miércoles, 26 de septiembre de 2012

LA DIOSA, LA BESTIA Y EL BASTARDO 5

DE LOS 14 A LOS 17 AÑOS.

Andrea Mendoza no podía tener una vida mas placentera de la cual gozaba claro está, en la medida de sus posibilidades. Su belleza era su mejor arma en complicidad con esas hechizantes miradas y seductoras sonrisas que no dejaban otra opción que entregarse con el alma a la santa voluntad de la joven.

Lo cierto era que Andrea en compañía de su amiga Nersy continuaban destrozando corazones, amargando la existencia de muchos y muchas. Las chicas gozaban en extremo ser las causantes de tantas reacciones y consecuencias en multitud de admiradores que las seguían fielmente para adivinarles el pensamiento.

Con 14 años, Andrea mostraba al mundo lo que había anunciado desde niña, desde su nacimiento, con el cual había nacido una auténtica Diosa. Ya de niña era la sensación en donde sea que se paseara; maestros y demás personas adultas nunca negaron la absoluta belleza de la niña.

¡No es normal, no es de éste mundo!; bromeaba uno que otro de sus profesores. ¡No es mortal!; había comentado uno de ellos.

Ahora una jovencita de 14 años arrancaba el triple de suspiros que de niña. La gran mayoría se rendía a los pies de Andrea Mendoza.

Todos estos acontecimientos que se iban dando en la vida de la niña, lejos de ser motivo de orgullo para su madre Karina lo era de tristeza, de pena y amargura pues con gran sentimiento veía la evolución de la belleza de Andrea y la lastimosa y ofensiva fealdad de su otra hija: Graciela.

Graciela físicamente era un desaire grosero, un insulto ante la belleza de Andrea.

— ¡Eres menos que basura a mi lado!— le repetía todos los días Andrea a su hermana. Era su manera de darle los buenos días.

Karina se sentía morir y no digamos Graciela ante el insultante comentario y lo peor o lo mejor, la hermosa sonrisa de Andrea que el ir cargada de desprecio y burla no le quitaba lo hermosa; mención aparte de que presumía sus perfectos dientes blancos ante los cuales, los dientes chuecos de Graciela nada podían hacer mas que seguir ocultos en su boca cerrada.

Andrea era insoportable en verdad, insoportable. Su belleza lo era todo y ella bien lo sabía a lo que siendo una jovencita de 14 años no solo significaba el haberse convertido en una aun mas hermosa señorita sino que también había aumentado lo altanera en ella, lo grosera y despectiva.

Andrea Mendoza era una arrogante, soberbia y altiva señorita pero lo más peligroso en ella eran esos rasgos de sadismo gratuito hacia los demás que había mostrado desde su infancia, dichos rasgos no solo continuaban en ella sino que también habían evolucionado.

Andrea disfrutaba lastimando emocionalmente a los demás y si se le presentaba la oportunidad de destrozar a alguien físicamente la idea no le disgustaba.

— ¡Es una belleza de los pies a la cabeza!— pensaba muy seguido Manolo, orgulloso de la chica y triste a la vez al comprobar que Andrea era en verdad odiosa en carácter y si de niña siempre había tenido a Manolo con el pie sobre su cuello ahora digamos que le tenía ambos pies sobre la cara.

Lo sometía con absoluta facilidad, lo trataba con la punta del pie. Manolo parecía el sirviente de Andrea y Nersy y no el hermano que añoraba ser y sentirse para aquella chica.

Manolo entristecía enormemente al pensar que estaba perdiendo a la niña, él personalmente puesto que era quien mas la adoraba y quien mas daño recibía por parte de Andrea que se carcajeaba ante lo fácil que era manipular al joven ocho años mayor que ella.

Andrea desarmaba y volvía a armar a Manolo a la medida de su gusto. La joven ya no estudiaba, tan solo contaba con su educación primaria; la escuela la hartó y ahora tan solo se dedicaba a matar el tiempo de holgazana, tenía muy claro que con su belleza lograría algo definitivo en términos económicos, se conseguiría alguien a quien manipular como a Manolo y que le sirviera para obtener una estable posición económica.

Ese alguien no era Mauricio que sufría cuando oía hablar así al amor de su vida.

Mauricio continuaba hecho una auténtica pelota y también seguía siendo el perrito faldero de Andrea que se había acostumbrado a él pero no lo apreciaba y se lo dejaba muy en claro.

Karina fiel a su costumbre ya no intervenía en la vida de Andrea. Era un caso perdido. La señora solo enfrentaba a Andrea en cuanto ésta se excedía con Graciela o con Manolo aunque Graciela sola se bastaba para seguir otorgándole numerosas palizas a la chica pero Manolo continuaba con la tristeza por dentro al leer claramente en la mirada de Andrea que añoraba una caricia de su madre pero el fuerte orgullo y el todavía mayor desprecio gratuito hacia su hermana, le impedía sincerarse con su madre.

Por mas que Manolo le insistía, Andrea se rehusaba a ocupar su tiempo en algo productivo; quizás después tomaría algún cursillo de algo o haría alguna prueba como modelo profesional, en fin, no tenía prisa y no la tenía por que Manolo continuaba partiéndose el lomo para complacerle todos sus berrinches y caprichos al igual que Mauricio por lo cual se sentía mas que confiada y libre para seguir disfrutando su placentera vida la cual enfocaba en amargarle la existencia todavía mas a Graciela quien lo contrario a Andrea, su fealdad era lo que había evolucionado en ella, su joroba había aumentado.

La chica a los 16 años se sentía infeliz y frustrada; por mas que su madre le infundiera ánimo, Andrea se encargaba de matarlo y hacerla sentir miserable. Lo único que hacía sentir mejor a Graciela eran las palizas que le propinaba a Andrea cuando aprovechaba la ausencia de Manolo o cuando su madre castigaba a su hermanita al gritarle que si no se buscaba algo en qué ocuparse no tenía derecho a televisión ni comida.

Por influencias de Graciela; Karina obligó a Andrea a tomar una decisión: o buscaba un trabajo para cooperar con los gastos del hogar o se encargaba ella de las labores domésticas. Andrea lloró amargamente. Manolo le ofreció volver a estudiar pero no aceptó y Manolo no pudo hacer más por ella ante su madre.

Andrea quedó obligada por su madre a ser la sirvienta sin sueldo de su propia casa; se oía desolador pero no lo era. La chica se reía. Manolo era quien como siempre terminaba haciéndolo todo, ingeniándoselas para burlar la vigilancia de Karina y Graciela que tontas no eran pero preferían callar al ver que el amor de Manolo por Andrea era en verdad inquebrantable. La defendería inclusive si se diera el caso, con su propia vida.

Por Manolo, Andrea podía seguir de holgazana, matando el tiempo con Nersy que siguiendo el ejemplo de Andrea andaba en las mismas. Su hermano Francisco era otro Manolo y los padres de Nersy al ser la niña de la casa no sabían decirle que no a nada que ésta deseara.

Sin duda alguna nuevos acontecimientos se iban dando así como se habían dado a lo largo de todo éste tiempo.

La carga mas pesada la llevaba Manolo quien recurría al alcohol para escapar de su realidad cuando se sentía en verdad asfixiado pero el alcohol aunque era un gran colaborador no lograba del todo aliviarlo.

Manolo necesitaba algo que no solo le calmara su ser, que lo relajara; requería algo que también le tranquilizara sus nervios, sus miedos, sus oscuros pensamientos, su excitación a final de cuentas que le producía mirar a cada rato a Andrea descalza y con minifaldas por la casa.

Manolo aun se negaba a aceptarlo y a comprenderlo pero Andrea en sí era el mayor de sus vicios.

Todo acto trae consecuencias y Manolo estaba cargando con todo lo que había vivido y acostumbrado a Andrea en su infancia. Ahora los resultados saltaban a la vista y Manolo sentía miedo y vergüenza de sí mismo.

Si había algo que no podía negar Manolo era que se había acostumbrado a Andrea; mas exacto, a su esencia; mas profundo, a la esencia de sus pies. Aquello transportaba a Manolo a otro mundo, al paraíso.

Si algo había evolucionado en el joven era sin duda su fetichismo por los pies femeninos. Él no fue consciente cuándo se desarrolló del todo, el pobre siempre actuó ingenua e inocentemente durante la infancia de la niña pero el acostumbrarla a besarle los pies desde recién nacida le estaba pasando factura.

Andrea, toda una jovencita seguía siendo la misma berrinchuda y caprichosa niña con Manolo y lo obligaba a que la calzara y descalzara y a que le besara las delicadas y suaves plantas de sus pies antes y después de calzarla o descalzarla.

Era algo normal para ella. Así la habían crecido. Para Manolo ya no lo era, el joven sufría unas terribles erecciones cuando respiraba a centímetros el olor de los pies de Andrea y lo que mas le mortificaba era la risa maliciosa de la chica que le divertía ver cómo se adueñaba con facilidad de la voluntad del joven.

Manolo evitaba y evitaría por todos los medios que Andrea se percatara de que a él le agradaba el olor de sus pies; fingía haciéndose el ofendido cuando ésta le acercaba los pies a la cara pero lo cierto era que se moría por devorárselos a besos.

Deseaba como un loco restregar el rostro, enterrarlo entre aquellas suaves plantas y ahí morir de felicidad, placer y pasión.

Andrea era el vicio, la obsesión y la perdición de Manolo, solo que él no lo aceptaba y tampoco lo comprendía.

Manolo se secaba las lágrimas y el miembro. Se encontraba en el baño, había llorado por que los fantasmas de la moral le atormentaban la mente gritándole que era un depravado, que no tenía salvación. Remordimiento tras remordimiento le producían el llanto.

Pero también se limpiaba el miembro pues había eyaculado. Al final, aceptando muy a su pesar que el placer, su placer era lo primero; optó en lugar de salir sigiloso del baño por volver a arrodillarse y llevarse a la altura de su boca y nariz el interior del zapato de Andrea.

Un zapato color arena, cerrado, de piso; lo había llevado puesto la noche anterior. Manolo se masturbaba respirando el interior de aquel zapato y él mismo se sorprendía de la cantidad de semen que expulsaba, en verdad que aquello era lo suyo.

La chica nunca sospecharía puesto que Manolo continuaba siendo su lustrador personal de calzado a lo que el joven se sentía en su derecho de cobrarse con aquello el sueldo que no recibía de manos de Andrea.

Era su actividad favorita. Encerrarse en el baño con alguna prenda íntima o un zapato de Andrea y desahogarse masturbando.

Manolo volvió a eyacular, quedó acurrucado en el piso mandando por un momento al averno sus putos remordimientos que mas tarde regresarían para seguir jodiéndolo y se abandonó a llenarse del olor bendito de aquel zapato.

Lamió aquella zona que tenía el privilegio de hacer contacto con la planta del pie de Andrea. Manolo lamió el zapato para de paso limpiarlo; se levantó, tomó al igual unas braguitas amarillas de Andrea; lo mismo, respiró con fuerza la parte que hacía contacto con el divino sexo de la joven. Escondió ambos artículos entre sus ropas, abrió cuidadosamente la puerta del baño y se retiró.

Al pasar rápido por la sala observó a Graciela recostada y pudo al igual mirar a sus anchas los pies de ésta; Manolo arrugó la cara, la quería pero por nada del mundo se arriesgaría a olerle los pies. Ahí moría su fetichismo, ahí no llegaba su perversión.

Todo lo encantador que le resultaba poder adorar los pies de Andrea, desaparecía de tan solo imaginarse oliendo un zapato de Graciela. Aquello sí era una pesadilla. ¡Preferible oler los de mi madre!— pensaba Manolo internamente.

— ¿Dónde andabas?— lo tomó por sorpresa Andrea.

Manolo brincó de susto y suerte que no tiró el zapato y las bragas, se dio la vuelta y miró con cara de tonto a la hermosa muchacha.

— ¡Buuuuuuuuuu!— se burló Andrea de él regalándole una de sus exclusivas sonrisas, de aquellas que esclavizaban al muchacho y lo convertían en presa fácil de sus encantos.

— En el baño— respondió finalmente Manolo un poco cortante.

— ¡Ahhhhhhhh!— comentó Andrea con desgano.

— ¿Tiene rato que llegaste?;

— Apenas minutos— contestó la chica más interesada en acariciarse su largo cabello que en mirar a su hermano.

— ¿Y no te cansas de no hacer nada?;

Andrea miró a Manolo con una pícara sonrisa, lo miraba fijamente, frunció la ceja y volvió a sonreírle encantadoramente.

— Para tu información me harté de esperarte y yo solita me quité los tenis— comentó muy orgullosa— Ahora voy a cagar, espero me alcances para limpiarme mi hermoso trasero, si lo haces bien, tendrás mi permiso para besarlo. ¿Te gustaría besarme el culo Manolo?— le habló con toda la intención de burlarse de él y también buscando coquetearle.

Manolo la ignoró. Le molestaba que la chica lo tratara como a un pelele a lo que optó por cambiar de tema.

— Es bueno saber que ya dominas algunas labores. ¿No te quebraste la uña por desatarte los cordones de tus tenis?;

— ¡Cobarde! ¡Anímate, Mauricio me lo ha besado infinidad de veces y si vieras cómo le gusta al desgraciado jajajajajajajajaja me da las gracias por dejarlo besarme y olerme el culo, incluso cuando acabo de cagar jajajajajajajajajajaja!— se carcajeó alegremente camino al baño.

Manolo aprovechó la ausencia de Andrea para poner en su respectivo sitio las bragas y el zapato de la joven.

En la habitación se topó con los tenis que acababa de quitarse, no perdió tiempo; tomó las calcetas blancas, respiró profundamente, se restregó con ellas la cara. Luego se llevó a la boca los tenis, no los separó de su rostro hasta que de nuevo, con esfuerzo, había eyaculado. Besó los tenis y alcanzó a Andrea en el baño para no perder la costumbre de limpiarle el trasero.

La chica de vez en cuando podía dignarse a descalzarse por ella misma pero jamás a tomar papel higiénico y limpiarse el culo tras defecar. Sus delicadas manos no estaban fabricadas ni creadas para tan horrible labor, mas aun cuando nunca lo había hecho y podía correr el ligero riesgo de realizarlo mal y tener contacto con su sucio traserito.

— ¡Muy buenos días querido Manolo, aquí tienes tu desayuno en la comodidad de tu cama!— expresaba una sonriente Andrea acomodando el plato en la mesita que se encontraba a un lado de la cama para disponerse a darle un hechizante beso en la mejilla izquierda al joven.

Andrea deslizó los labios por la mejilla de Manolo hasta lograr sobresaltarlo producto de que había terminado por rozar con los suyos los labios del joven.

— ¿Ves que sí puedo ser muy educada? ¡No puedes ahora negar que te estoy consintiendo Manolete!— le comentó divertida al leer claramente el nerviosismo que reflejaba el semblante del joven.

— Aummmmm— bostezó Manolo para ganar tiempo y de paso ocultar, desaparecer sus nervios.

— Es raro en ti pero admito que es una agradable sorpresa, ojalá y fuera todos los días.

Andrea aumentó la hermosa sonrisa plasmada en su rostro. Ambos sabían que ese repentino cambio no duraría por siempre, tan solo el tiempo que faltaba para su próximo cumpleaños; ese era el motivo por el cual la astuta chica andaba tan melosa con el joven.

Sus quince años se encontraban a la vuelta de la esquina y se estaba aplicando a fondo con tal de lograr un magnífico regalo por parte del joven.

Andrea se lanzó a la cama encima de Manolo. Su largo cabello cubrió el rostro del muchacho que una vez mas se desesperó ante la cercanía de la chica, ante su esencia y el contacto de su divina piel. Con extrema y cuidada cortesía la hizo a un lado y pasó a examinar su desayuno, el mismo que una orgullosa Andrea le había llevado.

— ¡Yo solita los preparé!— le confesó Andrea recostada y apoyada por el codo en la cama.

El joven le sonrió. La intención era lo que tenía validez para él y esta era que su hermanita, la hermosa Andrea le había preparado y llevado el desayuno a la habitación pero dicho desayuno no se veía tan apetecible.

Se trataba de dos sándwiches mal embutidos; Andrea los rellenó con jamón y trozos de queso y cebolla hasta no poder caber ya más en los panes.

— ¡Come!— le sugirió la chica.

Manolo sabía que no podía ni siquiera en broma comentarle lo mal que le habían quedado aquellos sándwiches a lo que se aplicó a desaparecerlos y para ello tuvo que tragárselos.

— ¿Y ya pensaste en mi regalo de cumpleaños Manolete? ¡Tiene que ser algo sensacional, algo que en verdad logre sorprenderme!;

— Recuerda que ya no soy una niña o sea, no puedes ya engañarme Manolín. Cumpliré quince años Manolo. ¡Quince!— comentaba muy emocionada la jovencita mientras su hermano luchaba con el prototipo de sándwich.

— Recuerda que solo dispongo de unos ahorros y de mi sueldo. Ten en cuenta que aunque lo deseo, no podré regalarte un palacio— le aclaraba el chico mientras observaba con disimulo a la hermosa Andrea y se repetía internamente— ¡No, claro que ya no eres una niña!;

— ¡Cierto!— contestó Andrea— Pero tampoco me quieras ver la cara. Siempre me haz dicho que soy tu adoración así que demuéstralo. Tiene que ser algo que deje con la boca abierta a Nersy por que ella sí va a tener fiesta de quince años, en cambio, yo no— comentó desilusionada.

— ¡Y es tu culpa Manolo, por tu culpa no tendré fiesta!— añadió responsabilizando al joven.

— ¡No comiences de nuevo Andrea!— le advirtió Manolo— Ambos sabemos que la única culpable eres tú. Si no le hubieses gritado a Graciela: “Bestia” en plena calle, si no le hubieses arrojado huevos podridos junto con Nersy, si no le hubieras restregado en la cara lo hermosa que eres y lo horrible que ella es ante ti, si no le….

— ¡Ay yaaaaaaaaa Manolo no te arruines tu desayuno!— lo cortó Andrea.

— Si no hubieses hecho eso y mas, quizás estaríamos hablando de la organización de tu fiesta— complementó Manolo.

— ¡Bah!— se expresó Andrea subiendo con gracia los hombros— No dije más que la verdad. ¡Graciela es una Bestia y yo soy una Diosa! ¡Debería pasarse todo el día adorándome, postrada a mis pies, besando el suelo que yo pise!— dijo con un sorprendente orgullo.

— ¡Entonces no te quejes!;

— ¡Sí me quejo por que no es justo, mamá no quiere gastar dinero en mi fiesta, esa es la puta razón por la que no tendré una digna festividad y tan solo se valió de estupideces de la Bestia para suspender mi fiesta y joderme!;

— Que yo recuerde te ofreció que si te disculpabas ante tu hermana habría fiesta.

— ¡No digas tonterías Manolo! ¡Andrea Mendoza nunca pide perdón por nada ni a nadie y menos por decir la verdad! ¡Graciela es una Bestia y yo soy una Diosa! Su sola presencia me ofende. Además no necesito el apoyo de mamá. Tú podrías costear mi fiesta, solo es cuestión de que te animes y te arriesgues.

— ¡Vamos amor, tú bien sabes que eso no es posible, qué mas quisiera poder pagar la fiesta de tus sueños!— habló Manolo con la voz entrecortada, acariciándole la mejilla a una resentida Andrea.

— ¿No tendré fiesta Manolo?— preguntó la chica sin poder evitar las lágrimas.

— Solo si te disculpas con tu hermana. Es lo que impuso mamá, lo siento en el alma y tú lo sabes bien.

— ¡DEBISTE INTERCEDER POR MÍ MANOLO!— le gritó llorando.

— ¡Vamos Andrea, sabes que lo hice hasta morir en ello! Mamá ha sido clara y firme y aunque yo quisiera pasar sobre ella y festejarte a lo grande, no me alcanza, teníamos un trato; mamá daría la mitad o más y yo el resto y tú te portarías bien. ¡Fuiste tú la responsable de tus actos!;

Andrea se refugió en los brazos del joven y rompió a llorar amargamente.

— ¡Venga preciosa!— la consoló el joven con un tierno beso en su cabello— Una disculpa no te va a deshacer y aun podemos ganarle al tiempo y organizar algo digno para ti.

— ¡Noooooooooo no no no no y no Andrea Mendoza nunca se disculpa!— se sostuvo Andrea en su postura.

— Entonces no hay más que hablar.

La chica subió los hombros y le dijo a Manolo— ¡Mas te vale regalarme algo que valga la pena o te odiaré por siempre, solo tu regalo me alegrará o me entristecerá mas en mi día, no lo olvides Manolo!;

El chico le besó sus suaves y delicadas manos.

— Ya verás que mamá tampoco se olvida de ti a pesar de lo mal que te comportas.

— ¡Me importa un cacahuate lo que piense y haga mamá! Seguro y me saldrá con su estúpido pastel de todos los años a modo de consolación pero sabes qué. ¿Sabes qué Manolo?;

— ¿Qué?— preguntó con cierto miedo el joven ante la intimidante mirada de la chica.

— ¡Sé que mamá me saldrá solo con su puto pastel, se lo arrojaré a la cara para que llore junto con su Bestia y si lo que tú me regalas no es de mi agrado, también te lo arrojaré o te lo estrellaré en tu cabezota y encima te gritaré: Bastardo! ¿Y SABES QUÉ?;

— ¿Qué?;

— ¡Termínate ya tu puto sándwich o no te vuelvo a preparar ni madres!;

— ¡Sí hermosa Andrea!— contestó Manolo llevándose a la boca lo que le restaba de su sándwich.

Ante aquella determinación de la chica, nada había que hacer ni opinar, tan solo complacerla y fue lo que hizo Manolo con una sonrisa en la cara al tiempo que meditaba preocupado qué obsequiarle a su afectada hermanita.

Tendría que conseguir el préstamo en el trabajo o donde sea pero él tenía que darle una sorpresa en verdad a su hermanita, algo que satisfaciera totalmente a la controvertida Andrea.

El día del tan esperado cumpleaños llegó. Andrea caminaba nerviosa por su habitación; Manolo ya debía estar ahí con su regalo.

Dos días antes la chica había tenido otro enorme pleito con su madre producto como siempre por insultar a Graciela, en resumen, Andrea había ofendido a su madre gritándole que no deseaba un estúpido pastel de cumpleaños.

— ¡MÉTETELO POR EL CULO!— le había gritado la chica corriendo y parando detrás de Manolo para que su madre no la golpeara pero aquella vez, Karina quedó atónita ante el descaro y la rebeldía de la menor de sus hijas.

La señora lloró ante la crueldad mostrada por su hija hacia ella.

— ¡Bah, ya verás como al final me sale con el puto y clásico pastel! Yo fingiré que me agrada y zas, se acabó— le comentó risueña a Manolo en cuanto éste la reprendió.

— No estoy seguro Andrea, ésta vez la haz afectado demasiado, no te mediste y a final de cuentas será lo que tú tanto has pregonado. No tendrás tu puto pastel de cumpleaños.

— ¡A que sí!— lo retó Andrea, confiada en que su madre ignoraría y olvidaría la discusión por fuerte e intensa que haya sido y al no hacerle fiesta, le saldría finalmente con el pastel como cada año.

— ¡Vaya por fin! ¡Donde demonios andabas!— exclamó excitada Andrea al ver aparecer a Manolo.

— ¿Por qué no tienes mi regalo eh? ¿Es parte de la sorpresa?— lo interrogó silbando al final.

— ¡No, mira, pasa lo siguiente…!

— ¡MI REGALO MANOLO QUIERO MI REGALO!— lo cortó Andrea golpeando el piso con su sandalia y cruzada de brazos haciéndole entender que no estaba para bromas.

Manolo no tuvo otra opción que hablarle sin rodeos.

— ¡No lo tengo pero lo que sí tengo es el dinero!— se apresuró a responderle ante el claro enfado de la chica.

— ¡Se suponía que me darías mi regalo no el dinero! ¿Por qué no lo compraste?;

— Seré sincero. No supe qué comprarte y mi temor por entregarte algo que no sea de tu completo agrado se apoderó de mí así que ten, toma el dinero y podemos ir cuando gustes y comprar algo que te fascine.

Andrea silbó de admiración al romper el sobre y comprobar que la cantidad era más que considerable.

— ¡Buen chico!— bromeó con él revolviéndole el cabello.

Manolo respiró aliviado. Andrea no estaba enojada.

— Aunque Manolito, me decepciona tu limitada imaginación, mira que no atreverte a comprar algo para mí. ¿Es que no me conoces? ¿Qué no te sabes mis gustos? En fin, es comprensible. Siendo tan solo un hombre….Te encierras fácilmente— le dijo con aparente lástima.

— ¿No entiendo?;

— ¡Nunca entienden!— se burló Andrea.

— ¿Qué quieres decir?;

— ¡Naaaaaaaada Manolín naaaaaaada!— bromeó la chica abrazándolo coqueta— ¡Gra…..!— estuvo a punto de agradecerle tal gesto.

Manolo la miró conforme y tan solo opinó— ¡Ya sé, Andrea Mendoza nunca da las gracias!;

— ¡Jajajajajajajajajajaja!— se rió la chica con ganas— ¡Bien Manolo bien dicho!;

— ¿Y qué, iremos de compras?;

— ¡Ahhhhhhmmmmmm después, no tengo prisa, lo que me mataba era la curiosidad por saber qué te decidirías a comprarme pero dándome el dinero mataste el suspenso! Ahora ya no tengo prisa.

— ¡Lo siento!— se disculpó el joven. Andrea le dedicó una de sus mejores sonrisas.

— ¡Esperaremos a mamá y su puto pastel!— le comunicó Andrea su plan para la tarde— Ya después o mañana iremos a comprarme algo muy chido.

— No quiero desanimarte ni estropearte la tarde pero creo que ésta vez no habrá pastel.

— ¿Apuestas?;

— ¡No!— le dejó en claro Manolo.

Transcurrida la tarde y la noche, Andrea se encontraba sentada sobre el centro de su cama con las piernas cruzadas entre sí. Su madre había llegado y vuelto a salir con Graciela; para Karina fue un día mas de rutina y mas parecía ser el cumpleaños de Graciela que de Andrea pues centró mucho mas sus atenciones en la primera que en la segunda y menor de sus hijas.

No felicitó a Andrea en su día. No hubo pastel de cumpleaños. La señora le dio una dura lección a su hija y le demostró que si la quiso, ya lo había superado y ahora ese amor había quedado para el olvido. Karina ignoró a Andrea en su día de cumpleaños.

— ¡Ja, lo está haciendo de emoción, seguro y en nada que me sale con su: feliz cumple hijita!— le comentaba Andrea nerviosa a Manolo. Éste tan solo le sonreía. No fue así.

— ¡Venga Manolo, vamos para el cuarto, seguro y ahí golpea y en cuanto le abramos zas, aparece con todo y pastel! No fue así.

Ahora Andrea se encontraba tratando de ocultar que en verdad le dolía ser ignorada por su madre. Manolo entró a la habitación, ya era hora de dormirse; su cumpleaños había pasado totalmente desapercibido para su madre.

Andrea no resistió mas, ocultó su rostro entre sus manos y rompió a llorar. A Manolo se le partía el alma verla en ese estado. Él le había suplicado a su madre que no fuera tan dura con la chica pero fue ésta quien le había declarado la guerra a su madre a lo que no hubo quien hiciera cambiar de opinión a Karina quien en sus sueños y despierta aun recordaba los crueles comentarios de Andrea: ¡NO QUIERO TU PUTO PASTEL DE CADA AÑO! ¡NO SABES LO RIDÍCULA QUE ERES TÚ Y TU RIDÍCULO PASTEL, SON PATÉTICOS DE VERDAD!;

— ¿No hubo pastel Manolito?— habló Andrea muerta en llanto.

Manolo la abrazó fuertemente y permitió que la chica se desahogara. Ambos ignoraban que en la otra habitación, Karina al igual lloraba intensamente y era consolada por Graciela.

— ¡Pues al demonio, no lo quería, a dormir Manolo que mañana será otro día!— dijo finalmente Andrea refugiándose en el único en el que podía y quería confiar en esa casa, en su fiel Manolo.

Ambos se quedaron dormidos, abrazados en la misma cama pero Manolo lo hizo después de velar por un buen rato el sueño de la hermosa Andrea.

Evidentemente Andrea no quedó del todo satisfecha en cómo había transcurrido su cumpleaños y aprovechó que tan solo en unos días, Nersy al igual festejaba sus quince años.

Fue una fiesta muy emotiva la cual Andrea disfrutó tanto como Nersy y para cerrarla con broche de oro, descuidando a los padres de Nersy; ésta, Andrea y unas cuantas mas tuvieron su primer encuentro con el alcohol y sus efectos.

Manolo estaba con la boca abierta. El brusco ruido que producía una Andrea que caminaba de lado a lado lo avisó de que había llegado.

Manolo la contempló a medio camino entre la diversión, el asombro y el pánico de que su madre la vaya a descubrir. El hipo, el aspecto, su mirada un tanto perdida y despistada; todo la delataba. ¡Andrea estaba completamente borracha!;

— ¡Pero qué demonios, coño Andrea estás borracha!— exclamó visiblemente alterado Manolo.

— ¡Ahhhhhhhh sólo tantito….Hip!— respondió una atontada Andrea que de no ser por Manolo hubiese rodado las escaleras.

— ¡ANDREA!— exclamó Manolo— ¡Carajo, mamá te va a matar!;

— ¡Ahhhhhhhhh sólo tantito!— era lo único que alcanzaba a pronunciar la chica de manera mas que graciosa al brincar al hablar y señalarle a Manolo a la altura de su cara con los dedos de la mano, haciéndole ver que solo había tomado un poquito.

— ¡DÉJAME COÑO DÉJAME!— gritaba al ser sujeta por Manolo que cargando con ella le tapó la boca y se la llevó a su habitación. Para Andrea todo daba vueltas.

— ¡SUÉLTAME!;

— ¡Coño no grites y quédate quieta!;

— ¡Pero si la puta habitación gira Manolo! ¿Por queeeeeeeeee?;

— ¡Coño Andrea cállate!;

De pronto Andrea infló las mejillas y al mismo tiempo que rompió a llorar vomitó abundantemente. Manolo la tuvo que auxiliar para que no se ahogara con sus propios vómitos ni manchara con los mismos su largo y hermoso cabello.

— ¡Duele Manolo me dueeeeeeeleeeeee!— lloraba la chica tocándose el estómago— ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh ayyyyyyyyyyyyyyyy!— se quejaba con tristeza Andrea doblada sobre sí misma.

Una vez más Manolo no permitió que la afectada chica terminara revolcándose sobre sus propios vómitos en el piso. La levantó y al hacerlo Andrea giró bruscamente quedando de frente a Manolo. Andrea volvió a vomitar ésta vez encima de su hermano.

El joven no le dio mayor importancia a los repulsivos vómitos; la prioridad, su prioridad era Andrea y tenía que auxiliarla, cuidarla hasta lograr tranquilizarla.

— ¡Andrea por Dios recuéstate, anda mi cielo, solo recuéstate!— le suplicaba tiernamente el joven.

— ¡PERO LA CAMA SE MUEVE MANOLO, SE MUEVE LA PUTA CAMA!— gritaba histérica la chica.

— ¡Sí, claro, la cama, la habitación; solo tú no te mueves, venga coño, ya acuéstate!— dicho esto Manolo optó por empujarla con tan mala suerte de que la pobre al estar de todo menos quieta, tan solo y giró por su cama para terminar en el piso.

— ¡MALDITO HIJO DE PUTA!— proclamó bendiciones Andrea sin comprender exactamente lo que decía y a quien se lo decía.

El joven no pudo evitar reír al verla quizás por el impacto del golpe un tanto mas calmada, al menos callada. Se quitó la playera y entonces la levantó del piso, con sumo cuidado la depositó en la cama, la descalzó y estaba a punto de apartarse para dejarla dormir en cuanto Andrea lo sorprendió.

De un brinco, la chica quedó sentada sobre su cama, sujetó a Manolo por el cuello, se lo rodeó con las manos aprisionándoselo. Sus miradas se cruzaron por momentos, la distorsionada de Andrea y la confundida de Manolo; Andrea lo besó en los labios.

Un perplejo Manolo luchó por liberarse pero Andrea no se lo permitió al afianzarse con mas fuerza de su cuello y atraerlo para sí misma al cruzar sus piernas y con éstas colgarse prácticamente de la espalda de Manolo.

El joven terminó en la cama encima de la chica pero solo fue por un instante. Andrea lo hizo girar una vez mas para ser ella quien terminara sobre Manolo, lo besó profundamente en los labios, el chico lejos de percibir el cítrico y amargo sabor proveniente de los labios de Andrea producto de haber vomitado; se sintió indefenso, desarmado.

Muchas reacciones se pudieron haber generado de su parte pero lo único que sucedió es que Manolo permaneció paralizado ante el encanto de Andrea. Manolo quedó a la santa voluntad de la chica aunque la moral y la integridad del joven se vieron guardadas y refugiadas gracias al alcohol quien fue su aliado pues Andrea se quedó dormida con sus labios sobre los de Manolo.

La hermosa chica como por arte de magia ahora roncaba e hipaba al mismo tiempo encima de un todavía asustado Manolo que al intuir que Andrea no despertaría ni con bomba no se lo pensó mucho y le robó un último beso para saborear de nuevo ese mágico contacto con los labios de la chica.

Lejos quedaba para él cierta repulsión que se podía crear al haberla visto vomitar. El joven la dejó descansar y la apartó de su cuerpo al recordar y temer vagamente que Andrea inconscientemente pudiera volver a vomitar.

Manolo apartó el fugaz y a la vez profundo contacto con Andrea por dos razones: su moral lo atacaba y los repulsivos vómitos plantados obscenos en el piso y presentes en su playera que al igual yacía en el suelo le recordaron que solos no iban a limpiarse ni mucho menos a desaparecer a lo que se aplicó a la limpieza y a no dejar rastro de que su madre y hermana descubrieran a Andrea en tal estado.

— ¡Buenos días señorita, aquí su desayuno! ¿De tomar, cerveza o tequila?— saludó Manolo irónicamente a Andrea al día siguiente señalándole su desayuno.

— ¡Ahhhhhhhh Manolo no hables tan fuerte y no abras la ventana!— se quejó Andrea con el cabello revuelto y cara de pocos amigos, prisionera de una señora resaca.

— ¿Pero por qué? Si la abrí— Manolo hizo una pausa y acercándose a la chica le hizo una seña con los dedos juntos, similar a la manera de expresarse de ésta y burlándose de ella añadió— ¡Sólo tantito!;

— ¡Imbécil!— contestó la chica indignada— ¡Llévate eso, no quiero nada de comer!— dijo Andrea eructando y escupiendo al piso al sentir aun una sensación amarga en la boca.

— ¡No no no no no nada de eso, necesitas recobrar fuerzas y yo te necesito lo mejor posible para que mamá no se de cuenta de nada!;
A base de ruegos, cosquillas y demás Manolo consiguió que la chica terminara su desayuno.

— ¡Venga Andrea traga, sigue tragando y no se te antoje vomitar, no fue agradable que lo hicieras encima de mí!;

Andrea se echó a reír y dejó de inflar las mejillas pues se la había pasado jugando con el joven haciendo ademan de vomitarle o escupirle el desayuno.

Manolo consideró que justo ahora era el momento de reprenderla; eso sí, suavemente, a modo de consejo, de charla.

— ¡No quiero que se vuelva a repetir!— le dijo casi rogándole.

Andrea le dedicó una de sus clásicas sonrisas y al final contestó— No te puedo asegurar nada; además, se que cuento con tu apoyo; además— la chica frunció la ceja y entonces enfrentó a su hermano— ¿Y cómo tú Manolo? ¿Sólo tú puedes emborracharte?;

— ¡Por Dios Andrea, te llevo ocho años!— se defendió Manolo.

— ¡NO SOY UNA NIÑA!;

— ¡No, no lo eres pero ocho años son ocho años mas de experiencia! ¿Es que no te das cuenta del peligro que corres al andar por ahí toda trastornada?;

— ¡Ahhhhhhh bájale Manolo!— contestó Andrea riendo, haciendo un gracioso gesto con su mano al subirla y bajarla.

— ¡No Andrea, esto es serio, pudieron atropellarte, pudieron lastimarte, muchas cosas lamentables pudieron sucederte; no siempre vas a correr con suerte!;

— Atropellarme no porque me trajeron grandísimo bobo.

— ¿Quién te trajo?;

— ¡No lo se pero me trajeron!;

Manolo se le acercó aun mas, le tomó las manos y se las besó suplicándole— ¡Por favor cariño, te lo ruego, no vuelvas a hacerlo por favor!;

— ¡Yaaaaaaa Manolo no seas patético no es para tanto!;

— De seguro te engañaron, le echaron algo a tu bebida sin que te percataras— insistió Manolo en responsabilizar ahora a cualquiera excepto a su hermanita.

— No Manolo, nada de eso. ¡Con Andrea Mendoza nadie juega!;

— No te confíes Andrea, de seguro y una misma de tus disque amigas te gastó una mala broma y te emborracharon a propósito.

— ¡Que no Manolo, a mí nadie me engañó!— contestó la chica alzando la voz— Todas bebimos parejo y todas quedamos igual incluso Nersy no alcanzó a llegar ni a su cama; yo como soy muy comprensible me preocupé por llegar a casa, es todo, no hay a quien culpar Manolo; además no me arrepiento de nada, solo de vomitar porque se siente horrible— confesó divertida.

— ¡Y además te gustó!— le comentó bromista a su hermano.

— ¡No digas tonterías, cómo va a gustarme admirarte en tal estado!;

— ¿Y el beso? ¿No te gustó que te besara?;

Manolo quedó como una hoja de papel, blanco y frágil. La chica se acordaba.

— ¡Dios!— pensó Manolo— ¿Y si también recuerda que la besé cuando según yo, ella dormía?;

Ante tal reacción de Manolo, Andrea echó a reírse mirándolo con picardía y burla.

— ¡Ayyyyyyy Manolo creo que aquí tú fuiste el único que no durmió pensando en mi beso jajajajajajajajajajajajaja!;

— ¡No es gracioso Andrea, somos hermanos, no vuelvas a jugar conmigo de esa forma!;

— ¡No somos hermanos pendejo, te encontramos; bueno, mamá dio contigo en el basurero y tu cara lo dice todo, no te gustó, te encantó que te besara y a mí digamos que no me disgustó aunque te hago responsable de lo que hayas podido hacerme!;

— ¡Yo estaba bajo los efectos del alcohol y solo recuerdo darte un inocente besito, de ahí quedé fulminada así que no sé, quizás por ahí y me seguiste besando o fuiste mas lejos y me desvestiste o te salió lo pervertido que llevas dentro y abusaste de mí!— se burlaba Andrea haciéndose la asustada y sembrando aun mas dudas en el joven.

— ¡BASTA ANDREA!— fue todo lo que Manolo contestó dada por finalizada la charla. Era lo mejor para él pues se encontraba sumamente nervioso ante la chica.

— ¡Eyeyeyeyeyeyeyeyeyey! ¿A dónde diablos vas?— le preguntó riendo al ver que éste optaba por abandonar la habitación.

— Por ahí, no eres mamá para que te brinde explicaciones.

— ¡Pues por ahí nada, te quedas conmigo para que me acaricies los pies, eso me relaja; áaaaaaaaaaaaaandale Manolo!— insistió berrinchuda al no ver a éste tan convencido.

Finalmente Andrea permaneció recostada bocabajo, hojeando una revista de moda: “Vanidades”. La chica de vez en cuando miraba riendo a su nervioso hermano que se encontraba sentado en el piso junto a la orilla de la cama por donde se situaban los pies de Andrea.

Manolo se los acariciaba con tanto mimo que hacía sentir dichosa y orgullosa a la altanera chica que jugando maliciosamente con el joven, se hacía a la descuidada para rozarle una que otra vez, las mejillas con los dedos de sus pies a un aparente ofendido Manolo que tenía la cara encendida de vergüenza pero que lejos de ofenderse por el contacto y la esencia de los pies de Andrea, luchaba por ocultar y controlar su excitación. Suerte que Andrea no lo miraba fijamente.

Andrea se quedó dormida y Manolo respiró aliviado pues por fin se podía retirar. Lo que tenía al joven tan preocupado era que en uno de esos contactos entre su nariz, mejillas y los pies de Andrea; no resistió más y había eyaculado.

Andrea lo observó extrañada por un segundo al sentir y mirar a Manolo temblar pero no se percató de que el joven acababa de eyacular. Pensó que aquella cara roja era producto de la incomodidad y ofensa que ella le ocasionaba al estarle restregando intencionalmente los pies en el rostro.

Manolo al levantarse respiró con profundidad entre las plantas de los pies de Andrea que dormía profundamente y se retiró del cuarto.

La adicción de Manolo por los pies de Andrea era cada vez mas fuerte a lo que no satisfecho mandó al demonio a sus fantasmas de la moral, se encerró en el baño con unas zapatillas plateadas de Andrea; las mismas que había lucido en la fiesta de Nersy.

Se arrodilló pegado a la pared, se adaptó a la cara unas bragas color rosa. ¿De quien? ¡Pues de Andrea! De manera que la zona que hace contacto con el divino tesoro de la chica quedara a la altura de su boca y de su nariz, haciendo espacio para enterrar el rostro en el interior de la zapatilla y ahí Manolo, en el silencio y la intimidad se desahogó eyaculando potentemente.

Cómo siempre terminó sollozando al sentirse sucio moralmente, al sentir que traicionaba a su querida Andrea al comportarse como lo hacía, al satisfacer sus bajas y extrañas pasiones pero ante todo lloraba por que cada día que pasaba deseaba como un loco devorarle los pies a Andrea a besos a lo que sin control se dispuso a besar y lamer el interior de las zapatillas de Andrea hasta lograr calmar su ansiedad. Entonces con cuidado se retiró del baño acomodando las braguitas y zapatillas en sus respectivos lugares.

Acechó a Andrea y ésta dormía como un angelito, se sintió miserable por sus inmorales y raros placeres, le pidió perdón en silencio y decidió salir a fumarse un cigarrillo.

Continuará……………………………………….

2 comentarios:

  1. NO AGUANTO POR LEER LA CONTINUACION. Porfavor subela pronto

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  2. Gracias, tan pronto me sea posible realizo la siguiente entrega.

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