sábado, 10 de abril de 2010

EL ENGAÑO 2

Una vez dentro de la lujosa oficina, la dichosa y misteriosa nieta de doña Graciela se encontraba sentada cómodamente en su reconfortable mueble de modo que les daba la espalda al momento de oír los pasos y la llegada de su abuela y Gustavo; enseguida se fue volteando muy lentamente, Gustavo que en verdad se encontraba invadido por el pánico y los nervios había entrado con la mirada totalmente clavada al piso por lo que fue alzando el rostro como si en verdad no deseara hacerlo, pausadamente a lo que pudo apreciar en primer plano unas finas zapatillas negras cerradas de altos tacones, una pierna cruzada sobre la otra, piernas perfectas, muy bien formadas, una falda negra corta y un saco y corbata al igual negros con blusa azul oscuro por debajo del saco, mirada perversa mezcla entre demonio y ángel, hermosa morena, delgada, de ojos negros, cabello lacio y largo en un tono rojizo, ¡oh por Dios!, Gustavo se fue para atrás totalmente petrificado, fulminado por la impresión,¿era imposible?, no, no lo era; ¡era Andrea!;

Era Andrea quien estaba sentada al frente del negocio, radiante y tan elegante quien con una bella sonrisa los saludó— ¡hola abuela!, enseguida hizo una pausa continuó con la bella sonrisa plasmada en su rostro pero ésta vez se expresó con lástima— ¡hola Gustavo!;

¡Hola preciosa!— le respondió excitada doña Graciela para que al instante se dirigiera mas que burlesca hacia su temeroso acompañante— ¡Gustavo, mi única y hermosa nieta, mi mayor tesoro, Andrea!; ¿se conocían verdad?, jajajaja— doña Graciela había dejado de hablar por un momento, lo justo para carcajearse a su antojo y a continuación darse respuesta ella misma a su interrogante— ¡por supuesto que se conocen, ay Gustavo caíste como el mas perfecto imbécil ante los encantos de mi hermosa nieta!— concluyó mirando a Gustavo con una expresión de burla total difícil de imitar.

Gustavo temblaba de pies a cabeza, en su mente se había formado una mezcla de sentimientos confusos entre amor, odio y miedo ante la presencia imponente de la hermosa Andrea, todo estaba sucediendo muy rápido, tan rápido que a Gustavo le resultaba imposible de pensar y tratar de asimilar y entender tan confusa situación. Andrea se puso de pie para que Gustavo pudiera admirar aún mas su belleza, en especial y como lo permitía su ajustada falda, sus bien formadas piernas que resaltaban al lucir sus finas y altas zapatillas y ante un desconcertado Gustavo que oyó atento con el rostro desencajado como doña Graciela le explicaba lo que estaba mas que claro mientras Andrea no dejaba de sonreírle a la vez burlona a la vez coqueta.

Gustavo había caído en el juego, en un juego cruel ideado por doña Graciela, más bien por su perversa nieta. La misma doña Graciela había contado a su nieta su situación laboral y entre ellas planearon que Andrea se infiltrara en la compañía para seducir, enloquecer y posteriormente destruir por completo la vida de Gustavo y la primera parte estaba cumplida.

¿No dices nada mi amor?— se burló Andrea de Gustavo sin remordimiento alguno, por lo contrario, riendo alegremente mientras cruzaba los brazos y golpeaba suavemente en el piso con su tacón a modo de berrinche; éste se le quiso ir encima— ¡maldita, maldita zorra!— gritó Gustavo fuera de si, presa de la indignación que sentía y tratando de contener sus lágrimas ante semejante burla de la cual estaba siendo objeto.

¡Eyyyyyy!— se expresó divertida Andrea que ni siquiera se había preocupado por la reacción de su ex novio aunque por aquello de las malditas dudas se armó con un florero al verse en desventaja con el joven si de fuerza bruta se trataba— ¡cuidadito Gustavo!, digo, ¿Por qué te empeñas en hacer mas estupideces?, ¿no te basta con la situación en la que te encuentras?; jajajajaja, ¿Qué quieres, matarme?, sabes que eso es imposible, además en éste momento las chicas están pendientes de todo y a una señal irían por seguridad o sea que ni lo pienses, por otro lado ¡no puedes morder la mano de la única persona que si quiere, puede salvarte o sea yo!— concluyó risueña Andrea y muy orgullosa de si misma.

Gustavo no se la terminaba de creer, Andrea lo había traicionado, ¡claro!, era la nieta de su peor enemigo y el tan imbécil nunca se le ocurrió siquiera sospechar ligeramente de la joven, a decir verdad el plan fue perfecto, la chica alteró los informes entregando una verdadera porquería el de el y algo mas que impecable el de su abuela Graciela y ahora se sentía en sus manos, en el poder de aquella cruel joven que había jugado y manipulado sus sentimientos a la medida de su antojo ¡pero no!, no estaba dispuesto a doblegarse ante ella, quizás lo hubiese echo ante doña Graciela y ante su nieta pero no imaginando que se trataba de Andrea que tan solo se había burlado de el y lo había llevado de la mano al fracaso y el tan idiota no solo cayó redondito sino que no dejó un momento de pensar en ella y en el amor que le continuaba teniendo y no dudó ni un momento en defenderla pues lo hubiese echo a capa y espada si la misteriosa nieta y doña Graciela hubiesen pretendido hacerle daño ¡ironías de la vida!, pero ahora a como pintaban las cosas no le daría el gusto de verlo acabado aunque el panorama lucía difícil para el.

¡Bueno ya!— exclamo con fastidio Andrea— vamos al grano que como puedes ver estás en mis manos y por lo tanto……

¿Qué quieres que haga?— la cortó Gustavo mirándola con cierto rencor y en verdad indignado pero a la vez impotente ante ella pues aunque Gustavo pretendía firmemente no sucumbir ante ella, eso resultaba ante su situación imposible y ambos lo sabían, sabían muy bien quien se encontraba a merced del otro no solo en términos legales sino también emocionales y eso era aún mucho mas complicado de tratar.

¡Muy bien!— le respondió Andrea entusiasmada y esmerándose en emplear un tono de lo mas burlón— ¿Qué quiero que hagas?, ¡pues tu que crees después de todo el tiempo que te la pasaste fastidiando a mi abuela y que ella desconsolada me lo platicaba!, bueno pues como mínimo, digo, para comenzar, ¡quiero que te humilles ante mis pies y me supliques que te ayude!, ¡arrodíllate, arrodíllate ante mi y ante mi abuela Gustavo y ruéganos como un miserable para que te ayudemos!— fue la mas que petición, mandato de la chica que cada vez se le notaba mas excitada con la situación.
Gustavo tan solo atinó a reír nerviosamente y a contestarle torpemente intentando no trabarse al hablar y en especial a mantener una postura firme y segura aunque en su interior se sentía incapaz de lograrlo— ¡ni lo sueñes maldita loca!— enseguida hizo ademán de retirarse. Doña Graciela permanecía en silencio observando mientras que Andrea tomaba de nuevo el control de las cosas.

¡No es necesario que te marches!— se dirigió Andrea hacia Gustavo mas no a modo de amenaza sino de simple observación aunque ello bastó para dejarle en claro su complicada situación— ¡la policía ya está afuera esperándote!, ¿quieres pasar la vergüenza de que en unos momentos todo mundo sepa tu realidad?, la triste realidad del alguna vez todopoderoso Gustavo, te lo digo porque también llamé a la prensa y la tengo al igual afuera aguardando, porque verás queridito— le dijo esto último acercándosele y acariciándole la mejilla con su delicada mano provocando aún mas a Gustavo que apartó ofendido el rostro— todo el dinero que tomaste incluidos los créditos que solicitaste fue a cargo de la empresa o sea que me lo debes a mi y a mi abuela así que piénsalo Gustavo, no te queda de otra mas que atenerte a nuestro capricho y que te adelanto será muy cruel para ti y placentero para nosotras, ¡decide de una vez y no me hagas perder el tiempo!;

Gustavo mostró una expresión de furia en su rostro y se acercó decidido hacia Andrea que se exaltó un poco ante la clara expresión de éste pero enseguida la chica se tranquilizó y hasta se relajó al contemplar como la mirada de furia desaparecía por completo en la cara de Gustavo para cambiarla por una de preocupación, de tristeza, ¡por una mirada perruna que lo único que ansiaba era una migaja de atención de su dueña!, en éste caso Gustavo interpretaba a un pequeño cachorro perdido y Andrea a una hermosa ama, hermosa, joven y cruel.

Solo respóndeme algo, Andrea— le dijo Gustavo mirándola con sus ojos llorosos y tratando de lograr conmover a la chica con su mirada perruna que reflejaba a la perfección, para su infortunio tan solo estaba divirtiendo a la perversa joven— ¿llegaste a sentir algo por mi?, ¿siquiera me tienes un poquito de afecto?— le preguntó el joven Gustavo con la voz entrecortada, con el corazón en la mano esperando una respuesta y que al no recibir mas que una leve sonrisa por parte de Andrea la cual no supo interpretar si era sincera o sarcástica, continuó tratando de defenderse y justificarse ante ella por sus actos— ¡sí!, se que hice cosas horribles a tu abuela pero, ¡DEMONIOS!, ¡COMO COÑO IBA A SABER QUE ERA TU ABUELA!; en cambio a ti— hizo una pausa y respiró profundo para evitar llorar, el alguna vez altivo, orgulloso y prepotente Gustavo estaba siendo mas que sincero en sus palabras, Andrea lo había flechado de una manera mucho mas efectiva que de hacerlo con un poderoso hechizo, no había echo falta pues la sola figura de Andrea representaba un poderoso antídoto que absorbía por completo a quien se le diera la gana y Gustavo había experimentado el placer y la dicha de sus caricias, de sus abrazos, ¡de sus besos! Y tan solo estaba comenzando a pagar el alto precio quedando a merced de la perversa joven que en verdad disfrutaba al tenerlo en esa situación, al fin Gustavo se armó de valor para terminar expresándole lo que sentía por ella— ¡a ti te traté como a una Diosa por que eso es lo que representas para mi!, no lo puedes negar, ¡dime al menos que en tu interior sientes algo de amor hacia mi y te juro que no me importaría quedarme aunque eso signifique ser tu burla y la de tu abuela!— concluyó el joven de nueva cuenta a casi nada de que el llanto lo traicione.

Andrea por su parte también respiraba agitadamente pero no por temor a llorar o por desesperación sino por el contrario trataba de controlarse para no carcajearse frente al rostro afligido y la figura frágil de Gustavo, la cruel chica presentía que ya tendría tiempo de sobra para divertirse como nunca a costa del sincero amor de Gustavo a lo que por el momento quería jugar todo lo lento que pudiera con el, quería probar hasta que grado el antes arrogante Gustavo se iba a despedazar y a humillarse por amor ante ella. Andrea le sonrió cruelmente a Gustavo, no podía sentirse más alagada al ser testigo de que a pesar de todo el joven le confesaba su amor.

¡Quédate y lo sabrás!— fue la respuesta de la chica sin ocultarle sus perfectos dientes blancos y su cruel y coqueta sonrisa.

Gustavo se encontraba completamente perdido, ¿el culpable?, no era Andrea, era más bien el loco amor que sentía por ella con el cual no era nada sencillo de lidiar; Andrea tomó a su favor lo confundido y nervioso que Gustavo se encontraba y no le permitió ordenar sus pensamientos y sentimientos aunque la realidad era que no había nada que ordenar ni pensar para el joven pues sencillamente se moría de amor por la chica y el marcharse mas allá de parar en prisión implicaba no volver a verla, ¿pero?, el quedarse a su lado ante la posición que ésta le planteaba, ¿realmente valía la pena?, justo ahí se encontraba la controversia y la confusión en la mente de Gustavo.

¡Vamos Gustavo, de rodillas ante mi, de rodillas ante tu Diosa, tu mismo me has confesado que eso es lo que soy para ti, entonces, vamos, demuéstramelo con tus actos, comportándote tal cual lo debes hacer ante mi, ante tu Diosa!— le ordenó Andrea hablándole tan dulcemente y sin dejar de sonreírle lo cual terminó de hundir a Gustavo que al final como era de esperar no coordinó sus ideas y para cuando intento reaccionar ya se encontraba arrodillado y con el rostro lloroso y humillado ante la belleza de Andrea, lo hizo lentamente hasta quedar de rodillas como si hubiese leído los pensamientos de la joven que precisamente era lo que deseaba, disfrutar lo mas que pudiera con su humillación.

¡Jajajajajajajajaja!— una cruel carcajada invadió toda la oficina, Andrea se estaba riendo a gusto ante el pobre de Gustavo que luchaba por no soltarse a llorar, luchaba por hacerse sordo ante tan insultantes carcajadas e incapaz de creer, de asimilar como podía haber tanta malicia y crueldad en una misma persona que a la vez contaba con una belleza sin igual, Gustavo no terminaba de encajar en su mente como Andrea podía ser una mezcla tan perfecta de hermosura y perversidad.

¡Acércate Abuela!— le pidió Andrea a doña Graciela tan pronto pudo recuperar el habla después de reírse tanto; ésta lo hizo a lo que su nieta después de dedicarle otra aunque breve sonrisa a Gustavo; ambas, nieta y abuela lo contemplaron por unos instantes en su posición de rodillas, humillado ante ellas hasta que Andrea se expresó dirigiéndose a su abuela pero sin dejar de mirar burlesca a Gustavo.

¿Dime abuela, éste es el imbécil arrogante que solía molestarte?;

¡Sí, el es!— respondió risueña doña Graciela a su nieta.

¿Esta mierda que está aquí arruinada e implorando nuestra ayuda es quien solía fastidiarte?;

¡Así es!— respondió afirmativamente doña Graciela.

¡Bueno, Gustavo!— se expresó Andrea mirando con cierta lástima al joven— demuestra que estás arrepentido y— haciendo una ligera pausa para sonreírle burlonamente concluyó diciéndole dulcemente— ¡bésale los pies a mi abuela!;

Gustavo se fue para atrás ante tal petición y tan solo atinó a decir entre asustado y ofendido— ¡noooo, eso no, ya es suficiente!;

¿Suficiente?— le reprochó una todavía mas indignada Andrea que deseaba a como estaba acostumbrada a ser obedecida al instante por Gustavo o por cualquiera sin importar lo aberrante, grosero o déspota en que se expresara, ordenara y deseara que se le complaciera— ¿crees que en la cárcel dirás lo que es suficiente?;

Gustavo a pesar de todo no pudo evitar por un momento mirar con cierto rencor a Andrea, después de haberse sincerado por completo con ella e ir comprobando que al parecer a la chica sus sentimientos no le importaban en lo absoluto; el joven quiso alegar a su favor pero tan solo pudo mirar por escasos segundos a Andrea pues casi al instante se llevó una fuerte y humillante bofetada que le dolió en lo mas profundo de su ser por tratarse de su gran amor de quien estaba recibiendo tan insultante trato.

¡Obedece idiota que ya me estoy arrepintiendo de ayudarte!— le gritó Andrea con una autoridad impresionante y dispuesta a propinarle otra bofetada mas y las que sean necesarias hasta verse totalmente satisfecha en lo que deseaba.

Gustavo respiró profundo para luchar con el llanto que era lo único que hasta el momento no lo había traicionado por completo y es que sentía que eso sí no lo soportaría, ¡el tan masculino, tan machista y orgulloso, no, no podía llorar por muy difícil y penosa que fuera su situación!; sin tener otra alternativa fue bajando muy despacio el rostro hasta quedar prácticamente postrado ante los pies de doña Graciela y a punto estuvo de culminar su humillación en cuanto Andrea se expresó sonriéndole a su abuela— ¡espera, seguro que las chicas querrán ver esto, carajo, tanto que me lo recomendaron y se me estaba pasando!;

¡Noooo, por favor!— gritó suplicante Gustavo— esto es entre ustedes y yo— le imploraba desesperado al momento que se arrojaba a los pies de Andrea al verla alzar el teléfono, Gustavo intentó continuar con sus angustiosas súplicas pero Andrea, la cruel Andrea lo trató sin piedad al darle una brutal patada en plena cara con la punta de su zapatilla.

¡A callar perro que esto es entre tú y quienes a mi se me de la puta gana incluir!— le gritó con desprecio mientras lo observaba humillado a sus pies lamentándose y limpiándose su sangre con la camisa al lograr como resultado con sus súplicas terminar con los labios partidos— además, entérate de una vez, ¡todas las chicas están al tanto de tu situación y de la trampa que te puse con mi abuela y mira que están encantadas con apoyarme en la decisión que tome contigo!— concluyó Andrea sonriéndole despectivamente a Gustavo.

Y en ese momento habló por teléfono y casi al instante empujaban la puerta haciendo acto de presencia las tres bellezas Liliana, Aceneth y Alejandra; todas sin temor a ocultar su risita burlona sobre Gustavo. Andrea mirándolas muy divertidas les comentó— ¿Cómo ven?, aquí el pobre de Gustavo— se expresaba de nueva cuenta empleando una expresión de lástima al hablar y observando ligeramente al joven— está dispuesto a hacer lo que sea con tal de que le demos una oportunidad y como primer paso quiere reconocer el triunfo de mi abuela sobre el— de pronto Andrea hizo una pausa para después continuar muy sonriente y elevando el tono de su voz— y como no hay acto de mayor humildad para reconocer la superioridad de otra persona pues el mismo me pidió que las llamara para que sean testigos de ¡como gustosamente le besa los pies a mi abuela felicitándola por su triunfo!— concluyó alegremente la bella Andrea. Las tres chicas se partían de risa.

¡Eso quiero verlo!— exclamó con entusiasmo Alejandra.

¡Vamos Gustavo!— lo animó cruelmente Andrea— ¡adelante, puedes comenzar a divertirnos!— concluyó entre risas.

A Gustavo parecía que la cabeza se le iba a reventar de tan furioso que estaba pues tal parecía que su carácter funcionaba tan solo un tanto dócil ante Andrea pero ante la presencia de las otras chicas y de la maldita Graciela de nueva cuenta se sentía invadido por la furia y el coraje pero comprendió dentro de toda esa furia que a cada minuto que pasaba el se encontraba todavía mas en el poder de Andrea y de su abuela a lo que con asco y repulsión estando de rodillas, se inclinó hasta pegar los labios en los finos zapatos de doña Graciela que se abrazó dichosa y se sintió mas que orgullosa de su nieta pues gracias a ella estaba resultando posible lo que antes parecía una hazaña mas que eso lo que antes parecía tan solo un bello sueño, ahora era realidad; la señora tan solo tuvo que dignarse a mirar hacia el suelo y contemplar como el infeliz de Gustavo se encontraba ridículamente arrodillado exponiendo de manera tan patética el trasero y lo mejor ¡se estaba humillando ante ella manteniendo la cara pegada a sus pies besando con asco, sí, lo que resultó mas placentero para doña Graciela al comprobar lo que a Gustavo le había de estar doliendo el encontrarse humillado ante ella besando sus zapatos!;

Gustavo permanecía arrodillado con la mirada hacia el piso, se sentía incapaz de atreverse a mirar a la cara a cualquiera de las personas que tenía enfrente, se sentía tan denigrado que se quería morir, ¡como deseaba en ese momento un abrazo siquiera de consuelo por parte de Andrea, como añoraba el pobre infeliz siquiera una migaja de compasión por parte de su amada Andrea!; para su desgracia Andrea no estaba pensando lo mismo.

¡Ahora muéstrame a mi tus respetos!— fue la siguiente petición de la perversa Andrea mostrando una sonrisa de oreja a oreja aguardando pacientemente a que Gustavo la obedeciera. En cuanto pudo Gustavo se armó de valor para enfrentarse a su cruda realidad y de nueva cuenta se vio postrado ésta vez a los pies de la hermosa joven, a los pies de su Diosa Andrea y de la misma forma se humilló ante ella besándole los pies, besando sus finas zapatillas pero ésta vez no hubo asco, no hubo repulsión; Gustavo no podía ordenarle a su corazón ni a sus sentimientos, ¡le dolió y le dolió en lo mas profundo de su ser!, pues la amaba a morir y tristemente comprobaba que la chica lo despreciaba, ¡eso era lo que le dolía!, el desprecio de Andrea no humillarse ante ella; Gustavo besó con pasión y con amor, sí, con amor y pasión besó los pies de Andrea mientras que la malvada muchacha se sonreía cruelmente sintiéndose complacida en vanidad y orgullo al presentir el amor que el pobre joven le profesaba, al presentir por igual que Gustavo se estaba humillando ante ella por amor y no por temor de parar en prisión ni nada. Andrea se sentía cada vez mas poderosa y con la firme intención de llegar hasta el fondo y averiguar hasta que grado Gustavo la amaba.

Andrea por pura maldad dejo que Gustavo se humillara a sus pies alrededor de unos quince minutos y en todo ese lapso el pobre infeliz no dejó un solo segundo de besarle los pies y casi lamerle los zapatos a su cruel amada pues la chica solo por divertirse y divertir a las demás incluso se descalzó por unos instantes ofreciéndole su bello y delicado pie al joven el cual éste besó con humildad sin hacer una sola mueca de asco a pesar de las burlas y del inminente olor que provenía de ese pie mezcla de sudor y piel, no contenta Andrea lo dirigió pisándole la cabeza con su pie desnudo obligándolo a respirar el interior de su zapato ante el beneplácito de todas las presentes, al final Andrea se volvió a acomodar la zapatilla y apartó a Gustavo con una leve patada entonces de nueva cuenta tomó asiento cruzando las piernas seductoramente mientras le sonreía coqueta a un afligido y cada vez mas humillado Gustavo.

¿Me ayudarás?— le suplicó angustiado el joven haciéndose sordo a las risas de las otras chicas— ¿podré conservar mi empleo para que pueda pagarte?;

¡Mmmmm, no se!— le contestó Andrea entre risas tan solo para atormentarlo cuando bien sabía todo lo que haría con el, después de una pausa y otra de sus bellas sonrisas añadió— ¡pregúntale a las chicas, sí, ya está, que tus ex empleadas que te adoran decidan por ti!— concluyó burlona. Las tres jóvenes se miraron entre si intercambiando sonrisas y al ver que Gustavo no se atrevía siquiera ni a darse la vuelta para enfrentarlas fue Aceneth quien tomo el mando.

¿Qué no oíste perro?— le habló con desprecio— ¡te acaban de decir que dependes de nosotras así que date la vuelta y arrástrate hasta llegar a nuestros pies!;

Andrea se pegó una fuerte carcajada contagiando a las demás. Gustavo se tomó su tiempo y sin tener nada que perder, ¡bueno!, solo lo que le quedaba de orgullo y dignidad se dio la vuelta no sin antes mirar a Andrea implorándole con la mirada que intercediera por el ante las chicas pero al verse ignorado no le quedó de otra mas que avanzar gateando como un animal hasta situarse ante los pies de sus mas que ex compañeras, ex personal que tenía a su cargo y del cual hizo y deshizo a su antojo y capricho cuando era conocido como el todopoderoso Gustavo; había quedado en su posición mucho mas cerca a los pies de Alejandra que lucía unas sandalias doradas de altos y finos tacones y las uñas las llevaba impecables en un rojo intenso, ésta graciosamente lo levantó ligeramente por la barbilla con la punta de su sandalia y le habló expresándose con lástima— ¡a ver Gustavo!, ¿quieres conservar tu empleo y seguir a nuestro lado?;

¡Sí!— respondió éste en voz baja.

¡Sí qué idiota!— lo reprendió Alejandra golpeándolo con la suela de su sandalia en plena cara— y recuerda tratarnos con respeto por que ya no somos iguales— concluyó mirándolo despectivamente.

¡Sí señorita Alejandra, deseo seguir a su lado y con mi empleo!— respondió angustiado Gustavo tan pronto se sintió capaz de seguir soportando tan injusto trato pero al instante lo que se llevó fue otra patada ésta vez en el pecho y otro insultante comentario— ¿y eso es una petición, es una orden o es una súplica?, ¡explícate estúpido!;

¡Es una súplica!— contestó humillado después de un momento en silencio en que se estuvo tallando el pecho.

¡Sella tu súplica, ya sabes como!— le dijo Alejandra sonriendo maliciosamente.

Gustavo ya no se lo pensó y acompañándose de nuevo con el asco al no tratarse de su adorable Andrea besó con cierta repulsión los lindos deditos de los pies de Alejandra que trataba de moverlos graciosamente sonriendo satisfecha hasta que le ordenó— ¡alza la cara!;

Gustavo temeroso accedió y al momento una cruel bofetada se estampó en su rostro quedando aceptado por parte de la chica. Enseguida gateó en dirección hacia Aceneth y antes de que se lo ordenaran le besó sus sandalias negras; ésta sonriente al igual le ordenó— ¡alza la cara!— Gustavo lo hizo y lo que se encontró fue un asqueroso salivazo, intentó limpiarse el rostro pero Aceneth le gritó amenazándolo— ¡ni se te ocurra infeliz, no sabes como deseaba éste momento!— y haciendo de nuevo un sonido repulsivo que provenía de su garganta volvió a escupirle en la cara dejándole un flemazo el cual no tenía ninguna prisa en recorrer y bajar por el rostro de Gustavo dando por hecho la aceptación de Aceneth.
Con el orgullo y la dignidad por los suelos el joven gateó de nuevo ésta vez hasta acercarse a Liliana quien le permitió gentilmente al igual que sus compañeras que les besara unas preciosas zapatillas negras de mediano tacón; Gustavo al ver que ésta no se dignaba a dirigirle la palabra comenzó a murmurarle humildemente que le diera una oportunidad y demás pero Liliana lo cortó hablándole con absoluto rechazo— ¡cállate, como eres de baboso!, a ver, rápido, de rodillas y manos atrás que voy a hacer algo que igual ya llevo tiempo deseándolo— concluyó con una sonrisa cruel en su rostro.

Gustavo obedeció; Liliana lo contempló cuanto quiso teniéndolo a su merced y en cuanto el pobre menos se lo esperaba la cruel chica lo castigó con una patada en sus testículos haciéndolo quedar a sus pies aullando de dolor mientras todas ellas se carcajeaban sin piedad.

¡Pues ya está!— comentó Aceneth riendo a Andrea.

¡Bueno!— comentó Andrea divertida aunque mirando con cierta pena al pobre de Gustavo que no dejaba de quejarse y se aferraba a mirarla soñando con encontrar esa migaja de compasión y amor que tanto añoraba— ¡pobrecito, esa sí que te dolió!— pensó en silencio Andrea hasta cierto punto conmovida al ver la expresión de dolor en el rostro desencajado de Gustavo.

¡Un momento!— intervino Liliana para desgracia de Gustavo— yo aún no estoy convencida.

¿Qué propones?— le preguntó muy interesada Andrea.

¡Pues de momento que se largue antes de que lo mate a patadas y coño ya no tengamos con quien desestresarnos y ya que regrese mañana a ver que sucede!— fue la sentencia de la bella huerita Liliana.

¡Ya oíste Gus!— le habló burlonamente Andrea a quien la idea de Liliana le pareció encantadora— ¡lárgate!; éste en cuanto se recuperó se marchó adolorido para llevarse la amarga sorpresa al regresar a su casa que se la habían embargado con todas sus propiedades dentro; en pocos instantes asimiló que sea como sea el caso era que desde ese momento no tenía nada mas que la ropa que llevaba encima, se sentó en una banqueta y a punto estuvo de romper a llorar pero se contuvo reconociendo que si debía llorar, si debía implorar al menos tenía que hacerlo ante alguien que pudiera ayudarlo y protegerlo e inexplicablemente en el corazón y en la mente de Gustavo tan solo estaba grabado a fuego un solo nombre: ¡ANDREA!;


Continuará…………………………..

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