, instantes después el hombre se encontraba lamiendo los finos zapatos de Aceneth que groseramente levantó tantito el pie ofreciéndole la sucia suela la cual el tipo se estaba encargando de dejarla mas que reluciente, ante tal acto Aceneth de nuevo vacilaba con Sarahi al percatarse que a cada segundo que transcurría a Sarahi se le veía todavía aún mas nerviosa y desconocida.

Así se mantuvieron hasta llegado el momento en que Sarahi sin hablar tan solo con señas le expresó a Aceneth que la dejara sola ¡quería estar sola con esa persona!; evidentemente Aceneth no entendió nada pero ante la mirada insistente de Sarahi incluso un tanto suplicante se retiró por un momento al saber perfectamente que al menos ni ese hombre ni ningún esclavo representaba problema alguno para Sari y así sin entender se retiró por un momento para seguir inspeccionando, mejor dicho, divirtiéndose con el resto de la mercancía humana.

Sarahi continuaba observando con cierto temor y a la vez con curiosidad al hombre desnudo que se encontraba a sus pies al igual miedoso y tembloroso pues bien sabía de lo que eran capaces las crueles personas en especial cuando se trataban de jovencitas caprichosas y ricas tal el caso de Sarahi que acudían a comprar a un ser humano como si se hicieran de un perro y mas temor invadía a ese hombre al encontrarse a los pies de alguien que había llegado con la cruel Aceneth.

Sarahi respiraba agitadamente, intentaba hablar pero las palabras nada mas no le salían así hasta que al final tratando inútilmente de contener sus lágrimas habló, se expreso con voz temblorosa y llorosa— ¿Papá?;


Continuará…………………

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