viernes, 28 de mayo de 2010

RUBÍ 18

En todo ese tiempo Rubí no había mostrado interés por Luisito, ella personalmente no lo había tratado aunque esto también cambió un día en el que los niños jugaban a las escondidas y Luisito se lo tomó tan en serio que se escondió de verdad de Divany pues a su lado sufría mas que divertirse y por lo tanto era normal que le huyera.

Para su mala suerte como lo creyó en un principio; Rubí andaba dando una caminata justo por donde Luisito se hallaba oculto y justo cuando salió tratando de ocultarse aún mejor ¡zas!, chocó con las piernas de Rubí asustándose ambos y terminando Luisito sentado en el piso muerto de miedo pues la presencia de Rubí lo impactó y era normal con sus altas botas negras, sus pantalones azules y la blusa blanca que eran parte de su atuendo preferido, impactaba a cualquiera hasta alguien de la edad de Luisito que quiso huir enseguida de ahí.

¡Alto pequeño idiota!— le gritó Rubí entre seria y divertida. Luisito se quedó paralizado al oír éstas palabras; Rubí se le acercó y le clavó las uñas en su oreja aunque no con la intención de hacerle tanto daño mas bien de intimidarlo aún mas— ¿Qué no te han dicho por tu padre como debes comportarte ante mi?— le preguntó Rubí mirándolo fijamente. El niño la miraba tembloroso pues en sus casi 8 años de vida era la primera vez que se encontraba de frente a Rubí a lo que movió la cabeza negando sin saber que hacer.

Rubí le sonrió despectivamente al momento que le dio una ligera palmada en su cabeza para decirle en un tono áspero y cortante pero sobre todo con una expresión de absoluto desprecio en su rostro— ¡arrodíllate!; el niño obedeció.

¿Qué haces por acá?— lo interrogó Rubí sin dejar de mirarlo despreciativamente.

¡Me escondo de Divany!;

¿De quien?— le gritó Rubí a modo de regaño al ver que no la había llamado ama algo que Luisito comprendió enseguida— ¡juego con mi ama Divany a las escondidas y espero que nunca me encuentre!— se retractó con total inocencia.

¿Y eso?— le preguntó interesada Rubí.

¡Por que en cuanto acabe el juego me hará olerle los pies y huelen feo!;

Rubí hizo una mueca de enojo para enseguida expresarle molesta— ¡pues en éste momento vas y te presentas ante ella y entérate de una vez que hoy dormirás con la cara pegada entre las plantas de sus pies!, ¿entiendes mocoso?— concluyó mirándolo despectiva y burlona al observar la mirada de resignación y desagrado en el niño ante su inminente orden.

¡Sí!— contestó Luisito con los ojos bien abiertos al percatarse del enojo de Rubí, enseguida intentó irse pero Rubí que al parecer cambió de opinión le dijo— ¡espera!, ¿tampoco sabes como despedirte de mi?, por que a decir verdad jamás te dije que te podrías levantar y marcharte.

¡Perdón!— expresó Luisito con la cabeza gacha y antes de que Rubí le dijera algo mas Luisito se arrodilló a sus pies y comenzó a pasarle la lengua a las polvorientas botas de Rubí lo cual provocó un ligero cosquilleo en todo su ser pues por una parte no pudo evitar sentir placer al ver a ese niño hijo de Susana humillarse ante ella pero por otro lado la enterneció saber que ese niño era hijo de Luis.

¡Ya está bien ve con tu ama!— le dijo de pronto Rubí apartando los pies pero Luisito con una tierna y sobretodo sincera sonrisa le contestó— ¡tus botas están sucias mejor me quedo a limpiarlas!— y continuó lamiendo las botas de Rubí quién estuvo a punto de golpearlo al haberla tratado con tanta confianza pero en realidad le causó gracia y decidió pasar un rato agradable con Luisito y quizás castigar mas tarde a su padre con unas cuantas bofetadas.

¡Bueno, vamos a descansar junto a ese árbol y así me las limpias mejor!— le dijo Rubí con una ligera sonrisa y así lo hicieron. Luisito le quitó las botas y al hacerlo ésta se partió de risa al ver como el niño respiraba profundamente el interior de sus botas embriagándose de su olor.

¿Qué haces?— le preguntó Rubí mirándolo con asco.

¡Tus pies huelen rico!— contestó el niño que por si mismo en ese momento parecía el mas feliz del mundo al restregar su cara en las sudadas plantas de los pies de Rubí.

¡Jajajajaja!— Rubí se carcajeó con ganas— ¡lo que me faltaba!— pensó Rubí para si misma— ¡disfrutará de mis pies al igual que su padre!;

¿Pero como dices eso?, los llevo metidos en las botas hace horas— le dijo mirándolo con pena al ver que el niño en ningún momento había dejado de respirar profundamente la esencia de sus pies.

Luisito subió los hombros y le respondió con una sinceridad tremenda— ¡no se, pero huelen rico, no como los de Divany, perdón, mi ama Divany!;

¡Es normal, ella no tiene tantos cuidados en su higiene aunque por tu bien, pobrecito de ti que ella note que te dan asco sus pies por que mira que la pasarás mal!— le respondió Rubí. Luisito terminó de limpiarle con un trapo húmedo las botas y se las volvió a poner no sin antes en verdad esmerarse en besarle los pies a Rubí ante la mirada arrogante aunque también con algo de pena por parte de ésta; entonces regresaron a la casa y Rubí lo llevó a la cocina en donde pidió a Camelia unas galletas y se las ofreció a Luisito que al verlas se puso en posición de correr.

¿Y ahora que coño te pasa?— le expresó Rubí burlona.
¡Espero que me la tire para que corra por ella, eso hace Divany!— contestó el niño emocionado que no veía el momento en que la galleta volara por los aires y el pudiera devorarla y disfrutarla aunque eso implique comerla en el suelo sin tocarla con las manos, como un vil perro, lo cual siempre era garantía de lograr una sonrisa en el rostro de Divany.

Rubí se rió con algo de pena y lástima por el pobre niño y le respondió— ¡bueno, yo no lo haré!;

¡Ahhhhh!— expresó Luisito como si de adivinar el pensamiento de Rubí se tratara— ¡me la escupirá después de morderla!;

Rubí puso cara de asco y sin más le alargó la bandeja dejándole las galletas. Luisito ¡no se la podía creer!, se devoró ahí mismo todas las galletas y al final le expresó a Rubí casi con lágrimas en sus ojos— ¡Gracias, usted es muy buena!;

¿Mas que tu madre?— le preguntó Rubí maliciosamente y muy interesada en oír su respuesta.

¡Claro!— respondió Luisito— ¡mi madre no me quiere, no se por que, pero no me quiere, además es una esclava!— expresó desilusionado al hablar sobre su madre todo lo contrario al dibujarse una sonrisa y una expresión de admiración al momento que habló de la propia Rubí— ¡en cambio usted es hermosa y poderosa por que es ama al igual que mi ama Divany!;

Rubí sonrió soberbia y le propuso— ¡hagamos un trato, me obedecerás en todo y yo a cambio te protegeré de tu ama pero haz de llamarme siempre de usted como lo haz estado haciendo ahorita o dime ama Rubí simplemente!, ¿de acuerdo?;

¡Sí ama Rubí!— contestó Luisito feliz en el momento que aparecía Divany— ¡ajá, acá estás perro!— le expresó con desprecio al momento que le daba un latigazo en la desnuda piel de Luisito que enseguida lo hizo chillar y a punto estaba de darle otro cuando Rubí lo impidió.

¡Divany ve a jugar a otra parte, estoy ocupando a tu esclavo!;

¡Pero mami, es mío!— fueron las palabras de una ofendida Divany.

¡Sí, es tuyo, alrato te lo mando, ahora obedece!;

¡Maaaaaaami!— gritó indignada Divany.

¡Divaaaaaaaaaaaany!— gritó aún más fuerte Rubí a lo que ésta molesta le dio una patada a Luisito y se marchó. El niño temblaba de miedo y dolor; se arrastró y comenzó a lamer las botas a Rubí que le dijo— ¿lo ves?, pudo ser peor pero intervine y lo haré siempre que tú me demuestres amor y obediencia y rechazo hacia tu madre. El niño aceptó y desde ese momento Rubí se encargaba de vigilar mas la relación entre Divany y Luisito que por supuesto hacía enojar a Divany que ya de por sí tenía con que no podía sin entender ¿Por qué no usar a Luis a su antojo? y ahora tenía limitaciones con Luisito.

Divany al ver que ahora su madre intercedía en ocasiones por Luisito se dedicó a arruinar aún mas la existencia de Rocío y Susana pero un día en el que Rubí salió y se llevó a Luisito con ella Divany andaba que no se soportaba ni ella misma sabiendo que tampoco podía golpear a Luis se lo cruzó por la sala. Luis trató de pasar desapercibido pero Divany le gritó con una expresión en su rostro de coraje y desprecio— ¡alto perro, por que eres un perro, aunque no se porqué mi madre tiene algunas preferencias contigo pero bueno!; Luis se quedó quieto y Divany sin pensárselo le cruzó la cara con un latigazo— ¡a mis pies esclavo, el que no tenga autorizado castigarte no quiere decir que pase por alto tus insolencias!— le gritó con una autoridad en verdad asombrosa.

Luis dolido y a punto de soltarse a llorar, se contuvo y se humilló ante los pies de su hija y se los besó, le besó sus lindos pies que lucían unas sandalias rosadas. Divany le levantó ligeramente la cara con la punta de su sandalia para decirle— ¡escúchame bien esclavo, tu no me simpatizas y yo a ti tampoco!;

¡Nooo!— dijo Luis interrumpiéndola— ¡yo a ti te quiero!— le expresó sin medir sus palabras lo que le costó otro latigazo en el rostro— ¡cállate!— le gritó histérica Divany— ¿Cómo te atreves a hablarme con tanta confianza?, le diré a mi madre, ¡pídeme perdón!— le exigió furiosa.

Luis sin tallarse la cara le besó de nuevo sus pies a eso que Mayra llegaba— ¡Divany!, ¿Qué te ha dicho tu madre sobre Luis?;

Esta saltó y asustada respondió— ¡tía no, por favor, no le digas!— enseguida miró con rabia a Luis y le dijo— ¡largo maldito!; Luis enseguida intentó marcharse pero no contaba con los planes de Mayra.

¡Espera Luis, no tan de prisa!— se expresó Mayra maliciosamente para enseguida dirigirse a Divany— ¡tranquila amor, tu mami no está y no pienso decirle nada de lo que hagas!, a ver ¿quieres divertirte?;

¡Claro!— contestó una sonriente Divany.

¡Bueno!— prosiguió Mayra— ¿pues dime que pensabas hacer?;

¡Quería golpear a éste imbécil por que me faltó al respeto pero si lo hago lo marcaré con el látigo y no se que decir a mi madre!;

Mayra le sonrió cruelmente a Luis y tras tomar asiento en el mueble le dio su aprobación a Divany— ¡adelante, hazlo y diviérteme y le diré a tu madre que fui yo quien lo golpeó!;

¡Ohhh!, ¿en serio tía?— preguntó Divany emocionada.

¡Sí!— contestó Mayra.

¡Ya oíste esclavo!— expresó feliz Divany— ¡de rodillas!— concluyó su orden mirándolo con desprecio. Luis suplicó a Mayra con la mirada y ésta también le hizo saber que más le valía callar y obedecer. Divany le gritó— ¡cuenta los latigazos y me pides perdón por faltarme al respeto! y así se hizo; Luis recibió unos 15 latigazos cortesía de Divany y pidió perdón y agradeció y contó cada uno de ellos haciendo sentir toda una divinidad a Divany que ya para terminar le dijo a Mayra— tía ¿y tu perra?, ¡quiero orinar!;

Mayra hizo una pausa, suspiró y al final le respondió mientras no dejaba de mirar con lástima a Luis— ¿siempre has querido usar a Luis como inodoro no?;

¡Ajá!— respondió Divany intrigada.

¡Bueno, pues tu madre no está, aprovecha!— concluyó Mayra sonriéndole burlona a Luis.

Divany se llevó las manos a la boca y abrazó fuertemente a Mayra. Luis lloraba e intentó implorar pero Mayra fue mas que clara con el— ¡quieto esclavo y complace a tu ama Divany o de lo contrario yo sí que te haré daño!;

¡Ya oíste Luis!— le dijo riendo Divany— ¡hoy sí que vas a saber como saben mis meados y creo que hasta mi caca jajajaja!; Luis lloró muerto de pena y de humillación pero mas por lo que significaba Divany para el y por lo que estaba a punto de suceder y que sucedió. Divany, su propia hija sin saberlo orinó y cagó en la boca de su padre obligándolo a tragárselo todo por completo ante la mirada de satisfacción de ella y de Mayra así hasta que al final Mayra mandó a Luis a ducharse y a ver a Camelia para que le curara las heridas del látigo.

Divany de nuevo se abrazó a Mayra y cambiando esa expresión de maldad en su rostro que se había dibujado en ella en el momento en el que humillaba a Luis por una en verdad tierna y conmovedora preguntó a Mayra— tía, ¿Por qué mi mamá no me quiere?;

¿Pero que dices?— le contestó Mayra— ¡claro que te quiere!;

¡No y por que prefiere en ocasiones a Luis y a Luisito y a mi me reprende!;

¡Bueno!— expresó Mayra— ¡no lo se pero de que te quiere, te quiere, anda ya ve a bañarte para salir un rato!, ¿quieres?;

¡Sí tía, después del gran momento que me haz echo pasar haciendo que el esclavo me respete pídeme lo que quieras!— exclamó feliz Divany.

¡Mmmmm, pues te pido un beso y un abrazo!;

¡Concedido las veces que quieras!— le respondió Divany abrazándola y besándola.

Ya en la noche Rubí regresaba de la calle y descansaba en la sala manteniendo a Luisito a sus pies dándole un masaje en ellos y disfrutando al ver como el niño por raro que parezca en verdad disfrutaba oliendo el interior de los zapatos de Rubí a eso que Divany llegaba igual con Mayra que subió a su cuarto y Divany se quedó en la sala para ir hacia su madre comiendo un helado de chocolate.

¡Hola mami, mi tía me compró mucha ropa y zapatos!;

¡Bien!— le contestó Rubí con un tono de fastidio en su voz— y de camino tragaste para engordar más.

¡Noooooo!— gritó Divany indignada— ¡no estoy gorda!— y no lo estaba pero Rubí sin darse cuenta solía ser cruel con su hija.

¡Pero lo estarás si sigues tragando tanta cosa te encuentres en tu camino!— le dijo Rubí burlona.

Divany lamió con ganas su helado para después decirle a su madre— ¡me voy a mi cuarto con mi esclavo!;

¡Después!, ¿Qué no ves que lo tengo ocupado?;

¡Sí, pero es mío tu tienes a Luis!— le recriminó a su madre.

¡Y tú a Rocío o a Susana!— fue la respuesta de Rubí.

¡Bah no son divertidas!— expresó Divany molesta y comenzó a patear aunque suave a Luisito que ya estaba muy nervioso. Rubí la miró seria a lo que Divany graciosamente le sacó la lengua y se marchó pero tras unos segundos regresó gritando sorprendiendo por completo a Rubí— ¡sorpresa no me fui!— y que se le tira encima a Rubí sin calcular bien y por lo tanto arruinándole la ropa con el helado.

¡Divaaaaaany!— gritó furiosa Rubí; ésta se quedó inmóvil a lo que Rubí la empujó y la hizo caer al suelo y comenzar a llorar— ¿pero que estás loca?, ¡coño mira como me dejaste la ropa!— concluyó Rubí muy molesta.

¡Y queeeee!— gritó Divany llorando— es solo chocolate ¡cómprate otro maldito vestido y ya, yo como diantres le hago para comprar tu cariño!;

Rubí quedó inmóvil y muda por unos instantes ante las fuertes e inesperadas palabras de su hija y olvidó lo de su vestido para meditar esas fuertes palabras dichas por su hija.

¿Por qué dices eso?— le preguntó muy seria Rubí.

¿Por qué mas?, ¿será acaso por que tú no me quieres?;

¡A ver, a ver!— exclamó Rubí levantándose, Divany hizo lo propio y quiso correr pero Rubí la sujetó— ¡suéltame!— le gritó Divany que continuaba llorando pero Rubí no lo hizo; con un gesto indicó a Luisito que se marchara y quedando ellas solas la abrazó y le susurró dulcemente al oído— ¿Quién te dijo eso enana?, ¡claro que te quiero!;

¡No, no me quieres, siempre me regañas y me dices gorda o vulgar!— se expresó Divany en verdad resentida lo cual enterneció a Rubí.

¡Bueno ya!— la calmó Rubí— ¡olvídalo, anda!, ¿Qué quieres hacer?;

Divany la miró llorosa y le preguntó— ¿en serio?— ¡sí!— le contestó Rubí, anda, ¿Qué quieres hacer?;

¡Quiero, quiero!— se expresó Divany suspirando de alegría— ¡comer un pedazo de pastel contigo!;

¡Diablos solo piensas en comer!— le dijo riendo Rubí.

¡Sí!— contestó Divany— y en jugar, eso tú me lo enseñaste.

¡Bueno ya, ve con Camelia a ver que tiene!; Divany salió disparada para enseguida volver con un gran pedazo de pastel que se devoraron madre e hija. Rubí al ver que tenía el control de la situación le salió lo maternal muy a su manera y decidió jugar y probar los sentimientos de su hija— ¡bueno enana ya hice algo por ti!, ¿tu que haces por tu mami eh?;

Divany le sonrió y la abrazó diciéndole— ¡yo te quiero mucho!;

¡Sí!, pero ¿Cuánto es tu mucho?;

¡Muchísimo!;

¿Tanto como para hacer lo que mami te pida?;

¡Claro!— respondió inquieta Divany.

¡Mmmmm!— expresó risueña Rubí— ¿y que si te digo que quiero convertirte en mi esclava?— por que eso hubiese pasado si hubieras nacido varón— pensó esto último Rubí divertida para si misma.

¡Mamá, no me digas eso, tu me recuerdas siempre que ser esclavo es triste y miserable!— le dijo Divany con una expresión de repulsión en su rostro.

¡Jajajaja!— Rubí se rió con ganas— ¡sí, pero que tal ser la esclava de mami entonces estarías junto a mi todo el tiempo ocupándote de que no me falte nada!;

¡No!— le respondió Divany moviendo la cabeza a los lados.

¿Entonces no me quieres?;

¡Claro!— contestó de nuevo Divany— ¡pero no me puedes convertir en esclava!;

¡Sí puedo pero no quiero a menos que tú me lo pidas!— le expresó Rubí cariñosamente.

¡Maaaaami!— gritó Divany a modo de berrinche.

¡Anda, así me demuestras que me quieres, quizás solo como esclava logre educarte y hacer que comas menos!; Divany solo se abrazó a ella apoyándose en su pecho. Rubí dio por terminada la charla cuando en eso su hija la miró y de pronto y sin mas le preguntó— ¿y como esclava me golpearás?;

¡No mucho!— le contestó Rubí divertida.

¡Y solo seré tu esclava!, ¿verdad?, de nadie mas— continuó Divany muy inquieta con sus interrogantes.

¡Así es!— le respondió Rubí aguantándose la risa.

¡Bueno si es así acepto pero si no me gusta no lo haré mas!— expresó la aún inocente Divany.

¡Jajajaja!— fue la respuesta de Rubí, una alegre carcajada al comprobar que fácil era envolver a su hija en lo que ella quisiera a cambio de que ésta consiguiera su cariño.

Así pasaban los días y Rubí en ocasiones consentía de más a su hija y en ocasiones la reprendía por salir a la defensiva de Luis o Luisito; a todo eso Divany tenía ya cumplidos los doce años; a Rubí le daba vueltas en la mente una y otra vez al igual que al atormentado Luis pues había llegado el momento y la edad de que Divany supiera la verdad y a Luis le dolía en lo mas profundo de su ser ver que cada día su hija lo aborrecía mas a raíz de que Rubí salía a su defensa sin dar ninguna explicación del porqué defendía a su esclavo y justo cuando Rubí no sabía como abordar el tema Divany la ayudó.

En un día en el como comúnmente solía suceder Divany intentó humillar a Luis dándole de comer sus sobras a lo que Rubí lo impidió entonces Divany se comportaba aún mas cruel con Luisito cosa que sabía muy bien que a Rubí desagradaba pero no podía defender a los dos al mismo tiempo o entonces sí se le volvía un caos la relación con su hija. Después del almuerzo Divany abordó en su cuarto a su madre y en seco le preguntó con un tono mas que sarcástico y despectivo en su voz— ¿mamá amas a tu esclavo?, ¿es eso?;

¡Divany, que carajo dices!— se expresó molesta y nerviosa Rubí.

¡Es que es la única puta explicación que le busco para que lo defiendas como lo haces!; ¡ahhh, te comento Luisito está con Camelia me enojé por capricho y le dí unas cuantas patadas creo que le tumbé dos dientes pues cada día se vuelve mas imbécil!, ¿quizás por que tú lo defiendes de mas?— concluyó Divany mirando con burla a su madre.

Rubí respiró profundo y supo que era el momento indicado a lo que mirando fijamente a su hija le dijo— ¡Divany, hay una explicación mucho mas coherente a todo esto!, ¿quieres saberla?, ¡te la diré y después juzga como tengas que hacerlo ya que si presumes tener madurez me lo demostrarás ahora!; Divany le mantuvo la mirada a su madre esperando la explicación y Rubí se la dio sin mas preámbulos.

Divany se quedó muda por unos instantes tras oír atenta la extensa historia que su madre le contó sobre Luis, Susana y parte de Rocío que ya conocía al igual que le habló del origen de Luisito y del lazo familiar que los unía. Rubí esperaba cualquier reacción de su hija, la entendería pero no pensó oír jamás lo primero que ésta le dijo— ¡madre o sea que he orinado y cagado en la boca de mi padre!— exclamó horrorizada Divany.

¿Queeeeeeeeeeee?— gritó Rubí dando un brinco— ¡Divany, dime que solo es una mas de tus malditas bromas!;

¡No, no es ninguna broma!— contestó muy seria Divany y le contó que lo hizo con apoyo de Mayra. Rubí no tuvo nada que reprocharle ni a ella ni a Mayra, no era el momento y ya no tenía caso, después de quedar ambas calladas Divany se marchó tras tomar una decisión con su madre y estando muy conciente de la relación entre ella, su padre y Luisito.

Luis no durmió por esa noche pues Rubí le dijo que su hija estaba por fin enterada de todo y que a partir del otro día si ella lo deseaba el pasaría a ser propiedad oficial de su hija. Luis lloró por toda la noche pues ni Rubí misma sabía a ciencia cierta la decisión que tomaría su hija, solo le suplicó no ser tan cruel con su padre y a Luis portarse lo mas sumiso posible y olvidarse que era su hija y verla como lo que era, su ama.

Y amaneció, Luis todo tembloroso y nervioso caminaba pasando por el comedor y ahí encontró a Divany sola desayunando, éste quiso seguir su camino pero Divany se lo impidió— ¡esclavo acércate inmediatamente!— le ordenó con dureza en el tono de su voz.

Luis no tuvo más opciones, una lágrima corrió por su mejilla, se postró ante ella y con suma humildad le besó sus lindos pies descalzos. Así lo mantuvo Divany por unos momentos contemplándolo a sus pies con la diferencia de que ya estaba mas que conciente de que el pobre hombre que se encontraba en ese momento lamiéndole humildemente sus pies no era cualquier hombre ¡era su padre!— y Divany lo contempló sin prisa alguna hasta que al final le dijo al igual con un tono cortante y un tanto despectivo— ¿sabes que a partir de hoy puedo hacer sin ocultar nada lo que me plazca contigo?;

¡Sí ama!— respondió Luis manteniendo el rostro humillado sin dejar un solo momento de besarle los pies a su hija.

¡Bueno, quiero que olvides por un momento que eres un esclavo y te sientes en la silla como una persona, quiero hablarte pero muéstrame respeto!;

¡Sí ama!— era lo único que atinaba a decir Luis y tomó asiento nervioso.

¿Ya desayunaste?— lo interrogó Divany mirándolo un tanto mas alegre digamos burlonamente disfrutando el nerviosismo y quizás hasta el miedo que intuía que su padre sentía en ese momento ante ella.

¡No ama!— contestó Luis con la mirada clavada en el piso, en los pies de Divany.

Divany le tendió su plato ofreciéndole prácticamente las sobras de su desayuno las cuales Luis comió y le agradeció ante una sonrisa de satisfacción y de triunfo en el rostro de la jovencita pues desde que tiempo se moría por ver como Luis se tragara sus miserables sobras y por fin se había deleitado con ello aunque cabe aclarar que si se sintió un tanto afectada sabiendo ya que era su padre al que le había dado de comer sus sobras.

Luis se terminó por completo las sobras de Divany y con miedo se atrevió a mirarla a la cara arriesgándose a llevarse mínimo una bofetada pero cual fue su sorpresa al encontrarse con una sonrisa en el rostro de ésta y que en un momento histórico para Luis, Divany extendió los brazos y aunque con una sonrisa burlona en su rostro que a Luis no le importó para nada al oír las palabras que ésta pronunció— ¡bueno, supongo que quieres darme un abrazo, anda, te lo permito!— hizo una pausa y añadió— ¡PADRE!;

Luis se sintió morir de dicha y alegría, lloró como nunca lo había echo pero ésta vez lloraba de felicidad y tras ver de nuevo en el rostro de Divany su aprobación se levantó para que al instante abrazara y besara con todas sus fuerzas a su hija; algo que solo lo había echo con ella de reciénnacida casi once años tuvieron que pasar para que por primera vez ¡la oyera llamarlo padre de sus propios labios y pedirle que la abrazara!; Luis deseó que ese momento no terminara jamás pero sabía que no era posible, se separaron, Luis aún lloraba cada vez mas emocionado y besaba las manos de su hija con amor mientras que ésta en cambio permanecía serena y así con esa expresión le explicó la situación.

¡Mira padre seré clara!— comenzó a comentarle Divany a Luis— mi madre me ha explicado todo y tras meditarlo, los entiendo, entonces hablé con ella para determinar una decisión sobre tu futuro y el de Luisito y llegamos a una conclusión ¿quieres saber cual es?;

¡Sí!— respondió Luis después de controlar su llanto.

¡Bueno!— expresó Divany quien después de un profundo suspiro continuó— seré clara, le dije a mi madre que por mi parte estaba dispuesta a tratarte como a un padre, a respetarte y a verte como a un hombre libre, ¡pero!, solo si ella hacía lo mismo o sea seríamos una familia normal ¿sabes que me dijo?;

Luis solo negó con la cabeza, temblaba todo su cuerpo, ¡soñaba con oír la respuesta que le diera felicidad total y absoluta en su vida al lado de la mujer que amaba y de su hija que adoraba al igual que a Luisito!;

Divany le sonrió con mucha pena, una pena y una desilusión que en verdad en ese momento se vio reflejada en su bello y tierno rostro lo cual era evidencia de que era un sentimiento muy sincero lo que sentía al momento de responderle— ¡lo siento padre, mamá no aceptó, me dijo que yo podía hacer lo que quisiera contigo, tratarte con cariño y como un padre si así lo quería pero ella siempre te tratará como a un esclavo a veces consintiéndote a veces humillándote pero como lo que eres, su esclavo, por lo tanto he tomado la decisión de seguir su ejemplo pues no puedo verte con respeto ni mucho menos obedecerte o tratarte como a una persona si al rato de estar conmigo te veo lamer los zapatos de mi madre!— Divany hizo una pausa a lo que Luis humilló cuanto pudo la mirada ante su hija al notar una expresión de desprecio y coraje reflejada en su rostro y en el tono de su voz al decirle esto último, después de unos instantes que a Luis le parecieron eternos en los que Divany le mantuvo la mirada clavada en el con la misma expresión de desprecio tal parecía que en cualquier momento se le lanzaría a darle de bofetadas, pero no, tan solo respiró profundo y decepcionada y elevando el tono de su voz continuó.

¿O como coño me podrías reprender o siquiera aconsejar?, si después te veo recibir bofetadas por parte de mi madre ¡y tu como respuesta le lames la mano con la que te golpeó!; ¡eso es imposible!— concluyó Divany en verdad mirando con cierto rencor y decepción a su padre como recriminándole que su carácter tan pasivo y sumiso sea el principal responsable de que las cosas estuviesen como lo estaban sin contar el loco amor y adoración que el profesor sentía por Rubí y el cual sí era el verdadero motivo por el cual Luis haya permitido ser absorbido por completo en vida y ofrecer su cuerpo y alma a los pies de Rubí.

¡Hija…., yo!— intentó congraciarse Luis con su hija.

¡CALLA ESCLAVO!— le gritó Divany despectivamente y amenazándolo con darle una bofetada pero al final se contuvo, respiró profundo repetidas veces para calmarse aún mas y ya con una expresión mucho mas tranquila en su rostro le dijo a Luis— ¡la charla ha terminado, como muestra de mi cariño te permito pasar el día de hoy a mi lado como padre e hija y te prometo no ser tan cruel contigo de aquí en adelante, oh y por Luisito, ya veremos, es obvio que ya no lo miro con los mismos ojos pero mira que es muy bobo!— se expresó Divany sobre su hermano con una sonrisa de burla y hasta algo de pena— y me saca de quicio; he decidido con mamá de que nunca sepa la verdad del lazo que nos une al menos no por ahora, así será menos infeliz y bueno ¡andando para no perder el día que mañana casi todo será de nuevo normal!;

Y así lo hicieron, pasaron un día inolvidable en especial para Luis, montaron a caballo, Luis le enseñó parte de sus gustos, se bañaron en el río y ya en la noche la arropó culminando el acto con un profundo beso en la frente de su hija y recibiendo un fuerte, fuerte abrazo por parte de Divany, deseando Luis de nuevo que el tiempo se detuviera y quedarse ahí pegado a su hija para siempre pues sabía muy bien dentro de el que esa escena difícilmente se volvería a repetir.

Al otro día en el almuerzo Luis comía en el piso a los pies de Rubí las sobras que ésta gentilmente le escupía; Luisito torpemente no se acomodó bien e hizo enfadar a Divany que a nada estuvo de soltarle un bofetón pero al ver la mirada afligida de su padre le sonrió burlona guiñándole un ojo y se limitó a reprender a su hermano menor— ¡ten mas cuidado idiota!; Luisito le agradeció lamiéndole los pies. Lo mismo sucedió al alimentarlo Divany escupía sus sobras al piso pero al tener en cuenta que Luisito era su hermano por parte de padre al final ordenaba a Rocío comer esa asquerosidad y a Luisito le daba una porción de su plato; Luis respiraba tranquilo y Luisito resultaba ahora el ganón.

Así transcurría el tiempo y la rutina en el hogar de esa peculiar familia ubicada en el rancho de Tania. Rubí felicitó a su hija por el cambio en el trato en especial a Luisito y en uno de esos días le dijo a modo de broma— ¿ves?, además a ¿Qué está tipo Luisito?, digo, bien arreglado a lo mejor y terminan como pareja.

¡Maaaaaaaaaaami!— gritó alterada Divany ante tales palabras— ¡es mi hermano!;

¿Y?— le contestó Rubí muy quitada de la pena.

¡Bueno!— le respondió Divany— no está bien por la moral y todo eso que mi padre me enseñó en las pocas clases que recuerdo que le permití que me diera.

Rubí se carcajeó con ganas y al final le dijo burlona— ¡con unas bofetadas le haré olvidar a tu padre lo que es la moral, al diablo, aquí se hace lo que yo digo y lo que a ti se te antoje!;

¡Jajajajaja!— se rieron ambas hasta que Divany se expresó conmovida— ¡pobrecito, no le pegues!;

¿Y que?— le contestó Rubí con malicia— la otra vez vi como le diste unas buenas cachetadas.

¡Sí bueno, andaba de malas!— confesó Divany apenada— ¡pero después lo dejé saciarse con unos deliciosos bocadillos!— concluyó orgullosa.

¡Eso está bien!— le respondió Rubí concluyendo al igual la agradable charla con su hija.

Así pasaba el tiempo que era lo único que no se detenía. Divany era una hermosa señorita a punto de cumplir los catorce años cada vez mas bella y berrinchuda luciendo el cabello ondulado y rubio pero comprensible también hacia su padre y Luisito y lo que le había dicho su madre no pasó desapercibido para ella pues Luisito no era para nada feo solo un tanto flaco a causa de la escasa alimentación que se le proporcionaba y siempre dependiendo del capricho y el humor de su hermana. Divany llevaba una relación un tanto especial con el; Luisito prácticamente era su perro, andaba siempre gateando detrás de ella, las normas no habían cambiado tanto para el, si quería hablarla tenía que restregar su cara como el perro que era sobre las botas de Divany, lo mismo si quería agradecerle le lamía los pies pero a todo esto Divany le fue tomando cariño y algo mas y un buen día decidió probar el cariño y el amor que a leguas se notaba que Luisito le tenía y mas que nada Divany siguiendo los pasos de su madre quiso llenarse de dicha al saberse que era deseada por el jovencito.

Luisito permanecía postrado a los pies de Divany que se encontraba recostada en el mueble de la sala observando orgullosa como su hermano le lamía los pies con absoluta devoción y de pronto le dijo— ¡arrodíllate Luis!; éste se sorprendió que lo llamara por su nombre pues casi nunca lo hacía y en su sorpresa no solo se arrodilló sino que la miró a la cara lo cual lo tenía prohibido.

Divany le sonrió con malicia y le dijo con toda la intención de intimidarlo— ¿acaso he dicho que podías mirarme a la cara?;

¡No ama, perdóname!— respondió Luisito inclinándose al instante hasta humillar la mirada y pegar el rostro de nuevo en el piso ante los pies de su ama.

¡Bueno pues!— le contestó Divany sin ocultar una risita burlona— ¡mírame pero conste que te has ganado una bofetada!— concluyó altanera. Luisito obedeció mirándola detenidamente, la recorrió con la vista de los pies a la cabeza quedando como un autentico bobo embelesado ante su hermana.

¿Soy bella?— le preguntó Divany picarona.mientras se acariciaba su cabello— ¿dime Luis, te parezco bonita?;

¡Eres hermosa ama!— respondió el sinceramente.

¡Jijijiji!— se rió Divany en verdad feliz— ¿mucho muy hermosa?— insistió.

¡Sí!— contestó el jovencito con seguridad.

¿Dime algo Luis?, ¿yo te gusto verdad?; éste enrojeció por completo e intentó inclinarse pero Divany le sujetó la cara con sus manos y volvió a insistirle— ¿estás enamorado de mi?;

¡Sí ama, te amo y te adoro!— fue la respuesta del jovencito Luis. Divany se sintió dichosa y olvidó el parentesco con el y continuó— ¿y estarías dispuesto a sufrir por mi amor?, digo, ¡de por si te trato como un perro pero quisiera saber si estarías dispuesto aún mas a sufrir por mi con tal de obtener no se, una caricia, un mimo, un beso!— le decía mirándolo coquetona— a ver ¿me guardas rencor?;

¡No ama!— respondió Luisito— he entendido algunas cosas, mi padre es esclavo de tu madre y no por eso la odia sino que la adora y ella es buena con el, a veces…. — expresó Luisito pendiente de no haberse expresado con insolencia sobre Rubí y al ver que Divany ni se inmutó continuó— ¡y yo soy tu esclavo y tu eres mi ama y eres hermosa y también te quiero!— le expresó aún con la cara enrojecida.

¡Demuéstralo!— le dijo maliciosamente Divany al momento que sujetaba en su mano su sandalia.

¿Cómo?— le preguntó muy inquieto Luisito.

¡Veamos, mmmm, por mirarme a la cara sin mi permiso te has ganado una bofetada, eso dalo por echo, ahora yo te propongo que si te dejas que yo te de de bofetadas con la suela de mi sandalia cuantas veces quiera a cambio mmmmm!— hizo una pausa y con una bella sonrisa añadió— ¡prometo darte un beso!;

Luisito alucinó con esas últimas palabras y sin pensar en el castigo que se le venía respondió— ¡acepto!;

¡No serán pocas Luisito!— le dijo Divany mirándolo por un momento con lástima— ¡serán muchas bofetadas y con la dura suela de mi sandalia!— concluyó risueña. Como respuesta su hermano le ofreció la cara para que comenzara.

Divany tomó su distancia y le dio la primera bofetada que Luisito resistió y enseguida le dijo— ¡bueno, esa era la de castigo!, ¿Qué dices?, ¿continúo?; el asintió con su mirada.

¿Listo?— volvió a interrogarlo muy divertida Divany. El contestó afirmativamente, entonces Divany comenzó de nuevo a darle lentas y durísimas bofetadas con la suela de su sandalia a Luisito que no tardó mucho y comenzó a lloriquear.

¿Me detengo?— le preguntaba burlona Divany con una enorme sonrisa en su rostro.

¡No ama, hasta que tu quieras!— fue la respuesta de Luisito soportando en verdad con valentía el dolor y el ardor en su rostro.

¡Perfecto!— exclamó Divany orgullosa de si misma y continuó haciéndole daño a su hermano.

Luis y Rubí habían estado observando todo de cerca sin que se percataran de su presencia y Luis estuvo a punto de intervenir de no ser por que Rubí lo convenció de no hacerlo al aconsejarle— ¡alto Luis, solo lograrás que te castigue también a ti!;

¡Pero Luisito llora, le está haciendo mucho daño!— exclamó muy preocupado Luis por su hijo.

¡Sí!— respondió Rubí emocionada— ¡pero bajo su consentimiento, tú mismo los escuchaste, está sufriendo por su amor y aceptaría incluso la muerte con tal de ganarse un beso de su ama!; ¿o que?, ¿se te olvida cuantos golpes te llevaste por una migaja de mi amor?— le expresó con burla al tiempo que abrazaba por el cuello a Luis y lo besaba en los labios. Luis correspondió al beso para después contestarle mas que sincero— ¡y sabes que aún estoy dispuesto a darlo todo por ti!;

¡Entonces solo observemos!— le respondió Rubí contemplando orgullosa la escena que se daba entre Divany y Luisito.

No se sabe cuanto tiempo pasó solo que Luisito tenía la cara ya muy hinchada y lloraba fuertemente hasta que Divany se compadeció no sin antes darle la última y quizás la mas fuerte bofetada estrellándole la suela en la frente y nariz de Luisito; entonces arrojó su sandalia al piso. Luisito llorando sin tallarse la cara fue como su perro que era por la sandalia, la sujetó con los dientes y enseguida se la ofreció a su ama; ésta la tomó y le ofreció la suela, Luisito la lamió.

Entonces Divany la arrojó de nuevo, le secó las lágrimas con sus manos y cariñosamente le expresó— ¡bueno ya deja de llorar que ahora viene lo mas lindo! y a continuación la escena conmovió a Rubí y a Luis pues Divany se la pasó dando suaves y tiernos besos por un buen rato en las mejillas a Luisito que si golpeándolo tardó, consolándolo se tardó aún mas, después le acarició con sus suaves y delicadas manos y al final remató con un profundo beso en sus labios.

Luisito a su corta edad tocó y entró al cielo o eso creyó el, al término de ese beso Luisito se sentía el mas feliz del mundo, su expresión así lo delataba. Divany se cubrió la cara con sus manos riéndose de el y le preguntó altanera— ¿a que vale la pena sufrir por mi?;

¡Sí ama!— contestó orgulloso Luisito al haber resistido hasta el final y sobretodo lograr complacer a su ama.

¿Lo harías de nuevo?— le expresó quisquillosa Divany.

¡Las veces que tu quieras!— respondió sinceramente a lo que Divany lo dejó descansar por ese día que fue estupendo para Luisito pero ¡claro!, tuvo mucho que ver con el buen humor de Divany pues al otro día la señorita amaneció de malas y por una tontería que ni ella misma después recordaba azotó cruelmente con el látigo a su padre y en lugar de mandarlo a curar como le pidió su madre ¡lo mantuvo a sus pies por un buen rato haciendo que le lamiera sus botas y le pidiera perdón por ser estúpido y no contenta con ello de vez en cuando le clavaba los tacones de sus botas en la espalda!;

Y con Luisito pasó lo mismo pues lo mantuvo ese día alimentándolo exclusivamente con sus orines y durante la cena le pisoteó sus sobras y lo humilló al decirle— ¡come perro, tu cena está servida a ver si así se te quita lo imbécil!— le expresó con desprecio y ahí se quedó contemplándolo hasta que el pobre de su hermano se comió por completo todo lo que ella le había pisoteado ante sus pies. Ni que decir que después se arrepintió y apenada abrazó y besó a su hermano lo cual fue suficiente para que éste volviera a quedar loco de amor por ella sin saber el lazo familiar que los unía.

Ese era el destino de Luis y de su hijo esclavizados de por vida ante Rubí y su hija, resignados a recibir de ellas golpes, humillaciones e insultos cuando estaban enojadas y unas cuantas caricias y sobras de su amor mas de pena y lástima que de otra cosa pero aunque cueste creerlo, ¡sí!, ¡así eran felices!;

El tiempo seguía su curso. Rubí tomaba el fresco abrazada a Luis junto a un árbol; Divany de pronto aparecía corriendo como una loca hecha un asco repleta de lodo, al parecer se había caído del caballo pero nada serio que le impidiera seguirse divirtiendo. Rubí la miró con asco y la reprendió— ¡maldita sea, tú nunca aprendes o que, mírate como estás!;

¡Si bueno!— contestó agitada Divany por llegar corriendo— ¡me caí, pequeño descuido jijijiji!;

¡Pues ve a cambiarte, hazte limpiar siquiera las botas que mira que un esclavo luce mejor que tú!— la regañó fuertemente Rubí al ver que su hija seguía creciendo sin respetar ciertos modales clásicos de comportamientos básicos en gente de su clase como lo eran ellas.

¡Maaaaamá!— gritó ofendida Divany— ¡no me compares con un vulgar esclavo que eso es repugnante!— se expresó con desprecio para que enseguida volteara a mirar a su padre y con otra expresión muy distinta graciosamente le dijo sonriéndole y regalándole un hermosa sonrisa y mostrándole sus perfectos dientes blancos— ¡no te ofendas Luis!— éste tan solo se limitó a humillar la mirada humildemente ante su hija y ama.

¡Bueno pues ve por tu esclavo y que te limpie las botas ya!— le dijo Rubí.

¿Quién?, ¿Luisito?— comentó burlonamente Divany— ¡oh no mami, no creo que pueda, está castigado, verás, al quitarme los zapatos hizo una mueca que no me agradó, lo hice lamerme entre los dedos de mis pies y su expresión tampoco me agradó por lo que decidí sujetarle mis zapatos en su cara con cinta para que así se acostumbre de una vez a ese exquisito aroma o sea que se la pasará respirando todo el tiempo que se me de mi regalada gana el interior de mis zapatos y lo mejor jajaja, dentro de la boca le metí mis calcetines sucios, míralo ahí viene!;

Rubí miró divertida y Luis apenado al ver que Luisito a duras penas aparecía gateando y adivinando su camino, se guiaba por las voces pues los zapatos le cubrían toda la cara y no podía ver.

¿A que luce patético, verdad?, jajajaja— se burló Divany para después añadir— ¡quizás después lo perdone pero eso sí, para que aprenda ya se ganó unas buenas bofetadas!— concluyó indignada y cruzada de brazos.

Rubí tan solo se limitó a contestarle— ¡bueno pues ve por Rocío o por Susana!;

Divany se sonrió y tronándose los dedos expresó arrogante mirando a Luis con una risita burlona— ¡padre límpiame las botas!— hizo una pausa y con toda la intención de humillar a su padre, de dejarle en claro su posición ante ella y como podía al igual que su madre cambiar drásticamente de humor con el añadió— ¡y hazlo con la lengua!;

Este carraspeó ante la infame orden de su hija pero reaccionó para no llevarse un castigo extra y justo se disponía a obedecerla cuando Rubí intervino.

¡Divany, sabes bien que no me gusta que trates a tu padre de ésta forma y menos que lo humilles cuando yo estoy presente, tienes a Susana o a Rocío incluso a Luisito así que deja en paz a tu padre!;

¡A ver mamá!— se expresó Divany altanera— esto no es personal, aquí el asunto es que tengo las botas sucias ¿no?, o sea necesito un esclavo para que me las limpie y Luis antes de ser mi padre es un esclavo y si la memoria no me falla, es mi esclavo o sea y por lo tanto ¡Luis límpiame mis botas!; Luis estaba sumamente nervioso y con toda la razón de estarlo, de nuevo trató de complacer a su hija pero Rubí sin perder esa arrogancia y soberbia que siempre la caracterizó y que había transmitido muy bien a su hija respondió— ¡no lo hagas Luis, si lo haces te juro que te azotaré sin piedad, va en serio, te haré daño hasta que te desmayes de dolor!;

Esta vez Luis si tembló ante la amenaza de Rubí pero el producto de ese temblor mas bien fue por que Divany se carcajeó con ganas ante lo dicho por su madre, Divany se carcajeó cuanto quiso mirando a ambos para que al final se centrara en mirar divertida a su padre, puso sus manos en la cintura y con una bella sonrisa y una determinación envidiable le dijo— ¡Luis, si no caes a lamer mis botas como el perro que eres mío y de mi madre, te diré lo que haré!— hizo una pausa y tras mirar con lástima a su padre y hacia donde se encontraba Luisito continuó— ¡iré por Luisito, lo ataré desnudo a éste árbol, le untaré miel por todo el cuerpo en especial en sus pelotitas y su soldadito y dejaré que las hormigas y las abejas hagan el resto!— concluyó con una mirada y una sonrisa en verdad deliciosamente sádica en su rostro.

Rubí y Luis se quedaron con la boca abierta ante tales palabras de Divany. Luis respiró profundamente y tomó una acertada decisión en realidad la única que podía tomar; se arrodilló ante Rubí, besó sus botas con suma humildad y le expresó dulcemente— ¡hermosa Rubí será un privilegio recibir esos latigazos y prometo agradecerte cada uno de ellos!— enseguida gateó hasta postrarse a los pies de su hija, besó aquella suciedad que cubrían sus botas y al igual en un tono mas que dulce le dijo— ¡hermosa Divany es todo un honor que me permitas lamer la suciedad de tus botas por que como bien dices soy tu esclavo y lo seré gustoso siempre!— y de inmediato comenzó a limpiar y quitar el lodo de sus botas con la lengua.

Luis no había echo nada mas que cumplir como siempre lo había echo aceptando su destino y su suerte que dependía ya no solo del humor y repentinos caprichos de Rubí sino ahora también de su hija Divany y el no tenía nada mas que hacer que humillarse ante los pies de su hija y del amor, del loco amor de su vida, Rubí. Divany sintió un poder y orgullo impresionante y soberbia miró burlona a su madre con una sonrisa de triunfo en su rostro al tiempo que observaba como su padre se humillaba ante ella.

Rubí meneó la cabeza aceptando que de tal palo tal astilla y acercándose abrazó a su hija y le acercó una bota a la cara a Luis diciéndole mientras le sonreía un tanto apenada— ¡ya que estás en lo tuyo!; Luis besó ambas botas, una de Divany y una de Rubí; en ese momento Luisito llegaba chocando accidentalmente con las piernas de Divany que muerta de risa le quitó los zapatos de su cara reprendiéndolo aparentando estar molesta algo que en realidad no sentía tan solo seguía la bonita costumbre y el único modo de dirigirse a el— ¡idiota, fíjate en tu camino!— le dijo entre risas mientras le daba una palmada en su cabeza que la hizo reírse aún mas y después añadir— ¡ay perrito si vieras como te echo de menos jajajaja, anda, limpia mi otra bota con tu lengua y así ayudas a tu padre!;

¡Sí ama, gracias ama!— contestó agradecido Luisito después de escupir los olorosos calcetines que habían permanecido dentro de su boca por un buen rato.

¡Cállate bobo!— le dijo Divany riendo de nuevo al momento que le daba otra palmada en su cabeza que hizo que Luisito torpe y patéticamente terminara a sus pies lo que ocasionó que Divany y Rubí se carcajearan sin control alguno sintiendo tanto pena como lástima pero al igual placer en el trato que le daban a esos seres que ellas presumían querer y al tiempo en que ellas felices se reían Luis y su hijo se esmeraban en la limpieza de esas botas con la lengua no sin antes besarlas con absoluta devoción sellando con esos besos su esclavitud para siempre, esclavitud permitida por ellos, por amor a sus amas y aguardando su partida hacia su nuevo hogar aquel en el cual un día Luis entró llevando en su mente y su corazón solo sentimientos de odio y rencor sin imaginar siquiera hasta que extremo cambiaria o mejor dicho le cambiarían su pensar, ese hogar era la casa de Rubí a donde regresarían de nuevo para según Rubí llevar una vida mas íntima solo ella y su querido profesor pero con la sorpresa de ahora regresar con su hermosa hija Divany y a lado de ella su fiel mascota y hermano Luisito y solo quedaba por concluir en la mente de Rubí si dejarle dos rebanadas del pastel a Tania y a Mayra que serían Rocío y Susana o cargar con el pastel completo.


FIN.

BLACK.

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