miércoles, 1 de diciembre de 2010

CAMBIANDO EL DESTINO 13

PEQUE TEME A LA OSCURIDAD.

Faltaba poco para anochecer a lo que decidieron mostrarle a Sarahi un lugar a donde solían acudir a despejarse y tomarlo como día de campo por las mañanas y como escondite ideal para compartir momentos íntimos; era un terreno abandonado que se encontraba justo al limite de donde terminaba la propiedad de Rubí, junto a los establos del rancho que tenían adaptado cerca de la enorme mansión.

A las chicas les gustaba ese lugar por que habían unos cerros en donde hacían competencias en probar quien llegaba mas alto y luego bajaban corriendo como locas pero esa noche pintaba para llover, era una tarde de lo mas nublada y ello representó un problema para ellas justo cuando se encontraban de lo mas divertidas recostadas sobre el pasto, disfrutando del fresco viento y ese problema era Peque quien le temía a la lluvia, mas bien, a las descargas eléctricas y a la oscuridad, ¡casi nada!, a lo que Rebeca y Sarahi observaban burlonas como Peque se aferraba a Rubí abrazándola y susurrándole al oído que ya regresaran a la casa.

Rubí se incomodó y estuvo a punto de mandar al diablo a Peque, pero para suerte de ésta; Rebeca intervino, no por apoyar a Peque sino por que le convenía regresar a su casa.

¡Sí Rubí regresemos que ya casi empieza a llover!; mejor vamos a arreglarnos y salimos al antro.

Apenas Sarahi escuchó esto, brincó de alegría— ¡sí, yo quiero ir al antro quiero quiero quiero!;

¡Jajajajajajajajaja!— todas se rieron con ganas. Sarahi enrojeció de momento para después unirse también a las risas.

¡Bueno, llevemos a la sirvientita al antro, así presumes tu ropa nueva!— le habló Rubí burlonamente a Sarahi. Dicho esto se encaminaron para la casa, pero apenas lograron brincar y llegar por los establos en cuanto un fuerte aguacero se apoderó de ellas evitando que pudieran continuar rumbo a casa para donde les faltaba una distancia considerable.

Las chicas se refugiaron dentro de una de las caballerizas pero el aguacero no tenía para cuando parar a lo que Rebeca propuso— Rubí, vamos bajo la lluvia o nunca llegaremos.

¡Noooooooooo!— gritó Peque alterada antes de que Rubí hablara— hay muchas descargas, además ya está oscuro; ¡diablos debimos quitarnos mucho antes!;

¡Por eso burra!— se burló Rubí dándole un golpe con la palma de su mano en la cabeza— ¿para qué quedarnos si esto no parará pronto y solo oscurecerá mas?; ¡andando!;

¡Noooooooo!— le rogó Peque afianzándose del brazo de Rubí— ¡las descargas me dan miedo mucho miedo!;

¡Ay sí las descargas buuuuuuu las descargas!— se burló Rebeca. Justo en ese momento tronó fuertemente pero más fuertes se oyeron las carcajadas de las chicas tapando por igual el grito de terror que pegó Peque alterándose aún más.

¡Venga!— insistió Rebeca— vamos o no llegaremos ni al antro ni a ningún lado.

¡Siiiiiiiiiiiii!— la apoyó Sarahi— vamos bajo la lluvia.

Rubí quiso ponerse en marcha pero Peque seguía afianzada a ella— ¡no Rubí, quedémonos aquí hasta que calme!;

Rubí permanecía callada, acababa de asimilar que se encontraba en una curiosa y complicada situación. Rebeca cruzada de brazos, golpeando el piso con su zapato le exigía que se decidiera. Rubí continuaba en silencio a lo que la huerita Padilla tomó de nuevo la palabra— ¡venga Rubí ya vámonos coño!;

¡Noooooooooooo!— exclamó Mayra llorosa.

¡Pues quédate tú estúpida ñoña!;

¡VETE AL DIABLO, VAYANSE AL DIABLO!— les gritó histéricamente Peque sin separarse de Rubí— ¡solo te necesito a ti Rubí, quédate conmigo!— Rubí enrojeció por el comprometedor comentario de Peque y que a Rebeca no le hizo mucha gracia.

¡MÁNDALA AL DIABLO RUBÍ!— le exigió Rebeca.

Rubí se dio la vuelta, sujetó por los hombros a Mayra y le habló claro y firme— ¡mira Peque, la lluvia no parará, no nos pasará nada, lo juro, venga, yo te abrazo y avanzamos juntas, vamos pues!;

¡Noooooooooo!— contestó Mayra negándose a salir de la caballeriza.

¡Peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeque!— le gritó Rubí pero nada, Mayra estaba decidida a salir hasta que la lluvia calmara.

¡Yaaaaaa Rubí!— le exigió de nueva cuenta Rebeca— ¡vámonos ya coño, deja a esa imbécil sola para que se cague de miedo!, ¿o qué?, ¿temes perder su tierna amistad?— la malvada Rebeca le habló maliciosamente haciendo efecto sus palabras en Rubí que mirando a Peque fríamente le insistió por última vez— ¿vienes o te quedas?;

Mayra lloraba de una manera tan tierna y conmovedora y entre lágrimas le pidió, mas bien, le suplicó— ¡quédate conmigo, te lo ruego amiga, tú me conoces y sabes el terror que me da la oscuridad, las descargas, estar sola, no saber nadar y las alturas!;

Rebeca empujó a Rubí— ¡ya vámonos Pingüino!;

Rubí miró a Peque y le insistió— vienes, ¿sí o no?;

¡Rubí!— se expresó llorosa en voz baja Mayra.

Rubí se dio la vuelta dispuesta a marcharse; Mayra se quiso aferrar a ella pero Rubí molesta se dio la vuelta de nueva cuenta en dirección a ella y la empujó bruscamente haciendo caer de nalgas a Mayra. Sarahi se echó a reír y Rebeca apoyó a Rubí.

¡Bien Pingüino ya vámonos y deja a esa babosa!;

Rubí optó por hacerle caso a Rebeca pero no contaba con la ternura de Mayra.

¡SOMOS AMIGAS!— exclamó llorosa Mayra provocando en el interior de Rubí una rara mezcla de sentimientos.

¡Somos amigas Rubí!, ¡LAS MEJORES!, ¿recuerdas?; Peque continuaba llorando desconsoladamente y Rubí cometió el errorcito de voltearla a ver justo cuando Peque se sacaba del cuello una soguilla, mostrándosela, alzándole justo la placa transparente en donde se apreciaba una foto miniatura de ella y Rubí abrazadas, tomada en una navidad, vestidas ambas de Santa Claus.

¡Ay pero que mierda!, ¡SOMOS AMIGAS!— se burló Rebeca— ¡YA RUBÍ COÑO!;

¡No fastidies Peque!— fue la seca respuesta de Rubí.

¡Sí, no fastidies!— intervino Sarahi.

Mayra se abalanzó a los pies de Rubí impidiéndole de nuevo marcharse. Rubí le gritó alterada— ¡suéltame coño o te pateo el hocico!;

¡Vamos, patéame, quiero verlo!, ¡PERRA!;

Rebeca y Sarahi se quedaron con la boca abierta, jamás se esperaron esa respuesta por parte de Peque que pegó retadoramente la cara a los pies de Rubí— ¡vamos patéame patéame!;

Rubí la levantó por los cabellos y jalándoselos le dijo— ¡no vuelvas a llamarme perra!; ¿entendido?;

¡Sí Rubí, pero tú admite que somos las mejores amigas!— y diciendo esto le sacó al igual la soguilla a Rubí que ésta lucía en el cuello mostrando al igual la misma placa de amistad provocando la risa de Rebeca.

¡Jajajajajaja ay sí, pacto de amistad, uy!, ¿Qué te parece Sari?, ¿Quieres hacer un ritual de amistad conmigo?;

Sarahi solo sonrió al ver lo tensa que se había puesto la situación. Rubí tomó su decisión— ¡váyanse!— les dijo.

¿Qué?— le reclamó Rebeca.

¡Qué se vayan y que disfruten el antro!;

Rebeca escupió con desprecio en el piso y le habló fuerte a Rubí— ¡jódete Pingüino oh y tú limpiarás mis zapatos del lodo!;

¡Los limpiará Camelia o cualquier perra de servicio y ya vete, tú igual Sari!;

Rebeca y Sarahi se marcharon bajo la fuerte lluvia; Rubí vio como se alejaron y entonces abrazó fuertemente a Mayra que se refugió a llorar en los pechos de su amiga.

¡Gracias Rubí, gracias!; Rubí hizo que la viera a la cara.

¿Somos amigas no?;

¡Sí, lo somos!;

¿Las mejores?— le preguntó Rubí coqueta.

¡LAS MEJORES!— gritó feliz Mayra.

Entonces se sentaron sobre el piso a esperar tranquilamente que la lluvia calmara, las descargas continuaron al igual que continuaba oscuro, pero a Peque no le importaba, ahora estaba protegida por su mejor amiga.

¡Amiga!, ¿me perdonas por llamarte perra?;

¡Ah, está bien Peque!, me gusta que de vez en cuando no te comportes tan sumisa pero solo de vez en cuando, ¿eh?;

¡Sí amiga!— respondió Peque recostándose sobre las piernas de Rubí, regresando a casa ya muy de noche y con ánimo de tan solo tomarse una taza de café y recostarse mientras Rebeca y Sarahi se emborrachaban y le amargaban la existencia a cualquiera en el antro, por que solo a eso iban las extrovertidas señoritas, a causar problemas.

Rubí durmió tranquila en la misma cama con Mayra y Julio a los pies de la cama. Verdaderamente Rubí llevaba una relación de lo mas extraña con Peque, que a veces ni ella misma entendía, solo sabía que Peque era su consentida y la persona en la que podía confiar ciegamente, pues Peque le era mas fiel que un perro, mas fiel que nadie, incluido Julio.

CAPTURADAS.

El tiempo seguía su marcha y Sarahi feliz de la vida sin importarle una mierda lo angustiada que se encontraba su madre pues la señorita apenas y se dignó a llamarle para decirle tres cosas: que estaba bien, que no la fastidie ni se moleste en buscarla y la más importante, que estaba muy resentida y ofendida con ella.

Yolanda se deshizo en llantos y al colgar Sari el teléfono, su madre casi se desmaya de la noticia extra que Sarahi le dijo: ¡Norma está conmigo y no precisamente como amiga jajajajajajaja, la vida da vueltas y por fin me sonríe!— hizo una ligerísima pausa y le soltó lo mejor— ¡Normis es mi esclava!; ¿captas?, ¡mi esclava! Y clic, le colgó, dejando esa frase taladrando el cerebro de una mas que preocupada Yolanda que sin dudarlo y a pesar de que arriesgaba a Sarahi, su propia hija; bueno, al parecer de la señora; pues era claro que no sabía y Sarahi no le especificó lo de sus nuevas amistades.

El caso es que Yolanda corrió a comunicarle todo a Rosa que estaba toda esquizofrénica y alterada pues todo ese tiempo no había tenido noticias de Norma mas que aquella llamada desde el baño del Instituto por lo que la angustiada Rosa brincaba cada noche soñando con que Norma estaba muerta, lo que quizás hubiese resultado mas sano para la pobre Norma.

Lo que la inocente Rosa ignoraba es que ella no encontraría ni daría con el paradero de su hija, ¡no!, por lo contrario, muy pronto se encargarían de llevarla a Norma y en especial ante la presencia de Sarahi, no precisamente para pedirle perdón por lo que estaba haciendo con su hija.

Teniendo el punto de Rosa bajo control, Sarahi no se preocupaba por ello a lo que decidió enfocarse en Norma a la que cada vez se le veía mas pálida y demacrada pues Sarahi la seguía manteniendo a pan y agua, algo a lo que Norma no estaba acostumbrada ni entrenada para resistirlo y sí lo resistía era a su pesar, por que no le quedaba de otra, pero la pobre muchacha se veía a sí misma acabada cada día que pasaba sin que ella pudiera hacer algo.

Cada día se arrastraba miserablemente ante los pies de Sarahi suplicándole clemencia y cada día Sarahi se reía cuanto quería de ella y terminaba con apartarle la cara de una patada y dejarle su ración de una pieza de pan y agua, la cual Norma no masticaba, ¡tragaba! Y entre llantos histéricos veía a diario alejarse a su cruel verdugo.

Así habían pasado unos días mas hasta que Sarahi por fin se dignó a mostrarle a Norma lo que en verdad le esperaba y ¡lo que son las cosas y las sorpresas que puede dar la vida!, en el caso de Sarahi, ahora todo parecía miel sobre hojuelas y tal parecía que solo tenía que cerrar los ojos, desear algo y si no al momento, sí en breve, se le cumplía.

Y justo cuando decidió mostrarle a Norma el rostro del dolor coincidió con el mismo día en el que Rebeca le comunicó que su petición estaba cumplida y que Rosa y Dolores se encontraban prisioneras en un cuarto de su casa al cual habían acondicionado como una celda, las habían secuestrado y Rebeca con una enorme sonrisa le comunicó a Sarahi que en cuanto quisiera las tendría mas que encadenadas a sus pies.

Sarahi sonrió feliz y excitada y como agradecimiento le plantó un beso en los labios a Rebeca que hizo a la huerita Padilla acariciar el cielo y las estrellas pues lo de su lesbianismo estaba claro al igual que para Sarahi estaba mas que claro que la Padilla andaba cacheteando la banqueta por ella y Sarahi astutamente estaba sacando partido de ello a lo que con unos mimos y gestos de niña chiquita logró convencer a Rebeca de que se ocupara con su gente de confianza de capturar a Rosa y a Dolores y misión cumplida.

Sarahi decidió que las dejaran en dicha celda por unos días al igual pasando hambre y frío pues desde ese momento las tenían encadenadas y desnudas y al igual decidió esperarse para darle otra dura y penosa lección a Norma.


Continuará………………………………………..

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