domingo, 20 de junio de 2010

EL PRECIO DE UN AMOR 9

Pedro logró calmarse un poco para poder responderle a Sarahi:

¡Nada, te lo juro que no se nada!;

¡Bien!— contestó Sarahi, pues el asunto está así hablaré con tu padre que por cierto ¿llega mañana no?;

Si— respondió Pedro;

¡Bueno!, pues le diré lo que pienso hacer y mas le vale cooperar sino quiere terminar en la cárcel— concluyo Sarahi, para después dedicarle a Pedro una mirada de lástima y continuar diciéndole:

¿Sabes Pedro?— no te ofendas, pero tu padre ¡es un pobre imbecil! y de el heredaste ese carácter tan sumiso que tienes; Sarahi le dijo estas palabras a Pedro sonriéndole con desprecio y sin imaginar el daño y sufrimiento que Pedro sentía en ese momento y entonces le mostró otros papeles que eran una especie de diario o mas bien una confesión en donde don Rodrigo claramente afirmaba haber hecho todas esas estafas por idea y orden de su esposa doña Rosa.

No fue necesario que Pedro tuviera que leer todas las hojas, en pocas palabras y gustosamente Sarahi le dejó bien claro a éste que su madre siempre había dominado en carácter a su padre, el cual siempre la había obedecido muy a su pesar pues aunque dejaba en claro que el nunca estuvo de acuerdo en robar en su trabajo también confesaba haberlo hecho por temor a enfrentarse a los reproches de su esposa, en concreto don Rodrigo prácticamente le temía a su esposa, siempre había sido solo una sombra a su lado muy distinto al Rodrigo que todos respetaban en la calle y en el trabajo en donde mostraba una postura fuerte y segura, pues curiosamente todo eso se acababa al llegar a casa y quedar frente a su esposa y nunca la había enfrentado por ese carácter dócil y sumiso el cual era su verdadera personalidad, todo lo contrario a doña Rosa la cual tenia un carácter dominante por naturaleza el cual, complementado con su belleza habían sido suficientes para atrapar a don Rodrigo, escapar de una situación económica difícil en la cual había vivido mucho tiempo y utilizando a su esposo a su antojo había logrado muchas cosas. ¡Un pobre imbecil!— dijo de nuevo Sarahi sonriéndole burlesca a Pedro.

¿Qué piensas de todo esto Pedro?

Lo que yo piense nunca te ha importado— contestó secamente Pedro, pero puedes estar satisfecha, lo que tengas pensado hacer solo dime cual es mi parte y lo haré te lo aseguro, estoy tan metido en esto al igual que tú y aunque yo quisiera echarme para atrás mis padres nunca me perdonarían si supieran todo en lo que he contribuido contigo en contra de mi propia hermana.

Sarahi se acerco junto a Pedro y lo abrazó tiernamente para decirle:

¡No digas eso Pedro!, ¡yo te quiero!, ¡si, muy a mi manera pero te quiero!, eres el único de tu familia por el cual siento ese afecto y como bien dices estas en esto conmigo y yo soy todo para ti. Pedro simplemente se limitó a besarle las manos a Sarahi y no se atrevió a mirarla a la cara.

¡Bien!— dijo Sarahi— espérame mañana temprano en tu casa, ingéniatelas para que tu madre no se encuentre, solo tu padre.

Al otro día Sarahi tocaba a la puerta de la casa de Pedro, éste enseguida abrió y la hizo pasar a la sala mientras le comentaba que su padre estaba alistándose para el trabajo; Sarahi se puso cómoda y muy tranquila le dijo a Pedro que permaneciera detrás de ella, en ese momento Norma se cruzaba por la sala y no sabia sobre la presencia de Sarahi lo cual la hizo dar un brinco y alarmarse al verla sentada en su sala.

¡Hola, estúpida!— le dijo Sarahi sonriente— acércate, estaba por mandar a Pedro a buscarte.

¡Mis padres ya llegaron, esta aquí mi papa y mi madre no tarda en llegar!— contestó Norma nerviosamente.

Sarahi se carcajeo de lo lindo para después decirle a Norma:

¡Eso ya lo se bruta!, anda acércate y salúdame como debe de ser.

Norma estaba sumamente nerviosa pero al mirar a Pedro y ver que éste le afirmaba que debía acceder a lo que Sarahi le dijera no le quedó de otra que arrodillarse y empezar a besarle los pies a Sarahi.

¡Que carajo significa esto!— gritó don Rodrigo que justo en ese momento bajaba a la sala y veía sentada a Sarahi en su mueble y a sus hijos, Norma prácticamente postrada ante Sarahi ¡besándole los pies! y Pedro observando como si nada pasara.

¡Tú!— dijo Rodrigo señalando a Sarahi— ¿Qué demonios buscas aquí? y Norma ¡por todos los cielos!, ¿Qué coño crees que haces?;

Sarahi se levanto decidida haciendo a un lado a Norma con los pies y con esa sonrisa burlesca que ya la caracterizaba se plantó frente a don Rodrigo para decirle de forma altanera:

¡Oh, Rodrigo, no hagas corajes no es bueno para tu edad!;

¡Peeero como te atreves…!— contestó Rodrigo intentando jalar del brazo a Sarahi a lo que ésta se echó para atrás y rápidamente sujetó su bolso para sacar las copias de los documentos y se los arrojó a la cara a don Rodrigo gritándole:

¡Primero mira esto y después asimila si es la mejor forma de hablarme!,

Rodrigo quedó helado e inmóvil al ver de lo que se trataba, entonces Sarahi muy segura de si misma continuó:

Son solo copias, las originales las tengo mas que seguras, ¡estás hundido Rodrigo, tú y tú esposa están hundidos!, ¡ah, por cierto se me pasaba!, Sarahi también sacó de su bolso copias del diario de don Rodrigo y riéndose las tiró al piso.

Rodrigo temblaba por completo no sabía que decir o hacer y enfrente tenía también a sus hijos, todo era silencio hasta que Sarahi rompió ese silencio con una de sus ya habituales carcajadas.

¿Qué pasa Rodrigo?, ¿ya no me gritas?, ¿ya no quieres jalarme del brazo?— se burlaba Sarahi y al decirle esto lo sorprendió dándole una patada en los testículos, haciéndolo caer a sus pies gimiendo de dolor.

Déjanos un momento solos y llévate también a tu hermana— dijo Sarahi volteando a ver a Pedro, ¡rápido!— que tu papi y yo tenemos que ultimar algunas cosas; Pedro y Norma obedecieron Sarahi se sentó sensualmente cruzando las piernas y dijo a Rodrigo:

¡Ahí quédate!, como ya habrás notado me gusta que me obedezcan y por lo visto para ti la palabra obediencia no te es indiferente solo hace falta preguntarle a tu esposa jajaja, se burló Sarahi— así que no le veo mayor problema.

Rodrigo apenas y escuchaba a Sarahi pues se dolía todavía de la patada y no podía apartar la mirada de las sandalias rosadas de tacón alto que lucían los pies de Sarahi con las uñas pintadas igualmente de rosa, seguido del sensual movimiento que ésta hacia al ir cruzando sus piernas y para terminar observando la falda cortísima que tenia, era una visión muy excitante no solo para don Rodrigo sino para cualquiera que estuviese en su lugar.

¡Bien, Rodrigo vamos al grano!— dijo Sarahi algo fastidiada— no me gusta perder el tiempo, te iré haciendo algunas preguntas y tú me irás respondiendo con la verdad si algo no me convence o noto que me quieres ver la cara, me marcharé enseguida a tu trabajo y te denunciaré ¿entendido?;

Si— respondió Rodrigo que aún permanecía en el piso;

¿Desde cuando estafas en la empresa?;

Ya tiene años— respondió Rodrigo apenado;

¡Bien!— contestó Sarahi— ya se y me consta que lo has hecho por iniciativa de la zorra de tu esposa, pero dime ¿y todos estos años te has callado y soportado esta situación por temor a tu esposa?, ¿no te da vergüenza Rodrigo, el gran Rodrigo de los negocios?— concluyo Sarahi con una mueca de desprecio al mirarlo.

Rodrigo no contestaba a lo que Sarahi se molestó y levantándose de nuevo lo sorprendió con otra patada, ésta vez en su costado, Rodrigo se quejó de dolor y Sarahi le pisó la cara haciendo presión con el tacón de su sandalia.

¡Contesta!— le exigió Sarahi, sin dejar de hacer presión sobre el rostro de Rodrigo— ¡desde cuando te encuentras en esta situación!, ¡créeme que me da nauseas solo pensar que tanto amas a esa zorra como para soportar ésta situación!;

¡NOOO la amo!— gritó Rodrigo al borde del llanto, estas palabras hicieron quedar callada a Sarahi por un momento y retirar el pie de la cara de Rodrigo.

Rodrigo por primera vez con lágrimas en los ojos se atrevió a mirar a Sarahi y entonces le explicó algo que ni siquiera su diario incluía:

¡Nunca he amado a Rosa!, mi gran amor siempre fue su hermana, con la que incluso estuve a punto de casarme pero por aquellos tiempos en los que también bebía mi alcoholismo fue el causante de un lamentable accidente el cual acabó con la vida de la que estaba cerca de ser mi esposa y con las de mis suegros, quedando Rosa desamparada y por supuesto culpándome y con justa razón del accidente. A partir de ese momento dejé de beber y odie a todos los que lo hacen, por eso es que nunca he tenido una buena relación con tu padre y en consecuencia contigo. Las cosas se fueron dando, Rosa demostró un carácter que nunca me imaginé que tuviera y tomando siempre como punto de partida en su defensa que por culpa mía se haya quedado sin sus seres queridos, pasado un tiempo logré un mejor puesto en el trabajo, pero no podía olvidar a mi difunta esposa y el frecuentar a Rosa me la recordaba, así hasta que en un momento de sentimientos contradictorios acepté casarme con Rosa con insistencia por parte de ella, el resto de la historia ya la conoces, siempre me ha manipulado por cosas del pasado y amenazado de que si no accedo a sus chantajes me abandonaría llevándose a mis hijos, pero si he de confesarte ¡estoy harto de ésta situación!, aborrezco a Rosa y me aborrezco a mi mismo por no haber podido controlar ésta situación y como punto final yo no tengo nada en contra tuya, no se la razón pero es mi esposa y mi hija a quienes siempre le has desagradado.

Sarahi permanecía callada y había escuchado atentamente cada palabra de don Rodrigo y a pesar de mostrar cierta lástima por el, sus últimas palabras sobre el desagrado de Rosa y Norma hacia ella y que el aunque no lo compartía siempre le había seguido el juego a su esposa e hija la hicieron cambiar de parecer y esa lástima se convirtió en desprecio y burla.

Sarahi caminó de lado a lado de la sala mientras contemplaba a don Rodrigo que el haberse desahogado lejos de calmarlo lo había puesto mas nervioso y sin mas se soltó a llorar tal como lo hiciera un niño.

Sarahi lejos de compadecerse se rió maliciosamente y se sentó de nuevo en el mueble cruzando las piernas expresando burlesca: ¡Vaya con este imbecil!;

Rodrigo estaba irreconocible llorando en el piso a los pies de Sarahi quien siempre sabía aprovechar estos momentos y esa vez no fue la excepción, estiró sus pies dejándolos cerca de la cara de don Rodrigo y con una bellísima sonrisa le dijo:

¡Bésamelos!, ¡bésame los pies Rodrigo!; éste no supo ni por que pero obedeció necesitaba sentir la protección de alguien y Sarahi se la ofrecía y el obedecería, entregado totalmente Rodrigo se dispuso a redimir su llanto enterrando la cara en los pies de Sarahi, pero ésta riendo los apartó y se puso en pie para burlarse aún mas de el.

Don Rodrigo se sorprendió y al contemplar a Sarahi de pie y el en el piso la vio como toda una divinidad, Sarahi sonriéndole le dijo:

¡Si en verdad quieres besarme los pies ruégamelo!— total que Pedro es experto en hacerlo y Norma ¡mmm...!, digamos que Norma también ha aprendido.

Rodrigo en ese momento no era dueño de sus actos y solo necesitaba una voz que lo guiara y para bien ¿o para mal?, de el esa voz era Sarahi, así que decidido prácticamente se arrastró hasta los pies de Sarahi para suplicarle algo que nunca se hubiera imaginado ¡que le permitiera besarle sus pies!,

Pero esto a Sarahi la divirtió y controlándose lo más que pudo por no carcajearse ordenó a don Rodrigo:

¡Primero besa el piso!;

Don Rodrigo obedeció. ¡Vaya, que perro eres!— le dijo Sarahi riendo para seguirlo humillando— ¡eres mas perro que tus dos hijos juntos! y al decir esto Sarahi escupió con un absoluto desprecio en el piso;

¡Ahora lame mi saliva!;

Rodrigo accedía sin reproche alguno. Sarahi le acercó sus pies— ¡solo no me los vayas a tragar ni a babear mucho!;

Rodrigo se dedicó a besarle los pies a Sarahi y mas que eso dejo su rostro pegado en esos pies y de nuevo rompió a llorar, Sarahi lo dejó desahogarse por un rato mientras lo miraba con pena y desprecio, hasta que apartó sus pies; inexplicablemente Rodrigo insistió a lo que ésta le pego una patada en pleno rostro,

¡Basta, no seas tan perro!;

La forma en que Sarahi le habló a don Rodrigo lo hizo reaccionar y sentirse terriblemente humillado ante esa joven.

¡Bien, Rodrigo!— dijo Sarahi— esto es fácil puedo ir a tu trabajo y denunciarte y con las pruebas es muy fácil y seguro que termines en prisión al igual que tu esposa, ¡ah!, por cierto no te preocupes por ella ¡déjamela a mi!, ¿quieres que eso pase?, ¿no verdad?,

¡No!— contestó Rodrigo,

¡Bueno, pues quiero que pases a mi nombre todas tus propiedades incluida ésta casa que se que es tuya y que sea yo quien administre tus ingresos!— como te dije por Rosa no te preocupes ¡tengo el plan perfecto para revertir las cosas y hacerla quedar a ella como la única culpable de todo por si decide denunciarte!, total que la aborreces así que no le veo problema de tu parte por ese lado; en cuanto a ti necesitaría una sirvienta para mi nueva casa queee: ¡serías tú!— ¿que dices?— serías mi sirvienta, vestirías como tal y te trataría como a tal y todo sin que nada salga de ésta casa, ¿qué dices?, ¿verdad que soy un amor?,

¡Acepto!— respondió Rodrigo sin dudarlo. Sarahi por poco y se traga el chicle que masticaba al oír la respuesta de don Rodrigo pues ni ella misma se imaginó que aceptara así sin pensarlo tanto, aunque tomando en cuenta todo lo que éste le había contado, que no amaba a su esposa y complementándolo que si ella lo denunciaba tenia todas las de ganar pues dedujo que en realidad a don Rodrigo no le quedaba de otra mas que obedecerla tal y como habían aprendido a hacerlo sus hijos.

¡Bien!— dijo Sarahi, pues manos a la obra, ¡venga!— te dirigirás a mi como ¡hermosa Sarahi!— si, ¡así me llamarás hermosa Sarahi!— concluyó tratando de contener su risa.

¡Hermosa Sarahi!, ¿puedo preguntarte algo?;

¿Eh?— si, contestó Sarahi distraída;

¿Qué pasará con mis hijos y con Rosa?;

¡Por tus hijos no te preocupes!, y en cuanto a Rosa— Sarahi se quedo callada unos instantes sin ocultar una mirada perversa y después añadió:

¡Lo sabrás a su debido tiempo y eso será mañana!;

¡Ah, por cierto Rodrigo!, ¿yo ya te gustaba verdad?— Sarahi lanzó esta pregunta mirando seductoramente a Rodrigo quien no contestó y permaneció con la mirada inclinada, pero su silencio y su nerviosismo dieron una respuesta a Sarahi.

¡Si, ahora entiendo!— todas esas miradas morbosas con las que prácticamente me desnudabas, jajajaja, ¡solo falta que también le guste a Norma!— concluyó Sarahi con una sonrisa de triunfo en su rostro.

Continuara…………

No hay comentarios:

Publicar un comentario