domingo, 2 de enero de 2011

CAMBIANDO EL DESTINO 16

NUEVOS SENTIMIENTOS.

Norma se vio en verdad afectada durante ese tiempo, a poco estuvo de enloquecer, lo que hubiese sido lo más sano. La chica estaba aniquilada y día a día tenía que enfrentarse a su calvario de servir y complacer a su ama y de contemplar lo que de su madre quedaba convertida en alfombra pues en el piso había quedado adaptada y plasmada la viva imagen de la pobre Rosa justo para que Sarahi descansara ahí los pies, justo para que la usara para lo que servía una alfombra, para pararse justo sobre ella.

Y también durante ese tiempo en el que Rubí se dedicó de lleno a su experimento con Dolores; Sarahi no perdió tiempo y cómo con el proceso de Norma no tenía prisa alguna, en una de esas noches, varias de esas noches para qué quede mas claro se dedicó a servirse sexualmente del apuesto Julio; esto tras amenazarlo y dejarle mas que claro qué solo lo utilizaba para su placer y pobre de él que no la complaciera o no la dejara satisfecha.

En pocas palabras, el placer de Julio no importaba ni mucho menos lo que sintiera, tan solo importaba Sarahi y sus necesidades aunque de vez en cuando Julio no pudo negar verse recompensado por brindarle tan buenos y placenteros servicios a Sarahi, en especial al hacerla llegar a tan poderosos orgasmos.

Entonces, después venía la recompensa para Julio, permitiéndole Sarahi que se aliviara y que acabara aunque en realidad muchas veces Sarahi tan solo lo humillaba masturbándolo con sus pies para que el joven se viera obligado después a lamérselos y así limpiar su propio semen; un juego sin duda malicioso pero para el pobre Julio, esos momentos eran momentos de alegría.

A todo esto, Sarahi nunca supo, ni siquiera imaginó que Rubí estuvo al tanto de todo; Peque se encargó de informarla y vigilar a Sarahi que para su suerte qué cada vez iba en aumento, a Rubí no le importó, por el contrario, le dio gusto que Julio le fuera de utilidad a Sarahi pues Rubí sí quería al joven y sí le tenía cariño, pero se lo tenía tal cómo sí de una mascota se tratara y Rubí dedujo que no pasaba nada por compartir a su mascota.

El tiempo seguía su marcha y para Norma no había mas, la pobre estaba muerta en vida pero la crueldad de Sarahi cada día florecía mas a lo qué a ella no le importaba en absoluto el estado ni físico ni mental de Norma y a cada día aplicaba la misma página de dolor en la vida de Norma. Sarahi simplemente se divertía y le divertía hacerle daño.

¡Vamos perra ve, ve por mi sandalia!— solía ordenarle entre risas Sarahi a Norma en una de esas tardes después de almorzar en que Sarahi aprovechaba para divertirse humillando a Norma haciéndola sentir toda una perra amaestrada.

Sarahi le arrojaba su sandalia a distintas partes de la sala y Norma salía disparada tan rápido como podía avanzar gateando para regresar con la sandalia colgando entre sus dientes, la depositaba en el piso y besaba los pies de su ama.

Durante su trayecto, la malvada Rubí tomaba el tiempo que Norma tardaba en regresar con la sandalia y tardase o no, Rubí la azotaba sin piedad aunque para suerte de Norma, Rubí se aburría rápido al ver que no había resistencia en ella.

Rubí pretendía humillarla pero no encontraba gracia al ver que Norma simplemente accedía cómo un robot a obedecer la orden que le imponían, lo hacía sin rechistar. Rubí así lo comprobó una vez al ordenarle abrir la boca, pegarla a su sexo y tragarse sus orines; Norma obedeció y Rubí se decepcionó pues ella esperaba siquiera cierta rebeldía o en su caso, ruegos por parte de la joven para que así ella pudiera divertirse atormentándola, pero nada, Norma no era ni la sombra de la que fue alguna vez.

Así avanzaba el tiempo y al igual se fortalecía la entrega y la sumisión de Norma hacia Sarahi que en uno de esos días regresaba a la casa en compañía de Rubí ya casi al anochecer y las señoritas llegaban un tanto ebrias.

Sarahi entró a su habitación y a casi nada se tropieza con Norma quien la esperaba postrada con la frente humillada al piso, justo detrás de la puerta.

¡Estúpida, casi me tiras pedazo de imbécil!— gritó Sarahi acompañando sus palabras con una brutal patada que le dio en el estómago a Norma. La pobre se contuvo cuanto pudo, no se acostumbraba al dolor, jamás se acostumbraría, pero trataba de vivir con él por qué sabía que era inevitable.

Norma se retorció conteniendo su dolor y en cuanto fue capaz, miserablemente se arrastró hasta pegar sus labios en las lujosas zapatillas negras de altos tacones que lucía Sarahi; su infeliz esclava las besó con devoción. Sarahi la miraba desde su posición, mas que altanera estaba hermosa con una blusa negra y unos pantalones cortos de mezclilla azul, se sonreía producto del alcohol y el placer que le producía contemplar a Norma tan humillada, tan acabada ante ella.

De pronto, mientras Norma continuaba cubriendo de besos las zapatillas de Sarahi, ésta se agarró del estómago al sentir náuseas— ¡descálzame!— murmuró apenas Sarahi tratando de contener sus náuseas, pero no le fue posible.

Justo al momento en el que Norma alzó el rostro para pronunciar un sumiso— ¡sí ama!— fue recibida por una abundante cantidad de vómito, cortesía de Sarahi que al ver la expresión de la pobre Norma que no se lo esperaba; alzar la cara justo para recibir los calientes y ya no digamos repulsivos vómitos de Sarahi; la pobre se soltó a llorar y Sarahi a carcajearse pues tampoco se lo esperaba, a decir verdad, nunca fue su intención vomitarle en la cara a Norma aunque tampoco le disgustó, pero le salió espontáneo.

¡Jajajajajaja, mira nada mas!— comentó burlesca Sarahi— bueno perra, ve a lavarte que das asco, dale, mueve el culo para que me descalces.

Norma se desplazó gateando penosamente a cumplir con los mandatos de su ama, al cabo de unos minutos regresó y Sarahi la esperaba sentada en su sofá, apenas la vio estiró los pies. Norma estaba a punto de quitarle los zapatos en cuanto Sarahi se lo impidió al percatarse de que sus zapatos estaban ligeramente manchados de vómito.

¡Espera perra, lame, lame mis zapatos, venga, primero límpialos y ya después me los quitas!;

¡Grandioso!— pensó en silencio Norma— me manda a lavarme la cara tan solo para que ahora le lama los zapatos— pensaba Norma al mismo tiempo que completamente entregada ya se encontraba limpiando con su lengua algunos restos de vómitos que habían quedado en los zapatos de Sarahi que la contemplaba arrogante y orgullosa de sí misma al ver qué tan sometida tenía a Norma.

Enseguida Norma la descalzó y se llevó una patada en el rostro al intentar besarle los pies a Sarahi.

¡Pero mira que eres imbécil coño, cómo pretendes besarme los pies después de lamer vómito de mis zapatos!;

¡Perdóname ama!— fue todo lo que respondió Norma humillada.

¡PERDÓNAME NADA, ACERCA TU PUTA CARA!;

Norma obedeció y ¡Plaffffffffffffffffffffff!; se llevó una cruel bofetada, la infeliz se limitó a pedirle humildemente perdón de nueva cuenta a su ama.

Sarahi la mandó a lavarse la boca y cara de nuevo, pero antes le ordenó quitarle los pantalones y justo cuando Norma ya se retiraba a enjuagarse, de nuevo Sarahi se lo impidió diciéndole entre risas— ¡espera perra, ya que te vas a enjuagar, ven, quiero orinar en tu puto hocico!;

Norma no pudo evitar que una lágrima corriera por su mejilla; el hecho de que se sometiera sin oponerse no quería decir que no le doliera, le dolía en el alma, pero mas le dolían los latigazos y los castigos físicos. Por la sola pronunciación de las palabras: dolor, castigo, tortura; Norma temblaba y se orinaba ella sola, por ello le temía a Sarahi, por ello le obedecía sin rechistar y por ello una vez mas se acercó sumisa dispuesta a tragarse tal cómo lo hizo, un potente chorro de orina, cortesía de Sarahi que al final le restregó la cara a Norma sobre su sexo y a patadas la mandó a asearse.

A pesar de todo, se podría pensar que el mayor problema para Norma era precisamente el sufrimiento diario que recibía por parte de Sarahi pero no, no era así. Al igual se podía pensar que la infeliz de Norma soñaba día a día con la muerte para verse por fin liberada de su miserable existencia pero tampoco era así, aunque lo fue en un principio y sobretodo después de la muerte de su madre, pero ahora Norma se aferraba a la vida resignada a vivirla según el capricho de su cruel ama Sarahi.

El detalle, lo que no la dejaba dormir todas las noches era que inexplicablemente Norma estaba perdiendo el odio hacia Sarahi, incluso el odio lo había cambiado por temor y respeto, pero ahora un nuevo sentimiento se apoderaba de su ser; ¿amor?, ¿acaso la amaba?;

¡Noooooooooooooooooooooooooooo!— gritaba Norma cada noche brincando en el duro y frío piso del baño donde dormía, pegado a la habitación de Sarahi y rezando por no despertar a su ama con sus pesadillas.

Era algo grotesco y grosero de pensar a la vez que confuso pero precisamente así es como estaba Norma, completamente confundida; se rompía la cabeza pensando, pero nada, ni una sola coherente explicación llegaba a su mente por más que le daba vueltas y vueltas al asunto.

Lo claro, lo único claro quizás, era deducir que Norma estaba echa un caos, se había quedado sola y desamparada, a merced de Sarahi, de una u otra manera así era, Sarahi era su dueña, quien la maltrataba pero que llegado el caso también podía protegerla, incluso portarse cariñosa con ella, por algo era su mascota y Sarahi la quería viva no muerta pensaba Norma, pero, ¿y sí llegara a fastidiarse?;

Ese fue uno de los principales causantes en el pensar de Norma que la confundió enormemente pues desde que lo pensó no pudo ya quitarse de su mente qué sería de ella sí Sarahi llegaba a fastidiarse, ¿y sí la echaba a la calle?; no tenía idea de cómo sobrevivir ella sola, Norma en muchos aspectos era ingenua, muy ingenua e inexplicablemente su mente se encerró y se aferró a creer firmemente en que su única opción era ganarse la lástima de Sarahi para qué ésta no la echara nunca.

Y la pobre eso hizo, al ya no tener ni una pizca de dignidad se aferró a ser la perra mas sumisa y devota de Sarahi y de ahí dio otro paso al contemplarla y mirarla con otros ojos, dispuesta a congraciarse internamente con su ama nació el amor qué de pronto ni la misma Norma le daba ese nombre, simplemente día a día sentía la necesidad de estar cerca de Sarahi, a sus pies, justo ahí era su lugar y justo ahí se sentía protegida y justo ahí rezaba para no provocar el enojo de su ama y ser castigada, pero no era necesario, Sarahi la castigaba y la maltrataba por placer.

¡Pobre Norma!; su vida era un verdadero laberinto sin salida y con sus ingenuos y hasta inocentes pensamientos terminó por encerrarse cometiendo aún una mayor estupidez en su ya difícil existir; enamorarse inexplicablemente de Sarahi y mas tarde confesárselo con lo cual aumentó el ego y la perversión de la bella Sarahi que tuvo un motivo mas para hacerla sufrir.

¿Qué me miras idiota?— le gritó Sarahi irritada a Norma un día en el que se disponían a visitar a Rebeca.

Sarahi se miraba en el espejo y Norma embelesadamente la admiraba con la boca abierta. Ya eran completamente distintas. Sarahi era una auténtica belleza, con una falda café cómo sus ojos, blusa a cuadros y sus altas y finas zapatillas cafés y Norma alguna vez fue bella, lo fue, ahora aún conservaba algunos rasgos pero la mala alimentación y el maltrato constante que recibía le estaban pasando factura por lo que desnuda y demacrada era una verdadera pena al lado de la belleza de Sarahi.

La observaba en un rincón. Sarahi se percató por el espejo y montó en cólera pues le tenía prohibido mirarla a la cara.

¡Te hice una pregunta, por qué coño me estabas mirando, qué coño me mirabas!;

¡Lo bella que eres!— murmuró inconscientemente Norma a tiempo que Sarahi se le acercaba. Algo confuso alcanzó a escuchar Sarahi mientras se le acercaba.

¿Qué haz dicho?— le preguntó extrañada, sin hacer caso de lo que pretendió escuchar.

¡Nada ama, perdóname ama!— contestó llorosa Norma pues Sarahi le estaba clavando las uñas en su oreja.

Murmuraste algo perra; ¿qué fue?;

¡No ama te juro que no, perdóname ama, no me hagas daño, te lo suplico!;

Sarahi la levantó violentamente sin soltarle la oreja y con la otra mano la abofeteó sin piedad.

Norma lloraba tristemente suplicándole a Sarahi que se detuviera pero Sarahi era muy fácil de enojarse y difícil de contentarse a lo que arrojándola al piso, hizo caso omiso de las súplicas de Norma, se safó ella misma una zapatilla y obligó a Norma a permanecer de rodillas y le propinó tres fuertes bofetadas con la dura suela de dicha zapatilla.

¡Pobre Norma!, en verdad, pobre; sufría, gritaba histéricamente ante tal dolor. Sarahi después de los tres golpes le propinó aún un taconazo en sus pechos; Norma aulló de dolor. Sarahi se acomodó la zapatilla y le pisó una mano haciéndole de nueva cuenta un terrible daño al hacer presión con su zapato ante los quejidos y bramidos de Norma.

¡Ándate con cuidado perra, mira que me puedo esmerar en hacer tu vida mucho mas miserable! Y ahora andando que vamos a casa de Rebeca.

Y en un dos por tres le acomodó la cadena al cuello y se la llevó cómo lo que era, su perra; Norma la siguió gateando como pudo pues le dolía la cara, pechos y mano, aún así se lo contuvo y siguió a su dueña lloriqueando tras ella.

VISITANDO A REBECA.

Después de transcurrido un tiempo considerable, Sarahi y Rubí en compañía de sus esclavos, Julio y Norma; llegaban a la casa de Rebeca. Peque optó por no ir. Tan solo entrar, Rubí y Sarahi se soltaron a reírse con ganas.

¡Venga, adelante, llegan justo a la hora de la merienda!— les dijo Rebeca entre risas.

Caía la tarde y justo después de almorzar, ese día Rebeca y su madre se encontraban descansando en la sala mientras se hacían la pedicure por Isabel quien cada vez que hacía tal actividad terminaba llorando por los constantes golpes que se llevaba, según sus amas a causa de su ineptitud.

Tan solo Isabel concluyó su deber debía divertir a sus amas humillándose ella misma miserablemente al suplicarles que le permitieran comerse todos los recortes de las uñas de los pies de madre e hija que se carcajeaban a placer cada vez que se hacían arreglar los pies y recortar las uñas, sabiendo de antemano que Isabel tenía mas que grabada la triste ceremonia que tenía que ofrecerles para su diversión.

La escena era en verdad grosera y humillante para la pobre muchacha y mas al ver entrar y oír reírse a Rubí y a Sarahi pues eso fue el motivo de sus risas, el entrar y presenciar cómo Yadira y Rebeca cómodamente en sus muebles contemplaban a sus pies a Isabel tragándose uno a uno, cada recorte de uña de los pies de Rebeca y Oscar lo hacía a los pies de su esposa gustando al igual de los recortes de uñas de ésta.

Sarahi y Rubí tomaron asiento y Sarahi miraba con asco tanto a Isabel cómo a Oscar— ¡serán cerdos!— expresó con desprecio Sarahi.

¡Pues sí Sari, lo son!— comentó Yadira— pues ellos mismos nos ruegan siempre que les dejemos nuestros recortes de uñas, ¿verdad Rebe?;

¡Sí, creo que ya es costumbre jajajajajajaja!— contestó la malvada huerita Padilla— ¿y tú no gustas hermanito?— le preguntó maliciosamente Rebeca a Julio que se encontraba refugiado a los pies de Rubí, incapaz siquiera de hablar. Para su fortuna, Rubí salió a su defensa.

¡Oh no, ya en otra ocasión será, está a dieta jejeje!— intervino Rubí para alivio del joven.

¡Bien!— comentó Rebeca— aunque créeme que ha compartido gustoso nuestras uñas junto a este par de miserables.

La reunión para suerte de los esclavos transcurrió tranquila. Rebeca y su madre charlaron sobre diversos temas de su interés con Rubí y Sarahi y pasadas unas horas éstas se despidieron para retornar a la casa de Rubí.

Ya al marcharse, Sarahi observó con morbo cómo Rebeca orinaba descaradamente en la boca de Isabel.

¡Trágatelo todo perrita, todo y despacito cómo a mí me gusta que lo hagas!— se burlaba Rebeca dándole sus insultantes indicaciones a su esclava acompañadas de suaves cachetadas, no con la intención de lastimarla físicamente sino tan solo de humillarla aún mas si cabe.


Continuará…………………………………………..

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