domingo, 13 de febrero de 2011

NOCHES DE ALCOHOL Y DE PERVERSIÓN

Por tercera vez la bella Alejandra se miraba al espejo, se dio seductoramente una vuelta y su sonrisa no pudo ser mayor; era claro que se encontraba hermosa de los pies a la cabeza y estaba en lo cierto. Se sonrió de nuevo coqueta sin apartar la vista del espejo y guiñando un ojo se dispuso a tomar su bolso y salir rumbo al antro en turno en donde seguro encontraría a un nuevo afortunado que tendría la dicha de pasar una noche a su lado; claro, lo de afortunado era muy a su criterio de ella pues el término correcto sería víctima.

En cosa de una media hora mas o menos; la señorita Alejandra se estacionaba a una esquina del antro, nada mas salir del auto, encendió un cigarrillo y dándole una calada avanzó hacia la entrada de dicho antro caminando segura, despacio pero sobretodo elegante y seductora. Mostraba una leve sonrisa en su expresión; mezcla de vanidad, arrogancia y cierta altanería al sentirse centro de las miradas masculinas y hasta una que otra femenina y no precisamente de envidia.

En su interior se sonreía mucho mas, sabía que era y se sentía la mas linda, la mas hermosa y así era a sus 23 años; delgada, blanca de color, muy bien proporcionada físicamente en todos los atributos sobre los cuales los caballeros bien sabemos observar en las damas por mas que digamos: ¡No, yo no soy así!;

Alejandra le obsequió otra sonrisa al encargado de la entrada mostrándole su perfecta dentadura; esto al ser informada por el sujeto que la señorita tenía entrada y barra libre por contar con su distinguida presencia y belleza.

Alejandra se dirigió hacia el centro de la pista solo con la intención de enterar a todos los presentes de que había llegado y enseguida cruzó para la barra; mientras tanto el encargado después de hacerle toda una reverencia no dejaba de observar al igual que la mayoría de presentes el perfecto trasero de la bella Alejandra.

Mas de un caballero tropezó por fijarse en todo, menos en su camino y mas de uno sintió arder sus mejillas al clavar la mirada morbosa en la chica y provocar los celos y la rabia en sus acompañantes; pero es que, ¿Quién podría evitar o ignorar tal belleza?; quien levante la mano y diga Yo; ¡Está mintiendo!, por que Alejandra provocaba de todo excepto indiferencia.

Con total seguridad, Alejandra se acomodó de momento en la esquina de la barra y solicitó una cerveza, la primera de la noche; una XX ámbar en michelada, ¡Ya!; fue exactamente lo que dijo mientras se llenaba de orgullo al contemplar que todo mundo aun seguía al pendiente de ella.

Y es que, esos jeans negros ajustados le sentaban de maravilla, ni que decir de sus elegantes zapatillas cafés de altos y afilados tacones y culminar con una blusa a rayas de mangas largas. La chica no tenía que romperse la cabeza ni tardar horas y horas en decidir que vestir; al final, el resultado siempre era el mismo; sencillamente causaba sensación y protagonismo.

Era ya su tercera cerveza en cuanto se dio unos minutos para ir al baño y regresar por su cuarta cerveza. No había peligro; ella sabía muy bien su ritmo de beber y vaya que daba pelea y lo más importante; su plan como siempre ya estaba tejido y su plan siempre funcionaba.

Un chico moreno y apuesto se iba con la cabeza gacha al ser rechazado con un gesto despectivo por la bella Alejandra; era el cuarto que mandaba a dormir pues esa noche pensaba elegir al quinto, por eso de que no hay quinto malo y bla bla bla.

Había decidido premiar al quinto candidato a gozar de su belleza y de una noche desenfrenada de sexo, pasión y perversión; pensando como siempre en su placer, luego quizás de nuevo en su placer y solo por si daba algo de tiempo, una vez más en su placer.

A tiempo que solicitaba su quinta cerveza, también el quinto candidato hacía acto de presencia dispuesto a no marcharse hasta lograr cortejar a la chica y para su alegría, la chica aceptó su compañía y que liquidara su cuenta.
Dos, tres, cuatro piezas le concedió de baile haciéndolo enloquecer a él y a todos con el ritmo de sus caderas; entonces hablándole con la lengua ya media trabada, le propuso continuar la aventura en otro sitio.

— ¿Carlos, verdad?;

— Sí, Carlos.

— ¡Bien Carlos, verás, no quiero ser aguafiestas pero aquí como que ya me fastidié, digo, igual y podríamos ir a otro lado!; ¿No?— concluyó tropezando y yéndosele encima al chico, haciéndolo vibrar por completo al rozarle los labios con los suyos y besarlo suavemente.

— ¡Pero por supuesto!— respondió Carlos— ¡Demonios y pensaba quedarme a ver esa pinche porno que ya he devorado mas de tres veces!— se decía en su interior el chico felicitándose en cambiar de parecer al final y acudir al antro.

Con unas bebidas más para el camino; Alejandra lo convenció de ir en su auto y que él manejara para que ella recobrara energías y Carlos terminó por acceder al tener el primer contacto con el cuerpo de Alejandra justo frente al auto.

Carlos la sujetó por la cintura y la sentó en la parte trasera y sin perder tiempo comenzó a besarla, a palpar y comprobar la calidad de los atributos, comprobó que las nalgas, los pechos, todo era de ensueño. Su miembro reclamaba furioso salir de su prisión.

Carlos no se lo podía creer. La chica accedía sin pudor alguno y besándose sus lenguas se encontraron jugando a comerse una a la otra. ¡Tendría que culminar en el mejor polvo de su vida!; pensaba interiormente Carlos.

Sí a la chica se le habían pasado las copas, si después llegaba el arrepentimiento; eso era después y no sería su culpa; él solo estaría aprovechando su oportunidad al máximo y oportunidades como esa no eran todas las noches.

Bien que lo sabía el travieso y calenturiento Carlos a lo que sin rodeos le propuso culminar en un hotel lo que ya habían iniciado prácticamente en la calle ante la vista de algunos curiosos que al igual iban retirándose del antro, pero sin ninguna prisa al salir y percatarse que a una esquina, un afortunado se devoraba a una chica que ya casi y se quedaba sin blusa.

Para Carlos el panorama no podía ser mejor en el momento en que la misma Alejandra le informó que justo conocía el lugar indicado a donde ir. Un sitio acogedor, íntimo y sobretodo, reservado; exacto para pasar y disfrutar una noche pasional.

Carlos apenas y se concentró en conducir ante lo excitado que se encontraba, mas aun que en todo el trayecto Alejandra no dejó de acariciarle la polla para que ésta no perdiera condición. ¡Y cómo diablos iba a perderla estando en poder de tan delicadas manos y tan experimentada lengua!;

Alejandra se encargó de la recepción mientras que Carlos aguardaba sin poder disimular su sonrisa de triunfo que sería mayor en cuanto ejecute el acto de follarse a esa fina mujer, que por muy fina, no podía ocultar lo zorra; eso pensaba Carlos que sin ser la octava maravilla tampoco se encontraba tan mal físicamente a lo que dedujo que la chica estaba cediendo en base a que se había excedido en beber y eso para él, le venía de maravilla.

Ya en el cuarto; Alejandra le ofreció una de esas bebidas energizantes, pues le dijo que deseaba en verdad una noche salvaje a lo que en lo que ella se metió al baño a mear, Carlos se tomó la bebida de golpe y de golpe cayó fulminado, pues el contenido era todo, menos una bebida energizante.

Alejandra salió del baño silbando alegremente mientras se iba quitando los zapatos y los jeans para mostrar sus finas bragas color rosa. Su sonrisa fue en aumento al notar que Carlos estaba fuera de combate en la cama, justo como ella lo quería; indefenso, consciente pero con la mente un poco distorsionada.

Alejandra continuaba sonriente, solo que ya su sonrisa pintaba a ser cruel, perversa tan solo de pensar y saberse de memoria lo que se venía.

Con toda la calma del mundo pues la noche ahora sí empezaba para ella, extrajo de unos cajones como si de su casa se tratara, sabiendo exactamente en donde encontrar lo que requería; unas cuerdas y con ellas sujetó perfectamente manos y pies al ahora inocente Carlos.

Las manos se las ató por detrás para causarle mayor molestia y midiendo muy bien los tiempos. La verdad era que esto, para Alejandra ya era un juego aunque no de niños; había echo ingerir al joven justo la dosis necesaria de aquel anestésico, lo primordial para que ella pudiera inmovilizarlo y dejarlo a su merced a lo que sin mayor problema lo hizo reaccionar montándose encima de él y propinándole unas cuantas cachetadas.

— ¿Pero qué rayos?— fue lo que atinó a decir Carlos en cuanto recobró por completo el sentido y se observó en primer plano desnudo y en segundo atado.

— ¡Shhhhhhhhttt!— le aconsejó Alejandra que se encontraba de pie frente a él, apuntándole con un revólver.
Carlos pensó rápido y por supuesto que se asustó a lo que dedujo que todo había sido una trampa y que se trataba de un asalto. Sí, había sido una trampa y también se trataba de un asalto pero no financiero sino carnal.

— ¡Maldita puta, toma mi billetera y déjame ir pero no me lastimes, tengo familia, hijos, venga coño qué esperas!;

— ¡Cállate perro!— le exigió una segura y excitada Alejandra, hablando tranquila pero firme— ¡Ya se que tienes familia Carlitos, he revisado tu billetera y te aseguro que se mucho de ti, como por ejemplo, que te dedicas al narcomenudeo!;

— ¿Queeeeeeeeee?; ¡ESTÁS PENDEJA!; ¡De qué mierda hablas!;

— ¡Mira Carlos!, mejor dirígete a mí como Agente Especializada Alex9; es algo así como un sobrenombre— le comunicó divertida para de nuevo fruncir el rostro en clara muestra de darle seriedad al asunto.

— ¡No, esto es una equivocación, yo no vendo drogas, yo…!

— ¡Uy, eso no es lo que me dicen tus pertenencias en donde te encontré esto!— lo cortó al momento que le mostraba sus pantalones y extraía de los bolsillos varios plásticos engrampados con droga.
Carlos quedó rojo y mudo por unos instantes, el pobre chico se estaba muriendo de puro susto.

— ¡Sí Carlos, te espera un triste futuro en prisión!;

— ¡Noooooooo!— gritó ésta vez aterrado— ¡Te lo juro yo no, yo no, no se como, por Dios, créeme!;

— ¡Siiiiiii claro eso dicen todos!— se burló de él— ¡Bueno, ni hablar, llamaré a mi superior, fuiste presa fácil!;

— ¡No no no por favor espera!— le habló suplicante al ver que la chica ya marcaba un número en su celular— a todo esto; ¿Por qué diablos estás en bragas?— le preguntó de repente Carlos.

— ¡Ahhhhh es para ponerle mas picante, para darte algo de protagonismo, pues diré que el plan estuvo a punto de fallar y que por nada abusas salvajemente de mí, ya sabes, para joderte con unos cuantos años mas de prisión!— se burló sin consideración a lo que con razón el joven enfureció.

— ¡MALDITA MALDITA!;

— ¡Cáaaaaaaaallate o te vuelo los sesos!;
Enseguida la chica dejó un momento su celular para tomar una cámara y fotografiar todo; a Carlos desnudo y atado, su ropa, la droga. El muchacho se desesperó.

— ¡Por favor esto es un error por favor tiene que haber una explicación Agente Alex9, le juro que yo no soy un narcotraficante!;

Alejandra le había dado la espalda, lo estaba atormentando, aun mas, tratando a toda costa de evitar carcajearse de aquel pobre chico y restarle suspenso a la situación.

— ¡Mmmmm estás acabado chico créeme que me apena pero ni hablar!— continuaba la bella Alejandra infundiendo temor en aquel joven— ¡Bueno!, no queda mas que hablarle a tu familia, ojalá y tu esposa te visite en prisión.

— ¡Nooooo esto es un atropello, es una injusticia, no puede estar ocurriendo!— decía Carlos lloroso.

Alejandra lo ignoró. Disfrutaba lo que hacía y de alguna manera esperaba mucha mas resistencia por parte del joven como sucedía en otras ocasiones con otras victimas, pero ésta vez no fue así. Carlos era demasiado inocente en ese aspecto, incluso era un año menor que Alejandra y el chico estaba destrozado emocionalmente, aterrado al pensar que por error o lo que sea, estaba a punto de ir a prisión y por asunto de drogas.

Si no lo mataban en prisión; lo mataban su madre, esposa y suegra incluida a lo que al no encontrar otra salida, lastimosamente el chico rompió a llorar con lo cual no solo sorprendió a Alejandra sino que la divirtió y aunque tantito, también la conmovió.

— ¡Por favor no quiero ir a prisión, soy inocente te lo juro por piedad no me entregues por piedad!— le suplicaba muerto en llanto, el pobre chico era un mar de lágrimas.

— ¡Órale!— expresó Alejandra risueña al ver tan patético espectáculo, el cual el chico apenas iniciaba pues en su desesperación brincó de la cama y al estar atado de pies y manos le fue imposible controlarse a lo que torpemente cayó llevándose un fuerte golpe en la quijada justo ante los pies de la bella Alejandra.

— ¡POR PIEDAD POR PIEDAD NO ME ENTREGUES!— era el grito de guerra que emitía el angustiado Carlos.

— ¡Tendrías que cooperar conmigo!— le lanzó quisquillosamente la perversa muchacha, sonriéndole ya con cierta malicia, riendo en su interior al ver lo fácil que le estaba resultando ésta vez someter a su victima.

— ¡Sí, lo que quieras pero no me entregues!— suplicó el joven.

— ¿Lo que quiera, en verdad estás dispuesto a cooperar?;

— ¡Sí!— confirmó el chico su respuesta.

— ¡Bien, en ese caso, bésame los pies!— le habló sin rodeos una sonriente Alejandra al momento que le acercaba su pie a la cara al joven. Carlos alzó la cara y la miró molesto y extrañado.

 — Dijiste que cooperarías; bien, eso es lo que quiero; ¡Bésame los pies!, venga chico, si ya lloraste ante mí como una cenicienta qué mas da que ahora me beses los pies— se burló de él.

Carlos titubeó pero sin demorarse tanto terminó por sucumbir y aunque con cierta repulsión, besó los pies de Alejandra y no apartó los labios hasta que la chica se lo permitió y eso fue después de que se rió a gusto de él pues primero se había cubierto la boca con sus manos, tratando de contener su risa pero terminó carcajeándose al contemplar lo ridículo que lucía aquel chico miedoso, desnudo, atado y lloroso besando sus pies.

— ¡Bien!— exclamó Alejandra que las caricias de los labios de Carlos en sus pies no hicieron otra cosa que estimularla y excitarla ante la situación. Le gustaba aquella sensación de poder que experimentaba, sabía que era la dueña del momento y que al chico en turno no le quedaba de otra que someterse a sus deseos y caprichos y eso ya era motivo suficiente para excitarse.

— ¡Bien Carlitos, tranquilo, viniste aquí por una noche de sexo, de placer y la tendrás, solo que de un modo diferente!— le decía Alejandra mientras revisaba en unos cajones y seguido se dejaba caer sentada sobre la cama, levantó un poco el trasero y ante la sorpresa de Carlos, se bajó las bragas y comenzó a acariciarse su sexo con sus manos.

La chica se palpaba toda su zona íntima con su mano de arriba para abajo, con movimientos circulares, se estaba masturbando.

— ¡Esa mujer está loca, por Dios, tiene que ser una broma!— pensó Carlos mientras veía reflejada en la mirada de Alejandra el rostro de la lujuria, de la malicia, de la perversión. Solo ella sabía y sentía el placer que se proporcionaba.

— ¡Acércate Carlos!— le pidió con la voz un tantito agitada. El chico no se movió a lo que Alejandra lo llamó una vez mas golpeando en el piso con su pie.

— ¡Que te acerques te digo!; ¿No querías tu oportunidad?; ¡Bueno, pues no la desperdicies!;

El chico titubeó pero obedeció; se encontraba a escasa distancia del sexo de la muchacha; ésta sonrió y le ordenó suavemente— ¡Huele, huele chico!;

Carlos tragó saliva pero ante las extrañas expresiones de la joven, estiró el cuello y pudo apreciar y sentir todavía mejor la esencia húmeda y concentrada que provenía de aquella vagina.

Alejandra se pasó los dedos por su sexo y sin pensárselo se los metió en la boca a Carlos; éste trató de echarse para atrás pero la chica lo sujetó con firmeza por el cabello con su otra mano a lo que prácticamente lo obligó a chuparle los dedos y saborear sus fluidos mientras le explicó claramente lo que esperaba de él.

— Mira chico, si te portas bien, saldrás bien de aquí, de lo contrario, directo a prisión, ahora no quiero preguntas, no quiero que hables, quiero tu lengua aquí— le señaló su húmedo sexo— ¡Para mi placer y mas vale que me satisfagas, de lo contrario te meto una bala en el culo antes de enviarte a prisión o al panteón, venga!;

Carlos ya no esperó mas; la situación era demasiado confusa para él, demasiado pero atado y desnudo poco o nada podía alegar y la chica había sido clara así que no le quedaba de otra que aplicarse o aplicarse.

Trató de concentrarse y dio inicio a acariciar y estimular aun más a la chica con su lengua que le iba indicando lo que deseaba y cómo lo deseaba.

— ¡Despacio Carlos, bien así, no no no, despacio, eeeeeeeyyyy siiiii asiiiiiiiii!;

El chico en lo suyo. Lamió, se empleó en proporcionar placer a aquella joven que en realidad no conocía pero que en ese momento lo tenía prisionero.

— ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!; los gemidos hicieron acto de presencia. Alejandra apartó de un bofetón por un momento a Carlos y de nuevo comenzó a estimularse con sus manos, en cuanto lo deseó de nuevo usó la lengua de Carlos.

— ¡Mmmmmmm sí asiiiiiiii que delicia ahhhhhhhhhhhh!;

Alejandra logró un poderoso orgasmo, el primero de la noche. La chica disfrutaba del sexo a su manera, muy a su manera pero siempre encontrando el placer total que la satisfacía.

No había descanso, la chica se acariciaba sus pechos, su sexo, jalaba a Carlos por los cabellos para lo mismo, para pegar su rostro a su sexo y que la lengua del chico hiciera también lo propio. Gemía, sudaba, pasaba de la poderosa excitación al todavía mayor poderoso orgasmo. Estaba disfrutando su noche, la estaba gozando.

Alejandra terminó de momento estirada sobre la cama con su corazón aun latiendo aceleradamente y con la cara de Carlos aun pegada a su sexo.

— ¡Si ese era el precio a pagar para salir de ahí pues a final de cuentas no había estado nada mal!— pensaba Carlos pero Alejandra no pensaba lo mismo— ¿Me desatas?— preguntó Carlos con una expresión mezcla de temor, miedo y nervio.

Alejandra lo miraba con curiosidad, ese chico era diferente, demasiado inocente, nada que ver con lo liberal y seguro que se le veía actuar en el antro; la chica le sonreía con picardía y malicia. Aquellos orgasmos y aquel placer al que el mismo Carlos contribuyó con su lengua, apenas despertaron en Alejandra sus oscuros y perversos deseos.

Cada fin de semana, llevando ya unos meses, la chica hacía la misma trayectoria de recorrido; acudía a un antro, estudiaba a su victima, lo seducía y se lo llevaba al mismo hotel para obligarlo a que le proporcionara placer y después quebrarle su masculinidad y orgullo de hombre sodomizándolo y eso era lo que se seguía.

Generalmente por experiencia de la propia chica, sus victimas se resistían ante la estafa de llegar con la idea de tener una noche desenfrenada de sexo con aquella putilla como la catalogaban y ¡Zas!; se llevaban un golpe en las narices al reaccionar ya tarde y verse prisioneros a merced de la chica y sus deseos.

A Alejandra le encantaba jugar con sus victimas a engañarlas, la excitaba aquella sensación de poder y autoridad que ejercía al dominar a los hombres; era su forma de disfrutar y ejecutar su placer y vaya que lo disfrutaba. Ni ella sabía bien el por qué de las cosas, solo entendía a la perfección que lo disfrutaba al máximo y que desde hacía un buen tiempo que tenía el mismo sueño todas las noches a lo que de un sueño se convirtió en fantasía para culminar en volverla realidad.

— ¡Aun no Carlitos!— le contestó Alejandra ante la insistencia del chico de que lo desatara.

— ¡Si vas a robarme ya te dije que te lleves mi billetera pero ya déjame ir, ya te complací!— le reclamó el joven.

— ¡Que no voy a robarte coño, soy agente, no lo olvides y para tu información disfruté mas con mis dedos que con tu lengua!, pero no te apures, tu lengua ya me servirá para otra labor y hablando de complacer, veamos si con esto te esmeras mas, aunque aquí no hay mucho que hacer, mas bien dejarse hacer jajajajajajajajaja— se rió cruelmente la perversa chica al momento que se daba la vuelta y le mostraba a Carlos después de estar revisando en un cajón, un asombroso y poderoso arnés – consolador.

La cara de Carlos; ¡Dios!, se hizo para atrás aterrorizado, el chico temblaba, era inocente pero no imbécil a lo que al ver tremendo artefacto sabía lo que era e intuía para quien o contra quien lo usarían.

— ¡Grita si quieres Carlos, te aseguro que nadie te auxiliará pero yo que tú no lo hacía por que te aseguro que en un momento vas a gritar y mucho aunque no quieras!;

Carlos temblaba de pies a cabeza. Alejandra sensualmente se acomodó aquel arnés – consolador y ante la vista de Carlos, se encontraba imponente con el arnés puesto y las tiras de cuero rodeando las piernas y caderas, brillando ante los ojos del asustado chico.

Justo en ese momento, como si todo estuviese controlado y lo estaba, tocaron a la puerta; Carlos ahogó el grito tratando de suplicar a Alejandra que no abriera pero las palabras no le salieron de lo nervioso que estaba.

La chica abrió y para mayor sorpresa de Carlos, un jovencito presumiblemente empleado del hotel, entregaba una charola con algunos bocadillos y cervezas.

— ¡Ponlas en la mesa idiota, pareces nuevo!;

— ¡Sí ama, perdón ama!;

— ¿Ama?, ¿Qué rayos era todo esto?— se cuestionaba en su interior Carlos y mas se estremeció al ver que de la charola, por una orilla estaba tan bien acomodado un látigo.

El jovencito, que como bien lo reprendió Alejandra, no era nuevo en esto, depositó la charola en la mesita de centro y al instante se arrodilló, se postró en el piso.

— ¡ARRÁSTRATE A MIS PIES YA SUCIO ESCLAVO!— le ordenó cada vez mas excitada Alejandra mientras deslizaba su mano acariciando su polla de látex.

El jovencito sin preocuparse por la presencia de Carlos, gateó hasta llegar ante los pies de Alejandra y se los besó con humildad.

— ¡Ahora adora mi polla!— fue la siguiente orden. El joven actuando como robot, alzó la cara pero sin mirar a Alejandra y se aplicó a abrir la boca, a chupar aquella polla, a meterse los aproximadamente 22 centímetros en la boca, besó la polla, la lamió; hizo lo que su ama le ordenó, ¡Adoró su polla!; mientras la bella Alejandra se reía de él.

— ¡Bien perro bien, vas mejorando, muy pronto te podré expedir tu diploma de experto chupapollas, ahora largo que tengo carne fresca y virgen!; de dos patadas en el culo Alejandra despidió al joven. Enseguida tomó una cerveza y con la otra mano se armó con el látigo, lo agitó en el aire y ¡Zas!, impactó contra la cama.

— ¡Ayyyyy!— gritó Carlos jurando que el golpe iba para él.

— Jajajajajajajajajajajajaja— se rió a gusto Alejandra del pobre chico.

— ¡No Carlitos éste era de prueba, éste sí va para ti, zasssssss!— lo dicho, le propinó el primero de muchos latigazos que cayeron inmisericordes sobre la desnuda e indefensa piel del chico que de nueva cuenta lloraba intensamente.

— ¡DETENTE POR PIEDAD DETENTE NO HE HECHO NADA MALO POR PIEDAD!;

— ¡Bien, buen chico entonces quietecito y cooperando si no quieres probar de nuevo el látigo!— le dijo malvadamente Alejandra mientras se terminaba su cerveza y se preparaba para cerrar con broche de oro su noche, una noche mas de alcohol y de perversión.

Solo Alejandra sabía y sentía el grado de excitación y placer al actuar de la manera que le gustaba ser, tomando en cuenta que para su placer contribuía notoriamente su doble arnés – consolador puesto que el vibrador que contenía le estimulaba el clítoris y la haría disfrutar aun mas de la penetración mientras sodomizara al inocente Carlos.

Carlos desde el momento en que salió del antro acompañado de la bella Alejandra no pensaba mas que en vivir una noche de ensueño y ya se frotaba las manos de lo orgulloso que se sentiría al presumirle a sus amigos tal aventura, sin embargo el pobre experimentó la mayor humillación física, moral y mental en su vida.

Alejandra fue cruel y perversa, jugó y se divirtió con él destrozándolo en todos los aspectos, en especial atacó sin piedad su orgullo, su masculinidad, su hombría.

La malvada muchacha dio inicio jugando con su ano de Carlos al introducirle los dedos de la mano enfundada en guante de látex y lubricante, lo violó salvajemente sin piedad, lo sodomizó por detrás y con las piernas abiertas, lo sodomizó tumbado sobre su espalda y con las rodillas semiflexionadas sobre su cabeza; esa postura a ella le encantaba pues podía verlo a la cara y él a ella mientras lo humillaba sodomizándolo y haciéndole ver cuanto placer le producía a ella ejecutar tal acto.

Lo peor es que Carlos no supo la razón pero el caso fue que el pobre contra su voluntad llegó al orgasmo debido a que el arnés – consolador excitó su próstata. Cada empujón de las caderas de la muchacha equivalió a una violación al ano de Carlos.

Alejandra lo usó, lo penetró con lujuria y pasión por que en verdad se volvía loca y se excitaba tremendamente al gozar, al ejercer tal posición, al dominarlo y someterlo sabiendo que lo dañaba física y psicológicamente. Era toda una mezcla de sensaciones diferentes; la amarga experiencia terminó para Carlos hasta que Alejandra consideró que ya era suficiente por esa noche.

Carlos sufrió por que fue forzado contra su voluntad y eso era lo que tanto excitaba a Alejandra, le encantaba y por lo tanto a ella le resultaba erótico y perverso. La chica concluyó su noche follándoselo bocabajo, sujetando su cabello y de nuevo le dejó ir los 22 centímetros en su culo sin preocupaciones, sin dudar; lo violó con profundas y penetrantes envestidas hasta que ella misma intentó asimilar lo que le debía doler el culo al pobre Carlos que a esas instancias ya había empapado las sábanas con su sudor y sus lágrimas.

— Jajajajajajaja, ¡Así perro para eso me gustan los hombres, para verlos llorar como niñitas!; ¿Dolió Carlitos?; ¡Uy ese culito te va a doler algunos días!— se burló de él sintiéndose atrapada aun por la lujuria que despertaba en ella tal acto y se sentía orgullosa por que cada vez disfrutaba mas y las cosas salían de maravilla.

— ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh queeee bieeeeeeeeennnn!— gritó Alejandra que masajeándose el coño había logrado otro fabuloso orgasmo mientras Carlos seguía tumbado en la cama llorando amargamente de dolor y humillación, mirando aterrado el arnés – consolador, su longitud y grosor; apenas y creía que con aquel artefacto le hayan destrozado el culo por alguien tan inocente y dócil como aparentaba ser Alejandra.

Tan mal estaba el pobre Carlos que no se veía para cuando reponerse mientras que Alejandra ya se había fumado un cigarrillo, ya había disfrutado de otra cerveza, ya se había dado un refrescante baño y ahora se acomodaba de nuevo la ropa, se sentó cómodamente en un mueble después de ajustarse los jeans y cruzando una pierna sobre la otra elegantemente, miró con burla y a la vez con cierta pena al chico.

— ¡Acércate Carlos, venga carajo!; ¿No quieres que te desate?;

El joven verdaderamente causaba pena al seguir llorando como un niño, se armó de fuerza y bajó torpemente de la cama.

— ¡De paso alcánzame mis zapatos!;

— ¡Cómo coño que estoy amarrado!— le reclamó lloroso el joven.

— ¡Los tomas con los dientes y te acercas arrastrándote así como si fueras un gusanito!— le propuso divertida Alejandra.

El chico la miró con rabia pero ante el ademán de la muchacha de pretender tomar el látigo, Carlos optó por complacerla; total, si ya le habían dado por el culo; ¡Qué mas daba humillarse ante la misma hermosa muchacha llevándole sus zapatos colgando entre sus dientes! Y así lo hizo.

Alejandra se sonreía y se levantó después de ponerse los zapatos para contemplar mejor a Carlos a cuatro patas, humillado ante sus pies; entonces se fijó en que estos se encontraban ligeramente empolvados y a ella le gustaba que sus zapatos brillaran de limpios.

— ¡Chico!— le habló firme y burlona— ¡Limpia mis zapatos con la lengua!; te dije que no me complaciste como yo esperaba, así que cuando menos espero que tu puta lengua sirva para limpiar mis zapatos, venga, quiero ver trabajar tu lengua a menos que quieras experimentar de nuevo el dolor en tu traserito.

El chico la miró ofendido pero a medida que Alejandra le advirtió, sintiendo pena de sí mismo, se humilló y luciendo ridículamente a cuatro patas, postrado a sus pies pegó el rostro sobre los zapatos de la joven y se dispuso a lamerlos una y otra vez.

— ¡Bien chico, te tengo buenas noticias, primero, no soy detective ni agente ni nada que se le parezca!;
Carlos levantó el rostro sorprendido y al instante Alejandra le cruzó la cara de un latigazo.

— ¡CONTINÚA LAMIENDO MIS ZAPATOS PERRO!; la cruel chica se sonrió al verse obedecida, inclusive un temeroso Carlos incrementó el ritmo de trabajo con su lengua.

— ¡Bien, segundo, tú eres tan solo uno mas que ha caído en mi juego, el cual llevo ya un tiempo considerable ejerciéndolo, te aseguro que lo que me sobra es experiencia en esto!;

— ¿Recuerdas el chico de la barra?; ¡Es mi esclavo!, él se encarga de controlar y cambiar mis bebidas para aparentar que ya estoy ebria y lograr fácilmente que imbéciles como tú se acerquen confiados.

— El recepcionista, el chico de la entrada del antro y el chico de servicio, el que trajo las cervezas; también han pasado por lo mismo que tú, o sea, ¡También son mis fieles esclavos! Y ahora tú lo eres también.

— ¡Así es Carlos, colecciono esclavos y créeme que es muy divertido para mí, no para ustedes!— se rió de él— Y para que lo vayas asimilando, todo está grabado, todo, desde que entramos a la habitación hay una cámara que guarda todo, súmale a eso las fotos que te he tomado así que ándate con cuidado y no te quieras pasar de listo pues una estupidez y todos; familia, amigos y trabajo se enterarán de cómo lloras mas fuerte que un recién nacido oh y de cómo gemías mientras te perforaba el culo.

— ¡Aparta!— le dijo pateándole la cara— Bueno Carlos, debo irme; ¡Abre la boca!;

El chico quiso maldecir, insultar pero tal era su asombro que no lograba articular palabra. Abrió la boca y Alejandra sacó de su bolso una polla de hule, se la metió en la boca y se la aseguró con cinta.

— ¡Bien chico no te apures, ya vendrá uno de mis esclavos a liberarte, a consolarte y adentrarte mas en tu nuevo rol por que te aseguro que soy muy exigente, bien bye y pronto tendrás noticias de mí!— dicho esto encendió un cigarro y se marchó de la habitación, cruzó el pasillo y al salir del hotel le sonrió al recepcionista guiñándole un ojo; el chico le sonrió con el debido respeto y bajó la mirada al ver pasar y salir a su ama.

Alejandra abordó su auto feliz, había sido una noche perfecta, una mas; sabía que al otro día de nuevo sería a sus 23 años la hija de papi y mami, sabía que de nuevo se vería enrolada a obedecer ciertos lineamientos impuestos por sus padres, conservadores y firmes en según ellos, educar correctamente a su hijita, a la todavía inocente niña de sus ojos.

Alejandra sabía que a media semana, de nueva cuenta se encontraría asqueada de tantas lecciones de moral y rectitud por parte de sus padres pero no le importaba y se sonreía por que cada vez sus esclavos aumentaban y los controlaba de una manera fabulosa.

Tan solo deseaba que llegase otro fin de semana para dar rienda suelta a su imaginación; para ser otra, para convertirse en quien quería ser y como era en realidad; esos días rompía y quebrantaba toda regla iniciando con unas frías cervezas y terminando extasiada de placer, pasión y lujuria después de lograr poderosos orgasmos que le producía el poder que ejercía al dominar a sus victimas, en especial lo que disfrutaba destrozando culos y dignidades.

¡Sí!; esa noche había llegado a su fin y la verdad le pareció extremadamente corta. ¿O sería acaso que cada vez exigía mas a sus victimas?; mejor dicho según ella, afortunados; el caso era que esa noche había finalizado y podría sin duda dormir tranquila, como un angelito pensando en que pronto llegaría otra noche, otra mas y la aprovecharía al máximo.

Se excitaba de nuevo al pensar en ello y lo perversa y traviesa que se sentía al comportarse de aquella manera. La bella Alejandra sonreía feliz anhelando pronto en ver llegar otra noche para disfrutar tal y como disfrutaba todas sus noches de alcohol y de perversión.

FIN.

BLACK.

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