viernes, 3 de septiembre de 2010

CAMBIANDO EL DESTINO 5

DE NUEVO A LA RUTINA.

Sarahi disfrutó casi al igual que Nemesio aquella agradable velada y la disfrutó más que nada por que al otro día su infierno continuaba por lo que esa velada representaba el último recuerdo agradable desde que comenzó a servir en la casa de Norma.

Día a día entre Norma, su madre y hasta Dolores se daban a la tarea de hundir por completo la moral de Sarahi pero ésta no se daba por vencida, en verdad tenía un carácter impresionante como tendría que tenerlo para soportar el trato que le daban y es que Sarahi dentro de lo que cabe, se mantenía digna y aferrada a que sí se doblegaba era ajeno a su voluntad, era por lo débil y miedosa que era su madre y por no tener su apoyo. Sarahi se mantenía firme en sus pensamientos a pesar de sufrir las constantes humillaciones de tener día a día que postrarse a los pies de Norma y Rosa, ¡claro!, obligada siempre por Dolores pero lo que mas le dolía era el trato de Rosa que la golpeaba sin motivo alguno propinándole humillantes bofetadas, la obligaba a oler el interior de sus zapatos recién llegaba de trabajar, la obligaba a cargar objetos pesados para Sarahi tales como cubetas de agua que le acomodaban a la espalda, mas exacto, en los hombros, una cubeta a cada punta de una madera, tan solo para humillarla pues la maldita de Rosa le hacía dar vueltas y vueltas con ese peso llamándola mula, bestia; la insultaba y enfurecía al ver que Sarahi soportaba el castigo con lágrimas en el rostro, reflejando el odio que sentía por ellas.

Sarahi acumulaba todo ese odio y Rosa al final siempre se aburría a lo que Norma acostumbraba a concluir el sufrimiento de Sarahi empujándola en ocasiones o a veces dándole una patada en el culo; al final Sarahi caía humillantemente a los pies de sus verdugos con las cubetas de agua encima de ella haciéndose sorda a las crueles carcajadas de Norma, su madre Rosa y Dolores que no dejaban de insultarla y llamarla bestia.

Norma en una ocasión llegó a castigarlas a ambas, tanto a Sarahi como a su madre Yolanda; esto al comprobar que Sarahi sufría el doble como era de suponerse cada vez que Norma infligía castigo a su madre y una tarde no fue la excepción, ¿el motivo?, insignificante; el caso es que Norma terminó golpeándole sin piedad las manos a Yolanda con una cuchara de acero mientras obligaba a Sarahi a besarle los pies.

Mantenía a Yolanda de rodillas ante ella con las manos extendidas aullando de dolor; al final Norma, no conforme castigó también a Sarahi, se deleitó con su dolor y sonrió cruelmente al tener a madre e hija arrodilladas y con las manos extendidas; se sobrepasó con Yolanda dejándola casi inconsciente al asestarle un terrible y demoledor golpe con la cuchara en el rostro a la pobre Yolanda, con Sarahi se comportaba distinta, el objetivo de Norma era atormentarla y llenarla de angustia, que Sarahi no supiera el momento en que la destrozaría, esa era la cruel intención de Norma a lo que tan solo la golpeó pocas veces en la espalda y en las palmas de sus manos, aún así la hizo sufrir.

Sarahi aún así estaba dispuesta a no sucumbir ni mucho menos suplicar, estaba dispuesta a soportar lo que haya que soportar el tiempo que tenga que soportarlo; se lo había jurado a sí misma y luchaba con todas sus fuerzas para cumplir sus palabras y cada noche se acostaba tratando de olvidar su dolor y desdicha ya que Norma no solía castigarla tanto físicamente sino mas bien atacaba su moral y su dignidad, humillándola y manteniéndola a sus pies sabiendo de antemano que de esa forma le hacía mucho mas daño a Sarahi que lo dicho, cada noche trataba de olvidar y se dormía pensando en su venganza, en un fantasioso y muy lejano sueño que no se veía de donde o por donde se le cumpliera pero al fin y al cabo, la vida es un sueño y los sueños, sueños son y Sarahi lograba conciliar el sueño añorando e imaginando su venganza.

Pero algo con lo que Sarahi no contaba era el impresionante y a la vez extraño carácter sumiso de su madre, tal parecía que la señora había nacido para obedecer en especial a Rosa y a Norma y se empeñaba en hacerle ver a Sarahi que debía imitarla y se empeñaba en lograr que al igual Sarahi se comportara como ella pues según Yolanda, ese era el destino de ambas por ser de origen pobre y humilde a lo que la señora sobrepasó los limites con su propia hija sin darse cuenta del daño que le estaba haciendo, nunca hubo mala intención por parte de Yolanda en lastimar los sentimientos de su hija; todo fue obra de ese carácter sumiso pero la importancia radica en que el daño se lo hizo.

Una noche que parecía marchar rutinaria para Sarahi; ésta se disponía a descansar, había tenido un día en verdad difícil en casa de Norma que culminó con ella arrodillada a los pies de la señorita Norma mientras Dolores le proporcionaba cintarazos; ahora se disponía a descansar pero algo no andaba bien, así lo dedujo Sarahi al percatarse del nerviosismo de su madre quien habló al momento en que su hija se recostaba en su humilde cama.

¡Sari, hija, lo siento pero ésta noche no dormirás, al menos no en tu cama!— le dijo Yolanda con la voz angustiada.

¿Qué?— le preguntó Sarahi bostezando sin entender nada.

¡Ordenes de la señorita Norma!— le respondió increíblemente Yolanda con una expresión mezcla de angustia pero a la vez resignación pues muy a su pesar se disponía a obedecer el mandato de Norma aún en su propia casa en donde Norma no se encontraba a lo que ante la cara de asombro e incredulidad por parte de Sarahi que seguía sin entender; Yolanda le mostró una bolsa negra y sin perder tiempo extrajo de dicha bolsa unos zapatos negros cerrados que Sarahi reconoció enseguida, ¡eran los zapatos de Norma!, los mismos que había llevado a la escuela y se veían en verdad asquerosos; entonces Sarahi recordó que no se los había echo limpiar en la tarde, algo que Sarahi muy en su interior se alegró pues los zapatos estaban repletos de lodo y algo mas.

Sarahi entendió que Norma la había molestado más que de costumbre a propósito y ahora entraba en el juego el uso de esos zapatos.

¿Qué haces con esos zapatos?— preguntó Sarahi a su madre con asco y repulsión.

¡Hija!— respondió ésta a la vez triste pero firme en el tono de su voz— hija no debiste hacer enojar a la señorita Norma.

¡Jajaja!— se rió Sarahi con resentimiento— ¡señorita!, vaya mami, mira que por mas que trato nada mas no recuerdo cuando fue la última vez que a mí me llamaste señorita pero al diablo además la muy puta disfruta con ello, bien sabes que a diario se empeña con humillarme y molestarme con tal de hacerme sentir miserable, ¡sí al menos contara con tu apoyo!— puntualizó Sarahi suspirando con tristeza.

¡Mi apoyo lo tienes hija pero ante tu comportamiento nada se puede hacer!;

¿Qué comportamiento mamá?, ¡por los mil demonios!— gritó furiosa Sarahi.

¡Lo siento hija!, el caso es que la señorita Norma me ha ordenado esto y no quiero mas problemas.

¿Pero que coño te ha ordenado?, ¡ella no está aquí!, ¿de que mierda me hablas?;

¡De eso precisamente Sarahi, de que te comportes y entiendas y aceptes tu destino y la vida que nos tocó vivir, es una lección de humildad hija, ni mas ni menos!— dicho esto, con Sarahi que aún no asimilaba lo que se le venía, poco pudo hacer pues cuando quiso reaccionar, su propia madre la había esposado de las manos dejándoselas por detrás a su espalda inmóviles al igual que la esposó de los pies.

¿Pero mami?— preguntó Sarahi aterrada al verse inmóvil.

¡Lo siento hija!— es lo único que atinaba a decir Yolanda al momento que guiaba a su hija justo a un rincón de la casa y la hacía arrodillar.

¿Qué haces mami?— preguntó Sarahi comenzando a llorar. Yolanda le aclaró su situación sin atreverse a mirarla a la cara.

¡La señorita Norma ha ordenado que pases toda la noche de rodillas y respirando el olor del interior de sus zapatos!;

¿Queeeeeeee?; ¡nooooooooooo eso nooooooooo!— gritó histérica Sarahi cayendo al piso y tratando inútilmente de huir arrastrándose. Yolanda la sujetó y la quiso hacer entrar en razón lo cual resultó imposible al grado que Yolanda tuvo que propinarle una impactante bofetada a su hija para controlarla.

¡Yaaaaa mamá ya por favor no me golpees!;

¡Entonces entiende hija, no lo hago por gusto!— se expresó al igual una angustiada Yolanda que era sincera al hablar aunque su comportamiento no expresara lo mismo.

¡Pero Norma no está aquí mamá por Dios, no tienes por que hacerme esto, por piedad, esto no, no tú mamá, tú no, por piedad!;

¡Lo siento hija!— le respondió Yolanda con lágrimas en sus ojos al tiempo que se armaba con cinta para acomodarle los zapatos a Sarahi quien al ver que no había alternativa habló sinceramente a su madre, con voz firme le dijo— ¡no lo hagas madre, si me haces esto te odiaré, tú me estás obligando a hacerlo, te lo juro, te odiaré con toda el alma si me haces esto!;

Pero increíblemente Yolanda le respondió— ¡no hija, eres tú quien me obliga a actuar así, eres tú quien me obliga al no aceptar humildemente tú destino, al no aceptar que nacimos humildes y dependemos del buen servicio que prestemos a nuestras patronas y de la bondad que ellas nos muestren!;

Como respuesta Sarahi le escupió la cara a su madre; Yolanda ignoró tal acto, se limpió la saliva de su rostro y justo cuando Sari intentó de nuevo su última súplica invadida por el llanto, ya Yolanda le había ajustado un zapato en plena cara; Sarahi ofendida e impotente respiraba el humillante olor que provenía del interior de aquel zapato y del lodo embarrado en el.

¡Mamá, Norma nunca sabrá que no la obedeciste, por piedad, soy tu hija, maldita sea, no soy una bastarda soy tu hija!— habló Sarahi con el corazón en la mano.

¡Perdóname hija pero esto te lo haz buscado con creces además la señorita Norma tiene vehículo y me amenazó con golpear a cualquier hora de la noche a lo que no me voy a arriesgar, entiéndelo hija, por el contrario te estoy salvando de una desgracia mayor, esto es humillante pero al menos no es tan doloroso!— respondió muy decidida Yolanda estando consciente de que Norma la había amenazado con cortarle la cara a Sarahi si se presentaba a su casa y comprobaba que no había sido obedecida.

Sarahi intentó de nuevo echar maldiciones pero su madre se lo impidió; le ajustó el otro zapato cubriéndole por completo la cara; ¡era humillante!, muy triste, Sarahi arrodillada en un rincón de su propia casa con la cara cubierta con los zapatos de Norma respirando su interior y su ofensivo olor, ¡lo peor!, uno de los zapatos estaba manchado en la suela con popó de perro ya casi seco, ¡claro!, quizás Norma lo había pisado por accidente, un plus mas de humillación que Sarahi tuvo que soportar toda la noche mientras se ahogaba en llanto ante la vigilancia de su madre que al igual no durmió y aguardaba angustiada la llegada de Norma mientras observaba con tristeza el aspecto de su hija rezando para que Sarahi entendiera y aceptara su destino, un destino de humildad y sumisión compartiendo esa vida con su madre al servicio de la señorita Norma y de su honorable madre, la señora Rosa.

La señorita Norma no se presentó sino hasta el amanecer, no era cuestión de que interrumpiera su sueño pues en su interior presentía que la desgraciada de Yolanda la obedecería. Con el amanecer y los primeros rayos del sol; Norma y Rosa se presentaron en la casa de Sarahi para presenciar su acto de crueldad y placer para ellas. Sarahi se sintió morir al oír que su madre abría la puerta y en cuestión de segundos la casa se veía envuelta de unas fuertes y crueles carcajadas. Norma y Rosa se agarraban incluso del estómago riéndose con ganas.

¡Jajajajajajajajaja pero que patética mamá por Dios jajajajajajajaja!— Norma no perdió tiempo; se paseó alrededor de la desdichada Sarahi, se carcajeó cuanto quiso, se hizo tomar las fotos que quiso por su madre y lo mejor para ella fue el momento en que le quitó la cinta y los zapatos de la cara de Sarahi; apartó los zapatos y se carcajeó sin piedad al momento que su altiva mirada se encontró con la triste y abatida mirada de Sarahi invadida por la humillación y la impotencia.

¡Jajajajaja!; ¿Qué te parece perrita?; ¡y créeme que aún empiezo contigo!— dicho esto, la miró con desprecio, la escupió en la cara y se marchó riendo.

Sarahi no se atrevió a contestarle, no tenía argumentos en su defensa, no en ese momento a lo que tuvo que soportar otro asqueroso salivazo en su rostro cortesía de doña Rosa que no contenta la obligó a limpiarle los zapatos con la lengua antes de marcharse.

Sarahi se encontraba maltrecha, herida de gravedad en su orgullo; lo que mas le dolía en el alma era que su madre se prestaba sin resistencia alguna a los crueles caprichos de sus enemigas sin tomar en cuenta el sufrimiento de ella que era su hija; ¡sí!, Sarahi se encontraba muy grave moralmente hablando pero no aniquilada, no acabada ni derrumbada; Sarahi era en verdad fuerte en ese aspecto, tan fuerte que aún con todo esto seguía firme en sus pensamientos y ahora mas que nunca estaba empeñada como lo había decidido tras pensarlo toda la noche que les demostraría a todas, en especial a su madre, que lucharía sin cesar hasta cambiar su suerte y su destino; lo dicho, estaba herida pero no aniquilada, algo le decía y a ese algo ella se aferraba a pensar que no era el final, a soñar con que el final le tocaría escribirlo a ella y a nadie mas.

CONOCIENDO A RUBÍ.

A Sarahi no podía irle peor pero reuniendo fuerza y en especial valentía de donde podía se dio un baño, arregló unos pendientes y partió rumbo al Instituto; una vez ahí al parecer todo transcurría normal, Sarahi podría despejarse tantito y olvidar por unos momentos lo cruel que se estaba portando con ella la vida, ¡pero no!, ese día, al parecer tan solo comenzaba a empeorar su situación.

La tarde anterior al sentirse mas herida que de costumbre resolvió los deberes de sus compañeras que le pagaban por sus servicios, como de costumbre los resolvió solo que esa tarde Sari andaba en verdad desubicada y resolvió mal todos los ejercicios incluidos los de ella. Sarahi cerró los ojos al percatarse ya demasiado tarde y ya cuando una a una, sus compañeras le habían reclamado.

Para fortuna de Sarahi sus disculpas fueron aceptadas; las clásicas frases pronunciadas por ella de que ¡no vuelve a suceder, no se que me pasó, cualquiera tiene un error!, funcionaron de maravilla o quizás sus compañeras andaban de excelente humor; el caso es que no pasó a mas y Sarahi respiró tranquila pero no contaba con lo que le acontecería al receso.

Pues en el otro grupo habían dos chicas, las cuales también la ocupaban con sus deberes y se podría afirmar que eran dos en una pues una solamente complementaba a la otra; el caso era que Sarahi se había olvidado de ésta chica a lo que pensó que lo de los deberes mal resueltos estaba saldado pero de nuevo el destino, ¡sí!, de nuevo la mano del destino intervino, aquel eterno y omnipresente personaje que se invita a todas las historias apareció en escena una vez mas en la vida de Sarahi aunque ésta vez lo hizo para dar un salto definitivo en el andar de Sarahi que aunque al principio la chica no lo notó, al final entendería que a partir de ese día su vida cambió dando otro giro radical aunque ésta vez el destino estaba de su lado o al menos eso parecía; quizás despacio, muy lento pero apuntaba a darle a Sarahi el trono y la corona con los cuales siempre había soñado.

Sarahi se disponía a regresar a su salón, justo acababa de desayunar y avanzaba sino contenta al menos tranquila silbando en cuanto un fuerte impacto la interceptó.

¡Ayyyyyyy!— gritó Sarahi quejándose al sentir un golpe que le fue dado con el arillo de una libreta en su hombro; al instante se dio la vuelta con tan mala suerte para solo recibir una cachetada con la misma libreta.

¿Serás estúpida?; ¡mis ejercicios salieron mal!;

Los ojos de Sarahi se inyectaron de furia, ya era demasiado; había soportado mucho a lo que en un segundo no vio la figura de la persona que le hablaba, mas bien le gritaba; su mente le jugó una mala broma y lo que vio reflejado fue la figura de Norma gritándole a lo que levantó la mano dispuesta a devolver el golpe; ¡suerte que reaccionó a tiempo! Y no cometió lo que hubiese sido en ese momento la peor y mayor estupidez en su vida. Logró visualizar a la persona y se quedó mirándola aún molesta pero sin atreverse a tocarla.

¡Intentó golpearte Rubí!— se oyó de pronto una chillona voz que tenía que ver con una niña delgadita, de cara muy agraciada, aunque de aspecto un tanto mas infantil que lo que le correspondiera conforme a su edad, un aspecto mas que anticuado vendría encajando perfectamente a una nerd. Era Mayrita, como cariñosamente le llamaban sus maestras, ¡claro!, antes de desviarse por otros senderos aunque lo propio es que la habían desviado.

¡Rubí intentó gol…!

Mayra ya no terminó la frase, Rubí le había clavado sus uñas justo sobre su quijada impidiéndole hablar y aunque leve, la estaba lastimando, maliciosamente le movió el rostro a Mayra a los lados sin dejar de clavarle sus uñas tan solo con la intención de humillarla, mas bien de mostrarle a Sarahi el dominio absoluto que ejercía sobre su disque amiga y en efecto Mayra se comportaba como un títere al capricho de Rubí. Pasados unos segundos Rubí la soltó.

¡Auuuuch eso dolió!— expresó Mayrita tallándose la cara sin un solo indicio de reproche para su amiga, por el contrario, se refugió detrás de Rubí al ver que ésta avanzaba hacia Sarahi.

Sin mediar palabra, Rubí le soltó un tremendo bofetón a Sarahi tomándola por sorpresa y que casi la hace terminar en el suelo.

¿Así que pretendes golpearme?, ¡quiero verlo maldita becaria!— se expresó con total arrogancia y desprecio la hermosa Rubí. Por parte de Sarahi ya no hubo respuesta; se maldecía en su interior, ¡como siquiera hizo ademán de golpear a Rubí!;

¡Mierda!— pensó Sarahi en silencio— ¡ahora sí la cagué!— se seguía repitiendo en su interior mirando en verdad asustada a Rubí. Y no era para menos, ¡era Rubí Torres Panty!, la hija de doña Gloria Panty, la excéntrica millonaria doña Gloria, su hija Rubí, la que hacía y deshacía como le daba su puta gana dentro del Instituto, Rubí, aquella hermosa y cruel joven ante la cual todos casi besaban el piso ante su presencia.

¡Venga Sari!, ibas a golpearme, ¿no?— le dijo burlona mientras la humillaba dándole suaves golpes en la cabeza con las palmas de sus manos.

¡Nooo!— le contestó miedosa Sarahi— ¡te juro que no, perdóname Rubí, perdóname, no volveré a hacer mal tus deberes, te lo juro!;

¡Jajajajaja claro que no!— se burló Rubí— ¡por que no te los volveré a encomendar, no se puede confiar en una maldita becaria, Mayra me los seguirá haciendo oh y da gracias que estoy de buenas a lo que pasaré por alto tu desfachatez pero ándate con cuidado!— hizo una pausa para enseguida cambiar de opinión— ¡eeeeeehhhhmmm bueno, a ver, acerca la cara, ándale, así, no no no, eso, así!— le dijo con malicia humillando a Sarahi pues la hizo acercar la cara y con descaro se rió de ella al momento que le soltaba dos fuertes cachetadas dejándole marcados sus cinco dedos en las blancas mejillas de Sari.

¡Sí así está mejor, oh y por cierto, ve buscando a que te dedicas por que no volverás a hacerle los deberes a nadie, les diré a todas que ninguna vuelva a emplearte!;

¡Noooo eso noooo!— suplicó muy angustiada Sarahi, ella necesitaba de ese dinero para mantenerse y con lo mal que ya la pasaba con Norma y ahora sin ese dinero extra, ahora sí que estaría perdida a lo que no se lo pensó con tal de ablandar a la estirada señorita Panty.

¡Por favor te lo suplico dame una oportunidad, solo una mas!— imploró Sarahi arrodillándose ante Rubí; lo cual no resultaba nada extraño presenciar en el Instituto, ver a Rubí haciendo de las suyas, divirtiéndose a costa de los desplantes y burlas que le hacía a quien se le antojaba; que aunque la gran mayoría de chicas pertenecían a familias adineradas, Rubí era punto y aparte, para pruebas, Mayra; por lo que Sarahi siendo pobre y con tantos problemas encima era en verdad un punto mas que vulnerable para que Rubí explotara.

¡Mira Mayrita!— comentó Rubí con una sonrisa de oreja a oreja, disfrutando en verdad el momento, pues sí había algo con lo que ésta hermosa y caprichosa joven gozara en extremo era precisamente ver a otro ser humillándose ante sus pies— ¡la pobre Sari nos suplica de rodillas que le permitamos hacer nuestros deberes!— habló mirando con burla y arrogancia a Sarahi— ¿no es así Sari?;

¡Sí, sí Rubí, por favor, te lo suplico!— admitió Sarahi con tal de aumentar el ego de la caprichosa Rubí pero Sari no contaba con los cambios tan extremos en el humor y carácter de Mayra.

¡Bésanos los pies si quieres seguir haciendo nuestros deberes!— le dijo la tierna Mayra como si nada; Sarahi la miró estupefacta, no podía entender el cambio tan abismal de esa niña, lo sumisa que se comportaba ante Rubí y ahora la miraba a ella con desprecio y con seguridad le había ordenado que le besara los pies; lo que sí entendió Sarahi era que ninguna de las dos chicas bromeaba con ella a lo que muerta de pena se postró dispuesta a humillarse una vez mas a lo cual no se acostumbraba a pesar de estarse sometiendo cada vez mas ante Norma y ahora ante éstas dos chicas.

La sumisión de Sarahi se vio interrumpida al llevarse una leve patada en la cara, cortesía de Mayra— ¡primero a ella idiota!— le recriminó señalándole a Rubí.

¡Jajajajaja bien Mayrita muy bien!— comentaba divertida Rubí mientras contemplaba a Sarahi a sus pies y Mayra se abrazaba a ella.

Ese beso significó mucho para Sarahi, de las cuales significó en último grado, la humillación. Sarahi sintió una sensación muy extraña, odiaba rebajarse como lo hacía ante Norma, ante sus estiradas compañeras a las que les hacía sus deberes; pero, ante Rubí fue distinto, en el fondo Sarahi siempre observaba de lejos a Rubí, le admiraba su soberbia, su despotismo, en pocas palabras, Sarahi soñaba con tener el poder de Rubí y comportarse como ella o incluso peor que ella a lo que muy a su pesar Sarahi se quedó con la idea de que en ese momento se podría considerar una alumna de Rubí a lo que no vio tan mal rebajarse ante ella. Con Mayra todo fue muy rápido, tan solo cumplió con el protocolo; no faltó quienes presenciaran la escena y hubieron opiniones divididas tanto de comprensión para Sarahi como de reproche hacia Rubí y viceversa.

Sarahi levantó el rostro y estando aún de rodillas preguntó a Rubí— ¿podré seguir haciendo tus deberes?;

¡Mmmmm!— se expresó risueña Rubí haciéndose la interesante; evidentemente se encontraba de muy buen humor a lo que se estaba divirtiendo mucho con la situación, mención aparte de que en el fondo, Sarahi no le era tan indiferente aunque nunca había tenido un trato mas formal con ella a lo que ésta era la ocasión perfecta.

¡Ya veremos Sari, por lo pronto, en la tarde me toca deporte así que te quiero ver a la salida justo cuando vaya a cambiarme mientras me lo pensaré!— le habló con autoridad y mirándola altivamente— ¡andando Peque, tenemos prioridades!— dicho esto se marchó seguida de su fiel y eterna Peque.

Sarahi se levantó y aunque preocupada trató de calmarse y al igual se marchó a su salón. El tiempo pasó volando a lo que de pronto Sarahi ya se encontraba camino a las canchas a reunirse de nuevo con Rubí; en instantes se situaba justo detrás de Rubí a lo que estuvo a nada de hablarla pero no lo hizo, prefirió ocultarse detrás de ellas, sirviéndose de un árbol como su refugio pues Sari se llevó las manos a la boca de sorpresa al presenciar otra curiosa escena.


Continuará……………………..

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